martes, 12 de septiembre de 2017

Paco Roca tira el pijama

El dibujante valenciano cierra su serie autobiográfica con el tercer volumen de historietas, publicadas en 'El País Semanal'

GREGORIO BELINCHÓN

Madrid 10 SEP 2017

Parte de una de las historietas que componen el libro 'Confesiones de un hombre en pijama', de Paco Roca.


Paco Roca cogerá su pijama, lo doblará, lo meterá debajo de la almohada y lo usará solo para dormir. Al menos en su versión comiquera, porque Confesiones de un hombre en pijama (Astiberri Ediciones) supone el tercer y último volumen de historietas en las que Roca se autoparodia como eterno hombre en duda, espécimen derrotado por la tecnología y dibujante ataviado con esa ropa de noche mientras trabaja. "No es que me haya cansado, pero me limitaba en cierta forma. Esas entregas nacieron basadas en el humor, y con el tiempo tener que acabar con un gag por obligación no me dejaba reflexionar sobre temas de mi interés", cuenta el Premio Nacional del Cómic en 2008 y ganador de un goya por el guión adaptado de Arrugas. La tira se inició en 2010 en el diario Las Provincias y sus últimas entregas se han publicado en El País Semanal: el libro recopila 13 publicadas desde septiembre de 2014 más otras dos inéditas y una tercera realizada para la revista de la Academia de Cine. "Esas dos historias extras muestran un poco el camino por el que quiero transitar en este formato".

El dibujante y guionista Paco Roca. LUIS SEVILLANO EL PAÍS

Una de las grandes penalidades de día a día de Paco Roca (Valencia, 1969) es su incapacidad para decir no. Desde cualquier ofrecimiento de una compañía de teléfonos móviles a los numerosos encargos que le proponen. De ahí lo prolífico de su obra. "Ya he aprendido a rechazar colaboraciones por correo electrónico o por teléfono, pero cara a cara... Ahí me pierdo"; advierte. Más allá de su carácter bondadoso, que se intuye en el hombre en pijama, el Roca de novela gráfica es un creador contundente, de ideología humanista, muy directo en sus afirmaciones: ahí están El invierno del dibujante, Las calles de arena, La casa -su último libro-, Los surcos del azar o Arrugas, la obra que impulsó su carrera. Más de 150.000 ejemplares vendidos en total. "Me gusta explorar otros caminos, acercarme a la opinión y al periodismo". ¿Al estilo Joe Sacco? "Nunca sabes, lo mismo luego también me aburro", cuenta entre risas. "Pero sí creo que el cómic en la prensa funciona muy bien. Los reportajes en viñetas son claros, didácticos... Puedes contar hechos muy áridos o complejos de forma amena". Ese tipo de periodismo, habitual en los medios anglosajones, ha llegado con bastante retraso a España. "En muchos casos ha sido autocensura de los autores. Parece que cuando te encargan un cómic en prensa tiene que ser algo para todos los públicos, de humor blanco, que no se meta en temas escabrosos. En cambio, un escritor con columna de opinión puede mojarse. ¿Por qué no un dibujante?".

Tras hablar de su padre en La casa, o mostrar a su pareja -con la que tiene dos hijos, algo que también ha obligado a Roca a vestirse de calle por las mañanas- en Memorias de un hombre en pijama, al dibujante ya no le quedan muchos reparos: "Hablar sobre la relación con mi padre supuso un gran esfuerzo. Y logré superarlo. Ahí está el reto, en entender que a veces sentir pudor por un asunto no debe cortarte para dibujar sobre él. Te hace que te replantees tu trabajo. Cuando abordas algo sencillo, te acomodas en tus herramientas. Sin embargo, cuando encaras, por ejemplo, la memoria histórica, que desde un determinado sector recibe ataques solo con mencionarla, sientes que debes de estar a su altura, crecer como artista. Y en ese campo todavía quedan buenas narraciones por afrontar en viñetas".

Roca, que es de poco enfadarse, sí siente que le cambia el humor con este tema: "Como ciudadano me pongo enfermo de oír al presidente del Gobierno dar cero euros a la Ley de la Memoria Histórica, y en cambio se siga subvencionando a la Fundación Francisco Franco. Hemos alcanzado una desfachatez... A cambio, como autor te das cuenta de que hay un terreno enorme de creación". Roca todavía acompaña los pasos de La Nueve, la división conformada por combatientes españoles que liberó París de los nazis el 24 de agosto de 1944. A ella dedicó Los surcos de azar y la exposición nacida de ese cómic arribará a Madrid mediados de octubre en Centro Cultural Eduardo Úrculo. "Hay mucho material de coleccionistas, de las mismas asociaciones de las tropas... Hasta metralla procedente de heridas de aquellos soldados, una reliquia maravillosa [risas]. Es una exposición muy rica". En noviembre, llegará su nuevo trabajo, La encrucijada, un libro disco con José Manuel Casañ, el cantante de Seguridad Social. "Lo acabamos antes del verano y está esperando al otoño. Es una conversación entre ambos, en la que hablamos de la necesidad de hacer música o de contar historias, y de cómo a veces sientes que te pierdes por culpa del negocio".

Del buen momento actual del cómic español, a Roca le queda claro que se ha superado la burbuja comiquera: "Ya no es un invento de los medios, o el reflejo de la cantidad que hay, portentosa, de buenos creadores. Ahora vendemos a un público generalista, más allá de los aficionados a los tebeos, un sector endogámico y poco plural. Nos compran lectores que no han leído a Mortadelo y Filemón o al Corto Maltés, sino que descubren en la novela gráfica historias distintas, aproximaciones diferentes a temas interesantes. Por fin, el cómic español tiene pies sólidos. Puede que el mercado no dé para tantos autores y publicaciones, pero vivimos nuestro mejor momento en cantidad de lectores y en respeto generalizado".

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Autor: Paco Roca.

Editorial: Astiberri (2017).

Formato: tapa dura (64 páginas).

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LA PELÍCULA SOBRE PACO ROCA SIN PACO ROCA




Raúl Arévalo, en la película 'Memorias de un hombre en pijama'.

Memorias de un hombre en pijama, la película, se estrenará en los próximos meses sin Paco Roca como director. En estas Confesiones... aparece una historieta creada para la Academia de Cine en la que ilustra el inicio de la producción, cuando el valenciano aún figuraba como máximo responsable de realización. "A grandes rasgos, cuando dibujas un tebeo estás solo y siempre estás sufriendo por si no se te ocurren buenas historias. Peleas contigo mismo en pos del mejor material", apunta, aunque no quiere meterse mucho en el tema. “Pero en el cine es diferente. Y aunque trabajé como guionista y director, me vi teniendo que pelear por sacar adelante cada una de mis ideas”.

Sin embargo, Paco Roca ya conocía el mundo del cine, tras su labor como coguionista adaptador en Arrugas, dirigida por Ignacio Ferreras. "Como aprendí con Arrugas, solo puede haber un capitán en el barco, y como yo rehúyo los conflictos, me bajé del barco y decidí dedicarme a otros menesteres más productivos”. Roca ha estado en el proyecto dos años, durante toda la preproducción. “No lo considero tiempo perdido, he aprendido mucho de la experiencia. En el equipo hay gente estupenda y muy capaz que se han involucrado al máximo para convertir este proyecto pijamero en una realidad. Y aunque ya no sea mí película, espero que sea una buena película”. En la película, con parte con los actores de carne y hueso, Raúl Arévalo encarna a Roca, y María Castro, a su pareja, a su jilguero. “Cuando vienes de esas soledad de la creación de un cómic, resulta complejo el mundo cinematográfico, pero seguiré amándolo e idolatrando a Miyazaki y a Takahata".


El Pais

Muere Len Wein, legendario creador de Lobezno y La cosa del pantano

 El guionista y editor de 69 años escribió para Batman, Hulk, Spider-Man o la Patrulla X y publicó 'Watchmen'

ENEKO RUIZ JIMÉNEZ

11 SEP 2017

Len Wein con una camiseta de 'La cosa del pantano'. DC

El guionista Len Wein (Nueva York, 1948) es responsable de algunos de los héroes y villanos más reconocibles de la mitología del cómic —de los más adaptados al cine y la televisión—, y, sin embargo, nunca se le acreditó lo suficiente por ello. "La historia moderna del cómic sería completamente diferente si no fuera por Len. Que nadie lo aplauda por ello es una desgracia". El guionista Chris Claremont, responsable de la etapa más icónica de la Patrulla X, tenía claro lo que la industria del cómic estadounidense debía a uno de sus nombres más infravalorados. Wein creó a Lobezno, a la generación de mutantes de Tormenta, Lobezno o Rondador Nocturno y a la Cosa del Pantano; había escrito para los títulos más famosos de las dos grandes editoriales, y allí además había editado títulos como Watchmen. Wein, guionista clásico que comenzó en el terror, era, al fin y al cabo, un trabajador, uno lleno de imaginación que nunca perdió su entusiasmo como fanático de los tebeos. El creador ha muerto este domingo a los 69 años tras varias operaciones de corazón, que había contado los últimos días por Twitter.

Portada de 'Giant-size X-men'.

Es fácil pasar por alto a Len Wein. Aunque pocos escritores tienen en su currículum etapas en El Increíble Hulk, Spider-man, Batman, Los Titanes (donde comenzó su carrera), Wonder Woman (donde rediseñó al personaje junto a George Pérez), Thor, Iron Man, Los Cuatro Fantásticos y la JLA, era tal su generosidad que cedía el protagonismo a quienes llegaron después. Además de López, sin él ni Alan Moore, que se dio a conocer por su brillante etapa en La cosa del Pantano, ni Chris Claremont, que comenzó como ayudante editorial de Wein en Marvel, tendrían una carrera. Pero su pluma para escribir cómics era tan poco estridente, que no llamaba la atención entre el gran público, si bien dominaba la estructura y la idiosincrasia de las viñetas como nadie.

Wein era un trabajador feroz y compaginó su tarea de escritor con sus labores editoriales en una de las épocas más complicadas y competitivas de la industria. En Marvel se erigió como editor en jefe tras la salida de Roy Thomas y desde allí lanzó toda una nueva manera de entender a los superhéroes, con la creación la nueva y diversa Patrulla-X en Giant Size X-men 1, junto al dibujante Dave Cockhrum, uno de los títulos más legendarios de la historia. En sus páginas, Charles Xavier reunía a un nuevo equipo de mutantes encabezados por Lobezno (heredado de la etapa de Hulk de Wein, en la que le habían pedido un cupo de canadienses), Tormenta, Rondador Nocturno y Coloso. Su trabajo editorial evitó que Wein siguiera en la serie, así que en 1975 pasó las riendas a un joven y entusiasmado Claremont, que había asistido a todas las reuniones como su ayudante. Así comenzó su leyenda, una etapa que duraría décadas. "Para mí era un trabajo más. No era diferente de Hermano Voodoo", contaba Wein en Las historias jamás contadas de Marvel cómic.


Primer cómic de 'La cosa del pantano'.

Las cancelaciones de títulos en aquella época eran constantes, y lidiar con una treintena de equipos creativos no era una tarea sencilla. De hecho, acabó tan cansado por su trabajo como editor que decidió probar un soplo de aire fresco y aceptar la oportunidad de escribir a Batman en Detective Comics. Pero Stan Lee no se tomó bien su paso a la competencia, y decidió que no podía estar en ambos sitios a la vez. DC no tardó en darle un puesto como editor en algunos de los títulos más reconocibles de una nueva era. En esa casa supervisó el lanzamiento de Crisis en Tierras infinitas, que revolucionó el universo para siempre, aunque su nombre siempre estará ligado a Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, si bien sus desavenencias con el guionista por su final fueron públicas desde el momento de su publicación. Tanto fue así que cuando en 2012 la editorial lanzó los polémicos cómics de Before Watchmen, que ahondaban en los personajes de la legendaria serie innecesariamente, Wein era cabeza de cartel: "Iba siendo hora. Moore ha tenido estos personajes durante un cuarto de siglo y decidió no hacer nada con ellos".

Pero Wein para entonces ya tenía el título de leyenda, un autor al que la industria le debía algo que nunca le entregaría. No solo los mutantes o la Cosa del pantano (al que escribió hasta 2016 y que adaptó Wes Craven al celuloide), Wein también ha visto traslados al audiovisual personajes como Lucius Fox, con el rostro de Morgan Freeman en la trilogía del Batman de Christopher Nolan; Amanda Waller, a la que ahora interpreta Viola Davis en el universo DC; Cottonmouth, al que encarnó Mahershala Ali en Luke Cage, o Blanco Humano, que contó con su propia serie de televisión. Aunque, en realidad, todo lo que recibía por ello era el honor de verlos en pantalla: "Nunca vi un duro de las películas Marvel, ni siquiera tengo crédito en alguna de las películas de Lobezno. Hugh Jackman es un hombre encantador y en el estreno de X-men orígenes: Lobezno dijo al público que me debía toda su carrera y me abrazó. Fue muy gratificante, pero hubiera preferido un cheque".

Por eso no es extraño que Wein, que comenzó queriendo ser dibujante, considerara uno de sus grandes logros ser de los pocos de su generación que había logrado superar al tiempo: "Tengo una carrera en este negocio tras 45 años. Eso es algo que no pasa mucho. Soy el hombre con más suerte en el mundo", exclamaba en 2012 en una entrevista en Collider: "He pasado toda mi vida haciendo lo que me gusta ¿Cuántos pueden decir eso?". Ese entusiasmo por los cómics de los que se enamoró de niño con Batman le siguió hasta el final.

El Pais

domingo, 10 de septiembre de 2017

Neil Gaiman SANDMAN

Toni Guiral





Ediciones Zinco


"... Ni tampoco es tan singular que Neil (Gaiman) haya creado un atractivo universo, internamente consistente para estas historias: una cosmología completa con un panteón de seres y de divinos no-seres, un precontinuo no-aristoteliano superimpuesto, un politeísmo recién acuñado tan atractivo como revisionista". (Extracto de la introducción de Harían Ellison a una recopilación de The Sandman, publicada en los Estados Unidos).

¿Implican estas palabras que nos hallamos ante una historieta pedante, aburrida y vanidosa? No. Sandman es, únicamente, una historieta anticonvencional, en el sentido de que rompe los esquemas del clásico comic-book que se limita a explotar los instintos más primarios del lector. ¿Qué significa eso? Vayamos por partes.

¿Cómo llega un comic book a ser anticonvencional? La incisión quirúrgica que supuso la aparición de las editoriales independientes en un mercado saturado de superhéroes es la raíz de la cuestión. De repente, los comic books podían narrar sentimientos convulsivos, casi antisociales, podían cuestionarse los valores impuestos... La industria advirtió la existencia de un nuevo espectro de
asumieron propuestas como Watchmen o Batman: El Señor de la Noche. Los superheroes mostraban facetas ocultas. Pero esto no es más que el  principio. The Sandman fue posible gracias a esta convulsión.

¿Qué tiene Sandman de anticonvencional? Todo y nada. Neil Gaiman. un guionista británico que ya había mostrado sus credenciales en obras tan vitales como Casos Violentos u Orquidea Negra, recibió el encargo de dar forma a un nuevo personaje. Gaiman, visiblemente influido por la literatura y el ensayo, erudito, inquieto, generó un universo independiente, deudor de una ubicua cosmogonía, fabulador de leyendas ancestrales, transmisor de sensaciones transgresoras. Creó, en definitiva, un mundo compacto, abierto a la fantasía y contemporizador con las más antiguas tradiciones filosóficas.

¿Qué o quién es Sandman? Decir que es la personificación del Sueño de los Eternos es vacuo.No es un personaje cómodo, ni cercano, ni mitificado.

¿Quién hace Sandman? Ante todo, y a diferencia de la mayoría de historietas al uso, Sandman es una obra de guionista. Todos los artistas gráficos que han pasado por la serie, y ya son muchos, poseen un talento excepcional para el dibujo, tamizado por una visión muy personal de la historieta. Pero por encima de todos ellos está Gaiman, el personaje, su forma y su contenido. Kieth, Drungerberg, Jones, Talbot están al servicio del guión, de forma que el lucimiento gráfico está exento, se somete al dictado de la narración; otra forma de ser anticonvencional es la refrendada por las sugerentes cubiertas ilustradas por Dave McKean.

¿Es Sandman un comic-book de difícil lectura? Sí, para qué engañarnos. Exige del lector un esfuerzo adicional a la hora de seguir la historia, de leer los textos y los diálogos que cargan, entre comillas, con un claro precedente literario. Sin embargo, Sandman también es un divertimiento, culto si se quiere, pero divertimiento al fin y al cabo.

¿ Cómo debe leerse la edición española de Sandman? Ediciones Zinco, no muy convencida desde el principio del éxito de la serie, publicó los siete primeros números del comic-book original en su colección Universo DC de la siguiente forma: en el número 17 publica el número 1 de la serie original; los números 25 al 27 de Universo DC acogen los números 2 al 7 del comic-book de este personaje. La serie regular española, cortada en el número 19, presenta los números 8 a 28. Un reciente Annual, Orpheus, acaba de publicarse en España junto con el comienzo de la saga Un Juego de Tí, correspondiente al número 32 y siguientes de la serie americana. Esperemos que Zinco se digne, de alguna forma, a continuar la edición española. Si no, siempre nos quedará la posibilidad de acudir a la edición original.





Gabrion EL HOMBRE DE JAVA

Pepe Gálvez



Norma Editorial

El camino iniciático que se supone debe llevar a Herbert (Living)Stone hacia esa personalidad que se vislumbra detrás de ese Hombre de Java que da nombre a la serie se anuncia largo, y es de temer que un pelín reiterativo. Por lo pronto, en esta tercera entrega, titulada Piratas, vuelve a adentrarse en el terreno de la aventura. Para ello retoma la historia allí donde culminaba la trama de Rebelde , el primer álbum de la serie, o sea, en medio de un dantesco y gráficamente lúcido asalto naval, protagonizado por crueles y sanguinarios piratas asiáticos. Con este rizo sobre el tiempo y la narración, el autor parece relegar el segundo álbum a la categoría de paréntesis, destinado a envolver narrativamente la inevitable ceremonia iniciática que el protagonista realizará bajo la dirección espiritual de unos aborígenes australianos, lo que no deja de ser original, hay que reconocerlo. Ahora bien, como resulta que eso de la perfección personal es algo difícil de conseguir, la lucha de Herbert contra sus pertinaces inmadureces permanece como un eje argumental, que a veces potencia y a veces interfiere en el ritmo del álbum. Nos encontramos, pues, ante un adolescente que, alejado de sus raices geográficas y culturales, y superada su dependencia de la razón, se dispone a vivir emotivamente al día, y disfrutar de su tardía vocación marinera . O lo que es lo mismo, se acerca al prototipo de ficción del aventurero europeo, a ese espécimen opuesto a las convenciones sociales de su país de origen, que acepta la incerteza laboral, la mediocridad económica y la soledad sentimental, como contrapartida de un cierto grado de libertad e independencia. Claro está que este escenario coincide con el de una situación colonial, en la que las riquezas y tesoros de unos coexisten con la miseria y el expolio de otros. Pero el inevitable toque etnocentrista de nuestro género de aventuras obvia esos pequeños detalles sociológicos, y prefiere resaltar las actividades de esos precursores de la inseguridad ciudadana que son los piratas. Como no podía ser menos, junto a los salvajes filibusteros a los que combatir aparecen los tesoros que rescatar, y las mujeres hermosas que defender . Un poco de todo este material exótico hay en Piratas, mas un toque irónico que desmitifica, y otro toque metafísico que el autor utiliza,abusivamente, para resolver situaciones arguméntales. Así pasa que nuestro protagonista recorre una especie de montañas rusas emocionales, entre exaltaciones personales, inseguridades, incertezas y obcecaciones. Lógicamente, este arbitrario recorrido provoca confunsión entre amigos, adversarios y lectores. Especialmente entre estos últimos, que quisieran ver diferenciadas las ironías de las incongruencias narrativas .

Si el planteamiento y desarrollo del argumento de Piratas cojea por sus irregularidades, así como por cierta falta de armonía entre la conservación de los códigos del género y su desmitificación,en cambio el montaje y el grafismo consiguen atraer la atención ,y mantenerla hasta el final. Así, se nota en este álbum, respecto a los anteriores, como la rigidez va cediendo ante la agilidad, no solo en el trazo sino también en la composición de escenas y la resolución de secuencias, al tiempo que el color, de tonos (casi)siempre intensos, resaltados por las separaciones en negro, colabora activamente en esa exaltación irreal de lo exótico con la que parece jugar todo el álbum.





Delano / Pugh ANIMAL MAN

 Lorenzo Díaz





Ediciones Zinco


La irrupción en el mercado americano de un autor como Alan Moore, culto, inteligente y con un profundo conocimiento del idioma, abrió la puerta a otros autores ingleses también dominadores de ese medio difuso y difícil que es la historieta, cuyo talento sólo era conocido hasta entonces por el público inglés. De todos los que salieron a la luz, hubo uno que destacó por encima de la competencia y calidad de sus compañeros: Jamie Delano. Sugerido por Alan Moore para contar las historias de su personaje John Constantine en la colección Hellblazer, Delano destacó rápidamente por su control del idioma, su habilidad para retratar atmósferas tenebrosas y por su capacidad para inspirar horror, asco o desagrado. Cosas, todas ellas, muy agradecidas en una publicación que se supone de horror. En él descubrimos también a un guionista que, pese a dominar menos trucos que Moore, escribía mucho mejor que él, y hacía sudar tinta a los que leemos en inglés.

Pese a despistes ocasionales (su serie Mundo Sin Fin es muy desigual, y su final decepciona e invalida el resto de la obra, pese al elevado nivel literario que contiene), su aparición en la serie de Animal Man daba buena    espina    a    sus    seguidores.    Y  efectivamente así fue. Dejando atras la etapa pirandelliana de Grant Morrison (1-26 de la colección española), o la psicodélica y banal de Tom Veitch (30-50 de la colección americana), Delano ha optado por realizar historias de profundo corte ecológico y humano, repartiendo el protagonismo de la serie entre todos los miembros de la familia de Buddy Baker, alias Animal Man.

La historia que aquí nos ocupa engloba sus primeros siete números, y demuestra los registros de Delano y el control que tiene sobre los mismos. Empieza como un relato de hijo extraviado, para convertirse en un relato de horror con la muerte del protagonista y sus intentos para resucitar; sigue con la lucha de su familia para adaptarse a su pérdida, alternando con el retrato de un perturbado asesino en serie (raptor del hijo desaparecido), y rematando con una loa al amor en pareja. Todos los elementos se combinan milagrosamente para dar una historia coherente que, además, es una parábola de la evolución, y un canto a la naturaleza realista y cruel que no es blando, ni cursi, ni manido, ni se abandona a Greenpeace. Además, Delano hace algo muy extraño, a lo que nos tienen poco acostumbrados los tebeos, el cine o la televisión: crear una familia de individuos con entidad propia, que es feliz y que no tiene nada que ver con la típica familia a la que estamos mal acostumbrados. Lo que en otro serían problemas a resolver (un hijo con tendencias sádicas, una hija desplazada por ver el mundo de una forma distinta, una suegra a la que no le gusta su yerno, y un marido voluble en el que cuesta confiar por ser demasiado buena persona), aquí se consideran elementos cotidianos con los que hay que convivir, no que hay que cambiar. Y lo mejor es que, pese a lo que diga el título (y esto lo digo más por los episodios inéditos en España que por lo contenido en esta saga, aunque sea algo que se apunta), el auténtico protagonista de la serie es Ellen Barker, la esposa, mujer autosuficiente, inteligente y capaz, que, además, es quien aporta los garbanzos a la familia, Así que, para colmo, es un tebeo feminista.

Steve Pugh, el dibujante, es mediocre y tirando a malillo, pero eficaz, ilustrando aceptablemente la compleja maquinaria naturista de Delano, uno de los pocos guionistas que consiguen alargar las historias haciéndolas densas hasta cuando parece no pasar nada.




Fontanarrosa BOOGIE EL ACEITOSO


Pepe Gálvez




Ediciones de la Torre

Si no juzgáramos a los personajes más que por su simple apariencia, Boogie podría ser simplemente un estereotipo más de los que se forman al amparo de los códigos de genero, en este caso el negro, que vive del cultivo de referencias más o menos anecdóticas, más o menos brillantes. Pero este antihéroe no es de los que persiguen el refugio, o la esclavitud según se mire, de las referencias culturales. En primer lugar porque su humor, es decir, la justificación de su existencia, se desarrolla en el ámbito de la actualidad, en medio de la relación establecida entre el desarrollo de la realidad y su transformación en un mensaje, con el que se nos instruye oficialmente acerca de cómo es el mundo en el que vivimos. Pero es que además él, al igual que Makinavaja, es un personaje comprometido con su tiempo y con su gente, aunque su compromiso sea involuntario e inevitable, porque, sin ese tiempo y sin esos arquetipos que le rodean y le relacionan, solo sería un simulacro de ficción. El aquí y el ahora, un aquí cosmopolita y un ahora de prorroga continua, son los vectores dramáticos que impulsan las historietas de Boogie desde la anécdota hasta la condición de símbolo. Porque vivimos días en que el miedo se ha constituido en una condición vital, nos alimentan con el temor de que oscuras fuerzas malignas acaben con nuestra precaria y gozosa condición de poblador de segunda del primer mundo, nos rodean con los fantasmas de las excrecencias del desorden social, y nos colocan la sombra amenazadora de un psicópata como ángel de la guardia . Pero ya esta bien de jugar con monstruos de plástico, aquí esta Boogie el Aceitoso, un dechado de violencia fría, una máquina de destrucción de profesional eficacia que está al servicio de quien debe estar, del Poder. Desde esa proximidad a nuestro centro de gravedad social, las historietas de Fontanarrosa nos muestra las diferentes capas que componen su presencia, que se superponen a la esencia de la realidad, una esencia en este caso abstraída de condicionantes localistas y de facilidades costumbristas, que no son necesarias para aquel que vive en el núcleo del imperio yanqui. Desde esa privilegiada situación, la panorámica que ofrecen las relaciones entre los humanos en este fin de milenio son ricas y variadas, aunque también podrían ser pobres y monótonas, porque no nos podemos olvidar de la existencia de ese señor llamado Fontanarrosa, que ejerce de autor, y que es el que elige situaciones representativas y actuales, que las desborda hacia el absurdo, que las alimenta con unos diálogos escuetos, pero siempre saturados de vitriólica acidez y de asegurada eficacia dramática, y que las remata con un gag en las que el cinismo reconcilia absurdo y realidad. Alrededor de la mole indiferente del psicópata profesional que es Boogie, vemos pasar figuras anónimas, aunque socialmente identificables,que representan papeles ya conocidos, aunque con ligeras variantes, que van derivando a través de ácidos ejercicios de ironía, hacia la desmitificación más cruda y pura, lo que es justo y necesario. Y todo ello, desarrollado en el espacio de una página, en la que se apretujan un buen puñado de viñetas, dotadas de su correspondiente dosis de expresivas y verosímiles caricaturas.
Finalmente, destacar un detalle de este álbum que es bastante excepcional en la edición de hoy en dia, y es el de que acompaña suficiente información al lector acerca del personaje y de su autor, cosa que se agradece .



F. de Felipe MARKETING & UTOPÍA

Carlos Portela




 Ediciones Zinco

Fernando de Felipe es un autor al que se nota que le gusta lo que hace, y que tiene gran respeto por el lector. De Felipe es, además, uno de los pocos casos, escasísimos me atrevería a decir, de autor con conciencia de que un álbum debe, o debiera, ser algo más que un mero juntar y retapar las páginas publicadas bajo un mismo epígrafe en un montón de revistas de numeración normalmente correlacionada. Y esto es algo que todo aquel en cuyas manos cae alguna obra de este autor agradece. Marketing & Utopía made in U.S.A. no es una excepción.

Supongo que todo se debe a tener el concepto claro desde el comienzo: se trata de un álbum sobre la publicidad, pero no sobre la publicidad en abstracto, sino como un aspecto más de nuestras vidas, casi como la amistad, el amor, la comida o la muerte. La publicidad distópica de ese caleidoscópico mundo feliz, futuro del que De Felipe lleva mostrándonos distintos aspectos desde aquel ADN realizado en compañía de Oscaraibar, hermano en ciertos aspectos del posterior S. O. U.L., primer fruto de la colaboración con Jaime Vane, y que parece ser una de las temáticas más caras del autor. Uno de los pocos, otra vez, que ha conseguido sobrevivir a las sucesivas cribas que ha sufrido la ciencia ficción en nuestro país en los años más recientes.

De Felipe es un autor capaz de mantenerse receptivo a todos los estímulos audiovisuales con que nos bombardean los distintos medios de comunicación, tamizarlos por su personal filtro, y vomitarlos de nuevo, plenos de frescura y con una buena dosis de malsana ironía, para que después sean deglutidos por el lector en pequeñas pildoras de éxtasis historietístico. Hay que tener cuidado, De Felipe crea adicción. Y crea adicción porque sus historias nunca aburren, siempre nos dejan con ganas de más, al ser concebidas siempre contando con la inteligencia del lector. Y no hablo del caudal de guiños y referencias que pueblan sus historias, cuyo descubrimiento resulta un placer para el aficionado, siempre con la sabiduría suficiente como para que no resulten un obstáculo a la concepción y al desarrollo de la trama, con la astucia de no emitir sentencias categóricas con sus historias; más bien todo lo contrario, finales donde la guinda la debe aportar un lector activo, como activo, en relación a cómo se encara el trabajo creativo, es De Felipe. Hablemos ahora más concretamente de la obra, realizada a lo largo de tres años, periodo noventa-noventa y dos. Surgió primero como una isla a donde poder acudir a descansar de los otros proyectos que, por aquel entonces, estaba realizando. Lo primero fueron los anuncios de una página, creando el marco de referencia para el posterior encaje de las historias, dejando casi que el álbum fuera tomando forma por sí mismo, para luego, también de forma reposada, ir saliendo a la luz las historias, como si no quisiese que el lector se diese cuenta. De Felipe había preparado los anuncios con una clara doble intención: por una parte, crear el marco de referencia a las historias y, por otra, dinamizar las mismas, intercalando los distintos anuncios en el álbum. Incluso la manera de presentar tanto el prólogo como el epílogo resulta un acierto; apostaría a que más de uno los ha pasado por alto.

En cuanto al aspecto puramente gráfico, y aún habiéndose realizado a lo largo de tres años, no se perciben grandes diferencias de estilo entre las distintas historias; todas son del clásico barroquismo al que el autor nos tiene acostumbrados. Observando cualquier página del álbum es fácil comprobar que suele intercalar grandes viñetas de apertura de secuencias o de situación, con planos medios o cortos con los que hace avanzar la acción. Un esquema de fácil comprensión, a pesar de lo vertiginosas que puedan resultar las páginas en una primera aproximación.

Resumiendo: un trabajo excelente que no hace sino confirmar a Fernando de Felipe como uno de los grandes autores españoles de la actualidad, y como un verdadero puntal de la ciencia ficción historietística. Un álbum que realmente se agradece. Esperemos que cunda el ejemplo.