Prosiguen las peripecias de este controlado Hulk junto a los miembros del misterioso Panteón
José Luis Vidal
13 de octubre 2024
A estas alturas es obvio que Peter David es el guionista que más ha aportado en la historia del Universo Marvel a un personaje como el Increíble Hulk, junto a ‘herederos’ como Bruce Jones y Al Ewing.
El monstruoso bruto que balbuceaba siempre las mismas y amenazantes frases se convirtió en un personaje con múltiples facetas, como su trastornada y disociativa personalidad: ya fuera un gris tipo que manejaba los bajos fondos de Las Vegas, y de ahí saltó, ya totalmente inteligente, a integrarse como miembro de este grupo de héroes mitológicos que componen el Panteón. Y no solo fue eso, ya que la marcha de Agamenón, su líder, llevó a Hulk a tener que aceptar una responsabilidad que lo colocará ante más de un dilema moral.
Pero Peter David, si por algo es conocido, es por retratar a la perfección a unos secundarios que, en esta ocasión, se van a convertir en el perfecto entramado que sostenga parte de las tramas principal y secundarias, sin que por ellos nos perdamos por el camino, más bien todo lo contrario: la relación amorosa entre Rick y Marlo, que culminará con uno de los enlaces más divertidos y movidos del Universo Marvel (con la aparición especial del propio David como sacerdote); el importante papel de Betty Banner en la vida del gigante verde y, por supuesto, todos y cada uno de los miembros de este, en apariencia, heroico Panteón, que se dedica a arreglar entuertos a los largo y ancho del planeta, casi siempre sin dejar huella de su presencia en el suceso.
Lo malo que es que, dentro del arco argumental Las guerras troyanas, tanto Hulk como nosotros, los lectores, vamos a conocer un oscuro secreto que el escurridizo Agamenón nunca le ha desvelado a su iguales, y que hará que la desconfianza crezca dentro del seno de este grupo, empezando a resquebrajarse sus, hasta entonces, sólidos cimientos.
Mientras, Hulk se irá dando cuenta que cada vez le cuesta más trabajo detener a ese ser que tiene en su interior, que es todo furia e ira, y pese a los insistentes consejos de Doc Samson, no le va a hace demasiado caso, hasta que una inesperada tragedia lo lleve al límite y tal vez sea demasiado tarde…
Y es que un inesperado viaje al futuro, al más oscuro de los mañanas, le mostrará al protagonista una cara de pesadilla, en lo que se puede convertir, el letal Maestro, un dictador que a base de violencia se ha hecho con el poder en un mundo árido, consumido casi por completo debido a los sucesivos enfrentamientos nucleares. Peter David, junto al mítico George Pérez nos regalan este espectacular episodio en la vida de Hulk, que tanta importancia va a tener en el devenir de las cosas.
La genialidad de Peter David para los gags, el humor, es ya conocida por todos los que somos sus fans, pero también me gustaría destacar una faceta más seria, comprometida en su momento con la auténtica plaga que supuso el virus del VIH, que en unos primeros momentos convirtió a los afectados en auténticos apestados de la sociedad.
Es por ello que escribe una de los episodios más duros, y a la vez hermosos, incluido en este volumen, recuperando a Jim Wilson, un antiguo sidekick de Hulk.
Pero no todo el mérito del éxito y calidad de esta larguísima saga es de su guionista, ya que éste, a lo largo del camino, se supo acompañar por una serie de dibujantes, talentosos artistas que pusieron todo su talento sobre el tablero de dibujo para llevar a las viñetas los increíbles argumentos que David le proponía.
Y si en el anterior volumen, el protagonismo fue para Dale Keown, en esta quinta entrega es Gary Frank quien recoge el testigo, y con un estilo fuertemente influenciado por otro titán de los cómics como es Alan Davis, junto al entintador Cam Smith, nos dejan un buen montón de episodios que ya a estas alturas son considerados auténticos clásicos modernos del cómic.
Pero Frank no será el único dibujante que plasme las peripecia de Hulk en este tomo, y en el camino vamos a poder encontrarnos hasta con el español Salvador Larroca y, en el impactante número 425 de la colección, Frank se despide y nos presenta a un dibujante que se colocará ante los mandos de esta nave creativa, con un estilo brutal y barroco, muy alejado del de su antecesor en la cabecera. Su nombre es Liam Sharp.
Todos juntos, un equipo creativo se excepción, llevará a los protagonistas hacia la inevitable caída del Panteón, donde el drama más intenso e inesperado nos golpeará. Todo cambiará.
Como decía al principio, no ha habido autor que le haya dado tanto a un personaje, así que si queréis comprobar el legado de Peter David, tan solo debéis sumergiros en estas apasionantes páginas
Diario de Cadiz
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