jueves, 26 de marzo de 2009

El puerto de Roma: Ostia






El puerto de Roma: Ostia

Étienne Morin

Situada a las orillas de un pequeño río de curso irregular que desemboca en el mar tras haber atravesado una insalubre laguna, Roma se implanta sobre unas colinas áridas en sus tres cuartas partes. Desprovista de riquezas naturales, destinada a no ser más que un mercado en la ruta de la sal que conduce al país de los sabinos y al Palatino, Roma iba a convertirse, sin embargo, en la “ciudad eterna”. Gracias a la obstinación de los Latinos, gracias al trabajo de los herederos de aquellos Etruscos… ¡Gracias, sin duda, a Ostia!

Durante siglos, Ostia iba a ser el puerto proveedor de Roma, velando por su seguridad y el bienestar de la Urbs (la Ciudad).




No posee ni palacios, ni suntuosos jardines… Ostia no es un lugar de placer y reposo, sino una ciudad de trabajo y de comercio. Dispone de un acueducto y de su célebre via Ostiensis, verdadera ruta sagrada del abastecimiento de Roma. Ha impulsado el acondicionamiento del Tíber, que está bordeado de muelles. Ha multiplicado sus diques. Allí se reparan los buques, se explota la sal, se fabrican envases… En fin, que Ostia alberga a más de un centenar de corporaciones marítimas y terrestres, como la de los marineros, la de los grandes navíos, la de los barcos de cabotaje, la de los pesqueros, la de los cargueros… Y eso sin olvidar las cofradías de los especialistas, tales como los estibadores encargados del transporte del mármol, los buzos, los calafateadores…

A todos ellos les impone su ley la organización romana. Nada se deja al azar, todo se verifica, todo se pesa o se mide antes de ser enviado hacia la Urbs. En este aspecto, los romanos son insuperables.

¿Y entonces, por qué no haber construido Roma en el emplazamiento de Ostia? Cicerón, en su tratado sobre la República, nos da una respuesta: ”Rómulo no se estableció junto al mar. Cayó en la cuenta de que las regiones costeras no son en absoluto convenientes para las ciudades fundadas con la esperanza de constituirse en un imperio destinado a perdurar… Se volverían vulnerables a un enemigo cuya flota podría cruzar el mar y desembarcar antes incluso de que diera tiempo de sospecharse. Estarían expuestas a la contaminación de las costumbres extranjeras… Las ensoñaciones y fantasías distraerían de su trabajo a los habitantes de esas ciudades, los botines y las importaciones los incitarían peligrosamente al lujo”.

Cicerón nos describe así la desconfianza de un pueblo del interior a los del litoral.

Roma permanecerá, por lo tanto, afincada en sus colinas latinas, mientras que Ostia se transformará en su indispensable puerta al Mediterráneo.

Ostia a vista de pájaro

En el año 250 a.C., un documento, los Annales, de Enniris, menciona por primera vez a este pequeño pueblecito de pescadores. Tres siglos más tarde, el historiador latino Florus escribía: “En el preciso lugar en el que el mar y el río confluyen, Ancus Marcius instaló una colonia, previendo ya que Ostia habrá de ser el almacén marítimo del comercio y las riquezas de todo el mundo”.

La vía que enlaza Ostia con Roma está atestada de vehículos. La Plaustra de 4 ruedas para las mercancías, el assedum de dos ruedas, la raeda en la que puede descansar el viajero… También el Tiber conoce un buen trasiego: pesados barcos de carga (navis oneraria), tirados por bueyes que remontan el río; hippagos transportando caballos; Megeria, cuya proa termina en espolón; actuarias probando a utilizar su vela; y otras muchas clases de navíos más.









Este gran barco, de 30 m. de eslora y 6,50 m. de manga, capaz de transportar un cargamento de 90 toneladas, es una corbita. Hay veces en que la vela mayor, la cuadrada, es complementada con una gavia triangular. Aquí, un navío de carga atraca junto a su borda mientras otro se acerca.





Los navíos de comercio

Veintisiete embarcaciones de comercio aparecen representadas en los mosaicos de la plaza del mercado, frente a las oficinas de importación y exportación. Nos dan una buena idea de la variedad de la flota mercante romana y de los navíos que más frecuentemente se construían en aquella época.

Se caracterizan bien sea por una proa (delantera) redonda y abultada, y una popa (trasera) mucho más realzada, o bien por una proa y una popa simétricas. A veces, en los buques de guerra, la roda lleva un espolón puntiagudo.

Estos perfiles distintos obedecen a necesidades técnicas o a usos bien concretos. Así, por ejemplo, las popas muy realzadas, que se prolongan más allá del casco, permiten acceder a puestos de mando situados lo más atrás posible. En esta época, un navío se conducía con la ayuda de dos timones laterales, como una especie de enormes remos.

La vela llamada “antigua” o “romana”, es generalmente más ancha que alta. Para reducir la superficie de la tela, los romanos usan un sistema cuyo principio se asemeja al de los stores o cortinas venecianos. La unión de los cabos dibuja sobre la vela un cuadriculado que los artistas de la época siempre reproducían.

Algunas veces, un segundo mástil, provisto de una pequeña vela, se inclina hacia delante. Este permite facilitar las maniobras y puede usarse como mástil de carga en el desembarque de mercancías pesadas.

Como exige la tradición, los navíos son profusamente decorados. Una cola de cisne, vuelta siempre hacia atrás, corona el codaste de la quilla en la mayoría de los navíos. La proa es a menudo adornada con la cabeza o el busto de una divinidad protectora, o con un ojo que hace entonces parecer al barco un monstruo marino.

Lo pintoresco del puerto de Ostia estriba en su flota de barcos mercantes (navis oneraria). Para descargar o aligerar en el mar los enormes buques que no podrían cruzar el puerto con sus remos desplegados y para remontar las mercancías hacia Roma. Ostia está dotada de una flota de barcazas de entre 10 y 15 metros de largo y 3 de ancho. Gobernadas a remo o sirgadas (tiradas a la sirga) a lo largo del Tíber, surcan el puerto y el río.




Pintores Orientalistas: Alberto Pasini

Se pueden encontrar representaciones de «moros» y «turcos» islámicos en el arte medieval, renacentista y barroco. Pero no fue hasta el siglo XIX cuando el Orientalismo en las artes se convirtió en un tema establecido. La campaña de Egipto (1798–1799), la guerra de independencia de Grecia (1821–1829), la guerra de Crimea(1854–1855) y la apertura del cana de Suez (1869) contribuyeron a aumentar el interés por un exotismo profusamente documentado1 .

En estas obras el mito de Oriente como exótico y decadentemente corrupto está más plenamente articulado. Estas obras solían concentrarse en las culturas islámicas de oriente próximo. Artistas como Eugène Delacroix, Jean-Léon Gérôme y Alexander Roubtzoff pintaron muchas representaciones de la cultura islámica, a menudo incluyendo odaliscas, y enfatizando la laxitud y el espectáculo visual. Cuando Jean Auguste Dominique Ingres, director de la francesa Académie de peinture pintó una visión muy colorista de un baño turco, hizo que este Oriente erotizado se hiciera públicamente aceptable por su generalización difusa de las formas femeninas, que podrían haber sido todas ellas el mismo modelo. La sensualidad se veía aceptable en el exótico Oriente. Este estilo tuvo su momento álgido en las Exposiciones universales de París de 1855 y1867.

Esta imaginería oriental persistió en el arte hasta principios del siglo XX, como evidencian los desnudos orientalistas de Matisse. En estas obras, el «Oriente» a menudo funciona como un espejo de la propia cultura occidental, o como una forma de expresar sus aspectos ocultos o ilícitos. En la novela de Gustave Flaubert Salammbô la antigua Cartago, en el Norte de África, se una como un opuesto a la antigua Roma. Su cultura se representa como corruptora moralmente e imbuida de un erotismo peligrosamente atractivo. Esta novela fue muy influyente en retratos posteriores de las antiguas culturas semíticas.

La pintura orientalista no es una escuela, ni un estilo. El vínculo entre las obras llamadas orientalistas se encuentra solamente en el tema abordado. Así las “odalisques” de Ingres, Delacroix o Renoir son cuadros orientalistas, pero su estilo es básicamente diferente y no pertenecen a la misma escuela.

Todo comenzó durante el siglo XVIII, cuando se puso de moda los cuadros que representaban las costumbres, forma de vida, arquitectura y paisajes de Oriente Medio. Si bien, al Principio, éstos tendían a ser estudios topográficos y retratos bastantes convencionales. Sería luego, a mediados del siglo XIX, cuando los pintores orientalistas empezarían a producir trabajos más novedosos y emotivos. Entonces la temática oriental se hizo cada vez más popular, al mismo tiempo que aumenta la accesibilidad al Medio Oriente y el expansionismo de Francia e Inglaterra avanzaba en Egipto y las áreas circundantes... Europa descubría una gran pasión por las cosas egipcias...

Aunque algunos artistas hayan dedicado casi todo su arte al temas orientalista, numerosos pintores cuyos cuadros se conocen sobre el tema de Oriente producían también cuadros sobre otros temas (ni Delacroix, ni Gérome eran pintores orientalistas). Al buscar bien, es probable que una enorme mayoría de pintores de género del siglo XIX abordara al menos una vez este tema.

Los temas abordados en la pintura orientalista se encuentran en la mayoría de los pintores. En el siglo XIX se encuentran sobre todo escenas de harem, presentando mujeres débiles y lascivas, escenas viriles de cazas, de combate o aún de las descripciones de paisajes típicos, desérticos, oasis o ciudades orientales, escenas de calle... Se hace hincapié en algunos detalles: los trajes, las particularidades de la arquitectura, los objetos de la vida diaria y el hábitat. En el siglo XX siglo y a partir del final del XIX, en torno a 1880, algunos temas caen completamente en desuso, como el tema del harem, en favor de un estudio etnográfico más preciso, de los paisajes más próximos a la realidad.

Para los pintores que viajaron a Oriente mientras que su técnica ya tenía éxito, se asiste a menudo a una evolución muy neta en su utilización del color. Los tonos son más cálidos, la paleta toma colores más rojos, amarillos o marrones según las regiones o las épocas. La luz es caliente, se acentúan los contrastes, los colores son vivos y tornasolados.

A pesar de todos estos puntos comunes al movimiento, cada artista trata los temas según su propia sensibilidad, sus opciones técnicas y su grado de virtuosidad. Las técnicas pictóricas así como los estilos evolucionan a lo largo del siglo en función de las experiencias de los artistas y de sus colegas y la aparición de nuevos movimientos artísticos. El orientalismo en pintura no escapa a esta evolución. Los pioneros adaptan muy rápidamente el tema de los nuevos movimientos artísticos, aunque una retaguardia persiste incluso hasta bien avanzado el siglo XX en una actitud clásica y académica.

Son muchos los artistas que practicaron la pintura orientalista. Entre los orientalistas franceses cabe destacar a Vernet, Gerome, Decamps, Landelle, Rixens. En Inglaterra no hubo el mismo nivel de entusiasmo que en Francia por el Oriente Medio, sin embargo, existió un buen contingente de pintores orientalistas. Ejemplos de pintores orientalistas fueron:

Jean Auguste Dominique Ingres (1780–1867)

Eugène Delacroix (1798–1863)

Théodore Chassériau (1819–1856)

Eugène Fromentin (1820–1876)

Jean-Léon Gérôme (1824–1904)

Léon Belly (1827–1877)

Gustave Guillaumet (1840–1887)

Alexandre Roubtzoff (1884–1949)

En España Marià Fortuny (1838-1874) viajó a Marruecos, y el pintoresquismo árabe es importante en su obra. Temas marroquíes fueron igualmente tratados porJosep Tapiró (1836–1913) y Antonio Fabrés (1854–1938)1 .



Esta es la relación que nos ofrece VictorianWeb sobre los orientalistas ingleses: Thomas Allom, Sir Frank Brangwyn, Sir David Young Cameron, Robert McGown Coventry, Joseph Farquarson, John Fulleylove, Frederick Goodall, Dudley Hardy, John Rogers Herbert, William Holman Hunt, Robert George Talbot Kelley, Edward Lear, Lord Frederick Leighton, John Frederick Lewis, Arthur Melville, William James Muller, John Pettie, Valentine Cameron Prinsep, David Roberts, Thomas Seddon, Robert Tonge, William J. Webbe… Sin embargo, esta relación no debe considerarse un listado cerrado, pues muchos otros pintores ingleses fueron asiduos a los temas orientalistas, tales como Lawrence Alma-Tadema, Alfred Elmore, Edwin Longsden Long y Herbert Schmalz.

Además, hay pintores orientalistas de otras muchas nacionalidades, como Frederick Arthur Bridgman (de Estados Unidos)

Alberto Pasini

Busseto, 1826 - Cavoretto, 1899

En 1853 se admite en el Salon de París una litografía suya titulada El atardecer, lo que le permite ingresar en el taller del famoso Chassériau; éste, al poco tiempo, en febrero de 1855, recomienda a Pasini para que le sustituya como artista en la misión del ministro plenipotenciario P. Bourée, que partía para Persia.

Los diez meses que pasa en Teherán y el viaje de regreso a través del norte de Persia y Armenia hasta llegar al puerto de Trebisonda marcan para siempre su carrera como pintor orientalista.

Al poco de regresar a París el público le reconoce su talento artístico y aprecia en él a un excelente colorista y a un pintor luminista todavía mejor, así como a un impecable dibujante, a un riguroso paisajista, a un vivaz narrador y a un estricto ilustrador de la realidad -una realidad en la que apenas hay rastro de romanticismo y que carece totalmente de las concesiones decadentes y las referencias simbolistas del exotismo de finales de siglo. En 1859, Pasini emprende su segundo viaje al Mediterráneo oriental: se detiene en El Cairo, atraviesa el desierto árabe del Sinaí, recorre las costas libanesas y llega a Atenas.
































miércoles, 25 de marzo de 2009

Chic & Cool








Dibujos de la película Michael Clayton dirigida por Tony Gilroy y protagonizada por George Clooney, Tom Wilkinson, Tilda Swinton y Sydney Pollack. Una película muy, muy buena, tanto, que extraje unos fotogramas para dibujarlos. Intentando captar la esencia del contraste, la oscuridad, esas sombras de las que se ha apoderado Mike Mignola para sus comics e ilustraciones.

Es curioso como es necesaria una buena sintonía con los motivos que te llevan a dibujar. Señal inequívoca de que NO es tu forma de ganarte el pan. Una de las mejores formas de aprender a garabatear cosas es obligarte a dibujar lo que no te gusta. Te hace perseverar.


martes, 24 de marzo de 2009

Black & White












Intento, lo intento, con el pincel (DaVinci nº00) y la tinta (Winsor & Newton color negro). La mayoria de las veces son pruebas sobre bocetos o dibujos sobre fotografías. El volumen y el trazo del pincel llena el dibujo como ningún otro instrumento de dibujo.