miércoles, 28 de junio de 2023

‘Salitre’, entre bambalinas

Haciendo memoria. Rememorar cómo, cuándo, dónde y por qué nace y se crea la primera novela gráfica completamente gaditana





JOSÉ LUIS VIDAL

25 Junio, 2023 

Antes de comenzar, advertir que ésta no va a ser una de las habituales reseñas que ocupan están sección. Como guionista de Salitre, sería por mi parte una desfachatez egocéntrica ensalzar las virtudes de algo que ha nacido de mi propia imaginación, así que lo que me gustaría compartir con vosotros hoy es un viaje para responder, dentro de lo que pueda, a las preguntas que nos han hecho algunos lectores de la obra en los últimos días, en los que hemos recorrido algunos puntos de la geografía gaditana y andaluza.

¿Quién me iba a mí a decir que hace trece años, cuando llamaba a la puerta de un bajo iba a encontrarme con una persona que se convertiría en uno de mis mejores amigos?No logro recordar quién fue, pero en aquella lejana época en la que un servidor desempeñaba las labores de redactor en la añoraba Freek! Magazine, alguien me comentó que en Cádiz (concretamente en el casco antiguo de la ciudad) residía un autor de cómics argentino…

Rápidamente, como un sabueso que olfatea su futura presa, busqué en la socorrida internet los datos necesarios para elaborar una pequeña entrevista. Acto seguido, como ya comento, me planté ante los pocos escalones que daban acceso al estudio de Jorge González, que me recibió como si nos conociéramos de toda la vida, hecho este que hizo que aquel primer café que compartimos en un local cercano se convirtiera en el primero de muchos.

Yo aún no lo sabía, pero casi desde ese primer encuentro se plantó la semilla de lo que en un futuro sería nuestro primer (y ojalá que no último) trabajo juntos.

Por razones personales, Jorge se marchó de Cádiz y aunque la famosa tonada repite una y otra vez que “la distancia es el olvido”, en este caso particular fue totalmente al revés, ya que continuamos nuestra recién estrenada amistad y, cada verano, cada mes de agosto, con su regreso nos reencontrábamos, caminando sobre la casi infinita playa gaditana, hablando de películas, libros… y de ese soñado proyecto que teníamos muchas ganas de hacer juntos.

Solo teníamos claro que la historia debía desarrollarse en Cádiz. Pero aún carecíamos de un punto de arranque, un núcleo sobre el que empezar a construir un argumento.

Justo ahí intervino alguien muy cercano a mí, nada menos que mi madre, María del Carmen. Pasábamos un día de playa en La Caleta junto a Jorge cuando, protegidos del calor bajo la sombrilla, mi madre comenzó a relatar una historia que yo había oído mil veces…

En ella, la pequeña Mari, junto a mi abuelo Agustín, recorrían las calles del casco antiguo gaditano aquella aciaga noche de verano del 47, cuando el fin del mundo pareció llegar a la ciudad.

Y justo ahí lo teníamos ante nuestras narices, ya podía empezar a elaborar un extenso argumento que un día envié al mail de Jorge, en el que, como si se trataran de ramas, multitud de personajes ficticios habían nacido para protagonizar Salitre, la historia de una familia gaditana, residente en el barrio de La Viña.

Sí, no me he equivocado, escribí un argumento, no un guion técnico, que es como habitualmente le indico a los dibujantes con los que trabajo la composición de la página (viñetas, planos, etc…).

Jorge es un autor completo, con una dilatada carrera en esto de los cómics, y tiene una personal, única, manera de plasmar las historias que narra. Es por esto que hubiera sido un error querer encorsetarle con mil y una indicaciones técnicas. A eso sumémosle que él, tras leer el argumento, me ha acompañado en todo momento a la hora de ofrecer nuevas ideas, trazar imaginarias líneas argumentales que han mejorado, y de qué manera, la idea original.

Podemos decir que ésta es una novela gráfica nacida del trabajo de dos cabezas y cuatro manos.

!Y qué manera tan increíble de llevar el cielo y mar de Cádiz a las viñetas, ese perfil de las casas, las azoteas del Casco Antiguo!

Muchos le habéis preguntado por su método de trabajo, que es una genial mezcla de técnica analógica, digital, improvisación y, como el propio Jorge la define, mucho juego.

El resultado son estas 216 maravillosas páginas.

¿Y por qué Salitre?

El encontrar un buen título costó tiempo y esfuerzo, exprimimos nuestras meninges con varias posibilidades que fuimos descartando, una tras otra, hasta que llegó…Ese mar que nos rodea, la sal forma parte de esta antiquísima ciudad, colándose sin que nos demos cuenta por los poros de nuestra propia piel.

Salitre también es un drama, una manera de vivir el día a día con una herida que no cierra y escuece, un dolor que está ahí y nos recuerda en todo momento una pérdida…

Y para redondear, y cómo nos recordó un atento espectador de una de nuestras presentaciones, el salitre también era uno de los componentes de aquellas minas que casi borran a Cádiz de mapa en 1947.

Todo cuadra.

Queremos agradecer especialmente a todos los mecenas que han hecho posible que este proyecto se haya convertido en una realidad. Sin vosotros no lo hubiéramos conseguido.

Ahora Salitre ya ha llegado a las librerías, y vuestro es el trabajo de degustarlo y juzgar si hemos estado a la altura. Os puedo asegurar que en estos dos años de trabajo hemos puesto lo mejor de nosotros para conseguir retratar de idiosincrasia de esta ciudad y sus habitantes.



Malaga Hoy


lunes, 26 de junio de 2023

MAR, TERRACOTA, PIGMENTO, ESTAMPADO

Bamf!


Después de un 2016 cargado de éxitos (Avery's Blues con Angux; Duerme Pueblo con Xulia Vicente) y tras haber prestado sus figuras, reminiscentes de jeroglíficos egipcios pero cargadas de vida y dinamismo, a la portada del Anuario de Cómics Esenciales 2017, Núria Tamarit vuelve a la carga con su primera obra larga de autoría completa. La ilustradora y portadista es uno de los mayores exponentes de lo que me gusta llamar la «Generación del 93» (Xulia Vicente, Anabel Colazo, Luis Yang, Conxita Herrero... ¿qué le echaron al agua ese año?), y posee una actitud todoterreno heredada del mundo del fanzine (Nimio, Voltio). Después de pasearse por portadas (Xiulit, The Valencianer), ilustraciones (El Precio de un Ángel de Cobre) y el obligado crossover de inktobers anuales con Xulia Vicente, nos ha brindado el cómic ganador del primer Premi València de Novela Gráfica 2018 y una de las obras españolas más bellas del año.

Dos monedas es la historia del viaje de una madre y una hija adolescente como cooperantes a Gandiol, una comunidad de aldeas de Senegal. Aunque las diferentes y pequeñas vivencias de la joven Mar serán las que guíen las múltiples escenas que componen el tebeo, no es una obra que trate de contarnos la historia de un personaje. Son las imágenes, las panorámicas de otra cultura, las que nos pretenden contar una realidad.

La obra funciona a cuatro niveles básicos. En un primer nivel encontramos una historia de crecimiento: por supuesto que experimentaremos las reticencias lógicas en una adolescente apartada del wi-fi mientras se sumerge en una forma de vida más sencilla y completamente diferente a la suya, pero Tamarit lo narra de forma delicada y sin caer en la caricatura tópica. En el segundo nivel es un cómic de viajes. Aunque ficcionalizada, la experiencia (real) de Tamarit no deja de ser un fiel reflejo del trabajo comunitario que se lleva a cabo en las aldeas senegalesas. Ya desde el mapa inicial que decora las guardas del tomo, percibimos un interés por la fidelidad a la realidad, no científica, pero sí humanamente certera. En el tercer nivel encontramos un relato de contraste —que no choque— de culturas: una vertiente más social en la narrativa. La inevitable comparativa entre la comodidad hiperactiva de la Europa de Netflix y la realidad de una sociedad más relajada y contemplativa en la que el trabajo es una herramienta para conseguir la subsistencia, no el ocio y el consumo. Y es aquí donde reside uno de los mayores méritos de la autora como narradora: Tamarit no pontifica (aunque sí le deja al lector algún punzante e inesperado «recado»), simplemente muestra. Son las propias imágenes y comportamientos de los lugareños los que invitan a la reflexión y a valorar cuál es la raíz de las complejas relaciones de migración que hay entre África y Europa a día de hoy.

Hablaba de cuatro niveles. Los tres niveles anteriores eran temáticos, pero el cuarto es una elaborada mezcla de técnica gráfica y creación de atmósfera que se adueña indiscutiblemente de la obra: el color. Dos monedas es el grafito pigmentado, es el sol y el mar, son las paredes de terracota, son las curtiderías de los pueblos de África. De igual manera que los manjares de Goscinny en Astérix hicieron que mi boca salivara durante toda mi juventud, Tamarit hace que sienta la irrefrenable necesidad de tocar la página para sentir la textura de la tela de esos vestidos que las mujeres senegalesas llevan cuando van al mercado. No me deja dudas de que es uno de los mejores y más personales trabajos de coloreado que podemos encontrar en 2019. No es de extrañar el obvio esmero que La Cúpula ha puesto en la edición de este manejable tomo en cartoné; todo un deleite estético ya desde la bella transición de color mostaza a azul cielo en portada y contraportada, pasando por la elección de gramaje de las páginas. Los colores de Tamarit se realzan hasta conseguir que cada escena de mujeres yendo al bazar a comprar comida ataviadas con una fantasía de estampados hipnóticos se convierta en un cuadro digno de colgar en el salón.

Uno de los artefactos más estéticamente gratificantes del año, que también ayuda a expandir nuestros horizontes e invita a la reflexión de forma muy delicada.





Dos monedas

Núria Tamarit


Ediciones La Cúpula (español) / Andana Editorial (catalán)

España

Cartoné

128 págs. Color

Obra relacionada

Aya de Yopougon

Marguerite Abouet y Clément Oubrerie


(Norma Editorial)

Duerme pueblo

Núria Tamarit y Xulia Vicente

(Ediciones La Cúpula)

Avery's blues

Angux y Núria Tamarit

(Dibbuks)

Voltio (vols. 1, 2 y 3)

VV. AA.

(Ediciones La Cúpula)



Anuario de comics 2019

Jot Down Comics








domingo, 25 de junio de 2023

Doctor Extraño (Dr. Strange) Ilustraciones

El personaje del Doctor Strange revolotea entre los superheroes de Marvel envuelto en la magia. Arrastrando mitos y leyendas, y en realidad nada diferente de los poderes que puedan tener los demás superheroes, el doctor Extraño (no quedó mal la traducción de Comics Forum en España) tiene un no-se-que-se-yo que gusta de los dibujantes, y sus ilustraciones y posters me gustan mucho. Otro de esos personajes que no tenian un gran tirón de ventas en los comics pero que en el cine actual de Marvel ha sido otro gran pilar (para mi es impagable el duelo verbal entre Iron Man y Strange en Avengers).


 














NOSOTROS SOMOS LOS DEMONIOS

José Andrés Santiago

Pocos son los españoles de más de 35 años que no estén familiarizados con Mazinger Z (1972), sus estrafalarios combates contra las

bestias mecánicas del Dr. Hell, o su célebre grito de batalla «¡Puños fuera!». Sin embargo, a pesar de que el colosal robot roza el estatus de icono nacional, su creador —el dibujante japonés Gô Nagai— ha pasado bastante desapercibido en nuestro país, al igual que la mayoría de su genial obra gráfica. No en vano, cabe recordar que Gô Nagai es uno de los mangakas más reconocidos e influyentes de su generación, y Devilman (1972) una de sus obras cumbre.

Gô Nagai merece ser considerado, en muchos sentidos, como un artista pionero que contribuyó a transformar algunos de los géneros más conocidos del manga, como las aventuras de las magical girl (Cutie Honey, 1973), los robots gigantes mecha (con Mazinger Z y su universo expandido), o las comedias eróticas ecchi (Harenchi Gakuen —Escuela Sinvergüenza— rompió moldes cuando se publicó por primera vez en 1968 en la revista Shōnen Jump). Este carácter ecléctico se evidencia en Devilman, una obra que reúne horror, fantasía, violencia brutal, humor y erotismo; unos ingredientes que, aun en diferentes proporciones, siempre se encuentran presentes en su obra.

Publicada originalmente entre 1972 y 1973 en la revista Weekly Shōnen Magazine, Devilman ha sido adaptada e interpretada un sinfín de ocasiones tanto por el propio Gô Nagai como por otros autores, bajo la forma de series de manga, anime y películas de imagen real, ya sea en solitario o en crossovers casi imposibles con otros personajes célebres del vasto imaginario de ficción japonés. Sin embargo, en los últimos dos años se ha visto revitalizada gracias a la emisión internacional de Devilman Crybaby (2018) —dirigida por Masaaki Yuasa y distribuida por Netflix—, que ha conseguido plasmar con fidelidad el ritmo y estética desquiciantes de la obra original. Animados, tal vez, por el reciente éxito de esta serie, los responsables de Panini han decidido publicar por primera vez en España este clásico imprescindible del manga japonés. Bajo el título de Devilman: The First, se presenta una edición impecable, que recopila en tres grandes volúmenes los cinco tomos de la publicación japonesa original.

Akira Fudo es un estudiante de instituto normal y corriente, cobarde y algo ingenuo. Un buen día, Ryo —un amigo de la infancia— se presenta repentinamente para pedirle ayuda, tras haber llegado a su conocimiento una verdad aterradora. Los demonios, una raza de seres que poblaron la Tierra antes de la edad del hombre y que habían permanecido latentes en las profundidades del mundo, han despertado de su letargo y planean aniquilar el planeta. A fin de detenerlos, Akira decide ceder su cuerpo a uno de los demonios para utilizar su fuerza contra las monstruosas bestias, pero sin perder su humanidad en el proceso. Poseído por Amon —un poderoso general del ejército de los demonios— y convertido en un devilman (un demonio con corazón humano), Akira se enzarza en una lucha sangrienta contra las huestes del mal para proteger a la humanidad de su inminente destrucción.

Este sencillo argumento invita a pensar que Devilman es una obra típicamente shonen, donde el protagonista adquiere un nuevo poder —mitad hombre mitad demonio— que le permite luchar contra las fuerzas diabólicas (y, en particular, contra su némesis maléfica) para evitar las destrucción de la Tierra a manos de los demonios. A estos ingredientes se suman los personajes habituales en el género de aventuras juveniles: la chica de la que está secretamente enamorado, el amigo bravucón pero de nobles ideales, y los secundarios cómicos que actúan de válvula de escape en los momentos de máxima tensión. Sin embargo, Gô Nagai subvierte muchas de estas convenciones para tejer un shonen verdaderamente atípico. Devilman es una obra sucia, brutal, lúgubre y extremadamente violenta, poblada de criaturas grotescas y aberrantes, y llena de momentos desoladores e intencionadamente anticlimáticos, impropios, en muchos aspectos, de lo que uno espera de una publicación dirigida —al menos en origen— a un público adolescente y juvenil.

En lo narrativo, Gô Nagai ofrece un relato que acelera progresivamente y se precipita. En lo estético, es capaz de trasladar con su característico dibujo una fealdad y crudeza que van más allá de las apariencias, sino que retrata el alma humana. El mundo de Devilman es perturbador, sí, y los demonios responden al clásico estilo de Gô Nagai: paródicos y risibles por momentos —entre lo hortera y lo psicodélico—, monstruosos y terroríficos en otros, pero siempre grotescos, y donde violencia y erotismo se mezclan a partes iguales.

Publicado por primera vez hace casi medio siglo, Devilman es un manga que mantiene su actualidad, tanto en sus aspectos formales —que adquieren una nueva frescura tras asistir al frenesí visual de Devilman Crybaby— como, sobre todo, en el mensaje. Devilman es un obra nacida con un profundo sentido antibelicista, pero también es un retrato de la especie humana de forma cruda y poco favorecedora. Frente al discurso optimista y esperanzador de otros autores, donde prevalece un mensaje de paz, Gô Nagai traslada una advertencia: en la guerra no hay honor, ni justicia, ni verdad, ni victoria, solo muerte.





Devilman The First

Gô Nagai

Japón

Panini Cómics

Rústica con sobrecubiertas (3 vols.) 360 - 368 págs. (varían según vol.) Blanco y negro

Obra relacionada

Mazinger Z

Gô nagai

(Norma Editorial)

Cutie Honey. The legend

Gô nagai

(Ooso Comics)

Ajin. Semihumano

Gamon Sakurai

(Norma Editorial)

Jagaan

Muneyuki Kaneshiro y Kensuke Nishida

(Norma Editorial)

Dragon Head

Minetarô Mochizuki

(Planeta Cómic)

Devilman G

Akira Fudo 

(Ivrea Editorial)



Anuario de comics 2019

Jot Down comics




sábado, 24 de junio de 2023

El verdadero Mal

Tras las explosiones, los gritos de terror y auxilio, un hombre escarba entre las ruinas y toma una importante decisión


JOSÉ LUIS VIDAL

24 Junio, 2023

Por muy manida que esté, la frase que reza “La realidad siempre a la ficción” siempre regresa, sobre todo en los últimos tiempos, para ponernos en guardia.

Personalmente siempre la tengo muy presente, ya la memoria siempre me hace regresar a aquella tarde de un caluroso mes de septiembre, cuando en el televisor vi, aterrado, unas imágenes tan crudas, tan inimaginables, que mi concepto de la realidad y la humanidad cambió por completo…


Marvel Must-Have 70. Capitán América: El New Deal


Guion: John Ney Reiber

Dibujo: John Cassaday

Tapa dura

Color

176 págs.

20 euros

Panini Cómics


Sí, los atentados del 11 de septiembre nos cambiaron a todos, perdiendo esa inocencia que nos hacía creer que había ciertas cosas, instituciones, lugares, que eran del todo intocables.

Fue tanta la influencia de ese suceso que hasta llegó al ficticio mundo de los comic-books norteamericanos, en los que por un momento las batallas con megalómanos y coloridos villanos se detuvieron. Ya no había que mirar hacia el espacio esperando una invasión de guerreros alienígenas…

El Mal era humano.

Dejando la continuidad superheroica de lado, en La Casa de las Ideas, decidieron rendir homenaje a todas esas víctimas, a los héroes que se dejaron la piel enterrados entre polvo y cascotes. En fin, a todos a aquellos y aquellas personas a los que únicamente se puede calificar como Héroes.

Y Marvel tiene en uno de sus personajes la representación de la libertad, nada más y nada menos que el Capitán América, al que los autores John Ney Reiber y John Cassaday van a trasladar a la realidad de las ruinas de las torres gemelas, donde solamente será un hombre más buscando a posibles supervivientes, a cara descubierta. Tan solo Steve Rogers.

Y en ese infierno tan real se dará cuenta que la maldad está más allá de la locura de Cráneo Rojo, su eterna némesis. Sus enemigos, los enemigos de la humanidad, son otros. Y son hombres como él.

Por eso esta historia, que se publicó originalmente dentro de la línea Marvel Knights, se sitúa fuera de las peripecias del protagonista, convirtiéndose en un relato único, duro, pero muy necesario en aquellos y estos momentos, advirtiéndonos que nunca hay que bajar la guardia.

Los Estados Unidos están amenazados por una peligrosa célula terrorista, y Nick Furia, más enfadado que nunca, le encarga al Capitán la misión de encontrarlos y detener una serie de atentados que le conducirá a un pequeño pueblecito, Centerville, donde se va a encontrar cara a cara con la maldad más absoluta, representada en el líder de ese grupo de peligrosos asesinos.

Espectacular trabajo en el guion de John Ney Reiber (Los libros de la magia), que firma una de sus mejores obras, dejando mucho espacio a lo visual, donde el dibujante John Cassaday (Planetary) se luce como nunca y nos regala una historia a la que no se le puede poner ninguna pega, más bien todo lo contrario.

Como reza el nombre de esta línea editada por Panini Cómics, 'Must-have', debes tener y disfrutar de este cómic, de lo contrario te estás perdiendo una de las mejores historias publicadas por Marvel.


Malaga Hoy



miércoles, 21 de junio de 2023

EL PASADO, PRESENTE Y FUTURO DEL HUMOR

Jota Lynnot

«¿Realidad o ficción? Lo que cuenta es la emoción. ¡Lo que hay es lo que veis! ¡Es el show de Albert Monteys! ¿Es un genio o es muy malo? ¿Es un hombre o es un gusano? ¡En formato viñetil, vivirá aventuras mil!» Con su propia sintonía finaliza el prólogo de la recopilación de historias que publicó Albert Monteys en la revista digital Orgullo y Satisfacción. Con sorna intenta justificar la lectura de un libro que es, sin lugar a dudas, la obra de transición del que hasta entonces era reconocido como uno de nuestros mejores humoristas gráficos. Fueron tres años en los que Monteys quemaba una etapa para marcarse un nuevo reto, que le daría aún mayores alegrías.

Monteys, integrante del colectivo La Penya, había dado el salto a El Jueves incorporando el descaro del primer Toriyama, la locura de los primeros dibujos de Cartoon Network, la mala uva de Franquin y el talento para el gag de la escuela Bruguera. Allí se había convertido en punta de lanza de una generación de autores que habían renovado una cabecera ya clásica en el análisis más cáustico de la sociedad nacional. Su controvertida marcha de la revista, de la que había llegado a ser director, por la censura de una de las portadas de su compañero Manel Fontdevila, precipitó la fundación de Orgullo y Satisfacción. Después de haber reflejado con tanto acierto la juventud contemporánea con personajes como Tato o su Para ti que eres joven, con Fontdevila, se enfrenta a la madurez protagonizando su propia serie.

Si bien Monteys reconoce que más del 70 % de lo narrado en El show de Albert Monteys es auto-biográfico, es precisamente el contrapunto entre slice of life y «elementos metafóricos-fantásticos» los que hacen su lectura una experiencia tan divertida. Narrado, principalmente, con una paleta cromática de tres colores: blanco, negro y azul, y con una extensión que oscila entre la tira cómica y las cinco páginas, Monteys asume el protagonismo absoluto de sus propias historias. Un retrato, no solo del día a día de alguien que trabaja desde casa en una disciplina creativa, sino también el de un cuarentón tipo. Su mujer, Mamen, y sus dos hijos son incorporados como secundarios, blancos de las inseguridades y neuras del propio Monteys, que ejercen como conciencia del propio autor. Son precisamente los monólogos internos del autor los momentos más descacharrantes de la serie, mostrándose como una persona insegura, tímida y que asume su edad con dificultad. El mundo del cómic, las redes sociales, las vacaciones, el humor o las series de televisión son algunos de los temas que se abordan con un humor que combina el patetismo hispano con una leve amargura. Es frecuente que el «Monteys de cómic» se multiplique con diversas personalidades para poder afrontar los dilemas existenciales que se va planteando. Como si fuera una versión contemporánea del Mister Scrooge de Charles Dickens, incluso se tiene que enfrentar a sus fantasmas del pasado, presente y futuro.

Es ese matiz dickensiano el que aparece en tres de sus historias más destacadas. Un aperitivo del Monteys actual, autor de ciencia-ficción futurista en ¡Universo!, con el protagonismo de los e-mails que recibe y que se convierten en personajes antropomórficos. Una certera visión de los sucesos que ocurrieron durante el referéndum de independencia de Cataluña, el 1 de octubre del 2017, que refleja el estupendo análisis del presente en el que vive. Y, finalmente, la última de las historias que se incluyeron en Orgullo y Satisfacción, en la que un Monteys anciano hace balance de su trabajo, como si sus tiempos de humorista gráfico fueran cosa del pasado.

El show de Albert Monteys es un punto y aparte de la carrera de uno de los mejores autores de cómic del panorama nacional, que resume su trayectoria como humorista gráfico y funciona como un buen punto de entrada para el que le haya descubierto gracias al excelente ¡Universo!





El show de Albert Monteys

Albert Monteys

Caramba Cómics España

Cartoné

160 págs.

Color

Obra relacionada

Tato

Albert Monteys

(Ediciones El Jueves)

Gastón Elgafe

Franquin y Jidéhem

(Norma Editorial)

¡Universo!

Albert Monteys 

(Astiberri Ediciones)


Anuario Comics 2018

Jot Down Comics



martes, 20 de junio de 2023

EL VIENTRE DEL ESCRITOR

Manu González

Cuando los autores franceses Philippe Dupuy (Sainte-Adresse, 1960) y Charles Berberian (Badgad, 1959) publicaron el primer álbum de Mounsier Jean (El amor y la portera) en 1991 en la editorial Les Humanoïdes Associés, el cómic costumbrista no estaba muy de moda en la bande dessiné francesa. El año antes, justamente, se acababa de fundar la editorial/estudio L’Association, fundada por Jean-Christophe Menu, Lewis Trondheim, David B, Stanislas, Mattt Konture, Patrice Killoffer y Mokeït, a los que se unirían más tarde artistas como Émile Bravo, Christophe Blain, Joann Sfar, Edmon Baudoin o Marjane Satrapi, autores que comenzaron a hacer cómics independientes innovadores en el mercado francés y que llegaron a conocer el éxito con obras tan personales como Persépolis, de Satrapi o la extensa saga fantástica de La Mazmorra, de Trondheim y Sfar.

Aunque los cómics de El Señor Jean se publicaran en editoriales como Humanoïdes o Dupuis, el espíritu costumbrista de su personaje fetiche siempre estuvo más cerca del espíritu independiente de L’Association que de las obras que editaban esas editoriales. Han colaborado en varias ocasiones con ellos: el mismo año de El amor y la portera recopilaban diversas historias humorísticas cortas en Les héros ne meurent jamais, y en 1994 publicaban Diario de un álbum, una obra autobiográfica que da muchas pistas sobre el arte de creación de su cómic más conocido y que sirve de perfecto contrapunto a la lectura de las aven- turas del Señor Jean.

Cuando Dupuy y Berberian comenzaron a narrar las desventuras románticas tragicómicas de este parisino escritor treintañero a principios de los noventa, ya habían publicado juntos siete álbumes (los tres primeros de Los diarios de Henriette, por ejemplo) y nadie sabía muy bien dónde comenzaba el trazo de uno y acababan las tintas del otro. Aunque hayan tenido experiencias vitales muy diversas, Dupuy es un normando de los pies a la cabeza y Berberian es medio griego medio americano criado en el Líbano; son como un extraterrestre de dos cabezas y cuatro brazos que no para de producir álbumes imprescindibles con un estilo completamente mimetizado. Por esa razón siempre firman sus tebeos como Dupuy-Berberian, que se parece más a un apellido compuesto que a dos personas diferentes.

Por primera vez podemos ver publicado íntegramente los siete álbumes a color que se publicaron entre 1991 y 2005, más el álbum a dos colores (negro y azul) La teoría de los solteros, más libre y cercano al espíritu de L’Association, pero menos interesante que títulos tan divertidos como Las mujeres y los niños primero, Vivimos felices sin aire o Inventario antes de las obras. Cosa única en España, por cierto, porque, al haber sido publicados en dos editoriales diferentes, solo existe un tomo integral en Francia que recopila los primeros cinco títulos. La edición de ECC contiene, además, una completa galería de ilustraciones, bocetos y páginas a lápiz que resumen perfectamente la evolución del dúo en trece años. Aunque con el tiempo Dupuy y Berberian han conseguido tener un estilo propio cercano a la línea clara más cartoonesca, en sus primeros trabajos se cuelan las influencias del trazo lírico de Jacques de Loustal, el espíritu burlesco de Hergé o esos infantes que parecen sacados de El pequeño Nicolás, de Jean-Jacques Sempé. Aunque el primer cómic comenzó siendo una especie de diario de desventuras amorosas de un treintañero intelectual en la estimulante París, pronto los dos autores comenzaron a incluir sus propias experiencias vitales con la familia o la pareja, haciendo madurar al escritor Jean a lo largo de ocho álbumes. No solo a él, también a sus amigos Félix, el típico cuñado de manual lleno de teorías absurdas y un poco vago que tiene que cuidar al hijo pequeño de su ex, Clément, el empresario de éxito bastante ligón, o la pareja joven de casados Jacques y Véronique con sus problemas conyugales. Al final de Las mujeres y los niños primero vuelve a la vida de este soltero empedernido un antiguo amor de juventud, Cathy, quien se convertirá en uno de los personajes más importantes en la vida de Jean.

Aunque Mounsier Jean comenzara radiografiando la vida amorosa de un bon vivant intelectual parisino, el drama cotidiano comenzó a hacerse visible mucho antes de la crisis mundial de 2008, con pasajes donde los protagonistas son vagabundos de la gran ciudad o el largo proceso en el paro de Félix, quien es asediado por los servicios sociales y teme perder a su hijastro Eugéne. Pero si en algo destaca El señor Jean es en esos momentos surrealistas donde la mente del escritor psicoanaliza mediante divertidísimos sueños las malas decisiones que el joven Jean toma cada día: un auténtico viaje al estómago del novelista. Dupuy y Berberian logran que estas ensoñaciones no lleguen a ser nunca pesadas y son una de las características más destacables de una serie que se convirtió en una de las famosas de la bande dessinée francesa de finales del siglo xx, que ganó el Alph’Art al mejor álbum en el Festival de Angulema de 1999 y que tuvo una desigual adaptación cinematográfica en 2007 bajo el título de Ce soir je dors chez toi.





El señor Jean. Edición Integral

Dupuy-Berberian

ECC Ediciones Francia Cartoné

496 págs. Color

Obra relacionada

Mis circunstancias

Lewis Trondheim

(Astiberri Ediciones)

Diario de un álbum

Dupuy y Berberian

(Planeta Cómic)

Los combates cotidianos Integral

Manu Larcenet 

(Norma Editorial)


Anuario Comics 2018

Jot Down Comics



Simpatía millennial


Bamf!

A veces se da por hecho que la calidad de un cómic está directamente relacionada con su profundidad. Otras veces, con lo innovador de su propuesta. En algunos casos, sin embargo, el mérito de un cómic reside en la capacidad de su equipo creativo para dar lo mismo de siempre, pero de forma brillante. Por utilizar un símil cinematográfico: a veces es demasiado obvio darle el premio al actor o actriz que ha interpretado a un personaje excéntrico o terriblemente dramático, porque es llamativo. Sin embargo, es muy interesante y complicado encontrar a alguien que haya representado un papel repetitivo o anodino con una maestría fuera de lo común.

Kate Bishop: Ojo de Halcón —Hawkeye a secas en su edición americana, puesto que ambos superhéroes comparten nom de guerre simultáneamente, un asunto llevado de forma hilarante en estos tiempos de controversias sobre el legado superheroico— es un nada velado homenaje al noir salpicado de humor negro, chascarrillos y proezas detectivescas amateur que nos recuerda a propuestas teen noir de culto como Veronica Mars (The CW Network, 2004-2007) o Brick (Rian Johnson, 2005). Aunque es una continuación directa de sus aventuras conjuntas con Clint Barton —el Ojo de Halcón original—, nos encontramos ante un nuevo comienzo que rompe con el pasado y que no solo no requiere lecturas previas, sino que enriquece las etapas anteriores.

Después de varios años construyendo una divertida, compleja, turbulenta y humana relación de amistad con Clint Barton, el vengador más vapuleado por la vida, Kate Bishop —ex-joven vengadora adinerada— se aleja del bullicio superheroico neoyorquino y de su también compleja y turbulenta vida familiar para encontrar su lugar en Los Ángeles. En Venice Beach establecerá su propia agencia de detectives, donde los problemas y las casualidades misteriosas la perseguirán sin cesar, como a todo detective hard-boiled que se precie. Eso sí, la distancia no evitará que la serie nos deleite con divertidísimas referencias puntuales de actualidad superheroica e invitadas especiales como Jessica Jones o Laura Kinney —Lobezna— y su sidekick Gabby.

Secundaria de lujo en el histórico Ojo de Halcón de Fraction, Aja y Hollingsworth, co-protagonista de lujo en la etapa de Lemire y Pérez, ahora Kate se permite el lujo de volar sola, y es fácil establecer paralelismos con la trayectoria que su actual guionista ha seguido en Marvel. Kelly Thompson acompañó a Kelly Sue DeConnick en la miniserie Capitana Marvel y las Carol Corps en 2015; más tarde, en 2016, continuó la esperanzadora y tristemente cancelada Fuerza-V iniciada por G. Willow Wilson y Maguerite Bennet; su siguiente parada fue en la colección de la arquera morada. Tanto Kelly como Kate se han encontrado en la primera serie a la que pueden referirse como suya propia.

Kate Bishop da la impresión de haberse escrito sola. Tiene una personalidad que rebosa la viñeta. Es uno de esos personajes molones y sobrados, pero con un corazón de oro. Fue creada por Allan Heinberg y Jim Cheung en Jovenes Vengadores como un personaje badass, ya al nivel de los jóvenes superhéroes antes siquiera de ser ella misma una superheroína. Sin embargo, fueron Kieron Gillen y Jamie McKelvie en el —imprescindible— segundo volumen de la misma serie quienes desarrollaron todo el potencial del sarcasmo millennial, su característica más definitoria.

Gran parte del mérito de que este personaje funcione por sí mismo es su desbordante carisma, pero, ¿podría mantenerse el personaje a flote si dicho carisma no se viera ampliado por su guionista? Kelly Thompson ha sabido hacer suya la voz de Kate Bishop partiendo del discurso de Kieron Gillen, ampliando su sentido del humor y el gusto por los juegos de palabras terribles hasta alcanzar cotas casi arácnidas. Katie se mueve entre referencias culturales y tecnológicas, fallidas en ocasiones, que la sitúan entre la juventud y la madurez, una suerte de equilibrio en el que muchos lectores y lectoras pueden verse reflejados. Junto con su mala suerte, don de la inoportunidad, y resignación «clintbartonesca», percibimos un incansable y casi exasperante optimismo y fuerza para seguir adelante. Eso, y una inabarcable retahíla de one-liners dignos de Horatio Caine.

El apartado gráfico es la guinda del pastel. El brasileño Leonardo Romero, con su línea clásica, sencilla, sosegada, y sus expresiones faciales de dibujo franco-belga, tiene los suficientes puntos en común con la hoja de ruta establecida originalmente por David Aja para los arqueros, pero nos aleja de su concepción de la página como diseño puro, acercándonos más al superheroismo clásico en la línea de la Hulka de Javier Pulido o los números de Spiderman o El Juramento de Marcos Martín. Algo similar ocurre con Mike Walsh, el dibujante elegido para cubrir los descansos de Romero y que ya nos sorprendió en El peor hombre-X del mundo. Dibujantes nada explosivos, pero sí efectivos en las distancias cortas y sorprendentemente ingeniosos en las grandes secuencias a doble página narradas a modo de fotograma.

Son co-protagonistas la colorista irlandesa Jordie Bellaire y el portadista argentino Julián Totino Tedesco, culpables de que la calidad final de un cómic producido en cadena de montaje sea total, y no parcial. Bellaire sigue destacando por su personalidad y la textura de su paleta, por la versatilidad entre escenas y la capacidad para orientar al lector hacia el detalle. Del glorioso homenaje pulp actualizado que Totino Tedesco ha generado en las 16 portadas de la serie, de la estética compacta de Kate Bishop: Ojo de Halcón, se hablará durante mucho tiempo. Esta serie y otras como Guerreros Araña o Mystik U para DC Comics le han garantizado el acceso al podio de los mejores portadistas de la actualidad.

La cancelación de la serie en Estados Unidos en el número 16 —pese a haber sido un éxito de valoración por parte de crítica y público— nos permitirá leer una etapa sólida y sin altibajos que no se verá desvirtuada por el paso del tiempo y el cambio de manos. La serie de Kate y Kelly no revolucionará ningún género, pero hace muy bien «lo de siempre». Y Kate Bishop, si se me permite el juego de palabras, es todo un personaje. Un personaje al que sería genial conocer si existiera en la vida real. Porque sería la risa.





Kate Bishop: Ojo de Halcón. Puntos de anclaje

Kelly Thompson, Leonardo Romero, Michael Walsh y Jordie Bellaire 

Panini Cómics

Estados Unidos

Rústica 136 págs. Color

Obra relacionada

Jóvenes Vengadores Vol.II n.o 1-12

Kieron Gillen, Jamie McKelvie y Matt Wilson 

(Panini Cómics)

Ojo de Halcón Vols. 1-5

Matt Fraction, David Aja, Matt Hollingsworth, Jeff Lemire, Ramón Pérez y otros 

(Panini Cómics)

La Increíble Masacre-Gwen. (vol. 1: Créetelo)

Gurihiru, Chris Hastings y Danilo Beyruth

(Panini Cómics)

Fuerza-V n.o 1-15

G. Willow Wilson, Kelly Thompson, Jorge Molina, Ben Caldwell y otros

(Panini Cómics)


Anuario de comics 2017

Jot Down Comics


lunes, 19 de junio de 2023

CINECITTÁ EN ACUARELA Y PAPEL


Jaume Vilarrubí

A cercarse al onirismo felliniano puede parecer una tarea sumamente compleja y siempre sorprendente, pero en las manos de este badalonés se convierte en un retrato fresco y desacomplejado de la última etapa del maravilloso cineasta de Rímini. El autor juega a ser Fellini para hablar de Fellini, un juego metabiográfico en el que conjuga un grandioso escenario para asistir a un ordenado desfile de sus tradicionales filias y fobias, caracterizadas en los personajes que le han acompañado en toda su trayectoria.

Tyto Alba da inicio a su carrera profesional como pintor exponiendo en diversas galerías barcelonesas. Fue en México donde inicia su carrera como autor de cómic, que continúa a su vuelta ilustrando artículos de opinión en prensa. Después de un proyecto de cortometrajes de animación con niños (PDA), firma con guion de Mario Torrecillas su ópera prima a los lápices: El hijo (Glénat, 2009), una angustiosa y opresiva búsqueda materna en un manicomio franquista. Un valiente y arriesgado debut que a buen seguro le sirvió como excelente carta de presentación para permitirle abordar nuevos proyectos, como la adaptación de la homónima novela de Gabi Martínez: Sudd (Glénat, 2011). En 2012 recibe el reconocimiento del Premio Junceda en la categoría de cómic.

A partir de este punto inicia un idilio con Astiberri Ediciones, con quién publicará sus mejores obras hasta la fecha. Con Solo para gigantes (2012, con guion de Gabi Martínez) se acerca a la figura de un zoólogo de origen valenciano degollado en Pakistán mientras seguía la pista del Yeti. Con Dos espíritus (2013), por fin con guion propio, aborda un wéstern crepuscular y poco convencional que da inicio a la que está siendo su etapa de plenitud y que continuará con La casa azul (2014), un homenaje imperecedero a las figuras de Frida Khalo y Chavela Vargas. Con guion de Katrin Bacher dibuja Tante Wussi (2015), una historia familiar de la guionista situada entre la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y la Mallorca de la Guerra Civil, que les sirve para recibir el Premio Ciutat de Palma. En 2016 realiza La vida, un astuto retrato sobre la relación de los pintores Carles Casagemas y Pablo Picasso.

Gráficamente se puede calificar a Alba de elegante y sinuoso, de pulso simple pero firme, desprovisto de artificios y abstracciones pero con un realismo figurativo bastante arriesgado, de aspecto sencillo pero de enorme complejidad. Las acuarelas son su marca personal, con ellas dota de volumen sus viñetas mejorando en cada obra, y con ellas está componiendo una carrera cada vez más sólida a la altura de figuras más consolidadas. Su estilo puede recordar tanto por espíritu como por estética a Joann Sfar, sobre todo en la manera en que el autor galo aborda Klezmer (Norma, 2006) o también al propio Christophe Blain. Por otra parte ,sobre la manera de acercarse a las historias, me recuerda mucho a Luís Durán, otro maravilloso autor injustamente poco valorado que, al igual que Tyto Alba, ya ha firmado obras maravillosas que desgraciadamente solo son patrimonio de una afortunada minoría.

Cierto es que todos tenemos en la retina la genial aproximación que hizo Milo Manara sobre la figura de Fellini y Marcello Mastroianni en Viaje a Tulum (Norma, 1999), pero Alba escoge aquí una perspectiva diferente para repasar hechos destacados de su biografía, dando a la ciudad de Roma un protagonismo cenital, que queda bien definido por la inclusión de factores como la niebla o la canícula veraniega. Observamos a Fellini ya desde su etapa escolar con su manifiesta pasión por el cine y el imperio romano, con la curia siempre presente y con la sombra del régimen de Mussolini que impregnan su crecimiento y sus miedos. Su pasado como frustrado decorador de aparadores o su exitoso negocio de caricaturista para los soldados norteamericanos le llevan a conocer a Rossellini, que será determinante para su carrera como cineasta. Su relación con Guilietta Masina más allá del amor, con sus continuas infidelidades y sus ensoñaciones con Anita Ekberg, están presentes en determinantes pasajes del libro. Su relación con Aldo Fabrizi, Ingmar Bergman, o Passolini describe la personalidad muchas veces caótica pero también genial de Federico. El circo y la Cinecittà son dos espacios de confort para el director, espacios de creación e improvisación en donde se siente cómodo, ya sea como espectador o como director. No es casual que el cómic culmine con una de esas escenas corales que tanto gustaban a Fellini.

Fellini en Roma es el resultado de una beca de la Real Academia de España en Roma, dirigida a artistas (Beca MAEC-AECID), pero es también un libro que se mueve entre la vigilia y el sueño alternando caminos de una manera que definió tan bien Segismundo para Calderón de la Barca: «¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción [...] que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.»




Fellini en Roma

Tyto Alba

Astiberri Ediciones España

Cartoné

80 págs.

Color

Obra relacionada

El mago descalzo

Luís Durán

(Ediciones La Cúpula)

Klezmer

Joann Sfar

(Norma Editorial)

Cortázar

Jesús Marchamalo y Marc Torices

(Nórdica Libros)

Las Aventuras de Joselito: el pequeño ruiseñor

José Pablo García 

(Reino de Cordelia)

Gabo: memorias de una vida mágica

Óscar Pantoja y Miguel Bustos 

(Ediciones Sinsentido)


Anuario de comics 2017

Jot Down Comics


domingo, 18 de junio de 2023

Te quiero, Gata

Entre conflicto y conflicto, los héroes también tienen tiempo para grandes historias de amor





JOSÉ LUIS VIDAL

18 Junio, 2023 

Decir que Tom King es uno de los grandes guionistas del mercado norteamericano del comic book se ha convertido, a estas alturas, en un obviedad.

No son pocos los títulos que, junto a talentos de la viñeta, nos ha regalado, dejando patente su habilidad para ofrecernos una mirada diferente sobre algunos personajes.

No solo ha escrito una de las mejores y exitosas etapas al frente de la cabecera protagonizada por el Caballero Oscuro, sino que nos ha enseñado el lugar al que acuden los héroes cuando tienen problemas psicológicos, o ha expuesto ante todos el verdadero rostro de un héroe cósmico, además de llevarnos en un viaje a través de la estrellas junto a una rubia heroína y una vengativa chiquilla, por citar tan solo a algunos.

Pero regresando a la peligrosa urbe conocida como Gotham City, estaba claro que tras los hechos narrados en la colección de Batman, Tom King no iba a seguir esa línea argumental sin completar, abandonando a Bruce Wayne y Seline Kyle sin conocer su futuro como pareja, hecho que no pudo refrendarse en el altar, como ya sabréis todos los fans del murciélago.

Y para ello qué mejor que tener la libertad y total autonomía al salir de la colección madre y dedicar una cabecera a esta peculiar pareja que, como bien dice Selina, tienen mucho en común, ya que cómo podremos comprobar en las páginas de este imprescindible volumen, ambos personajes han nacido de la tragedia, ya sea abandonando a una bebé en un lóbrego callejón o arrodillado ante los asesinados cadáveres de tus padres…

Pues bien, queridos lectores, preparaos para un viaje que va a ser bastante movido, ya que la propuesta de Tom King al guion y la pareja de dibujantes Clay Mann y Liam Sharp seguro que sorprende a muchos por su originalidad.

Vamos a viajar, y mucho, en el tiempo, a través de tres épocas diferentes: en la primera, la más lejana en el calendario, Batman persigue a la ladrona Catwoman a través de los altos edificios de la ciudad, en un juego del gato y el ¿ratón?, escamado por la relación de ella con el príncipe de los payasos, Joker, que se va a convertir con el tiempo en el tercer vértice de un curioso triángulo, ya que Selina se balanceará entre el bien que supone su relación con Batman y la mala influencia que sobre ella viene del sonriente psicópata.

El segundo salto temporal también implica a Joker, ya que por su culpa reaparece en la vida de los protagonista el que fue el primer amor de Bruce, Andrea Beaumont, que en esta ocasión vuelve a Gotham para buscar a su desaparecido hijo, que se convertirá en una víctima más de la creciente locura de Joker, haciendo que la mujer adopte el papel de uno de los villanos más temidos y oscuro del universo de Batman, ¡El Segador!

Mientras la relación de Bruce y Selina tiene sus idas y venidas, una afilada hoja segará las vidas de todos aquellos que han tenido que ver algo en la vida de Joker…

Finalmente, una visión del futuro, en la que una ya anciana, pero aún en muy buena forma física, Selina, visita a un hombre. El resultado de este hecho va a marcar, y de qué manera, el argumento. Y conoceremos que en Gotham hay una nueva vigilante que ha heredado el manto y misión de su fallecido progenitor. Su nombre es Batwoman, Helena, la hija de Bruce y Selina.

Comprobaremos cómo la venganza no tiene fecha de caducidad, y más de un secreto será desvelado en esta definitiva historia sobre la relación de estos personajes, cuyas motivaciones, miedos, dudas, vamos a conocer mejor que nunca, ya que como os decía anteriormente, la habilidad creativa de Tom King nos va a llevar de un tiempo a otro, saltando sin que nos perdamos nada en el periplo.

Pero claro, esto no podía ser posible sin la labor de un extraordinario Clay Mann, con el que ya trabajó King tanto en la colección de Batman como en la miniserie ‘Héroes en crisis’, al que sustituye en algunos números Liam Sharp, con un estilo gráfico totalmente diferente, que bascula por momentos entre la influencia de Sam Kieth y Bill Sienkiewicz, nada más y nada menos.

Y como colofón, después de las doce entregas contenidas en él, este tomo no podía terminar sin contener todos esos relatos que Tom King ha escrito sobre la pareja a lo largo de los últimos años, y que redondearán todo lo que necesitábamos saber sobre la vida y relación de estos dos personajes, el vigilante y la ladrona.

En el apartado gráfico, como siempre suele ocurrir, King se hace acompañar por grandes nombres de las viñetas: Lee Weeks, Walt Simonson, el español Mikel Janín, Michael Lark, John Paul Leon, Bernard Chang, Shawn Crystal y Mitch Gerads. De lo bueno, lo mejor.


Malaga Hoy


viernes, 16 de junio de 2023

Un Eclipse de once años




1978...

El comic-book americano está prácticamente en manos de dos editoriales, Marvel y DC, que se disputan el mercado ignorándose y copiándose a la vez. La primera, inmersa en un caos creativo del que saldrá gracias a un Jim Shooter que traerá la estabilidad a cambio de la mediocridad. La segunda no da pie con bola y sigue apoyándose en un Batman y un Superman pluriempleados.

La prensa abunda en tiras humorísticas, Heavy Metal está en danza y Byron Preiss prepara novelas gráficas con Chaykin, Niño y otros muchos.

Las únicas publicaciones "independientes" son Star Reach y aquellas editadas por sus propios autores, como Witzend de Wally Wood y The First Kingdom de Jack Katz.

Y entonces aparece una novela gráfica titulada Sabre. Es obra de Don McGregor y Paul Gulacy, autores que hasta ese momento habían trabajado para Marvel. Se trata de una historia un tanto surrealista, ambientada en el futuro, con una historia de amor interracial cuyo protagonista era un negro con la cara de Jimmy Hendrix.

Era en blanco y negro, espléndidamente impreso, con cubiertas sepia, y sólo se distribuyó en librerias especializadas. En tres meses se agotó, al igual que la segunda edición. La editaba alguien desconocido llamado Eclipse y los derechos pertenecían a los autores.

Eclipse era un marca creada por Jan y Dean Mullaney para editar este único álbum, pero las elevadas ventas hicieron que reinvirtieran los beneficios en la Compañía. Jan era pianista y Dean un contable que acabó dejando su trabajo para dedicarse en exclusiva a la Editorial.

Con estos dos hombres se iniciaba una nueva era en la historia del comic americano y las cosas no volverían a ser las mismas.

1981...

Cuatro años después de Sabre, la presencia de Eclipse en el mercado había supuesto un gran cambio.

Había demostrado la viabilidad de la venta no sólo en librerías especializadas, y las Grandes Compañías ya pensaban en editar de cara a la venta exclusiva en estos locales. Las editoriales otorgaban derechos de autor y empezaban a pagar royalties. Las novelas gráficas ya eran cosa corriente, y Marvel tenía en la calle una competidora de Heavy Metal llamada Epic.

No quiero decir que Eclipse fuera la causante de todo ello. Hay demasiados factores en juego como para amontonarlos todos sobre una sola espada. Pero lo que sí es incuestionable es el hecho de que Eclipse fue la primera editorial que se arriesgó a producir algo alternativo a Marvel y DC, y que fue la primera en institucionalizar todos los cambios mencionados.

Para estas fechas, un distribuidor llamado Phil Seuling organizó un sistema de distribución directa a librerías especializadas que revolucionó el mercado USA. Las librerías compraban en firme los tebeos, y por adelantado, lo cual suponía un riesgo, ya que pagaban todo lo que compraban, lo vendieran o no. Pera para las Editoriales la cosa era Jauja; podían decidir si editar o no un tebeo en función de las ventas en firme que tenían antes de ir a imprenta.

Eclipse ya tenía cinco novelas gráficas publicadas y decidió sacar una revista con el nombre de la editorial por título. Fue la revista más ecléctica del momento y la lista de autores iba desde Steve Englehart y Marshall Rogers a Rick Geary o Trina Robbins; de autores populares a autores underground; de los superhéroes a la adaptación de clásicos de la literatura.

Tenía demasiados autores como para poder mantener una periodicidad coherente, así que los retrasos acabaron llevándola a la tumba. Pero sirvió para algo y dio a conocer al gran público de los superhéroes una serie cuya existencia desconocía. Y después de la revista, el siguiente paso era obvio: editar un comic-book.

En Diciembre de 1981 apareció Destroyer Duck, comic-book realizado mediante contribuciones gratuitas, cuyos beneficios de venta se destinarían a pagar las costas del pleito que Steve Gerber le había puesto a Marvel por los derechos del pato Howard. Gerber había sido guionista de la quinta novela gráfica editada por Eclipse, Stewart, the Rat; era un autor de la casa, y Mullaney trabajó gratis en este número, que dos años más tarde acabaría convirtiéndose en el primero de una colección que no pasó de los siete.

Tras Destroyer Duck vinieron Sabre, Scorpio Rose, Ms. Tree y DNAgents, con mejor o peor fortuna y una versión a color y en formato comic-book de la revista Eclipse.

1984...

Eclipse sigue editando colecciones, aunque no consigue resolver el problema de cómo lograr una cadencia de salidas regular y constante. Entre las nuevas series destacan Zot de Scott McCloud y Crossfire de Mark Evanier y Dan Spiegle, ambas bastarían para que la Compañía entrara en la historia del comic-book. La primera era ciencia-ficción ambientada en el fabuloso futuro de 1965 (?) y con un superhéroes de 13 años como protagonista, todo ello narrado con un maravilloso sentido del humor y de la aventura. La segunda narra las aventuras de un personaje menor de la serie DNAgents; ambientada en Los Ángeles, es una serie donde el héroe va dejando de lado los poderes y traje, y los personajes secundarios acaban llevándose el gato al agua.

Luego, la Editorial se hizo cargo de las series que publicaba Pacific Comics, Compañía quebrada tras cuatro años de mala gestión, añadiéndolos a su catálogo y haciendo propios a los autores de aquella.

En el catálogo de Pacific abundaban los títulos de terror, y son precisamente lo que Eclipse continuará con más empeño, sentando las bases de otra línea editorial que culminaría en 1989 con una colección dedicada a adaptar las obras de Clive Barker.

1985...

Con la presencia de Pacific Comics, también llegan algunos proyectos interrumpidos que la Compañía sume con alegría. Entre estos proyectos está la edición del material de la revista inglesa Warrior, donde se publicó Marvelman, personaje concebido por Alan Moore, y que en su versión americana tuvo que rebautizarse como Miracleman debido a los problemas legales derivados del registro de la marca Marvel. El trabajo de Moore, de planteamientos radicales en la historia del medio, reactualiza el tema del superhombre y lo hace válido para el sofisticado mundo de los años ochenta.

También saca a la calle la colección Scout, que pronto se convierte en uno de sus títulos más populares. Y al año resucita a Airboy, serie de los años cuarenta que demuestra que todos los personajes tienen validez si se les trata adecuadamente. Timothy Truman con el primero y Chuck Dixon con el segundo aportan un aire personal y distinto respecto a lo que se produce habitualmente en otras Compañías, y su profesionalidad en el trabajo consigue algo inaudito en Eclipse: producir una serie con una cadencia de salidas regular y constante.

1987...

Las novelas gráficas que fueron el inicio de la Editorial se fueron espaciando cada vez más hasta que la cosa se replanteó a fondo. En consecuencia, la producción de este tipo de material aumentó. Se reeditaron series de éxito en ese formato, se publicó material inédito y se inició una nueva línea editorial, las reediciones de clásicos. El Zorro de Alex Toth estuvo entre las primeras reediciones, seguido por historias de los años cuarenta y un proyecto de reeditar Krazy Kat completa (de la que sólo han salido dos volúmenes a la hora de escribir estas líneas). En el futuro se vislumbran Johnny Comet de Frazetta y Pogo de Walt Kelly.

Y finalmente, tras dos años de intentos, Eclipse introdujo el cómic japonés en los USA. Empezaron tímidamente, con las series que veían más viables para el mercado americano. Pronto quedó demostrada la demanda, y la Compañía japonesa con que trabajaban, Viz Comics, decidió instalarse por su cuenta en América. Se buscó otra editora y Eclipse siguió editando productos japoneses, amén de crear otros propios. Pronto fue imitada por otras Compañías, y el tebeo japonés se hizo cada vez más abundante, amén de popular, en los USA, llegando a alcanzar cifras de best-seller.

Sin pretender detallar la historia de esta Editorial, hay que mencionar series como Liberty Proyect, Valkyrie, Lost Planet, Whodunnit, Prowler, entre otras muchas. ¿Es una editorial que ha cometido fallos?¿Ha editado cosas de escasa calidad? Por supuesto. Se trata de una editorial creada con fines lucrativos; tiene, por ello, tanto productos buenos como productos malos. Lo que edita dependerá siempre de un criterio comercial, que no tiene porqué coincidir con el artístico, aunque muchas veces publique cosas de calidad que no se venden.

Para celebrar su décimo aniversario, Eclipse ha aunado todas sus series formando un Universo coherente. Para ello contrató a Mark Wolfman. El resultado es Total Eclipse, una versión Eclipse de las Crisis de DC. Es una serie bien hecha y eficaz, tanto en planteamientos como en resultados. Lo único rechazable es esa maniobra comercial de crear universos propios donde acoplar personajes que resulta obvio que no tienen nada que ver.

A cambio de eso, Eclipse edita la obra de Craig Russell en la colección Night Music dedicada sólo a trabajos de este autor y que tiene una cadencia de "cuando el autor termina una cosa se le publica". Y ha contribuido a la edición de Brougth to Light, "periodismo en historietas" debido a Joyce Brabner, Tom Yeates, Alan Moore y Bill Sienkiewicz, donde se denuncian los trapos sucios de la CIA en relación con el Irangate y las intervenciones militares americanas en Sudamérica. Álbum comprometido y pendiente hoy de un juicio.

Como se ve, esta Compañia da una de cal y otra de arena. Mientras sea así jamás habrá queja. Gracias a Eclipse tenemos comic-books como Zot y Miracleman, tebeos japoneses como Mai y Applessed, reediciones de clásicos como Krazy and Ignatz y antologías como Night Music. Francamente, poco más se puede pedir en el mundillo del comic, dominado por la Ley de Sturgeon: "el 90% de todo es basura"

Lorenzo Díaz