sábado, 23 de agosto de 2014

ESTELA PLATEADA, UN SURFISTA GALÁCTICO CONDENADO A LA SOLEDAD


A veces, cuando uno se plantea el contenido de un artículo destinado a glosar la figura de un superhéroe, no sabe si el lector se sentirá más cómodo ante un texto lleno de fechas y datos, nombres y hechos, o si, por el contrario, preferirá una lectura más atenta a la profundización del carácter de ese personaje. Pero ahora estamos en Clásicos Marvel y, se supone, ésta es una colección distinta, creada por Forum para satisfacer la curiosidad completista del buen aficionado al Universo Marvel o, simplemente, para mostrar continentes y contenidos que han marcado pautas, que han forjado historia.

Sin duda, los dos números que recogen el nacimiento de Estela Plateada en las publicaciones Marvel pertenecen a los dos apartados antes mencionados. Y no es porque el heraldo de Galactus sea un personaje "popular" en el sentido estricto de la palabra, sino porque Estela, el surfista plateado que vaga por el espacio, es un mito, un fetiche que demuestra aquello de las excepciones a la norma general. Y lo es porque no hay muchos personajes marvelianos que sientan como él, que tengan una historia tan retorcida y rica, que disfruten de unos poderes que no obedecen a una genética mutante ni a la exposición del cuerpo a rayos científicamente ya posibles. Pero ya que estamos en ello, repasemos la historia de Estela, confeccionemos su carnet de identidad, llenemos de datos este artículo, intentemos, así, comprender el cómo y el por qué de este personaje. La historia es vieja, pero no por ello menos curiosa. En 1966, Stan Lee y Jack Kirby llevaban cinco años abocados con los cinco sentidos a la creación y desarrollo de un universo en expansión: el de los superhéroes, conocidos también como hombrecitos en pijama. The Fantastic Four, Hulk, Ant-Man, Thor, Iron-Man, Sargent Fury, The Avengers, The X-Men, Captain America... Héroes nuevos o retomados de antiguas ideas, todos ellos galanteados por Lee y Kirby en cientos de páginas que ya empezaban a hacer historia. Recordemos, estamos en 1966. Lee y Kirby buscaban algo nuevo para sus colecciones. Grupos como Los 4 Fantásticos se habían enfrentado a toda suerte de superenemigos, terrestres o alínealígenas, mutantes o víctimas de radiaciones. Llegó la hora de generar un nuevo personaje, un ser por encima de todos los seres, un vagabundo de las galaxias que se alimenta de planetas vivos: Galactus.


Con una idea bastante clara en la cabeza de cómo debería ser este personaje que, con el tiempo, llegaría a convertirse en piedra angular del Universo Marvel, guionista y dibujante discuten brevemente el contenido de la historia que dará a conocer a los lectores la existencia de Galactus. Jack Kirby pone manos a la obra y dibuja las 20 páginas correspondientes s ese nuevo episodio. Cuando esos originales llegan a manos de Stan Lee, éste descubre, sorprendido, la aparición de un ser plateado montado en una especie de tabla de surf. Kirby había pensado que ya que Galactus debía desplazarse por el Universo en busca de alimentos! por qué no pensar en que sería necesarie la presencia de una especie de lazarillo de avanzadilla, de personaje que rastreara el cosmos sirviendo el ansia devoradora de mundos de Galactus. A Lee le gustó la idea. La desarrolló, le dio forma, le creó un pasado y un presente, y en los números 48 al 50 de The Fantastic Four, Estela Plateada tomó carta de naturaleza. Era un ser noble, distinto, espiritualmente rico, inteligente y un tanto altivo. De entrada, Lee y Kirby marcaban ya diferencias con respecto a sus anteriores creaciones.

Pero sigamos con nuestra historia bibliográfica. En el n.° 55 de la colección, Estela reaparece, enfrentado ahora a la Cosa. Esta fugaz aparición se reforzaría ese mismo año en Tales to Astonish nºs 92 y 93 (con un episodio de Marie Severin co-protagonizado por La Masa) y en el Fantastic Four Annual n.° 5. En 1968, año de muchos cambios sociales en el mundo, la particular y esbelta figura del ahora solitario y vagabundo surfista reaparece en The Fantastic Four, concretamente en los números 71 y 74 al 77. Los lectores han terminado por encariñarse con él, desean nuevas historias, saber más de este atormentado ser. Y así, en agosto de ese año, nace la colección Silver Surfer, su primer volumen. Serán dieciocho números escritos por Stan Lee y dibujados por John Buscema (Kirby ilustró el último), con una back-story protagonizada por El Vigilante, en dos épocas muy diferenciadas: los siete primeros números de 40 páginas y los once restantes como colección regular de 20 páginas.

La colección se cierra en 1970 porque las ventas no permiten su continuidad. A pesar de todo, da la sensación que los lectores norteamericanos no terminan de comprender al personaje, de digerirlo; pero eso no significa que lo rechacen. En todo caso, los creativos de Marvel siguen creyendo en él, hecho que demuestra su pronta reaparición en 1971 de la mano de Roy Thomas, en los números 34 y 35 de Sub-Mariner.

Entre 1972 y 1981 las apariciones estelares del surfista atormentado se espacian, pero, en todo caso, parece claro que su figura se reafirma con el tiempo, que su popularidad no decrece, antes al contrario. Se contabilizan aventuras co-protagonizadas por su plateada piel en Thor n.° 193, Marvel Feature n.° 1, Fantastic Four nºs 120 al 128 y 150 al 157, Tomb of Dracula n.° 50 (¡!), Hulk n.° 250 y Avengers nºss 215 y 216. Y llegamos a 1982. Stan Lee, que siempre ha tenido muy presente que la reaparición de la colección de Silver Surfer era cuestión de encontrar el momento adecuado, escribe lo que, en teoría, debería haberse convertido en un guión cinematográfico protagonizado por Estela Plateada. Problemas de producción y casting dan al traste con el proyecto, pero el guión de Lee se convierte en el único número del volumen 2 de Silver Surfer, esta vez ilustrado por las manos sabias y dedicadas de John Byrne y Tom Palmer.

Lee nos recuerda el pasado de Norrin Radd, ese zennlaniano que un día tuvo que convertirse en lo que ahora es para salvar a su pueblo, pero que no olvida a su gente, y mucho menos a Shalla-Bal su hermosa prometida. Nuevos datos enriquecen la historia de Estela, datos que continúan prefigurando un carácter ahora más duro pero no exento de bondad y, sobre todo, de sentido de la justicia.

Llegados a este momento, y continuando nuestro periplo por riguroso orden cronológico, es hora de volver a la bibliografía. Estela sigue presente en las colecciones Marvel a través de Avengers Annual n.° 11, Defenders nºs 112 al 115 y 122 al 125, Fantastic Four nºs 259 al 262 y Secret Wars II n.° 9. Y así, saltando alegremente a través del tiempo, hemos llegado a julio de 1987. Si alguien se pregunta el por qué de la importancia de esta fecha, debe saber que, por fin, con ese mes y año de cubierta aparece el tercer volumen de la colección Silver Surfer, el que ahora mismo continúa en candelera con un cierto éxito, el que Jim Starlin recoge como guionista en su regreso a Marvel, el que, finalmente, todos los lectores españoles tienen la oportunidad de ver y leer en castellano a través de Estela Plateada, la colección. Pero Stan Lee, movilizado de sus tareas editoriales a otros encargos más lucrativos, ya no se hace cargo de Estela. Su lugar lo ocupa Steve Englehart, mientras que la parte gráfica quedaría, en principio, a manos de Marshall Rogers. Norrin Rad vuelve a su mundo, regresa al lado de su prometida... Pero las cosas han cambiado. Su fatal destino vuelve a hacer aparición. Estalla la segunda guerra Kree-Skrull, entran en escena los Arcanos del Universo, Nova, el actual heraldo de Galactus, comparte protagonismo con Norrin. Y habrá más, sin duda, ya que Jim Starlin, que retoma la colección en su número 34 (ya aparecido en USA), no se contentará con dejar las cosas tal y como están.


No, no me olvido de los dos números del Silver Surfer de la línea Epic, de esos dos números que significaron un breve pero intenso reencuentro entre Stan Lee y Estela Plateada. Moebius, el gran historietista francés, fue el encargado de dar vida gráfica al surfista en esta mini-serie aparecida en 1988 que ahora, como formato prestigio, acaba de editar Forum en castellano.

Atrás quedan cientos de páginas que han conformado la historia de un personaje singular que parece haber encontrado su sitio en el mercado tanto USA como español. Hay más. Novelas gráficas, historietas cortas, breves apariciones en otras colecciones. Pero lo importante se ha glosado aquí, lo que nos dará una idea de la trayectoria estelar de Norrin en colecciones regulares. Lógicamente, ésta no es una historia cerrada. Continuará, como todos los comics. Y de eso se trata. ■ Antoni Guiral





Clasicos Marvel nº18 publicado por Planeta De-Agostini, enero 1990.

La chinela ‘déco’






Superzelda. La vida ilustrada de Zelda Fitzgerald
Tiziana Lo Porto y Daniele Marotta
Trad. Cuqui Weller
451 Editores
174 páginas | 19 euros


LUIS ALBERTO DE CUENCA

No conozco a ningún enamorado de la literatura en general que no se haya sentido fascinado en algún momento de su vida por el matrimonio Fitzgerald. Él, Francis Scott, había nacido en Saint Paul, Minnesota, en 1896. Ella era hija de un adusto juez protestante del Sur más profundo, y de una actriz teatral frustrada, de quien heredó el sentido artístico que la acompañaría toda su vida. Nació en julio de 1900 en Montgomery, Alabama. Conoció a Scott en 1918, y se casaría con él dos años después en Nueva York. A los padres de ella no les gustaba su yerno, no solo por sus orígenes católicos, sino también, y sobre todo, por su afición a la bebida, ya proverbial en su primera juventud. Pero Zelda y Scott se amaban desaforadamente, tanto que han acabado convirtiéndose en una de las parejas arquetípicas del siglo XX. ¡Cuántos adolescentes de ambos sexos habrán querido imitarlos en sus primeras experiencias sentimentales!

A los Fitzgerald les tocó vivir la Jazz Age y los Roaring Twenties, y como los dos eran muy guapos, muy listos y muy partidarios de la disipación, se erigieron en líderes de una forma despreocupada de vivir y beber, en la que las fiestas nocturnas eran la norma y el discurrir burgués y adocenado la excepción. Muy pronto, tras el éxito fulgurante de This Side of Paradise, la novela de Scott, Zelda pasó a ser la flapper por excelencia de la sociedad literaria estadounidense, la chica de moda a la que todas querían parecerse. En 1921 nace Scottie, la única hija del matrimonio, que fallecería en 1986. Tres años después, los Fitzgerald hacen las maletas y desembarcan en París. Allí se encuentran con casi todo el mundo que vale la pena encontrar. Se va gestando la gran novela de Scott, The great Gatsby. Zelda no para de bailar, pues aspira a triunfar en el mundo del ballet clásico, y empiezan a manifestarse los síntomas que harían de ella carne de hospital psiquiátrico en lo sucesivo. De todo eso nos da cuenta, con todo lujo de detalles, la novela gráfica Superzelda. Las viñetas de Marotta acogen unos textos en los que Lo Porto deja hablar a la protagonista, reproduciendo infinidad de pasajes de sus cartas a Scott, con quien conoció las delicias del paraíso y los peores tormentos del infierno. El novelista murió en Hollywood en 1940, y Zelda lo sobrevivió ocho años, muriendo víctima de un incendio en el hospital donde estaba internada. Había escrito que “la muerte es la única elegancia”, y su cuerpo estaba tan carbonizado que solo consiguieron identificarla por una chinela déco que le pertenecía y se encontró debajo de su cadáver.

La sensación que uno tiene después de leer Superzelda es de desolación. Se diría que el precio de la fama póstuma es haber vivido de forma tan intensa, tan desgarrada, tan al límite como vivieron Superzelda y su marido alcohólico. Cuando tuvieron dinero —que lo tuvieron, y en abundancia, pues las novelas y los cuentos publicados por él produjeron cuantiosos beneficios— se lo gastaron en festejos de toda índole. Cuando no lo tenían, recurrían a sus habilidades con la pluma, que en el caso de él eran manifiestas y en el de ella no dejaban de transmitir el morbo que emanaba de su fantástico personaje. La novela gráfica de Lo Porto y Marotta, elaborada con una buena documentación, con talento narrativo y con un voluntario feísmo gráfico de efecto distanciador (a la manera brechtiana), nos sumerge en la biografía de una de las mujeres más míticas y bellas que hubo en el mundo en la primera mitad del siglo XX.


REVISTA MERCURIO 149 - MARZO 2013

EL PODER DE GALACTUS. O EL VERDADERO ORIGEN DEL UNIVERSO MARVEL


Tenéis en las manos un pedazo auténtico de historia de los comics americanos. Las imágenes que veis y las ideas que las ilustran salieron del cerebro de Jack Kirby en 1966. Constituyen el primer paso significativo en la evolución del género de superhéroes desde su creación, y el germen de la diferencia entre lo que luego sería el Universo Marvel y el resto de los universos de superseres.
Por primera vez un personaje cuyos poderes le sitúan en el rango de lo divino, de lo inaccesible por el hombre, interviene de forma activa en la secuencia de los acontecimientos y, además, desde el lado del mal, como enemigo. Su poder es ilimitado o, lo que es lo mismo, desconocido.

La humanidad del mundo creado por Lee y Kirby se encuentra, por primera vez, con las posibilidades en contra de un modo irremediable, sin esperanza posible de victoria. Este personaje es Galactus y, para su debut, el papel de Humanidad lo encarnan Los Cuatro Fantásticos. Ciertamente no se trata del primer personaje cuya talla y capacidad sobrepasan la de los superhombres habituales. En la propia Marvel ya habían aparecido antes dos seres con esas características. Pero hasta entonces su papel dramático era el de simples oráculos que no intervenían, especie de dioses pasivos a los que el héroe recurría cuando su archienemigo amenazaba superarle, en busca, fundamentalmente, de sabiduría. Si el supervillano parecía triunfar, bastaba un correcto uso de los poderes del protagonista para sobreponerse a la desgraciada circunstancia. Y esta información venía de una especie de dios semi-indiferente, que concedía la respuesta sin poner en juego sus propias armas. Este era el rol de esos dos personajes mencionados, el Vigilante (que tiene un importante papel que jugar en esta saga, la primera de Galactus, justo en este sentido), y Eternidad. El primero aparece en Los 4 Fantásticos en 1963 y el segundo en la serie del Dr. Extraño en 1965.

Podemos, por tanto, distinguir dos tipos de personajes superpoderosos en el comic: los de rango humano; formado por los protagonistas de las series y sus enemigos, todos ellos con identidades y problemas propios de la raza humana; y los de rango divino, integrado hasta el momento en que se escribió esta saga, por seres oraculares como el Vigilante y Eternidad (y otros muchos quizá sin tanta fama tanto en DC como en Marvel), cuyo poder es mayor y de cuya identidad y problemas no se habla. Dos maneras distintas de imaginar el poder en relación con el hombre. (No he mencionado a Odín, que en rigor no es una creación de Marvel, si bien su aparición en los tebeos de Lee y Kirby es de esa época también. Su función en ellos es, por supuesto, la misma que la del Vigilante y Eternidad, y se contaría también entre este grupo de seres).

La aparición de los superhombres planteaba inicialmente a los guionistas la cuestión de imaginar poderes. Se trataba de personas que podían hacer cosas negadas al común de los mortales. Pese a ello, durante las primeras décadas de desarrollo de este medio, esa característica no diferenciaba esencialmente a los superhombres. Se comportaban como humanos normales incluso cuando utilizaban sus habilidades. No se apreciaba influencia alguna en sus personalidades, sus actitudes ante la vida y el resto de los hombres (con y sin poderes). Y, por otro lado, quedaba, en la espiral de poderes crecientes inventados por los escritores, la cuestión del poder absoluto, de alguien cuya definición de características le llevara a dominar totalmente. O casi. O, al menos, sin límite imaginable.


Cuando aparecía algún ente de esta índole inmediatamente se situaba fuera de la humanidad. Se podía tratar de un ser extraterrestre de una raza ignota o algún tipo de entidad mística. Esencialmente, debía encarnarse en algo no abarcable por la mente del hombre. Por su-puesto, un individuo tal tenía una personalidad acorde a su poder: era indiferente a los humanos. Si entraba en juego, perturbado por la aparición de Los 4 Fantásticos o de algún otro héroe, nunca era dañino. Reflejo esto de cómo el poder absoluto era imaginado siempre fuera del hombre, ajeno a él, excluido de actuar sobre su mundo. Así, el universo (DC, Marvel o el que fuera) era un universo de seres humanos, poblado y regido por éstos, cuyo poder era limitado y, aunque se acercara peligrosamente a lo invencible, seguía siendo tratado como una habilidad más, una suerte de "especialidad" sin consecuencias sobre el equilibrio del mundo. Dicho de otro modo, el poder absoluto no era imaginado en acción, no era encarnado por uno de los dramatis personae de la historia. Era regentado pasivamente por seres indiferentes cuya existencia era, en el. fondo, irrelevante, ya que su paso por la vida de los héroes no introducía cambios.

Cuando Los 4F se encuentran en la Luna a un ser con poder tan inmenso como el Vigilante, esto no supone una amenaza para ellos. En ningún momento se cargan las tintas imaginando lo que tal poder podría hacer a la Tierra. Se trata de un ser que vive aparte y, todo lo más, ayuda a Los 4F contra el Fantasma Rojo, pero se deja bien claro que los asuntos de la Tierra no le quitan el sueño. Otro tanto ocurre en las apariciones de Odín y Eternidad, que en ningún momento descienden a luchar lado a lado con el héroe ni con el villano. Su preocupación se limita a algo tan abstracto como el equilibrio cósmico de fuerzas, que no se va a ver amenazado por una pelea entre Thor y Mr. Hyde. Sin embargo, es significativo que hacia 1965 ya fuese necesario su "consejo" para capear el temporal ante un Dormanmu, por ejemplo. Un signo de la paulatina evolución que Marvel experimentaba en los 60 en su forma de tratar el superpoder, en busca inconsciente del personaje tipo Galactus. Nadie, en cambio, había dado el paso de colocar a uno de estos "dioses" en el casting, de situar a sus protagonistas en esa tesitura. Ese primer paso que supone imaginar que, dado que en la vida real no somos nosotros, la humanidad, ni los superheroes que nos representan en la ficción, poseedores de un poder sin límite mencionable (como el Vigilante), otro seres sí lo poseen y lo utilizan, y el uso que hacen de él entra ¿por qué no?, en interacción con nosotros, incluso en conflicto y, pueden ser, por tanto, personajes del drama "Vida e historia de los 4F"o "Vida e historia de Thor", del bando de los enemigos. Todo esto encarna Galactus. Es el primer personaje que cumple esta función en un tebeo de superheroes y el más carismático en este sentido. Es también el más logrado, el mejor construido. Desde su aparición, el reconocimiento de su categoría como invención dramática es inmediato, y así lo demuestran las sagas que se le dedican. A partir de él, Kirby y luego los demás introducirían poco a poco personajes similares en las otras series, aunque no tan bien perfilados como su original. La aparición de estos arquetipos y su evolución en el Universo Marvel de 1966 a 1972 marca, a mi modo de ver, la etapa cumbre de la historia del género de superheroes, por la capacidad que el juego de personajes confiere para la representación con ellos de genuínos mitos, de auténticos símbolos cargados de innombrables y atávicas resonancias.

Galactus no ataca para dominar el mundo, hacerse con el poder o esclavizar al resto. Esas son las metas de los supervillanos usuales. Y el superhéroe lo impide, rompiendo así una lanza por la ley y el orden reinantes. El móvil de Galactus es ciego. Él participa de la indiferencia hacia los asuntos humanos del Vigilante y de Eternidad. Es sólo la necesidad lo que le obliga sin importar que en el camino de su propia supervivencia la Tierra perezca. No odia ni espera recompensa. Es el perfecto recipiente en el que encarnar el temor más profundo del hombre, el símbolo perfecto de su destino. La reacción de Los 4F en estos episodios es la más extrema. Son conscientes de su final. Los lectores percibimos lo absoluto del poder del gigante, lo imposible que va a ser para Los 4F vencer ni escapar. Sin embargo, el drama se representa hasta su final, trasposición de la vida misma, explicación mitológica del hombre. ¿Y cómo se resuelve esta situación en una serie indefinida de comics? Como ante la misma parca no cabe la victoria, sólo el aplazamiento, sólo cabe pactar con Galactus con el universo entero en la balanza, y posponer su abrazo. Vivir para ver otro día más. De esta primera forma se alcanza a imaginar, por fin, el poder absoluto en un relato de superhombres. Finalmente, vemos su cara, el mismo rostro inexpresivo y frío de Galactus, la mirada indiferente del que ha de venir. Considerado como un género que trata del poder, del poder absoluto ya, el tebeo de superheroes daría su siguiente salto evolutivo en 1982, con el Miracleman de Alan Moore, prototipo del superhombre nietscheano, tras una década de los 70 dedicada a desarrollar e hipertrofiar de mala manera lo que en manos de Jack Kirby podría considerarse nuestra moderna teogonia, la de los fans de comics al menos. Pero este es el momento de gloria de la Marvel. Disfrutadlo. ■ Enrique Vela

publicado en Clasicos Marvel nº19 editorial Planeta-DeAgostini, febrero 1990.


WHAT THE...?! Nº2 SUPERBMAN VS. THE FANTASTICAL FOUR. GUION Y DIBUJO: JOHN BYRNE











What the...?! nº2 publicado en Marvel Heroes nº24 por Planeta-DeAgostini, diciembre 1988.

viernes, 22 de agosto de 2014

20 años de Aquaman de Peter David

Por el heraldo de Melkart.

En agosto de 1994, la serie de Aquaman fue a parar a las manos del guionista Peter David y del dibujante Martin Egeland, que posteriormente fue sustituido por Jim Calafiore, regalándonos una de las mejores etapas del personaje. Corrían los oscuros años 90, aciagos y recordados por las especulaciones de números uno, la burbuja de los cómics, las espectaculares portadas con brillos y efectos 3D, las armas grandes, los personajes oscuros y violentos y lo peor de todo, pobres guiones. 

Aquaman vol 5 nº 1. Fecha de portada agosto de 1994.
Aquaman fue la excepción, pero como se trata de un personaje que no goza de tanta popularidad, ni cuenta con la legión de fans de Batman o Spiderman por poner sólo dos ejemplos, podría considerársele cómic de culto, olvidado por su condición de héroe menor.

He leído por ahí, tendría que contrastar las fuentes, que la editorial DC impuso al guionista Peter David que Aquaman tenía que perder una mano por aquello de que la tendencia en los años 90 era que los personajes tenían que ser oscuros, atormentados y tener un pasado trágico. Tratándose de Aquaman, que en la edad de oro no se lo tomaban muy en serio, le tocó perder su reino, su familia y una de sus manos. Su larga melena y su barba solo eran el reflejo de la mala situación que estaba pasando el personaje.

El número 2 fue impactante porque cuenta como Aquaman perdió la mano, devorada por pirañas en su enfrentamiento con Charybdis, hecho que marcó el transcurso de todo el desarrollo del volumen 5.
Aquaman vol 5 nº 2 septiembre de 1994.
Página en la que Aquaman pierde la mano.
Imagen para los más morbosos.

Posteriormente al número 2 se publicó Aquaman 0, con motivo del evento hora cero en el que se explicaba los orígenes de los personajes de DC. Su mano fue sustituida por un arpón muy rudimentario.
Aquaman vol 5 0 Octubre de 1994.


En el número 3, aparece Superboy.

Aquaman vol 5 3 Noviembre de 1994

En el número 4 aparece Lobo. Este es para mi gusto el mejor número del volumen 5.

Aquaman vol 5 4 Diciembre de 1994
Podría seguir y extenderme porque me he leído los 45 números de este volumen con guión de Peter David, que demuestra tener un gran dominio sobre cómo hacer interesantes las historias, cómo mantenernos enganchados a las páginas y cómo cerrar un número dejándonos con ganas de leer el siguiente. Prefiero que descubráis por vosotros mismos que también hay buenos cómics en los 90 y no deberíais dejar pasar la oportunidad de leer Aquaman de Peter David.

jueves, 21 de agosto de 2014

MARVEL KNIGHTS: INHUMANOS GUIÓN: PAUL JENKINS DIBUJO: JAE LEE



MÁS QUE HUMANOS

Cuando se hizo público el anuncio del acuerdo entre las editoriales Marvel Comics y Event Comics sobre la publicación por parte de los responsables de esta última de algunos títulos protagonizados por personajes de la primera, hubo gente que no las tenía todas consigo. Y es que los responsables de Event Comics eran dos dibujantes, Joe Quesada y Jimmy Palmiotti, y los dibujantes sufren el sambenito de restar importancia a las historias en beneficio de la espectacularidad visual, por no hablar de la mala fama que tienen de ser pésimos ejecutivos (excluyendo a esa luminaria de los negocios que atiende por Todd McFarlane, claro), produciendo el consiguiente caos editorial..

Quesada y Palmiotti pronto disiparon los temores al anunciar la plantilla de guionistas que se harían cargo de las series: tres novatos, Kevin Smith, el aclamado director y guionista de cine Christopher Golden y Mike Sniegoski -productos de la escudería de Billy Tucci-, y dos reputados y sólidos guionistas con unos cuantos años de carrera a sus espaldas, Christopher Priest y Paul Jenkins. El trabajo más reciente de Priest era la serie de Acclaim Quantum & Woody, serie de culto a la que quizá le faltó apoyo editorial, mientras que Jenkins, Hombre Lobo de Marvel aparte, venía de una estancia de más de tres años en una de las series más interesantes de DC: Hellblazer. No sé a vosotros, pero aquí nos parece que contratar a estos guionistas sí es preocuparse por las historias que se van a contar. En declaraciones a la página web Newsarama, Jimmy Palmiotti lo decía así: "Nuestros tebeos no son tebeos de grandes peleas... sobre todo contamos una historia. Claro que de vez en cuando el malo le sacude al bueno y viceversa, pero la mayoría de lo que hacemos es desarrollar el personaje y explorar quién es el que está detrás de la máscara". Toda una declaración de principios. ¿Y qué iba a hacer Paul Jenkins, un escritor británico con pedigree, con unos personajes absolutamente memorables pero absolutamente secundarios que no habían tenido serie propia desde hacía un par de décadas? "Para mí, el quid de la cuestión, el aspecto más atractivo de escribir Inhumanos es la oportunidad de examinar la naturaleza del ser humano. Son una serie de sorprendentes criaturas sobrehumanas que viven en un superciudad lejana, y no pueden estar más alejados socialmente del resto del planeta. Cada uno de ellos desarrolla un poder maravilloso que define su clase social, su rey nunca ha sido derrotado en batalla y tienen un montón de trogloditas bajo la ciudad que hacen todo el trabajo sucio mientras ellos andan por ahí arriba bebiendo pina colada. Muy parecido a la vida real." Con las propias palabras del guionista, ya sabemos qué esperar de esta nueva serie de Inhumanos: un crudo análisis social de Attilan, una ojeada a las relaciones de la familia real (sobrecogedoras escenas de diálogo/monólogo entre el loco Maximus y su hermano Rayo Negro) y... ¿hemos mencionado un ataque total sobre Attilan que amenaza con reducirla a cenizas? El dibujante Jae Lee, que tiene fama de ser uno de los dibujantes más lentos sobre la faz de la Tierra, hace un trabajo espléndido en la serie. Nunca los Inhumanos habían parecido tan aterradores y tan frágiles a un tiempo. Nunca habíamos visto a un Maximus tan pavoroso en su locura, tan metódico en su venganza. Nunca habíamos visto a Rayo Negro tan majestuoso, tan imperial, tan regio... y tan vulnerable. Nunca Attilan había sido tan hermosa y terrible a la vez. Una vez más, Jae Lee dejará boquiabiertos a los lectores.

La serie limitada de 12 episodios Inhumanos se ha convertido en Estados Unidos en un éxito sorprendente, lo que allí llaman un sleeper. El tratamiento de los personajes de Paul Jenkins y los increíbles dibujos de Jae Lee han ido ganando adeptos a cada paso del camino. Ése es, probablemente, el gran mérito de esta línea Marvel Knights: el haber sabido escoger personajes considerados como secundarios en el Universo Marvel y exprimir su inmenso potencial, dándoles una lectura nueva y emocionante. Daredevil, Pantera Negra, Inhumanos y Punisher son sólo la primera oleada. Preparaos para Doctor Extraño y la Viuda Negra. No está mal para una línea dirigida por un par de dibujantes, ¿verdad?
gonzalo quesada


PAUL JENKINS Y JAE LEE
 De los cuatro títulos que formaron la primera oleada de Marvel Knights, sin duda el éxito ha llegado a ser calificada como la versión Vértigo (la linea de DC de comics de temática más adulta) Marvel. Naturalmente, la comparación no es ociosa si pensamos que su guionista, Paul Jenkins, ha trabaja parte de su carrera en el título emblemático de la línea Vértigo -junto al Sandman de Neil Gaiman-: Hellblazer.

Este joven británico, perteneciente a la tercera generación de talentos proveniente de las islas de más alla del Canal de la Mancha (la primera estaría representada por Alan Moore y Neil Gaiman, la segunda por Grant Morrison y Peter Milligan y la tercera, más diversa, por guionistas como Garth Ennis o Warren Ellis) empezó su carrera en la industria del comic trabajando como editor para compañías tales como Tundra Publishing (ni más ni menos que en la serie Teenage Mutant Ninja Turtles), Majestic Entertainment y Mirage Studios (fundados por Kevin Eastman co-creador de las Tortugas Ninja junto a Peter Laird, tras el descalabro de Tundra). También dio sus primeros pasos como guionista en la editorial Tekno Comix, escribiendo un par de números de la creación de Neil Gaiman Teknophage tras la estancia en la colección de Rick Veitch. Para Mirage escribió la miniserie de seis números Construct con dibujos de Leo Duranona.

A mediados de los años noventa, Paul Jenkins había enviado varias propuestas de historias para la serie Hellblazer que llamaron la atención de los editores Karen Berger y Lou Sttathis y, tras una conversación telefónica, le valieran convertirse en el nuevo guionista fijo de la serie tras la espectacular etapa de Garth Ennis en la misma y un breve paréntesis a cargo de Eddie Campbell. Jenkins empezó a escribir Hellblazer en el número 89 y ya no lo abandonaría hasta casi tres años después, en el número 128. El espléndido Sean Phillips dibujó la serie ininterrumpidamente hasta el número del décimo aniversario, el 120, y a partir del 121 su puesto fue ocupado por Warren Pleece. Bajo las riendas de Jenkins, John Constantine cambió la desmesura de Ennis por un toque más sutil, menos sangriento y más mágico, pero siempre con el horror como fondo. Durante su estancia en Hellblazer apenas escribió otras series, si exceptuamos dos números de Legends of the Dark Knight, un cruce de Hellblazer con Books of Magic y algunas historias cortas para Weird War y Winter's Edge, todo para DC.

Marvel se fijó en Jenkins para su nueva línea Strange Tales, que llevaría como título bandera el Satana de Warren Ellis, pero la operación se frustró tras los cambios sufridos por Marvel en su cúpula directiva (que ahora insistía en que los nuevos títulos debían llevar el sello de aprobación del Comics Code y, por lo tanto, su temática adulta quedaba en el olvido) y la nueva "línea" quedó reducida a dos series, Hombre Cosa de DeMatteis y Sharp y Hombre Lobo de Jenkins y Manco. Ambas colecciones fueron canceladas y refundidas en un sólo título, Strange Tales, que no sobrevivió más allá del segundo número. Con su otro proyecto, Deadside (dibujado por Ahsley Wood), para Acclaim Comics, corrió peor suerte aún; la editorial cerró antes de ser publicado.
Se abrió un impass para Jenkins del que pronto salió precisamente para trabajar en Inhumanos. Su trabajo en esta serie llamó la atención de Todd MacFarlane, que lo contrató para escribir el primer anual de Spawn, dibujado por un espectacular Ashley Woods. Sus dos últimos trabajos son la serie regular Spawn: The Undead, con Dwayne Tumer (hasta entonces dibujante de Curse of Spawn) y tres números de la serie de Spiderman Webspinners, dos de ellos dibujados por su viejo compinche Sean Phillips y el tercero por el joven valor J. G. Jones, recién salido de la miniserie Black Widow para Marvel Knights. Jimmy Palmiotti ha anunciado la posibilidad de que Jenkins trabaje en más proyectos de Marvel Knights una vez terminada la maxiserie de Inhumanos.

Jae Lee (ningún parentesco con Stan ni Jim) nació en 1972 en Corea del Sur y a la edad de dieciocho años empezó a trabajar para Marvel tras conocer a Scott Lobdell en una convención en un serial del título Marvel Comics Presents dedicado a la Bestia (publicado por Forum en X-Men vol. 1 nº 2-11) que Rob Liefeld, entonces en la cresta de la ola, había comenzado un año antes y quedó interrumpido en el segundo capítulo. Tres números de Factor-X (los correspondientes al megacruce "La Canción del Verdugo") y varias páginas de Uncanny X-Men n° 304 más tarde, Jae Lee se encargaría, en 1992, de la serie Namor, de donde saldría una docena de números después convertido en una megaestrella. Su penúltimo trabajo para Marvel serían tres números de Spider-Man coprotagonizados por Puño de Hierro.

A Lee le llovían las ofertas de todas las editoriales, y se decidió por la entonces flamante Image. Para los estudios de Rob Liefeld dibujó Youngblood Strikefile (publicado en forma de tomo por World Comics en 1994) y para los Wildstorm Studios de Jim Lee WildC.a.ts. Trilogy (miniserie de tres episodios también editada por World Comics). El siguiente paso sería su propia creación, Hellshock, cuya primera miniserie tuvo un gran éxito, pero que se vio perjudicada por la irregular cadencia de salida (en casi dos años apenas se publicaron tres números) hasta su aparente cancelación.

Inhumanos supone el regreso de Lee a la publicación de una serie regular y ya tiene un par de proyectos en forma de miniseries, también para Marvel Knights, de los que aún no se sabe nada. Recientemente, Paul Jenkins declaró que se había ofrecido a hacer de editor para que Jae Lee retomase su Hellshock.

gonzalo quesada















Marvel Knights: Inhumanos, serie de 12 números, publicado por editorial Planeta-DeAgostini, noviembre de 1999 a agosto 2000.

CLASICOS MARVEL nº25 POWERMAN & IRONFIST

Un encuentro inesperado

Portada de Carlos Pacheco
 I.POWERMAN
Luke Cage, Hero for Hire. Así rezaba la cabecera del número uno de esta colección, con fecha de portada de Junio del 72, cabecera que, más tarde, en su número 17, seria sustituida por la de Powerman. Héroe de alquiler. Dos términos que no parecían encajar. Pero encajaban. Dentro, Archie Goodwin al guión, y George Tuska y Billy Graham al dibujo, se encargaban de que así fuese. Goodwin no tardaría en ceder su puesto a Steve Englehart, quien no sería sino el primero de una titubeante sucesión de nombres en la que seguirían los de Len Wein, Tony Isabella, Bill Mantlo, Marv Wolfman, y, destacando entre todos ellos, Don McGregor, quien aprovecharía su breve paso para imprimir su personal sello de calidad. La colección vagó así desorientada, y, tras casi cincuenta números, seguía siendo una posibilidad, sin rumbo y sin confirmar. Quizá eso estaba a punto de cambiar.

II. IRON FIST
Corría el año 1974 cuando los Estados Unidos y, por extensión, cualquier rincón del mundo donde cupiera una maniobra comercial, se veían azotados por la imparable ola del furor por las artes marciales. Bruce Lee repartía gritos y golpes por igual en las pantallas de los cines, y David Carradine compartía generosamente sus tribulaciones y la filosofía del pequeño saltamontes desde el televisor. Como un resorte más, Marvel decidió no quedarse atrás, y se sumó al evento con notable fortuna. Con fecha de Abril del 74, el mercado USA acogía dos nuevas colecciones: Shang-Chi, Master of Kung-Fu, que había comenzado a aparecer en el nº 15 de Marvel Special Edition (Dic. 73) y se convertía ahora en titular, recogiendo la numeración a partir del nº 17, y el magazine paralelo en blanco y negro Deadly Hands of Kung-Fu; las glorias que ambas colecciones depararían, principalmente de manos de Doug Moench y Paul Gulacy, han de quedar para otro artículo. Apenas un mes más tarde, la colección Marvel Premiere incluiría en su número 15 a otro nuevo personaje de onda oriental, aunque más integrado en la costumbre superheróica: Iron Fist. En ésta su primera aparición, y merced a la labor de Roy Thomas en el guión, y de Gil Kane en el dibujo, se nos desvelaban los primeros apuntes de su origen, un origen que habría aún de continuar en el siguiente número, junto con sus más inmediatas consecuencias, pero de la mano ya de Doug Moench como guionista y Larry Hama como dibujante. Éstos conservarían la autoría de la colección hasta el nº 19, para ser sustituidos por Tony Isabella y Arvell Jones, autores que tampoco habrían de permanecer mucho tiempo en la serie. El nº 23 traería la incorporación de Chris Claremont, acompañado de Pat Broderick en las tareas gráficas, quien, por fin, en el nº 25, daría paso a quien no era -por aquel entonces- más que un recién llegado: John Byrne.

Abandonando Marvel Premiere tras ese mismo número, Iron Fist consiguió el primer número de su colección propia con fecha de portada de Noviembre del 75, al tiempo que Shang-Chi le cedía su puesto en las páginas de Deadly Hands of Kung-Fu, donde el propio Claremont, apoyado para la ocasión por el dibujo de Rudy Nebres,. desarrollaría una extraordinaria saga en seis partes. La colección regular Iron Fist consiguió sobrevivir tan sólo quince números, suficientes para que Claremont y Byrne realizaran uno de sus mejores trabajos en sus respectivas carreras, a años luz de cualquiera de sus actuales producciones. Pero, al cerrar tras esos quince números, Claremont -aficionado ya a la inclusión de multitud de subtramas paralelas- dejaba más de un cabo suelto. La acción se trasladaría así, momentáneamente, a Marvel Team-Up, que, en sus números 63 y 64, reuniría al popular Spiderman con Iron Fist para el cataclísmico final de una de esas tramas inconclusas, la que enfrentaba a Iron Fist con Davos, una especie de medio-hermano de infancia que perseguía su poder. Pero aún quedaban asuntos pendientes.

Ilustración de Carlos Pacheco


III. POWERMAN & IRON FIST
La más reciente incorporación a la fluida lista de autores por los que había pasado el guión de Powerman había sido la de Chris Claremont, en su número acompañado por George Tuska. A unos meses vista alcanzar el medio centenar de números, Claremont, tan acostumbrado a dejar tramas abiertas en sus propia colecciones, decidió cerrar algunas en colección ajena. Así, a caballo entre los años 1977 y 78, aparecieron los números 48 al 50 (Dic. 77-Abr. 78) de Powerman, precisamente los que ahora tenéis entre manos. Respaldado de nuevo por Byrne, Claremont hizo de estos números la prolongación definitiva de la colección de Iron Fist,rescatando y despachando los últimos retazos pendientes de resolución -como el asunto de Misty Knight, alias "Maya Korday", introducida secretamente en la organización del poderoso hampón Bushmaster- y aprovechando para hacer lo propio con el que venía coleando desde aquel primer número de Luke Cage, Hero for Hire: La exculpación de Powerman de un crimen que no cometió, pero que lo había llevado a la prisión de Seagate, donde, precisamente, ganó sus poderes. Byrne saltaría de aquí a ilustrar The X-Men -en realidad lo hacía ya desde un par de meses atrás- y Claremont abandonaría tres números más tarde, dejando esta trilogía como el clásico que ahora os ofrecemos. ■ José María Méndez

Ilustración de Carlos Pacheco


Clasicos Marvel nº25 publicado por Planeta-DeAgostini, agosto 1990.


CLASICOS MARVEL. Erase una vez el siglo XXXI... ¿Durante 1976?




Erase una vez el futuro, concretamente el Siglo XXXI, el año 3015. La Tierra acaba de ser liberada del tiránico dominio de los Badoon. Todo había comenzado en Marvel Super-Heroes 18 (enero-68), allí un pequeño grupo de luchadores de la libertad, formado por un cuarteto de hombres, cada uno de los cuales era el último de su especie (sí, Vance Astro era el último terrestre del Sigo XX), abrieron las puertas del camino hacia la libertad, un camino que permanecería a oscuras durante varios años, hasta finalmente encontrar la luz con la ayuda de algunos de los antiguos héroes del Siglo XX. Pero nada más. A partir de aquí el cuarteto, ahora ya quinteto, debía tomar las riendas de su propio destino y dejarse de los caminos tradicionales del Universo Marvel para explorar un Siglo XXXI desconocido por todos, donde encontrarían una serie de amenazas y situaciones que nadie antes había podido imaginar y que les permitiría demostrar porque son llamados... ¡Los Guardianes de la Galaxia!

¡Únete d Mayor Vanee Astro, al plutoniano Martinex, a Charlie-27 de Júpiter, a Yondu de Alfa-Centauro y a Halcón Estelar de... bueno, su origen te espera en este tomo de Clásicos Marvel B/N, así que no te voy a contar de dónde viene. Como decía, ¡únete a ellos en su viaje al centro de la Galaxia! ¡Conoce a su nueva aliada Nikki, la última Mercuriana! ¡Visita Asylum, el planeta de lo absurdo, y descubre la estremecedora verdad de por qué imita a la sociedad americana del siglo XX! Acompaña también a nuestros héroes al Convento del Fuego Viviente. Enfréntate a nuevos villanos que rara vez habrás visto en el Universo Marvel, como el Hombre Topográfico, (Karanada, el vacío que devora- que diría Yondu) o Los Saqueadores Estelares que fueron/serán Los Cuervos de Arcturus. Recuerda también como los Badoon intentaron conquistar la tierra en el Siglo XX, y descubrirás con una sonrisa que en los años 70 ya tenían nostalgia de los 00.

Erase una vez el pasado, concretamente el Siglo XX, el año 1976, cuando la Casa de las Ideas estaba desbordada de éstas, y autores como Steve Englehart, Jim Starlin, o Steve Gerber daban un nuevo significado a las palabras aventuras cósmicas.

Tomando como punto de partida la mencionada historia de Marvel Super-Heroes 18, escrita por Arnold Drake y dibujada por Gene Colan, Steve Gerber continuó seis años más tarde las aventuras de Los Guardianes en las páginas de Marvel Two-ln-One 4 y 5 y The Defenders 26-29, dotándolos de popularidad suficiente para protagonizar su propia serie dentro de la colección Marvel Presents desde su tercer número hasta el duodécimo. Al Milgrom se encargó de la parte artística influenciado por su participación junto a Starlin en Captain Marvel y reforzado por las tintas de Pablo Marcos, Howard Chaykin, Terry Austin, y Bob Wiaceck. Por último, tenemos uno de los primeros trabajos de Roger Stern que sustituye a Gerber al frente de los guiones de la serie, Forum publica ahora un tomo dentro de su colección Clásicos Marvel en Blanco y Negro donde se recopilan las historias publicadas en Marvel Presents complementadas por la primera aparición de Los Guardianes en los años 60, un número que hasta ahora permanecía inédito en nuestras fronteras. Es una oportunidad única de poder comprobar cuál era la aureola de leyenda que rodeaba a este grupo, y qué es lo que llevó a levantar gran expectación entre el fandom cuando Marvel anunció que publicaría una nueva colección sobre estos héroes a principios de los años 90. Una colección, que por cierto, no tuvo nada que ver con lo que aquí encontraras.


Eduardo de Solazar

Articulo publicitario publicado en Inhumanos nº8, Marvel Knights, editorial Planeta-DeAgostini, octubre 2000.


miércoles, 20 de agosto de 2014

What the...?! nº1 Guión- Peter B. Gillis Lápiz- Hilary Barta Tinta- John Severin









"Números rojos, cheques devueltos por falta de fondos" What the..?! nº1 (Agosto 1988) publicado en España en Marvel Héroes nº22 en Octubre de 1988 Editorial Planeta-DeAgostini.