Son retratos, pero ocultan los rostros. Se ven aunque no se tocan. Por primera vez, una exposición recopila las fantasías de algunos de los mejores fotógrafos del mundo seducidos por esa parte de la anatomía donde dicen que la espalda pierde su casto nombre. Son culos de artista. Por eso los mostramos. Por Pilar Parcerisas.
sábado, 30 de noviembre de 2024
Enseñar el culo con arte
¡Bienvenidos al País del Sol Naciente!
Una icónica pareja del cómic, Croqueta y Empanadilla, regresa para narrarnos su periplo nipón
José Luis Vidal
27 de noviembre 2024
Confesémoslo, les echábamos mucho, pero mucho de menos.
Y es que la vida en pareja de este singular dúo triunfó, haciéndose un hueco en los corazones y librerías de los lectores y lectoras españoles, y de paso convirtiendo sus cómics en auténticos best sellers de ventas, haciendo que su autora, la valenciana Ana Oncina, consiguiera un éxito casi instantáneo.
Croqueta y Empanadilla en Japón
Autora: Ana Oncina
Tapa blanda
Color
168 págs.
16,95 euros
Planeta Cómic
Pero como ya os decía al principio, los caminos creativos de Oncina la han llevado, con el respaldo del público y la crítica, por otros senderos argumentales, regalándonos a todos los que la seguimos dos maravillas tituladas Just friends y Planeta, entre otras obras.
Sin embargo, ella en ningún momento ha dejado de lado a sus 'hijos', Croqueta y Empanadilla, y ahora, utilizando como excusa un viaje personal a Japón, cargamos la imaginaria maleta con lo estrictamente necesario y los acompañamos, para ser testigos de sus despistes, el disfrute que significa la inmersión en una cultura tan diferente a la occidental y, al fin y al cabo, mil y una divertidas anécdotas que, a la vez, van a servirnos a todos aquellos que aun no conocemos estas tierras y tenemos el deseo de poder viajar alguna vez a ellas, como útil guía de viaje, compartiendo con nosotros autenticas postales de lugares como Tokio, Kioto, Osaka, Nara, Takatsuki, etc…
Y todo ello viendo como este dúo se enfrenta al autentico vicio de los gashapones, la exquisita cocina nipona, la extrema limpieza y higiene que podemos encontrar con cualquier lugar, el placer de sumergirse en un ofuro, relajándose con su agua hirviendo o la extrema belleza de sus paisajes, sus palacios, templos…
En fin, un viaje de lo más envidiable, a unos lugares a los que siempre se desea regresar, y que ahora Ana Oncina inmortaliza con la ayuda de esta pareja que la ha acompañado a lo largo de su exitosa carrera, dejándonos mirar en sus vidas, que se acerca tanto a la realidad, la mayoría de ocasiones bajo el prisma del humor, poniendo una sonrisa en nosotros, lectores y lectoras, que identificamos estas situaciones como algo que seguramente nos ha pasado a nosotros o a algún conocido.
Para los fans más irredentos de Oncina, como colofón a este periplo en viñetas, la autora incluye una sección de extras en la que comparte con nosotros los bocetos, anotaciones que utilizó en la futura obra, tickets, tarjetas, etc… Un autentico collage que, una vez digerido por el talento de esta autora a la que aún le queda mucho y bueno que contar, ha dado como resultado una obra en la que se mezcla el valor de lo cotidiano, la simpatía y de paso un afán didáctico por llevar a nuestros hogares un trocito de estas tierras tan lejanas, pero que ahora las tenemos al alcance de la mano, tan solo abriendo y disfrutando de este cómic.
Diario de Cadiz
viernes, 29 de noviembre de 2024
Fragmentos de la Enciclopedia Délfica / Miguelanxo Prado
La ciencia ficción es tan atractiva no solo por lo espectacular que resulta en su representación de criaturas más grandes y aterrado- ras de las que podamos ver en los documentales, generalmente más preocupadas por aparearse que por darnos miedo. O por su deslumbrante tecnología, mucho más colorida y poderosa que la que manejamos con rutina en nuestra vida cotidiana (décadas antes la nuestra resultaría asombrosa, sí, pero ya nos hemos acostumbrado a ella). Quizá buena parte de su interés resida en su profundidad filosófica, en su capacidad para abordar temas que nos importan y hacerlo de una forma asequible, entretenida. Al ofrecer mundos imaginarios sin las limitaciones de la realidad, nos permite jugar en ellos con las preocupaciones existenciales, las grandes preguntas que el resto del tiempo tenemos que apartar de nuestra mente porque somos personas serias y maduras y tenemos mucha prisa, señora, no me distraiga. En el cine los ejemplos más claros de ello los tenemos en 2001: una odisea del espacio, Blade Runner o Matrix, y sus planteamientos respectivos sobre nuestro lugar en el universo, la naturaleza humana y la percepción de la realidad.
En cómic un representante destacado es Fragmentos de la Enciclopedia Délfica, de Miguelanxo Prado, dibujante coruñés que recientemente ha obtenido el Premio Nacional del Cómic 2013 por otra obra suya, Ardalén. El que ahora nos ocupa comenzó a publicarse en 1983 en la revista llamada precisamente 1984 y describe el futuro de la humanidad en doce historias que, a la manera del ciclo Fundaciones de Asimov, van precedidas de fragmentos de una enciclopedia que los pone en contexto, en este caso elaborada por unas criaturas descendientes de los actuales delfines. La primera de esas historias se titula Sensaciones; aunque como decíamos fue dibujada hace treinta años, leerla hoy en día, cuando apenas quedan unos meses para el lanzamiento de las Google Glass no deja de resultar curioso. Es una narración sobre la realidad virtual, sobre cómo la tecnología podrá hacernos vivir experiencias en primera persona... hasta límites de realismo insospechados. Es un planteamiento que remite a películas como Proyecto Brainstorm o Días Extraños: ¿qué interés tendrá la realidad «real» cuando la realidad virtual esté a nuestro alcance y nos ofrezca emociones y experiencias mucho más intensas? No parece descabellado pensar que es algo a lo que tendremos que enfrentarnos en los próximos años, tal vez convertido ya en todo un problema social de primera magnitud. Como la filosofía, la ciencia ficción más que ofrecernos un pack cerrado de respuestas, lo que hace es plantearnos preguntas. La segunda historia, Bienvenidos, contiene cierto sarcasmo en su título y evoca en cierta manera a E.T., mientras que Arena y La voz última plantean la cuestión del colonialismo.
En Telmos aparece ya una nueva especie de humanos, mutantes dotados de capacidades mentales extraordinarias, hasta el punto de que aquello que imaginan pasa a tener una materialización real. Una idea que de alguna manera recuerda el argumento de Planeta Prohibido, aquel clásico de la ciencia ficción protagonizado por Leslie Nielsen. Miserere Nobis me pareció particularmente sugerente por la visión que muestra de la democracia y de la alternancia de los partidos en el poder. Como dice un personaje: «que el pueblo elija el plato que le apetezca, que yo se lo guisaré y se lo serviré». Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... Al leer Aceite es imposible no recordar El planeta de los simios —con un chimpancé capaz de hablar y comunicarse como un humano— aunque la especie dominante no sea la suya ni la humana, sino una denominada Homo Novo. En la siguiente, Sangre de dioses, los simios aparecen utilizados como esclavos, una condición alienada en la que se mantienen debido a la religión, que inculca en ellos la adoración por sus amos. Pero como toda creencia tarde o temprano comienza a ser cuestionada... El capítulo titulado Yo describe una división en clases sociales que remite a la república ideada por Platón: siendo los humanos los encargados de las tareas intelectuales, los simios de las tareas físicas, y los robots los vigilantes de los últimos. También se menciona, tanto en ella como en la siguiente, Punto de partida, el final de la pareja monógama. Sustituida por el «grupo multisexual», de condición inestable y que termina siendo sustituido por el individualismo. Un futuro en ese aspecto coincidente con el profetizado por Houellebecq en La posibilidad de una isla, una de las más grandes novelas no ya de ciencia ficción sino de cualquier género que he tenido oportunidad de leer. A medida que las historias, algunas relacionadas y otras no, avanzan a lo largo de los milenios vemos aparecer nuevas especies más evolucionadas, que desplazan al ser humano, como el mencionado Homo Novo. A su vez estas son trascendidas por otras con la capacidad de formar una mente colectiva, como en Despedida y Mitos. Criaturas dedicadas al ocio, al conocimiento y a la conservación del recuerdo de lo que fue la historia humana: «aquí tenéis la Enciclopedia Délfica, que elaboramos y conservamos para vosotros. Haced buen uso de ella».
En conclusión, pese a su brevedad cada historia es como un fogonazo abierto a interpretaciones políticas y filosóficas, rica en referencias y relaciones con otras obras tanto anteriores como posteriores. Muy audaz al lanzarse a tratar asuntos nada triviales pero, gracias a la habilidad del autor, planteados de forma amena y con respeto por la inteligencia del lector. ¿Será algo remotamente parecido nuestro futuro? Quién sabe. Por nuestra condición mortal con suerte apenas lograremos conocer unas pocas décadas venideras, pero dada la extraordinaria velocidad a la que avanza la tecnología y a la que se suceden los acontecimientos en nuestro tiempo, ese breve atisbo del porvenir que nos estará permitido contemplar será desde luego algo interesante... y nos obligará a replantearnos creencias, valores y convenciones sociales. Tal como hace, ni más ni menos, esta Enciclopedia Délfica.
Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)
Terror cósmico en La América profunda Juan Royo Abenia
El característico dibujo de Richard Vance Corben (Anderson, Misuri, 1940) recoge innumerables referencias a la obra de Howard Phillips Lovecraft (Providence, Rhode Island, 1890-1937), el maestro del terror cósmico en El dios rata. Extraños nombres, que evocan a culturas amerindias, de personas (Mak-Kito y Achak o Kito y Chuk) y de tribus (Cthanhuluk, Tlinggit) nos adentran en el terror de la cruel suerte a la que los protagonistas parecen destinados: esclavitud o muerte. Es el drama de los atemorizados refugiados. Y también de eruditos estudiantes de doctorado por la mítica Universidad de Miskatonic de la ciudad de Arkham, a cierta distancia de otras como Innsmouth o Dunwich, en donde también sucederán misteriosos y terribles sucesos.
La endogamia del profundo Massachusetts se hunde en los tiempos del viejo Zedon Peck, cuando, en 1883, un grupo de prospectores rusos, atraídos por la codicia del oro, fundaron Can Cojo sobre la base de un antiguo asentamiento indio. En la actualidad, es una colección de desvencijadas y putrefactas chabolas resecas que se desparraman entre ruinas y desperdicios. Por el contrario, la impresionante mansión de la familia de los gerifaltes del pueblo, Zackariah Peck y su hijo, el refinado Damon Peck, domina la localidad y contrasta con las viviendas de los desaliñados palurdos, unos con aspecto de roedor, otros simiescos, que farfullan frases inconexas y confunden los tiempos verbales en un uso rudimentario del lenguaje. O la desarrapada y bobalicona Gharlena, que, sin pudor alguno, pasea semidesnuda —a veces con la mirada perdida, otras, extrañamente feliz— y se levanta, promiscua, las faldas enseñando su sexo provocativamente. La muchacha regenta una casucha que ejerce la función de hostal y en cuyo sótano se encuentra una extraña puerta. Todos los aldeanos tienen un sospechoso parecido que aflora componentes genéticos relacionados. Otros arquetipos de Corben son, en cambio, afroditas y adonis de lacias melenas, prominentes narices, labios carnosos y grandes ojos, algunos escondidos en sombras, otros con redondos y dilatados iris, hipermusculados ellos, recauchutadas ellas. La obra de Corben rezuma de iracundas peleas a puñetazos, sin piedad y con furibunda saña, en escorzos imposibles; también, llantos desgarradores que tensan las facciones de la cara, ya sea por dolor físico o por amor no correspondido.
Otros lugares comunes son cementerios, momias, rituales paganos, pesadillas, túneles, criptas, bestias procedentes del infierno y seres malvados con ropajes coloridos y engañosas intenciones. Corben maneja con exquisita delicadeza todos los recursos que lo han encumbrado hasta el Olimpo del cómic: la superposición de viñetas (redondeadas, rectas, onduladas), los fundidos en negro, los diferentes puntos de luz que realzan la penumbra y acentúan el misterio y los cambios temporales y de escenarios que aturden al atribulado petimetre, Clark Elwood, claro ejemplo de linaje ario puro, pilar racial de Nueva Inglaterra durante generaciones. Paisajes de bosques en donde los claros se ven amenazados siempre por gigantescas sombras que paulatinamente los cubren. Tundras y forestas en las que no existe sonido alguno. No hay ruidos ambientales. No hay ningún pájaro que cante, insecto que chirríe o viento que ulule. Las pisadas sobre las hojas secas caídas no suenan como chasquidos y solo los buitres y los cuervos graznan como pájaros de mal agüero. Extrañas presencias se intuyen. Los altivos seres humanos ignoran a los seres de otras dimensiones y pagarán caro su arrogante desprecio. El terror se siente en los huesos calados, los músculos ateridos y las articulaciones agarrotadas de frío.
Como en los clásicos de EC Comics Tales from the Crypt, un siniestro narrador nos alecciona sobre las tribulaciones de los protagonistas y, en ocasiones, influye en su desarrollo. El horror es extraterrestre y el origen de la historia es un flujo temporal sin final. Continuas son las referencias a Cthulhu y a Yog-Sothoth, la puerta, la llave y el guardián, aquel que conoce el pasado, el presente y el futuro, pues todo es uno en todo. Los funestos dioses de antaño, que manejan la meteorología a su antojo como una penúltima maldición, y bajo la gibosa y cruda luna, que observa a los miserables maliciosamente.
El dios rata
Richard Corben
Planeta Cómic
Estados Unidos
Cartoné
144 págs.
Color
Obra relacionada
Creepy
Varios autores
(Planeta Cómic)
Ragemoor
Jan Strnad y Richard Corben
(Norma Editorial)
Los espíritus de los muertos
Edgar Allan Poe y Richard Corben
(Planeta Cómic)
Jot Down - Comics esenciales (2016)
El Último recreo / Carlos Trillo y Horacio Altuna
Si algo me fascina de las historias apocalípticas es esa capacidad que tienen de endiosar a la especie humana en momentos de crisis aguda. A esas alturas de la vida todo el mundo sabe que cuando el hombre siente que todo se va al carajo, su tendencia habitual es sacar su peor versión, no el instinto de conquistador de galaxias que nunca ha tenido.
Sin embargo, otra forma de apocalipsis es posible y Carlos Trillo y Horacio Altuna vinieron para contárnoslo en un cómic tan sublime como oscuro. Con una dosis justa de ciencia ficción, referentes, contextos y valores de la sociedad contemporánea aparece el que fue su tercer trabajo juntos: El último recreo. Una bomba acaba con los adultos dejando niños, animales y ciudades intactos. La bomba en cuestión, conocida como «Sex Bomb», emite una radiación letal sobre todo aquel que con el paso del tiempo experimente el despertar sexual. El mundo está destinado a extinguirse y eso está previsto que ocurra más tarde o más temprano.
Los niños son abandonados a su suerte y ahora tienen que bus- carse la vida ellos solos, sin respaldo familiar, sin la guía de los adultos, sin sus recursos, pero también sin sus normas ni leyes. Unos niños que se tienen que agrupar en pandillas para sobrevivir, luchar entre ellos, traicionarse, desarrollar la capacidad de previsión e intentar poco a poco empezar a ser productivos. Todo ello sin dejar nunca de ser niños. Madurar es el primer paso hacia su muerte. En fin, barra libre para la locura.
En realidad este punto de partida no es novedoso. En El señor de las moscas, la novela de William Gerald Golding, unos niños náufragos también luchan por su supervivencia. La diferencia fundamental entre el cómic de Trillo y Altuna respecto a la obra de Golding es el marco urbano de los primeros frente al rural que eligió el británico.
Este cómic apareció en 1983 en la revista argentina Superhumor, más tarde en la Fierro y el público español no pudo disfrutar de ella hasta 1992 en Zona 84. No era raro que en este contexto de principios de los ochenta apareciesen historias apocalípticas, si tenemos en cuenta que la sociedad estaba muy pendiente de la Guerra Fría y vivía con la sensación permanente de que en cualquier momento podría darse lugar un ataque químico.
La bomba de Trillo y Altuna ha exterminado a los adultos, pero no sus valores. Durante doce capítulos autoconclusivos de ocho páginas cada uno, nos adentramos en historias en blanco y negro que cuentan precisamente eso, cómo niños de caras adorables se desenvuelven sacando la peor de las herencias que les han dejado sus padres, la educativa.
Además, Trillo no deja caer al azar las cosas que mueven esta historia. Cada episodio, con su planteamiento, nudo y desenlace, viene acompañado de símbolos y la correspondiente moraleja. El símbolo más potente, sin duda es el general de este cómic: la madurez que representa el despertar sexual acaba matando al niño. Una muerte tratada en este caso con un efecto literal, muerte entendida como la pérdida de la vida, pero que al fin de cuentas, provoca que los personajes tengan pánico a crecer, a que el tiempo pase por ellos. A dejar de ser niños.
Un último recreo, una última diversión de los personajes que se ven envueltos en dilemas que tienen que ver con el apego a lo material, emigrar en busca de una vida mejor, aplicar conocimientos adquiridos, sentir odio, amor y aprender de sus errores. Todo esto con la permanente duda de si merece la pena seguir jugando como un precario Peter Pan o morir con el sabor de la gloria por hacerse un hombre.
Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)
jueves, 28 de noviembre de 2024
LUZ DE DIOS

Ese matiz producía efectos alucinógenos. La luz que entraba en el interior cambiaba de intesidad y color. Nada describía mejor el paradigma bíblico. "Hágase la luz". Y la luz se hacía, vivía, se transformaba. "Era un atractivo extraordinario".
JACA. De espaldas al Pirineo, camuflada dentro de la ciudad, difícil de otear, la catedral de Jaca cuenta en su historia con algunos tesoros y leyendas. "Tierra de avance en la reconquista, sus fronteras fueron permeables", comenta Peridis. Y por eso, cuando en este templo anduvo el santo grial -uno de tantos conocidos o reconocidos-, tuvo que verse obligado a peregrinar por diferentes lugares de Aragón para no ser profanado por los musulmanes. Construida en la época de Sancho Ramírez, que la empezó en 1077, es, junto a Frómista, uno de los máximos exponentes del románico en la península Ibérica.
SANTIAGO DE COMPOSTELA. Dos símbolos inigualables aporta la catedral de Santiago de Compostela a la humanidad, comenta Peridis: el Pórtico de la Gloria y la fachada del Obradoiro. "El primero es una suma de la escultura románica, alma del paraíso. La mejor manera de dar la bienvenida a los peregrinos, el abrazo espiritual perfecto, como quien recibe a la salida de los aeropuertos después de un largo viaje o un regreso de años". En cuanto a la fachada del Obradoiro, Peridis cree que es la penetración perfecta de una época en otra. "La forma que tiene de inmiscuirse en el románico, con esa piedra de granito que parece un bosque vertical, resulta única". Santiago fue grande, según el autor de este recorrido fascinante por estos siete templos, gracias a un personaje: el obispo Gelmírez. "Él entiende que en un lugar que para ellos es confín del mundo debe levantarse un templo tan importante como el de Jerusalén o Roma".
LLEIDA. La maravilla de la catedral de Lleida está en su desnudez. "En una obra de transición entre el románico y el gótico. Lleida es un cruce de caminos. Peligroso y simbólico". Por allí estuvieron en tiempos las tropas romanas comandadas por César y Pompeyo, se dieron batallas fundamentales en la guerra de sucesión librada por Felipe V, el primer Borbón, y tuvo sus altercados Napoleón. Pero su origen es árabe. Se trata de la mezquita mayor de Medina Larida, consagrada como cristiana cuando Ramón Berenguer IV entró en la ciudad en 1149.
BARCELONA. La catedral de Barcelona es un espacio para la solemnidad. Del Toisón de Oro hay huella por el resto de escudos nobiliarios que la han adornado. Fue una de las ciudades favoritas de Carlos V por su semejanza con los aires flamencos, y su catedral ganó protagonismo el año que el hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca permaneció en la ciudad. Los turistas que hoy la llenan casi a diario puede que ignoren que tardó 150 años en construirse desde que comenzaron las obras a finales del siglo XIII.
BURGOS. El doble tardaron las obras de Burgos, una de las catedrales góticos de mayor valor universal. A lo largo de 300 años fueron completándose, contando el trauma del desplome del cimborrio, que se reconstruye en el siglo XVI como una muestra del arte plateresco. A lo largo de ese tiempo, Burgos fue una gran cantera. "Se convirtió en una ciudad superpoblada gracias al trabajo que proporcionaban las obras de la catedral, al tiempo que se conseguían grandes avances en la técnicas de construcción". Del Papamoscas al sepulcro del Cid, cuyos restos fueron trasladados a Burgos a principios del XX, en plena vorágine reivindicativa del 98 y sus símbolos castellanos, el lugar define por sí solo toda la idiosincrasia de la ciudad.
CUENCA. Es una de las ciudades españolas donde mejor se postula el diálogo entre arte contemporáneo y tradición. Y su catedral es todo un ejemplo. La hoz de Huécar, marcada en lo alto por este templo discreto pero original, lo convierte en una zona de peregrinaje singular. La convivencia entre piedra secular y nueva luz se observa en las vidrieras restauradas por los artistas retirados en Cuenca entregados a la abstracción mística que representa Bonifacio o Gustavo Torner. La luz se reparte a placer a todos los niveles, y por ahí anda el espíritu indomable de otro artista fundamental en su deficinición: "Jamete, un canalla, un maldito, un Caravaggio español con tanto talento que se le perdonaban los pecados".
OVIEDO. Por el suelo de la catedral de Oviedo todavía existen restos de la baba que aquel sacristán proporcionó en forma de beso de sapo a Ana Ozores en el final de La regenta, un pasaje desconcertante, puro precursor del surrealismo. Por eso, en la catedral de Oviedo huele a literatura. También a los restos de la deslumbrante apertura de un arca santa a manos de Alfonso VI, a la manera de una buena aventura de Indiana Jones o a la decadencia que aquella sede sufrió poco a poco en la historia por el influjo con el que atraía a los peregrinos desde Santiago de Compostela. "La sabia proporción de sus volúmenes, la armonía de sus espacios, la clara articulación de sus cuerpos, la unidad y originalidad de sus propuestas inspiradas en el clasicismo nos parecen una creación de enorme frescura y originalidad", cree Peridis.
El Pais Semanal número 1.879
Domingo 30 de septiembre de 2012
Los chicos de la 619
¡Cómo echábamos de menos las geniales obras de este sello galo, y que ahora la editorial Nuevo Nueve trae a nuestras librerías!
José Luis Vidal
24 de noviembre 2024
En 2009, un grupo de jóvenes apasionados del noveno arte crean, amparados por la editorial francesa Akama, el sello Label 619. Sus nombres por aquel entonces no eran muy conocidos dentro del universo de la BD francoblega, pero pronto, muy pronto, gracias a su talento y la frescura y originalidad de sus propuestas, iban a labrarse a golpe de viñeta, un puesto entre los autores más interesantes del panorama comiquero del país vecino, sobre todo por su clara y para nada disimulada influencia del cómic, el cine norteamericano y la mitología urbana.
Ellos eran RUN, Florent Maudoux, Guillaume Singuelin, Yuck y Mathieu Bablet.
Y el resto, como suele decirse, es historia. Y es que juntos crearon un recipiente, una antología de historias que con el tiempo se convirtió en mítico. Su título fue Doggy Bags, y en esta publicación metieron todas sus obsesiones, sus filias, sus temores más oscuros, regalándonos una serie de relatos cortos que nos llevaban desde los guetos más peligrosos de los Estados Unidos, hasta el Sur, donde los rednecks, el racismo y la intolerancia son el perfecto caldo de cultivo para que la violencia estalle, todo ello sazonado con momentos de terror que nos ponían los vellos de punta.
Pero esto no es todo, porque si por algo se caracterizaba esta singular publicación era por una clara intención didáctica, ya que junto a los relatos siempre se nos ofrecían interesantísimos artículos que trataban el tema al que, de manera monográfica, estaba dedicado el correspondiente volumen además de la imaginaria ‘venta’ de artículos relacionados con los relatos.
Pues bien, los vaivenes editoriales hicieron que el sello Label 619 se trasladara a otra editorial, Rue de Sèvres, pero sin perder ni un ápice de su marcada personalidad.
Y es entonces cuando nace Lowreader, claro vástago de Doggy Bags, que recoge el testigo y, en este nuevo formato, nos va a traer impactantes relatos como el que inaugura su andadura en nuestro país, de la mano de la editorial Nuevo Nueve. En esta primera entrega Florent Maudoux recupera a su personaje, al curvilínea y expeditiva Masiko, para enfrentarla a un gran problema. Su bebita Xiong Mao, a la que carga en la espalda, ha sido mordida por un lobo, y está empezando a padecer claros rasgos de licantropía…
Solas, desvalidas, sin la ayuda de nadie, llegan a un pueblo desierto donde un trío de habitantes tratarán de auxiliarlas, conduciéndolas hasta la única solución posible a su problema: enfrentarse cara a cara al líder de la manada…
Como ya os decía anteriormente, en Lowreader también aprenderemos muchas, e interesantes cosas, como el origen de las leyendas alrededor de los cuervos, animal que es el icónico símbolo de la publicación, o datos sobre los terroríficos hombres lobo.
Pero la sorpresa mensual para todos los que somos fans de este sello no es solo esta, ya que también, de la mano de Nuevo Nueve, llega Slum Kids, un cómic creado por Petit Rapace que, curiosamente, nació dentro de la cabecera Lowreader y fue tal su éxito que RUN, el jefazo del sello, le dio la oportunidad a su autor de expandir este argumento, que nos lleva a un mundo, en apariencia, post apocalíptico, donde los habitantes del lugar viven en un inmenso estercolero, un peligroso lugar donde lo pútrido ocupa todos su espacio y sus habitantes malviven como buenamente pueden, casi siempre siendo víctimas o ejerciendo la violencia para poder sobrevivir en este hostil entorno.
Precisamente este es el caso de su cuarteto de protagonista: Eingyi, un chico que no lo piensa a la hora de machacar cabezas y apalizar a quien sea para poder conseguir algo de comida o dinero para comprar droga.
Junto a él, Bambi, una luchadora nata y letal con sus catanas, que empieza a cuestionarse la vida que lleva junto a sus compañeros de peripecias.
Siempre a su lado, defendiéndolos, el fiel y grandote can Bone.
Y finalmente el más frágil de los cuatro, Lombriz, un chavalín inocente, débil, que resulta ser siempre la diana de las chanzas y golpes de macarras como el desalmado Stigma.
Todo se irá al traste precisamente por la actitud de Eingyi, que golpeará y robará a Everdred, un adulto que, junto a sus socio Steiner y la ayuda del vengativo Stigma, van a iniciar un violento camino sin vuelta atrás, donde lo inimaginable resurgirá del cuerpo muerto uno de los protagonistas para cobrarse su sangrienta venganza.
Ultraviolencia, gore, acción, niños letales, monstruos que parecen surgidos de una pesadilla… Todo esto y mucho más nos aguarda en las páginas de Sum Kids.
¡Bienvenidos de nuevo, Label 619!
Diario de Cadiz
miércoles, 27 de noviembre de 2024
Nena, ¿qué puede ir mal?
El camino a la perdición de los protagonistas de esta maravilla del género negro continúa
José Luis Vidal
21 de noviembre 2024
Y es que eso de escaparte con dos maletas, una repleta de fajos de billetes y otras con varios kilos de coca, propiedad del tipo más peligroso del lugar, como que no es una idea demasiado buena.
Beth, Orson y Nina huyeron sin mirar atrás, sin un plan definido, reflejo de sus propias existencias, en las que han ido dando tumbos de un lado a otro, cada uno con sus propios fantasmas a cuestas.
Balas Perdidas: Sunshine & Roses. Parte 4: La edad de la inocencia.
Autor: David Lapham
Tapa blanda
Blanco y negro
256 págs.
20,90 euros
Ediciones La Cúpula
Obviamente, esta fuga hará que Spanish Scott, lugarteniente de Harry, un tipo cuyo nombre hace temblar a la mayoría, no pueda consentir esta traición por parte de trío, así que a partir del momento de su escapada, ha puesto precio a sus cabezas y no cejará en su empeño a la hora de recuperar el botín robado y, sobre todo, tener unas palabras con los escurridizos protagonistas.
Ya con esta sola situación da para narrar muchas peripecias, pero es que Scott y sus secuaces no son los únicos que buscan a Beth, Orson y Nina. Annie, la madre de la primera, esa mujer obsesionada por una juventud y lozanía que ya perdió hace tiempo, visita a un malherido Kretch en el hospital, y junto a él van a iniciar otro camino siguiendo el rastro de los fugados.
Pero resulta que de Kretchmeier no sabemos mucho, así que su creador, el autor David Lapham, va a poner solución a este hecho, ya que vamos a retroceder en el tiempo para colarnos en la casa de este, y ver como su relación con su autoritario padre no era la mejor del mundo, por no hablar la que tenía con su odiosa madrastra. Juntos habían logrado que el hermano menor de Kretch, Vic, huyera del hogar familiar y se alistara en el ejército, desapareciendo de la vida de los suyos…
Pues bien, esta nueva 'bala perdida' se une a este peculiar dramatis personae, y vamos a encontrarnos con él tratando de tener una nueva vida, alejado de los problemas. Pero como todos los que somos fans irredentos de esta cabecera, la palabra 'problema' está siempre sobre los protagonistas como una inmisericorde espada de Damocles, por lo que las cosas no van a terminar demasiado bien.
Brutales estallidos de violencia nos esperan a la vuelta de la página, que llegan de la manera más inesperada en esta alocada huida hacia delante, en la que el inexperto Orson volverá a colocarse el falso bigote y adoptar la personalidad del desquiciado Derek, un imaginario actor porno, obsesionado con la ingestión de plátanos.
Ah, y no me quiero olvidar de uno de esos capítulos tan 'especiales' en el que regresaremos al imaginario mundo de Amy Racecar, en este caso un reformatorio para niños rebeldes, donde llegan la pequeña B y Boris…
David Lapham sigue demostrando que es uno de los maestros del género negro y criminal con esta larga saga con la que no nos cansamos de disfrutar. Si no le conocéis, os recomiendo que, además de ella, disfrutéis de algunas de sus otras obras, como Silverfish, Mátame, o las aún no publicada en nuestro país, Lodger o Underheist, perfectas muestras de su talento.
¿Conseguirán Beth y compañía llegar su ansiado destino?
Diario de Cadiz
BOOMERS 60 años no es nada
Diego García Rouco
Boomers
Bartolomé Seguí
Salamandra Graphic
España
Cartoné
140 págs. Color
Obras relacionadas
Lola y Ernesto
Bartolomé Seguí
(Ediciones La Cúpula)
Las serpientes ciegas
Felipe H. Cava y Bartolomé Seguí
(Norma Editorial)
Historias del barrio
Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí
(Astiberri)
Los viejos hornos
Wilfrid Lupano y Paul Cauuet
(Norma Editorial)
La edad estupenda
Raquel Gu
(Sapristi Cómic)
Según los manuales de sociología, los boomers son aquellas personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad —conocido en los países angloparlantes como baby boom— posterior a la Segunda Guerra Mundial. Como era habitual en la época, España también llegó tarde a eso, y en nuestro país se llama boomers a los nacidos entre 1957 y 1975, unos años marcados por la recuperación económica tras la Guerra Civil, que también propició una alta natalidad. Sin embargo, hoy en día el término boomers ha adquirido una connotación negativa entre los más jóvenes, que lo usan para referirse a los integrantes de esas generaciones. Uno de ellos es el historietista Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962), conocido en los últimos años por obras como la ganadora del Premio Nacional del Cómic en 2009, Las serpientes ciegas (Norma), en la que dibujaba un guión de Felipe H. Cava, Historias de barrio (Astiberri), escrita por Gabi Beltrán, o la trilogía de adaptaciones de las novelas de Pepe Carvalho, el detective creado por Manuel Vázquez Montalbán y guionizada por Hernán Migoya. Pero su carrera había comenzado muchos años antes, dando sus primeros pasos en las revistas de los años ochenta para las que creó diferentes historias cortas y series entre las que destacan dos que realizó para El Víbora: Lola y Ernesto y Héctor y Rita. Dos series de humor costumbrista en las que el autor mallorquín usaba a los personajes principales como alter ego para reflejar sus preocupaciones en la excitante Barcelona de finales de los ochenta y principios de los noventa, y entregas con la colaboración en los guiones de Sonia Delgado. Unos personajes que retoma más de treinta años después en esta novela gráfica para seguir hablando a través de ellos de la actualidad.
A diferencia de lo que sucede con algunos grandes personajes del medio por los que no pasan los años, los protagonistas de ambas series se han hecho mayores y ya se encuentran bordeando la jubilación, lo mismo que ha sucedido para Seguí y quienes leyeron sus historias hace más de tres décadas. Ernesto y Lola ya no son los jóvenes que disfrutaban de la vida urbanita, sino una pareja que ha madurado y que ya con- templa de cerca la jubilación con más pasado que futuro. Junto con su grupo de amigos conversan con puntos de vista contrapuestos sobre las preocupaciones que marcan el día a día de las personas de su generación, sus sueños no cumplidos, las esperanzas perdidas y el tiempo de vida que les queda con la muerte como una amenaza cada vez más cercana y muy presente. Para poder afrontar su realidad, Ernesto, el personaje que sirve como hilo conductor para hilvanar las diferentes partes que forman la obra, decide comenzar un viaje en solitario por Mallorca en el que recordará su pasado para poder afrontar su futuro.
Seguí nos ofrece una historia fragmentada, no lineal, de mirada lúcida y melancólica de una generación desencantada que tiene que enfrentar- se a un futuro que no se corresponde con el que soñó construir en su juventud, pero que todavía conserva intactas sus ganas de vivir, aunque ya sean considerados «viejos» por la sociedad. Una sociedad moderna que es analizada con una mirada crítica y ácida en la que se cuestionan casi todos los aspectos que más nos preocupan, desde los partidos políticos, las fake-news, la excesiva dependencia tecnología, los problemas ecológicos, etc., mientras se nos muestra que es una generación que sigue teniendo mucho que aportar. Pero no estamos ante una lista de quejas y descalificaciones del momento actual por parte del autor mallorquín, ya que también hay espacio para la autocrítica, además de mostrarnos con humor y cariño todos los aspectos de la vida cuando se llega a esas edades. Un mensaje positivo y optimista que deja ver que todavía tienen mucho por vivir, aunque se sientan un poco fuera de sitio.
Aunque abunden las referencias al pasado, en particular en las canciones que aparecen, entre las que nos encontramos temas de Franco Battiato, Electric Light Orchestra, Jethro Tull, Van Morrison o Bob Dylan, se trata de una obra profundamente anclada al momento presente y que nos dibuja una foto fija de la situación actual repleta de referencias a la situación política, económica y social y con múltiples alusiones a la COVID-19 o la tecnología imperante. Algo que le dota de un valor como testimonio histórico de un momento muy concreto.
Además de ese reflejo de la realidad de las personas mayores de sesenta, que no suelen ser los protagonistas de ninguna obra de ficción, Boomers nos cuenta la preciosa historia de amor entre Ernesto y Lola, maravillosamente resumida en dos páginas, en las que, a través de ocho viñetas, Seguí nos cuenta los momentos más relevantes de la relación con una sencillez y precisión narrativa que está presente en toda la obra. Ellos dos son todo un ejemplo de amor maduro y cabal, en el que se respira la complicidad, pasión y cariño que se encuentran en las mejores parejas, mostrado con una pátina de realismo que inunda toda la obra que es el retrato de una generación, una visión que respira más sinceridad que nostalgia.
Jot Down Comics 2024
Breve en vida, inmortal en talento
Gallo Nero, en su línea dedicada al manga japonés, edita un volumen que recopila la trayectoria de Kuniko Tsurita en la revista 'Garo'
José Luis Vidal
22 de noviembre 2024
No me cansaré de elogiar la incansable labor de la editorial Gallo Nero para que conozcamos a una serie de autores nipones que, alejados de la corriente mainstream del manga en su país, eligieron la independencia y experimentación a la hora de plasmar sus historias e inquietudes.
Autora: Kuniko Tsurita
Tapa blanda
Blanco y negro
484 págs.
39 euros
Editorial Gallo Nero
Afortunadamente, la mítica revista Garo los acogió, dándoles toda la libertad necesaria para que, con el tiempo, sus nombres figuraran en esa imaginaria orla compuesta por los grandes del cómic japonés de todos los tiempos.
Una de ellos fue Kuniko Tsurita, autora completamente desconocida en nuestro país, y cuya corta vida, sesgada por la enfermedad, no impidió que regalara a los lectores una trayectoria que ahora se reúne y nos llega a los ansiosos lectores patrios en un voluminoso tomo.
En su interior vamos a encontrar una enorme y diferente cantidad de propuestas, tanto argumentales como estilísticas, claro signo de la búsqueda de una joven autora como fue Tsurita.
Desde el humor y la caricatura, sazonada con momentos de slapstick, clara influencia del Maestro Osamu Tezuka, en relatos como Historia de los dioses o Esta historia; pasando al oscuro drama existencial de Sin sentido, o el alegado feminista Mujer.
También tira de ironía a la hora de retratar a los personajes nacidos de su imaginación, como en Huida para la gloria y Madame Haruko.
Su estilo gráfico se dulcifica por momentos, para en la siguiente historia mutar, cambiar de manera clara. Y así iremos avanzando a lo largo de estas casi quinientas páginas para observar en las últimas como la enfermedad hizo que su trazo se resintiera, así como un oscuro velo, fruto del pesimismo, cayera sobre los argumentos de sus historias.
Es una autentica pena que una autora con tanto talento nos dejara tan pronto, quién sabe si con el tiempo podría haberse embarcado en proyectos de más extensión, abandonando el relato corto.
Todos los que queráis saber más sobre su vida y trayectoria estáis de suerte, ya que como necesario epílogo al volumen, nos encontramos con un interesante texto de Shô Onod, donde además de recorrer su paso por la revista Garo, también apunta los trabajos que realizó para otras publicaciones nipones, estas dirigidas a un público más amplio, como es el caso de Young Jump.
Diario de Cadiz
martes, 26 de noviembre de 2024
El tesoro fotográfico del Conde de Manila
Por Prudencio Mateos fotografía de Narciso Clavería y Palacios
La España que fue. A caballo entre el siglo XIX y el XX. Ese es el legado que escondían muchas de las cerca de las cerca de 3.000 imágenes, la mayoría en placas de cristal, que ahora ven la luz en estas páginas después de años guardadas en una. vivienda del barrio de Salamanca de Madrid. Buscando reflejar los edificios y sus detalles
Un tesoro fotográfico prácticamente intacto cuya autoría corresponde al arquitecto madrileño Narciso Clavería y Palacios (1869-1935), tercer conde de Manila. No fue precisamente un desconocido. Pero su afición a la fotografía, que en ciertos casos llega a rozar la ambición de documentar la vida costumbrista de un país con su cámara y que le llevó a formar parte de la Real Sociedad Fotográfica, no fue su obra más famosa. Es su creación arquitectónica la que trascendió como uno de los impulsores más destacados del estilo neomudéjar en España, constituyendo una de sus obras más representativas la estación de ferrocarril de Toledo, erigida entre 1916 y 1919.
Clavería y Palacios nació en Madrid en 1869. Fue nieto del capitán general y gobernador de Filipinas (1844-1849) Narciso Clavería y Zaldúa. Nada más obtener el título de arquitecto y como viaje de aprendizaje, recorrió durante 74 días, entre julio y septiembre de 1896, varios países europeos: Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, el Imperio Austrohúngaro, Suiza... Visitó alguna de las principales ciudades de estas naciones con un gasto total, según sus descendientes, de 5.774 pesetas. Una fortuna tan solo al alcance de muy pocos españoles de entonces y de ahora. Así empezó a educar su ojo de arquitecto recién licenciado a través de la cámara fotográfica. Buscando reflejar los edificios y sus detalles ornamentales, construcciones civiles como puentes y puertos sobre el Rin, los canales de Ámsterdam, el atraque de varios barcos en algún puerto del norte de Europa... Pero es sobre todo la España de la primera mitad del siglo XX la que revive al contemplar la mayor parte de sus instantáneas.
"Se hablaba en la familia del tesoro fotográfico de mi abuelo, de sus méritos arquitectónicos, pero nadie sabía realmente lo que contenían las cuatro cajas con imágenes y algunas notas explicativas, pocas, de las mismas", recuerda hoy José Roda-Clavería, nieto de Narciso Clavería y Palacios y custodio de un legado que empezó a escanear y catalogar movido por el interés de recuperar la historia de sus antepasados a través de los retratos familiares que se escondían a lo largo de 3.000 placas de cristal conservadas en cajas de galletas metálicas de color gris y en otras de plástico más modernas. El nieto de Clavería y Palacios encontró entre ellas escenas en las que posan los niños, la mujer y otros miembros de la familia del tercer conde de Manila. Hay también instantáneas de parientes acompañados del servicio doméstico de la casa, de niños jugando con muñecos o vestidos con pomposos trajes de marineritos o de marionetas, de paseos por el Retiro, la cocina de la casa familiar de Montesinos en Valencia...
Pero es su ojo como fotógrafo documental el que cobra relevancia a la luz de las placas. El retrato panorámico de Segovia en 1897 con sus monumentos principales al fondo: el acueducto, la catedral, las riberas del río Eresma, el monasterio de El Parral y el alcázar asentado sobre su mole rocosa... Las estampas madrileñas en el Retiro o durante la llamada Fiesta del Árbol, celebrada por primera vez en marzo de 1896 y donde aparecen carros de mulas, simones y otros transportes de caballerías que portan en sus lomos cubas de agua para los árboles recién plantados... En contacto con el agua también están las lavanderas del río Manzanares en Madrid, y al viento, sus tendederos con ropa cuando el aprendiz de río aún no estaba canalizado... Vistas de la Puerta del Sol atravesada por tranvías tirados por mulas, imágenes generales y de detalle de la estación de Atocha tomada desde la actual glorieta del Emperador Carlos V y de la entrad del hoy Museo Municipal de Madrid en la calle de Fuencarral, las siluetas solitarias de los soportales de la plaza de Santa Cruz, de la fuente de Neptuno, de la de la Alcachofa hoy ubicada en el Retiro, de la Cibeles custodiada por carros...
El resto del país también cruzó en su objetivo. Asturias, Granada, Córdoba, San Vicente de la Barquera, Cantabria, Gijón, Sevilla, Potes, Burgos... Casas populares como los hórreos y otras construcciones rurales, escenas costumbristas en ferias o ventas de ganado, en muelles del norte de España descargando la pesca y el carbón... El interés etnográfico del incipiente fotógrafo queda patente en estas instantáneas, así como su visión del progreso y el trabajo en el retrato de unos operarios junto a una máquina con la que se ganaban el jornal. Estampas que conviven en las cajas del nieto del autor con el contrapunto de las escenas de playa en Gijón y Santander hacia 1899, donde aparecen al fondo las casetas de baño individuales junto al mar y varios niños pulcramente vestidos que juegan con arena bajo la mirada atenta de sus madres o cuidadoras.
Del Norte al Sur, pasando por la mezquita de Córdoba y detalles de sus espacios, arcos y motivos ornamentales, o la Alhambra de Granada, Sevilla y su feria, Jerez de la Frontera, la Carraca, Puerto Real, El Puerto de Santa María en 1897... Este viaje fotográfico debió de concluir ese mismo año en Tánger y Tetuán. De su estancia en la ciudad internacional hizo no solo fotos de la travesía en barco del Estrecho de Gibraltar, sino también de un grupo de niños marroquíes sentados en una pequeña embarcación acercándose a la misma y ofreciendo algunos productos a los pasajeros, de algunas vistas panorámicas y rincones de las dos ciudades y de la celebración de un mercado con ganado y otros artículos. Pasajes que en muchos aspectos permanecen igual un siglo después. Testimonios de la España que fue. Encuadres, detalles y matices que ayudan a entender el país que es hoy.
El Pais Semanal número 1.940
Domingo 1 de Diciembre de 2013
“Erase una vez…”
Con un reparto coral, el guionista Tom King, junto al dibujante Jorge Fornés, construyen una historia que te engancha desde la primera página
José Luis Vidal
20 de noviembre 2024
Están las grandes gestas, epopeyas que serán narradas de padres a hijos, a través del tiempo, convirtiéndose en relatos inmortales donde impera el heroísmo, enfrentado al Mal, y en el que, después de mil y una peripecias, los protagonistas logran salir bien parados, derrotando a los crueles villanos.
Calle Peligro
Guion: Tom King
Dibujo: Jorge Fornés
Tapa dura
Color
368 págs.
43,50 euros
ECC Ediciones
Y luego hay historias que nadie, o casi nadie, conoce, pero que aunque parezca increíble, en su argumento se sopesa en una imaginaria balanza el destino del mundo, de todos los mundos…
Este es uno de esos relatos.
Y curiosamente, comienza con un grupo de jovenzuelos, vecinos de la Calle Peligro, a los que todos en el lugar conocer como los Dingbats, un cuarteto de golfillos que además de tener en común su orfandad, siempre protagonizan más de una barrabasada.
Sus 'nombres' son Bananas, Guaperas, Nogordo y Krunch.
Debido a las gamberradas que suelen maquinar, casi no hay día que no se crucen en su camino la representante de la ley del lugar, la jefa Warner, a la que los chicos han apodado, con no poca sorna, como Lady Cop.
Con la labia que les caracteriza, los chicos se librarán de una buena multa por parte de la agente, que los deja marchar hacia el desierto subidos en un veloz vehículo.
Justo en este lugar aparece un inusual trío que también son protagonistas del relato. Ellos son Metamorfo, Starman (ojo, el de piel azul) y Warlord. Para poder ingresar en las filas de la Liga de la Justicia no se les ha ocurrido otra idea que, a cambio de un brazo de Metamorfo, conseguir el yelmo del Dr. Destino, y con él, traer a la Tierra a el villano de villanos, el regente de Apokolips, Darkseid…
Obviamente, el plan no sale todo lo bien que ellos esperaban y la cosa acaba con el legendario Atlas muerto, atravesado por la espada de Warlord y con un fuerte golpe que afectará de manera muy dramática a los Dingbats…
Y podría seguir, pero no quiero revelaros mucho más de esta apasionante historia en la que conoceremos a los miembros de Grupo Verde, y cómo llegaron a ser unos poderoso chavales multimillonarios; o cómo un presentador de televisión en horas bajas firma un autentico pacto con el diablo. Mientras, una oscura misión le es encomendada a un Manhunter, que inevitablemente se verá las caras en la azotea de un edificio con un hábil guardaespaldas apodado Asesino, con el que tendrá más que palabras…
¿Y qué me decís de los temidos Outsiders? ¿Existen de verdad son una leyenda urbana?
Todo esto y mucho, mucho más se esconde dentro de las páginas de este volumen que recopila la miniserie de doce entregas en la que Tom King ha vuelto a demostrar que puede con todo lo que le echen, y aquí coge a los personajes de la mítica antología 1st Issue Special y los introduce en una rocambolesca narración que Jorge Fornés plasma con talento en las viñetas.
Diario de Cadiz
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