El camino a la perdición de los protagonistas de esta maravilla del género negro continúa
José Luis Vidal
21 de noviembre 2024
Y es que eso de escaparte con dos maletas, una repleta de fajos de billetes y otras con varios kilos de coca, propiedad del tipo más peligroso del lugar, como que no es una idea demasiado buena.
Beth, Orson y Nina huyeron sin mirar atrás, sin un plan definido, reflejo de sus propias existencias, en las que han ido dando tumbos de un lado a otro, cada uno con sus propios fantasmas a cuestas.
Balas Perdidas: Sunshine & Roses. Parte 4: La edad de la inocencia.
Autor: David Lapham
Tapa blanda
Blanco y negro
256 págs.
20,90 euros
Ediciones La Cúpula
Obviamente, esta fuga hará que Spanish Scott, lugarteniente de Harry, un tipo cuyo nombre hace temblar a la mayoría, no pueda consentir esta traición por parte de trío, así que a partir del momento de su escapada, ha puesto precio a sus cabezas y no cejará en su empeño a la hora de recuperar el botín robado y, sobre todo, tener unas palabras con los escurridizos protagonistas.
Ya con esta sola situación da para narrar muchas peripecias, pero es que Scott y sus secuaces no son los únicos que buscan a Beth, Orson y Nina. Annie, la madre de la primera, esa mujer obsesionada por una juventud y lozanía que ya perdió hace tiempo, visita a un malherido Kretch en el hospital, y junto a él van a iniciar otro camino siguiendo el rastro de los fugados.
Pero resulta que de Kretchmeier no sabemos mucho, así que su creador, el autor David Lapham, va a poner solución a este hecho, ya que vamos a retroceder en el tiempo para colarnos en la casa de este, y ver como su relación con su autoritario padre no era la mejor del mundo, por no hablar la que tenía con su odiosa madrastra. Juntos habían logrado que el hermano menor de Kretch, Vic, huyera del hogar familiar y se alistara en el ejército, desapareciendo de la vida de los suyos…
Pues bien, esta nueva 'bala perdida' se une a este peculiar dramatis personae, y vamos a encontrarnos con él tratando de tener una nueva vida, alejado de los problemas. Pero como todos los que somos fans irredentos de esta cabecera, la palabra 'problema' está siempre sobre los protagonistas como una inmisericorde espada de Damocles, por lo que las cosas no van a terminar demasiado bien.
Brutales estallidos de violencia nos esperan a la vuelta de la página, que llegan de la manera más inesperada en esta alocada huida hacia delante, en la que el inexperto Orson volverá a colocarse el falso bigote y adoptar la personalidad del desquiciado Derek, un imaginario actor porno, obsesionado con la ingestión de plátanos.
Ah, y no me quiero olvidar de uno de esos capítulos tan 'especiales' en el que regresaremos al imaginario mundo de Amy Racecar, en este caso un reformatorio para niños rebeldes, donde llegan la pequeña B y Boris…
David Lapham sigue demostrando que es uno de los maestros del género negro y criminal con esta larga saga con la que no nos cansamos de disfrutar. Si no le conocéis, os recomiendo que, además de ella, disfrutéis de algunas de sus otras obras, como Silverfish, Mátame, o las aún no publicada en nuestro país, Lodger o Underheist, perfectas muestras de su talento.
¿Conseguirán Beth y compañía llegar su ansiado destino?
Diario de Cadiz
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