ELEKTRA SAGA
jueves, 16 de diciembre de 2010
Frank Miller - Krazy Comics Nº11-12 Agosto- Septiembre 1990
ELEKTRA SAGA
Batman: El Regreso del Señor de la Noche por Frank Miller, Klaus Janson y Lynn Varley
DARK KNIGHT
D.K. es un comic polémico. Sin duda pasará a la historia, junto con «Watchmen», como una de las obras de superhéroes que ha conseguido captar al público de otros tipos de comics. El prestigio de estas dos obras ha abogado, de hecho, al de muchas otras de alto nivel («Born Again», «Spiderman vs.Kraven», etc.) y ha derivado incluso hacia una triste comercialización. (
Miller no escatimó medios para el D.K. Algunos han querido darle un excesivo significado político y moral a esta obra que es, ante todo, una narración épica y también psicológica. Como en «Daredevil: Born Again», Miller bucea en la mente del superhombre, sacando a la luz sus pesadillas, obsesiones y debilidades. A pesar de la gran importancia que tiene el texto dentro de esta obra, y al elevadísimo nivel literario de éste, D.K. es ante todo una narración visual, casi cinematográfica. El dibujo, a pesar de haber sido «embellecido» por la paleta de Lynn Varley, es sencillo y esquemático, pero muy potente.
Quizá lo más admirable en Miller sea su asombrosa capacidad de síntesis, tanto en la síntesis guión-dibujo como la capacidad de transmitir gran cantidad de ideas en muy pocas de imágenes. Ocho pequeñas viñetas bastan para el cara-a-cara entre Batman y Dent. En dos pág. nos define los carácteres contrapuestos de Superman y Batman. En una sola página nos hace «sentir» la durísima vida que ha arrastrado Margaret Corcoran.
Miller introduce además
Al mismo tiempo, es un vehículo para la aparición de la gran cantidad de personajes secundarios que aparecen en el D.K., cuya personalidad nos traza Miller en, a veces, 2 ó 3 viñetas. Estos personajes «de fondo», que constituyen una especie de «extracto» de la sociedad en la cual se mueve Batman, son uno de los logros fundamentales de la miniserie. Por poner sólo un ejemplo, fijémonos en el tripulante del satélite artificial que aparece bastante de pasada en pág.
BATMAN:
Miller ha hecho personas de sus personajes. No «tal como son» realmente las personas, sino «tal como deberían ser» para protagonizar grandes historias, lo cual no es obstáculo 1 para que tengan vida propia.
Tal vez ninguno sea tan complejo como este Batman. Miller parece haber evitado deliberadamente una definición clara de personaje.
Así pues, en D.K. vemos a Batman bajo, por lo menos, cuatro puntos de vista. En primer lugar el Comisario Gordon, Carde, Selina Kyle e incluso Oliver Queen ven en Batman a la «fuerza» de la que la sociedad está tan necesitada. Y Miller parece confirmar en diversas ocasiones esta opinión. La comparación establecida entre Batman y Roosevelt en pag.
LOS ROSTROS DEL MAL
El descubrimiento por parte de Batman de su propia debilidad no es espontáneo. El envejecido héroe va transformándose en contacto con los enemigos a los que tiene que enfrentarse. La persecución en el «Túnel del Amor» es en cierto modo un viaje al interior del propio Batman. Sin embargo, el «viaje» ha empezado mucho antes.
El primer enemigo al que se enfrenta Batman es Harvey Dent. Como más tarde explicó Miller en «Batman: Year One», éste fue aliado de Batman durante el primer año de su carrera. En cierto modo, Dent es el «otro yo» de Batman, un espíritu justiciero e inconformista como él, pero retorcido por el trágico accidente que desfiguró su cara. Vuelve al crimen al reaparecer Batman, por «seguir su juego». Batman aparece poderoso y terrible frente a Dent. Dent pertenece al pasado de Batman, a la época en la que la existencia de Batman todavía tenía sentido. cuando los criminales aún se sentían .culpables» y enfermos. antes de matar a alguien. Los matones que sirven a Dent son también humanos, parecidos a los del «Daredevil» de Miller.
Los mutantes encarnan los nuevos tipos. Son un «raza más pura» que el hombre que mató a los padres de Batman. Miller nos deshumaniza incluso en su aspecto físico: su líder es un ser deforme, y todos ellos parecen personajes casi de dibujos animados ataviados con una estética punk bastante horrible. No buscan dinero, son crueles por naturaleza. Batman fracasa frente a ellos. La derrota del líder sólo servirá para que sigan cometiendo crímenes bajo otras denominaciones (p. ej. Hijos de Batman).
Por fin, el Joker. Su degeneración abarca todas las áreas. Según declaró Miller a un fanzine americano, violó a Janson Todd antes de asesinarlo. Recluido en estado catatónico, vuelve a la consciencia al reaparecer Batman, al que parece amar enfermizamente. Significativamente, su última lucha tiene lugar en un «Túnel del Amor». Su muerte, al romperse el Joker su propia columna vertebrarla con su sola fuerza, le hace parecerse a una criatura infernal. Batman es impotente ante él. No puede impedir que masacre al público de un estudio de TV primero y a los niños asistentes a una feria poco después. Ni siquiera tiene valor para matarlo con las manos desnudas. Ante la fuente de maldad que es el Joker, Batman se ve completamente impotente. Después de su última confrontación, el héroe toca fondo.
El último enfrentamiento será con Superman. El tratamiento que da Miller a este personaje también es ambiguo. En la pág.
Joan Josep Musarra
Krazy Comics Nº1 Octubre 1989
Los oficios de la cultura - Comic. Miguelanxo Prado 15-12-2010
Este es el texto que promociona el reportaje.Para mi un trabajo , particularmente bueno, muy bueno.
Los oficios de la cultura - Comic. Miguelanxo Prado
15-12-2010
Miguelanxo Prado es uno de los grandes clásicos de la historieta de nuestro país. Abre las puertas de su estudio a Yago García, estudiante de Ilustración, para mostrarle su estilo de trabajo. El "maestro" es Miguelanxo Prado. Autor de más de una docena de álbumes, entre ellos "Trazo de tiza", uno de los más premiados en el panorama del cómic español. Creador y director de la película de animación "De Profundis". Director, desde sus inicios del salón de cómic "Viñetas desde O Atlántico". Actualmente trabaja en su próximo album: "Ardalén". El aprendiz es Yago García, de 26 años, estudiante de Ilustración en la Escuela de arte "Pablo Picasso" de A Coruña.
El programa tiene dos partes diferenciadas: una en el estudio de Miguelanxo y otra en el Salón "Viñetas desde o Atlántico". En la primera, Miguelanxo le muestra al aprendiz los distintos procesos de trabajo: la escritura de guión, la planificación, el dibujo, el trabajo en el ordenador... y también le muestra trabajos suyos de ilustración. En la segunda, intervienen, hablando de su trabajo. las siguientes personas:
-Carlos Portela. Guionista.
-Raule. Guionista de "Jazz Maynard"
-Roger Ibáñez. Dibujante de "Jazz Maynard"
-Émile Bravo. Actual dibujante de Spirou
-Javi Montes. Autor y secretario de AGPI (Asoc. Galega de Profesionales Ilustración)
-Carlos Pacheco. Dibujante de superhéroes para Marvel y DC
-Ricardo Esteban. Editor.
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Los cómics que traerá Papá Noel
CRÓNICA: SILLÓN DE OREJAS
Los cómics que traerá Papá Noel
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 11/12/2010
Excelente año para los aficionados a los cómics y novelas gráficas. Se confirma el incremento del lectorado que busca y consume esa forma ineludible de literatura/arte tan de nuestro tiempo. Aumenta la calidad de los álbumes y, al mismo tiempo, la edad media de sus lectores: conozco a bastantes que, como yo, han regresado al cómic en edad valetudinaria, quizás porque en ellos encuentran cosas que antes sólo hallaban en las novelas. La lista de los publicados durante el año se haría interminable, de manera que opto por mencionar sólo los que más me han interesado. En primer lugar, dos recopilatorios de sendos clásicos: Julieta Jones (Panini, 29,95 euros) y Lo peor de Vázquez (Glénat, 24 euros). El primero reúne algunas de las mejores historias con las que el gran Stan Drake (1921-1997) se consagró en los cincuenta como uno de los magos de la tira gráfica romántica, con sus dibujos naturalistas y sus guiones de melodrama de clase media norteamericana suburbial. En España los publicó durante los sesenta la editorial Dólar, que también editaba Mandrake el mago, El hombre enmascarado, Flash Gordon, Rip Kirby y demás obras maestras del cómic sindicado estadounidense. Lo que no consigo comprender ahora es cómo compatibilizaba ideológicamente (nunca he dicho que esté exento de contradicciones) mi fascinación por aquellas historietas hiperrománticas (también adoraba el cine de Delmer Davis o Gordon Douglas y las pelisbelicosas de Samuel Fuller) con la dedicación con que me entregaba a la lectura y subrayado de, por ejemplo, Los condenados de la tierra, de Fanon; El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, de Marx, o La función del orgasmo, de Reich, o con mi absoluta convicción (interesada) de que el amor libre constituía el radiante porvenir sentimental de la humanidad, y de que obreros y estudiantes íbamos a protagonizar una revolución que, tras abolir la familia, la propiedad privada y el Estado, implantaría(gulp!)
Fiesta
Me han convocado a una fiesta navideña en la que todos los asistentes deberemos ir disfrazados con alusiones a la crisis. Ya hemos hecho la colecta para la munición de boca, que consistirá en patatas fritas de fábrica, ganchitos y una caja de sidra El Gaitero. También nos hemos puesto de acuerdo para contratar, como árbol de Navidad, a uno de los amigos que despidieron hace más tiempo: se colocará en pelotas en una esquina del salón, con una estrella de cartón plateado en la cabeza y sosteniendo en sus miembros (todos) una ristra de luces de colores adquiridas en un "todo a un euro", y que mantendremos encendidas (¡alegría!) durante toda la velada. Como entre los asistentes habrá gente en paro o en pleno ERE, supongo que el resultado será tan patético como cuando en Cabaret (Bob Fosse, 1972) el maestro de ceremonias (Joel Grey) hacía chistes sobre lo mal que todos lo estaban pasando. Para conjurar el futuro he decidido acudir disfrazado de rico: aún no sé si en el avatar de Tío Gilito (que era banquero), o de José Manuel Lara o, más genéricamente, en el de carismático controlador aéreo, con sus sacrosantos privilegios pisoteados por este Gobierno felón y sin alma. En la fiesta habrá también escritores y (como ahora se reitera) escritoras. No hemos invitado a los top que copan las listas de éxitos, sino a gentes como usted y como yo que no las tienen todas consigo y a las que, probablemente, y como decía Maruja Torres de sí misma, les resulta más fácil votar a los socialistas que perdonarles algunas de las cosas que hacen (y, sobre todo, que no hacen). Gentes, para entendernos, a las que Josep Ramoneda calificaría de "izquierda desencantada con querencias abstencionistas" (en adelante IDCQA) y a las que Zapatero intentará reconquistar tres meses antes de las elecciones con los consabidos panes et circenses programáticos y mentirosos. A esos escritores del montón (me refiero a su valor de cambio, no a sus méritos literarios) la crisis y los recortes les han arrebatado hasta aquellos humildes "bolos" con los que completaban el sueldo y se daban algún homenaje. Hace poco, una amiga mía, a la que habían nombrado jurado en un premio de provincias, se leyó cincuenta cuentos (espantosos) en diez días, acudió en autocar (pagado) a la ciudad que lo concedía, participó en una reunión tan deliberatoria como tediosa que duró cuatro horas (botellín de agua mineral), se sometió sonriente al consabido almuerzo posterior al fallo (en mesón y a menú fijo), y regresó (encantada) a Madrid con un talón de 150 euros netos, y un llavero con linternita que le había regalado la concejala de cultura. A la fiesta también acudirán, además de traductores, ilustradores y correctores, algunos libreros y editores, siempre que les sobre tiempo después de empaquetar y desempaquetar (respectivamente) las devoluciones de las "apuestas" del último mes. Seguro que unos y otros hablan de la inolvidable "semana negra" (la última de noviembre) en la que parecía que la crisis se había tragado a los clientes de las librerías en todo el país: y eso que el libro era un "valor-refugio". Mis amigos convocantes a la fiesta, ninguno de los cuales tiene obra entre las veinte primeras delTop of the Pops literario, saben que los tiempos son duros. Y, como siempre, para unos mucho más que para otros. Ahora lo que hace falta es que los lectores sean curiosos y no acudan a las librerías pensando que los libros mejores (o los más entretenidos) son los que más venden: a veces coinciden, pero no siempre. Les espero a todos en la fiesta. Pero, por favor, vengan con algo.
La compleja arquitectura de la viñeta
REPORTAJE
La compleja arquitectura de la viñeta
ÁLVARO PONS 11/12/2010
Asterios Polyp, novela gráfica brillante y sorprendente, es el retorno al cómic de David Mazzucchelli. Demuestra que el lenguaje de la historieta va mucho más allá de la clásica concepción de híbrido de texto y dibujo
Se ha hecho de rogar, pero tras tres lustros de gestación ve por fin la luz uno de los proyectos más esperados del cómic americano: Asterios Polyp, la primera obra en solitario del inquieto dibujante David Mazzucchelli, en la que asume no pocos retos personales que proyecta a su vez hacia el lector. Un autor de dilatada trayectoria, formado como muchos otros en la dura escuela del dibujante de fill-in, aprovechando los huecos que dejaban los autores más famosos de las poderosas editoriales de superhéroes Marvel y DC. Un camino clásico y lento que se precipitó radicalmente al tener la posibilidad de trabajar junto a un genio como Frank Miller. Su colaboración en la serieDaredevil dio lugar a Born Again, una de las sagas más recordadas de la historia del género, toda una obra maestra del noveno arte donde el dibujante recibiría un doctorado acelerado en el uso más innovador de los recursos narrativos del cómic de la mano de uno de sus grandes renovadores. El aprendizaje no caería en saco roto: su siguiente colaboración con Miller en Batman Año Uno, otro personaje icónico del género, mostraría un salto cualitativo espectacular, una evolución hacia la síntesis gráfica y narrativa en el que tomaba nota de otro grande, el dibujante Alex Toth, y que marcaba lo que sería una futura trayectoria de experimentación constante. Tras abandonar los superhéroes que tanto éxito le proporcionaron, abrazó la independencia más absoluta a través de su propia publicación, Rubber Blanket, una revista donde daría rienda suelta a todas sus inquietudes de experimentación formal y que, con apenas tres números, le abriría la puerta de un ambicioso proyecto: la adaptación al cómic de la novela de Paul Auster Ciudad de Cristal. Con la guía de Art Spiegelman como director del proyecto y junto a Paul Karasik, Mazzucchelli firmó una de las obras más sugestivas de los noventa, un complejo ejercicio formal de exploración de las posibilidades narrativas del lenguaje del cómic que colocaba al dibujante como un referente ineludible del medio. Sin embargo, inesperadamente, tras este éxito se retiraba prácticamente del cómic (con apenas algunas colaboraciones esporádicas en antologías) para dedicarse a la docencia y a un ambicioso proyecto personal que, para desespero de los aficionados, nunca llegaba a ver la luz. Tras quince años y un cambio de siglo, ese anuncio se convertía en la realidad deAsterios Polyp. Una novela gráfica sorprendente tanto en forma como en fondo, donde narra la historia de un brillante pero frustrado arquitecto que, cual nueva odisea en una sociedad de hiperdiseño mediático, inicia un largo periplo en busca de su ex mujer. Un clásico viaje iniciático en busca del yo en el que no es difícil encontrar los muchos paralelismos que se dan entre ese arquitecto refugiado en la enseñanza que nunca ha llegado a construir un edificio y un autor dedicado a la docencia que no ha hecho cómics durante un largo periodo. Un andamiaje argumental eufemístico, construido con un espectacular despliegue de estructuras formales, que sirve de parapeto a un autor deseoso de contar sus ideas sobre la vida, reflexiones a vuela pluma muchas veces, pero frescas en contraste con un planteamiento narrativo diseñado y reflexionado al milímetro. Pensamientos sobre la religión, el amor, la creación o el arte, presentados en un tablero de ajedrez de obsesiva dualidad, expuesta a través de la oposición entre el personaje de Asterios (dual de nuevo en tanto imagen de su creador) y su gemelo muerto al nacer, Ignazio, su opuesto y, paradójicamente, la voz narradora, la voz que debería pertenecer por derecho propio al autor.
Un atractivo y original planteamiento argumental que no olvida dejar espacio para el humor en forma de sutil y socarrona autosátira, pero que tendrá en su desarrollo formal un espectacular valor añadido. Mazzucchelli explora la historia del noveno arte para hacer colecta de un extenso repertorio de recursos narrativos que son reescritos e integrados con obsesión casi acumulativa: estilos gráficos diferentes para cada personaje que se adaptan a su estado emotivo, tipografías diferenciadas, complejas composiciones de página... todo encajado para que el dibujo sea el máximo elemento narrativo, el vehículo de un discurso en el que el texto se integra como una parte más de la narración gráfica, demostrando que el lenguaje de la historieta va mucho más allá de la clásica concepción de híbrido de texto y dibujo. Un grafismo brillante envuelto en un exquisito uso atmosférico de la paleta cromática, jugando solo con cian, magenta y amarillo (y un agresivo rojo reservado a la mujer, el oponente del hombre), que irán combinándose lentamente hasta que los colores vayan naciendo a medida que el viaje interior de Asterios va descubriendo su yo real. Es tan apabullante la diversidad de recursos gráficos que se podría pensar que es este ejercicio formal el protagonista verdadero de Asterios Polyp, pero es precisamente en ese momento donde el autor triunfa, reconvertido en arquitecto de las viñetas que doma esa forma con espíritu innovador para transformarla en el vehículo de sus reflexiones. Una obra que nace como referencia obligada de las posibilidades del noveno arte.
Asterios Polyp. David Mazzucchelli. Traducción de Lorenzo Díaz. Sins Entido. Madrid, 2010. 344 páginas. 30 euros.
La ambición del dibujante
La ambición del dibujante
NURIA BARRIOS 11/12/2010
Tebeo, cómic, historieta o novela gráfica, la literatura en imágenes es uno de los regalos que más lectores conquista. Y lo nuevo de Paco Roca, El invierno del dibujante, ilustra un pasaje histórico del género: el factoría Bruguera y la rebelión de cinco dibujantes en la posguerra
Paco Roca (Valencia, 1969) aprendió a dibujar copiando las historietas que más le gustaban: el Capitán Trueno, el Jabato, Mortadelo y Filemón, Sir Tim O'Theo... Imaginaba a sus creadores como hombres muy ricos y felices; su trabajo, como la mejor profesión del mundo, y la editorial Bruguera, donde publicaban, como la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Con ocho años dibujó con unos rotuladores Carioca un par de historietas y las envió a Bruguera. No obtuvo respuesta, pero aquel silencio, lejos de irritarle, aumentó su fascinación. Ahora, Roca se ha convertido en uno de los nombres más importantes del cómic en España. En 2008 ganó el Premio Nacional del Cómic conArrugas, una novela gráfica en torno al alzhéimer que él, fiel a su vieja admiración por la factoría Bruguera, denomina "tebeo". La curiosidad por ese mundo desaparecido ha sido el germen de El invierno del dibujante, su nuevo álbum, sobre aquellos dibujantes que rodaron en papel otro No-Do, indispensable para comprender los años de posguerra y protagonizado por personajes inolvidables: Carpanta, Zipi y Zape, Doña Urraca, las hermanas Gilda, Tribulete, Carioco, Gordito Relleno... La crónica más veraz de la vida española, según aseguraba Vázquez Montalbán.
PREGUNTA.
El invierno del dibujante transcurre en Barcelona entre 1957 y 1959. ¿Por qué eligió ese momento?
RESPUESTA. En 1957, cinco de los dibujantes estrella de Bruguera dejaron la editorial para crear la revista Tio Vivo. Escobar, Cifré, Peñarroya, Conti y Giner se marcharon para controlar sus creaciones. Aquella aventura fue un anticipo de las reclamaciones sobre los derechos de autor. Por primera vez en España y en Europa los dibujantes gestionaban su propia revista, pero Bruguera hizo todo lo posible para que Tio Vivo no funcionara y a finales de 1958 regresaron. Si aquella aventura hubiera tenido éxito quizá el tebeo habría tomado otro derrotero más maduro, como sucedió en otros países.
P. En un chiste de Peñarroya, un hombre mira el fondo de su taza y dice: "Cada día consulto mi futuro en el poso del café... y cada día lo veo negro". Los nuevos dibujantes que entraron en Bruguera (Ibáñez, Raf...) tras la marcha de Peñarroya y sus compañeros no mantuvieron ese tono de crítica social.
R. Representaban dos formas de ver los tebeos: la de Peñarroya y sus compañeros era mucho más social; mientras que los nuevos, que no habían vivido la guerra, hacían gags. Era una época de transición, en un par de años sucedieron acontecimientos que cambiaron la vida de los españoles: la aparición de la televisión, del seiscientos... Los viejos dibujantes se quedaron un poco fuera de esa nueva realidad. Carpanta, por ejemplo, continuó en una España que ya no pasaba hambre.
P. En El invierno del dibujante aparecen la censura, un mensaje radiofónico de Franco, referencias al paso por la cárcel de uno de los hermanos Bruguera y de algunos dibujantes como Víctor Mora, Peñarroya y Escobar
... Pero la novela no tiene un tono combativo, ni siquiera amargo.
R. Utilicé distintas tintadas para reflejar la época del año, pero sobre todo el estado de ánimo de los protagonistas. La tintada es rosa en la primavera de 1957, cuando idean la aventura; es cobre en verano, cuando la ponen en marcha, y gris en invierno, cuando asumen el fracaso y regresan a Bruguera. Esa tintada gris es el espejo de una época donde lo esencial era subsistir. La guerra estaba reciente, había miedo a algo abstracto como el poder, se buscaba no destacar para evitar que te cortaran la cabeza... Cuando los demás países reconocieron al régimen de Franco, perdieron la esperanza. Solo les quedaba agrisarse y aguantar o huir. El invierno a que hace referencia el título es el de 1959, con la vuelta de los dibujantes a Bruguera, pero en realidad habla de un invierno muy largo porque la mayoría murió antes de recuperar sus derechos de autor.
P. El año que duró la aventura de Tio Vivo debió de ser apasionante, pero usted solo habla de su inicio y de su final.
R. Fueron más importantes las intenciones que el resultado, que no fue tan innovador. Los cinco dibujantes tuvieron que competir con Bruguera, que tenía el monopolio infantil y juvenil de las distribuidoras y de los quioscos. Pero además tuvieron que competir con sus propias creaciones: los personajes que habían inventado, y que no les pertenecían, eran ya parte de la cultura popular. Nadie sabía quién era Escobar, aunque todos sabían quién era Carpanta. Cuando regresaron a Bruguera, la editorial compró la cabecera y la mantuvo como una de sus publicaciones. Para mí lo esencial es la lucha que abrieron por la posesión de sus personajes. Fue un acto de valentía.
P. Imagino que la imagen idílica que tenía de Bruguera ha cambiado radicalmente.
R. Bruguera fue muy importante para la cultura española. Mis padres leían El Capitán Trueno, yo crecí con esas y otras historias y mi sobrino ha crecido leyendo Mortadelo y Filemón. Era una empresa modélica: daba de comer a muchas familias y cuidaba a sus empleados, pero los dibujantes la veían de una forma diferente. Ellos cedían las páginas que entregaban y los personajes, y si la editorial publicaba varias veces la misma página no volvían a cobrarla.
P. Presta especial atención a Escobar.
R. Admiro a Escobar: era un excelente dibujante, estuvo en la cárcel, era una persona comprometida, inventó objetos como un cine casero, fue dramaturgo y actor, enseñaba dibujo por correspondencia... Era un renacentista. Si lo hubiera conocido, habría conectado con él. Era el personaje perfecto para poner en su boca las reivindicaciones.
P. También se fija con más detalle en Rafael González, el director de publicaciones de Bruguera, y en Víctor Mora, el redactor jefe.
R. Sucede con ellos como en La guerra de las galaxias: Rafael González fue un Jedi que pasó al lado oscuro y se convirtió en el perro guardián de la empresa, mientras que Victor Mora representa a Luke Skywalker. Mora creó uno de los personajes míticos de la cultura española, el capitán Trueno, y luego huyó a Francia, donde escribió novelas y guiones para cómic. De él obtuve mucha información porque sigue vivo y muy lúcido. En el caso de Rafael González, la historia empieza y acaba con él, su verdadero protagonista. Era un hombre con inquietudes artísticas, escribió guiones, fue el creador de ese lenguaje tan peculiar de Bruguera que llamaba gendarmes a los policías y piastras a las pesetas para burlar la censura... Él se sentía más cercano de los dibujantes que de los empresarios, pero optó por la estabilidad familiar y económica y eso le obligó a actuar de manera contraria, lo que le debió amargar bastante.
P. Señala a Vázquez, autor de series tan populares como Las hermanas Gilda o La familia Cebolleta, como el traidor que reveló a Bruguera los planes de sus compañeros para crear Tio Vivo.
R. Era el dibujante estrella de la editorial, todos le imitaban, ser bueno o ser malo se basaba en parecerse a su estilo. Con él pasaba como con González: o era la persona más encantadora del mundo o la más vil. ¿Traicionó a sus compañeros? Es una hipótesis. Escobar se lo comentó a una persona de la editorial y Víctor Mora no lo sabía, pero me aseguró que Vázquez lo hubiese hecho sin pensárselo lo más mínimo. En cualquier caso,El invierno del dibujante es una obra de ficción, no un ensayo, y, aunque intento ser fiel a la realidad, interpreto, recreo y convierto a las personas en personajes.
P. Es curioso pensar que los perdedores fueron quienes se encargaron de entretener a
R. Francisco Bruguera era republicano y acabó en la cárcel hasta que su hermano Pantaleón, que era nacional, lo sacó. Juntos se encargaron de la empresa. Casi todos los dibujantes de Bruguera eran republicanos y Francisco y Pantaleón crearon una especie de nido, de cúpula defensiva alrededor de ellos para protegerlos. A Víctor Mora, por ejemplo, le pagaron los meses que estuvo en la cárcel.
P. Usted forma parte de una generación de dibujantes que publican con éxito novela gráfica. ¿Qué les separa de aquella generación de Bruguera y qué les une?
R. El medio sigue siendo el mismo, pero las palabras "historieta", "cómic" y "novela gráfica" marcan las fronteras. Ellos hacían historietas infantiles, no se planteaban hacer algo que no fuera interesante para un niño. El cómic ya llega a otro público porque habla de terror, de ciencia ficción, de sexo... Y luego surge la novela gráfica, que supone la libertad total para hacer lo que quieras y como quieras, sin limitaciones. Básicamente nos separa la ambición.
El invierno del dibujante. Paco Roca. Astiberri. Bilbao, 2010. 128 páginas. 16 euros. www.pacoroca.com.
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