Carlos Portela
Ediciones Zinco
Fernando de Felipe es un autor al que se nota que le gusta lo que hace, y que tiene gran respeto por el lector. De Felipe es, además, uno de los pocos casos, escasísimos me atrevería a decir, de autor con conciencia de que un álbum debe, o debiera, ser algo más que un mero juntar y retapar las páginas publicadas bajo un mismo epígrafe en un montón de revistas de numeración normalmente correlacionada. Y esto es algo que todo aquel en cuyas manos cae alguna obra de este autor agradece. Marketing & Utopía made in U.S.A. no es una excepción.
Supongo que todo se debe a tener el concepto claro desde el comienzo: se trata de un álbum sobre la publicidad, pero no sobre la publicidad en abstracto, sino como un aspecto más de nuestras vidas, casi como la amistad, el amor, la comida o la muerte. La publicidad distópica de ese caleidoscópico mundo feliz, futuro del que De Felipe lleva mostrándonos distintos aspectos desde aquel ADN realizado en compañía de Oscaraibar, hermano en ciertos aspectos del posterior S. O. U.L., primer fruto de la colaboración con Jaime Vane, y que parece ser una de las temáticas más caras del autor. Uno de los pocos, otra vez, que ha conseguido sobrevivir a las sucesivas cribas que ha sufrido la ciencia ficción en nuestro país en los años más recientes.
De Felipe es un autor capaz de mantenerse receptivo a todos los estímulos audiovisuales con que nos bombardean los distintos medios de comunicación, tamizarlos por su personal filtro, y vomitarlos de nuevo, plenos de frescura y con una buena dosis de malsana ironía, para que después sean deglutidos por el lector en pequeñas pildoras de éxtasis historietístico. Hay que tener cuidado, De Felipe crea adicción. Y crea adicción porque sus historias nunca aburren, siempre nos dejan con ganas de más, al ser concebidas siempre contando con la inteligencia del lector. Y no hablo del caudal de guiños y referencias que pueblan sus historias, cuyo descubrimiento resulta un placer para el aficionado, siempre con la sabiduría suficiente como para que no resulten un obstáculo a la concepción y al desarrollo de la trama, con la astucia de no emitir sentencias categóricas con sus historias; más bien todo lo contrario, finales donde la guinda la debe aportar un lector activo, como activo, en relación a cómo se encara el trabajo creativo, es De Felipe. Hablemos ahora más concretamente de la obra, realizada a lo largo de tres años, periodo noventa-noventa y dos. Surgió primero como una isla a donde poder acudir a descansar de los otros proyectos que, por aquel entonces, estaba realizando. Lo primero fueron los anuncios de una página, creando el marco de referencia para el posterior encaje de las historias, dejando casi que el álbum fuera tomando forma por sí mismo, para luego, también de forma reposada, ir saliendo a la luz las historias, como si no quisiese que el lector se diese cuenta. De Felipe había preparado los anuncios con una clara doble intención: por una parte, crear el marco de referencia a las historias y, por otra, dinamizar las mismas, intercalando los distintos anuncios en el álbum. Incluso la manera de presentar tanto el prólogo como el epílogo resulta un acierto; apostaría a que más de uno los ha pasado por alto.
En cuanto al aspecto puramente gráfico, y aún habiéndose realizado a lo largo de tres años, no se perciben grandes diferencias de estilo entre las distintas historias; todas son del clásico barroquismo al que el autor nos tiene acostumbrados. Observando cualquier página del álbum es fácil comprobar que suele intercalar grandes viñetas de apertura de secuencias o de situación, con planos medios o cortos con los que hace avanzar la acción. Un esquema de fácil comprensión, a pesar de lo vertiginosas que puedan resultar las páginas en una primera aproximación.
Resumiendo: un trabajo excelente que no hace sino confirmar a Fernando de Felipe como uno de los grandes autores españoles de la actualidad, y como un verdadero puntal de la ciencia ficción historietística. Un álbum que realmente se agradece. Esperemos que cunda el ejemplo.
Fernando de Felipe es un autor al que se nota que le gusta lo que hace, y que tiene gran respeto por el lector. De Felipe es, además, uno de los pocos casos, escasísimos me atrevería a decir, de autor con conciencia de que un álbum debe, o debiera, ser algo más que un mero juntar y retapar las páginas publicadas bajo un mismo epígrafe en un montón de revistas de numeración normalmente correlacionada. Y esto es algo que todo aquel en cuyas manos cae alguna obra de este autor agradece. Marketing & Utopía made in U.S.A. no es una excepción.
Supongo que todo se debe a tener el concepto claro desde el comienzo: se trata de un álbum sobre la publicidad, pero no sobre la publicidad en abstracto, sino como un aspecto más de nuestras vidas, casi como la amistad, el amor, la comida o la muerte. La publicidad distópica de ese caleidoscópico mundo feliz, futuro del que De Felipe lleva mostrándonos distintos aspectos desde aquel ADN realizado en compañía de Oscaraibar, hermano en ciertos aspectos del posterior S. O. U.L., primer fruto de la colaboración con Jaime Vane, y que parece ser una de las temáticas más caras del autor. Uno de los pocos, otra vez, que ha conseguido sobrevivir a las sucesivas cribas que ha sufrido la ciencia ficción en nuestro país en los años más recientes.
De Felipe es un autor capaz de mantenerse receptivo a todos los estímulos audiovisuales con que nos bombardean los distintos medios de comunicación, tamizarlos por su personal filtro, y vomitarlos de nuevo, plenos de frescura y con una buena dosis de malsana ironía, para que después sean deglutidos por el lector en pequeñas pildoras de éxtasis historietístico. Hay que tener cuidado, De Felipe crea adicción. Y crea adicción porque sus historias nunca aburren, siempre nos dejan con ganas de más, al ser concebidas siempre contando con la inteligencia del lector. Y no hablo del caudal de guiños y referencias que pueblan sus historias, cuyo descubrimiento resulta un placer para el aficionado, siempre con la sabiduría suficiente como para que no resulten un obstáculo a la concepción y al desarrollo de la trama, con la astucia de no emitir sentencias categóricas con sus historias; más bien todo lo contrario, finales donde la guinda la debe aportar un lector activo, como activo, en relación a cómo se encara el trabajo creativo, es De Felipe. Hablemos ahora más concretamente de la obra, realizada a lo largo de tres años, periodo noventa-noventa y dos. Surgió primero como una isla a donde poder acudir a descansar de los otros proyectos que, por aquel entonces, estaba realizando. Lo primero fueron los anuncios de una página, creando el marco de referencia para el posterior encaje de las historias, dejando casi que el álbum fuera tomando forma por sí mismo, para luego, también de forma reposada, ir saliendo a la luz las historias, como si no quisiese que el lector se diese cuenta. De Felipe había preparado los anuncios con una clara doble intención: por una parte, crear el marco de referencia a las historias y, por otra, dinamizar las mismas, intercalando los distintos anuncios en el álbum. Incluso la manera de presentar tanto el prólogo como el epílogo resulta un acierto; apostaría a que más de uno los ha pasado por alto.
En cuanto al aspecto puramente gráfico, y aún habiéndose realizado a lo largo de tres años, no se perciben grandes diferencias de estilo entre las distintas historias; todas son del clásico barroquismo al que el autor nos tiene acostumbrados. Observando cualquier página del álbum es fácil comprobar que suele intercalar grandes viñetas de apertura de secuencias o de situación, con planos medios o cortos con los que hace avanzar la acción. Un esquema de fácil comprensión, a pesar de lo vertiginosas que puedan resultar las páginas en una primera aproximación.
Resumiendo: un trabajo excelente que no hace sino confirmar a Fernando de Felipe como uno de los grandes autores españoles de la actualidad, y como un verdadero puntal de la ciencia ficción historietística. Un álbum que realmente se agradece. Esperemos que cunda el ejemplo.
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