martes, 24 de diciembre de 2024
Monsters We Make - Tráiler de The Line (para un manga)
lunes, 23 de diciembre de 2024
mondo bulldog Pesadillas de terciopelo (y II) JORDI COSTA
Lo dicho: Hablemos de Daniel Clowes y de su extraño mundo de chicas feas, hombres horribles, adolescentes al borde de la oligofrenia, sectas desmandadas, fondonas strippers, paranoides con voz y voto, apocalípticos desatados, mongólicos lectores de tebeos y freaks con alma. En un reciente número del catálogo Advance Comics, nuestro hombre invertía dos páginas ciertamente impagables en intentar convencer a los lectores de la popular publicación de que comprasen EIGHTBALL, Su portentoso "comic book": el tebeo de superhéroes ha pasado a la historia y la alternativa es EIGHTBALL, decía más o menos el optimista Daniel Clowes, a las puertas de ese catálogo ocupado casi en un 95% por los empijamados justicieros de siempre. Clowes es un islote raro dentro de la actual historieta americana; uno de los más interesantes creadores de ese neo-underground que parece surgir en los márgenes de la historieta superventas, al tiempo que un incansable francotirador de lúcidas reflexiones sobre la rotunda miseria intelectual del lector medio de tebeos en su país y, por extensión, en el mundo entero.
Su personaje del joven Day Pussey, patético devorador de comic-books y trekkie fundamentalista con la frente perpetuamente perlada de sudor, supone una de las más despiadadas visiones del aficionado al medio que se han perpetrado desde los días del Jerry Lewis de "Artistas y modelos". Capaz de despertar las iras de una escultural "cita a ciegas" al confundir a Anton Chejov con el Chekov de Star Trek o de retirarle el saludo a quien no sabe distinguir a un "androide" de un "cyborg", Pussey -de oficio, (¿lo adivinan?) entintador de tebeos de superhéroes- es el reflejo especular de ese lector-basura que ha llevado al medio al estado de coma creativo que hoy conocemos. Es, pues, un personaje que ejemplifica una radical toma de postura por parte de Clowes con respecto a su oficio y a su mercado. Pussey es el miembro más destacado, por su condición autorreflexiva, de esa colección de alucinantes freaks que desfilan por sus páginas: Dickie, fetichista del acné; Grip Glutz y el calamar Shamrock, Needledick, follador de bichos, Fuckface y tantos otros.
Acomodándose entre el estilo "weird chic" de Charles Burns y la voracidad multirreferencial -anclada en lo que Carles Prats acuño como "pulp art"- de Miguel Gallardo, Daniel Clowes ha dado ya a la historieta americana un buen número de páginas inmortales, a través de cuya lectura puede apreciarse una línea evolutiva que parece augurar gigantescos logros en el futuro próximo. Su talento comenzó a brillar con la serie de aventuras de Lloyd Llewellyn -recogidas algunas de ellas en el álbum "#$@&! THE OFFICIAL LLOYD LLEWELLYN COLLECTION" (Fantagraphics Books)-, personaje que se erige en quintaesencia del espíritu "cool" y atraviesa imposibles aventuras ambientadas en un 1960 fuera del tiempo con muy poco de limbo arcádico. Las historietas de Lloyd Llewellyn, en ocasiones, parecen sacadas de una edición marciana de las publicaciones de la E.C. En este primer trabajo, el talento de Clowes preferirá irse puliendo en las distancias cortas, desnudando un estilo fundamentado en la síntesis visual del grafismo publicitario de la época. Lejos de la nostalgia amable de algunas relecturas de la mitología trash en clave post-moderna, Clowes muestra esa "zona crepuscular" a caballo de dos décadas bajo una luz que no tiene nada de clemente.
A partir de 1989, Clowes creará un nuevo comic book que marcará un radical paso adelante en su trayectoria. Libre de las servidumbres de contar con un personaje fijo, EIGHTBALL es, como gusta en definirlo el propio autor, un "one man show" en el que reune periódicamente las múltiples direcciones que está tomando su trabajo: un sabroso cóctel de historias cortas precedido por las hipnóticas entregas del serial "LIKE A VELVET GLOVE CAST IN IRON", que se prolongó hasta el número 10 de la publicación. Con ocasionales incursiones en el sombreado crumbiano, o la desnudez extrema de la animación UPA, su trazo pierde progresivamente la rigidez de las aventuras de Lloyd Llewellyn para mostrarse sorprendentemente camaleónico. El Clowes de EIGHTBALL es un tipo con sed de desafíos: capaz de plantear dos historietas en cámara subjetiva, inventar la tebeo-encuesta -especialidad en la que ha obtenido obras tan notables como "¿Por qué escupe la gente?" o "¿Cómo cree que sonaría la voz de George Washington?"-, darle nuevos bríos al comic confesional a lo Crumb y ejecutar una lobotomizada versión Hollywood de su caudaloso "Like a Velvet...", verdadera estrella de la función durante las diez primeras entregas de EIGHTBALL. Cuenta Clowes que dio comienzo al serial sin tener planificada su arquitectura: "Like a Velvet..." fue creciendo impremeditadamente, mientras su autor iba sumando densidad a la pesadilla, enigmas a los enigmas, inconsciente de que su viaje al final de la noche estaba regido por una implacable dinámica interna.
Sólo algunas obras de Martí y Burns han logrado transmitir la sensación de incómodo desconcierto, de ineludible zozobra que "Like a Velvet...", como un Lynch corregido y aumentado, deja en el lector: tras reconocer a su antigua novia en las imágenes de una película porno especialmente enfermiza, el protagonista del "Like a Velvet..." emprenderá un descenso a los infiernos que le llevará a entrar en estrecho contacto con enfermizas sectas, terribles teorías sobre el orígen de la vida, traficantes de snuff y una camarera de Diner de aspecto monstruoso pero alma delicada, entre otros peligros.
Todo lo expuesto se resume en una frase: a elegir entre "Hay que leer a Clowes" o "Hay que traducir a Clowes". Pero tanto quienes lo lean como quienes lo traduzcan deben tener bien clara una cosa: el autor de EIGHTBAlL no es manjar para todos los paladares. Hablando claro: No es para nenitas. Lo suyo es manduca para tipos duros, para quienes han dejado de vibrar con los caramelos de Roger Corman y Little Richard y han necesitado lanzarse a la droga dura de las películas de Jack Webb o los discos de Esquerita.
Revista Viñetas nº3 marzo 1994 Ediciones Glenat
False Memory: Tráiler y lanzamiento en 2025 (serie china de los estudios Tumble & Flint Sugar)
Spirou et moi- Ronan Toulhoat
De sus numerosas lecturas de revistas, Ronan conserva su amor por el cómic de género, que practica con talento.
¡Tu tablero nos muestra que tienes una gran cultura de los clásicos del cómic!
TOULHOAT ¡Es porque devoré decenas de ellos! ¡Tener acceso a todos estos ejemplares antiguos de la revista Spirou me permitió conocer a mucha gente!
He podido leer a Spirou desde los años cincuenta hasta la actualidad. Recuerdo con alegría cosas muy diferentes: Les belles histories de l ´Oncle Paul o Jerry Spring en los años 50, las páginas sobre innovaciones tecnológicas que estaban en los contenidos en los años 60, los inicios de Frank Pé con Broussaille a finales de los años 70... He atravesado las décadas gracias a la hermosa colección de mis abuelos. Aún hoy indago en la historia del cómic para descubrir joyas del pasado. Puedo pasar horas en librerías de segunda mano para eso.
Dibujaste a Barbarroja, un personaje nacido del lápiz de un pilar de Spirou...
> Victor Hubinon tenía un trazo maravilloso. Mis padres tenían una biblioteca enorme y me atrajo su colección de libros completos de Buck Danny, de los cuales Hubinon fue el primer diseñador. En estos archivos descubrí toda su obra y despertó mi pasión por la aviación. Durante mi adolescencia, dibujé aviones. Tan pronto como hice una página de cómic, incluí aviones. Me cansé la vista con las páginas de Buck Danny y luego con las de Barbe-Rouge. cuando lo hice en mi álbum La República de la Calavera, fui redibujando las secuencias y actitudes de los personajes sin darme cuenta que descubrí cuando era adolescente! La influencia de las lecturas a veces regresa décadas después...
¿Cuándo imaginaste convertirte en profesional?
> Tenía un profundo deseo desde la adolescencia. Para complacer a mis padres, todavía estudié para hacer “un trabajo serio”. Seguí un curso científico para convertirse en ingeniero. Pero, justo después de la secundaria, conocí a Vincent Brugeas, y ambos nos propusimos el objetivo de intentar abrirnos camino en el cómic. Nos animamos unos a otros. Nosotros sufrimos muchos reveses, merecidos, porque aún no estábamos preparados. En 2008, terminamos firmando nuestro primer contrato para el álbum. Bloque 109 publicado por Akileos. Acababa de obtener mi título de ingeniero. Sin embargo, después de seis meses de prácticas, me di cuenta de que no era un trabajo para mí, así que me esforcé por ganarme la vida con los cómics. Los primeros años fueron difíciles, pero aguanté.
Si tuvieras que divertirte encarnando a un personaje nacido en el diario Spirou, ¿quién sería?
> Serían Johan et Pirlouit. es un duo de personajes que me marcó: la aventura, la Edad Media y el toque fantástico, es una serie que reúne muchos de mis ingredientes favoritos.
→ Ronan Toulhoat es el autor de Tête de chien (guión de Vincent Brugeas, Dargaud), La République du crâne (guión de Vincent Brugeas, Dargaud), Conan el Cimmerio (guión de Vincent Brugeas, Glénat).
NACIMIENTO: el 19 de septiembre de 1984 en Chevreuse,
LUGAR DE RESIDENCIA: Le Mans
Entrevista publicada en la revista Le Journal de Spirou nº4468/4469
domingo, 22 de diciembre de 2024
Un caleidoscopio de vivos colores y desgastados horizontes PEPE GÁLVEZ
Missié Vandisandi
Hermann
Los libros de Co&Co n° 8
Ediciones B
Dicen los manuales al uso que las buenas narraciones en general se deben sustentar en la primacía de la historia principal sobre las secundarias, y que debe ser aquélla la que debe contener la parte determinante de la acción dramática. Pues bien los manuales se equivocan o en todo caso el MISSIÉ VANDISANDI de Hermann es una de las excepciones que confirman la regla. Y es que en este album la presunta historia principal que trata de corrupciones y de conspiraciones para denunciarlas, al final no deja de ser un simple pretexto, y no demasiado creíble, para que se desarrollen otras historias.
Además, aquellas poco a poco se libran de su subordinación y configuran un nuevo marco narrativo, que basa su unidad estructural sobre Leit-motivs alejados de la acción standard. Uno de estos ejes dramático-temáticos es el de la decadencia y envejecimiento físico y vital.
Los que sufren esta especie de herida interna, se saben, aunque no lo admiten exteriormente, cada vez más débiles y por ello buscan salidas y remedios a esa irremediable situación que son muy diferentes según su status social y su práctica ética. El protagonista, un jubilado ex-funcionario colonial se mete en una aventura de muy sospechosa presentación porque quiere escapar de la trampa en que se ha convertido la monótona sucesión de sus iguales días grises. El diplomático consentidor del Poder y enemigo del compromiso, cambia de mujer y se busca carne joven, aunque sea de dudosa procedencia. La mujer abandonada cuida su autoestima lesionada con abundantes ingestiones de alcohol... Frente a estos ejemplos "occidentales" Hermann contrapone por un lado la figura, algo ingenua, de una madura mujer africana que vive el presente en un marco casi de supervivencia, pero son renunciar al derecho al placer, mientras que por otra parte recurre a la nostalgia de la juventud, fisicamente bella y moralmente activa en la lucha por transformar una parcela del mundo. Porque los otros, los de cuerpos ya cansados y alejados de la cánones de belleza, o están tan ensimismados en sus problemas que no se enteran de lo que pasa a su alrededor o huyen explícitamente de la realidad. Quizás por ello el protagonista de MISSIÉ VANDISSANDI, Se mueve por la narración como si estuviera perdido dentro de una intriga que no es suya, que se la han prestado y no sabe bien que hacer con ella. Y aquí aparece el segundo leit-motiv temático, el de la manipulación, porque todos los personajes visibles, o protagonistas aparentes, de la trama no son sino peones de otros que actúan desde un segundo plano narrativo. Son estos los que al estirar los hilos de sus marionetas, dan sentido final a sus acciones y al mismo tiempo ordenan la lectura del álbum. Ahora bien, existe otro personaje muy especial que también funciona como eje estructural, él es el objeto esencial de la disputa de los enfrentados intereses y los diferentes personajes rematan su definición según la postura que adoptan hacia él. Se trata de ese país africano anónimo y representativo de tantos otros, que en el álbum va mostrando sus diferentes y contrapuestas facetas según la mirada a través de la cual lo contemplamos y que en un segundo nivel de lectura se nos aparece como el auténtico protagonista de esta gran historia de historias pequeñas.
Revista Viñetas nº3 Marzo 1994 Ediciones Glenat
Nada extraño JESÚS CUADRADO
Doctor Extraño
Orígenes Marvel
Editorial Planeta-De Agostini
STAN LEE STEVE DiTKO
Está mucho mejor en los planos ambiente: de conjunto, generales, -generalísimos (con perdón); pero no, no es que en los conversacionales, en los de exposición, en los de intercambio, en los de réplica, ya saben, los fotonovélicos (discúlpenme, es para entendernos), el gran Ditko desbarre, que no es eso: tan sólo, que allí está porque tiene que estar. Bi bien, es cierto que, cuando está (y lo está, ay, demasiado y a su pesar), lo está en formato propio: si es medio, lo es, pero largo; si es corto, lo es, pero, con angulación, dinamiza el encuadre; si es primero (pocos, con tristeza lo anoto), descarga la luz de su lectura directa, obvia (frontalidad, recorte de lo inmediato, apoyo exterior, en fin, cosas muy suyas, que no de la historia propiamente dicha); no, primerísimos no hay, no se llevaban, no era el momento (o rehuyó el tema, que cualquiera sabe el grado de cansancio de cada uno).
O sea, que no, que no es que se quede corto en lo corto, pero está mejor en lo largo. Dicho así, hasta parece boutade (léase pasada, si se precisa). Como que disfruta, parécenos, en complicarse la alegría en tan diminutos contornos; veamos: la media está bien, de seis a nueva escaques por página, hablo del contorno escénico de la acción en sí: esos férreos límites que establecen las cosas de Lee (el Stan, que no mi General, Don Roberto). Un gran parlamento (hablo en simple apreciación a partir de la tercera entrega, que, las previas, mero probatorio son: encantador, sí, pero ensayo) es siempre cárcel: ayer, hoy y siempre. Ahí tienen los doscientos mil doscientos doce ejemplos morosos (de Víctor Mora, o sea) abrumantes en nuestro pasado y apaisados: los Canella, Quesada y demás, grandes tipos, pero absortos en la convicción de que lo suyo va primero; y sí, para muchos lectores es posible, pero no para todos. En fin, es ya Historia del tebeo, lo de la polémica, digo, del gran bocadillo; también son Historia todos ellos, los creadores: su forma de hacer, si se descontextualiza, ningún sentido se le encuentra.
He aquí, sin rubor lo constato, un clásico de los míos (sin antorchas, humanas o de las otras, por medio, se devora mejor): el gran Ditko, antes de irse al carajo (un poquito ayudado en el empujón, que no todo es autosuicidio en los suicidios). En la edición, no molesta mucho la neocoloración, el traductor (el Patrullero Méndez) vigila lo justo y la memez del prologuista es solapada, colateral; álbum que, como toda la colección, es de búsqueda, pero ya (aún sin su cartoné original). Felices sueños, pues.
Revista Viñetas nº3 marzo 1994 Ediciones Glenat
viernes, 20 de diciembre de 2024
Aquellos maravillosos odios
Buddy Bradley y Cía regresan a las librerías para demostrarnos que las cosas no han cambiado… ¿O tal vez sí?
José Luis Vidal
19 de diciembre 2024
He de confesar que los personajes creados por Peter Bagge me han hecho pasar ratos de irremediables carcajadas. Ese retrato de una sociedad tan imperfecta como la norteamericana, barnizado con una capa de vitriolo y presentando a una familia tan disfuncional como los Bradley se ha convertido en un autentico clasicazo.
¡Odio desatado!
Autor: Peter Bagge
Tapa blanda
Blanco, negro y color
132 págs.
22,50 euros
Ediciones La Cúpula
Pero claro, el tiempo pasa irremediablemente, y su creador en los últimos tiempos tomó otros senderos narrativos, deteniéndose en las vidas de las grandes mujeres Rose Wilder, Margaret Sanger o Zora Neale Hurston, un trío de ejemplares féminas que dedicaros sus vidas a la defensa de la libertad y el feminismo.
Sin embargo, ¿por qué no volver a ese desopilante universo que tan buenos momentos nos ha deparado? Tras tantos años, ¿qué habrá sido de Buddy, Lisa, Babs, Butch y demás personajes?
¡Pues dicho y hecho! Abramos los ojos y ahí tenemos de nuevo al melenudo protagonista, con el aspecto de siempre, el paso del tiempo no parece haberle afectado en lo físico. Ahora ya es un 'serio' padre de familia, sigue emparejado con Lisa que, curiosamente ha calmado su bipolar temperamento (no sé si gracias a la terapia o a la ingestión de algún que otro medicamento).
Pero algo sí que ha cambiado en el 'ambiente', y da bastante miedo. Y es que sobre las vidas de estos personajes planea la ominosa sombra de ese tipo de rostro anaranjado y arquitectura capilar imposible, Donald Trump.
Lisa y su hijo Harold le echan en cara a Buddy que tal vez él le haya votado, hecho este que le cabrea bastante, ya que llegados a este punto de su vida no se fía de ningún político, y se niega a regalarle su voto a nadie.
Lo malo es que la propaganda trumpista contamina a miles, millones de personas, entre ellas a mamá Bradley, que ahora vive en un edificio en el que comparte espacio con otros ancianos. Uno de ellos es, atención, la madre jipiosa de uno de los personajes más extremos, caóticos y divertidos de esta saga, Apestoso.
Su recuerdo volverá una y otra vez a la cabeza de Buddy, que piensa que es el único que conoce su aciago destino. Pero, tal vez, esto no sea así…
Daremos saltos hacia el pasado, esa viñetas en blanco y negro que nos meten de lleno en otra época, no sé si mejor o peor, pero muy diferente en la vida de estos personajes.
Por supuesto, Buddy y Lisa no serán los únicos protagonistas del relato, ya que conoceremos a su hijo Harold, que se está radicalizando por momentos, en parte debido a la influencia de su 'tito' Butch, que ve enemigos por todas partes; Babs Bradley seguirá comprobando como su vida es una interminable sucesión de fracasos sentimentales y Jay, el ex socio de Buddy, estará cerca, demasiado, de ver el final del temido túnel…
En fin, un placer reencontrarse con esta panda, como supongo que también lo ha sido para los editores de La Cúpula y, sobre todo, para Hernán Migoya, escritor, guionista y maravilloso traductor que firma un sentido prólogo.
¡Vamos allá, odiemos a tope!
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