JORDI COSTA
Sólo una cosa antes de comenzar: escribo estas dos cuartillas mientras el canal de pago emite en horario preservativo MUÑECO DIABÓLICO III. Los abonados a Canal+ -minoría social a la que pertenezco- decidieron cambiar el horario de emisión de la película atendiendo a la aberrante polémica que la ha salpicado en las últimas semanas: pasar de las 22' oo a las oo' oo, al parecer, evitará grandes catástrofes. La solución es perfecta: un leve ajuste en la parrilla más ceñida y calculada de nuestro universo catódico evitará que las versiones locales del niño A y el niño B elijan a un niño despistado en cualquier centro comercial, lo agoten a base de paseos y, finalmente, se lo carguen en la vía del tren. ¿Para cuándo una historieta de Martí sobre la certera intervención de ese grupo de élite, los Abonados, cuyos miembros, sin moverse de los sofás de sus casas, lograron evitar que se sumara una nueva página a la crónica negra nacional?
En los periódicos ha aparecido también estos días otra noticia no menos estimulante: Rafael Ramírez Plata, presidente del servicio de Correos de Venezuela ordenó quemar todos los ejemplares de la revista El Víbora que iban a distribuirse en ese país con motivo de la celebración de la II Feria Internacional del Libro de Caracas.
Al parecer, el problema del señor Ramírez Plata -este problema en particular, aunque intuyo que debe tener otros muchos y graves-reside en su convencimiento de que dicha publicación es "material pornográfico": tiene su parte de razón, El Víbora tiene en sus páginas un pequeño porcentaje de "material pornográfico".
Contiene, concretamente, la mejor pornografía dibujada que produce nuestro país, debida a las manos de ese par de altruistas damas que responden al nombre de Mónica y Bea. Pero no sólo eso: las páginas de EL Víbora, actualmente, también contienen las concisas entregas de la última obra maestra de Miguel Angel
Martin, y, si Berenguer consigue engañar a su equipo de discutibles consejeros, pueden, asimismo, contener alguna historieta de Daniel Clowes, hoy por hoy el autor norteamericano del medio con más cosas que decir, ¿Qué ganará el señor Ramírez Plata mandando a la pira ese "material pornográfico" acompañado de un par de historietas magistrales? Sin duda, su gesto no va a contribuir a aliviar el desorden social de su país, ni va a reducir el indice de violaciones: ni siquiera el índice de onanismo se verá sometido a fluctuaciones merced a su "performance-homenaje" tributada a la memoria de Torquemada.
No, quemar los Víboras sólo logrará una cosa: negarles a sus conciudadanos el conocimiento de, por lo menos, tres trabajos que merecen mucho la pena. Del mismo modo que los consejeros de Berenguer, recomendándole al editor que no publique a Daniel Clowes porque es un autor que "no vende" -lo sé porque escuché a uno de esos "consejeros" jactarse de ello precisamente en la presentación de esta revista que usted tiene en sus manos- les niegan a los fieles lectores de EL Víbora el conocimiento de uno de los más sobresalientes herederos del underground. Clowes, con todo, ha logrado publicar dos breves historietas en EL VÍBORA: Dementia Praecox (n°150) y El hombre que escupe y rie (n°165), ambas pertenecientes a la serie de las aventuras de Lloyd Llewellyn que le dio a conocer en el mercado americano. Extraño híbrido de Charles Burns y Miguel Gallardo, Daniel Clowes -que ostenta el honor de haber nacido en Chicago el día del vigésimo noveno cumpleaños de Jayne Mansfield- es uno de esos raros creadores capaces de articular un discurso completamente personal partiendo de materiales ajenos, referencias de tercera fila y material de derribo.
Junto a Peter Bagge -hombre que aparecerá, tarde o temprano, en la galería MONDO BULLDOG-, es la estrella del catálogo Fantagraphics, empresa editora ubicada en Seattle, circunstancia que (unida a la generosa disponibilidad de ambos autores a la hora de ilustrar portadas para algunos de sus ruidistas compatriotas) ha llevado a algunos críticos a considerar a los respectivos autores de Hate y Eightball como equivalente historietístico de la estética grunge: la etiqueta es, como todas, injustamente imprecisa. Clowes quizá se siente próximo a algunos amigos grunge, pero su arte va mucho más allá, erigiéndose en verdadera caja de resonancia de una cultura trash que se intuye inagotable.
Llegando a este punto me doy cuenta de que Daniel Clowes, que debía ser tema y alma de la presente entrega de MONDO BULLDOG, ha visto comido su espacio por la Liga Preventiva de abonados de Canal+, el señor Ramírez Plata y los "consejeros" de Berenguer, o sea que no hay más remedio que emplazarles hasta el próximo mes en estas mismas páginas para seguir hablando del tema. Entretanto, en la espera, pueden echar mano del tercer número -si no ha aparecido ya, debe estar al caer- del muy recomendable "comic-book" nacional Mr. Brain, en el que unos cuantos hijos espirituales de Clowes glosan inteligentemente sus virtudes y crean obras propias que no desmerecerían en un quimérico suplemento grapado a las páginas de Eightball. Otra actividad de interés: buscar, un poco más allá en este mismo VIÑETAS, el artículo de Antonio Trashorras sobre Basil Wolverton, que bien podría haber sido el abuelo secreto de Clowes.
Revista Viñetas nº2 febrero 1994 Ediciones Glenat