jueves, 16 de agosto de 2012

La Polilla. guión:Gary Martin dibujo: Steve Rude

Publicado originalmente en Dark Horse Presents nº138. Edición española Dark Horse Presenta Marzo de 2000 Norma Editorial.












Carta de Marvel a Joe Kubert

Por Jim Beard

Traducción de El heraldo de Melkart.
 
Marvel Comics observa con tristeza la significativa muerte del legendario Joe Kubert, pero también recuerda con cariño y admiración su increíble carrera y su marca indeleble en la industria del cómic en general. Artista, ilustrador, educador, esposo y padre, el legado del hombre se erige como testimonio de la perseverancia y la creencia en la calidad del diseño y dibujo.
Como muchos de su generación, Kubert buscó trabajo a una edad temprana para ayudar a mantener a su familia y emprender su propio camino en el mundo. Nacido en Polonia en 1926, el joven artista emigró a los Estados Unidos con su familia y no perdió tiempo buscando la manera de entrar en el mundo del arte. A la edad de 13 años, se encontró inmerso en el negocio de los cómics y dibujos animados con empresas tan fecundas como los estudios MLJ y el Estudio de Chesler.

En la editorial Holyoke vió su primer crédito como profesional, en la historia aparece un súper héroe, Volton. Otras compañías dieron trabajo al jóven Kubert en estos primeros días, como Fox Comics, Quality y, la más significativa, All-American Comics. En esta última, a principios de los años 1940 trabajó con figuras tan importantes como el editor Shelly Mayer, entró en contacto con los personajes que forman la base de su verdadera educación en los cómics: los Siete Soldados de la Victoria, Flash y el Hombre Halcón.

En los años 50 Kubert alcanzó un nuevo nivel en su carrera, la de editor de St. John Publications. Junto a un grupo de creadores con ideas afines, que permitirá el avance del 3-D en los cómics y también comenzaron las aventuras de uno de los primeros personajes de sus creaciones famosas, Tor el hombre prehistórico.

Al mismo tiempo que Stan Lee y Jack Kirby se esforzaron para cambiar fundamentalmente la naturaleza del superhéroe de los cómics con el naciente Universo Marvel, Joe Kubert se sumergió en una serie de personajes y tiras de DC Comics durante la Edad de Plata que se convertirían en la firma personal de su estilo único y visión para el diseño. Historias brillantes del príncipe vikingo, el sargento Rock y Hawkman pronto llegaron a representar la visión de Kubert sobre lo que los cómics podrían ser, y cómo estos podrían sorprender y estimular a los ojos del lector.

Más tarde, la década de los 70 vio el comienzo de otro de los sueños del artista: la Joe Kubert School. Allí, ansiosos jóvenes ilustradores podrían perfeccionar su arte en un ambiente acogedor donde derivan los principios del hombre que se había convertido en un gigante de la industria a través del trabajo duro y diligencia a sus creencias. Hoy en día, la escuela cuenta con graduados ​​que han acabado trabajando en la industria del cómic y la han cambiado para mejor.

Años más tarde Kubert se vió produciendo obras más introspectivas a través del creciente medio de las novelas gráficas. Allí exploró temas como el Estado judío y los estragos de la guerra, todo el tiempo impulsada por su arte expresivo y la atención al detalle. Durante la década de 1990, Joe contribuyó con su primer trabajo para Marvel Comics, con un plazo de seis números en la Punisher War
Zone, así como las contribuciones a Ghost Rider, Wolverine y el Capitán América. Él continuó produciendo nuevas obras, incluyendo las portadas memorables para el Capitán América: Reborn y más, justo hasta el momento de su muerte en agosto de 2012.

El increíble legado de Joe Kubert continúa hasta hoy día, no sólo perdura el trabajo de la Escuela Kubert, sus muchos graduados y su gran cantidad de publicaciones, también sus dos hijos Andy y Adam. Ambos han demostrado ser hijos del Kubert con talento artístico, abriendo sus propios caminos entre los primeros lugares de la industria del talento.

En el mundo del cómic no se verá pronto otro talento explorador de la talla de Joe Kubert de nuevo. Forjado en una era diferente, su creatividad artística se erige como un testimonio de su propia voluntad, así como la  constancia de mejorarse a sí mismo y no dormirse en los laureles. Le echaremos de menos.


http://marvel.com/news/story/19221/marvel_remembers_joe_kubert?utm_source=Newsletter&utm_medium=Pulse359&utm_content=TopStories3MarvelRemembersJoeKubert&utm_campaign=Pulse359Newsletter08152012 

martes, 14 de agosto de 2012

The Joe Kubert School



Aún conservo la revista Wizard que contiene este artículo sobre la escuela de Joe Kubert. Aún soñaba uno con dibujar, y la escuela (previo pago) podía darte acceso a las grandes compañías de comics americanas.
 No se como seguirá la cosa por allí, el articulo es de 1995, prácticamente otro universo, pero la escuela creada en 1976 tenía para mi agradables sensaciones, lo cierto es que tenían buenos profesores: Timothy Truman, Steve Bissette, Tom Mandrake, Ron Randall. Tres años de curso con seriedad y trabajo duro. Según las cifras de entonces entre el 90 y el 95 por ciento de los estudiantes encontraban trabajo en el mundo del comic y los de animación en un 98 por ciento.
Me pareció curioso que en aquel entonces sus hijos no estuvieran dibujando comics: Adam Kubert trabajaba como ilustrador médico y Andy estudiaba en la escuela del padre.
Aquel año cumplia Joe Kubert 69 años. Anteayer fallecía a los 85 años, descanse en paz.

















Revista Wizard nº44 abril de 1995

lunes, 13 de agosto de 2012

Fallece Joe Kubert, leyenda del cómic del siglo XX

ELMUNDO.es | Madrid
Actualizado lunes 13/08/2012 13:56 horas

El legendario artista creador de cómics de origen polaco, Joe Kubert, ha fallecido en el día de ayer en la ciudad de Nueva Jersey a los 85 años de edad, según informan diversos medios estadounidenses.
Entre los trabajos por los que se dio a conocer destaca 'Sargento Rock', uno de los más destacados personajes de cómics de guerra. También creó al superhéroe 'Hawkman', trabajó en tebeos clásicos como 'Tex' o 'Tarzán', y colaboró en otros personajes tan conocidos como 'Superman', 'Batman' o 'Wonder Woman'.
Con la muerte del artista se pierde una de las figuras más influyentes de la industria del cómic. Conocido por ser el más joven de los creadores de la Edad de Oro del cómic americano en los años 40, o por haber fundado en 1976 la Escuela Joe Kubert, un centro de formación para dibujantes de cómic que lleva décadas generando nuevas promesas. Dos de sus hijos, Andy y Adam, han resultado ser asimismo dibujantes de cómic de éxito, siguiendo los pasos de su padre.



Sobre el futuro del cómic, Kubert comentaba en una visita a España en la XV edición del Salón del Cómic de Granada (celebrada en 2010) que "ahora muchos escritores vienen de la televisión o la literatura, y no acaban de comprender que el cómic es un género aparte, donde la historia debe fluir de una viñeta a otra. No es ni prosa ilustrada ni una colección de dibujos bonitos, es la alianza entre ambos para contar una historia".
El dibujante nunca quiso posicionarse sobre sus preferencias en cuanto a personajes; siempre afirmó que: "mi preferido es el que está en mi mesa de dibujo, y si alguien me pregunta con cuál quiero trabajar que no lo haya hecho ya, mi respuesta es ¡cualquiera!".

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/13/cultura/1344857466.html

 En su visita al Salón del cómic de Granada en 2010.


José A. Cano | Granada
Actualizado viernes 12/03/2010 18:44 horas
 
 

«Las nuevas tecnologías están ayudando mucho a la industria del cómic», explica Joe Kubert, el último grande del cómic-book americano, «porque ahora el único criterio para poder publicar es la calidad. Un artista puede dibujar desde su casa en España y enviarlo a un editor en Estados Unidos para que se publique allí, y eso hace que el único criterio sea la calidad del trabajo».
Kubert, célebre por su creación Sargento Rock o su trabajo en tebeos clásicos como Tex o Tarzán, se encuentra estos días en Granada para ser el invitado estrella de la XV edición del Salón del Cómic, aunque antes ha tenido tiempo de participar el I Encuentro Profesional del Cómic y en unas jornadas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada. Y aunque glosa las virtudes de internet «para el primer contacto con un editor siempre recomendaré el cara a cara».
De cómo entrar en el mundo profesional de la historieta Kubert sabe bastante no sólo por ser el más joven de los creadores de la Edad de Oro del cómic americano en los años 40, también por dirigir desde 1976 la ‘Joe Kubert School of Cartoon and Graphic Art’, una escuela profesional que lleva décadas nutriendo a las dos grandes editoriales de superhéroes de EEUU, Marvel y DC, y tener dos hijos, Andy y Adam, que han seguido sus pasos como dibujante.
Sus apreciaciones optimistas sobre el dibujo no las lleva también al terreno del guión. Al menos en la industria americana, donde «ahora muchos escritores vienen de la televisión o la literatura, y no acaban de comprender que el cómic es un género aparte, donde la historia debe fluir de una viñeta a otra. No es ni prosa ilustrada ni una colección de dibujos bonitos, es la alianza entre ambos para contar una historia».
Algo que no ve que se repita en Europa, ya que «la figura del autor completo, que escribe la historia y luego la dibuja, es más común». Entre ellos destaca a Jean Giraud, ‘Moebius’, dibujante de obras como el Teniente Blueberry o El Incal, para Kubert «uno de los más grandes narradores del tebeo... y también un amigo». Entre los autores españoles conoce sobre todo a los que trabajan en Estados Unidos, pero no se atreve a hacer juicios, ya que «no sigo la industria cómo hacía antes».

Una historia sobre Vietnam

Aunque hace años que se escribe sus propios guiones, entre todos los escritores con los que ha trabajado destaca a Bob Kanigher, con el que colaboró a lo largo de más de 20 años en historias de la mayoría de personajes de DC –Superman, Batman, Wonder Woman–, además de otros propios como el mismo Sargento Rock. «Escribía cada escena en imágenes, de manera que podías ver cómo quería organizar la historia mientras leías sus guiones. Para un dibujante facilita mucho el trabajo».
A sus 83 años, Kubert acaba de publicar una historia sobre Vietnam y sigue disfrutando de su trabajo como cuando dibujaba las aventuras de Tarzán o el Sargento Rock: «Mi personaje preferido siempre es el que está en mi mesa de dibujo, y si alguien me pregunta con cuál quiero trabajar que no lo haya hecho ya, mi respuesta es ¡cualquiera!».

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/12/andalucia/1268415862.html






domingo, 12 de agosto de 2012

La noche de los guiris no-muertos vivientes por Gallardo

Miguel Gallardo (Lleida, 1955). El creador de la hermosa fábula María y yo, novela gráfica sobre unas vacaciones junto a su hija con autismo, nos presenta la tercera entrega de esta serie ilustrada de verano: una reflexión tragicómica sobre las hordas de turistas en Barcelona. Gallardo ha sido finalista del Premio Nacional de Cómic, en los ochenta dio vida al personaje Makoki, y sus ilustraciones han aparecido en numerosas publicaciones nacionales e internacionales, incluyendo The New Yorker y Herald Tribune.






El Pais Semanal nº 1872 domingo 12 de agosto de 2012

viernes, 10 de agosto de 2012

Hombre buscado. guión y dibujo: Pat McEown

Publicado originalmente en Dark Horse Presente nº 130. Edición española Dark Horse Presenta marzo de 2000. Norma Editorial.














Superlopez

No, si al final vamos a tener que dar gracias de que los americanos no sepan que el Atlántico tiene dos orillas. S no fuese así, con lo que les gustan los juicios por plagio y esas cosas, haría tiempo que nuestro querido Jan habría tenido que abandonar a Superlópez. Probablemente, in­cluso habría tenido que dejar la historieta para dedicarse a atracar bancos o alguna otra profesión lo bastante lu­crativa como para poder pagar la demanda judicial que le pondrían las grandes compañías yanquis de superhéroes. Tampoco seria el primer caso.






Sería una pena porque si algo necesita la historieta para seguir adelante, son personajes. No nos engañemos, esto puede ser un arte, pero también es una in­dustria que exige un soporte económico. Ahí (no nos engañe­mos, repito) entra la necesidad de unos personajes que atraigan al público por sí mis­mos; que superen, o al menos igualen, la personalidad de sus autores.

Algo como Astérix o la Patru­lla-X, para entendernos. Y, por mucho que les duela a algunos, en España esos personajes sólo se dan en el terreno del humor. Aunque ya casi ni ahí. Desde hace algún tiempo, demasiado, tan sólo los del Jueves han sido capaces de crear nuevos perso­najes con gancho entre el públi­co.

Fuera de ellos sólo nos quedan los últimos coletazos de la era dorada de editorial Bruguera convertidos muchos de ellos en mala copia de lo que fueron. Y luego las excepciones; los pai­seros Mot y Goomer o, en su propia escala, Peter Pank.

Y Superlópez, que no es que sea precisamente nuevo pero sí mantiene unas características especiales que le separan del resto de los personajes Brugue­ra, aunque desdichadamente sí haya compartido con ellos su decadencia. Poco importa ya que siga siendo el único super-héroe del mundo más preocupa­do por el partido del domingo que por las andanzas del malva­do de turno y probablemente también el único que se encuen­tra con que la novia (o lo que sea) de su personalidad secreta le desprecia. No es que le odie o le tema, es que no le traga. Poco importa ya eso porque, en el fondo poco importa ya que ten­ga superpoderes. Pero vamos a parar un momento que me pare­ce que me voy a liar más de lo necesario en un artículo como éste. Que ya es bastante.
Vamos a ver, estábamos con que Superlópez es el único superhéroe de aquí. Aunque ahora que lo pienso, ¿no ha­bía por alguna serie marvel de tercera fila un tipo, que era espa­ñol y se llamaba Aguila Españo­la o algo así? Bueno, aún así es probable que en la España del tipo este los atascos de la Gran Vía se deban más a los burros que se paran a abrevar en doble fila que a los que dejan el coche atravesado en los semáforos, así que es perfectamente obvia­ble, lo que nos dejaría de nuevo a Superlópez como el único su­per (y van...) en una España (o Fespaña o como se llame), pa­recida a la nuestra. En un país en que sigue interesando el re­sultado del Parchelona-Tilbao por encima de cualquier otra co­sa, Cristal, Hacienda y el precio de la gasolina aparte, claro.
Pero antes de entrar en dis­quisiciones demasiado pesimis­tas, es obligatorio hacer un poco de historia. Superlópez nace en 1973 en Editorial Eurodit como parodia de Supermán a través de chistes mudos de 3-4 viñetas cada uno. No es que fuera nada del otro mundo pero dado lo es­trecho del planteamiento no es­taba mal. Jan lograba suplir la falta de diálogo con un dibujo muy expresivo que era lo aue le
daba gracia al asunto.
El siguiente paso en Bruguera. Desde que apareció por allí en 1974, desarrolla una extensa obra que llega hasta hoy con to­das las vicisitudes que ha pasa­do la editorial en estos años y que yo me voy a permitir dividir en tres etapas: Hasta su colabo­ración con Pérez Navarro, su obra conjunta y la desarrollada desde la marcha de éste.
Sus inicios en Bruguera vie­nen marcados por la imposición editorial de amoldarse al estilo de la casa para lo cual le asig­nan guionistas veteranos de plantilla que convierten a Super­lópez en un personaje que osci­la entre lo gris y lo estúpido, re­pitiendo hasta la saciedad los mismos chistes.
La segunda etapa es la que para muchos es su época dorada: Su trabajo junto al guionista Fran­cisco Pérez Navarro (Efepé). Ahora las cosas son muy distin­tas. Ha cambiado el formato siendo las historias de entre 6 y 10 páginas lo que permite desa­rrollar otro tipo dé argumentos. Además, Efepé aporta un cono­cimiento mucho mayor del parti­cular mundillo de los superhéro­es, algo de lo que siempre había carecido el personaje. Retoma el rumbo de la serie y decide volver a empezar desde cero, dándole hasta un origen, algo de lo que nunca se había preocupado Jan. Con ello logra además eliminar los lastres que tenía el persona­je, como el que estuviera casado o estupideces del tipo de que tu­viera que esconder su personali­dad secreta de un señor que le ha llamado a su domicilio para pedirle ayuda.
Asimismo, este nuevo comien zo permite a Efepé introducir a héroe en un mundillo muchc más cercano al original america no que se pretendía parodiar desde el principio. De este modc irán apareciendo sus compañe­ros de oficina con el jefe al tren te, su novia Luisa y su compañe­ro y amigo (¿) Jaime. Después aparecerán otros superhéroes hasta la formación final del Su pergrupo: Superlópez, el Capi­tán Hispania, El Bruto, la Chica Increíble, el Latas y el Magc componen la asociación de hombrecitos en pijama más alu­cinante que se pueda imaginar Por supuesto, dedican su tiem­po a salvar al Mundo de cuantas amenazas lo ponen en peligrc (habitualmente debido a s.u pro­pia incompetencia) y a zumbar­se de lo lindo entre ellos por ur quítame allá esta jefatura.
En definitiva, el planteamientc general y lo agudo de la sátira: hacen que esta etapa sea sir duda la más brillante del perso­naje, además de ser la única er la que realmente se puede decir
que se realiza una sátira de los superhéroes como tales. Sin ir más lejos, la visita al Superban­co es una muestra perfecta de lo que debería ser un día en la vida de cualquiera de los miles de su­pertipos que pululan por el Nue­va York marveliano.
Pero por aquello de que lo bueno suele durar poco, la cola­boración entre Jan y Efepé se deshace pronto. Sí, Superlópez deja el Supergrupoo y Efepé la serie y, según algunos, con su marcha desaparece todo lo inte­resante del personaje. A mí me parece eso muy exagerado aun­que sí es cierto que el nivel de las aventuras desciende mu­chos enteros. Desaparece el componente de sátira superhé-roes y se va reforzando progresi­vamente el de aventura pura y dura. Después de todo, ya he­mos dicho que Jan no era preci­samente un experto en superhé­roes y es difícil ironizar sobre lo que no se conoce. Sin embargo, durante los primeros álbumes en solitario, Jan aguanta el tipo perfectamente salvo algún pati­nazo esporádico pero logrando historias tan divertidas como «Los cabezicubos» o, sobre to­do, «La gran superproducción» con la que se puede decir que Superlópez entona el canto del cisne.
A partir de ahí, casi nada. Y no digo nada porque junto con la historia del «Cachabolik Blues Rock» venía también una histo­ria corta bastante divertida, «El fantasma del Museo del Prado». Todo lo demás, lo podemos divi­dir entre lo soso y lo lamentable. Y encima lleva propaganda anti­tabaco en cantidades industria­les. Y sin embargo, siempre nos queda la esperanza de que al­gún día vuelva por sus fueros.
Agustín Oliver
P.D./Me acabo de comprar (lo siento, es una debilidad perso­nal) El Periplo Búlgaro y, en fin, pueees... Bueno, que por lo me­nos si algún día me decido a vi­sitar Bulgaria no tendré que bus­car catálogos turísticos.


Revista Krazy Comics nº14 noviembre 1990