La ciencia ficción es tan atractiva no solo por lo espectacular que resulta en su representación de criaturas más grandes y aterrado- ras de las que podamos ver en los documentales, generalmente más preocupadas por aparearse que por darnos miedo. O por su deslumbrante tecnología, mucho más colorida y poderosa que la que manejamos con rutina en nuestra vida cotidiana (décadas antes la nuestra resultaría asombrosa, sí, pero ya nos hemos acostumbrado a ella). Quizá buena parte de su interés resida en su profundidad filosófica, en su capacidad para abordar temas que nos importan y hacerlo de una forma asequible, entretenida. Al ofrecer mundos imaginarios sin las limitaciones de la realidad, nos permite jugar en ellos con las preocupaciones existenciales, las grandes preguntas que el resto del tiempo tenemos que apartar de nuestra mente porque somos personas serias y maduras y tenemos mucha prisa, señora, no me distraiga. En el cine los ejemplos más claros de ello los tenemos en 2001: una odisea del espacio, Blade Runner o Matrix, y sus planteamientos respectivos sobre nuestro lugar en el universo, la naturaleza humana y la percepción de la realidad.
En cómic un representante destacado es Fragmentos de la Enciclopedia Délfica, de Miguelanxo Prado, dibujante coruñés que recientemente ha obtenido el Premio Nacional del Cómic 2013 por otra obra suya, Ardalén. El que ahora nos ocupa comenzó a publicarse en 1983 en la revista llamada precisamente 1984 y describe el futuro de la humanidad en doce historias que, a la manera del ciclo Fundaciones de Asimov, van precedidas de fragmentos de una enciclopedia que los pone en contexto, en este caso elaborada por unas criaturas descendientes de los actuales delfines. La primera de esas historias se titula Sensaciones; aunque como decíamos fue dibujada hace treinta años, leerla hoy en día, cuando apenas quedan unos meses para el lanzamiento de las Google Glass no deja de resultar curioso. Es una narración sobre la realidad virtual, sobre cómo la tecnología podrá hacernos vivir experiencias en primera persona... hasta límites de realismo insospechados. Es un planteamiento que remite a películas como Proyecto Brainstorm o Días Extraños: ¿qué interés tendrá la realidad «real» cuando la realidad virtual esté a nuestro alcance y nos ofrezca emociones y experiencias mucho más intensas? No parece descabellado pensar que es algo a lo que tendremos que enfrentarnos en los próximos años, tal vez convertido ya en todo un problema social de primera magnitud. Como la filosofía, la ciencia ficción más que ofrecernos un pack cerrado de respuestas, lo que hace es plantearnos preguntas. La segunda historia, Bienvenidos, contiene cierto sarcasmo en su título y evoca en cierta manera a E.T., mientras que Arena y La voz última plantean la cuestión del colonialismo.
En Telmos aparece ya una nueva especie de humanos, mutantes dotados de capacidades mentales extraordinarias, hasta el punto de que aquello que imaginan pasa a tener una materialización real. Una idea que de alguna manera recuerda el argumento de Planeta Prohibido, aquel clásico de la ciencia ficción protagonizado por Leslie Nielsen. Miserere Nobis me pareció particularmente sugerente por la visión que muestra de la democracia y de la alternancia de los partidos en el poder. Como dice un personaje: «que el pueblo elija el plato que le apetezca, que yo se lo guisaré y se lo serviré». Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... Al leer Aceite es imposible no recordar El planeta de los simios —con un chimpancé capaz de hablar y comunicarse como un humano— aunque la especie dominante no sea la suya ni la humana, sino una denominada Homo Novo. En la siguiente, Sangre de dioses, los simios aparecen utilizados como esclavos, una condición alienada en la que se mantienen debido a la religión, que inculca en ellos la adoración por sus amos. Pero como toda creencia tarde o temprano comienza a ser cuestionada... El capítulo titulado Yo describe una división en clases sociales que remite a la república ideada por Platón: siendo los humanos los encargados de las tareas intelectuales, los simios de las tareas físicas, y los robots los vigilantes de los últimos. También se menciona, tanto en ella como en la siguiente, Punto de partida, el final de la pareja monógama. Sustituida por el «grupo multisexual», de condición inestable y que termina siendo sustituido por el individualismo. Un futuro en ese aspecto coincidente con el profetizado por Houellebecq en La posibilidad de una isla, una de las más grandes novelas no ya de ciencia ficción sino de cualquier género que he tenido oportunidad de leer. A medida que las historias, algunas relacionadas y otras no, avanzan a lo largo de los milenios vemos aparecer nuevas especies más evolucionadas, que desplazan al ser humano, como el mencionado Homo Novo. A su vez estas son trascendidas por otras con la capacidad de formar una mente colectiva, como en Despedida y Mitos. Criaturas dedicadas al ocio, al conocimiento y a la conservación del recuerdo de lo que fue la historia humana: «aquí tenéis la Enciclopedia Délfica, que elaboramos y conservamos para vosotros. Haced buen uso de ella».
En conclusión, pese a su brevedad cada historia es como un fogonazo abierto a interpretaciones políticas y filosóficas, rica en referencias y relaciones con otras obras tanto anteriores como posteriores. Muy audaz al lanzarse a tratar asuntos nada triviales pero, gracias a la habilidad del autor, planteados de forma amena y con respeto por la inteligencia del lector. ¿Será algo remotamente parecido nuestro futuro? Quién sabe. Por nuestra condición mortal con suerte apenas lograremos conocer unas pocas décadas venideras, pero dada la extraordinaria velocidad a la que avanza la tecnología y a la que se suceden los acontecimientos en nuestro tiempo, ese breve atisbo del porvenir que nos estará permitido contemplar será desde luego algo interesante... y nos obligará a replantearnos creencias, valores y convenciones sociales. Tal como hace, ni más ni menos, esta Enciclopedia Délfica.
Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)
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