martes, 15 de enero de 2013

Homeland Jazz

Via Drawn puedo ver las imagenes de Ty Mattson que ha realizado sobre la serie Homeland como si fuesen las portadas de discos de jazz de los años cuarenta o cincuenta, un trabajo impecable y digno de elogio.














viernes, 11 de enero de 2013

Historieta policiaca francobelga en su periodo clásico

 La historieta francobelga conforma una unidad de producción desde los años 40 —antes incluso— que hace que sea inevitable referirse a ella como a una unidad indisoluble casi absoluta. Para el género que nos va a ocupar, además, partiremos de los primeros años de la década de los 40 hasta llegar a los primeros 70, en que, con la aparición, concretamente en Francia, de nuevas revistas e iniciativas editoriales alternativas (piénsese en la aparición de L'Echo des Savanes en 1972) se procede a la disolución del monopolio de revistas como Spirou, Tintín o Pilote. Para el caso belga podemos extender esta vigencia de sus revistas tradicionales un poco más, para Tintín, y mucho más, para Spirou, única que ha sabido renovarse con diligencia ante la nueva configuración del mercado.



El profesor Mortimer, por Jacobs


Como habremos de hablar de revistas de amplia incidencia en públicos juveniles e infantiles, difícil será que observemos productos asimilables a los de serie negra (entendida en los términos norteamericanos originados en pulps como Black Mask, y otros, y en autores de la capacidad testimonial y crudeza expositiva de Dashiell Hammett, William R. Burnett, David Goodis, Jim Thompson, Horace McCoy, etc.)- Tampoco será desdeñable el efecto de la famosa ley francesa de julio de 1949, sobre restricción de contenidos adultos en la bande dessinée, tendrá en aquellos lares. Nada de series asimilables a Dick Tracy, Red Barry o Secret Agent X9, pues, podremos observar en las revistas punteras del mercado francobelga hasta tiempos muy recientes y que, por tanto, escapan a nuestro análisis. Por otra parte, y lo veremos, la etiqueta historieta policial habrá que ampliarla y hacerla extensiva a tratamientos cercanos al citado género a medida que se advierte que la intriga y la resolución de hechos criminales está presente en series tan dispares como Tintín, Blake et Mortimer, Lefranc, Bernard Prince, Adéle Blanc-Sec y muchísimas más. Relatos de aventureros, periodistas pesquisidores, espías, detectives privados o policías compartían una misma voluntad a la hora de la recomposición del célebre mosaico criminal y misterioso acuñado para la posteridad por autores como Agatha Christie o Georges Simenon.


Jean Valhardi, personaje de Jijé

 Nos atrevemos a adelantar que la historieta policial de este período se nutrirá de dos fuentes esenciales: el folletín del siglo XIX y principios del XX (con exponentes como Emile Gaboriau o Gastón Leroux) y la novela detectivesca tal y como la engendró Edgar Allan Poe y la naturalizó Arthur Conan Doyle (cuyas trazas formales se extienden hasta nuestros días).
Tal y como ocurrirá en otros países, entre ellos España, en Francia se producirá la irrupción de las series de aventuras norteamericanas a mediados de los años 30. Así, en 1934, se inaugura Le Journal de Mickey, que junto a material procedente de las factorías Disney, ofrecerá series de la importancia de Brick Bradford, Red Barry, Jungle Jim y otras. Pronto se añadirán nuevos títulos como Robinson, Hop-lá o L'As. La emblemática, para el caso, Dick Tracy, verá la luz en 1938 en Le Journal de Toto. Curiosamente, en Bélgica, el primer número de Spirou ofrecerá la misma serie a partir de dicho mismo año. Con la guerra y la invasión alemana se produce una diáspora y la consecuente prohibición de las series norteamericanas. Al fin de las hostilidades, y antes en las zonas liberadas, la historieta propiamente francesa se aglutina en torno a títulos como Coq Hardi (1943) o Le Petit Patrinte (1944), que poco después cambiaría su cabecera por la de Vaillant (1944). Muchas otras revistas se unirán a éstas, más pronto la penetración de dos revistas belgas trascendentales será poderosísima y habrá que esperar a 1959 y Pilote para vislumbrar una cierta recomposición de la industria del comic francés.
Nos referimos, naturalmente, a Spirou (1938), difundida en Francia desde 1946 y a Tintín (1946), que hace lo propio a partir de 1948. A partir de estas revistas, sin olvidar-nos de otras series relevantes, ar-ticularemos nuestro análisis, que cerraremos con las mejores produc-ciones, ya adscritas a fines de los 70 y los 80.

 LA HISTORIETA POLICIAL EN SPIROU
Le cabe a la serie Tif et Tondu (1938, Dineur) el honor de ser, quizás, la primera serie policial de la revista. Historieta inaugural del semanario, en sus orígenes trataba de las aventuras errantes de Tif, quien hasta el n.° 5 de la revista no se uni-rá a Tondu. No obstante, el carácter policial —y con él la definitiva calidad artística— no se obtendrá hasta la llegada de Will a la serie en 1947, que hace que la pareja se convierta en un dúo de detectives aficionados. Will, con algún intervalo en el dibujo de la serie, se rodeará de un cambiante grupo de guionistas entre los que destacó, hasta su muerte, el especialista en el género, Tillieux, a quien debemos, po-siblemente, la mejor época de esta excelente serie que se sigue produciendo en nuestros días. En Tif et Tondu encontramos a uno de los mejores villanos de la historieta francobelga del generó: el enigmático Monsieur Choc.
Si, como hemos advertido, Tif et Tondu no será una historieta relativamente policial hasta 1947 y la llegada de Will, sería Jean Valhardi (1941, Doisy, guión, y Jijé, dibujo) la primera en atenerse a los parámetros del género. Jean Valhardi, una de las primeras, mejores y más olvidadas obras del maestro Jijé, trata de las investigaciones de un detective de una compañía de seguros. El personaje, siempre con las maletas preparadas para iniciar un viaje, recorrerá el mundo en busca de misterios que resolver. A Doisy le sustituyeron en los guiones Delporte, Charlier y Ducháteau, mientras que a Jijé, que volvería, tras dejar fa serie en 1947, durante el período que va de 1956 a 1965, le sucedería en el apartado gráfico, fundamentalmente Paapé. En 1982, Jean Valhardi vive una renovación con dibujos de Follet, pero la grandeza de los años pretéritos está ya muy lejos.
Félix (1949, Tillieux) ve la luz en la   revista   belga  Héroic-Albums


Gil Jourdan, obra de M. Tilléux.


 como un detective, muy belga en su aspecto, por cierto, que prefigurará la mayor creación de su autor para Spirou y la que lo convierte en uno de los pilares de la Escuela de Marcinelle: Gil Jourdan. Tras diversos avatares editoriales, la serie recalará en Spirou en 1973, y no hace mucho Editions Dupuis ha iniciado la recopilación antológica de dicho personaje. Otra serie en la vena de Gil Jourdan, efímero, ciertamente, Marc Jaguar, fue creado porTillieux para la revista de Editions Dupuis Risque Tout en 1956.
En dicho año verá la luz Gil Jourdan, serie que mientras la escribió y dibujó Tilleux alcanzó niveles de excelencia que la convierten, acaso, en la mejor de entre las policiales que ha conocido Spirou en su período clásico. Gil Jourdan, junto a su compañera Libellule y el inspector Crouton forman uno de los tríos más memorables que se pueden recordar. El ingenio y la agudeza de los diálogos de Tillleux, las situaciones que nos presenta, su dibujo ajustadísimo y su facilidad para el gag, ha convertido la docena de álbums que firmó nuestro autor en solitario en una fuente de Inspiración inagotable para sus compañeros de profesión, en sus tiempos, y en marco de referencia obligada para las nuevas hornadas de autores que ahora mismo nutren a la nueva historieta francobelga y europea. La etapa de Gos en el dibujo significó un revés fortísimo para la genial creación de Tillleux.
En 1969, y para el dibujante Piroton, el mismo Tillleux creo una nueva serle, Jess Long, que narraría las aventuras de un agente del FBI norteamericano y de su colega Slim. En cierta medida fue el canto del cisne de un maestro de maestros inolvidable: Maurice Tillieux. Sammy (1970, Cauvin, guión, y Berck, dibujo) abre en clave de humor las nuevas y renovadas series policales que, junto a otras, irán renovando, con buena fortuna, el semanario Spirou durante los años 70 y 80. Un caso extraño es el de Ginger (1956, Jidéhem, Héroïc-Albums), cuyo protagonista, un detective privado, pasará a Spirou en 1980 de la mano de su creador para vivir nuevas y refrescantes aventuras. De este período son, igualmente: Mic MacAdam (1978, Desberg, guión, y Benn, dibujo), 421 (1980, Desberg, guión, y Eric Maltalte, dibujo), Jerome K. Jerome Bloche (1982, Makyo y Le Tendré, guiones, y Dodier, dibujo). Le prive d'Hollywood (1984, Riviére y Bocquet, guiones, y Berthet, dibujo) y Soda (1986, Tome, guión, y Warnant, dibujo).

LA HISTORIETA POLICIAL EN TINTÍN
Esta revista, tenida, y con razón por más conservadora que Spirou, prestará menos atención al género polical y pocas son las series que de dicho género encontramos en su larga historia, que desemboca en su reciente desaparición para tristeza de tantos y tantos seguidores que no olvidan sus años gloriosos
 en las décadas de los 40, 50 y 60. Es, con todo, muy cierto que sólo encontramos dos series importantes en una revista que se fundó en el lejano año en 1946. Estas serles son: Clifton, en clave de humor, y Ric Hochet.
Ahora bien, no nos fijaremos en series como Tintín o Blake et Mortimer, obras que han contribuido a hacer de la revista Tintin un mito, cuando el misterio y la investigación detectivesca son parte importante de muchas de sus entregas. En particular de la segunda, que nos ofrece, como muestra, el antológico L'Affaire du Collier.
Monsieur Barelli (1950, Bob de Moor) es una de las obras del versátil De Moor que más se acerca a su vertiente de seguidor de Hergé. Su protagonista es un actor de teatro y su tema unos intríngulis sofisticados, normalmente policíacos, que suele resolver en compañía de su amigo el inspector Moreau.
Ric Hochet (1955, Ducháteau, guión, y Tibet, dibujo) es la serie policial de Tintin por antonomasia. La longitud de la obra (más de 50 tomos; ¡más de uno por año!) la convierten en una de las más extensas de todo el mercado francobelga, Ric, periodista de profesión, vive, ininterrumpidamente, y junto al comisario Bourdon, aventuras en que se mezcla lo misterioso, lo terrorífico, lo sobrenatural y lo policíaco. Otros personajes de la serie son la enamorada Nadine y el padre de Ric, Richard. Tibet, prolífico autor de la igualmente monumental Chick Bill, se muestra menos acertado en

Rick Hochet, personaje de Tibet y Ducheteau.


Rick Hochet que en esta otra serie. Por otra parte, Ducháteau no está a la altura de sus mejores guiones a partir de mediados de los 70, época en que la Rich Hochet desciende en interés y calidad.
Del mismo guionista, pero con dibujos de Denayer, es Les Casseurs (1975). Aquí encontramos un protagonista policía, Brock, a quien acompaña el joven Russel. Paradójicamente, dicho protagonismo no insta para que la pareja viva aventuras más centradas en el mundo de las carreteras y ios vehículos, tema tan caro a los autores franco-belgas, que en el del género policial en sentido estricto.
Clifton (1959, Macherot) narra con humor, las correrías del veterano Coronel Clifton, al servicio, irregular del MI 5 o de Scotland Yard. Lo mejor de la serie es el retrato de un típico militar británico retirado que reúne todos los clichés que puedan existir al respecto: flema, amor al escultismo, sentido del deber, etc. Tras Macherot, y con un breve paso por la saga de Greg y Joél Azara, Clifton será puesto al día con brío por los autores de Leonardo y Robín Dubois, De Groot y Turk (1972). Más tarde, Bédu sustituirá a Turk.
Mr. Magellan (1969, Van Hamme, guión, y Gen, dibujo) es un agente de la ITO, una central de espionaje, y roza tan sólo el género de que tratamos. En verdad, en Mr. Magellan, lo que prima es lo fantástico Ducháteau ha firmado en los últimos guiones de la serie y la ha acercado más al policial.
El dibujante argentino Walter Fahrer presentó en Tintín, junto a Greg, la serie Cobalt (1971). Valga lo mismo que para la serie anterior, sólo se roza el género.

Más testimonial que otra cosa es la presencia de Tonino Parras en Tintín con Les mysteres de Chinatown (1976). Testimonial por la escasez de la producción, cinco aventuras, que, por lo demás, era un verdadero thriller.
Recientemente, Tintín presentó una nueva serie del fiel seguidor de Agatha Christie, Francois Riviére, que escribe con Borile los guiones. Se trata de Víctor Sackville (1985, Riviére, Borile y Carin). Sackville es un espía al servicio de su majestad y lo más destacado de la obra es el acertado trabajo que nos ofrece Carin, joven autor de prometedor futuro.

VAILLANT, PILOTE Y CHARLIE
En Vaillant y su sucesora Pif Gadget, por razones que se nos escapan, no aparecen muchas expresiones del género polical. Sólo tangencialmente se acercarán las siguientes: Hourrah Freddi (1946, Claude-Henri y, más tarde, Le Guen) trata de las investigaciones del joven Freddi; Charles Oscar (1951, Claude-Henri) narra las pesquisas de un anciano aficionado a resolver misterios que escapan a las mentes de la policía local; y Jacques Flash (1956, Leguen y, luego, Forton, Deynis y otros), que sería una de las más recordadas series del viejo Vaillant. Flash es un periodista que puede hacerse invisible bebiendo un suero milagroso. La intriga policial es obligada.
Ni Pilote ni Charlie han tenido una serie detectivesca o polical de altura durante su época dorada. La efímera Joe Fast (1974, Truchaud, guión, y Bielsa, dibujo) pasó de la revista Lucky Luke a Pilote durante una única aventura. Yves Malart (1965, Bielsa) es igualmente efímera y narra las investigaciones de un adolescente aficionado al arte. Palmer (1974, Pétillon) pasó brevemente por Pilote, donde se generó, siguiendo luego un azaroso recorrido editorial. El inefable detective de Pétillon es la mejor serie policial de humor absurdo y surrealista que ha dado Francia nunca. Harry Chase (1976, Moliterni, guión y Fahrer, dibujo) debutó en las páginas de France Soir para pasar a Charlie Mensuel. Sus tomos han sido editados por Dargaud. Series más recientes de Dargaud Editeur son: Francis Albany (1979, Riviére, guión, y Floc'h, dibujo), Kelly Green (1981, de los clásicos de los strips estadounidenses Starr, guión, y Drake, dibujo), Dick Herisson (1982, Savard).

LOS RENOVADORES DEL GENERO
Desde mediados de los años 70 muchos autores, y en muchos medios, han tratado y renovado el género polical. Tardi es un buen ejemplo; bebe del folletín con Adele Blanc-Sec, colabora con Malet mediante la traslación de las novelas de Néstor Burma y se alia con el du-rísimo Manchette para crear una serie negra tan despiadada como Griffu. Estas tres posiciones de partida servirán para obras tan diversas e interesantes como: Andy Gang (Montellier), Canardo (Sokal), Chroniques Provinciales (Duveaux), Jessica Blandy (Dufaux, guión, y Renaud, dibujo), Les Dossiers de Maitre Berger (Riviére, guión, y Dumas, dibujo), BloodyMary (Vautrín, guión, y Teulé, dibujo), parte de la obra de Baudoin, Les Leviathans (Gillon), Gomina (Dodo, guión, Ben Radis, dibujo), Harry Mickson (Cestac), Jaunes (Bucquoy, guión y el español Tito, dibujo), Las aventuras de Raffini (Rodolphe, guión, y Ferrández, dibujo), Ray Banana (Ted Benoít), Serge Morand(Ducháteau, guión y Sanahujas, dibujo), Thierry Laudacieux (Riviére, guión, y Goffin, dibujo), XIII (Van Hamme, guión, y Vance, dibujo), la obra de Claeys, Bob Fish (Chaland) y muchas otras.     ■ Francisco Soler

La Adele Blanc-Sec de Tardi.

Krazy Comics nº 10 Julio de 1990























jueves, 10 de enero de 2013

Las cosas bien hechas: Gladstone

 No hay duda alguna de que el lector español de comics, ha sido testigo durante estos últimos años el «boom» del comic book americano, tanto en popularidad y prestigio como en ventas, dando lugar a un extraño fenómeno que es la busca y captura de material yanqui por parte de nuestras editoriales.
Ahora, una vez que las dos grandes compañías (Marvel y DC) han arraigado profundamente en el mercado español, las miradas se dirigen hacia las compañías llamadas «independientes».
Si analizamos la publicación del material de dichas compañías hasta ahora podemos llegar a la conclusión de que su resonancia ha sido dispar. En algunos casos (Kitchen-Sink-«Spirit»), los resultados han sido positivos mientras que en otros (Quality, First) han sido insatisfactorios. Contagiado por la «fiebre americana», el editor español poco o nulo caso hace de los resultados adversos. Mientras ya se está preparando nuevo material (Vortex, Eclipse), su ambición no se detiene aquí y la búsqueda continúa (primeros contactos con Dark Horse y Aaardvark-Vanaheim —«Cerebus»—).
No obstante queda por descubrir la editorial que posee uno de los catálogos más interesantes que se pueden encontrar hoy en día. Me estoy refiriendo por supuesto a Gladstone, compañía encargada de publicar todo el material Disney en los USA.


Walt Disney visto por Pau Medrano

En 1981, Another Rainbow consigue que Disney le conceda la licencia para editar una enciclopedia de 30 volúmenes que, bajo el nombre de The Carl Barks Library reúne todo el material del artista Disney más famoso de todos los tiempos, Cari Barks, así como diversas litografías del mismo autor y otros libros de lujo.
El éxito obtenido hará factible la creación de una compañía subsidiaria, Gladstone cuya función consistirá en la edición de comics-books. Esta hace su aparición en el mercado yanqui en el verano del 86 tras seis años de ausencia en los kioskos de las revistas con personajes Disney, reemprendiendo de esta forma la labor iniciada hace ya cincuenta años por Dell y continuada posteriormente por Wester y Whitman.
Gladstone iniciará su andadura resucitando las cuatro series clásicas, manteniendo la numeración original. Dichas series son: Mickey Mouse, Donal Duck, Uncle Scrooge (Tío Gilito) y Walt Disney's Comics and Stories (que incluye historias cuyos protagonistas pertenecen al amplio espectro de la
(factoría Disney).
Destacar que la primera de las series reedita exclusivamente las clásicas tiras diarias de los años 30 ilustradas por Gottfredson, mientras que las tres restantes contendrán diversas historias cuyo único nexo común será el protagonismo del personaje cuyo nombre da título a la serie.


El pato Donald por Carl Barks


Un año más tarde la «familia» se verá ampliada por cuatro nuevos títulos: Donald Duck Adventures, Uncle Scrooge Adventures (cuyo contenido se compondrá exclusivamente de relatos extensos), Mickey y Donald (segundo título de Mickey, con historias más contemporáneas que las de Gottfredson) y Duck Tales (adaptación al comic de la serie de televisión homónima que se emite actualmente por el primer canal de televisión española bajo el nombre de Patoaventuras).
A estos títulos habría que añadirle la publicación, por vez primera, de novelas gráficas con una excelente reproducción.
Gladstone orienta desde el primer momento sus publicaciones hacia las tres directrices siguientes:
Reeditar algunas de las historias de mayor calidad del género de los funny animal comics que vienen de la mano de autores de reconocido prestigio como Barks, Gotfred-on, Murry, Taliaferro y Wright.
Publicar por vez primera material producido por artistas europeos y sudamericanos.
Dar oportunidad a nuevos valores.
Esta política editorial ha sido de lo más acertada y así se ha visto reflejada en la reacción de los lectores.

Por una parte se ha podido comprobar que las viejas glorias están más de actualidad que nunca y que su trabajo sigue entusiasmando décadas después. También hemos podido «descubrir» que no sólo los USA producen grandes nombres sino que en Europa también existen grandes profesionales del medio como, por ejemplo, los excelentes Daan Jippes y Fred Milton (lo mejor del panorama europeo actual), Ben Verhagen, Romano Scarpa, Branca y otros que por desgracia no han podido ver publicado su trabajo por el momento.
Por último, nos ha brindado la oportunidad de admirar el gran trabajo de Don Rosa, un nuevo valor yanqui al que se ha llegado a calificar como el «nuevo Barks», o William Van Horn, un canadiense procedente de las independientes que, junto al escritor John Lustig se han convertido en la última revelación.
Lo único que se le podría echar en cara a Gladstone es el habernos «colado» algunas aventuras espantosamente dibujadas de procedencia sudamericana y por otra parte, que se hayan «olvidado» de artistas de la calidad de Marco Rota (otro de los pilares italianos), Glen-Co y Claude Marin (dos talentos que colaboran en el Journal du Mickey francés) y Miquel Pujol (un catalán que trabaja para el extranjero al que debemos una espléndida serie de seis álbumes - uno de los cuales sitúa la acción en Barcelona).
No hay duda de que entusiasmo y buen hacer fueron sinónimo de Gladstone, cuyo lema editorial fue "hacemos las cosas tal y como las quisiéramos ver publicadas, ya que en primer lugar somos fans, luego coleccionistas y por último, editores». Uno de los mayores aciertos que tuvieron consistió en enmendar errores que se venían arrastrando desde hacía medio siglo.
Introdujeron una página con correo.
Hicieron constar en los títulos de crédito al equipo creativo.
Publicaron entrevistas y bio-grafías de sus artistas.
Realizaron estudios en pro-fundidad.
Indicaron serie, número y fe¬cha de aparición del original.
Cuidaron al máximo la calidad del color, contando para ello con dos excelentes coloristas: Sue Daigle y Mike McCornick).
Intentaron restacar y publicar algunos paneles y/o páginas enteras que en ediciones anteriores se habían omitido, obsequiándonos de esta forma con las reediciones más completas que se puedan encontrar.
Pero a pesar de todo el esfuerzo y dedicación que aplicaron a sus publicaciones, en octubre del pasado año se anuncia que Disney no les renovará más la licencia, concediéndoles una prórroga de seis meses, hasta abril de 1990, fecha en la que Disney comenzará a publicar directamente, y por primera vez en su historia,- los comics de sus personajes.
¿Qué ha inducido a Disney a tomar semejante decisión? Por una parte hay que reconocer que las relaciones entre ambas compañías habían sido tirantes hasta entonces, en su gran parte por la obsesión de Disney por ofrecer una imagen inmaculada de sus personajes (llegó a negarse en más de una ocasión a facilitar el material solicitado) lo que, sumando a una serie de problemas que tuvo con el monopolio de las distribuidoras, culminará con la pérdida del contrato.
Esta decisión hace que nos planteemos si los anteriores motivos no eran sino una excusa para denegar-les la licencia. ¿No podría ser que Disney le hubiese dejado el «muerto» de resucitar un material que «a priori» no tenía mercado, dignificarlo, conseguir unas ventas lo suficientemente dignas, y de este modo aprovecharse de un esfuerzo que a lo mejor profesionales no hubiesen realizado por falta de motivación (amén del gasto económico que les hubiera supuesto)?
Fuera lo que fuese, Disney anuncia nuevos títulos, nuevos artistas y una nueva imagen. Se pretende entrar en los 90 haciendo menos hincapié en los clásicos y más en los recientes éxitos animados — Duck Tales, Roger Rabbit... y se confirma que William Van Horn continuará (Disney no piensa devolver los originales a sus artistas).
Gladstone, por su parte, continúa en activo y ha comenzado a reeditar material de la E.C —no en vano su antiguo editor posee la mitad de Gladstone—, compañía que publicó en los años 50 historias de lo más áspero y controvertido.
Mientras tanto, nosotros, aquí, en España seguimos esperando que algún editor se digne a publicar lo que hace tiempo vienen disfrutando al otro lado del charco y que nada tiene que ver con el material italiano que se ha venido editando durante estos últimos 13 años en el malogrado semanario «Don Miki». Javier Murillo.

CARL BARKS (USA)
Escribió y dibujó más de 500 historias sobre patos, entre 1942 y 1967. Creador de Uncle Scrooge (tío Gilito), Gladstone Gander (Narciso Bello), Gyro Gearloose (Ungenio Tarconi), y los Beagles Boys (Golfos Apandadores), entre otros. Su trabajo le ha convertido en una leyenda entre los aficionados al comic-book.

AL TALIAFERRO (USA)
Supuso para la tira de prensa diaria de Donald (la cual dibujó desde 1936 hasta su muerte en 1969) lo que Barks al comic-book.
Sin embargo, mientras que los comic-books se suelen conservar, los periódicos no. Barks es hoy en día una leyenda y Taüaferro sólo un recuerdo. Surgió de él la idea de crear tres sobrinos para Donald.

FLOYD GOTTFREDSON (USA)
Guió el destino diario de Mickey Mouse a lo largo de 45 años (1930-1975). Sus largas sagas en las tiras de prensa abordando todo tipo de género, son una combinación de misterio, aventura y suspense. A principios de los cincuenta fueron sustituidas por gags diarios que fue ilustrando con igual maestría hasta su retiro definitivo en 1975.

Mickey por Gottfredson

DAAN JIPPES (HOLANDA)
Dibujante prolífico, que tras trabajar durante 5 años para Oberon (editora de Disney en Holanda).
como editor y dibujante del pato Donald se traslada a California en 1980. Actualmente trabaja en los Estudios Disney, hace portadas para Gladstone y algún que otro encargo ocasional para Oberon.

PAUL MURRY (USA)
Autor con más de treinta años de dedicación, consagrado gracias a los seriales del ratón más famoso del mundo, publicados durante veinte años en la revista Walt Disney's comics and stories. Su Mickey ostensiblemente diferente al de Gottfredson, ha sido tomado como modelo por la nueva generación de artistas europeos

FRED MILTON (DINAMARCA)
Autor de 27 historias de 10 Paginas del pato Donald entre 1976 y 1986 (18 de ellas formando equipo
con Jippes). Su producción actual se limita a 3 historias cada año para Oberon. En sus guiones prima el
mensaje moral sobre el humorístico Su producción se completa con historias del Pájaro Loco y de Gnuff (Dragón de creación propia).

Portada por Don Rosa

Daan Jippes se autorretrata dibujando a Donald

DON ROSA (USA)
Pese a que su obra es hasta la fecha muy reducida —alrededor de 300 paginas— es sin duda alguna el autor que mejor ha sabido captar el espíritu de Barks. Son of the sun (abril 87), es su ópera prima y el mejor relato de los últimos veinticinco años. Posee un estilo inconfundible caracterizado por unas historias delirantes y un dibujo detallista; Es simplemente genial.

SCARPA (ITALIA)
Desconocido en USA, hasta hace dos años, es el dibujante italiano más famoso. Ha publicado a lo largo de 35 años más de 400 aventuras en la revista Topolino, muchas de ellas conocidas por los lectores españoles a través de las paginas del semanario Don Miki. Posee la rara cualidad de dibujar con igual maestría tanto patos como ratones.

GUTEMBERGHUS GROUP (DINAMARCA)
Esta editoriat danesa es la única que continúa con la estúpida política de no publicar el nombre de sus artistas (política que dejó de imponer Disney hace ya unos años), agrupándoles bajo el colectivo Gutemberghus Group. Los guionistas suelen ser británicos, los dibujantes sudamericanos y sus historias se publican por toda Europa.


Los patos de Don Rosa





Krazy Comics nº7 Abril 1990
























miércoles, 9 de enero de 2013

No dirás que no lo sabías: World Press Photo

Una reivindación del fotoperiodismo ante los achaques de la mala salud de hierro. Las imágenes galardonadas con el World Press Photo llegan a España con una exposición.




DOLOR DE UNA MADRE Y UN HIJO
Represión en Yemen. Samuel Aranda ganó con esta imagen, publicada en 'The New York Times', el World Press Photo 2011. Primer premio de fotografías individuales.
Fátima sostiene en brazos a su hijo Zayed, de 18 años. Zayed estaba sufriendo en el momento que retrata la fotografía los efectos del gas lacrimógeno que partidarios del entonces presidente yemení, Alí Abdalá Saleh, emplearon para disolverá manifestantes que protestaban contra el régimen autoritario en la capital, Sanaá.




AMOR SIN PALABRAS
El reto de la actuación. Fotografía de Laerke Posselt (Dinamarca), para 'Politiken'. Primer premio de fotografías individuales en la modalidad de retrato.
La actriz Mellica Mehraban nació en Irán, pero se crió en Dinamarca. Ha representado un papel principal en la película Fox Hunting, proyectada en un festival de cine iraní de Copenhague. El reto de su papel consistía en mostrar su amor a un hombre en pantalla sin hablarle ni tocarlo. Y tuvo que resignarse al representar un papel de villano en una obra básicamente antíoccidental.




 BAJO EL FUEGO EN RAS LANUF
Guerra en Libia. Yurí Kozyrev (Rusia), de Noor Images para 'Time'. Primer premio de fotografías individuales en noticias de actualidad.
Los rebeldes batallan por la toma de Ras Lanuf, enclave petrolero en la costa de Libia. Durante su avance contra las tropas leales a Gadafi, los rebeldes tomaron Ras Lanuf en dirección a la capital,Trípoli. Las fuerzas de Gadafi retomaron la ciudad y obligaron a los rebeldes a retroceder. Tras los bombardeos de la OTAN, las fuerzas rebeldes reiniciaron su camino hacia el Oeste. No consiguieron ocupar la ciudad de forma permanente hasta finales de agosto.

PARIS Caleidoscopio Infinito

Esplendorosa y miserable, escenario de revoluciones y guerras, icono del amor y la moda, protagonista de la literatura y el cine: siglo y medio de fotografías en la capital francesa.


Toulouse-lautrec, en 1894, en el burdel que frecuentaba en la Rué des Moulins. 


 Una imagen de París tomada alrededor de 1865. Al fondo, el Pont Neuf, y en la orilla derecha del río, casas de baños y establecimientos de lavandería. 


 Una de las fotografías emblemáticas sobre el amor y París, 'Los amantes de la Bastilla', de 1957.




 La ocupación. En Agosto de 1944, los parisienses unidos, sin distinción de clases, para liberar su ciudad de la ocupación nazi.

Fotografía de Maurice Guibert/ Léon et Lévy/ Willy Ronis/ René Zuber




Una gaviota despistada -las barcazas la han traído- sobrevuela la Place Dauphine. Estalla la tarde de un día cualquiera, amenaza aguanieve desde el color panza de burro del cielo, bajo el pájaro círculos concéntricos de un aire gris y helado se desmoronan sobre una cabeza, por ejemplo, la nuestra, apoyada en las tablas de un banco: un runrún lejano de bocinas y un concierto cercano de hojas, las de los castaños de la plaza, mezclan sus pentagramas salvajes para distraernos, distraernos de lo esencial: el paso urgente de las mamas con niños, el deambular sin porqués ni dóndes de un paseante despreocupado, el patrón de Chez Paul fumando un pitillo mientras los tardones apuren sus aguardientes. Place Dauphine, en París, una tarde cualquiera...
Es uno de esos lugares recónditos incrustados en el centro de la gran ciudad, un islote de paz dentro de una isla, He de la Cité, la almendra medieval de la eterna Lutecia, germen de París. El triángulo es perfecto: a partir de la imponente mole del Palacio de Justicia se van alineando y ce-



 Simbolo de la ciudad. El ingeniero Gustave Eiffel y su colaborador Adolphe Salles, en 1889, en lo alto de la Torre Eiffel, diseñada para la Exposición Universal.



 Las catacumbas de París en 1861: en estas antiguas canteras se depositaban miles de huesos retirados de los cementerios.


 Celebración del 14 de julio en 1928.


 Le Monocle, un cabaré femenino en el bulevar Edgar-Quinet.



 El pintor y sus amigos. Pablo Picasso , en 1944, junto a sus amigos. La imagen está tomada en el estudio del artista, en la Rue des Grands-Augustins.


rrando en el punto de fuga las mansiones burguesas de techos infinitos, los diminutos cafés donde abuelas sacadas de un libro de Colette juegan a las cartas delante de un chocolate caliente, los árboles, los bancos, los adoquines, la gente, los perros, la vida, todo. A la vuelta de la esquina, Yves Montand y Simone Signoret vivieron, bebieron y se amaron como fieras en su entresuelo del Quai des Orfévres (esa calle-muelle inmortalizada por Simenon en su novela y por Henri-Georges Clouzot en su película), que asoma la nariz a los muelles del Sena y que, por la noche, engalana sus fachadas con las luces de los bateaux mouches atestados de turistas.
si A LA ESCENA se le pusiera como banda sonora las notas agridulces de Le temps des cerises (El tiempo de las cerezas), por ejemplo, en la voz del propio Montand, o de Charles Trenet, o de Juliette Greco, o de cualquiera de aquellos pobres diablos de la Comuna que en 1871 creyeron poder subvertir el orden natural de las cosas (poder, dinero, tiranía) antes de ser masacrados... todo resultaría casi inhumanamente perfecto. Mejor apartemos la música: tanta perfección puede matar de felicidad.
Prisionero de nostalgias y amores o de aventuras y frustraciones, y sobre todo de ese enésimo sorbo de calvados o de licor de pera, el viajero podrá sentirse tentado de saltar al muelle, robar una gabarra y navegar en sentido contrario, río arriba, hasta pasar bajo las gárgolas insomnes de Notre Dame y plantarse en las rampas de piedra que van a dar a la segunda isla, íle Saint-Louis, refugio de escritores, artistas, músicos, cineastas... En una guía de París de reciente publicación podía leerse algo así como que no había edificios históricos especialmente interesantes en la isla. Eso es algo así como despachar de un ignorante plumazo todo el catálogo de palacetes y palacios, de mansiones, de mansardas y portales con entrada de carruajes, el estudio en el que Camille Claudel esculpió, amó a Rodin y se volvió loca de celos, la espalda de la catedral de Notre Dame...
En la isla de Saint-Louis (uno de los lugares más embriagadores y, por tanto, más exclusivos y, por tanto, más caros de la ciudad), pero sobre todo en el vecino barrio del Marais, están las casas de los ricos aristócratas que, en los días anteriores y posteriores a la toma de la Bastilla -sangriento, heroico y excesivo 1789-, tuvieron que salir zumbando para evitar que la cuchilla de Monsieur Guillotin cercenara sus ilustres cabezas. Pero París y sus hijos están acostumbrados al jaleo: los hunos entraron en la ciudad a sangre y fuego en el año 451; los vikingos llegaron por el Sena en el siglo IX; en 1789, los revolucionarios más hartos de tiranía y más ávidos de sangre real también disfrutaron bastante con el derramamiento de hemoglobina, sustituyendo los excesos del poder por los de aquel que persigue el poder (qué tema tan moderno); la Comuna resistió mientras pudo y como pudo el cruel asalto de las fuerzas al servicio de la tiranía, que acabaron matando a más de 25.000 personas en la semana sangrienta de mayo de 1871; casi un siglo después, los díscolos bisnietos y tataranietos de aquellos parisienses ocuparon la calle al grito -tan romántico y, ay, pelín impostor- de "¡bajo los adoquines, la playa!"; y antes, los habitantes de París (no todos, no siempre, el periodo de la ocupación ha generado muchas dudas, y en este punto resulta tan imprescindible como placentero leer a escritores como Patrick Modiano e Irene Némirovsky) resistieron al invasor alemán, al que plantaron cara en las barricadas. ..


UNA CIUDAD CAPAZ de las más embriagadoras ensoñaciones románticas y de las más salvajes escenas de guerra urbana. Una ciudad que ama. Una ciudad que vive. Una ciudad que sufre. Una ciudad que resiste...
Zola, Balzac, Perec, Céline, Víctor Hugo, Julio Cortázar... son otros de los bardos que mejor y con más conocimiento escribieron sobre esta ciudad imposible, gris, poética, hostil y deseable como una cortesana que esconde sus encantos tras un biombo de cristal. El viaje al final déla noche, la novela publicada en 1932 por el colaboracionista filonazi y genio literario llamado Louis-Ferdinand Destouches (Céline), padre del inolvidable Bardamu, uno de los antihéroes más gloriosos de la historia de la literatura, resume ese crisol que el amante fiel de París guarda en el baúl de sus recuerdos: las calles, las plazas, los puentes, la tristeza, la sinrazón de la guerra, la soberbia, la penuria... todo está ahí, toda la vida pululando por las páginas de un libro que arranca en esa Place de Clichy del París más canalla, donde las putas y los borrachos se cuentan -se contaban- sus mentiras y sus verdades... mucho antes de que Pigalle se viera salpicado de civilización y bares ultracool, en lo que supone un intenso aunque vano intento de borrar los difuminados viejos tiempos de perdición. Los tiempos del Moulin Rouge, La Goulue y el contrahecho Toulouse-Lautrec saludando a las meretrices de la noche.

OTRAS VISIONES, MAS ALUCINANTES, maravillosas, son las que nos brindan Cortázar en su inmortal Rayuelo, o Georges Perec en la muy recomendable La vida, instrucciones de uso. El cine de Clouzot, de Carné, de Truffaut, de Godard, de Bresson... las fotos de Atget, de Doisneau, de Cartier-Bresson, de Capa, de Nadar, de Daguerre... y ahora las mil y una fotos incluidas en lo que podría llamarse ya el libro definitivo de París en imágenes: París, retrato de una ciudad, editado por Taschen, un catálogo de pasiones, resumen de una ciudad y sus hijos pródigos y díscolos. La vida diletante en los viejos cafés literarios y sus temibles / irrepetibles camareros vestidos de blanco y negro, los pobres en las calles llenas de barro y los ricos en sus tronos de oro, Gustave Eiffel encaramado al vértigo de una torre que no se acababa nunca, Montmartre y Montparnasse como grutas del arte y de la literatura, los jardines, los teatros, los cines, el Sena -todo cabe en esta inmensa recopilación del spleen de París hecha libro.
Cae el telón: subir a la azotea del Centro Pompidou, las manos en el bolsillo, un día de primavera a las siete de la tarde, y mirar a ningún sitio, que en París es como mirar a todas partes, dejar a los ojos que deambulen con pereza por los tejados, las cúpulas, las avenidas, las colmas, el río, el cielo, la Torre Eiffel... y luego cerrarlos para inventarse su propio París, un lugar que sigue haciéndose cada día y cada noche, a golpe de sensaciones, en la cabeza y en el alma prisionera de sus peregrinos.
O no. También están los raros de la vida que sostienen que París no es para tanto. Ellos sabrán. •
'París, retrato de una ciudad' está editado por Jean Claude Gautrandy publicado por Taschen.




 Zapato y Torre Eiffel, en 1974.



 En Cours de Vincennes, celebración, el 11 de
noviembre de 1968, del 50° aniversario del armisticio
entre Alemania y Francia.


La Brasserie Lip, en 1969.


El Pais Semanal nº1846 12 de Febrero de 2012



martes, 8 de enero de 2013

Buscando al Yeti entre los talibanes

"Solo para gigantes", la historia del explorador Jordi Magraner contada

por Gabi Martínez, se traslada al cómic y Agustí Villaronga la llevará al cine

MAURICIO VICENT Madrid 28 DIC 2012

Ilustración del comic Solo para gigantes, de Gabi Martinez y Jordi Magraner en el libro de Alfaguara

Hasta hace algunos años, cada mes de diciembre, religiosamente, el premio Nobel Gabriel García Márquez se encerraba con un grupo de alumnos en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (La Habana) y durante cinco días impartía un singular taller de guion de título Cómo se cuenta un cuento.En ocasiones la semana se pasaba entre risas e ideas delirantes, sin salir de allí un esbozo de escaleta ni proyecto de película alguna, pero siempre Gabo dejaba como lección a sus interlocutores que poco importaban los géneros y formatos; ficción de cine, documental, novela, periodismo literario, serie televisiva, pieza teatral, cómic o cuento breve, era lo mismo, lo importante era tener una buena historia que contar y encontrar el modo de narrarla lo mejor posible.

El Laboratorio del Prado


 Atribuciones espectaculares, descubrimientos históricos, muestras que marcan época. ¿Qué hay tras las últimas y sensacionales noticias llegadas del Museo del Prado? Viajamos a sus entrañas para descubrir a los protagonistas de una revolución científica. Así trabajan los restauradores y conservadores que convierten la pinacoteca en referencia mundial de la investigación artística.
Por IKER SEISDEDOS. Fotografía de SOFÍA MORO