Por Prudencio Mateos fotografía de Narciso Clavería y Palacios
La España que fue. A caballo entre el siglo XIX y el XX. Ese es el legado que escondían muchas de las cerca de las cerca de 3.000 imágenes, la mayoría en placas de cristal, que ahora ven la luz en estas páginas después de años guardadas en una. vivienda del barrio de Salamanca de Madrid. Buscando reflejar los edificios y sus detalles
Un tesoro fotográfico prácticamente intacto cuya autoría corresponde al arquitecto madrileño Narciso Clavería y Palacios (1869-1935), tercer conde de Manila. No fue precisamente un desconocido. Pero su afición a la fotografía, que en ciertos casos llega a rozar la ambición de documentar la vida costumbrista de un país con su cámara y que le llevó a formar parte de la Real Sociedad Fotográfica, no fue su obra más famosa. Es su creación arquitectónica la que trascendió como uno de los impulsores más destacados del estilo neomudéjar en España, constituyendo una de sus obras más representativas la estación de ferrocarril de Toledo, erigida entre 1916 y 1919.
Clavería y Palacios nació en Madrid en 1869. Fue nieto del capitán general y gobernador de Filipinas (1844-1849) Narciso Clavería y Zaldúa. Nada más obtener el título de arquitecto y como viaje de aprendizaje, recorrió durante 74 días, entre julio y septiembre de 1896, varios países europeos: Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, el Imperio Austrohúngaro, Suiza... Visitó alguna de las principales ciudades de estas naciones con un gasto total, según sus descendientes, de 5.774 pesetas. Una fortuna tan solo al alcance de muy pocos españoles de entonces y de ahora. Así empezó a educar su ojo de arquitecto recién licenciado a través de la cámara fotográfica. Buscando reflejar los edificios y sus detalles ornamentales, construcciones civiles como puentes y puertos sobre el Rin, los canales de Ámsterdam, el atraque de varios barcos en algún puerto del norte de Europa... Pero es sobre todo la España de la primera mitad del siglo XX la que revive al contemplar la mayor parte de sus instantáneas.
"Se hablaba en la familia del tesoro fotográfico de mi abuelo, de sus méritos arquitectónicos, pero nadie sabía realmente lo que contenían las cuatro cajas con imágenes y algunas notas explicativas, pocas, de las mismas", recuerda hoy José Roda-Clavería, nieto de Narciso Clavería y Palacios y custodio de un legado que empezó a escanear y catalogar movido por el interés de recuperar la historia de sus antepasados a través de los retratos familiares que se escondían a lo largo de 3.000 placas de cristal conservadas en cajas de galletas metálicas de color gris y en otras de plástico más modernas. El nieto de Clavería y Palacios encontró entre ellas escenas en las que posan los niños, la mujer y otros miembros de la familia del tercer conde de Manila. Hay también instantáneas de parientes acompañados del servicio doméstico de la casa, de niños jugando con muñecos o vestidos con pomposos trajes de marineritos o de marionetas, de paseos por el Retiro, la cocina de la casa familiar de Montesinos en Valencia...
Pero es su ojo como fotógrafo documental el que cobra relevancia a la luz de las placas. El retrato panorámico de Segovia en 1897 con sus monumentos principales al fondo: el acueducto, la catedral, las riberas del río Eresma, el monasterio de El Parral y el alcázar asentado sobre su mole rocosa... Las estampas madrileñas en el Retiro o durante la llamada Fiesta del Árbol, celebrada por primera vez en marzo de 1896 y donde aparecen carros de mulas, simones y otros transportes de caballerías que portan en sus lomos cubas de agua para los árboles recién plantados... En contacto con el agua también están las lavanderas del río Manzanares en Madrid, y al viento, sus tendederos con ropa cuando el aprendiz de río aún no estaba canalizado... Vistas de la Puerta del Sol atravesada por tranvías tirados por mulas, imágenes generales y de detalle de la estación de Atocha tomada desde la actual glorieta del Emperador Carlos V y de la entrad del hoy Museo Municipal de Madrid en la calle de Fuencarral, las siluetas solitarias de los soportales de la plaza de Santa Cruz, de la fuente de Neptuno, de la de la Alcachofa hoy ubicada en el Retiro, de la Cibeles custodiada por carros...
El resto del país también cruzó en su objetivo. Asturias, Granada, Córdoba, San Vicente de la Barquera, Cantabria, Gijón, Sevilla, Potes, Burgos... Casas populares como los hórreos y otras construcciones rurales, escenas costumbristas en ferias o ventas de ganado, en muelles del norte de España descargando la pesca y el carbón... El interés etnográfico del incipiente fotógrafo queda patente en estas instantáneas, así como su visión del progreso y el trabajo en el retrato de unos operarios junto a una máquina con la que se ganaban el jornal. Estampas que conviven en las cajas del nieto del autor con el contrapunto de las escenas de playa en Gijón y Santander hacia 1899, donde aparecen al fondo las casetas de baño individuales junto al mar y varios niños pulcramente vestidos que juegan con arena bajo la mirada atenta de sus madres o cuidadoras.
Del Norte al Sur, pasando por la mezquita de Córdoba y detalles de sus espacios, arcos y motivos ornamentales, o la Alhambra de Granada, Sevilla y su feria, Jerez de la Frontera, la Carraca, Puerto Real, El Puerto de Santa María en 1897... Este viaje fotográfico debió de concluir ese mismo año en Tánger y Tetuán. De su estancia en la ciudad internacional hizo no solo fotos de la travesía en barco del Estrecho de Gibraltar, sino también de un grupo de niños marroquíes sentados en una pequeña embarcación acercándose a la misma y ofreciendo algunos productos a los pasajeros, de algunas vistas panorámicas y rincones de las dos ciudades y de la celebración de un mercado con ganado y otros artículos. Pasajes que en muchos aspectos permanecen igual un siglo después. Testimonios de la España que fue. Encuadres, detalles y matices que ayudan a entender el país que es hoy.
El Pais Semanal número 1.940
Domingo 1 de Diciembre de 2013
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