El gran momento creativo que atraviesa el cómic, en profunda transformación desde principios de siglo, motiva la publicación de una oleada de ensayos que diseccionan sus claves políticas, históricas y culturales
Dos imágenes de Richard Stark. Parker, del estadounidense Darwyn Cooke, una de las historias de género negro del cómic reciente.
Por Abel Grau
LA TRIUNFADORA del pasado Festival de Cannes fue La vida de Adéle, una película que cuenta la tormentosa relación de amor entre dos chicas. Su mezcla de arrebatos, melancolía y lujuria logró cautivar al jurado y a la crítica. Lo que quizá muchos no sepan es que su guión se inspira en un cómic, Él azul es un color cálido, de Julie Maroh, buen ejemplo del espléndido momento que vive la historieta, tanto en la creación de universos fantásticos como en la narración de relatos testimoniales. Una eclosión que en España ha motivado una oleada de ensayos que desentrañan las claves políticas, históricas y culturales de este vigoroso fenómeno artístico.
El cómic experimenta desde principios de siglo una profunda transformación. "Ha cambiado como forma artística; se ha desligado de su soporte habitual, la prensa, y se produce de modo distinto: en formato libro, con otros temas y para un lector adulto", explica Santiago García, historiador del arte y divulgador de referencia nacional. Este nuevo cómic, bautizado con el nombre de novela gráfica, se define por la distancia que separa a Mortadelo y Filemón de Aventuras de un oficinista japonés, de José Domingo, o al último Spiderman del Jimmy Corrigan de Chris Ware. "Todo arte genera sus discursos, y esta nueva forma de arte requiere nuevas interpretaciones", añade.
Nuevas interpretaciones como las que recoge el volumen Supercómic. Mutaciones de la novela gráfica contemporánea, coordinado por García, en el que críticos como Daniel Ausente y Jordi Costa, y artistas como Max y Eddie Campbell, diseccionan los mecanismos de grandes cómics recientes: los relatos biográficos de Emmanuel Guibert, las pesadillas de Shintaro Kago o las tramas noir de Ed Brubaker y Sean Phillips. Es un muestrario de lo mejor que se cuece ahora mismo. "Son ensayos para un lector curioso, sin prejuicios", alguien que disfruta igual con The Wire, Deseando amar, o un videojuego, "que lee tanto a Delisle como a DeLillo". La literatura ensayística sobre la historieta es frecuente en Estados Unidos y Francia, pero en nuestro país es una novedad.
En España, el big bang del prestigio del cómic se sitúa a mediados de la década pasada. "Dos títulos, Arrugas, de Paco Roca, y María y yo, de Miguel Gallardo, ganan la consideración de la crítica y del público. Muestran que los cómics pueden servir para contar grandes temas [en este caso, el alzheimer y el autismo]", explica el historiador. De ese boom creativo da testimonio la antología Panorama. La novela gráfica española hoy, también coordinada por García, que repasa el singular universo creativo de 30 autores destacados: David Rubín, Alfonso Zapico, Juanjo Sáez, David Sánchez...
"La industria del cómic tradicional, la del tebeo de grapa [producido en serie para un lector juvenil], desapareció en España a finales de los ochenta", sostiene García, autor del estudio La novela gráfica. "Y ese vacío lo ha ocupado un nuevo cómic adulto; que no se vende en los quioscos, sino en grandes superficies y librerías". Con los años su público ha aumentado y las pequeñas editoriales se han ido afianzando (Astiberri, Sins Entido, Dibbuks, Bang!), e incluso las grandes generalistas abren sellos de cómic. Así, el tebeo ha ido dando paso a la novela gráfica.
El objetivo de estos nuevos ensayos es normalizar la situación del cómic. "Los intelectuales de la cultura de la transición tenían muy mala imagen de los tebeos", explica el divulgador Pepo Pérez, ex-profesor de Derecho y dibujante, que también escribe en Supercómic. "Estos textos tratan de reflexionar sobre el cómic de manera profesional; para que se pueda hablar de él con la misma amplitud con que se habla del cine, la novela o la música".
En uno de los análisis más sugestivos de Supercómic, el crítico Daniel Ausente rastrea en el cómic español un hilo permanente de crítica social. Desde los personajes grises de la editorial Bruguera, reflejo del desarrollismo, pasando por la iconoclastia punk de la revista El Víbora, en los setenta, hasta llegar a las recientes novelas gráficas El invierno del dibujante y El arte de volar, que echan un vistazo al pasado para denunciar la represión bajo la dictadura y el desarraigo de los derrotados en la Guerra Civil.
A pesar de la consolidación de la novela gráfica, para muchos lectores los tebeos siguen siendo sinónimo de superhéroes en serie. Sus aventuras todavía se producen al modo industrial, y básicamente en Estados Unidos: publicación periódica para un lector juvenil. El género languidecía a finales de los noventa hasta que Hollywood llegó al rescate. Con el nuevo siglo, una serie de grandes superproducciones —Spiderman, X-Men, Iron Man, El caballero oscuro y El hombre de acero— han relanzado la popularidad de los justicieros. Y sus figuras se suelen interpretar como mitos clásicos trasladados a la cultura de masas.
Uno de los primeros que estudió a los superhéroes como medio y como mitología fue el semiólogo Umberto Eco. En Apocalípticos e integrados (1964), radiografiaba el funcionamiento de Superman. Su conclusión: "No es cierto que los cómics sean una diversión inocua que, hechos para los niños, puedan ser disfrutados por adultos que, en la sobremesa, sentados confortablemente en un sillón, consuman así sus evasiones sin daño y sin preocupaciones".
Para mostrar la sutil carga crítica que a menudo subyace en los tebeos, el divulgador Pepo Pérez ofrece en Supercómic una interpretación del héroe en clave política. Muestra cómo un mismo personaje puede transmitir ideologías dispares. Superman nace en 1938 con los valores del New Deal, luchando contra empresarios desalmados y políticos malversadores. Cuarenta años después, en la era Reagan, el cómic El regreso del caballero oscuro presenta a Superman al servicio de un Gobierno corrupto. En los tebeos de hoy, en un contexto económico similar al de la Gran Depresión, el héroe vuelve de nuevo a combatir contra las "ratas" capitalistas.
El hombre de acero, que cumple su 75° aniversario y acaba de estrenar nueva adaptación al cine, es un icono de la cultura popular con muchas facetas. Dos recientes ensayos monográficos desentrañan la trayectoria y la simbología del personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster: Superman. El primer superhéroe, de los divulgadores Mariano Bayona y Diego Matos, y Superman. La creación de un superhéroe, del crítico y editor David Hernando.
Más personal es la aproximación a la cosmogonía superheroica que firma el guionista Grant Morrison en Supergods. Héroes, mitos e historias del cómic, una estimulante mezcla de memorias, ensayo histórico y crítica. Morrison sostiene que los cómics pasan cíclicamente de la evasión a la búsqueda de realismo. Como ejemplos célebres cita Miracleman y Watchmen, ambas de AlanMoore, que juegan con una idea que ya sugería Eco en su estudio: ¿qué significaría la aparición de un ser superpoderoso en el mundo real? Media docena de nuevos títulos emprenden, con mayor o menor profundidad, la disección del mito superheroico. Desde la teoría de la literatura, el volumen colectivo Radiografías de una explosión aborda el análisis de Watchmen con citas a Lacan y la Teoría del Caos. Los periodistas Manuel Cuadrado y Juan Scaliter firman En la mente de los superhéroes, donde ilustran nociones de neurología a través de varios personajes. Los ensayos de Batman desde la periferia desentrañan al Hombre Murciélago desde el pensamiento feminista o la filosofía pop de Slavoj Zizek. "Son diferentes perspectivas para explicar cómo estas ficciones reflejan el modo de pensar de cada época", indica la periodista Elisa G. McCausland, que colabora en el libro.
Los superhéroes integran una brillante mitología, pero sus orígenes no son tan luminosos. En Marvel Cómics. La historia jamás contada, el periodista Sean Howe se adentra en la turbulenta historia de la editorial que creó a Spiderman y La Patrulla X. Howe escribe una crónica apasionante de disputas creativas —como la del guionista Stan Lee y los dibujantes Jack Kirby y Steve Ditko— y batallas empresariales con ejecutivos depredadores que van tomando el control de la empresa. En definitiva, múltiples lecturas para un arte con mil interpretaciones y una creatividad en plena ebullición.
Supercómic. Mutaciones de la novela gráfica contemporánea. Santiago García (coordinador). Errata Naturae. Madrid, 2013.357 páginas. 21,90 euros.
Supergods. Héroes, mitos e historias del cómic. Grant Morrison. Traducción de Miguel Ros González. Turner. Madrid, 2012. 511 páginas. 29,90 euros.
Marvel Cómics. La historia jamás contada. Sean Howe. Traducción de Santiago García. Panini. Barcelona, 2013. 548 páginas. 24 euros.
Panorama. La novela gráfica española hoy. Santiago García (coordinador). Astiberri. Bilbao. 2013. 312 páginas. 22 euros.
Batman desde la periferia. Varios autores. Alpha Decay. Barcelona, 2013. 210 páginas. 16,90 euros.
Radiografías de una explosión.Doce aproximaciones concéntricas a Watchmen. Varios autores. Modernito Books. Madrid, 2013.300 páginas, 16,50 euros.
W de Watchmen. Rafael Marín. Dolmen. Palma de Mallorca, 2009. 155 páginas. 15,95 euros.
Apocalípticos e integrados. Umberto Eco. DeBolsillo. Barcelona, 2011.430 páginas. 9,95 euros.
En la mente de los superhéroes. Manuel Cuadrado y Juan Scaliter. Robinbook. Madrid, 2013. 220 páginas. 16 euros.
Superman. El primer superhéroe. Mariano Bayona y Diego Matos. Dolmen. Palma de Mallorca, 2013. 250 páginas. 21,95 euros.
Superman. La creación de un superhéroe. David Hernando. Timun Mas. Barcelona, 2013. 296 páginas. 15 euros.
El Pais Babelia 06.07.2013