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miércoles, 2 de abril de 2025

Castigando, que es gerundio

¿Qué tienen en común Rusia y Vietnam con el expeditivo Frank Castle?




José Luis Vidal

30 de marzo 2025

Para dar respuesta a esta pregunta, dirígete a tu librería más cercana y allí encontrarás que el azar editorial (o tal vez no) ha hecho que en los dos últimos meses lleguen a nuestras manos sendas obras protagonizadas por El Castigador, ese vigilante que ha protagonizado cientos de páginas de cómic, pero que hay pocos guionistas que hayan entendido tan bien al personaje como el irlandés Garth Ennis.

En la colección regular protagonizada por Castle, Ennis vertió todo su vitriolo, mostrando a un personaje impasible, frío como el hielo, y con una clara misión (¿obsesión?) en su vida: acabar con todos los criminales que se cruzaran en su camino. Pero como todos sabemos, el guionista tiene un sentido del humor bastante personal, que le identifica al leer unas pocas páginas de la mayoría de sus cómics, por lo que las andanzas de su protagonista estaban salpicadas en muchas ocasiones por momentos desopilantes.

Pero curiosamente, este no es caso. Ennis también posee una faceta como creador más seria, terriblemente seria. Si a esto unimos sus profundos conocimientos sobre los diferentes conflictos bélicos que han golpeado a la humanidad, tenemos dos obras tan impactantes como Soviético y La Caza de Furia.

Y hete aquí que otra de esas felices coincidencias se ha dado en el apartado gráfico. Y es que ambas miniseries publicadas por Panini Cómics en nuestro país vienen dibujadas por Jace Burrows, y no podría imaginar a un mejor artista para plasmar en viñetas las andanzas de Frank Castle.

En La caza de Furia vamos a hacer un viaje al pasado, a la guerra de Vietnam, y como una especie de secuela a la miniserie protagonizada por Nick Furia, que también escribió Ennis junto al dibujante croata Goran Parlov, nos lleva de nuevo a aquellos días. En esta ocasión para ver como Furia es apresado por las tropas de los Jemeres Rojos, y vendido posteriormente al ejército de Vietnam del Norte, que sabe que Furia posee mucha información sobre los diferentes operativos que actúan de manera oculta en el país, y van a sacarle esos nombres y datos aplicando inimaginables métodos de tortura.

¿Y qué pinta aquí Castle? Pues bien, con el grado de capitán, y una hoja de servicios repleta de heroicas acciones, aunque como siempre, muy expeditivas, es llamado a la oficina de su superior, un comandante que no se anda con chiquitas y que, presionado por dos agentes de la CIA, va a encargar a Castle una misión que se sale de lo habitual…

No, no es precisamente que encabece el rescate de Furia, cosa harto imposible debido a la seguridad del lugar donde lo aprisionan, sino que antes que desvele todos los secretos que posee, deberá eliminarlo. Sí, esta es una misión de asesinato, pura y dura. Y como suele suceder en estos casos, las cosas se van a complicar bastante, y nuevos ‘actores’ harán su aparición para ponerle las cosas más difíciles a Frank Castle.

Curiosamente, toda la historia vendrá narrada por un temible enemigo, Letrong Giap, un sonriente anciano vietnamita que conoce muy bien a estos personajes, con los que se cruzó en su momento, y tuvo más que palabras.

Y de ahí a la actualidad, y en Soviético, El Castigador continúa con su misión, pero esta vez eliminando a criminales relacionados con la mafia rusa. Pero resulta que alguien misterioso está copiando los métodos de Castle, masacrando a los tipos que trabajan para el capo ruso Konstantin Pronchenko. Y eso es algo que el vigilante no está dispuesto a permitir, ya que no le gusta que nadie se meta en su terreno.

Inevitablemente va a toparse con Valery Stepanovich, un tipo de casi eterna sonrisa, bebedor de vodka, que le contará el por qué de su labor, que llevará los recuerdos a la guerra de Afganistan, conflicto en el que Rusia tuvo un papel muy importante.

Valery formaba parte de un escuadrón de tipos duros, magníficos operativos que solo se encargaban de las misiones más complicadas. Bajo el mando de Pronchenko, se habían ganado una merecida fama, pero un fatídico día se les encargó una misión en la que fueron traicionados, rodeados por muhaidines que masacraron al grupo, dejando con vida tan solo a Valery.

Aquello no fue una desgraciada casualidad, y toda la culpabilidad señala hacia el capo ruso con el que Valery tiene la intención de compartir unas últimas palabras, y aunque al principio Castle, un solitario por naturaleza, no está dispuesto a acompañarlo, alguna que otra peligrosa situación los hará emprender un letal camino que tal vez los lleve hasta su objetivo.

Como os comentaba, dos historias duras, con momentos de extrema violencia, que nos vienen a demostrar la crueldad de los conflictos bélicos, en estos momentos actuales en los que la situación internacional no es precisamente todo lo pacífica que debería.


Diario de Cadiz


martes, 1 de abril de 2025

CÓMO VESTIR PARA GANAR AL AJEDREZ Por Jacinto Antón

Vestidos para la aventura

Mi teoría es que Spassky perdió ante Fischer por ir vestido como de sección de caballeros del GUM de Moscú

El séptimo sello, de Bergman, una de esas partidas que todos seguimos con cara de Akiba Rubinstein.


Parecerá un poco tarde para hablar de ajedrez cuando ya se ha visto Gambito de dama hasta en Gambia, pero estaba pensando la jugada, jajaja. Del ajedrez opino como Woody Allen, que es un juego que desarrolla la inteligencia para jugar al ajedrez. Sin embargo, eso no significa que no me haya visto atraído por la mística del tablero, y seducido por su glamur. Una vez incluso traté de aprender a jugar en serio, con la notación estándar y todo: fue durante "la partida del siglo", entre el aspirante Bobby Fischer y el campeón del mundo Boris Spassky del 11 de julio al 31 de agosto de 1972, que acabó con la victoria del primero (12 puntos y medio contra 8 y medio) y dio carpetazo a un cuarto de siglo de reinado soviético. Aquel verano me bajé de mi moto Montesa, dejé de lado la raqueta de tenis Dunlop Maxpy y adopté la pose (y el atuendo) de un ensimismado jugador de ajedrez. Era lo que tocaba: si no estabas al día en ajedrez y no tenías una opinión o una frase oportuna sobre la partida no eras nadie y, lo que era peor, no ligabas. Qué importante es darte cuenta de por dónde sopla el viento y no confundir el escaque con el escaqueo ni la defensa Petroff con la ternera Strogonoff.

En el Club Viladrau, el casino de veraneantes de toda la vida y un templo de la bebida que ríete tú de Cuernavaca, se colgó un tablero y se reproducían los movimientos de Fischer y Spassky con ceremoniosa trascendencia. Los cuatro replegados que sabían de verdad de ajedrez y que siempre habían sido unos frikis a los que todo el mundo evitaba se convirtieron de un día para otro en la gente a tener en cuenta. Todos les escuchábamos cantar los movimientos con tono sacramental como grandes maestros, poníamos cara de Akiba Rubinstein enfrascado y asentíamos ("hum, claro, claro, eso es, diablos") cuando el alfil de blancas imprimía presión sobre el peón de negras o algo así. De manera no premeditada, empezamos a vestir distinto. No puedes parecer un experto en ajedrez calzando botas de trial, llevando pantalones de piel de melocotón o camiseta del Pachá de Sitges.Y es que pese a que en Gambito de Dama Beth Harmon vestía como le daba la gana, el ajedrez requiere pensar lo que te pones, como todo lo demás, ya que estamos.

Se ha escrito poco sobre la importancia de la indumentaria en el ajedrez. Mi teoría, que aquí ofrezco gratis, es que Fischer ganó a Spassky por la ropa. Es verdad que no podría sostener alguna otra dado que apenas distingo un gambito de un gambón y me hago un lío con el enroque. Pero era imposible que ganara vestido de esa manera como de sección de caballeros (soviéticos) del GUM de Moscú: se le veía incómodo, por no hablar del tupé. Mi recomendación es vestir de capa negra. Y con pasamontañas negro. Efectivamente: como hace la Muerte (Bengt Ekerot) en El séptimo sello, esa película que ya no puedes ver sin pensar en Para acabar con Ingmar Bergman y Para acabar con el ajedrez, dos de los capítulos más desternillantes de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen.

Si te presentas ataviado de Muerte y con una mano en la Dama y la otra en la guadaña es difícil que tu rival mantenga la concentración; y en cuanto se despiste, tú ¡chas!, jaque mate.


Revista ICON nº89. Julio 2021


El sendero del bárbaro

De náufrago a prisionero, para convertirse en héroe contra las maquinaciones de un poderoso hechicero

José Luis Vidal

27 de marzo 2025 

La vida del personaje creado por Robert E. Howard es de todo menos apacible, y como podréis ver al principio de este cómic, está a punto de perderla devorado por los letales tiburones, ya que se encuentra solo, abandonado en medio del mar, con el único soporte de una tabla de madera que impide que se ahogue en las procelosas aguas…



Marvel Premiere 125. La espada salvaje de Conan 1: La secta de Koga Thun


Guion: Gerry Duggan

Dibujo: Ron Garney

Tapa blanda

Color

128 págs.

13 euros

Panini Cómics


Pero claro, la suerte siempre está de su lado, y un bajel que pasaba por allí lo recoge. Lo malo es que sus tripulantes son piratas, contrabandistas, esclavistas que sin ningún tipo de cuidado, lo engrilletan y arrojan a un rincón.

Tan solo la solidaridad y cuidados de otro esclavo, Suly, harán que el enfermo Conan logre recuperarse y, sin pensarlo dos veces, trate de huir de su oscuro destino, unido por una cadena a la pierna de su benefactor, lo que hará que ambos vayan a compartir una peripecia única y muy peligrosa.

Una vez en la costa, tras no poco esfuerzo, y habiéndose llevado un misterioso cofre, el cimmerio tendrá una extraña visión, hecho este que va a ser interrumpido cuando se encuentren con el verdadero peligro de este relato, la existencia de un hechicero, Koga Thun, que ha esclavizado a los habitantes de la una ciudad, Kheshatta, a la que mantiene prisionera gracias a su peligroso acólitos y sus poderes místicos.

Pocas cosas impiden que el protagonista se detenga, y una de ellas no será la presencia de algunos seguidores del hechicero, con los que va a tener algo más que palabras, por lo que una vez en la urbe, la casualidad hará que conozcan al alguien que se convertirá en una inesperada aliada, la guardiana de la vetusta biblioteca del lugar, una mujer de armas tomar, Menes.

Este trío de personajes va a vivir desde ese momento una increíble aventura, plagada de peligros y misterios, colgando siempre de la cuerda floja, enfrentados a los siniestros planes de Koga Thun, que parece tener ojos en todas partes.

Gerry Duggan firma un guion que no da respiro al lector, y se acompaña con un dibujante que os puedo asegurar que firma algunas de sus mejores páginas, y que en este caso particular, se convierte por méritos propios en uno de los mejores artistas que han llevado las peripecias de Conan a las viñetas, el gran Ron Garney.

En La secta de Koga Thun se encuentran todos los ingredientes, perfectos, para disfrutar de una aventura del bárbaro cimmerio: Peligro, aventura, monstruos, hechiceros, bellas mujeres, y un misterioso tesoro que permanece oculto del tiempo y la memoria.

¡¿Qué más se puede pedir, por Crom?!


Diario de Cadiz


domingo, 30 de marzo de 2025

ODIO Peter Bagge



Años noventa. Buddy Bradley se ha independizado de sus padres y se ha mudado a Seattle. Es la ciudad de moda por aquel entonces, no faltan grupos de rock, fanzines, artistas y aspirantes a artistas. Podría ser una gran historia generacional, pero a Buddy todo le sale mal, el mundo bohemio cada vez le parece más estúpido, lleno de frivolidad y tontería, hasta tal punto que termina volviendo a Nueva Jersey, con sus padres, a intentar mantener un negocio estable y llevar una vida de pareja. Es decir, una vida ordinaria, un infierno todavía peor que el anterior. Si la adolescencia es una época a la que se suele mirar con un punto de melancolía y frustración, el retrato que hace Peter Bagge de la «liberación» que viene después es una tragedia escalofriante.

Su dibujo bebe tanto de la historieta underground americana de los años sesenta y setenta, esos Gilbert Shelton y Robert Crumb, como de los dibujos animados que veía cuando era niño. Cuando en Odio hay discusiones, y este es un tebeo que transcurre a golpe de broncas domésticas, la expresión del trazo es tan vehemente que el lector se sorprenderá pidiendo la vez para intervenir en la pelea.

Parte de la gracia macabra de toda esta saga reside en el determinismo social con el que Peter Bagge rompe todos los tópicos de lo políticamente correcto. Los grupos de música, lo normal es que fracasen. Los intentos de ganarse la vida fuera del mundo de la empresa suelen tornarse charlotadas. Las relaciones sentimentales, por supuesto, también hacen aguas. Y si duran lo suficiente, son tediosas. ¿Una aventura para salir de la monotonía? Será patética. Los amigos muchas veces te parasitan, se aprovechan de ti, cuando no te roban directamente o te difaman. Al hermano de Buddy de pequeño le gustaban los Masters del Universo y le pegaba su hermano mayor, obviamente, cuando crece es un marine sin seso y con problemas de alcoholismo. Y al fan de Duran Duran, cuyo mal gusto musical era legendario, a ese le va bien. Se hace policía y, eso sí, fan del soft country.

Porque no se puede huir. Buddy quema los mejores años de la vida convirtiéndose poco a poco en una réplica de lo que siempre detestó: sus padres. Pero en el camino nos deja sus profundas reflexiones. Alegatos de odio contra todo. Las mujeres, los modernos, los artistas y sus fans, los coleccionistas de tebeos, discos o memorabilia. Las frases que Bagge pone en su boca hoy serían retuiteadas hasta la saciedad. Porque esa es otra, Buddy tiene aforismos para todos, pero los suelta tumbado en el sillón, zampando cereales «Alegritos» y sándwiches, sin mover el culo para nada que no sea sacar unas cervezas del frigorífico. Es el arquetipo del hombre de hoy: otro vago, erudito de la cultura popular que no va a cambiar el mundo ni por accidente.

Peter Bagge ha estado más de diez años dibujando a Buddy, su novia Lisa y todo un catálogo de secundarios impagable. Podría decirse que Odio se divide en dos partes simbólicas, la primera mitad en blanco y negro y la segunda en color. Las cotas más épicas las alcanza ese primer Buddy, pero a medida que avanza la historia el relato es cada vez más profundo. Podría ser una película arquetípica de Sundance, pero a nuestro protagonista, por ejemplo, le dan asco las lesbianas con piercings y sobacos peludos, le descolocan las mujeres liberadas sexualmente y ha hecho abortar a su novia Lisa media docena de veces. No es un modelo indie muy exportable. Y no lo es, básicamente, porque el autor no le castiga nunca por este tipo de conductas u opiniones, no le da ninguna lección. Es un cabrón adorable y eso no cabe en las buenas conciencias de nuestro tiempo. Otro aspecto muy reseñable de este tebeo son las referencias musicales. Forman parte del viaje desde el principio. En la serie previa, Buddy y los Bradley, por ejemplo, al Buddy adolescente le pasan su primer disco de los Yardbirds y se abre para él un mundo nuevo. Y al final, en las últimas entregas, cuando a Buddy no le queda más remedio que ligar por internet, conoce a una mujer que para sorprenderle le invita a un concierto de U2. En cuanto ve las entradas, nuestro protagonista no puede evitar vomitar en el restaurante en el que están cenando.

En entrevistas posteriores Bagge ha explicado que la música que uno escucha dice mucho de quién es y de cómo se encuentra. Para el lector que sea capaz de entender las menciones a grupos y discos éste es un atractivo más de un tebeo ya de por sí mítico.

Se ha hablado mucho de que Odio es un cómic generacional, pero es algo más que eso. Subraya el agotamiento y degradación del modelo de cultura juvenil tal y como se concibió desde los años sesenta. Dinamita toda la importancia que se le dio a las drogas, la estética y la música. También muestra la mentira en que acabó convirtiéndose la figura de la familia americana surgida tras la Segunda Guerra Mundial. Cuando Bagge llegó con esta canción Todd Solondz todavía no había rodado Happiness. Sin embargo, hay una parte positiva, por supuesto. No hay forma más divertida que Odio de darse cuenta de que todo es una mierda. Como dice la contraportada del volumen diez, ¡que corra el Prozac!


Cien Tebeos Imprescindibles (2014)


sábado, 29 de marzo de 2025

El fuego que nunca cesa LA BALADA DEL NORTE TOMO 4

Diego Espiña Barros




La balada del norte. Tomo 4

Alfonso Zapico 

Astiberri 

España 

Cartoné

240 págs. Blanco y negro

Obras relacionadas

La balada del norte Tomo 1

Alfonso Zapico

(Astiberri Ediciones)

La balada del norte Tomo 2

Alfonso Zapico

(Astiberri Ediciones)

La balada del norte Tomo 3

Alfonso Zapico

(Astiberri Ediciones)

El grito del pueblo

Jacques Tardi

(Norma Editorial)

Berlín

Jason Lutes 

(Astiberri Ediciones)


Diez años ha tardado Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981) en terminar lo que semejaba una labor titánica y a priori imposible: contar la Revolución de Octubre de 1934 en Asturias, episodio histórico de sobra conocido, antesala y ensayo de la barbarie que llegaría en 1936. Una década de trabajo que Zapico cierra por todo lo alto con este cuarto y último volumen,

El autor asturiano vuelve a desplegar su prodigio-so dominio del claroscuro de manera impecable. Lo hace tanto desde el punto de vista artístico como ético. Son los suyos personajes de carne y hueso, cuya humanidad, fortalezas y flaquezas enriquecen un escenario que, ahora sí, se adivina del mismo color que el carbón que entierran los valles asturianos. Desde un punto de vista formal, el autor asturiano continúa con la planificación ya expuesta en los volúmenes anteriores. Así la narración se desarrolla en acciones y lugares de forma simultánea siguiendo los distintos caminos emprendidos por los personajes. En este sentido, la paleta de grises configura un mapa sensorial en el que los negros dominan las escenas de mayor emotividad y acción, mientras que los blancos alumbran aquellas más costumbristas y humanas. Parece haber un intento en este volumen de recrearse en la belleza del paisaje asturiano, dulce y salvaje como sus habitantes, que, lejos de la suciedad y el ruido de las páginas anteriores, algo lógico desde el momento en que ya se ha perdido la batalla, solo queda mantener viva la llama de la esperanza. En este sentido, cabe destacar la plasticidad e intensidad desplegada por Zapico en las dos escenas de acción del volumen, especialmente en la que supone el desenlace de la obra; trágico, y, sin embargo, hasta cierto punto reconfortante.

Más allá de disputas políticas y pseudohistóricas (estas últimas siempre insoportables por cuanto rescatando del injusto rincón al que la tragedia posterior había arrojado el levantamiento minero asturiano y a quienes lo protagonizaron, desde su vanguardia dinamitera a las bambalinas de unos poderes fácticos en permanente sospecha sobre el pueblo sometido. La historia se retoma con Apolonio y Tristán escondidos en las montañas de las cuencas mineras, quienes, junto a otros desdichados, tratan de esquivar a las fuerzas del orden enviadas desde Madrid para enterrar, literalmente, los últimos rescoldos revolucionarios. Isolina, tras su paso por la cárcel, está de vuelta en Montecorvo, donde, junto a otros, sufrirá en carne propia la feroz represión sobre quien solo pedía mejores condiciones de vida y trabajo. Lejos de todo, Largo Caballero está en prisión, mientras que Indalecio Prieto llora, arrepentido, junto a otros exiliados en Francia. Lo cierto es que poco importan sus desdichas. Zapico, como los grandes novelistas del xix, ha destinado su obra a dar voz a los sin voz. A aquellos que, más que hacer la historia —dicen los libros de ídem—, la protagonizan; para bien o para mal. Casi siempre para mal.

Mezclando historia y ficción, Zapico nos ha regalado un ejercicio de lo que E.P. Thompson dio en llamar «historia desde abajo» tienen de intencionalidad revisionista en el peor sentido del término —esta estupidez de tildar el levantamiento asturiano de primer golpe de la futura contienda (in)civil), esta tetralogía coloca a su autor a la altura de gigantes del medio de la talla de Tardi, Sacco, Lutes o el propio Spiegelman: no se trata de (re)contar eventos históricos, sino de hacernos partícipes de los mismos a través de la piel de quienes los vivieron y sufrieron. Mezclando historia y ficción, Zapico nos ha regalado un ejercicio de lo que E. P. Thompson dio en llamar «historia desde abajo».

En su camino hacia una derrota sabida, el lector ha visto crecer a unos personajes que ya pertenecen a la historia del cómic español. La fuerza de Isolina, la honestidad de Apolonio y la ingenuidad de Tristán. Y, sobre todo, ha llorado con los secundarios, todos ellos atrapados por el torbellino revolucionario del primer tercio del pasado siglo. Si Isolina es el personaje que más ha evolucionado a lo largo de estos cuatro volúmenes hasta convertirse en roca a la que asirse en la desesperación ante un futuro incierto, Apolonio, central y fundamental de todo el engranaje narrativo, masca la amargura de una derrota que siente más personal que colectiva.

Lejos de lo que decía Karl Marx, las revoluciones no son las locomotoras de la historia. Nada en ellas es inevitable y todo es imprevisible. Y aunque, más tarde o más temprano, todas parezcan condenadas al fracaso, en ocasiones devorando incluso a sus hijos, su brillo sigue siendo hoy el reflejo de un fuego eterno. Así nos lo recuerda hacia el final de este cuarto tomo, con un regusto de amargura, el propio Apolonio, cuando confiesa a sus acompañantes que, pese a todo, volvería a hacerlo. Es el minero el encargado de desvelar el misterio último: una revolución es una ventana para imaginar el futuro; si no el nuestro, el de nuestros hijos. Por los hijos —dice el viejo cascarrabias—, se hace lo que haga falta.


Jot Down 2024

Anuario Comics





Cómo vestir para la apertura de una tumba en Egipto por Jacinto Antón

Vestidos para la aventura


Moodboard para la aventura: José Manuel Galán y su capataz, el rais Alí Farouk, en Luxor en febrero.

LA APERTURA AL PÚBLICO, el pasado 9 de febrero, de las tumbas de los nobles del Antiguo Egipto Djehuty y Hery en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, en Luxor, tras su excavación, estudio y puesta a punto por una misión capitaneada por José Manuel Galán, ha sido un buen observatorio para ver cómo hay que vestir en un evento de estas características. ¿Qué te pones para la inauguración por todo lo alto de un sepulcro de época faraónica? Haber asistido a un acto señero de la disciplina como el del otro día en el West Bank de Luxor significó disponer de una atalaya privilegiada para observar (y comentar) la actualidad de la indumentaria egiptológica.

El anfitrión, Galán, eligió una versión en limpio y planchado de su habitual atuendo en las excavaciones, uniforme oficial del Proyecto Djehuty: camisa y pantalón outback tipo Coronel Tapiocca con chaleco estilo bush vest de muchos bolsillos, y botas de paracaidista, todo en tonos caquis, más sombrero de alas plegables. Es un conjunto con el que igual haces de ranger en el Serengueti que te bates con los talibanes en Kandahar (o te metes con seguridad en un pozo de momias). Vestir así evita además que te confundan con un turista y te franquea a menudo el paso gratis a los monumentos de la zona. Destacó en el acto la sobria elegancia masculina del embajador español, Álvaro Iranzo, con pantalones chinos beis, camisa blanca, americana azul marina y una inesperada gorra de béisbol, destinada a marcar tendencia (de hecho, Galán se puso una al día siguiente para la tradicional paella en el hotelito Marsam). El mismo Iranzo sorprendió en la segunda jornada usando sin ningún complejo un sombrero de paja de mujer que le prestaron para protegerse de la soleada en la visita al templo de Medinet Habu y que hizo alzar una ceja a los sobrios restauradores de la capilla de Hapshepsut. La elegancia egipcia estuvo estupendamente representada por el ubicuo rais (capataz) de Galán, Alí Farouk, vestido como un derviche de alta gama y elegantísimo con su galabiya de fiesta y turbante acorde. A Alí se le pudo ver desembarcar hecho un brazo de mar en el yacimiento mientras un acólito le rociaba colonia.

Reservo para el final la indumentaria de este enviado especial a las tumbas, que de nuevo ha dado prueba de originalidad al lucir un jersey de cachemir negro de Zadig & Voltaire. "Desde luego, no había visto a nadie bajar a un pozo funerario en Egipto con jersey negro de cachemir", expresó otra miembro de la misión con lo que me pareció solo un poco menos de admiración que por Ibrahim. En realidad, mi vestuario respondía a un fallo a la hora de hacer la maleta: pensando que iba a un lugar cálido, metí sólo prendas veraniegas y a la hora de la verdad estábamos a mínimas de 8 grados y las máximas no subían de 14. Pasaban frío hasta los camellos. Así que sólo contaba con el jersey del viaje y hube de usarlo toute occasion. Pero, como siempre, si haces de la necesidad virtud y vistes algo con convencimiento, la gente lo respeta. "Lateef bulofaar, nice sweater!", me espetó Alí Farouk, el Petronio de Tebas, atusándose con clase una guía del bigote.

Y así he entrado en el club más elegante de los excavadores de Egipto. ¡Tiembla, Lord Carnarvon! *


Revista ICON nº 107. Marzo 2023




viernes, 28 de marzo de 2025

Negras tormentas

Juan Antonio de Blas


"Los pueblos que olvidan su Historia están condenados a repetirla" asegura el filósofo gringo Santayana. "Ojalá fuera verdad -decía mi abuelo, un minero asturiano- a ver si de una puñetera vez ganamos la batalla del Ebro..."

El exabrupto de mi abuelo se correspondía con su escepticismo. Me enseñó que la Historia no se repite, por mucho que lo afirme Mirza Eliade, ni se acaba como quiere el nipón-norteamericano Fukiyama.

La Historia es lo que los otros nos han legado protagonizándola y que de la misma forma nosotros dejaremos a otros... una maldita herencia que nos condiciona pero que podemos y debemos cambiar.

No es que a uno le dé por la trascendencia pero tampoco es como para aceptar que los valores absolutos estén obsoletos y no estaría de más que conociéramos nuestro pasado para una vez comprendido pudiéramos asimilarlo en toda su complejidad, con lo bueno y malo que de todo abunda.

Vivimos en una sociedad hedonista, absolutamente monetarizada para unos tiempos muy difíciles. Nuestro pasado reciente está lleno de hechos determinantes que al final nada han determinado ante el constante olvido. La gente practica la amnesia y el poder cultiva el interesado silencio. Estamos perdiendo mucho y lo que nosotros despilfarramos sin lucha costó demasiados esfuerzos de nuestros predecesores. Quizá por eso llevo mucho tiempo estudiando los años veinte y treinta de nuestro siglo que fueron los que de verdad configuraron nuestra rabiosa actualidad.

Parece como si la Revolución Mexicana, que precedió al Octubre de Lenin, es cosa de un pasado remoto. Desde el hundimiento del Muro de Berlín y el tan cacareado fin de las ideologías se asevera continuamente el final de una época y sin embargo un ejército de indios campesinos reinventa el zapatismo y vuelven a oírse los gritos de "Tierra y Libertad" mientras suenan las ráfagas de M-16 y Kalasnikovs. A lo mejor resulta que el ayer no está muerto, ni siquiera enterrado como quieren sus detractores.

Y ese ayer tan lejano y cercano al mismo tiempo es el que me planteé como guionista al encarar el argumento de NEGRAS TORMENTAS.


Ante la indudable pérdida de señas de identidad cualquier forma de resistencia sirve y creo que el tebeo, ya liberado de las máscaras del infantilismo, puede realizar una función de choque en un mercado saturado de superhéroes fachoneuróticos procedentes de USA y samurais idiotofuturistas de los mangas nipones. Es absolutamente grotesco que cualquier persona de cultura media o baja, por no decir ínfima, sepa quién era Gerónimo o el Custer del 7° de Caballería y no tenga puñetera idea de quiénes eran los Almogávares o un tal Rodrigo Díaz de Vivar; sobre todo cuando cualquier western se queda en cuentecillo infantil ante las andanzas de José María el Tempranillo o Don Juan de Serrallonga.

No voy a reivindicar la obligatoriedad del conocimiento histórico pero sí la viabilidad y necesidad de contar historias en la Historia. Una de las causas del menosprecio cultural del tebeo se debe a su pertinaz vocación de recreo para los niños, de su limitación en el lenguaje, de la acumulación de tópicos y la falta de adecuación entre forma y contenidos. A toda esta lista de idioteces se suma que cualquier analfabeto funcional se atreve a afirmar que el tebeo es carísimo, sin tener la más mínima idea del coste de un fotolito o de los preparativos de producción. Cualquiera de esos múltiples pontífices de la banalidad dogmatizará sobre lo caro mientras se niega a aceptar que lo verdaderamente escandaloso es el precio del libro tradicional, que eso sí es un tipo de robo que daría envidia profesional a los Siete Niños de Ecija.

Mi amistad con Alfonso Font data de muchos años. Siempre he respetado al artista, envidiando su asombrosa capacidad gráfica y he admirado al hombre y la verdad es que resulta difícil admirar a nadie en los tiempos que corren. Su compromiso, una palabra que se quiere denostar porque sigue obligando a mucho, ha permanecido vigente a lo largo de estos años de desengaño y de esperanzas asesinadas.

Así que cuando surgió la oportunidad de que trabajásemos juntos tengo que reconocer que me preocupé. Como novelista de "serie negra", en realidad un historiador reconvertido en autor policial, escribir un argumento no entrañaba demasiada dificultad pero preferí apostar fuerte y encaré el contar una historia que dijese algunas realidades aunque fuese dentro de una ficción. Así nació NEGRAS TORMENTAS, en realidad una historia que me rondaba desde hace mucho tiempo.

Font es más parco en palabras que un cartujo con anginas y mientras leía el guión me tuvo en ascuas. Al final de la lectura soltó un escueto "está bien" y al momento supe que lo que había escrito merecía la pena y que mi novela sobre los años veinte había llegado a buen puerto. Tengo que reconocer que hice trampa, sabía que Alfonso Font es un enamorado de Barcelona, de su paisaje que se va perdiendo y de su paisaje que nos va eludiendo y estaba seguro que recrear visualmente la Barcelona de la década de los veinte iba a ser un reto que no podría declinar. La pequeña trampa ante el gran resultado creo que ha merecido la pena.

Meterse en un escenario histórico tiene bastantes dificultades. Hay que hilar muy fino para que la posibilidad sea tomada como "realidad". La introducción de personajes históricos en un escenario obliga a consultar demasiados libros. Saber si "fulano" estaba allí suele resultar una difícil indagación pero hay que estar absolutamente seguro de que podría estar allí. Y claro, al citar o introducir a "fulano" hay que conocer cómo era, sus circunstancias que decía el Ortega y Gasset y no tergiversar su imagen y mucho menos sus hechos.

En la historia que cuenta NEGRAS TORMENTAS la circunstancia histórica es real y reales los personajes a excepción del protagonista y reales son las situaciones. John Ford, el maestro indiscutible del cine, del narrar historias "gráficas", sostenía que los personajes secundarios de un relato son los que dan credibilidad a las andanzas de los protagonistas. Mis personajes secundarios son creíbles al contarlos en su realidad, citaré la de algunos:

Wilheim Canaris. Oficial de la Marina Imperial Germana. Durante la Primera Guerra Mundial fue hecho prisionero al ser hundido su barco, consiguió escapar y comenzó a trabajar para la inteligencia naval alemana. Actuó en el Mediterráneo y se le sabe relacionado con Juan March, el "Ultimo pirata del Mediterráneo"; de este hombre de negocios balear se asegura que suministraba a los submarinos germanos antes de venderlos al Almirantazgo británico en uno de los negocios más rentables que se recuerdan. Canaris anduvo bastante por España y con la subida al poder de Hitler encabezó los servicios secretos militares. Fue amigo personal de Franco, al que aconsejó que no entrase en la Segunda Guerra Mundial. El dato puede no ser cierto pero de lo que no hay duda es de que su viuda estuvo cobrando una pensión del gobierno español durante muchos años. Con la guerra ya perdida el Almirante Canaris fue uno de los jefes de la conspiración de generales contra Hitler que fracasó en julio de 1944. Fue detenido por la Gestapo y ejecutado poco antes de la terminación del conflicto.

• Don Luis Companys Jover es uno de los grandes nombres de la reciente Historia de Cataluña. Abogado, eterno defensor de anarco-sindicalistas, fundador de Esquerra Republicana, segundo presidente de la Generalitat a la muerte de Maciá y hombre de una integridad sin tacha. Tras la Guerra Civil fue secuestrado por los servicios secretos franquistas en la Francia ocupada por los alemanes, trasladado a España y fusilado en los fosos del castillo de Montjuic el 15 de octubre de 1940. Su nombre y su legado constituyen un ejemplo que sus enemigos no han podido silenciar a pesar de los intentos de difamarle después de haberle fusilado.

• Manuel Casal Gómez, comisario de policía de primera clase. Casal es uno de los mejores testigos de la vida "secreta" de la Barcelona de los veinte. Policía honrado y duro fue jefe de vigilancia en Valencia, Gibraltar, Málaga, Coruña y la conflictiva frontera vascofrancesa de la Primera Guerra Mundial. Destinado en Barcelona chocó con sus superiores que trataron de hacerle la vida imposible.

Aprovechando sus contactos y los archivos policiales escribió "La banda negra", un libro sobre la lucha de los pistoleros anarquistas y los de la Patronal, protegidos por las autoridades militares, que fue publicado durante la dictadura de Primo de Rivera y automáticamente prohibido. Casal sufrió todo tipo de presiones sin cambiar. La canallada sobre él le alcanzó durante el franquismo sin que pudiera defenderse. Represaliado y "depurado" sus jefes reeditaron su libro "Manual del perfecto investigador", con un prólogo lleno de alabanzas que él no había firmado aunque se puso su nombre. "La banda negra" es la gran crónica documental del pistolerismo en Cataluña y creo que ha influido en Eduardo Mendoza y su "La verdad sobre el caso Savolta". El libro del comisario Casal prácticamente inencontrable fue reeditado por Icaria en 1977.

• Antonio Escobar Huertas. En la época de mi relato Escobar era comandante de la Guardia Civil. Hombre de gran rectitud y acendrada catolicidad decidió la suerte de Barcelona en julio de 1936, al poner a sus hombres a las órdenes del gobierno de la Generalitat. Entre los militares sublevados que sus guardias detuvieron estaba uno de sus hijos que se había encuadrado entre los rebeldes. Más tarde Escobar sería general del ejército republicano, interviniendo en la defensa de Madrid y en la última ofensiva republicana en Extremadura. En él se inspiró André Malraux para su personaje de Ximénez en "L'Espoir".

• Buenaventura Durruti es el mito por excelencia del movimiento anarcosindicalista; por aquello de que siempre hay una excepción a la regla su leyenda es inferior a su calidad humana. Leonés de nacimiento se forjó como líder obrero en las duras cuencas mineras asturianas, de las que tuvo que huir para evitar la "Ley de fugas". En Barcelona, encuadrado en la CNT, formó un grupo de acción, "Los Solidarios", con sus compañeros los hermanos Ascaso, Escartín y García Oliver, que más tarde sería ministro de Justicia. Intervino en el asesinato del cardenal Soldevilla en Zaragoza, el cardenal era uno de los más intransigentes jefes de la derecha española y en la ejecución, en Bilbao, del general Arlegui que había sido jefe de la policía de Barcelona y un especialista en eliminar anarquistas. Durruti, convertido en la bestia negra de la reacción, tuvo que exiliarse en París y después en Bélgica. Vigilado y perseguido se las arregló para organizar un atentado contra el rey Alfonso XIII que fracasó por una delación. Sus aventuras en América organizando sindicatos, creando grupos de acción y asaltando bancos para financiar movimientos obreros y hasta la edición de la Enciclopedia Anarquista fueron la pesadilla de la policía desde Argentina a México. Cuando regresó a España, al proclamarse la Segunda República ya era una leyenda viva del movimiento obrero. Del resto de su vida hablaremos más adelante pero a mano está "El corto verano de la anarquía", de Hans Magnus Enzensberger, reeditado por Grijalbo, que merece una lectura en cualquier momento.

Para el protagonista Pere Marsé me he basado en aspectos parciales de personajes de la época cuyas vidas superan la imaginación más desbocada. Hay referencias a la Revolución Mexicana en la que combatieron anónimos aventureros españoles. En el cuartel general de Emiliano Zapata había un oficial de estado mayor que era un maestro aragonés, en el ejército de Villa actuó un guerrillero asturiano, "El Coritu", que mandaría un división republicana durante la Guerra Civil Española, incluso he recordado la peripecia de un capitán de la caballería revolucionaria mexicana que fue enviado a conectar con Lenin y acabó mandando tropas en la guerra contra los "blancos" en Siberia. Hay alguna referencia a Néstor Majno, el jefe de las guerrillas anarquistas en Ucrania que lucharon contra los alemanes, encabezaron la rebelión Roja y acabaron combatiendo contra los bolcheviques. Majno y sus hombres protagonizaron una gesta épica que deja en nimiedad el Anabasis de Jenofonte. Néstor Majno acabó exiliado en París, ganándose la vida como carpintero, él que había podido apoderarse de millones, hasta su muerte en 1934.

Este es el escenario y las gentes de "Negras Tormentas". Si una vez terminado cualquier lector se dirige a una biblioteca para saber algo más de aquella época yo me daré por satisfecho.

Y nada más.

Estamos en Barcelona, en una calurosa noche del verano de 1923..

Negras Tormentas 

Dibujos: ALFONSO FONT

Guión: JUAN ANTONIO DE BLAS

Revista Viñetas nº 5 Mayo 1994

Ediciones Glenat

Barcelona


jueves, 27 de marzo de 2025

Ese dulce mal

Bienvenidos a las aventuras de una pareja de hermanos muy especiales, que van a descubrir un mundo muy diferente al suyo


José Luis Vidal

23 de marzo 2025 - 08:00


En ocasiones, nos dejamos obnubilar por lo que viene del exterior, hecho este que por sí solo no es censurable. Lo malo es cuando no apreciamos o desconocemos las obras artísticas, y sus responsables, que han nacido en nuestra tierra.

La rápida evolución de las redes sociales y las herramientas tecnológicas han hecho que ya, para un creador, no sea necesario trasladarse a vivir lejos de su casa. Y en esta ocasión me gustaría fijar mi mirada en Chiclana y un autor de cómic al que he descubierto hace relativamente poco tiempo y cuyo talento hace necesaria una mirada sobre su ópera prima, el cómic Samhain.

Pero antes de internarnos en las peripecias de Miko y Mika, me gustaría dejar patente aquí el compromiso de Lobón Leal, que ha optado por la autoedición como método para que sus obras vean la luz. Tras un exitoso crowdfunding de su sketchbook en la plataforma norteamericana Kickstarter, se animó a hacer lo mismo con Samhaim.

Desafortunadamente, pese a la calidad y originalidad de esta, no logró conseguir el apoyo económico suficiente para editar una edición bilingüe. Pero no fue un freno en su propósito, más bien lo contrario, y tirando de ahorros se lo jugó todo a una carta. ¡Y qué carta!

Trescientas páginas de un volumen en color y blanco y negro que es una perfecta y genial tarjeta de presentación de este autor oriundo de Chiclana, al que le auguro una larga y exitosa carrera, ya que cuanta con un curriculum muy interesante en el mundo de la enseñanza (en la prestigiosa ESDIP) y la animación.

Pero os preguntaréis, ¿qué nos vamos a encontrar dentro de Samhain?

Pues bien, tal como pasamos la primera página, damos un salto a otro mundo y comienza un viaje que tan solo puedo calificar como alucinante. Y es que la isla Raisalamisuli es un lugar idílico, donde prima la naturaleza. Y justo allí vamos a conocer a esta pareja de niños, hermanos, cetáceos para más señas.

Miko es muy asustadizo, y su madre no le deja entrenar junto a ella y su hermana Mika, que ya maneja casi a la perfección la facultad por la que puede dominar el líquido elemento cuando se encuentra a su alcance.

Siempre cerca de ellos, una mascota muy especial, el pulpito Frigo, con el que se completa el trío que va a vivir una experiencia nueva desde el momento en el que Mika les confiese que ha descubierto algo el bosque de Kelps…

Este hallazgo, sin ellos saberlo, va a ser el prólogo de una aventura que los llevará a romper una de las leyes más importantes del lugar, traspasar una legendaria frontera que los separa de otro lugar. Pero desde el momento en el que los niños saborean unos caramelos abandonados junto a un trineo, automáticamente, el azúcar los convertirá en auténticos esclavos del dulzor azucarado.

El argumento de este cómic es tan apasionante e intenso que no voy a contaros nada más sobre él, tan solo señalar que a partir de su salto a esa otra realidad, el dramatis personae de este cómic se va a ver incrementado cuando conozcamos a la Srta. Diadetodoslosantos, una hechicera muy especial, con un gusto musical muy ecléctico, y que va siempre acompañada por dos fieles secuaces, un pájaro y un gatete.

Precisamente ella tiene una especial relación con el dueño del trineo estrellado, el mítico Papi, un personaje que os sonará a todos y todas, pero que poco o nada tiene que ver con cierto señor sonriente que viaja en un trineo volador repartiendo regalos a los niños que se han portado bien…

Todos estos personajes son los protagonistas de una historia con un fuerte trasfondo ecologista, en el que se defiende la pureza de la naturaleza, contra el mercantilismo de la sociedad en la que vivimos, que nos ha convertido en esclavos del consumo, reflejado en estas viñetas como Samhain, el nombre gaélico que con el paso del tiempo se ha transformado en esa celebración venida de los Estados Unidos, y que ya hemos hecho nuestra, Halloween.

Lobón Leal es hijo del manga, y sus referentes son Dragon Ball, obra cumbre de Akira Toriyama, y la casi eterna (por su duración) One piece , de Eiichiro Oda. Pero con el paso del tiempo, y a base de mucho dibujar, Lobón Leal ha desarrollado un original estilo gráfico en el que la influencia de la animación, del cartoon, es evidente.

Finalmente, para todos y todas los que queráis disfrutar de esta maravillosa obra, deciros que no la vais a encontrar en librerías. Pero no desesperéis, ya que si queréis haceros con ella tan solo tenéis que entrar en la página web www.malfariocomics.com, sello creado por un colectivo de creadores, en la que también vais a poder encontrar la revista antológica Malfario.


Diario de Cadiz


Drew Friedman: Arte acné y Puntillismo Acromegálico

mondo bulldog

JORDI COSTA 


Cuando era adolescente y, en consecuencia, tonto, tendía a mostrar un desenfrenado entusiasmo ante todo dibujante de maneras hiperrealistas. Poco después, al centrárseme el paladar, me fui al polo opuesto: los maestros de la radicalidad y la estilización extrema eran para mí los reyes de la pista... hasta que me topé con Drew Friedman, hiperrealista de una realidad inexistente, fotógrafo de un mundo que no estaba allí -en todo caso, debajo o más allá.... en otras palabras: el Luis García del Otro Lado.

Objetivamente, a cualquier degustador sensato de grafismos más o menos personales le debería repugnar el particular corpus estético de un tipo que practica el puntillismo-polaroid del gran Friedman: un estilo que le convierte en el anti-caricaturista por excelencia, porque lo suyo no son reducciones a lo esencial/grotesco sino fotografías dibujadas detallistas hasta lo enfermizo. Sólo que, a través de la mirada de Friedman, el mundo que nos rodea se revela especialmente horrible y los famosos que lo pueblan devienen, directamente, freaks.

En todas y cada una de sus viñetas publicadas en las páginas de Spy o Entertainment Weekly, Friedman se muestra demoledor: Natalie Cole en el estudio de grabación con el cadáver de su padre, George Bush contando chistes obscenos a sus colegas, Bill Cosby sisando la calderilla que alguien olvidó en una cabina telefónica, unos decrépitos Jack Nicholson y Warren Beatty paseando a sus flamantes bebés, Ronald Reagan practicando el nudismo o babeando sobre su pastel de cumpleaños ... Si alguien se gastara esta bilis en nuestro país otro gallo nos cantaría.

Discípulo del gigante Harvey Kurtzman, Drew Friedman creció en un clima propicio a este tipo de pensamiento sardónico: su padre era el maestro del humor negro Bruce Jay Friedman y el mismísimo Groucho Marx solía estar frecuentemente invitado a las veladas familiares. Su hermano también supo aprovechar ese microclima capaz de comunicar, por puro efecto de ósmosis, toneladas de talento: durante un tiempo formó tándem con Drew y ambos realizaron una historieta antológica sobre Jules Feiffer, en la que el respetado auteur -descrito como un tipo cuya principal fuente de inspiración era la pelusilla de su ombligo- quedaba bastante malparado.

El máximo problema de la obra de Friedman -y la razón última de que su trabajo permanezca inédito por estos lares- es el extremo localismo o la excesiva "especialización" de su catálogo de referencias: conozco a muchos enfermos -catalanes, vascos, madrileños, valencianos- familiarizados con los nombres de personajes como Tor Johnson, Rondo Hatton, Ed Wood jr. y Ed Gein pero -hay que reconocerlo- no son precisamente una imagen representativa de la sensibilidad del lector medio de historieta en nuestro país. Muchas páginas de Friedman nos sonarían aquí a chino: y es una lástima, porque ante un genio como el suyo nos convendría aprender chino.

El leit-motiv de su trabajo es la fealdad llevada a sus últimas consecuencias: es capaz de imaginar -y dibujar con precisión fotográfica-los tipos más feos del planeta y agruparlos por categorías útiles, como en la doble página «Hombres Blancos Feos a los que les Gusta la Televisión, Pero ¿Cuáles son sus Programas Favoritos?» o esa inmortal plancha que se diría infestada de supurante acné, «Dependientes de Tiendas de Cómic de Norteamérica», verla es creerla. A la hora de diseñar la portada de «WARTS AND ALL», recopilación de sus trabajos prologada por el gran Kurt Vonnegut, Friedman logró convencer a su editor de que no quedaría nada mal dotar de cierto relieve los granos verdes que animaban los cataclísmicos cutis de los cuatro vejestorios que había elegido como "rostro" del álbum: así, en un impresionante «gimmick» editorial, logró que todo lector pudiese disfrutar de un irrepetible contacto táctil con esa varicela mutante. El muchacho ha ideado otras gamberradas: por ejemplo, la «Barfo Family», una línea de golosinas diseñadas para la empresa Topp consistentes en diminutos acordeones rematados por una cabecita de enfermizo rictus.

Una leve presión en la base del acordeón hacía que el muñequito, literalmente, vomitase la viscosa golosina en la boca de cualquier chaval amigo de las emociones fuertes. ¿Cuántos artistas conceptuales pueden presumir de haber abocado a la infancia americana a la regurgitofobia?


Revista Viñetas nº5 Mayo 1994

Ediciones Glenat

Barcelona



miércoles, 26 de marzo de 2025

¡Regreso a Boneville!

Las mejores historias son las que se narran frente a una fogata, rodeado de buenos amigos


José Luis Vidal

21 de marzo 2025 

Está claro que el éxito de la creación de un personaje, que con el paso del tiempo va a convertirse en icónico, marcará la carrera de su autor. Cuando hablamos de Will Eisner, siempre nos viene a la cabeza a Spirit, a Jan con Superlópez, y así podría seguir con una lista casi infinita.




Bone: Los scouts de Bone.

Guion y dibujo: VV AA

Tapa dura

Color

112 págs.

16 euros

Astiberri


Es por ello que estos pequeños seres de color blanco y redonditos, cuyo apellido es siempre Bone, se han convertido en marca de la casa en el sello editorial independiente Cartoon Books, creado por Jeff Smith y su esposa Vijaya.

La epopeya protagonizada por estos tres primos en el cómic Bone lo tiene todo, aventuras sin fin, su pizca de drama y, sobre todo, mucho humor. Jeff Smith es un autentico maestro del gag, como demuestra la creación de esa 'entrañable' pareja de mostrorratas, obsesionadas por comer quiche, y que se van a convertir en protagonistas de mil y un momentos desopilantes.

Pues bien, como es seguro que los echábamos de menos, este trío regresa a las librerías españolas, y nos los encontramos precisamente de regreso a su aldea en Boneville, ese lugar nombrado muchas veces, pero que nunca hemos llegado a conocer.

Este volumen está protagonizado por varias historias, anécdotas que tanto Smiley Bone como Fone Bone, el trío de sobrinos Ringo, Bingo, Todd y el cachorro de mostrorrata Bartleby, van a contar en una excursión de los jóvenes scouts al bosque.

La primera de ellas nos lleva precisamente al momento en el que el trío de primos regresa a Boneville tras la gran aventura vivida codo a codo con las valientes Thorn y la abuela Ben, a las que añoran en su conversación, que va a ser interrumpida por el enfado de Phoney y un inesperado accidente…

Y como todo tiene un principio, volviendo a la fogata, Bartleby narra cuál fue el momento en el que las míticas mostrorratas olfatearon por primera vez una quiche, y las consecuencias que este hecho tuvo.

También conoceremos una anécdota protagonizada por los animalillos del bosque, en concreto uno de ellos, Riblet, que tan solo buscaba unos compañeros con los que jugar, y va a encontrarse cara a cara con lo inesperado.

Siguiendo con los habitantes del bosque, estos van a confirmar que la codicia a la hora de querer comer grosellas puede acarrear desastrosas consecuencias, sobre todo por la existencia de un temible ser.

Y como no podía ser de otra manera, en estas reuniones entre amigos siempre surge el nombre y la peripecias del mítico Big Johnson Bone, el héroe local que, buscando a su amada Gertie, va a llegar a un lejano lugar.

En este volumen Jeff Smith se acompaña por un nutrido grupo de creadores, como el guionista Tom Sniegoski, que conoce a la perfección el mundo de Bone, ya que se ha encargado de escribir varias novelas. Junto a él, Stan Sakai, padre del conejo más famoso de los cómics. Katie Cook, Matt Smith y Scott Brown completa el staff de este volumen que deleitará a todos los lectores, seguidores de Bone o que se internen por primera vez en su mundo.


Diario de Cadiz




Las palmeras chapuceras



Wild Palms

Bruce Wagner & Julian Allen

Los libros de Co &Co n°10

Ediciones B

P.V.P.: 2.200 Ptas.


RAMON DE ESPAÑA

En el adocenado mundo de las series de televisión se cuela a veces algún producto que nos recuerda que este medio, como la energía nuclear, no es intrínsicamente malo, sino que todo depende de la utilización que se haga de él. Twin Peaks, el desquiciado engendro humorístico-policiaco de David Lynch y Mark Frost, fue uno de esos productos especiales que consiguió tenernos a muchos enganchados a la pantalla durante varias semanas: por lo menos hasta que palmó el padre de Laura Palmer y la serie empezó a hacer aguas por todas partes. Después de Twin Peaks aparecieron algunas series con más buenas intenciones que eficaces resultados, pero ¡algo es algo!, se demostró que la televisión podía ir más allá del rutinario telefilm de policías y ladrones. De todas ellas,WILD PALMS, producida por Oliver Stone y dirigida por gente de prestigio como Kathryn Bigelow o Phil Joanou, entre otros, ha sido sin duda alguna la más interesante.

Editada en videocasete, WILD PALMS ha podido ser disfrutada en la intimidad del hogar por todos aquellos a los que se les hacía muy cuesta arriba esperar a que Antena 3 la emitiera.

Servidor se encuentra entre esos impacientes y confiesa haber pasado dos o tres noches muy agradables enfrentado a la críptica historia escrita por el señor Bruce Wagner. WILD PALMS (la serie) cuenta con un presupuesto importante, una dirección eficaz y elegante y un guión que inquieta y mantiene la tensión a lo largo de sus más de seis horas de duración. Críptica lo es un rato, y se resiente a veces de una excesiva falta de sentido del humor, pero, en cualquier caso, la ordalía del abogado Harry Wyckoff, enfrentado al siniestro senador Anton Kreutzer y su grupo, los Padres, empeñados en dominar el mundo gracias a la televisión y la realidad virtual, se sigue con interés y constituye un entretenimiento de primera fila para cualquier telespectador al que no le guste que le tomen por imbécil.

Lamentablemente, no pude decirse lo mismo de la historieta (escrita por el propio Wagner y dibujada por Julian Allen) en que la serie WILD PALMS está basada. O, mejor dicho, inspirada, ya que resulta muy difícil basarse en algo que, como WILD PALMS (el tebeo) no tiene ni pies ni cabeza, es confuso y caótico hasta decir basta e ignora las más elementales normas de la narración tradicional, esa que consta de exposición, nudo y desenlace.

Oliver Stone, que no es tonto, supo ver en la historieta de Wagner y Allen elementos de interés sobre los que fabricar algo con cara y ojos. Pero esa cara y esos ojos los tuvo que pintar el amigo Wagner para la pantalla, ya que en las páginas de su cómic brillaban por su ausencia.

Todos los que confíen en que WILD PALMS (el tebeo) les aclare las dudas surgidas tras el visionado de WILD PALMS (la serie) van listos. Este tebeo apunta en doce direcciones y no dispara en ninguna. La trama, un lío de padre y muy señor mío, parece improvisada sobre la marcha y se ve lastrada por un aluvión de citas (muy en la línea del prolijo y pretencioso Alan Moore) que acaban por suplantar a una narración que no aparece por ninguna parte. Los personajes, a todo esto, están tan perdidos como el lector y devienen unos monigotes cuyo carácter hay que fabricar por completo, cosa que sí ha hecho Bruce Wagner para la televisión al adquirir Wyckoff y el senador Kreutzer los rostros de James Belushi y Robert Loggia.

WILD PALMS se publicó en Estados Unidos por entregas de dos o tres páginas en la revista mensual Details. Ese puede ser uno de los motivos para su inconsistencia y falta de solidez narrativa. Al leer la historia completa, uno tiene la impresión de que su difusión por mini-capitulos solo sirvió para que, mes a mes, guionista y lectores olvidaran constantemente de donde venía la historia y fueran completamente incapaces de imaginar a donde iba. Para fabricar una historia tan críptica como ésta, el guionista debe saber desde el principio a donde quiere ir a parar. Y ese no parece ser el caso del señor Wagner.

WILD PALMS pretende ser el no va más de la vanguardia y la modernidad aplicadas al mundo del cómic. Pero lo cierto es que no es más que una bobada cuyo autor parece ser el primero en no haberse tomado en serio.

Cuando se trataba de saltar a la televisión, Bruce Wagner se ha puesto las pilas. Pero mientras que todo consistía en hacer un tebeo, el hombre se conformaba con cubrir el expediente, aburrir al lector con citas modelo qué-listo-soy y hacerse el moderno (el dibujante, a todo esto, ilustraba la historia a base de calcar fotos).

Difícilmente pueden dignificarse los tebeos cuando sus adaptaciones a la pantalla son más interesantes que el original.

Revista Viñetas nº5 Mayo 1994

Ediciones Glenat 

Barcelona




martes, 25 de marzo de 2025

Un viaje iniciático al más allá



El viento de los dioses

T.2 El vientre del dragón.

Cothias-Adamov

Ediciones Glénat

Colección Historia Gráfica

P.V.P.: 1450 Ptas.


SERGI VICH

Mientras en La Sangre de la Luna Cothias y Adamov nos ofrecían los parámetros básicos en los que se ubica su serie. Esto es, una visión general del Japón de 1270, de un país dividido entre una setentena de daymyos independientes en incesante lucha, posibilitada únicamente por los recursos que extraen sin piedad de un campesinado esclavizado en sus predios, en el que el emperador no es sino una figura distante y carente de fuerza real, y que pronto sufrirá un primer intento de invasión (1271) por parte del todopoderoso soberano mongol de la China, Khubilai Khan. En esta segunda entrega nuestros autores nos proponen una suerte de viaje iniciático protagonizado por Tchen Quin, el héroe de su historia, repleto de símbolismos y alegorías.

Así, en El vientre del dragón, a la vez que asistimos a la sangrienta represión instigada por el intrigante Kozo, y a la búsqueda por parte de la concubina Pimiko del cuerpo de su amado Tchen Quin, en la seguridad de que aún vive, éste, malherido, se debate entre la vida y la muerte, azuzado por su otro yo, por su sombra, quien le repite una y mil veces al sentirle desfallecer: "La muerte no es un juego, Tchen, y yo quiero vivir".

Amén de narrarnos una interesante historia, lo que pretenden Cothias y Adamov en este episodio, es introducirnos en el mundo creencial de los samurais, en su código de honor (el Bushido) mezcla de preceptos morales confucianos y dogmas procedentes del budismo Zen que introdujera el monje Eisai a principios del siglo XIII y que tendría una gran aceptación entre la casta guerrera nipona a partir de las enseñanzas de Dogen y que caracterizaría al período Kamakura en el que se inscribe nuestra historia.

De ahí, que ninguna viñeta ni ningún texto de este álbum puede ser pasado por alto, pues todas y cada una de ellas tienen un propósito determinado, cual pieza de un inconcluso puzzle que debemos completar a fin de comprender su verdadero significado. Desde la secuencia en que una liebre es cazada por un águila mientras Pimiko lucha contra un guerrero que le cierra el paso, hasta las escenas finales en las que Kwanow, cual Caronte femenino, le dice a Tchen Quin que el futuro depende única y exclusivamente de su deseo, y que cuando acabe su viaje, es decir, cuando venza a la muerte será un hombre nuevo, y así parece entenderlo Mara, la intocable prostituta que lo ha recogido y cuidado y que, ignorante de su verdadero nombre, lo bautiza como Mizu.

La frase final pronunciada por Mara, a la vez, enigmática y premonitoria, nos acerca al significado de una historia que intenta ser algo más que una mera serie de aventuras, y demuestra, una vez más, a lo que una inteligente narración y un magnífico dibujo pueden llegar:

"Las sombras son uno de los raros privilegios de los hombres vivos. Sus únicas propiedades y sus únicas garantías contra los maleficios del reino de la noche"


Revista Viñetas nº5 Mayo 1994

Ediciones Glenat

Barcelona



El último combate

La tensión se puede palpar en el ambiente antes de la esperada pelea, en la que los luchadores se verán las caras

José Luis Vidal

20 de marzo 2025


El público fuma nervioso, beben cerveza como si no hubiera un mañana para refrescar sus secos gaznates, gritan poseídos por esa atmosfera que huele a sudor y violencia…

Y de pronto, todo se detiene, durante unos segundos los ojos de todos se posan en el túnel del que sale uno de los contendientes al que, inmediatamente, comienzan a vitorear. Es su ídolo, al que han seguido a lo largo de su carrera pugilística, y que esta noche se va a batir, a ver las caras con un boxeador al que podríamos calificar como 'mítico', al que le rodea un aura de misterio y leyenda.




Blue Fighter

Guion: Caribu Marley

Dibujo: Jiro Taniguchi

Tapa blanda

Blanco y negro

296 pags.

18.95 euros

Planeta Cómic


Entra en el recinto cubierto por un albornoz en el que se puede adivina ya parte de su historia, ya que en el él se ha bordado el rostro del Dios del Reggae, Bob Marley. Y precisamente este es el nombre por el que todos conocen al luchador. Reggae.

A pocos pasos de él, siguiéndole fielmente allá donde vaya, su novia, una guapa chica llamada Aya que posee un talento especial para la canción, y a la que se la puede ver haciendo vibrar a los espectadores de más de un club de jazz tokiota.

Pues bien, la noche de este combate marcará el destino del protagonista, este hombre que no cruza palabra con nadie y que, cuando está en el vestuario antes de saltar al ring, bebe como un cosaco sin hacer caso a las recomendaciones de los que le rodean.

Pero alguien ha posado sus ojos en la carrera de Reggae, un tipo sin escrúpulos que tan solo busca el beneficio personal y que le convencerá para que él sea quien se encargue a partir de entonces de los contactos y preparar nuevos combates, con el lógico objetivo de llegar a lo más alto de la categoría pugilística.

Su nombre de D´Angelo, y está casado con una mujer que desprende erotismo, la super atractiva Donna, que se a proponer desde el primer momento llevar al luchador a su alcoba.

Con una manera de boxear muy particular, en la que empieza a recibir golpes como si no le importara perder, llega siempre un momento en el que de su puño derecho surge un temible directo que sentencia el combate, dejando KO a sus oponentes. Y aunque todos los que le rodean saltan y gritan de alegría, a Reggae no parece importarle la victoria, y regresa al vestuario para seguir dándole a la botella…

¿Quién es este hombre? ¿A qué se debe su peculiar comportamiento? ¿Llegará a la cima del boxeo?

Todas estas preguntas y alguna más serán respondidas en este manga, Blue Fighter, que supone el regreso a las librerías españolas del Maestro del Manga Jiro Taniguchi, con una obra guionizada por Caribu Marley, cuyo nombre real fue Garon Tsuchiya, y que firmó mangas tan populares como Old Boy, trabajando con Taniguchi en otras obras como Knuckle Wars y Live! Odyssey.

Aquí nos encontramos con un dibujante en el principio de su carrera, que ya mostraba un especial arte a la hora de plasmar los detalles en las viñetas, en este manga en el que también tienen mucha importancia las letras de algunas canciones, que pueden darnos alguna pista sobre los sentimientos de los protagonistas.


Diario de Cadiz



miércoles, 19 de marzo de 2025

Overwatch 2 x The Sserafim

(tráiler en colaboración con Daniel Cuervo Arévalo)


 

 Daniel Cuervo Arévalo , artista colombiano del que ya os hablé , está detrás de la producción de un simpático "trailer de colaboración" entre el videojuego Overwatch 2 y el grupo musical surcoreano Le Sserafim , de la mano del estudio Titmouse y muchos otros artistas (cuyos créditos encontraréis más abajo, ya que como es habitual, no aparecen acreditados en el vídeo).

Y como de costumbre, también aproveché para hacer un pequeño montaje en vídeo para mis redes, con el fin de animar a la gente a descubrirlo, con algunas historias detrás de escena compartidas por los artistas (entre los que destacan Bishoy Gendi y Tomas Kiyoshi Oquendo Saito ).


Dirección: Daniel Cuervo Arévalo

Dirección de arte: Luca Vitale

Artistas de storyboard: Eduardo Adsuara, Chiara Miceli

Supervisión de arte: Luca Vitale

Diseño: Vincenzo Puglia, Andrea Scopetta, Andrea Chella, Alex Gordillo, Grace Nicoletti, Omar Alsuk, David Lafuente

Jefes de modelos 3D: Andrey Kolesov

Artistas de diseño de personajes: Bishoy Gendi, Diego Molina, Rony Torres, Daniel Cuervo Arévalo

Dirección de animación: Daniel Cuervo Arévalo

Supervisión de animación: Daniel Cuervo Arévalo

Animación de personajes: Daniel Cuervo Arévalo, Bishoy Gendi, Janelle Feng, Rony Torres, Luis de la Rosa, Joao Monteiro, Diego Molina, Tomas Kiyoshi Oquendo Saito, Angus Pepper, Joao Paulo da Silva Buosi, Surya Kaylan, Sebastian Villarreal

Animadores asistentes: Manuela Escolar Gonzalez, Diego Hernandez-Blanco, Patricio Bauza, Loïck d’Argentré, Shaquielle Emptage, Kyungin Kim, Michael Abarca

Limpieza y coloración: estudio de animación KERBEROS

Juliana Rueda Arenas (Supervisora), Camilo Alejandro Herrera Sanabria, Jonathan Bizarro, Oriana Wiesner, Simón Sánchez, Daniel Villa Bustamante, Emilio Ponguillo, Monica Marinho, Ana Recio Velázquez, Carla Sampaio da Silva, Sergio Andres Casas Rios, Andreia Ayumi Maeda, Carolina Borovich, Juliana Gouvêa, Andrés Moncalvo, David Lopez, Julian Almeida, Camila Paez, Clara Schildhauer, Miguel Ortega Saracho, David Francisco Salazar

Composición: Jeremy Nixon, Dane Jacobs, Chris Maher

Efectos especiales 2dFx: Seter

Productora de línea: Jeanette Jeanenne

Coordinadora de producción: Tanja Barnes


Via Catsuka

martes, 18 de marzo de 2025

El porqué de un reencuentro y una despedida por Ignacio Vidal-Folch


Impecablemente "cool", cuando está sentado ante el tablero de dibujo mientras suenan en la radio algunas canciones amables de Buddy Holly o la banda sonora de American Graffitti, o cuando camina por la ciudad embutido en su trenka "Montgomery", Miguel Gallardo, creador del principal personaje del cómic underground español, cronista de la bohemia violenta, tiene el aspecto de un tipo saludable, que va haciendo su camino con alegría y tranquilidad.

Le miro y pienso que esa salud evidente tiene algo de azar afortunado. Considerando lo que ha pasado alrededor suyo durante los últimos quince años, él podría considerar el poema "Aullido" de Ginsberg como inspirado en su propia vida. Por lo menos podría parafrasear con toda propiedad aquellas primeras estrofas: "He visto a los mejores cerebros de mi generación underground destruidos por el alcohol y las drogas", etcétera.

Vivo al lado de la rambla de Barcelona, y el barrio de Santa María del Mar, donde nació MAKOKI y Miguel empezó su andadura como autor de tebeos, está a diez minutos de camino; cuando paseo por estos barrios vuelve a imponérseme con evidencia implacable una realidad ya conocida pero no siempre presente. Salvo los muertos y los desaparecidos, aquellos locos de la banda de MAKOKI siguen fatigando con su desmedrado deambular la zona menos olímpica de la ciudad. ¡Pero dios mío, en qué estado se hallan! La broma ha dejado de tener gracia.

Ahora, muchos años después de que Miguel Gallardo y Juan Mediavilla crearan, publicaran y abandonasen las aventuras de МAKOKІ, Gallardo lo retoma para matarlo y echar una última mirada al barrio de sus andanzas. Como en la secuencia final de American Graffitti, se nos explica lo que ha sido de aquellos personajes al cabo de veinte años.

Muchos de ellos estaban inspirados en personas reales del mundo marginal del que procede Gallardo. Y, con muchos de ellos, me siento convertido en una línea musical del Halloween parade de Lou Reed.

¿Dónde termina la vida y comienza el arte? En el caso de MAKOKI, uno y otro están inextricablemente confundidos.



En una esquina de la Puerta del Ángel, al pie de un semáforo, de rodillas sobre un cojín de gomaespuma, Paco Mena recibe limosna de los transeúntes a cambio de su estrambótica versión de "El cóndor pasa", que interpreta con una tartamudeante siringa de plástico y el tántrico rasgueo de la pringosa guitarra. Su negocio está en franca competitividad con los trileros, los hombres-estatua, los risueños payasos que preguntan al transeúnte "¿dónde has dejado la alegría?" e ipso facto le piden dinero, los alcohólicos de tetrabrik de Don Simón, los tullidos mentales, los derrotados, los enfermos, los muertos en vida. Y como orquestación de "El cóndor pasa", se oyen los reclamos publicitarios de El Corte Inglés, los gritos de los vendedores ambulantes, las bocinas de los coches que tocan los automovilistas histéricos.

¿Quién era Paco Mena? Aunque no fue un personaje importante en el origen del personaje MAKOKI, pues su huella en el cómic se limita a haberle prestado el lema "Asín andaba yo de siego por la vida", lema iniciático del primer álbum. Mena, convertido en personaje de las historietas de MAKOKI con el alias de "El comecocos", también publicó en la primera época de la revista homónima -la época en que la dirigía Gallardo- una columna de disquisiciones pseudofilosóficas delirantes, en que predicaba sobre el "átomo anatomal", la "espicología humana", la imperiosa necesidad de alimentarse de vegetales, y otras flores malsanas de su cerebro en el que la vida a la intemperie ha operado como un túrmix. ¡Pero entonces aquello todavía era divertido!

Unos centenares de metros más abajo. En la sede de El Víbora, el editor José María Berenguer, que publicó numerosas historietas de MAKOKI, debe oír todavía los ecos de aquellos años en la desierta editorial de El Vibora, allí donde bramaba la marabunta. La tarde que lo visito, además de él sólo está allí Jaume Fargas, el que fue propietario de la primera librería de tebeos de Barcelona (Zap Comics), quien se aplica a rotular en castellano los caligramas de los "mangas" que publica la Cúpula. La editorial está en penumbra, al fondo suena suavemente la radio, lo demás es silencio.

Más abajo todavía, en la plaza del Pino, sigue abierta la librería Makoki: es allá donde Borrayo, autoproclamado co-creador del personaje que nos ocupa, lo ha estado desnaturalizando en una revista con el mismo título, pero sin pies ni cabeza. Contra el deseo y los derechos de los verdaderos autores (que como todos sabemos son Gallardo y Mediavilla)

Damián Carulla y luego otros dibujantes han ido despachando nuevas historietas de MAKOKI. Explotando el magro filón ahora que la revista ha quebrado, en aquel cuchitril de la plaza del Pino Borrayo hace proselitismo por una organización en defensa de la legalización de las drogas y truena contra una supuesta conjura sionista contra la humanidad. En cuanto a Damián, me cuentan, dibuja porno para los japoneses.

Todavía más abajo por el barrio, Juan José Fernández, el editor de Star, la revista que abanderó el underground allá por el pleistoceno del franquismo, regenta un cutre-bar sobre el que es mejor no extenderse.

En cuanto a los artistas del underground... Mediavilla, co-creador de MAKOKI, y en mi opinión el guionista más grande de la época, por calidad y cantidad (creador también de lenguaje, en lo que roza el genio), ha colgado pluma y pinceles y se ha largado a Burgos, en pos de aires más sanos que los que respiraba en Barcelona. EL INSPECTOR PECTOL, crítico musical del "Popular I", otro ser de la vida real que se incorporó al cásting de personajes de las historietas de MAKOKI, también ha entonado el "volver" a su pueblo natal. Martí respira yodo en Cubellas. Pons gestiona revistas serie B en Ediciones B; y del más grande de todos, talento verdaderamente excepcional cuyo nombre callaré, sólo tengo noticias suyas porque me telefonea cada seis meses para -¡de ahora en adelante, será en vano, muchacho!- pegarme un sablazo. Ese es el arte en el que destaca aquel al que conocimos como genio.

Y así podríamos seguir citando y, sólo enunciar los nombres y sus casos este artículo tendría un tono nostálgico insoportable.

(Es curioso constatar que la bande dessinée se ha ido al garete porque sus mejores autores se han hecho ricos y pasan de trabajar, o se han reciclado en publicistas, dramaturgos y cineastas. También el underground español ha muerto por deserción de sus artistas, pero por causas mucho más pedestres).

Pero allá jeremiadas. Por el contrario, se trata, dice Gallardo, de purificarse para dar un paso al frente. Y en consecuencia, va y se carga a su personaje.

¿Era necesario hacerlo? ¿No se podía dejar al chalado del casco con los cuatro cables tranquilito en el olvido? Para Gallardo, no. La muerte de Makoki no es otra innecesaria y reversible operación de marketing como la muerte de Superman y demás supertontos del cómic americano. Es algo más honesto, deliberado, razonado. Contaré cómo se preparó esa muerte, por qué, y qué ha querido hacer Gallardo perpetrándola.

En la primavera pasada, cuando estábamos trabajando en las nuevas páginas de Perico Carambola para el diario barcelonés La Vanguardia, Miguel me comentó que estaba decidido a publicar un fanzine (adora los fanzines, sigue a sus jóvenes creadores, descubre talentos en los panfletos más insospechados) en el que haría morir a MAKOKI. De esta forma expeditiva eliminaría la tentación de que algún otro aprovechado más quisiera desgastar a unos personajes cargados de fuerza simbólica, en los que él y Mediavilla habían metido mucha energía y mucha de su propia vida, y cuyo carácter y actividad respondían a una época determinada y ya pasada.

Me enseñó la compaginación de la historieta para el fanzine, los primeros bocetos que había ya realizado. Le dije:" ¿Por qué no lo publicas en alguna revista? Así la leerá más gente y de paso amortizarás económicamente el trabajo". Me contestó que el dinero en este caso era lo de menos, que prefería pagar y hacerse cargo de la edición para no tener que discutir con nadie ni el menor detalle.


Por estas explicaciones que no acabé de entender y por la firmeza del tono comprendí que matar a MAKOKI era para él un asunto muy personal y muy caliente, y un verdadero crimen que estaba decidido a cometer aunque tuviera que pagar por ello. (Luego, el director de VIÑETAS le convenció de que la revista era el vehículo ideal para esta historia, y Gallardo se puso a dibujarla en páginas grandes de proporciones estándar). MAKOKI le dolía. Y me atrevo a suponer que de vez en cuando aun sentía la tentación de reanudar sus aventuras, y que antes que embarcarse en esa nave que le conduciría hacia el pasado, ha preferido quemarla.

Cuando llegue a la última página de esta historia, el mes próximo, el lector verá que la furia homicida de Gallardo hacia su personaje y el claro deseo de liberarse de el no excluyen el homenaje y el cariño: aquí nos vamos a encontrar con que Makoki (recuerden que era un psicopata escapado del manicomio) ha caído hasta la miseria más absoluta, pero que en el momento sacrificial ha adquirido también una grandeza mítica.

En cierta escena de la historieta, en un callejón lleno de basura se acumula un montón de ejemplares de las revistas Star y Disco Exprés. "Eso es lo que queda de la ola", dice Gallardo. "Estamos en los años 90, y las ilusiones aquellas se han quedado aparcadas en un basura". Un basural es el escenario de a historieta: calles llenas de desperdicios, bares ultracutres, noche en la que deambulan los derelictos de la sociedad, yonquis, rapaos neonazis, alcohólicos. Y el accidentado deambular de todos esos personajes, a los que sirven de coro, desde el calor de los pisos, la gente normal que ve Hola Rafaela en el televisor y trabaja y duerme a sus horas, no es gratuito.

Por el contrario, aunque ellos no lo sepan, ese paseo sin norte es un viaje iniciático que converge hacia el punto final, el centro del sentido, la moraleja de la parábola.

Hasta llegar a él, con tintas de relato costumbrista, con fatalismo de tragedia griega y con un poco menos de humor del habitual (pues Mediavilla no ha participado en esta ultima empresa), se va tejiendo el desastre y levantando ladrillo a ladrillo el callejón sin salida a que han sido arrojadas las "Piltrafas del arroyo" cuyas andanzas contra los "Defensores de la ley" tanto nos divirtieron.

¿Han sido arrojadas allí por su mala cabeza o porque las cartas que se les repartieron estaban marcadas de antemano? Eso es lo de menos, porque lo que aquí ofrece Gallardo no es un pliego de denuncia, sino una crónica tenebrista y compasiva, un homenaje final a MAKOKI, a sus amigos y lectores, y una despedida emocionada, irreversible a sus agitados tiempos.


Revista Viñetas nº4 Abril 1994

Ediciones Glenat

Barcelona