viernes, 11 de enero de 2013

Historieta policiaca francobelga en su periodo clásico

 La historieta francobelga conforma una unidad de producción desde los años 40 —antes incluso— que hace que sea inevitable referirse a ella como a una unidad indisoluble casi absoluta. Para el género que nos va a ocupar, además, partiremos de los primeros años de la década de los 40 hasta llegar a los primeros 70, en que, con la aparición, concretamente en Francia, de nuevas revistas e iniciativas editoriales alternativas (piénsese en la aparición de L'Echo des Savanes en 1972) se procede a la disolución del monopolio de revistas como Spirou, Tintín o Pilote. Para el caso belga podemos extender esta vigencia de sus revistas tradicionales un poco más, para Tintín, y mucho más, para Spirou, única que ha sabido renovarse con diligencia ante la nueva configuración del mercado.



El profesor Mortimer, por Jacobs


Como habremos de hablar de revistas de amplia incidencia en públicos juveniles e infantiles, difícil será que observemos productos asimilables a los de serie negra (entendida en los términos norteamericanos originados en pulps como Black Mask, y otros, y en autores de la capacidad testimonial y crudeza expositiva de Dashiell Hammett, William R. Burnett, David Goodis, Jim Thompson, Horace McCoy, etc.)- Tampoco será desdeñable el efecto de la famosa ley francesa de julio de 1949, sobre restricción de contenidos adultos en la bande dessinée, tendrá en aquellos lares. Nada de series asimilables a Dick Tracy, Red Barry o Secret Agent X9, pues, podremos observar en las revistas punteras del mercado francobelga hasta tiempos muy recientes y que, por tanto, escapan a nuestro análisis. Por otra parte, y lo veremos, la etiqueta historieta policial habrá que ampliarla y hacerla extensiva a tratamientos cercanos al citado género a medida que se advierte que la intriga y la resolución de hechos criminales está presente en series tan dispares como Tintín, Blake et Mortimer, Lefranc, Bernard Prince, Adéle Blanc-Sec y muchísimas más. Relatos de aventureros, periodistas pesquisidores, espías, detectives privados o policías compartían una misma voluntad a la hora de la recomposición del célebre mosaico criminal y misterioso acuñado para la posteridad por autores como Agatha Christie o Georges Simenon.


Jean Valhardi, personaje de Jijé

 Nos atrevemos a adelantar que la historieta policial de este período se nutrirá de dos fuentes esenciales: el folletín del siglo XIX y principios del XX (con exponentes como Emile Gaboriau o Gastón Leroux) y la novela detectivesca tal y como la engendró Edgar Allan Poe y la naturalizó Arthur Conan Doyle (cuyas trazas formales se extienden hasta nuestros días).
Tal y como ocurrirá en otros países, entre ellos España, en Francia se producirá la irrupción de las series de aventuras norteamericanas a mediados de los años 30. Así, en 1934, se inaugura Le Journal de Mickey, que junto a material procedente de las factorías Disney, ofrecerá series de la importancia de Brick Bradford, Red Barry, Jungle Jim y otras. Pronto se añadirán nuevos títulos como Robinson, Hop-lá o L'As. La emblemática, para el caso, Dick Tracy, verá la luz en 1938 en Le Journal de Toto. Curiosamente, en Bélgica, el primer número de Spirou ofrecerá la misma serie a partir de dicho mismo año. Con la guerra y la invasión alemana se produce una diáspora y la consecuente prohibición de las series norteamericanas. Al fin de las hostilidades, y antes en las zonas liberadas, la historieta propiamente francesa se aglutina en torno a títulos como Coq Hardi (1943) o Le Petit Patrinte (1944), que poco después cambiaría su cabecera por la de Vaillant (1944). Muchas otras revistas se unirán a éstas, más pronto la penetración de dos revistas belgas trascendentales será poderosísima y habrá que esperar a 1959 y Pilote para vislumbrar una cierta recomposición de la industria del comic francés.
Nos referimos, naturalmente, a Spirou (1938), difundida en Francia desde 1946 y a Tintín (1946), que hace lo propio a partir de 1948. A partir de estas revistas, sin olvidar-nos de otras series relevantes, ar-ticularemos nuestro análisis, que cerraremos con las mejores produc-ciones, ya adscritas a fines de los 70 y los 80.

 LA HISTORIETA POLICIAL EN SPIROU
Le cabe a la serie Tif et Tondu (1938, Dineur) el honor de ser, quizás, la primera serie policial de la revista. Historieta inaugural del semanario, en sus orígenes trataba de las aventuras errantes de Tif, quien hasta el n.° 5 de la revista no se uni-rá a Tondu. No obstante, el carácter policial —y con él la definitiva calidad artística— no se obtendrá hasta la llegada de Will a la serie en 1947, que hace que la pareja se convierta en un dúo de detectives aficionados. Will, con algún intervalo en el dibujo de la serie, se rodeará de un cambiante grupo de guionistas entre los que destacó, hasta su muerte, el especialista en el género, Tillieux, a quien debemos, po-siblemente, la mejor época de esta excelente serie que se sigue produciendo en nuestros días. En Tif et Tondu encontramos a uno de los mejores villanos de la historieta francobelga del generó: el enigmático Monsieur Choc.
Si, como hemos advertido, Tif et Tondu no será una historieta relativamente policial hasta 1947 y la llegada de Will, sería Jean Valhardi (1941, Doisy, guión, y Jijé, dibujo) la primera en atenerse a los parámetros del género. Jean Valhardi, una de las primeras, mejores y más olvidadas obras del maestro Jijé, trata de las investigaciones de un detective de una compañía de seguros. El personaje, siempre con las maletas preparadas para iniciar un viaje, recorrerá el mundo en busca de misterios que resolver. A Doisy le sustituyeron en los guiones Delporte, Charlier y Ducháteau, mientras que a Jijé, que volvería, tras dejar fa serie en 1947, durante el período que va de 1956 a 1965, le sucedería en el apartado gráfico, fundamentalmente Paapé. En 1982, Jean Valhardi vive una renovación con dibujos de Follet, pero la grandeza de los años pretéritos está ya muy lejos.
Félix (1949, Tillieux) ve la luz en la   revista   belga  Héroic-Albums


Gil Jourdan, obra de M. Tilléux.


 como un detective, muy belga en su aspecto, por cierto, que prefigurará la mayor creación de su autor para Spirou y la que lo convierte en uno de los pilares de la Escuela de Marcinelle: Gil Jourdan. Tras diversos avatares editoriales, la serie recalará en Spirou en 1973, y no hace mucho Editions Dupuis ha iniciado la recopilación antológica de dicho personaje. Otra serie en la vena de Gil Jourdan, efímero, ciertamente, Marc Jaguar, fue creado porTillieux para la revista de Editions Dupuis Risque Tout en 1956.
En dicho año verá la luz Gil Jourdan, serie que mientras la escribió y dibujó Tilleux alcanzó niveles de excelencia que la convierten, acaso, en la mejor de entre las policiales que ha conocido Spirou en su período clásico. Gil Jourdan, junto a su compañera Libellule y el inspector Crouton forman uno de los tríos más memorables que se pueden recordar. El ingenio y la agudeza de los diálogos de Tillleux, las situaciones que nos presenta, su dibujo ajustadísimo y su facilidad para el gag, ha convertido la docena de álbums que firmó nuestro autor en solitario en una fuente de Inspiración inagotable para sus compañeros de profesión, en sus tiempos, y en marco de referencia obligada para las nuevas hornadas de autores que ahora mismo nutren a la nueva historieta francobelga y europea. La etapa de Gos en el dibujo significó un revés fortísimo para la genial creación de Tillleux.
En 1969, y para el dibujante Piroton, el mismo Tillleux creo una nueva serle, Jess Long, que narraría las aventuras de un agente del FBI norteamericano y de su colega Slim. En cierta medida fue el canto del cisne de un maestro de maestros inolvidable: Maurice Tillieux. Sammy (1970, Cauvin, guión, y Berck, dibujo) abre en clave de humor las nuevas y renovadas series policales que, junto a otras, irán renovando, con buena fortuna, el semanario Spirou durante los años 70 y 80. Un caso extraño es el de Ginger (1956, Jidéhem, Héroïc-Albums), cuyo protagonista, un detective privado, pasará a Spirou en 1980 de la mano de su creador para vivir nuevas y refrescantes aventuras. De este período son, igualmente: Mic MacAdam (1978, Desberg, guión, y Benn, dibujo), 421 (1980, Desberg, guión, y Eric Maltalte, dibujo), Jerome K. Jerome Bloche (1982, Makyo y Le Tendré, guiones, y Dodier, dibujo). Le prive d'Hollywood (1984, Riviére y Bocquet, guiones, y Berthet, dibujo) y Soda (1986, Tome, guión, y Warnant, dibujo).

LA HISTORIETA POLICIAL EN TINTÍN
Esta revista, tenida, y con razón por más conservadora que Spirou, prestará menos atención al género polical y pocas son las series que de dicho género encontramos en su larga historia, que desemboca en su reciente desaparición para tristeza de tantos y tantos seguidores que no olvidan sus años gloriosos
 en las décadas de los 40, 50 y 60. Es, con todo, muy cierto que sólo encontramos dos series importantes en una revista que se fundó en el lejano año en 1946. Estas serles son: Clifton, en clave de humor, y Ric Hochet.
Ahora bien, no nos fijaremos en series como Tintín o Blake et Mortimer, obras que han contribuido a hacer de la revista Tintin un mito, cuando el misterio y la investigación detectivesca son parte importante de muchas de sus entregas. En particular de la segunda, que nos ofrece, como muestra, el antológico L'Affaire du Collier.
Monsieur Barelli (1950, Bob de Moor) es una de las obras del versátil De Moor que más se acerca a su vertiente de seguidor de Hergé. Su protagonista es un actor de teatro y su tema unos intríngulis sofisticados, normalmente policíacos, que suele resolver en compañía de su amigo el inspector Moreau.
Ric Hochet (1955, Ducháteau, guión, y Tibet, dibujo) es la serie policial de Tintin por antonomasia. La longitud de la obra (más de 50 tomos; ¡más de uno por año!) la convierten en una de las más extensas de todo el mercado francobelga, Ric, periodista de profesión, vive, ininterrumpidamente, y junto al comisario Bourdon, aventuras en que se mezcla lo misterioso, lo terrorífico, lo sobrenatural y lo policíaco. Otros personajes de la serie son la enamorada Nadine y el padre de Ric, Richard. Tibet, prolífico autor de la igualmente monumental Chick Bill, se muestra menos acertado en

Rick Hochet, personaje de Tibet y Ducheteau.


Rick Hochet que en esta otra serie. Por otra parte, Ducháteau no está a la altura de sus mejores guiones a partir de mediados de los 70, época en que la Rich Hochet desciende en interés y calidad.
Del mismo guionista, pero con dibujos de Denayer, es Les Casseurs (1975). Aquí encontramos un protagonista policía, Brock, a quien acompaña el joven Russel. Paradójicamente, dicho protagonismo no insta para que la pareja viva aventuras más centradas en el mundo de las carreteras y ios vehículos, tema tan caro a los autores franco-belgas, que en el del género policial en sentido estricto.
Clifton (1959, Macherot) narra con humor, las correrías del veterano Coronel Clifton, al servicio, irregular del MI 5 o de Scotland Yard. Lo mejor de la serie es el retrato de un típico militar británico retirado que reúne todos los clichés que puedan existir al respecto: flema, amor al escultismo, sentido del deber, etc. Tras Macherot, y con un breve paso por la saga de Greg y Joél Azara, Clifton será puesto al día con brío por los autores de Leonardo y Robín Dubois, De Groot y Turk (1972). Más tarde, Bédu sustituirá a Turk.
Mr. Magellan (1969, Van Hamme, guión, y Gen, dibujo) es un agente de la ITO, una central de espionaje, y roza tan sólo el género de que tratamos. En verdad, en Mr. Magellan, lo que prima es lo fantástico Ducháteau ha firmado en los últimos guiones de la serie y la ha acercado más al policial.
El dibujante argentino Walter Fahrer presentó en Tintín, junto a Greg, la serie Cobalt (1971). Valga lo mismo que para la serie anterior, sólo se roza el género.

Más testimonial que otra cosa es la presencia de Tonino Parras en Tintín con Les mysteres de Chinatown (1976). Testimonial por la escasez de la producción, cinco aventuras, que, por lo demás, era un verdadero thriller.
Recientemente, Tintín presentó una nueva serie del fiel seguidor de Agatha Christie, Francois Riviére, que escribe con Borile los guiones. Se trata de Víctor Sackville (1985, Riviére, Borile y Carin). Sackville es un espía al servicio de su majestad y lo más destacado de la obra es el acertado trabajo que nos ofrece Carin, joven autor de prometedor futuro.

VAILLANT, PILOTE Y CHARLIE
En Vaillant y su sucesora Pif Gadget, por razones que se nos escapan, no aparecen muchas expresiones del género polical. Sólo tangencialmente se acercarán las siguientes: Hourrah Freddi (1946, Claude-Henri y, más tarde, Le Guen) trata de las investigaciones del joven Freddi; Charles Oscar (1951, Claude-Henri) narra las pesquisas de un anciano aficionado a resolver misterios que escapan a las mentes de la policía local; y Jacques Flash (1956, Leguen y, luego, Forton, Deynis y otros), que sería una de las más recordadas series del viejo Vaillant. Flash es un periodista que puede hacerse invisible bebiendo un suero milagroso. La intriga policial es obligada.
Ni Pilote ni Charlie han tenido una serie detectivesca o polical de altura durante su época dorada. La efímera Joe Fast (1974, Truchaud, guión, y Bielsa, dibujo) pasó de la revista Lucky Luke a Pilote durante una única aventura. Yves Malart (1965, Bielsa) es igualmente efímera y narra las investigaciones de un adolescente aficionado al arte. Palmer (1974, Pétillon) pasó brevemente por Pilote, donde se generó, siguiendo luego un azaroso recorrido editorial. El inefable detective de Pétillon es la mejor serie policial de humor absurdo y surrealista que ha dado Francia nunca. Harry Chase (1976, Moliterni, guión y Fahrer, dibujo) debutó en las páginas de France Soir para pasar a Charlie Mensuel. Sus tomos han sido editados por Dargaud. Series más recientes de Dargaud Editeur son: Francis Albany (1979, Riviére, guión, y Floc'h, dibujo), Kelly Green (1981, de los clásicos de los strips estadounidenses Starr, guión, y Drake, dibujo), Dick Herisson (1982, Savard).

LOS RENOVADORES DEL GENERO
Desde mediados de los años 70 muchos autores, y en muchos medios, han tratado y renovado el género polical. Tardi es un buen ejemplo; bebe del folletín con Adele Blanc-Sec, colabora con Malet mediante la traslación de las novelas de Néstor Burma y se alia con el du-rísimo Manchette para crear una serie negra tan despiadada como Griffu. Estas tres posiciones de partida servirán para obras tan diversas e interesantes como: Andy Gang (Montellier), Canardo (Sokal), Chroniques Provinciales (Duveaux), Jessica Blandy (Dufaux, guión, y Renaud, dibujo), Les Dossiers de Maitre Berger (Riviére, guión, y Dumas, dibujo), BloodyMary (Vautrín, guión, y Teulé, dibujo), parte de la obra de Baudoin, Les Leviathans (Gillon), Gomina (Dodo, guión, Ben Radis, dibujo), Harry Mickson (Cestac), Jaunes (Bucquoy, guión y el español Tito, dibujo), Las aventuras de Raffini (Rodolphe, guión, y Ferrández, dibujo), Ray Banana (Ted Benoít), Serge Morand(Ducháteau, guión y Sanahujas, dibujo), Thierry Laudacieux (Riviére, guión, y Goffin, dibujo), XIII (Van Hamme, guión, y Vance, dibujo), la obra de Claeys, Bob Fish (Chaland) y muchas otras.     ■ Francisco Soler

La Adele Blanc-Sec de Tardi.

Krazy Comics nº 10 Julio de 1990























No hay comentarios: