domingo, 9 de enero de 2011

Texas, año 2033

El Pais de las Tentaciones viernes 12 de enero de 1996
Black Deker y su socio Top Chop sobreviven como pueden en un futuro caótico. Su creador, Fernando de Felipe, mantiene vivo el fuego de los que creen que dibujar es un trabajo sucio pero maravilloso.

Texto: Ramón de España

Fernando de Felipe (Zarago­za, 1965) es, además de un excelente dibujante de tebe­os, profesor de cine en la facultad de Bellas Artes de la universidad de Barcelona. Su afición al séptimo arte es pública y notoria, y, durante los frecuen­tes momentos de cabreo que vive todo autor de cómics ante lo precario de la industria, se le ha oído suspirar por un trabajo razonable en un mundo razona­ble. El del cine. Un mundo en el que la crisis económica no sea tan pertinaz y galopante como en el de la historieta. Tal vez por eso aceptó la invitación de su amigo Guillermo del Toro y pasó recien­temente una temporada en México con el autor de Cronos. Tal vez por eso le con­fesó en cierta ocasión a quien esto firma que su futuro estaba en la dirección cinematográfica.

Uno le desea lo mejor a Fernando de Felipe, pero sería una pena que la histo­rieta española perdiera a un creador de su calibre. Tal como está el patio, con la situación cada día más depauperada del cómic de autor, aquí no se puede prescindir de nadie. Aunque cada vez resulte más difícil producir un álbum, aunque el formato comic book se vaya imponiendo día a día al modelo europeo, aunque la estética japonesa se apodere de las men­tes de los más jóvenes autores y lectores de nuestro país...

Quienes todavía crean que un buen tebeo es, como una buena película o una buena novela, una historia con su exposi­ción, su nudo y su desenlace, harán bien en comprar el último álbum de Fernan­do de Felipe, Black Deker: Deep south stork (Editorial Glenas). Publicada previamen­te por entregas en la desaparecida revis­ta Viñetas, la primera parte de la saga del tal Black Deker es una fantasía de un futurismo violento y cutre.

Pesadilla futurista

Ambientada en un Texas independiente en el año 2033, Deep south story narra las aventuras de Black Deker y su socio Top Chop cuando aceptan la misión de inten­tar sacar de la cárcel a un condenado a muerte por el malo de la función, el coronel Snark. La aventura se convertirá inmediatamente en una pesadilla que, en ocasiones, muestra ciertos puntos de contacto con Atolladero, Texas, de Oscar Aibar y Miguel Ángel Martín (recorde­mos que de Felipe y Aibar estudiaron juntos y fabricaron a medias la serie Nacido salvaje).

Ambas obras utilizan Norteamérica más como un concepto que como una realidad. En ellas, Texas deviene el decorado ideal de una situación caótica que parece habérsele ido de las manos a todo el mundo. Pero lo que en el cómic de Aibar y Martín está únicamente esbo­zado, se convierte en todo un microcos­mos en el álbum de Fernando de Felipe: a un guión sólidamente construido hay que añadir un dibujo a medio camino entre la caricatura y lo realista que fun­ciona al situar la historia en los límites gráficos del esperpento.

Mientras esperamos un nuevo tomo de las andanzas de Black Deker, no estará de más revisar el anterior álbum de Fernando de Felipe, Museum, que con­siguió en el Salón del Cómic de Barcelo­na de 1995 el premio a la mejor obra del año. Esta antología de las desgracias a las que pueden enfrentarse los coleccio­nistas compulsivos es una buena mues­tra de humor negro contemporáneo y de la habilidad del señor De Felipe en el relato corto.

Puede que la historieta española adulta no esté pasando por sus mejores momentos y que lo más razonable sea huir de ella y refugiarse en el cine, pero uno le rogaría a Fernando de Felipe que siguiera dibujando tebeos como él sabe: es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo.

viernes, 7 de enero de 2011

Moebius un visionario en Art Futura 99

El Pais de las Tentaciones Viernes 22 de Octubre de 1999


Jean Giraud (Moebius) se ha pasado al ocio digital. Su Garaje Hermético es la mayor atracción de Metreon. Un parque temático de fin de siglo. El festival Art Futura le rinde homenaje y muestra su trabajo.
Texto. Octavio Martí.


Jean Giraud vive en una calle sin salida del centro de París, un lugar de silencio y tranquilidad a 200 metros del bullicio de la gare Montparnasse. Toda la planta baja es su estudio, con un techo de cristal. Una escalera de madera conduce a la vivienda, y por ella sube y baja, incansable, la esposa malhumo­rada, harta de hacer café para los ami­gos que se suceden. Giraud atiende a todo el mundo, no levanta la voz, riñe cariñosamente a su hija Nausicaa, de seis años, empeñada en destruir con repetidos y tenaces pisotones un cir­cuito de madera por el que circulan coches antiguos. Sobre una mesa, un bronce de Remington, que muestra a un grupo de cuatro jinetes. Esparcidos por las distintas mesas de trabajo, libros sobre rifles, ilustraciones sobre la vida de los apaches y todo tipo de material útil para documentarse sobre la realidad física del viejo Oeste, incluido un plano de Tombstone de finales de siglo en el que están recogi­das todas las casas y edificios. Jean Giraud acaba de publicar Geronimo l'apache, vigésima octava entrega de las aventuras del Teniente Blueberry.

"El mundo del western, tal y como ha sido tipificado por el cine, duró poco más de cincuenta años. Es un universo muy pobre, muy simple, una sociedad elemental, de pioneros, en la que hay pocos tipos de personajes. Dibujar historias que transcurren en el Oeste, aunque parezca absurdo, me resulta tan cómodo como dibujar rela­tos de ciencia-ficción. En un caso por­que la pobreza icónica hace que el tra­bajo de documentación no te deje exhausto, en el otro porque puedes inventarte el decorado. Cuando he dibujado historias contemporáneas me he vuelto casi loco: hay que estar aten­to a los coches, claro, pero también a la ropa, a las aceras, a la publicidad, a la arquitectura, a un sinfín de elemen­tos, a una variedad alucinante de cosas que en una ciudad europea son el fruto de 2.000 años de historia".

Jean Giraud es un francés nacido en 1938, en Nogent-sur-Marne, en los alrededores de París. Para muchos amantes del cómic, por el sólo hecho de haber creado a Blueber7, ya figura en el Olimpo de los grandes. Pero Giraud es también Moebius, ilustrador de ciencia-ficción, de Le Monde d'Edena, de nuevas aventuras de Nemo, The man from the ciguri, Incal, Metallic memores o Garaje hermético, guionista de cine, ase­sor de filmes como Alien, Tron, El quinto elemento o Abyss. Ha dibujado carátulas de discos de Jimia Hendrix o portadas de libros de Kurt Vonegut. Reciente­mente, Sony le pidió que colaborase en la concepción de un nuevo parque te­mático, el Metreon de San Francisco.

"Me ha gustado hacerlo porque es un parque distinto, instalado en el centro de la ciudad, que crece hacia arriba en lugar de ocupar una gran superficie en los suburbios. En EE UU se tiende a desertar del centro de las ciudades, a dejarlas como mero centro comercial o de negocios en el mejor de los casos. Metreon revitaliza el barrio le Yerbabuena, contribuye a curar la caries en que se han convertido los centros urbanos. El alcalde de San Francisco vino a la inauguración. El ideal es que la gente pueda venir a Metreon a pasar un par de horas jugando en las atracciones, luego vaya al cine o a comprar lo que necesita mientras los hijos visitan el museo vecino".

En Sevilla, en el transcurso de la décima edición de Art Futura, se rendirá homenaje a Giraud-Moebius y se mostrarán algunas de sus invenciones aplicadas en Metreon. "Yo me he ocu­pado de la parte dedicada a los videojuegos. He diseñado el espacio pero también el decorado mismo del juego y buena parte de su historieta, el guión. Su mayor atractivo es que 20 o 30 personas pueden participar al mismo tiempo de una aventura. Por ejemplo, se trata de conquistar un yacimiento de oro blanco o de recupe­rar una bandera en un asteroide perdido. Los jugadores tienen la posibilidad de intentar vencer individualmente y lograrlo o ser derrotados por sus con­trincantes, pero también pueden aliarse entre ellos, formar equipos, repartirse el trabajo. Es un sistema de conducción virtual al que le hemos añadido la pimienta de la competición y el peligro".

En EE UU, Giraud-Moebius —lo dice él mismo— goza de un prestigio enorme por razones de exotismo, por­que en el imperio del cómic sorprende que un irreductible galo merezca el título de emperador. Su talento como inventor de mitos, como dibujante y creador de sagas está fuera de dudas y reposa también en su capacidad para instalarse en una suerte de burbuja, de espacio propio mental parecido al de su domicilio físico, al que los pro­blemas cotidianos llegan tamizados, como un eco suave y lejano.

"En tanto que artista, la realidad local, temporal, lo que ocurre aquí y ahora, me interesa muy relativamente y apenas me inspira. Soy más sensible a la anatomía de un cuerpo, a la textu­ra de su piel, a su temblor, a cómo cambia su color según sea la luz, a cómo se mueven las arrugas y dibujan una expresión, que a ciertos conflictos sociales, que me interesan como ciuda­dano pero no como artista. La mirada de un hombre o de una mujer me inspiran, me permiten escapar de la bruma de anécdotas entre la que vivi­mos. Está claro que deseo vivir en una sociedad equilibrada y tranquila, que poder salir a la calle a cualquier hora es estupendo, que no deseo ser invadi­do por los bárbaros, pero eso no signi­fica seguir paso a paso lo que sucede con las fusiones bancarias". Moebius-Giraud ha colaborado con personajes como Alejandro Jodorowsky, con quien preparó Dune, filme que acabó realizando, al menos parcial­mente, David Lynch. Jodorowsky tiene merecida fama de chamán, y a Giraud no le importa hablar de ello. "Ustedes, los periodistas, se ocupan de cómo fun­ciona una ciudad, un país, de si los ser­vicios públicos y privados son eficaces, se ocupan de lo colectivo, pero no tie­nen tiempo para lo individual, para preocuparse de su cuerpo, de sí mis­mos. Todo, lo individual y lo colectivo, forma parte de un todo, de una moral. Los europeos no sabemos ocuparnos de nuestros problemas personales. En el origen está la idea de una mente sana en un cuerpo sano, pero luego nos hemos especializado. Jodorowsky tiene una visión psico-mágica de las cosas, una visión chamánica de un mundo que estima vivo, consciente, del que nosotros sólo somos unos ojos, parte de su cerebro, de un cerebro que pertenece al propio mundo y que nadie puede localizar".

Jean Giraud trabaja en su estudio acompañado de su hija Nausicaa. Arriba y abajo diseños de las atracciones del parque temático Metreon.






lunes, 3 de enero de 2011

Dark Knight -Diez años después- revista Slumberland nº14 (Agosto de 1996)


La fascinación que la mayoría de los lectores han sentido en algún mo­mento de sus vidas por Batman y la popularidad que éste ha tenido entre ellos es indiscutible. Sin embargo, en los 80 esa popularidad fue disminuyendo progresivamente hasta que Frank Miller, en marzo de 1986, revolucionó el mun­do del comic con Batman: The Dark Knight Returns, una miniserie de cuatro números que se ha convertido en punto de referencia indispensable (junto a Watchmen, publicada curiosamente ese mismo año) para comprender la evolu­ción de los comics a lo largo de estos diez últimos años.

Aunque Dark Knight logró atraer a más lectores hacia las series de Batman (in­cluyendo gente adulta), las repercusio­nes dentro de las colecciones mismas de Batman no fueron todo lo relevantes que cabía esperar. A pesar de que tras las Crisis en Tierras Infinitas se abría todo un abanico de posibilidades para revita­lizar al personaje (como hicieran Byrne con Superman o Perez con WonderWo­man), los pasos que Miller marcó con Dark Knight en 1986 y Batman: Año uno a principios de 1987 no fueron con­tinuados por sus predecesores. Batman: Año uno (Batman # 404-407) sirvió para que Miller nos contase a su manera el ya por todos conocido origen de Bat­man, demostrando con su versión cómo hacer de una historia archiconocida algo original, distinto y magistral.

Los autores que siguieron a Miller ni su­pieron estar a la altura, ni parecieron mostrar ningún interés por seguir míni­mamente su camino. Alan Davis (tras deleitarnos antes de irse a Excalibur con sus dibujos en siete números de Detec­tive Comics) daba paso a un todavía no muy conocido Todd McFarlane para que acabase Año dos, una historia con guión de Mike W. Barr que acabaría de sentar las bases de lo que iba a ser el nuevo Batman: más de lo mismo, por desgra­cia. La influencia de Miller en El señor de la noche se fue diluyendo poco a po­co, y sus sucesores se quedaron tan sólo con el tono oscuro que había impuesto en la serie. La oportunidad de convertir a Batman en algo más que una atracción publicitaria para las masas se había per­dido, y no sería hasta unos tres años más tarde, con la aparición de una nue­va serie, llamada curiosamente Legends of the Dark Knight, que se recuperaría esta línea con historias más elaboradas y menos tópicas, aunque sin llegar nunca a las cotas alcanzadas por Miller.


Durante los meses siguientes a Año uno y Año dos vimos cómo Robín (un Jason Todd al que le habían cambiado ligera­mente el origen) se iría volviendo cada vez más temerario e imprudente y có­mo Batman se enfrentaba a los Manhun­ter durante los episodios de Milleníum (Detective #582 y Batman #415).

Fue entonces cuando se produjo una destacable separación entre los caminos que tomaron las dos series de Batman. A Detective Comics llegarían dos auto­res ingleses como son John Wagner y Alan Grant, que hicieron de Batman un personaje más sombrío, cuyas aventuras transcurrían siem­pre de noche y sin la compañía de Robin. Además, aumentaron la galería de villanos de Batman (con personajes como Scarface, el Señor de las ratas, Mr Kadaver o el Hombre Corrosivo) y tocaron temas sociales como la droga o residuos tóxicos. Más tarde, y coinci­diendo con la celebración del número 600 de la serie, llegó Justicia Ciega, una saga de tres números realizada por Sam Hamm y Denys Cowan en la que Bat­man se enfrenta a Harbinger (un pode­roso villano que a punto estuvo de aca­bar con él) y Bruce Wayne es acusado de espía comunista. En el #601 regresa­ron de nuevo Grant y Breyfogle a Detec­tive Comics con historias que mantenían la tónica marcada por ambos autores con anterioridad: historias nocturnas y oscuras de Batman, inclusión de nuevos personajes (como Anarquía), temas socia­les, y la inclusión de una nota de humor, algo que había sido bastante infrecuente desde Dark Knight, en la serie principal del Hombre Murciélago. Por aquel en­tonces, además, Grant comenzó a recu­rrir en sus historias a la galería de villa­nos de Batman: Clayface, Pingüino... cosa que no había hecho con mucha frecuencia hasta aquel momento.


Mientras, las aventuras que se narra­ban en la serie Batman de la mano de Jim Starlin y Jim Aparo: eran mucho más superheroicas, las sagas se suce­dían y se dejaba un tanto de lado la labor iniciada por Miller meses atrás. Las diez noches de la bestia, cuatro nú­meros en los que Batman se enfrenta­ba a un poderoso rival llamado Bestia, un ruso cuyas continuas matanzas obligan a nuestro héroe a utili­zar todo su ingenio; Una muerte en la familia, dondo por votación telefónica popular los lectores decidieron que Ro­bín muriera (aunque ya lo había hecho, de forma figurada, poco antes cuando en el Batman #424 se encargó de matar más como un reclamo publicitario al es­tilo de La muerte de Superman, sirvió para atraer a más lectores a las series del vigilante de Gotham. Aunque el ar­gumento resultaba bastante entretenido y fácil de leer, no dejaba de ser algo tó­pico. Curiosamente, el paralelismo con la mencionada muerte de Superman era total: aparece un nuevo y poderoso vi­llano (Bane/Doomsday) que derrota al héroe (Batman/Superman), el cual es a su vez substituido por otro en su labor como vigilante de su ciudad (Azrael/los cuatro Superman).

A partir de entonces, y hasta hace poco, las series relacionadas con Batman han estado íntimamente ligadas entre sí me­diante macrosagas que las conectaban y que obligaban al lector a seguir todas las series: La caída del murciélago, La cruzada, Génesis oscura... y más re­cientemente Contagio. La negativa reac­ción del público a todo este tipo de ma­niobras comerciales provocó que, hace tan sólo unos meses, DC manifestara su intención de no volver a producir nin­gún tipo de crossover entre las series de Batman... al menos durante un año.

En la actualidad, lo más destacado es el distinto rumbo que ha tomado cada una de las colecciones de Batman. Alan Grant continúa en su propia colección (Shadow of the Bat), con sus particulares historias en las que a menudo Batman no es el protagonista y en las que suele introducir a nuevos enemigos, en una serie que explora las motivaciones y las consecuencias de los actos de Barman; Doug Moench y Kelley Iones han aca­bado por convertir la serie de Batman en una colección realmente distinta de la que venía siendo has­ta ahora, con escenarios propios de los títulos de la línea Vertigo; mientras que Chucqu Dixon y Graham Nolan hacen de Detective Comics la colección con un estilo más super- heroico, en la que Batman y Robin continúan resolviendo crímenes y enfrentándose a criminales de un modo mucho más tradicional al que nos ofrecen Alean Grant o Doug Moench. Durante estos últimos años (y al igual que ocurriera en Marvel con Spiderman o los mutantes). hemos podido asistir a una proliferación de series relacionadas con Batman que ha sido espectacular. Apar­te de las colecciones anteriormente cita­das. la lista se completa con: Azrael, Catwoman, Robín, Nightwing, Batman Chronicles, Shadow of the Bat, Batman & Robin Adventures... por no mencionar los continuos anuales, especiales, miniserie, prestigios y similares. También hemos podido observar cómo, a menu­do, las mejores historias de Batman no han tenido lugar en ninguna de las se­ries regulares de éste. Ése ha sido el ca­so de prestigios y novelas gráficas como La broma asesina, Luz de gas, o El hijo del demonio, donde los aficionados han podido disfrutar de verdad con las aven­turas del Hombre Murciélago, con histo­rias -en algunos casos- de una calidad muy superior a la leída en las series re­gulares y con un espíritu más cercano al que en su día dejara Frank Miller en Bat­man: The Dark Knight Returns.

Vicente García

BATMAN BLACK & WHITE

Esporádicamente, DC nos regala con un producto de lujo dedicado a su personaje fetiche desde hace más de 50 años: Batman.

Hace poco ha aparecido en los U.S.A. una miniserie de 4 numeros que, como su nombre indica (Batman Block & White), era completamente en blanco y negro. Pero la innovación no reside ahí, sino en los autores que han colaborado en dicha miniserie, compuesta de episodios cortos del Hombre Murciélago. Parece una ga­lería de "lo que te hubiera gustado ver en Batman y nunca habías visto". Desde Neil Gaiman guionizando a su polo opuesto gráfico, Simon Bisley, hasta Corben, McKeever, Katsuhiro Otomo, Tanino Liberatore, Matt Wagner, José Muñoz, Brian Bolland, Chaykin o Joe Kubert, éstos han sido los cuatro números que con más ansia he esperado a leer en mu­cho tiempo. Y ha valido la pena. La verdad es que es una golosina que hay que paladear en pequeñas dosis, si no se quiere sufrir un parón cardíaco. Como todavía no existen rumores de publicación en nuestro país, desde aquí nuestro sugerimiento a Zinco de no esperar de­masiado. ¿Qué tal un tomo recopilatorio?

Leer con los sentidos

Los editores y los lectores-espectadores de libros ilustrados aumentan cada año animados por la pasión por el libro como objeto. La ilustración ofrece nuevas posibilidades de lectura, sea cual sea la denominación que se emplee: novela gráfica, novela ilustrada para adultos o álbum.

Por Nuria Barrios


Ilustración de Javier Zabala del libro La dama del perrito,de Anton Chéjov (traducción de Víctor Gallego. Nórdica, 2010).
JAVIER ZÁBALA


LA OSCURIDAD ALIMENTA las peque­ñas luces. Cuando el mundo de la edición en papel tiembla ante la amenaza exterminadora del libro di­gital, un pequeño sector está viviendo un crecimiento inesperado: la literatura ilustra­da para adultos. Numerosos editores, ilustra­dores y libreros coinciden en que el futuro del papel está ahí, en esa edición que

aúna dos lenguajes, el texto y la ima­gen, para crear una obra distinta y, frente a la asepsia de la pantalla, fuerte­mente sensorial. A las dos editoriales de referencia para ilustrados que hay en España, Galaxia Gutenberg y Me­dia Vaca, se han sumado, en los últi­mos añosa, nuevas editoriales, mien­tras que otras ya existentes empiezan a abrir colecciones. La situación es sor­prendente: ¿a quién se le ocurre con la que está cayendo abrir una editorial de libros ilustrados? ¿Los libros con ilustraciones no estaban destinados a los niños? ¿Cómo es posible que ten­gan ahora tan buena acogida entre los mayores? ¿Qué es exactamente un li­bro ilustrado?

A veces para describir algo cuya defi­nición no resulta sencilla es muy útil empezar enumerando lo que no es. Un libro ilustrado no es una fotonovela; no es un texto clásico adornado con dibu­jos; no es un objeto decorativo para la mesa de centro del salón o la sala de espera del dentista; no está destinado a quienes tienen dificultades con la lectu­ra; no tiene una misión educadora.

Para describir algo cuya definición no resulta sencilla también es muy útil recurrir a las personas que gustan de ese objeto. ¿Cómo son los comprado­res de libros ilustrados?

Personas con los sentidos siempre hambrientos. Con un apetito voraz pa­ra la belleza, el conocimiento, el pla­cer, las emociones. Que esperan sorpre­sas al abrir un libro. Que no tienen miedo a laos aventuras intelectuales y sensoriales. Que no ponen el grito en el cielo porque la ilustración les lleva, en una lectura conocida, hacia caminos desconocidos. Que se ríen de los enca­sillamientos en género, edades, lengua­je... Que adoran la felicidad indescripti­ble que produce un descubrimiento. En fin, personas tan libres que podrían parecer locas. Para ellas son los libros ilustrados

El número de esos lectores que tam­bién son espectadores ha crecido en los últimos tiempos. El primer éxito de la editorial Nórdica, que inició su andadura en 2006, fue El festín de Babette, de Isak Dine­sen, con ilustraciones de Noemí Villamuza. La editorial Periférica acaba de inaugurar una colección de ilustrados a la que ha bauti­zado La Hora Feliz e Impedimenta estrena la suya en febrero con Diccionario de Litera­tura para Esnobs. A estas editoriales se unen otras dedicadas únicamente a ilustrados co­mo Libros del Zorro Rojo, A Buen Paso, etcé­tera. ¿Cómo es posible semejante entusias­mo en tiempos tan frágiles para la edición? Todo es muy misterioso.

Editores, ilustradores y libreros coinci­den en varios puntos: la pasión por el libro como objeto; la convicción de que la ilustra­ción ofrece nuevas posibilidades de lectura; la unanimidad en que lo único importante es un texto y una ilustración potentes, lo llamen como lo llamen: novela gráfica, nove­la ilustrada para adultos o álbum. Nadie, sea pequeño o grande, leería un libro idiota. Todos, sean niños o viejos, se lo pasan de maravilla con un buen libro. ¿Es El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch, un álbum solo para niños? ¿Es Rebelión en la granja, de George Orwell, un libro solo para adultos?

El riesgo y el cuidado por el libro como objeto, lo que Julián Rodríguez, editor de Periférica, denomina el fetichismo del libro, son los pilares de los libros ilustrados. De ambos sabe mucho Vicente Ferrer, que comparte con sus lectores la curiosidad y el desprecio hacia el peligro. El fascinante catá­logo de su editorial, Media Vaca, ha estimu­lado el surgimiento de otros editores, aun­que por su carácter personalísimo no haya creado escuela. "Inventamos libros muy ilus­trados dirigidos a lectores de todas las eda­des. No me interesa editar un libro que ya existe si no es para hacer con él algo distin­to. Tampoco es correcto identificar novela y libro. El libro es una suma de cosas, no es solo un texto escrito. Importa la tipografía, las ilustraciones, los márgenes, la elección del papel, el formato, la encuadernación, el peso, la manejabilidad y hasta el olor del papel y la tinta". Olor, tacto, visión... El libro como imperio de los sentidos.

En cuanto al riesgo, depende del editor. "Hay que inventarse los libros que no exis­ten para que la gente que no existe exista", dice Ferrer. Diego Moreno, responsable de Nórdica, habla con entusiasmo de uno de sus últimos trabajos: una edición de tres cuentos de Borges junto a La Metamorfosis, de Kafka, ilustrada por Verónica Moretta. Ensayos visuales que convierten la lectura en una serie de mapas que conducen al mundo de ambos autores. "María Kodama nos regaló los derechos porque el sueño de Borges era estar en un mismo volumen que Kafka. En tres días se agotó".

Galaxia Gutenberg, con sus extraordina­rios y caros libros ilustrados, ha sido una referencia esencial para las editoriales que han surgido en la última década. En 1994 publicó Las aventuras de Pinocho ilustradas por Antonio Saura y desde entonces hasta hoy, con la publicación de Las aventuras de Huckleberry Finn ilustradas por Santi Moix, su colección ha unido grandes obras litera­rias con grandes artistas plásticos. Tras sus pasos, tanto Nórdica como Libros del Zo­rro Rojo editan fundamentalmente clásicos, pero a un precio asequible. "Los textos son potentes, las ediciones íntegras y los ilustradores aportan una lectura propia de manera que el lector no pueda separar el texto de las imágenes. Yo ya no puedo leer Bartleby, el escribiente sin las ilustraciones de Javier Zabala", cuenta Moreno.

¿Cómo lee el ilustrador para enseñarnos la historia de otra manera?

Zabala, premio Nacional de Ilustración, entre otros galardones, ha ilustrado libros para niños, para jóvenes y para adultos. "No creo en las fronteras. La ilustración es un arte y el ilustrador crea ambientes, su­giere... La diferencia con la pintura no es de técnica ni de libertad creativa, sino que se halla en la carga narrativa. Yo soy muy intuitivo: leo el libro y realizo el storyboard, que es como un mapa de la historia, un GPS para el trabajo. Luego intento olvidar el texto para que no pese sobre mí como una losa. Parto de una falta de respeto al texto bien entendida, sin traicionarlo ni pisarlo, pero me gusta que el dibujo me lleve por otros derroteros y que sea el lector quien dé la última pincelada".

El camino de los ilustrados está re­pleto de premios. Casi todos los libros de Galaxia Gutenberg han recibido el Premio al Libro Mejor Editado. Las flo­res del mal, la edición ilustrada por el belga Louis Joos de Baudelaire, fue el libro de poesía más vendido en 2007. El artista catalán Arnal Ballester ha re­cibido este año el Premio Junceda de Ilustración por su trabajo para El gran zoo, de Nicolás Guillén. Una tempora­da en Calcuta, de Llüisot, fue la prime­ra obra española que recibió el Pre­mio al Libro de No Ficción en la Feria de Bolonia...

Los ilustrados se han instalado tan cómodamente en las entregas de pre­mios como en lugares tan insospecha­dos como las librerías de cómics. Je­sús Moreno, dueño del espacio y de la editorial Sins Entido, que ha recibido este año el Premio a la Mejor Librería especializada en Cómic, es testigo de la demanda creciente. "Los géneros ya no tienen sentido. Una de las cla­ves del éxito del libro ilustrado es la calidad de la edición. La muerte del papel solo afectará a los productos de consumo rápido, de usar y tirar. Creo que el concepto de "novela gráfica" englobará en el futuro el ilustrado".

El editor de Libros del Zorro Rojo comparte esa conexión entre el auge de la novela gráfica y del libro ilustra­do. "El público del cómic y de la nove­la gráfica está acostumbrado a una relación con la imagen que le hace receptivo a los ilustrados", dice Fer­nando García Schnetzer. No es extra­ño que los propios editores sean, a menudo, ilustradores o estén cerca­nos. "Mi educación sentimental, más que lingüística, fue visual. Antes de editar libros, dibujaba cómics", expli­ca Enrique Redel, de Impedimenta.

Vicente Ferrer, que además de editor es ilustrador, ve el panorama con el escepticismo y la pasión del resistente: "Dedicarse a esto no es negocio, se hace por vocación. Resistir es vencer, y nosotros estamos venciendo cada día". Y se ríe. •

La divina comedia, de Dante, con ilustraciones de Miguel Barceló. Galaxia Gutenberg. Las aventu­ras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, con ilustraciones de Santi Moix. Galaxia Gutenberg. Panamá o las aventuras de mis siete tíos, de Blai­se Cendrars, con ilustraciones de Fabio Zimbres. Media Vaca. Libro de las preguntas, de Pablo Neruda, con ilustraciones de Isidro Ferrer. Media Vaca. Rebelión en la granja, de George Orwell, con ilustraciones de Ralph Steadman. Libros del Zorro Rojo. El gran zoo, de Nicolás Guillén, con ilustraciones de Arnal Ballester. Libros del Zorro Rojo. El barco ebrio y otros poemas, de Arthur Rimbaud, con ilustraciones de Alicia Martínez. Nórdica. Kafka y Borges, con ilustraciones de Ve­rónica Morena. Nórdica. Coplas a la muerte de mi padre, de Jorge Manrique, con ilustraciones de Juan Carlos Mestre y música de Amancio Prada. Casariego. La declaración de George Silverman, de Charles Dickens, con ilustraciones de Ricardo Cavolo. Periférica.

EL PAIS BABELIA 31.12.10

viernes, 31 de diciembre de 2010

Albert Monteys Historias Veraniegas

El Pais de las Tentaciones 3 de agosto y 31 de agosto de 2001




Duelo de pesos pesados

El País de las Tentaciones Viernes 9 de Julio de 2004
Llegan a España dos grandes, por tamaño y calidad. Novelas gráficas autobiográficas: Blankets y Jimmy Corrigan.

Al otro lado de la línea telefónica, en­tre chasquidos oceánicos, se oye una voz casi infantil, tímida. Acaba de amanecer en Portland y Craig Thomp­son lleva sólo dos días en casa traes varias semanas de gira por todo el mundo. El culpable: Blankets, el descu­brimiento del primer amor por parte de un chaval de un pueblo de Wiscon­sin. Una obra autobiográfica —"un 85% de lo que cuento me pasó de ver­dad"— que ha catapultado a Thomp­son, a sus 29 años, a la categoría de es­trella mediática. Y qué obra: 582 páginas. Escritas y dibujadas, en un blanco y negro apoteósico y con un magistral ritmo pausado, por él solito. Es un hiperactivo: durante el viaje de promoción, ha aprovechado para rea­lizar "otro diario". ¿Volvemos a la autobiografía? "Bueno, es sólo una cosa pequeña". A saber qué entiende por pequeña: los médicos le han man­dado reposo absoluto en las manos.

Probablemente el éxito de Blankets se deba a su sinceridad naf. Thomp­son describe crudamente su adoles­cencia de bicho raro e incomprendido en medio de una comunidad rural y una familia muy religiosa. Hasta que en un campamento de verano conoce a Raina, otra bicho raro perdida en la grisura circundante. Juntos, descu­bren la magia, la vergüenza, la inge­nuidad y el dolor del primer amor. "Nunca he vuelto a hablar con Rainaa. De golpe, hace unos días, me contaron que lo había leído, aunque aún no sé su opinión". ¿Y su familia? Su herma­no Phil, tres años menor que Craig, sale mejor parado que sus padres, devotos religiosos que no entienden a sus hijos. Thompson ríe: "Mi madre cree que nunca leerá Blankets, pero dice que está muy orgullosa de mí. Mi hermano es diseñador gráfico".

Si quisiera hacer Blankets 2, Craig tendría material de sobra. De Wiscon­sin, con veintipocos años, se mudó a Portland. "Me robaron. Tuve miles de curros. Limpié casas. Trabajé en unos grandes almacenes... Todo antes de empezar como ilustrador y publicar, hace un lustro, Adiós, Chuck Rice [su primer libro]". Thompson desgrana, con humor, anécdotas sobre unos ini­cios que suenan durísimos. Se mudó a Portland "porque es una ciudad triste y siempre llueve", y para buscar un trabajo de ilustrador: allí residen los grandes dibujantes estadounidenses. Como Joe Sacco, padre del comicperio­dismo con Gorazde o Palestina. "Resul­ta que es mi vecino. ¿Qué te parece?".

Otra de sus influencias es Chris Ware, de 36 años, creador que ha basa­do su éxito en una historia en parte autobiográfica: Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, el drama de un treintañero apocado y enmadrado que desentraña el pasado de la familia de su padre. Una locura visual y punti­llosa de 380 páginas que Ware publicó por entregas en una revista durante cinco años. Los premios Harvey —los oscars del cómic— se rindieron a sus pies en 2000 (en España se publica con retraso). Justo lo que le ha ocurrido a Thompson el pasado 26 de junio: ha obtenido tres Harvey. "Chris es gran­de", dice Thompson. Pues él no se queda a la zaga. n GREGORIO BELINCHÓN

Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo. Chris Ware. Planeta DeAgostini. 380 páginas. 30 euros. Blan­kets. Craig Thompson. Astiberri. 592 páginas. 35 euros.

Blankets yJimmy Corrigan te gus­tarán si odias... "Spider-Man y los superiores". Palabra de Thompson. Puntilloso: Thompson dice que Blan­kets no es una novela gráfica sino una novela ilustrada. "Es muy distinto". Sus autores favoritos: Gabriel Gar­cía Márquez y Vladímir Nabokov.