viernes, 16 de mayo de 2025

La niña salvaje

En estas tierras aún se narra la historia de Elma y Papá Oso, y la gran aventura que vivieron


José Luis Vidal

15 de mayo 2025 


Cuenta la leyenda que, en la espesura del bosque, si afinabas el oído podías escuchar las risas y conversaciones de aquella niña que se había criado entre árboles. Un poco cabezaloca, pasaba los días junto a su padre, un enorme oso gris que habiéndola encontrado cuando tan solo era un minúsculo bebé, se había encargado de su cuidado y aprendizaje, ya que el bosque es un sitio maravilloso, pero también esconde algún que otro peligro.




Elma, una vida de osa.

Guion: Ingrid Chabbert

Dibujo: Léa Mazé

Tapa dura

Color

88 págs.

19 euros

Astiberri


Muy arrimados el uno junto al otro, disfrutaban de los anocheceres mirando hacia el horizonte, o hacia las infinitas estrellas, comiendo bayas o setas, ya que Elma, pese a su pequeño tamaño, siempre tenía el apetito de un lobo…

Y precisamente, fue un lobo el que, en medio de la oscura noche, apareció entre los árboles. Pero su llegada no fue amenazadora, ya que todos los habitantes del lugar sabían que nada tenían que hacer frente al enorme y poderoso Papá Oso. Además, sabían que su misión estaba a punto de cambiar.

Había llegado el día, ya que Elma iba a cumplir su octavo cumpleaños.

Fue entonces cuando emprendieron un nuevo camino, en que la niña disfrutaba, saltando entre las rocas, colgándose de las ramas, como si fuera una monita, sin percatarse que un profundo agujero se abría, paso a paso, en el corazón de Papá Oso, que reprimía las lágrimas a medida que se acercaban a su lejano destino.

Pero el trayecto ocultaba algunas trampas letales, una presencia maléfica que iba a tratar, una y otra vez de acabar con la vida de la chiquilla que, afortunadamente, contaba con la protección del oso. Aunque quién sabe, tal vez ni siquiera esta sería suficiente…

¿Quién es Elma en realidad?

La respuesta a esta misteriosa pregunta tan solo la encontraréis si os internáis en el bosque junto a la pareja de protagonistas, un dúo nacido del talento de la guionista gala Ingrid Chabbert, que nos regala aquí un apasionante relato en que se habla de los cambios, súbitos, que pueden darse en nuestras vidas, del amor de un padre y una hija, en un cómic que os hará reír y emocionaros sin poder reprimir alguna que otra lágrima cuando lleguéis a su conclusión.

Junto a Chabbert, una dibujante a la que ya conocemos bien en nuestro país, ya que Astiberri también publico su trilogía Los Muértimer, obra esta que obtuvo instantáneamente el favor del público. Tanto, que las peripecias de los hermanos Céline y Colin van a ser trasladadas a la gran pantalla.

Y es que disfrutar del trazo de Léa Mazé es un placer para los ojos; el movimiento, la expresividad de sur personajes, su paleta de colores. Un todo que nos hace disfrutar con una obra que, aunque puede estar dirigida mayoritariamente a un público joven, te agarra tengas la edad que tengas, debido sobre todo a la sensibilidad que brota de sus increíbles páginas.


Diario de Cadiz



lunes, 12 de mayo de 2025

La duración como criterio artístico

Las horas que lleva leer un libro o ver una película o una serie se tiene cada vez más en cuenta a la hora de producir, distribuir y hasta evaluar la creación cultural

Adrien Brody, en un momento de The Brutalist



Tommaso Koch

Madrid

Cada concierto de Bruce Springsteen es único. Siempre cambia la lista de canciones. Pero los asistentes a la actuación del 7 de junio de 2012 en Milán se sintieron un poco más especiales: al final, el reloj marcaba  tres horas y 40 minutos de música, el segundo show más largo de su carrera, tras el de la Nochevieja de 1980. Sin embargo, el récord apenas duró: en Madrid, 10 días después, el artista y su banda se quedaron en el escenario 8 minutos más. El concierto de Helsinki, el 31 de julio de ese año, llegó a cuatro horas y seis minutos, la marca más alta. El debate se centró en el cronómetro. Tanto como para obviar también otras cuestiones: ¿por qué sería preferible una actuación más larga? Y, sobre todo, ¿puede evaluarse el arte según lo que dure?

"Vivimos en un exceso de estímulos", reflexiona Enrique Redel, editor del sello literario Impedimenta. "Al alcance de nuestras manos tenemos videojuegos, cine, series, novelas o tebeos, de ahí que el tiempo adquiera un valor económico. Igual que en una mesa de novedades de una librería cada centímetro cuadrado vale un dinero, cada segundo de nuestro día también se puede monetizar". Todo el mundo corre: del trabajo a casa, en la red social TikTok y también en el consumo cultural, pero deja huellas detrás. Los visionados en streaming, las consolas electrónicas permiten a las compañías desarrolladoras saber cómo actúa cada usuario: cuánto se entrega a según qué obra, con qué continuidad, si la deja y cuándo. Datos preciados para afinar su estrategia: atrapar a un público siempre listo para pasarse al siguiente estímulo. "Cultura a salpicones", la define Joan Borja, escritor, profesor de Filología Catalana en la Universidad de Alicante y experto en difusión de la cultura popular.

La neurología ya ha evidenciado la pequeña y adictiva descarga de placer en forma de dopamina que recibimos al terminar cada microtarea. Bien lo saben muchas superproducciones del videojuego: de EA Sports FC a Call of Duty, plantean una miríada de actividades o misiones breves en sí, pero perfectas para encadenar una tras otra sin darse cuenta. "Nos podemos quejar de que una mecánica enganche: pero los números les enseñan a las empresas que la gente se queda y eso les interesa también para que no se vayan a la competencia", apunta David Fernández Huerta, director artístico de Us Two, compañía de productos digitales, que lleva años en la dirección contraria. Su primer título para moviles, Monument Valley, finalizaba en una hora y media, y lo apostaba todo a sus valores creativos y artísticos. Millones de descargas avalaron la idea: "Queremos hacer juegos cortos que den la satisfacción de haber terminado algo".

Riesgos económicos

Muchos cinéfilos comparten con hartazgo la sensación de que la mayoría de los filmes ya nunca bajan de dos horas. Las series han ido reduciendo, de media, longitud y cantidad de capítulos. Los cómics se cansan de afrontar una queja repetida: "Termina demasiado rápido para lo que cuesta", el mismo miedo que impulsa a tantos grandes videojuegos a tratar de garantizar decenas de horas potenciales. Lo cual, por otro lado, aumenta tamaño, gastos y riesgos económicos asociados a cada lanzamiento, mientras se reducen los creativos.

Una de las principales películas favoritas a los premios Oscar, The Brutalist, de Bradley Corbet, recién llegada a las salas españolas, se atreve con tres horas y 35 minutos de metraje. La crítica, de momento, le ha dado la razón. Igual que a Sara Barquinero, autora de las 816 páginas de Los escorpiones, quizá la novela española más comentada de 2024. Y a Springsteen o Taylor Swift se les reconoce como un añadido su larga permanencia en el escenario.

"Sospecho que el tiempo siempre ha estado presente como criterio, pero es posible que la rentabilidad de la experiencia también se ha extendido también a las artes", apunta Barquinero. "Se habla de la cultura como mercancía desde Marx o la Escuela de Fráncfort. Las palabras cambian, pero los problemas son los mismos: lo idéntico o indistinto en términos de consumo, y que se debe reemplazar por algo similar lo más pronto posible", agrega Diana Hernández, editora de Libros del Zorro Rojo.

Incluso han surgido webs como How Long to Read o To Beat, que recopilan la experiencia de muchos usuarios para calcular cuanto se tarda en leer un libro o terminar un videojuego. Cada cual, así, puede valorar si la inversión merece la pena. Los escorpiones requiere al menos 15 horas y media, según How Long to Read, al ritmo medio de lectura que calcula la web, 300 palabras por minuto.

El vaso medio lleno invita a acordarse de los derechos del lector que formuló hace años Daniel Pennac: "A no terminar un libro", rezaba el tercero. He aquí su sublimación: filmes, novelas o videojuegos dejados, o incluso vistos a medias. Con normalidad, sin culpabilidad. Los temores, sin embargo, se anidan en un acercamiento demasiado superficial. "Esa multifuncionalidad del cerebro puede tener un componente positivo si, por ejemplo, puedo realizar mi trabajo tedioso y de fondo puedo tener un capítulo de Modern Family para no amargarme. Pero se supone que a las artes les estamos pidiendo un espacio de cambio de mirada y transformación, y me parece muy difícil que se produzca si a la vez mandas wasaps con tu primo", dice Barquinero.

"El tiempo siempre es el mismo, pero decimos que tenemos menos. Se compran libros cada vez más cortos, que puedas ventilar rápidamente, los grandes siguen vendiendo a menudo de manera aspiracional. Cuando nos traen un manuscrito largo nos lo pensamos dos veces, porque puede ser más largo de colocar y cuesta más", agrega Redel, que en Impedimenta publica las 656 páginas de Theodoros, de Mircea Cârtârescu. Aunque editar o comprar un gran tomo en esta época puede suponer también una declaración de intenciones: merece un esfuerzo extra, de verdad.

Puede que la industria también haya contribuido a las prisas. Cada espectador, en España, va al cine de media 1,6 veces al año, según el Anuario de Estadística del Ministerio de Cultura. Pero en las salas se encuentra con una oferta abrumadora: en 2023, se exhibieron 2.450 películas, de las cuales 728 eran estrenos, en cifras del Anuario de la SGAE. Se editan cada año unos 4.600 cómics, unos 30.000 libros de naturaleza comercial (el total suma más de 90.000), casi 19.000 videojuegos solo en la plataforma Steam en 2024. Y aunque las cifras engañen un poco -muchas son obras minúsculas o autoeditadas y solo un porcentaje reducido emerge-, todas buscan lo mismo: público. De ahí que una novedad ya deje de serlo a los pocos días, sepultada bajo la siguiente. "En dos semanas casi tenemos que dejar pasar nuestro último lanzamiento para ponernos con el próximo", dice Redel. "Existe una presión dentro del mundo editorial porque saque mi siguiente novela lo antes posible, y eso puede afectar a la calidad", cuenta Barquinero. 

La pescadilla, pues, se muerde la cola. Joan Borja subraya un lado positivo: "El juego de la creación lo participa mucha más gente. Es motivo de satisfacción y reduce los oligopolios". Pero Fernández Huerta expresa su preocupación: "Siempre se cita el aumento de la enorme facturación del videojuego, como si crecer fuera algo bueno de por sí. Basta con mirar al turismo y la crisis de la vivienda. a lo mejor terminas comprando 27 complementos para tu personaje, pero ese juego solo busca que vuelvas también mañana". Depende, finalmente, de cada usuario. De cómo quiera ejercer su poder como consumidor. Y de cómo organice su tiempo. Los días, al fin y al cabo, siguen teniendo 24 horas.


El Pais. Sábado 15 de febrero de 2025

domingo, 11 de mayo de 2025

La teoría del gusto social explicada en viñetas

Un cómic revisa la obra de Pierre Bourdie que relaciona las inclinaciones de las personas con su estatus

Tiphaine Rivière La distinción 

Madrid

Si usted elige la ensalada sofisticada antes que el pollo frito franquiciado, si prefiere vivir en cierto barrio antes que en otro, si lleva una americana casual en lugar de una chaqueta de chándal, se diría que es una cuestión de gustos: para gustos hay colores. Pero la cosa no es tan sencilla: sus gustos no son personales, o voluntarios, o arbitrarios, sino que vienen fuertemente determinados por su clase social: el entorno en el que se ha formado como persona: "Los ricos no juegan al golf porque les guste", ejemplifica el profesor Luis Enrique alonso, de la Universidad Complutense de Madrid. Juegan al golf porque jugar al golf es de ricos.

Fue la propuesta que hizo el sociólogo francés Pierre Bourdieu (Denguin, 1930- París, 2002) en el que tal vez sea su libro más célebre: La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (1979). Ahí expone que cada clase social tiene unos habitus, es decir, una forma de pensar, un estilo de vida, unos gustos culturales, y que por ese habitus nos definimos frente a los otros, se perpetúan las diferencias de clase y las dinámicas de dominación social. Como veremos, las teorías de Bourdieu (que también ahondaron en las relaciones entre los diferentes capitales: el económico, pero también el social o el cultural) pueden ser matizadas y cuestionadas en un mundo que ha experimentado cambios radicales, como la digitalización y la globalización. "Pero La distinción es inapelable, nos mira como nos miran los clásicos, y en Francia sigue siendo un monumento de la sociología", explica Alonso.

La obra de Bourdieu es estudiada en un instituto francés en la que un profesor novato trata de hacer notar esas sutilezas de la desigualdad a un grupo de alumnos variopinto y, en principio, no muy receptivo. Pero, poco a poco, observando a sus familias, a los ambientes en los que se relacionan, a las diferencias entre unos y otros, los alumnos acaban detectando en su vida cotidiana algunas de las observaciones del famoso sociólogo. No es lo mismo provenir de una familia obrera sin demasiado interés por la cultura refinada o el interiorismo moderno que ser la hija de un esteta adinerado que asiste a la ópera y desprecia la música popular. La distinción funciona así como una forma de dominación simbólica.

La historia de ese instituto es la que cuenta la autora francesa Tiphaine Rivière (Francia, 42 años) en su obra La distinción (Garbuix Books), una divulgación narrativa, en cómic y para todos los públicos del tocho sociológico de 700 páginas en lenguaje académico. "Pensé que era importante hacer accesible a Boudieu, tiene un gran potencial emancipador precisamente para las clases sociales que no podrán leer un libro largo en un lenguaje complejo", explica la autora.

La meritocracia, afirma La distinción y recalca Rivière, es una ficción útil para hacer creer que los privilegios de la clase dominante se deben realmente al mérito. Y que cualquiera puede llegar lejos si se esfuerza lo suficiente. Bourdieu demuestra que no es así y que en los estudios solo validamos las competencias adquiridas afuera y consolidamos las desigualdades. "Por supuesto, hay personas que han cambiado de clase social y han logrado utilizar la escuela como ascensor social. Pero, estadísticamente, las clases se reproducen masivamente y la escuela no cambia nada", señala la autora. "La escuela consiste, según Boudieu, en convencer a las clases medias y populares de que efectivamente son inferiores a las clases dominantes", añade.

Rivière, como los protagonistas de su cómic, experimentó las teorías de Bourdieu en carne propia. Después de alcanzar el éxito con su primera obra (Maldita tesis, Grijalbo, 2016, sobre los desvelos de la vida académica), los periodistas no paraban de hacer notar, como un gran mérito, que Rivière era autodidacta, una persona que, saliendo de la nada, había conseguido un best-seller. "Eso me orgullecía, pero me di cuenta de que, paralelamente a esta historia de éxito, había otra más real: crecí en un entorno muy acomodado", explica. Escuelas privadas, clases particulares de piano, tenis y equitación, estudios de Literatura. Sus padres pagaron su apartamento hasta los 30 años y tuvo libertad para explorar y probar. "Obviamente, en algún momento logré encontrar un campo de competencia. Si hubiera nacido en otro lugar nunca habría tenido el espacio para probar el cómic ni los recursos para aprender a dibujar", dice la autora, que también se dio cuenta de que las historias de éxito que veía en los medios nunca explicitaban el origen de las personas cuando eran ricas. Que parecía que todo era cuestión de cualidades personales y fuerza de voluntad. Por eso leer a Bourdieu le resultó revelador.

"El libro fue un revulsivo por la manera en la que se centraba en la sociología del consumo, la estratificación social por los estilos de vida... Rompe la idea de una estructura social solo fundamentada en el capital económico, teniendo en cuenta también los gustos culturales y la construcción del habitus que media entre los individual y lo colectivo", dice Luis Enrique Alonso. El formato cómic que utiliza Rivière es muy útil para dar una idea rápida e intuitiva del habitus de cada clase (sus gestos, sus ropas, sus domicilios, su estilo) sin necesidad de invertir decenas de páginas en descripciones. Y también para empatizar con los personajes, los alumnos de ese instituto tan diverso y sus familias. El texto original también tuvo sus críticas en su época: le acusaron de determinismo, de reduccionismo, de dominacionismo, de localismo, de funcionalismo... "Según sus críticos Bourdieu tenía unas categorías demasiado rígidas, descuidaba la cultura popular y estaba demasiado enfocado en la dominación de unas clases altas contra las que nada se podía hacer, en esa fascinación por la cultura burguesa", cuenta Alonso.

Las ideas de Bourdieu, volviendo al principio, merecen un repaso porque el mundo ha cambiado mucho. Por ejemplo, internet ha democratizado el acceso a muchos materiales antes restringidos, mientras que se han dado fenómenos como el omnivorismo cultural (según el concepto de Richard Peterson): entre las clases altas se pica de todo. Hoy es compatible ir a ver cine iraní a una filmoteca con disfrutar de realities; ser un experto en free jazz y flipar con Aitana. Algunos artistas ricos quieren parecer malotes de barrio, y muchos chavales de barrio llevan marcas de ricos (aunque sean de imitación). De hecho, esa es su forma de surfear entre la alta y baja cultura propia de la posmodernidad también puede ser visto como algo distinguido. "Hoy todo parece más fluido", dice Rivière, "la cultura popular está en todas partes, y la mayoría de los jóvenes usan sudaderas con capucha y zapatillas, independientemente de su clase social. Y, sin embargo, creo que el sistema de dominación social no ha cambiado profundamente".


El Pais, Sábado 3 de mayo de 2025


martes, 6 de mayo de 2025

Las dos caras del artista


Ilustración de portada del cómic 'La última sirena'.

José Luis Vidal

04 de mayo 2025


Una interesante ¿coincidencia? editorial hace que en el mes de abril que acaba de dejarnos y este en el que acabamos de entrar lleguen a las librerías dos cómics firmados por el autor de ascendencia coreana Derek Kirk Kim. Un par de propuestas muy, muy diferentes, que son una clara muestra de la versatilidad de este autor que ya en el año 2004 recibió la tríada de premios más importantes en el mundo de las viñetas norteamericanas, los Eisner, Ignazt y Harvey, por La misma diferencia, que ahora Astiberri, con el buen ojo que la caracteriza, trae a las librerías.




En ella vamos a conocer a dos amigos treintañeros, Simon y Nancy, junto a Ian, que departen mientras saborean la comida de un restaurante chino-vietnamita en Oaklan. La conversación es distendida, y va desde los típicos chascarrillos, cotilleos y demás temas que suelen surgir en estos momentos, cuando te encuentras a gusto.

Pero de pronto, la inesperada aparición de una persona del pasado de Simon hará que este confiese un error, un comportamiento que le avergüenza y que Nancy le recrimina. Pero cuando parece que va a tratar de enmendarlo, ya es demasiado tarde. Esa persona, una chica invidente llamada Irene, ya no está…

Por otro lado, y ya que la cosa va de traer de vuelta hechos del pasado, una vez que el dúo está en casa de Nancy, esta le muestra algo totalmente alucinante: La anterior inquilina, una tal Sarah, sigue recbiendo cartas y objetos de su enamorado, un insistente tipo llamado Brian.

Como no tienen nada mejor que hacer, los protagonistas emprenden un corto periplo hasta Pacífica, la población donde Simon creció y estudió, y que da la casualidad que se trata del lugar de residencia del misterioso Brian.

Una vez allí, el pasado volverá a la vida de Simon de la manera más inesperada…

En la misma diferencia, su autor utiliza una buena carga de ironía para llevar a las viñetas una historia en la que el protagonista deberá admitir un comportamiento equivocado, y como la vida finalmente logra ponerte en tu sitio, pese a que tú hayas tratado de olvidar.

El volumen se completa con una variada serie de historias cortas que van desde lo autobiográfico, casi siempre utilizando el humor como recurso, la escatología, o presentarnos a un personaje tan ‘especial’ como es Oliver Pikk, y sus peripecias.

Derek Kirk Kim, además de trabajar en el mundo de las viñetas, tiene una larga experiencia en la animación (Anfibilandia, Hora de Aventuras, Huevos verdes con jamón…), por lo que el cómic que llega a las estanterías en mayo tiene mucha, muchísima influencia de ese mundo. Se trata de La última sirena, y nos traslada a un mundo devastado, un inmenso y letal desierto, donde casi nada sobrevive, tan solo seres que por su propia naturaleza y comportamiento se convierten en letales amenazas para la protagonista.

Ella es Isla, un ser nacido de la leyenda, una sirena, la última de su especie. Junto al gracioso y fiel acompañante de aventuras, Lottie, un ajolote, van a protagonizar un viaje a través de páramos, en busca del preciado y vital líquido elemento, el único medio en el que Isla puede sobrevivir.

Y lo hace gracias a un artilugio, Mecano, un enorme robot que se transforma en vehículo, y que contiene un receptáculo en el que la protagonista almacena agua, una especie de enorme pecera cuyo contenido va perdiendo la pureza necesaria para que Isla viva, y que deberá ir renovando.

Monstruos mutantes, seres que viven en oscuros e insondables abismos… Varias serán las letales amenazas que ataquen sin piedad a este curioso dúo que, mientras les suceden estos hechos, desconocen que están siendo seguidas y observadas por un misterioso tipo, que desconocemos si es amigo o enemigo, pero que va a tener un importante papel en la trama, cuando las cosas se pongan especialmente feas para Isla y Lottie.

Con un estilo fuertemente influenciado por el manga japonés, y una narrativa propia del medio cinematográfico, esta primera entrega nos atrapa por la belleza y el misterio de sus viñetas, unido a la acción desbordante y el misterio que rodea a sus protagonistas, a los que les ha tocado sobrevivir en un ambiente totalmente hostil.

Un cómic dirigido, en principio, a los más jóvenes de la casa pero que resulta una apasionante lectura para todo aquel que busque emociones fuertes en sus páginas.

En fin, dos cartas de presentación de un autor tan versátil como dotado para el Noveno Arte, y al que seguiremos la pista a partir de ahora.


Diario de Cadiz


martes, 29 de abril de 2025

La magia está en el aire

Entre truco y truco, Zatanna recuperará en esta publicación aquello que la hace especial y la convierte en un objetivo para sus enemigos



José Luis Vidal

27 de abril 2025


En el desierto de Nevada se alza una ciudad imposible, donde los visitantes se cuentan por miles. El sonido de las máquinas tragaperras se convierte en la banda sonora de un lugar donde, además de dejarse su dinero en las diferentes opciones de juego, también hay muchos espectáculos dentro de los mastondónticos hoteles que pueblan esta urbe.

No son pocos los artistas que firman contratos para pasar largas temporadas en este lugar, amenizando con sus shows a un público ávido de emociones.

¿Y qué actividad más emocionante que asistir a un espectáculo de magia?

Son míticos ya los shows de la pareja compuesta por Penn & Teller o tal vez el que ha sido durante muchos años el mago más famoso del mundo, David Copperfield.

Pero no a todos les va tan bien como a estos anteriores, ya que la protagonista de este cómic, la joven Zatanna, pese a ofrecer un colorido repertorio de trucos, no consigue que su público se entusiasme demasiado. Y tampoco es que ella esté al cien por cien, ya que una invisible losa le hace cargar un suceso del pasado que la persigue en forma de pesadilla. Un hecho que la ha marcado y que tiene mucho que ver con la Magia, la de verdad, la autentica…

Un traumático suceso hizo que una Zatanna niña tuviera que renunciar a ese poder místico que parecía esconderse en su interior y que un mal día salió al exterior.

Volviendo al presente, algo intriga a la protagonista, la presencia de una mujer que, aunque trata de pasar desapercibida acude a todas las funciones de su show. ¿Qué pretende?

No habrá casi tiempo para las presentaciones, ya que lo inimaginable aparece sobre el escenario en forma de enorme demonio.

Y a partir de ese momento el argumento de esta apasionante historia escrita por la guionista canadiense Mariko Tamaki (Aquel verano, Detective Comics, Yo no soy Starfire…) se va a convertir en una autentica montaña rusa de emociones, con una Zatanna que trata de huir de unos enemigos que hasta entonces habían permanecido ocultos, en las sombras, esperando su momento y que adoran a alguien que fue muy importante en la vida de Zatanna, su padre.

Afortunadamente, Zatanna no va a estar sola en este viaje, ya que como por arte de magia (y nunca mejor dicho) una chica con rasgos conejiles va a aclararle alguno de los misterios que la rodean.

Y no será la única que acuda en su auxilio, ya que cierto tipo inglés, fumador empedernido, ha formado parte del pasado de la protagonista, y va a ofrecerle un viaje a la capital del amor…

Sí, ya sé qué refiriéndonos a John Constantine esto parece raro, pero de vez en cuando hasta los cínicos tienen derecho a dejarse llevar por el corazón.

Hasta aquí puedo llegar en lo referente al argumento, tan solo comentar que una vez ojees la primera página de este cómic, te sentirás atrapado por una historia que te engancha, llevándote de una página a la siguiente sin poder evitarlo, como si fueras víctima de un (maravilloso) hechizo.

Y en buena medida, el responsable de esto es el dibujante de este cómic, Javier Rodríguez, un autor con un estilo y una narrativa totalmente reconocibles, que tras ilustrar algunas historias protagonizadas por iconos del Universo DC (recopiladas este mismo mes de abril en un solo volumen bajo el título de Superman: La Orden de la Lámpara Negra y otras historias), se lanza de cabeza con su primer proyecto largo para la editorial, Zatanna: Abajo la sala, donde se nota que trabajar en el sello Black Label es sinónimo de calidad, sin tener que correr por las temidas fechas de entrega, y pudiendo recrearse en su trabajo, que convierte cada página en una obra de arte, que te obliga a detenerte y, preso del síndrome de Stehndal, dejarte llevar de la mano por el arte de un artista que nos regala aquí uno de sus mejores trabajos, con momentos gráficos donde se ve y disfruta la influencia de las corrientes expresionistas o la pop.

Una auténtica gozada que nos hace desear tener ya entre las manos el último trabajo de Rodríguez para DC, ya que ha sido elegido para formar parte de los exitosos títulos Absolute, ilustrando las peripecias de Detective Marciano junto al guionista Deniz Camp.

Este volumen también incluye una larga entrevista al dibujante, en la que revela varios aspectos del proceso de creación de este cómic, además de diseños de los personajes protagonista y una galería de portadas alternativas.

Esta sí que es la autentica Magia. La de los cómics.


Diario de Cadiz


'Contrapaso. Mayores, con reparos': Hay segundas partes que sí son buenas

Pedro M. Espinosa - Redactor Jefe de Provincia

27 de abril 2025 


En marzo de 2021 la editorial Norma publicó una joya, una de las mejores novelas gráficas españolas de los últimos tiempos que conjugaba una magnífica historia con una calidad artística fuera de lo común. Lógicamente hablamos de Contrapaso. Los hijos de los otros. Cuatro años después, su autora, Teresa Valero, vuelve con otro álbum imprescindible y que confirma que el enamoramiento súbito que sufrimos con su obra no fue flor de un día. En esta ocasión la autora madrileña ha titulado a la segunda entrega de la trilogía Contrapaso. Mayores, con reparos.

Valero vuelve a la España de 1950 con una historia que combina la investigación, a cargo de los periodistas de sucesos ya conocidos Emilio Sanz y León Lenoir —acompañado por su bella prima Paloma Ríos—, la intriga criminal y la recreación histórica.

Para esta nueva entrega, la autora se centra en dos pilares del franquismo: el cine como herramienta de propaganda y la especulación inmobiliaria ligada al éxodo del campo a la ciudad. Un fenómeno que expulsó a los más pobres de sus tierras mientras enriquecía a figuras próximas al poder.

Portada del álbum.

El cómic, de 180 páginas, destaca por su rigurosa documentación. Aunque Teresa construye dos tramas ficticias, ambas se inspiran en hechos reales: el enriquecimiento ilegal de la hermana de Franco mediante la compra de terrenos perdidos tras la Guerra Civil, y la influencia de la industria cinematográfica estadounidense, que empujó al régimen a una cierta apertura social.

Teresa retrata con acierto tanto la vida precaria de los trabajadores como la opulencia de la elite franquista. Lejos de idealizar la dictadura, muestra sus contradicciones sin emitir juicios: expone los hechos y deja que el lector decida.

Como en Los hijos de los otros, parte de un crimen para tejer una trama coral que revela las muchas caras de la España franquista: marginados del extrarradio, corruptos con acceso al poder, burgueses intocables, opositores en la sombra… El elenco es amplio: policías, periodistas, curas, obreros, empresarios. Todo un mosaico social de la época.

También reaparece el asesino en serie del primer tomo, aunque sigue en segundo plano. La autora ya ha adelantado que el cierre de la trilogía se ambientará en la España rural y se centrará en el papel de la mujer.

Teresa Valero vuelve a desnudar con gran inteligencia todas las miserias que la dictadura quería esconder; y si en Los hijos de los otros puso luz al tema de los niños robados, aquí se trata sobre la precariedad de la vivienda, la droga, la prostitución, la pederastia, las estafas, el robo de propiedades por parte de los vencedores, el machismo como identidad nacional, la represión, la homosexualidad, la censura eclesial y política, la doble moral… Y sobre todo, los crímenes, algo que en una sociedad ultracatólica y fascista no existía.

Eso sí, una de las características de esta segunda entrega de Contrapaso, como ocurría en la primera, es que sus páginas tienen mucho texto. Se puede decir que es un cómic que hay que leer con cierto detenimiento, no es un pasapáginas, para entendernos. Los diálogos marcan el ritmo mientras nos deleitamos con los dibujos. Es, en resumen, otra obra de arte de una de las grandes firmas del catálogo de la editorial Norma.


Diario de Cadiz


domingo, 27 de abril de 2025

De ‘road trip’ con Tintín y Milú

El Museo Nacional del Automóvil de Francia dedica la mayor exposición hasta la fecha sobre la obsesión de Hergé por los coches y su proceso creativo a la hora de ilustrarlos en la saga de Tintín





Vehículos clásicos en la exposición 'En auto con Tintín', en el Museo Nacional del Automóvil de Mulhause (Francia). Fotografía cedida por la exposición.

Dominique Giannelli

Raquel Villaécija

Mulhouse - 19 ABR 2025 

En su primera aventura ya condujeron por la Rusia de Stalin en un coche de carreras. Poco después descubrieron Congo, esta vez al volante de un Ford T, el primer vehículo producido en serie por el fabricante estadounidense. En Chicago escaparon de los mafiosos que les perseguían en un Bugatti 35, mítico deportivo de la firma francesa en los años 20. En el centro de las aventuras estaban Tintín y su perro Milú, héroes de la saga del historietista belga Hergé (1907-1983), en la que a menudo había un tercer protagonista.

"En el universo de Hergé, el coche, más que un objeto, es un personaje más que acompaña a los lectores y les guía en las aventuras de Tintín", explica Dominque Maricq, archivista de la Fundación Hergé, organismo que vela por el legado del creador y uno de los organizadores de la exposición En coche con Tintín, que acoge el Salón Nacional del Automóvil de Mulhouse, en el este de Francia. La muestra, la mayor sobre la temática y que se puede ver hasta noviembre, revela la obsesión de Hergé por los coches y el proceso creativo y de documentación que siguió a la hora de ilustrarlos en las aventuras de Tintín: acumuló cerca de 20.000 imágenes, fotos, maquetas o publicaciones que encontraba en las revistas especializadas. Una pequeña parte de este vasto archivo se puede ver en la exposición, junto con una decena de vehículos clásicos a tamaño real en los que se inspiró y que pertenecen al museo. "Hergé nació a principios de un siglo en el que hubo grandes progresos en ámbitos como la aviación o la automoción. Consciente de ese avance, en el momento en el que decide crear un personaje como Tintín, que ama la acción y la aventura, el coche se convierte rápidamente en el compañero ideal", explica el experto durante la visita de la muestra.

Con 31 años, Hergé logró comprarse su primer coche: un Opel Olympia Cabriolet, que incluye en el episodio El Cetro de Ottokar. "Durante la guerra lo escondí en una granja, porque los alemanes requisaban los coches. No lo conduje mucho; además la gasolina era difícil de encontrar en esa época", relató el historietista. Tenía predilección por las marcas italianas y por el Jeep, que está en varias de las portadas de la saga, como "en Objetivo: la Luna. Vemos hasta qué punto ese modelo era importante para él", explica Maricq, que se ha pasado meses seleccionando el material para la muestra dentro del banco documental de Hergé.

En los 24 álbumes de Tintín caracterizó 70 coches de mediados del siglo XX. Uno de los que se puede ver a tamaño real es el Citroën 2CV, muy popularizado en Francia hasta los noventa y que aparece en tres de sus álbumes. Hergé lo coloreó de verde, aunque el que más se vendía era gris. También está el  Bugatti 35, otro de los emblemáticos, o el Almicar francés de los años veinte. "Nada se ha expuesto fuera de los diseños de Hergé, se ha recreado todo su universo, con una fidelidad total y respeto por el trabajo del creador", explica Robert Vangeneberg, administrador del Museo Hergé de Tintinmaginatio.

En la exposición se aprecia la evolución en su proceso creativo. Recreaba meticulosamente los modelos gracias a fotos y maquetas. Después empezó a trabajar con un equipo de colaboradores, encargados de afinar la técnica para que se parecieran lo más posible a los reales. "En las primeras historias se aprecian más sus trazos, pero a medida que avanzan vemos ejemplares más sofisticados, que se muestran de manera más precisa, pero pierden un poco de espontaneidad", explica Maricq.

Un universo en viñetas

En pocas viñetas son elementos pasivos. Los vehículos se convierten en héroes que ayudan a Tintín y Milú a escapar y este se convierte en piloto en las persecuciones. A veces los vehículos cobran vida, como en El asunto Tornasol, cuando los dos inspectores que persiguen a Tintín deforman la cubierta. Eran populares las carreras de coches, así que "su presencia agiliza las historias y recuerda a las películas de la época, donde hay gánsteres y persecuciones. Los coches de Tintín se sitúan rápidamente como protagonistas de la acción", según el experto.

Es la exposición más ambiciosa que se ha hecho sobre la temática. Se realizó una en Touluse sobre Tintín y los aviones y otra en el Museo de la Marina de París sobre los barcos que aparecían en sus aventuras. "El universo de Hergé sobrepasa al artista. Hay gente que no es amante de los coches o de los aviones, pero sí de Tintín. Pocos autores pueden presumir de haber estado tan presentes en el imaginario colectivo. Hay imágenes, como las de estos coches, que nos evocan su universo y nos hacen pensar en una viñeta de Tintín, más que en una de Astérix, por ejemplo", según el archivista.

La mitificación de sus objetos no ocurre solo en el coche, como explica Vangenebert: "En la exposición hay un sillón rojo, que es icónico en muchas viñetas, aunque en realidad él no pasó mucho tiempo sentado en él. Hergé tenía esa capacidad para captar el entorno y traducirlo en imágenes que nos hacían comprender y descubrir las cosas".

La saga, que empezó en 1929 con Tintín en el país de los Soviets y acabó con Tintín y los Pícaros, en 1976, contó los cambios del siglo XX. Dice Maricq: "Hergé fue testigo de la época y cada álbum es como parte de la enciclopedia de la historia del siglo. Si Tintín existiera en 2025 sería muy sensible a los desafíos ecológicos, y si tuviera que viajar en coche, sería un "verde". Ya en los últimos álbumes hay una sensibilidad en el héroe que es diferente a la de los primeros, tenía una posición más zen, en la que ya no se quería mezclar en grandes aventuras. Como en Tintín y los Pícaros, donde incluso se le ve hacer una postura de yoga. Un álbum actual estaría orientado a los grandes desafíos del tiempo presente. Sin duda Tintín seguiría contándonos la Historia.


El Pais. Viernes 18 de abril de 2025