domingo, 4 de abril de 2010

Las águilas vuelan alto

El Pais sección cultural Babelia 03/04/2010

REPORTAJE: EN PORTADA

Las águilas vuelan alto

Escipión, Pompeya, los gladiadores, las legiones, el sexo... Los libros sobre Roma proliferan. Este es un recorrido por algunos de los mejores títulos recientes y opiniones de varios de sus autores sobre el auge literario y la fascinación que ejercen los romanos.

JACINTO ANTÓN 03/04/2010

Nada mejor para simbolizar el auge de los libros de romanos, que nos ofrecen legiones, césares, bárbaros, gladiadores (¡cómo no!) y hasta una novela sobre la que según su autor acaso sea la primera mujer maltratada documentada en la historia -la esposa de Adriano, Sabina (La emperatriz amarga, de Manuel Francisco Reina, Roca editorial, 2010)-, que empezar por un triunfo, la celebración por excelencia de la victoria en Roma. O mejor, dos triunfos.

Uno es, claro, el merecidísimo de Escipión el Africano en La traición de Roma (2010), el título que cierra la exitosa y monumental trilogía de Santiago Posteguillo sobre el personaje. En un pasaje de la novela, una novela como las dos anteriores llena de episodios sobrecogedores -las cargas de los catafractos sirios y los elefantes del ejército de Antíoco III en Panion y Magnesia, el paseo de Catón tras la batalla de Emporiae rematando guerreros iberos con su gladio, la maldición del rey númida Sífax contra Escipión mientras lo precipitan desde la roca Tarpeya ("¡Malditooooo...!")-, asistimos desde primera fila (privilegios del lector de narrativa histórica) al desfile triunfal del Africanus, vencedor de Zama, un verdadero espectáculo: el general con la cara pintada de rojo en un carro militar, los valerosos legionarios, los cautivos, el botín... el kit completo vamos. "¿Las razones del éxito de mi trilogía? Roma somos nosotros mismos y por eso nunca deja de interesarnos", reflexiona Posteguillo. "En plan reivindicativo déjame decir que ya era hora de que relatásemos la historia de Roma desde aquí: no fuimos precisamente una esquina del imperio. A la gente le ha gustado eso, una novela de romanos escrita por un español. Y escrita con atención a los hechos acaecidos en Hispania; y con un lenguaje asequible, no simplón pero tampoco rebuscado. ¿Licencias? Es una novela, pero cuando pinto a Catón cruel hay que recordar que se jactaba de haber destruido una ciudad ibera por cada día que pasó en Hispania. Y cuando muestro el encuentro legendario entre Escipión y Aníbal en Éfeso lo hago verosímil". Posteguillo avanza que trabaja en otra larga historia de romanos, en época imperial, sobre otro gran personaje.

El segundo triunfo, en realidad un abanico de ellos, una documentadísima historia de esa singular celebración de las victorias bélicas tan importante durante mil años de vida romana, es el del libro de Mary Beard El triunfo romano (2009), en el que la simpática catedrática de Clásicos en Cambridge analiza el fenómeno con la amenidad y profundidad que la caracterizan. El triunfo, del que se realizaron más de trescientos y que se convirtió en el modelo de conmemoración del éxito militar en Occidente, es, nos dice Beard, un elemento fascinante de la cultura romana y que está lejos de haber sido entendido del todo. Por ejemplo, una imagen como la que Postiguillo describe en su novela y que a todos nos suena como la más habitual en un triunfo, la del general victorioso en su carro con un esclavo detrás recordándole su condición mortal, está acreditada sólo en contadísimas ocasiones.

Beard explica en su libro cosas sensacionales: en la colosal celebración de Pompeyo Magno se habría exhibido un busto del propio vencedor realizado enteramente con perlas (Plinio el Viejo, ese cascarrabias, apuntó cáusticamente que el desfile fue "una derrota de la austeridad y un triunfo del lujo"). Entre los soberanos y enemigos destacados obligados a desfilar en algún triunfo ante currum, delante del carro del general, figuran Yugurta y Teutobodo (en los de Mario), Arsínoe -hermana de Cleopatra-, Juba y Vercingetórix (en los de César), Tusnelda, esposa de Arminio (en el de Germánico), Simon Bar Giora (en el de Vespasiano y Tito) o Zenobia (en el de Aureliano): tanta nomina, que diría Tito Livio. En cambio, Lucio Vero tuvo que recurrir a un grupo de actores para representar monarcas en su triunfo porque, pobrecillo, no había apresado ninguno de verdad. Cleopatra se escapó de la humillación gracias a los áspides, así que Octavio hizo desfilar a una estatua de la reina egipcia.

Entre los casos más curiosos que señala Beard está el de Publio Ventidio Baso, que, originario de Piceno, desfiló de niño como prisionero en el triunfo de Pompeyo Estrabón tras la guerra social y después lo hizo ¡como vencedor! en el triunfo que se le dedicó al derrotar a los partos. Si desear demasiado un triunfo -como hace el Escipión Africano de Posteguillo- era sospechoso, también estaba mal visto no quererlo. No obstante se consideró honorable que lo rechazara el cónsul Marco Fabio Vibulano, por el pesar que sentía a causa de la muerte del otro cónsul y de su propio hermano en la campaña en que había obtenido la victoria.

Del triunfo a un aspecto menos sublime del mundo romano: las letrinas. Del asunto de los lavabos en tiempo de los césares, largamente evitado por el mundo académico, se ocupa una obra tan asombrosa como Latrinae et foricae (2009), del arqueólogo Barry Hobson. Pormenorizado estudio con una amplia investigación sobre el terreno (!), el libro explica los diferentes modelos y usos, y explica cosas tan curiosas como que los romanos generalmente evacuaban, con perdón, sin nuestra necesidad de privacidad, y mientras lo hacían podían conversar y atender, ajenos al pudor, los asuntos mundanos. El mobiliario más extendido al efecto eran los retretes públicos conocidos como foricae, largos bancos con múltiples agujeros, que se encuentran en prácticamente todo el mundo romano. El libro, en inglés, recuerda el único caso de un emperador asesinado en una letrina, Heliogábalo, por su -poco delicada, hemos de convenir- guardia pretoriana.

En Pompeya (2009), de la propia Mary Beard, encontramos también información sobre este apremiante tema. En la ciudad sepultada por el Vesubio se han estudiado 195 ejemplos de excusados, y se han investigado los parásitos intestinales hallados en las letrinas (¡qué dura es a veces la arqueología!). Los retretes de las casas se encontraban habitualmente en la cocina y no disponían de puerta. Para limpiarse, los romanos usaban una esponja con mango y es célebre -Beard lo recuerda- la anécdota del prisionero germano que en tiempos de Nerón, antes que ser esclavizado, prefirió ahogarse metiéndose por la garganta dicho instrumento (que en su bárbara inocencia habrá confundido con vete tú a saber qué). Los legionarios en campaña empleaban musgo.

Pompeya es un interesantísimo paseo por la ciudad (esta sí realmente eterna). De lo minúsculo (las lironeras, donde los lirones eran criados como los hámsteres hoy, aunque luego los pompeyanos se los comían salpicados con miel y semillas de amapola, como atestigua el recetario de Apicio) a la estructura urbanística (había calles peatonales) o el clientelismo político y la corrupción, pasando por los sutiles mensajes eróticos ("aquí follé yo", en un grafito) y la omnipresencia iconográfica del falo. Pompeya no es sólo el libro más apasionante e iluminador y entretenido que puede leerse sobre la ciudad (y su catástrofe, cuando el cielo se puso negro a mediodía y los cerebros de la gente agonizante se cocieron en sus cráneos por el efecto del flujo piroclástico) sino que ofrece una revisión sobre la idea misma que tenemos de la urbe enterrada.

Para Beard, Pompeya no es la "ciudad congelada en el tiempo" del tópico, sino "un lugar mucho más intrigante y sugestivo". Una ciudad que aquel día del año 79 no sólo estaba lejos de vivir un momento habitual sino que se enfrentaba a una emergencia: una ciudad en fuga, convulsionada. O sea que cuando la visitas no estás paseando por una ciudad romana normal. En buena medida, advierte la historiadora, Pompeya es una ciudad después de que sus habitantes hicieran el equipaje, echaran la persiana de sus negocios y salieran por piernas (la mayoría se salvaron). Además, en realidad los edificios aparecieron en un estado ruinoso, como si hubieran sido bombardeados (y de hecho buena parte de la ciudad lo fue de verdad luego durante la II Guerra Mundial) y lo que vemos hoy es una reconstrucción. Beard investiga también el tema de los burdeles pompeyanos, y el de los gladiadores ("ídolos de las nenas"), y extrae interesantísimas e imprevistas conclusiones...

"Lo sorprendente con el mundo clásico es que cada generación siente que está descubriendo la antigüedad por primera vez", dice Beard en conversación con este diario. "En los sesenta y setenta fueron extremadamente populares los libros de Michael Grant y Robert Graves, como en el XIX fue Los últimos días de Pompeya, de Bulwer Lytton. El mundo antiguo nunca ha perdido su poder de atraernos, pero cada vez la gente se siente concernida de una manera especial y encuentra cosas distintas y nuevas". Para Beard la novela histórica tiene una capacidad "formidable" de transmitir información. "Los propios romanos ya sabían que la frontera entre historia y ficción es muy borrosa. A menudo la ficción es excelente para devolver la vida al mundo romano y mostrar cómo era. Los libros de Robert Harris sobre Cicerón, por ejemplo, son muy buenos. Y el cine, bueno, Roma ha sido la coartada para alguna burda pornografía, comoCalígula, y de hecho durante al menos doscientos años se ha usado la antigüedad como excusa para mostrar carne desnuda, pero hay cosas estupendas, Yo, Claudio, Gladiator.Cuando son buenas, las películas son muy buenas".

Del ensayo regresemos a la novela. Tenemos una auténtica legión de títulos recientes, y valga lo de legión porque la inmensa mayoría se inscriben en un marco bélico. A mí personalmente me ha hecho disfrutar mucho Traición (2009), de Anthony Riches, que trata sobre un joven oficial patricio cuya familia ha sido exterminada por Cómodo y que encuentra refugio en una cohorte auxiliar en el muro de Adriano, en Britania. Personajes muy bien trazados, intrigas, el ambiente rudo y violento de las legiones perfectamente reflejado, combates que te dejan con la boca abierta, y muchos fuerza y honor, que diría nuestro general (y gladiador) favorito, Máximo. Fuego en Oriente (2009), de Harry Sidebottom, la primera entrega de una nueva serie de romanos, una trilogía, que propone Edhasa (por cierto, está a punto de aparecer la nueva novela de la serie de Scarrow sobre el centurión Cato ¡y se titula El gladiador!), nos lleva al otro extremo del imperio y a otra época, menos habitual, el siglo III. "Un periodo del que se sabe tan poco que nadie podrá demostrar que estoy equivocado", bromea el autor, profesor de historia antigua en Oxford. La novela es ágil, emocionante y bien documentada y sobre todo cuenta con un carácter estupendo: Marco Clodio Ballista (sic), el protagonista, un hérulo, un germano, un bárbaro incorporado al ejército romano en el que ha alcanzado la más alta dignidad, dux ripae, y al que envían como comandante a la guerra contra los persas sasánidas. Muchas cosas interesantes: el ruido de la spatha (la espada larga) al entrar en un cuerpo, "como el de cuchillos cortando repollo"; la imagen de los ejércitos de Sapor resplandecientes y amenazantes bajo el sol, con su estandarte de guerra y su poderoso ariete...

Algo más allá, en el siglo IV transcurre la interesantísima La profecía de Jerusalén(Edhasa, 2010) de la historiadora Margarita Torres, que debuta en la novela con estethriller histórico centrado en el general Flavio Teodosio, un célebre y aguerrido militar que fue el padre del emperador Teodosio, nacido en Hispania. Con Gobernador imperial(2010), de George Shipway, regresamos a un escenario (Britania) y un tiempo (el de Nerón) más habituales -sobre todo en los autores británicos-. El protagonista es el general Suetonio Paulino al que el emperador le encomienda consolidar la conquista de la díscola provincia y que deberá enfrentarse con la revuelta de la reina Boadicea. La escena en que el legado desembarca al frente de sus legionarios en la isla de Mona y se enfrenta al horror de los sacrificios humanos de los druidas es de las que no se olvidan. Unas palabras sobre Shipway: es el autor de Lanceros, aventuras en la India colonial, y fue él mismo teniente coronel de la Caballería Real India (se enroló para poder jugar al polo). Sertorio (2009), del portugués Joao Aguilar (autor de Viriato), es una novela bastante convencional, pero tiene el interés de presentar literariamente a alguien tan extraordinario como Quinto Sertorio, el célebre general romano convertido en proscrito por Sila y que agrupó a otros compatriotas y a las tribus hispanas para erigirse en una especie de procónsul rebelde y librar una exitosa guerra de guerrillas contra Roma (¡qué gran aventura!). Parte de la novela está narrada por un amigo griego de Sertorio -un recurso habitual-, otra por uno de sus comandantes y la final por un muchacho lusitano gay, que es el que ha cuidado de la famosa corza blanca de Sertorio.

Una de las grandes novelas de romanos reciente es sin duda Los Idus de marzo (2009), de Valerio Manfredi, que narra en forma de tenso thriller ("¡lo fue!", me dice Manfredi) las 48 horas previas al asesinato de Julio César. La trama se centra especialmente en la peripecia de varios mensajeros, entre ellos el centurión Publio Sextio, que tratan de llegar a tiempo a Roma con información de la conjura para advertir a César -"el águila está en peligro"-. Mientras, este se muestra extrañamente vulnerable, despide a su guardia, intima con sus futuros asesinos, hace oídos sordos a confidentes y arúspices. Manfredi retrata a Marco Antonio como el gran enigma de los idus, recuerda lo que se decía de Bruto ("no sabe lo que quiere pero lo quiere apasionadamente") y orquesta un suspense acongojante: uno incluso llega a creer que César puede salvarse... Entre lo mejor, el consejo de guerra de preparación de la guerra contra los partos, la precisión en los itinerarios de los agentes y contraagentes por la campiña itálica y la imagen del brazo ensangrentado del gran Julio que pende de la camilla. "Roma nos sugiere autocracia y violencia", reflexiona el autor en charla con este diario, "pero sobre todo ciudadanía y ley. Nada más lejos de la verdad que las palabras de Ben-Hur a Mesala: 'Cuando caiga Roma surgirá un grito de alegría en el mundo'; no fue así: Britania incluso pidió el regreso de las legiones. La alternativa fue el caos, la oscuridad. El interés por Roma no pasa, aunque los políticos y los editores olvidan a menudo ese interés de la gente, la fascinación de lo que éramos".

Del magnicidio en Roma a una serie de asesinatos en Tarraco: los que aparecen en El sicario de los idus (precisamente), de la jurista Cristina Teruel (Edhasa, 2009), una primera novela que se lee muy bien. Sin salir de la Tarraconensis, con extensiones a Ilerda y Baétulo, El somni de Tarraco, en catalán, de X. R. Trigo (Edicions 62, 2009) recorre el pasado romano de la actual Cataluña. Añadamos la estupenda Hay luz en casa de Publio Fama (RBA, 2009), de Juan Miñana, historia de periodista avant la lettre(uno de los subrostrani, vendedores de información) en una Barcino más que creíble.

Si hablamos de biografías, hay que destacar Marco Aurelio (2009), de Anthony Birley, un retrato impecable del emperador filósofo, el césar casi perfecto que sólo falló (y Cómo -do-, perdonen el irresistible juego de palabras) en su sucesión y cuyo recuerdo para las nuevas generaciones es inseparable de Gladiator. Birley, al que le gustan Yo, Claudio y el Juliano de Gore Vidal, y ha leído a Lindsey Davis y Fuego en Oriente -¡Sidebottom ha sido pupilo suyo!-, tiene algunas interesantes observaciones que hacer sobre el interés actual por los romanos. "Aunque es cierto que la fascinación por las legiones atrae a mucha gente hacia la antigüedad", dice en unas declaraciones a este diario, "me parece un poco triste que la violencia y la lucha jueguen una parte tan importante en la imagen popular de la antigua Roma".

Un poquito de sexo: Amor y sexualidad en la antigua Roma (2009), del clasicista Alfonso Cuatrecasas, nos explica cosas tan interesantes como que Claudio, aficionado a las prostitutas, llegó a esperar toda una noche por una ramera armenia -eso no salía en la serie de TV- y que el cruel Domiciano gustaba de depilar él mismo a sus concubinas. Correrse en latín es, hay que ver, destillatio o gaudere, y una erección, rigidam habere.Volviendo a los gladiadores, un libro en francés, La mort en face, le dossier gladiateurs(2009), de Éric Teyssier, nos pone al día sobre los luchadores del anfiteatro, con una documentación amplísima, y advierte que nuestra visión sobre el fenómeno de la gladiatura está falseada; no se trataba ni mucho menos de un asunto simplemente cruel y sanguinario sino que estaba sometido a normas y códigos muy precisos, y muy tecnificado. De la seriedad académica de este libro pasemos al humor del simpatiquísimo, pero en absoluto falto de rigor histórico Legionary, the roman soldier's manual (2009), de Philip Matyszak. Este librito indispensable nos introduce en el mundo de las legiones ¡como si los lectores fuéramos a enrolarnos en ellas! Con la excusa de cuál sería la mejor opción, se pasa revista a todas las unidades. También se examinan las ventajas de servir en la caballería, la flota, o los auxiliares; se explica cómo elegir armas, la lucha, los enemigos (cómo distinguir un dacio de un picto)...

Para los que leen alemán, una delikatessen oportuna en este año pos-aniversario de la batalla de Teutoburgo y la clades variana, el desastre de las tres legiones de Quintilio Varo el año 9: Das Limes-Lexicon (2009), un diccionario de términos relacionados con la frontera en Germania. Y si de la lucha con los bárbaros se trata, Furor barbari!(Versátil, 2009), de Francisco Gracia, ofrece interesantísima información de especialista sobre los aspectos militares de celtas y germanos. Finalicemos convenientemente con La caída del imperio romano (2009), del imprescindible Adrian Goldsworthy, un ameno recorrido por el declive de Roma desde el siglo III, ideal para estos tiempos de crisis.

Pero que ello, la caída, no nos haga olvidar a Tíbulo: Roma aeterna. Ya se sabe, Gloria non moritur. Y menos con tantos buenos libros.


Una legión de papel


La traición de Roma

Santiago Posteguillo. Ediciones B. 22 euros

El triunfo romano / Pompeya

Mary Beard. Crítica. 29 y 29,90 euros

Traición

Anthony Riches. Militaria. 21 euros

Fuego en Oriente

Harry Sidebottom. Edhasa. 29 euros

Gobernador imperial

George Shipway. Pàmies. 19,95 euros

Sertorio

Joao Aguilar. Edhasa. 24 euros

Los idus de marzo

Valerio Manfredi. Grijalbo. 18,90 euros

Amor y sexualidad en la antigua Roma

Alfonso Cuatrecases. Letras Difusión. 16 euros

Laetrinae et Foricae

Barry Hobson. Duckworth. 20,65 euros

Marco Aurelio

Anthony Birley. Gredos. 30 euros

La mort en face

Éric Tessier. Actes Sud. 33 euros

Legionary, The roman's soldier manual

Phipìl Matyszak. Thames & Hudson. 20 euros

La caída del imperio romano

Adrian Goldsworthy

La Esfera de los Libros. 33 euros

martes, 30 de marzo de 2010

Sobre el fundamento de la pintura

DIARIO SUR. TERRITORIOS

Sobre el fundamento de la pintura

El Palacio Episcopal acoge una muestra que revisa a través del dibujo las colecciones públicas de arte en Andalucía

27.03.10 - 01:36 -

ENRIQUE CASTAÑOS |

Esta estupenda y exquisita muestra de dibujos pertenecientes a seis museos andaluces, organizada con indiscutible rigor y esfuerzo didáctico por la Consejería de Cultura del Gobierno regional, tiene al menos dos propósitos científicos y metodológicos claros: en primer lugar, revisar la noción misma de coleccionismo de las colecciones artísticas públicas de Andalucía, de las que sólo tal vez la colección de dibujos del Museo de Córdoba pueda ser considerada estrictamente como tal, impulsando al mismo tiempo el conocimiento y difusión de aquellos fondos entre los aficionados de la Comunidad, y en segundo lugar dejar constancia de la práctica del dibujo como verdadero fundamento de la pintura, así como de su importancia en la formación del artista. Esto último, desgraciadamente, ya no es así en algunos casos, pues nos encontramos con Facultades de Bellas Artes, en nuestra propia Comunidad, en las que o no se atiende debidamente a la enseñanza del dibujo, o, lo que resulta más grave aún, se le erradica prácticamente de la programación docente. Este es precisamente el error, creer que porque se haga una obra puramente conceptual, o una obra mestiza y fronteriza, o una pieza en la que los géneros artísticos tradicionales desaparezcan o se diluyan, ya no es necesario el dibujo, cuando el dibujo es la operación conceptual más específicamente artística, y constituye una disciplina imprescindible en la formación del artista, aunque después olvide, en el acto de la creación, todo lo aprendido, como decía Picasso.

Los más destacados teóricos y tratadistas españoles ya señalaron la primacía del dibujo en la formación del artista. Entre ellos Francisco Pacheco, Vicente Carducho y Antonio Acisclo Palomino. El suegro de Velázquez, en su «Arte de la Pintura» nos dice que «Es el debuxo la forma sustancial de la pintura. Es alma y vida della, sin el cual sería muerta, sin gracia, sin hermosura y movimiento». Por su parte, Carducho, en sus «Diálogos de la Pintura» afirma que «siempre que oigas decir, Dibujo, entiende, y se debe entender por antonomasia, que es la perfección del Arte». Y en cuanto a Palomino, escribe en su «Museo pictórico»: «Y así siempre ha de poner el principiante su mayor cuidado en la firmeza, y verdad de los contornos; porque ese es el principal fundamento del dibujo, sin el cual todo va por tierra».

Buena parte de los dibujos seleccionados para la muestra pertenecen, como señala en un documentado texto del catálogo Benito Navarrete Prieto, a un amplio campo de ejecución delimitado por dos concepciones complementarias: la firmeza en el trazo y el delineamiento perfecto que se advierte en algunos dibujos de Alonso Cano, y la fluidez, pictoricismo y la gran fuerza expresiva de los dibujos de Bartolomé Esteban Murillo.

Buen criterio

Hay dibujos sencillamente espléndidos en la exposición, aunque entre los anteriores a los lenguajes contemporáneos quizá sobresalga uno de José de Ribera del Museo de Córdoba, 'Sansón y Dalila', hecho con grafito y sanguina sobre papel verjurado. La armónica y equilibrada composición, las extraordinarias anatomías y proporción de los miembros del cuerpo, el dinamismo de la acción y el maravilloso sombreado lo convierten en una demostración de las portentosas capacidades para el dibujo de El Españoleto.

Se ha tenido también el buen criterio de editar un cuadernillo aparte con los dibujos seleccionados del Museo de Málaga, entre otros, no por conocidos menos admirables, algunos pasteles de Martínez de la Vega, así como la encantadora acuarela del cervatillo de Franz Marc, una auténtica rareza expresionista en nuestra ciudad.

La alegoría bestial de Walton Ford


DIARIO SUR. TERRITORIOS. EXPOSICIÓN

La alegoría bestial de Walton Ford

La muestra 'Bestiarium' presenta en Berlín 25 obras de gran formato de este pintor norteamericano que representa a la naturaleza en toda su fuerza y dolor

27.03.10

ENRIQUE MÜLLER 

La naturaleza -¿o fue el buen Dios?- le regaló a Walton Ford una habilidad extraordinaria que le ayudó a descubrir su pasión cuando sólo tenia cinco años. A esa edad, el futuro pintor le dijo a todos los que querían escucharle que su mayor ambición en la vida era ser artista. Un año más tarde, Walton descubrió, gracias un regalo de Navidad que le hicieron sus padres a él y a su hermano mayor, su facilidad con el lápiz y el pincel para recrear sobre el papel la fauna animal.





Los hermanos recibieron de regalo el libro 'Pájaros de América', ilustrado por John James Audubon, quizás el ornitólogo y dibujante más famoso de Estados Unidos en el siglo XIX. El pequeño, fascinado por los dibujos, comenzó a copiarlos con una perfección que asombró a su hermano. Fue el comienzo de una aventura que convirtió a Walton Ford, en un perfeccionista, un artista capaz de superar con el pincel, la realidad y la calidad visual de la fotografía.

Pero, como la mayoría de las carreras creativas, la fama tardó varios años en llegar y Ford no descubrió su propia visión de retratar la fauna animal, que lo convertiría en un pintor de éxito, hasta después realizar un viaje a la India hace ya 16 años. Fue entonces cuando dejó de copiar los dibujos de Audubon y comenzó a dibujar animales en un contexto diferente, una visión inquietante que se puede apreciar estos días, por primera vez en Europa, gracias a una iniciativa del Museo de Arte Contemporáneo Hamburguer Banhof de Berlín.

¿Cómo describir el arte de Walton Ford? ¿Es un paisajista genial del mundo animal o un inédito novelista, que usa el pincel y la técnica de la acuarela para convertir a sus 'modelos' en protagonistas de un mundo injusto creado por el hombre? El arte es subjetivo y las acuarelas gigantes de Ford pueden gustar, extrañar, asombrar o ser rechazadas, pero el mérito del pintor es que no deja a nadie indiferente.

Por ejemplo, el cuadro que bajo el titulo de 'Chingado', muestra a un toro que está violando a un jaguar mexicano, mientras el felino le entierra sus colmillos en la quijada. O 'The Sensorium', que muestra a un grupo de monos que disfrutan de una regia comida, regada con vino y donde se pelean por las frutas que cubren una mesa casi irreal.


Perfeccionismo

Pero Walton Ford, cuya perfección pictórica es casi microscópica, provoca perplejidad al visitante. El artista no pinta a sus animales en su entorno natural, sino que lo hace desde un punto de vista histórico y, al igual que su primer maestro, (Audubon) de tamaño casi natural. Todos los cuadros narran una historia que creó el ser humano y no la naturaleza.

El cuadro que lleva por titulo 'An encounter with du Chaillu', por ejemplo, que muestra a un gorila que acaba de matar al cazador y que se introduce el cañón de la escopeta en su hocico como si quisiera suicidarse, una parábola que pretende relatar que la tragedia no tiene fin. O 'Le Jardin', donde un bisonte sangrante esta rodeado de una manada de lobos. Pero Ford convierte la pradera en un idílico jardín francés, para recordar que la matanza de los bisontes se llevó a cabo para dejar espacio al ganado doméstico y no para alimentar a los cazadores.

«Mis cuadros no muestran un mundo natural, sino uno creado por nosotros mismos a través de la historia humana y gracias a nuestras propias ideas», dijo el pintor en la inauguración de la muestra, que bajo el nombre de 'Bestiarium' recoge 25 obras del pintor estadounidense hasta el próximo 23 de mayo. Y es que Ford considera que «la mayor parte de la historia humana estaba fundada en nuestros propios miedos y en los intentos de controlar ese miedo».

Las acuarelas gigantes de Walton Ford no bajan de los 400.000 dólares en el mercado y la demanda no dejan de aumentar su cotización. El pintor, que nació hace 50 años en Nueva York, produce tan sólo tres o cuatro cuadros al año y, aunque los grandes museos de su país no parecen estar demasiado interesados en adquirir su obras, cuenta con una larga lista de clientes, entre los que se cuentan Mick Jagger y Tom Ford, el ex diseñador de Gucci, que le encargó una serie de diez cuadros para colgarlos en su mansión privada.

Manel Fontdevila (y 2)

El Humor por costumbre


Hay muy pocas personas que hoy día tengan algo medianamente interesante que contar, y aún menos que sepan contarlo. Manel Fontdevila es una de ellas, es un autor con cosas que contar, con algo que decir. Y algo, además, interesante. Y por si fuera poco, sabe como decirlo, y decirlo bien. Leer un tebeo de Fontdevila apenas requiere más esfuerzo que el de juntar las letras y las palabras y mirar las imágenes. Y ya está. Y sin embargo la cosa nunca acaba ahí. Una de las principales obsesiones de este autor de tebeos, y una de las principales razones por la que hemos decidido dedicarle una exposición en este Primer Encuentro de la Historieta de Sevilla, es la claridad, el contar las cosas de la manera más simple posible. No necesita aspavientos narrativos ni demostraciones de lo bien y raro que sabe narrar.

Actualmente la labor profesional de Manel en el mundo del cómic se centra principalmente en la revista El Jueves, donde realiza en colaboración con otro de los grandes del cómic de la piel de toro, Albert Monteys, la serie Para Ti Que Eres Joven, y en solitario y desde 1995 la serie La Parejita, su mayor obra hasta la fecha, con más de doscientas páginas y creciendo. Un repaso a la vida de la pareja, tal y como es hoy en día, impagable.

Algunos especialistas han definido el estilo de Fontdevila como humor costumbrista. Y supongo que lo es, ya que si tiene una fuente de inspiración clara en sus obras, esa no es otra que la realidad cotidiana, presente en todas sus obras, esa no es otra que la realidad cotidiana, presente en todas sus obras, ya sea de manera directa como es el caso de La Parejita, o indirecta, como las aventuras de Rosenda, una gallina antropomorfa, mutante y malvada. De hecho, una de las constantes en sus comics es el enfrentar distintos modos de ver la vida, modos más o menos de moda, con la realidad más obvia, como en el caso de la historieta Una discusión Pop, en la que uno de los personajes pretende esconder su inmadurez debajo de una capa de supuesta cultura pop, mientras que su pareja le refriega continuamente la cruda realidad de su comportamiento. Aunque quizás, lo que haga Fontdevila en sus tebeos no sea otra cosa que mostrar ciertos comportamientos tópicos en nuestra sociedad bajo la luz del sentido común, y el resultado acaba siendo por lo general el mismo, alguien que se creía lo que hacía, pero que realmente lo que estaba haciendo era el ridículo. Quizás por eso, pese a nutrirse de lo que ve y le rodea, Manel se ve a si mismo como un marciano, quizás porque ve el mundo desde su propia perspectiva, quizás porque no se conforma con mirar, quizás porque se plantea lo que ve, quizás porque desde ese sentido común suyo critica lo que ve, quizás porque a menudo lo hace con cariño. Realidad y sentido común usados por este autor por costumbre, y añadiendo de vez en cuando toques de absurdo y de surrealismo, como por ejemplo en los chistes para la revista Penhouse o en distintas ilustraciones de su libro La Vida es Bella. Y usando siempre el humor, lo dicho, el humor por costumbre.

Paco Cerrajón

Director del Primer Encuentro de la Historieta de Sevilla

Noviembre 2000














miércoles, 24 de marzo de 2010

Manel Fontdevila




Manel Fontdevila, el humor por costumbre, para mí, uno de los mejores humoristas gráficos de este país, sin paliativos.


Entrevista a Juanjo Guarnido

Periódico Málaga Hoy sábado 20/03/2010

Juanjo Guarnido Dibujante de comic

José Abad

-Debería ser la última pregunta, pero será la primera ¿Para cuándo la nueva entrega de Blacksad?¿Qué puede adelantarnos?

-Para después del verano, si Dios quiere. El álbum está muy avanzado, pero ha ido retrasándose, inevitablemente. En esta aventura, a Blacksad le encargan que encuentre a un músico desaparecido. Sucede en un escenario muy particular, no en la ciudad de Nueva York, como en álbumes anteriores. Pero no quiero desvelar más.

-¿Es consciente de la expectación?¿Le influye?

-Sí a las dos preguntas. Soy consciente de esa expectación y crea un poco de ansiedad. El anterior álbum salió hace cuatro años. Uno no es siempre responsable de estos retrasos, pero se crea un cargo de conciencia. En cuanto a su calidad, estoy seguro de que no decepcionará. No me lo permitiría; soy perfeccionista hasta la obsesión. La historia, además, es fantástica. Estará a la altura del segundo volumen de la serie, que es el preferido de los fans, y también el mío.

-Hay quienes se han sentido traicionados por pasarse al cómic infantil. ¿Qué diferencias hay entre dibujar para adultos y para niños?

-La principal diferencia no es temática, sino de estilo. Es necesario un dibujo más sintético que me ha obligado a mejorar el entintado, hacerlo más expresivo, eficaz y directo. Pienso que la serie Brujeando me ha ayudado a mejorar como dibujante.

-Cuando comenzaba su carrera profesional, el sello Marvel le cerró las puertas, pero se las abrió la Walt Disney Pictures...

-El rechazo de Marvel fue frustrante, pero se compensó con la entrada en Disney, efectivamente. Y hoy, echando la vista atrás, sólo puedo regocijarme de cómo han ido las cosas, de lo que han supuesto esos diez años en Disney. Esto me hizo renunciar al comic de superhéroes y orientarme hacia el cómic europeo. Al final, los de Marvel me hicieron un favor. Blacksad no existiría de haber entrado en la Marvel.

-Un poco de psicoanálisis: ¿con qué personaje de la Disney se sintió más a gusto?

-Con Hades, de la película Hércules. Era un personaje muy agradecido de dibujar y animar. Era un personaje cómico y, al mismo tiempo, con una construcción realista. Ese estilo caricaturesco me daba unas enormes posibilidades de animación, y haciéndolo tuve el honor de tener por mentor a Sergio Pablos, que es un animador fuera de serie.

-¿Y con cuál se sintió más a disgusto?

-No se trata de una mala experiencia, pero hubo cierta incompatibilidad gráfica con Sabor, la pantera de Tarzán. Por un lado, fue un placer trabajar en esta película, pero el diseño particular de este personaje estaba en las antípodas de mi instinto gráfico. Fue duro dar vida a este personaje, tan ajeno a mi estilo.

-¿Y a cuál le habría gustado dibujar?

-Al pato Donald. Se parece mucho a mí por temperamento -es un cascarrabias como yo-, y estoy enamorado de su forma de actuar. Nunca tuve que ocasión de dibujarlo; la verdad es que ni siquiera me sale demasiado bien...

-Blacksad se considera una perversión del Mundo Disney...

-No estoy de acuerdo, Blacksad no fue creado con esa intención. La idea inicial de Juan Díaz Canales era mezclar fábula y novela policiaca, y la propuesta ha gustado a todos. Imagínate, hay quien dice que Blacksad es una mezcla de Maus y Pulp Fiction. No lo comparto.

-Usted vive en París desde 1993. El mercado español es insuficiente, ¿no?

-Me fui a Francia para trabajar con Disney pero, efectivamente, los autores que apuntan al mercado europeo tienen que hacerlo necesariamente con editoriales francesas. Lo que ocurre en el mercado franco-belga no tiene comparación en ningún lugar del mundo. En Japón, el cómic es muy popular, pero el manga es casi de usar y tirar. En Estados Unidos, si se trata de superhéroes, también goza de bastante popularidad. Pero ni en Japón ni en Estados Unidos, el cómic tiene el estatus de producto cultural de que goza en Francia y Bélgica. La riqueza de géneros es única.

-El día 25 inaugura una exposición en Granada. Usted es profeta en su tierra...

-Esta exposición es un motivo de orgullo para mí y mi familia. Es una de las alegrías más grandes que me han dado en la vida, de verdad. Es un lujo que le ha sido dado a muy pocos.





Haciendo historia en el cómic

Juanjo Guarnido (Salobreña, 1967) tiene un curriculum que quisieran para sí muchos artistas gráficos: diez años en plantilla de la todopoderosa Walt Disney Pictures colaborando en películas como Hércules o Tarzán, y ahora dos exitosas series, una de las cuales, Blacksad, está llamada a hacer historia en el mundo de la viñeta. La próxima semana regresa a su tierra para protagonizar una exposición organizada por el Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, dependiente del Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Se lo merece.