viernes, 29 de noviembre de 2024

El Último recreo / Carlos Trillo y Horacio Altuna




Si algo me fascina de las historias apocalípticas es esa capacidad que tienen de endiosar a la especie humana en momentos de crisis aguda. A esas alturas de la vida todo el mundo sabe que cuando el hombre siente que todo se va al carajo, su tendencia habitual es sacar su peor versión, no el instinto de conquistador de galaxias que nunca ha tenido.

Sin embargo, otra forma de apocalipsis es posible y Carlos Trillo y Horacio Altuna vinieron para contárnoslo en un cómic tan sublime como oscuro. Con una dosis justa de ciencia ficción, referentes, contextos y valores de la sociedad contemporánea aparece el que fue su tercer trabajo juntos: El último recreo. Una bomba acaba con los adultos dejando niños, animales y ciudades intactos. La bomba en cuestión, conocida como «Sex Bomb», emite una radiación letal sobre todo aquel que con el paso del tiempo experimente el despertar sexual. El mundo está destinado a extinguirse y eso está previsto que ocurra más tarde o más temprano.

Los niños son abandonados a su suerte y ahora tienen que bus- carse la vida ellos solos, sin respaldo familiar, sin la guía de los adultos, sin sus recursos, pero también sin sus normas ni leyes. Unos niños que se tienen que agrupar en pandillas para sobrevivir, luchar entre ellos, traicionarse, desarrollar la capacidad de previsión e intentar poco a poco empezar a ser productivos. Todo ello sin dejar nunca de ser niños. Madurar es el primer paso hacia su muerte. En fin, barra libre para la locura.

En realidad este punto de partida no es novedoso. En El señor de las moscas, la novela de William Gerald Golding, unos niños náufragos también luchan por su supervivencia. La diferencia fundamental entre el cómic de Trillo y Altuna respecto a la obra de Golding es el marco urbano de los primeros frente al rural que eligió el británico.



Este cómic apareció en 1983 en la revista argentina Superhumor, más tarde en la Fierro y el público español no pudo disfrutar de ella hasta 1992 en Zona 84. No era raro que en este contexto de principios de los ochenta apareciesen historias apocalípticas, si tenemos en cuenta que la sociedad estaba muy pendiente de la Guerra Fría y vivía con la sensación permanente de que en cualquier momento podría darse lugar un ataque químico.

La bomba de Trillo y Altuna ha exterminado a los adultos, pero no sus valores. Durante doce capítulos autoconclusivos de ocho páginas cada uno, nos adentramos en historias en blanco y negro que cuentan precisamente eso, cómo niños de caras adorables se desenvuelven sacando la peor de las herencias que les han dejado sus padres, la educativa.

Además, Trillo no deja caer al azar las cosas que mueven esta historia. Cada episodio, con su planteamiento, nudo y desenlace, viene acompañado de símbolos y la correspondiente moraleja. El símbolo más potente, sin duda es el general de este cómic: la madurez que representa el despertar sexual acaba matando al niño. Una muerte tratada en este caso con un efecto literal, muerte entendida como la pérdida de la vida, pero que al fin de cuentas, provoca que los personajes tengan pánico a crecer, a que el tiempo pase por ellos. A dejar de ser niños.

Un último recreo, una última diversión de los personajes que se ven envueltos en dilemas que tienen que ver con el apego a lo material, emigrar en busca de una vida mejor, aplicar conocimientos adquiridos, sentir odio, amor y aprender de sus errores. Todo esto con la permanente duda de si merece la pena seguir jugando como un precario Peter Pan o morir con el sabor de la gloria por hacerse un hombre.


Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)


jueves, 28 de noviembre de 2024

LUZ DE DIOS

Un recorrido por catedrales cargadas de simbología

DE LA PIEDRA A LA LUZ, LAS CATEDRALES ELEVARON
SU BUSQUEDA HACIA LA DIVINIDAD. DE LA MANO DE PERIDIS, RECORREMOS SIETE TEMPLOS ESPAÑOLES QUE SIRVEN PARA FUNDAMENTAR LA NUEVA TECNOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD DE UN ARTE ETERNO.
Por JESÚS RUIZ MANTILLA
Fotografía de NAVIA. Ilustraciones de PERIDIS

CAMINO DE SANTIAGO. Lugar mítico de peregrinos, la catedral de Santiago de Compostela ofrece dos aportaciones fundamentales: el Pórtico de la Gloria y la fachada del Obradoiro.

Criptas y turistas. La cripta de Santa Leocadia, en la catedral de Oviedo, es un lugar lleno de misterio. La catedral de Barcelona, preferencia por los turistas.

Entre la piedra y la luz parece ser que anda escondido el misterio de Dios. Si el hombre alguna vez quiso elevarse para buscarlo, nunca había estado tan cerca del mismo como en el descabellado tiempo de las catedrales. Aun así, se escurre a menudo en mitad de esos espacios de consistentes pesadez que elevan no obstante su ligereza al cielo gracias a la tenue o intensa penetración de la luz entre sus vidrieras. El constrate es precisamente el enigma que lo envuelve todo. Metafórica, mágica y realmente. Y a él se ha enfrentado con un libro y una serie de televisión José María Pérez, Peridis.

De la Enciclopedia del románico, el viaje resulta más que coherente en su caso. A excepción de una inaplazable tira diaria para EL PAÍS -dibujada esté o no enfermo - y que le quita el tiempo justo con que propina un zarpazo de tinta para plasmar la actualidad política en el periódico, Peridis vive entregado al patrimonio. "Su defensa es más que importante en estos tiempos que corren", advierte, medio temeroso de que, en esta época de recortes indiscrimandos, unos cuantos burócratas y políticos con la sensibilidad de una lista informática se coman el granito de nuestra historia por dejadez.

El arquitecto y dibujante se ha centrado en el siguiente eslabón estilístico con el rigor que da la pasión. La luz y el misterio de las catedrales (Espasa) encierra los desmanes, la esperanza y las razones de siete templos importantes en la configuración de una civilización: Jaca, Santiago de Compostela, Burgos, Cuenca, Lérida, Barcelona y Oviedo. En ellas, todas diferentes entre sí, respira el ideal que durante siglos movía a poblaciones enteras en base a la construcción de sus edificios.

Una vez en marcha, transformaban la historia de la ciudad. "Proporcionaban miles de puestos de trabajo y cambiaban la fisonomía y la identidad de los sitios. Además, con el tiempo, se convertían en custodias de su historia", comenta el arquitecto.

"Las catedrales suponen un gran salto tecnológico y espiritual". asegura Peridis. "El cuerpo deja de pintar, el alma se eleva a la luz, lo que importa es la consistencia de la materia. El templo gótico persigue la elevación por la ligereza. Hay otra búsqueda de espiritualidad en el cambio de la pared por la vidriera, es una técnica que se asemeja a la de los rascacielos".


Al fondo del callejón. La catedral de Burgos (arriba), como otras de las que reinan en distinta ciudades, aporta con su perspectiva encanto y magia.


Ese matiz producía efectos alucinógenos. La luz que entraba en el interior cambiaba de intesidad y color. Nada describía mejor el paradigma bíblico. "Hágase la luz". Y la luz se hacía, vivía, se transformaba. "Era un atractivo extraordinario".


JACA. De espaldas al Pirineo, camuflada dentro de la ciudad, difícil de otear, la catedral de Jaca cuenta en su historia con algunos tesoros y leyendas. "Tierra de avance en la reconquista, sus fronteras fueron permeables", comenta Peridis. Y por eso, cuando en este templo anduvo el santo grial -uno de tantos conocidos o reconocidos-, tuvo que verse obligado a peregrinar por diferentes lugares de Aragón para no ser profanado por los musulmanes. Construida en la época de Sancho Ramírez, que la empezó en 1077, es, junto a Frómista, uno de los máximos exponentes del románico en la península Ibérica.

SANTIAGO DE COMPOSTELA. Dos símbolos inigualables aporta la catedral de Santiago de Compostela a la humanidad, comenta Peridis: el Pórtico de la Gloria y la fachada del Obradoiro. "El primero es una suma de la escultura románica, alma del paraíso. La mejor manera de dar la bienvenida a los peregrinos, el abrazo espiritual perfecto, como quien recibe a la salida de los aeropuertos después de un largo viaje o un regreso de años". En cuanto a la fachada del Obradoiro, Peridis cree que es la penetración perfecta de una época en otra. "La forma que tiene de inmiscuirse en el románico, con esa piedra de granito que parece un bosque vertical, resulta única". Santiago fue grande, según el autor de este recorrido fascinante por estos siete templos, gracias a un personaje: el obispo Gelmírez. "Él entiende que en un lugar que para ellos es confín del mundo debe levantarse un templo tan importante como el de Jerusalén o Roma".

LLEIDA. La maravilla de la catedral de Lleida está en su desnudez. "En una obra de transición entre el románico y el gótico. Lleida es un cruce de caminos. Peligroso y simbólico". Por allí estuvieron en tiempos las tropas romanas comandadas por César y Pompeyo, se dieron batallas fundamentales en la guerra de sucesión librada por Felipe V, el primer Borbón, y tuvo sus altercados Napoleón. Pero su origen es árabe. Se trata de la mezquita mayor de Medina Larida, consagrada como cristiana cuando Ramón Berenguer IV entró en la ciudad en 1149.


BARCELONA. La catedral de Barcelona es un espacio para la solemnidad. Del Toisón de Oro hay huella por el resto de escudos nobiliarios que la han adornado. Fue una de las ciudades favoritas de Carlos V por su semejanza con los aires flamencos, y su catedral ganó protagonismo el año que el hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca permaneció en la ciudad. Los turistas que hoy la llenan casi a diario puede que ignoren que tardó 150 años en construirse desde que comenzaron las obras a finales del siglo XIII.

BURGOS. El doble tardaron las obras de Burgos, una de las catedrales góticos de mayor valor universal. A lo largo de 300 años fueron completándose, contando el trauma del desplome del cimborrio, que se reconstruye en el siglo XVI como una muestra del arte plateresco. A lo largo de ese tiempo, Burgos fue una gran cantera. "Se convirtió en una ciudad superpoblada gracias al trabajo que proporcionaban las obras de la catedral, al tiempo que se conseguían grandes avances en la técnicas de construcción". Del Papamoscas al sepulcro del Cid, cuyos restos fueron trasladados a Burgos a principios del XX, en plena vorágine reivindicativa del 98 y sus símbolos castellanos, el lugar define por sí solo toda la idiosincrasia de la ciudad.

CUENCA. Es una de las ciudades españolas donde mejor se postula el diálogo entre arte contemporáneo y tradición. Y su catedral es todo un ejemplo. La hoz de Huécar, marcada en lo alto por este templo discreto pero original, lo convierte en una zona de peregrinaje singular. La convivencia entre piedra secular y nueva luz se observa en las vidrieras restauradas por los artistas retirados en Cuenca entregados a la abstracción mística que representa Bonifacio o Gustavo Torner. La luz se reparte a placer a todos los niveles, y por ahí anda el espíritu indomable de otro artista fundamental en su deficinición: "Jamete, un canalla, un maldito, un Caravaggio español con tanto talento que se le perdonaban los pecados".

OVIEDO. Por el suelo de la catedral de Oviedo todavía existen restos de la baba que aquel sacristán proporcionó en forma de beso de sapo a Ana Ozores en el final de La regenta, un pasaje desconcertante, puro precursor del surrealismo. Por eso, en la catedral de Oviedo huele a literatura. También a los restos de la deslumbrante apertura de un arca santa a manos de Alfonso VI, a la manera de una buena aventura de Indiana Jones o a la decadencia que aquella sede sufrió poco a poco en la historia por el influjo con el que atraía a los peregrinos desde Santiago de Compostela. "La sabia proporción de sus volúmenes, la armonía de sus espacios, la clara articulación de sus cuerpos, la unidad y originalidad de sus propuestas inspiradas en el clasicismo nos parecen una creación de enorme frescura y originalidad", cree Peridis.


El Pais Semanal número 1.879

Domingo 30 de septiembre de 2012


Los chicos de la 619

¡Cómo echábamos de menos las geniales obras de este sello galo, y que ahora la editorial Nuevo Nueve trae a nuestras librerías! 



José Luis Vidal

24 de noviembre 2024 


En 2009, un grupo de jóvenes apasionados del noveno arte crean, amparados por la editorial francesa Akama, el sello Label 619. Sus nombres por aquel entonces no eran muy conocidos dentro del universo de la BD francoblega, pero pronto, muy pronto, gracias a su talento y la frescura y originalidad de sus propuestas, iban a labrarse a golpe de viñeta, un puesto entre los autores más interesantes del panorama comiquero del país vecino, sobre todo por su clara y para nada disimulada influencia del cómic, el cine norteamericano y la mitología urbana.

Ellos eran RUN, Florent Maudoux, Guillaume Singuelin, Yuck y Mathieu Bablet. 

Y el resto, como suele decirse, es historia. Y es que juntos crearon un recipiente, una antología de historias que con el tiempo se convirtió en mítico. Su título fue Doggy Bags, y en esta publicación metieron todas sus obsesiones, sus filias, sus temores más oscuros, regalándonos una serie de relatos cortos que nos llevaban desde los guetos más peligrosos de los Estados Unidos, hasta el Sur, donde los rednecks, el racismo y la intolerancia son el perfecto caldo de cultivo para que la violencia estalle, todo ello sazonado con momentos de terror que nos ponían los vellos de punta.

Pero esto no es todo, porque si por algo se caracterizaba esta singular publicación era por una clara intención didáctica, ya que junto a los relatos siempre se nos ofrecían interesantísimos artículos que trataban el tema al que, de manera monográfica, estaba dedicado el correspondiente volumen además de la imaginaria ‘venta’ de artículos relacionados con los relatos.

Pues bien, los vaivenes editoriales hicieron que el sello Label 619 se trasladara a otra editorial, Rue de Sèvres, pero sin perder ni un ápice de su marcada personalidad.

Y es entonces cuando nace Lowreader, claro vástago de Doggy Bags, que recoge el testigo y, en este nuevo formato, nos va a traer impactantes relatos como el que inaugura su andadura en nuestro país, de la mano de la editorial Nuevo Nueve. En esta primera entrega Florent Maudoux recupera a su personaje, al curvilínea y expeditiva Masiko, para enfrentarla a un gran problema. Su bebita Xiong Mao, a la que carga en la espalda, ha sido mordida por un lobo, y está empezando a padecer claros rasgos de licantropía…

Solas, desvalidas, sin la ayuda de nadie, llegan a un pueblo desierto donde un trío de habitantes tratarán de auxiliarlas, conduciéndolas hasta la única solución posible a su problema: enfrentarse cara a cara al líder de la manada…

Como ya os decía anteriormente, en Lowreader también aprenderemos muchas, e interesantes cosas, como el origen de las leyendas alrededor de los cuervos, animal que es el icónico símbolo de la publicación, o datos sobre los terroríficos hombres lobo.

Pero la sorpresa mensual para todos los que somos fans de este sello no es solo esta, ya que también, de la mano de Nuevo Nueve, llega Slum Kids, un cómic creado por Petit Rapace que, curiosamente, nació dentro de la cabecera Lowreader y fue tal su éxito que RUN, el jefazo del sello, le dio la oportunidad a su autor de expandir este argumento, que nos lleva a un mundo, en apariencia, post apocalíptico, donde los habitantes del lugar viven en un inmenso estercolero, un peligroso lugar donde lo pútrido ocupa todos su espacio y sus habitantes malviven como buenamente pueden, casi siempre siendo víctimas o ejerciendo la violencia para poder sobrevivir en este hostil entorno.

Precisamente este es el caso de su cuarteto de protagonista: Eingyi, un chico que no lo piensa a la hora de machacar cabezas y apalizar a quien sea para poder conseguir algo de comida o dinero para comprar droga.

Junto a él, Bambi, una luchadora nata y letal con sus catanas, que empieza a cuestionarse la vida que lleva junto a sus compañeros de peripecias.

Siempre a su lado, defendiéndolos, el fiel y grandote can Bone.

Y finalmente el más frágil de los cuatro, Lombriz, un chavalín inocente, débil, que resulta ser siempre la diana de las chanzas y golpes de macarras como el desalmado Stigma.

Todo se irá al traste precisamente por la actitud de Eingyi, que golpeará y robará a Everdred, un adulto que, junto a sus socio Steiner y la ayuda del vengativo Stigma, van a iniciar un violento camino sin vuelta atrás, donde lo inimaginable resurgirá del cuerpo muerto uno de los protagonistas para cobrarse su sangrienta venganza.

Ultraviolencia, gore, acción, niños letales, monstruos que parecen surgidos de una pesadilla… Todo esto y mucho más nos aguarda en las páginas de Sum Kids.

¡Bienvenidos de nuevo, Label 619!


Diario de Cadiz


miércoles, 27 de noviembre de 2024

Nena, ¿qué puede ir mal?

El camino a la perdición de los protagonistas de esta maravilla del género negro continúa

José Luis Vidal

21 de noviembre 2024 


Y es que eso de escaparte con dos maletas, una repleta de fajos de billetes y otras con varios kilos de coca, propiedad del tipo más peligroso del lugar, como que no es una idea demasiado buena.

Beth, Orson y Nina huyeron sin mirar atrás, sin un plan definido, reflejo de sus propias existencias, en las que han ido dando tumbos de un lado a otro, cada uno con sus propios fantasmas a cuestas.




Balas Perdidas: Sunshine & Roses. Parte 4: La edad de la inocencia.

Autor: David Lapham

Tapa blanda

Blanco y negro

256 págs.

20,90 euros

Ediciones La Cúpula


Obviamente, esta fuga hará que Spanish Scott, lugarteniente de Harry, un tipo cuyo nombre hace temblar a la mayoría, no pueda consentir esta traición por parte de trío, así que a partir del momento de su escapada, ha puesto precio a sus cabezas y no cejará en su empeño a la hora de recuperar el botín robado y, sobre todo, tener unas palabras con los escurridizos protagonistas.

Ya con esta sola situación da para narrar muchas peripecias, pero es que Scott y sus secuaces no son los únicos que buscan a Beth, Orson y Nina. Annie, la madre de la primera, esa mujer obsesionada por una juventud y lozanía que ya perdió hace tiempo, visita a un malherido Kretch en el hospital, y junto a él van a iniciar otro camino siguiendo el rastro de los fugados.

Pero resulta que de Kretchmeier no sabemos mucho, así que su creador, el autor David Lapham, va a poner solución a este hecho, ya que vamos a retroceder en el tiempo para colarnos en la casa de este, y ver como su relación con su autoritario padre no era la mejor del mundo, por no hablar la que tenía con su odiosa madrastra. Juntos habían logrado que el hermano menor de Kretch, Vic, huyera del hogar familiar y se alistara en el ejército, desapareciendo de la vida de los suyos…

Pues bien, esta nueva 'bala perdida' se une a este peculiar dramatis personae, y vamos a encontrarnos con él tratando de tener una nueva vida, alejado de los problemas. Pero como todos los que somos fans irredentos de esta cabecera, la palabra 'problema' está siempre sobre los protagonistas como una inmisericorde espada de Damocles, por lo que las cosas no van a terminar demasiado bien.

Brutales estallidos de violencia nos esperan a la vuelta de la página, que llegan de la manera más inesperada en esta alocada huida hacia delante, en la que el inexperto Orson volverá a colocarse el falso bigote y adoptar la personalidad del desquiciado Derek, un imaginario actor porno, obsesionado con la ingestión de plátanos.

Ah, y no me quiero olvidar de uno de esos capítulos tan 'especiales' en el que regresaremos al imaginario mundo de Amy Racecar, en este caso un reformatorio para niños rebeldes, donde llegan la pequeña B y Boris…

David Lapham sigue demostrando que es uno de los maestros del género negro y criminal con esta larga saga con la que no nos cansamos de disfrutar. Si no le conocéis, os recomiendo que, además de ella, disfrutéis de algunas de sus otras obras, como Silverfish, Mátame, o las aún no publicada en nuestro país, Lodger o Underheist, perfectas muestras de su talento.


¿Conseguirán Beth y compañía llegar su ansiado destino?


Diario de Cadiz



BOOMERS 60 años no es nada

Diego García Rouco




Boomers

Bartolomé Seguí 

Salamandra Graphic 

España

Cartoné

140 págs. Color

Obras relacionadas

Lola y Ernesto

Bartolomé Seguí

(Ediciones La Cúpula)

Las serpientes ciegas

Felipe H. Cava y Bartolomé Seguí

(Norma Editorial)

Historias del barrio

Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí

(Astiberri)

Los viejos hornos

Wilfrid Lupano y Paul Cauuet

(Norma Editorial)

La edad estupenda

Raquel Gu 

(Sapristi Cómic)


Según los manuales de sociología, los boomers son aquellas personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad —conocido en los países angloparlantes como baby boom— posterior a la Segunda Guerra Mundial. Como era habitual en la época, España también llegó tarde a eso, y en nuestro país se llama boomers a los nacidos entre 1957 y 1975, unos años marcados por la recuperación económica tras la Guerra Civil, que también propició una alta natalidad. Sin embargo, hoy en día el término boomers ha adquirido una connotación negativa entre los más jóvenes, que lo usan para referirse a los integrantes de esas generaciones. Uno de ellos es el historietista Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962), conocido en los últimos años por obras como la ganadora del Premio Nacional del Cómic en 2009, Las serpientes ciegas (Norma), en la que dibujaba un guión de Felipe H. Cava, Historias de barrio (Astiberri), escrita por Gabi Beltrán, o la trilogía de adaptaciones de las novelas de Pepe Carvalho, el detective creado por Manuel Vázquez Montalbán y guionizada por Hernán Migoya. Pero su carrera había comenzado muchos años antes, dando sus primeros pasos en las revistas de los años ochenta para las que creó diferentes historias cortas y series entre las que destacan dos que realizó para El Víbora: Lola y Ernesto y Héctor y Rita. Dos series de humor costumbrista en las que el autor mallorquín usaba a los personajes principales como alter ego para reflejar sus preocupaciones en la excitante Barcelona de finales de los ochenta y principios de los noventa, y entregas con la colaboración en los guiones de Sonia Delgado. Unos personajes que retoma más de treinta años después en esta novela gráfica para seguir hablando a través de ellos de la actualidad.

A diferencia de lo que sucede con algunos grandes personajes del medio por los que no pasan los años, los protagonistas de ambas series se han hecho mayores y ya se encuentran bordeando la jubilación, lo mismo que ha sucedido para Seguí y quienes leyeron sus historias hace más de tres décadas. Ernesto y Lola ya no son los jóvenes que disfrutaban de la vida urbanita, sino una pareja que ha madurado y que ya con- templa de cerca la jubilación con más pasado que futuro. Junto con su grupo de amigos conversan con puntos de vista contrapuestos sobre las preocupaciones que marcan el día a día de las personas de su generación, sus sueños no cumplidos, las esperanzas perdidas y el tiempo de vida que les queda con la muerte como una amenaza cada vez más cercana y muy presente. Para poder afrontar su realidad, Ernesto, el personaje que sirve como hilo conductor para hilvanar las diferentes partes que forman la obra, decide comenzar un viaje en solitario por Mallorca en el que recordará su pasado para poder afrontar su futuro.

Seguí nos ofrece una historia fragmentada, no lineal, de mirada lúcida y melancólica de una generación desencantada que tiene que enfrentar- se a un futuro que no se corresponde con el que soñó construir en su juventud, pero que todavía conserva intactas sus ganas de vivir, aunque ya sean considerados «viejos» por la sociedad. Una sociedad moderna que es analizada con una mirada crítica y ácida en la que se cuestionan casi todos los aspectos que más nos preocupan, desde los partidos políticos, las fake-news, la excesiva dependencia tecnología, los problemas ecológicos, etc., mientras se nos muestra que es una generación que sigue teniendo mucho que aportar. Pero no estamos ante una lista de quejas y descalificaciones del momento actual por parte del autor mallorquín, ya que también hay espacio para la autocrítica, además de mostrarnos con humor y cariño todos los aspectos de la vida cuando se llega a esas edades. Un mensaje positivo y optimista que deja ver que todavía tienen mucho por vivir, aunque se sientan un poco fuera de sitio.

Aunque abunden las referencias al pasado, en particular en las canciones que aparecen, entre las que nos encontramos temas de Franco Battiato, Electric Light Orchestra, Jethro Tull, Van Morrison o Bob Dylan, se trata de una obra profundamente anclada al momento presente y que nos dibuja una foto fija de la situación actual repleta de referencias a la situación política, económica y social y con múltiples alusiones a la COVID-19 o la tecnología imperante. Algo que le dota de un valor como testimonio histórico de un momento muy concreto.

Además de ese reflejo de la realidad de las personas mayores de sesenta, que no suelen ser los protagonistas de ninguna obra de ficción, Boomers nos cuenta la preciosa historia de amor entre Ernesto y Lola, maravillosamente resumida en dos páginas, en las que, a través de ocho viñetas, Seguí nos cuenta los momentos más relevantes de la relación con una sencillez y precisión narrativa que está presente en toda la obra. Ellos dos son todo un ejemplo de amor maduro y cabal, en el que se respira la complicidad, pasión y cariño que se encuentran en las mejores parejas, mostrado con una pátina de realismo que inunda toda la obra que es el retrato de una generación, una visión que respira más sinceridad que nostalgia.

Jot Down Comics 2024



Breve en vida, inmortal en talento

Gallo Nero, en su línea dedicada al manga japonés, edita un volumen que recopila la trayectoria de Kuniko Tsurita en la revista 'Garo'

José Luis Vidal

22 de noviembre 2024 

No me cansaré de elogiar la incansable labor de la editorial Gallo Nero para que conozcamos a una serie de autores nipones que, alejados de la corriente mainstream del manga en su país, eligieron la independencia y experimentación a la hora de plasmar sus historias e inquietudes.




Flight

Autora: Kuniko Tsurita

Tapa blanda

Blanco y negro

484 págs.

39 euros

Editorial Gallo Nero


Afortunadamente, la mítica revista Garo los acogió, dándoles toda la libertad necesaria para que, con el tiempo, sus nombres figuraran en esa imaginaria orla compuesta por los grandes del cómic japonés de todos los tiempos.

Una de ellos fue Kuniko Tsurita, autora completamente desconocida en nuestro país, y cuya corta vida, sesgada por la enfermedad, no impidió que regalara a los lectores una trayectoria que ahora se reúne y nos llega a los ansiosos lectores patrios en un voluminoso tomo.

En su interior vamos a encontrar una enorme y diferente cantidad de propuestas, tanto argumentales como estilísticas, claro signo de la búsqueda de una joven autora como fue Tsurita.

Desde el humor y la caricatura, sazonada con momentos de slapstick, clara influencia del Maestro Osamu Tezuka, en relatos como Historia de los dioses o Esta historia; pasando al oscuro drama existencial de Sin sentido, o el alegado feminista Mujer.

También tira de ironía a la hora de retratar a los personajes nacidos de su imaginación, como en Huida para la gloria y Madame Haruko.

Su estilo gráfico se dulcifica por momentos, para en la siguiente historia mutar, cambiar de manera clara. Y así iremos avanzando a lo largo de estas casi quinientas páginas para observar en las últimas como la enfermedad hizo que su trazo se resintiera, así como un oscuro velo, fruto del pesimismo, cayera sobre los argumentos de sus historias.

Es una autentica pena que una autora con tanto talento nos dejara tan pronto, quién sabe si con el tiempo podría haberse embarcado en proyectos de más extensión, abandonando el relato corto.

Todos los que queráis saber más sobre su vida y trayectoria estáis de suerte, ya que como necesario epílogo al volumen, nos encontramos con un interesante texto de Shô Onod, donde además de recorrer su paso por la revista Garo, también apunta los trabajos que realizó para otras publicaciones nipones, estas dirigidas a un público más amplio, como es el caso de Young Jump.


Diario de Cadiz



martes, 26 de noviembre de 2024

El tesoro fotográfico del Conde de Manila

Por Prudencio Mateos fotografía de Narciso Clavería y Palacios

La España que fue. A caballo entre el siglo XIX y el XX. Ese es el legado que escondían muchas de las cerca de las cerca de 3.000 imágenes, la mayoría en  placas de cristal, que ahora ven la luz en estas páginas después de años guardadas en una. vivienda del barrio de Salamanca de Madrid. Buscando reflejar los edificios y sus detalles

Un tesoro fotográfico prácticamente intacto cuya autoría corresponde al arquitecto madrileño Narciso Clavería y Palacios (1869-1935), tercer conde de Manila. No fue precisamente un desconocido. Pero su afición a la fotografía, que en ciertos casos llega a rozar la ambición de documentar la vida costumbrista de un país con su cámara y que le llevó a formar parte de la Real Sociedad Fotográfica, no fue su obra más famosa. Es su creación arquitectónica la que trascendió como uno de los impulsores más destacados del estilo neomudéjar en España, constituyendo una de sus obras más representativas la estación de ferrocarril de Toledo, erigida entre 1916 y 1919.

El progreso. Escena en un taller en el que dos operarios posan junto a la máquina con la que se ganaban el jornal a principios del siglo XX. El autor de la imagen, arquitecto y fotógrafo, mantuvo el interés antropológico por el auge de la tecnología.



Clavería y Palacios nació en Madrid en 1869. Fue nieto del capitán general y gobernador de Filipinas (1844-1849) Narciso Clavería y Zaldúa. Nada más obtener el título de arquitecto y como viaje de aprendizaje, recorrió durante 74 días, entre julio y septiembre de 1896, varios países europeos: Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, el Imperio Austrohúngaro, Suiza... Visitó alguna de las principales ciudades de estas naciones con un gasto total, según sus descendientes, de 5.774 pesetas. Una fortuna tan solo al alcance de muy pocos españoles de entonces y de ahora. Así empezó a educar su ojo de arquitecto recién licenciado a través de la cámara fotográfica. Buscando reflejar los edificios y sus detalles ornamentales, construcciones civiles como puentes y puertos sobre el Rin, los canales de Ámsterdam, el atraque de varios barcos en algún puerto del norte de Europa... Pero es sobre todo la España de la primera mitad del siglo XX la que revive al contemplar la mayor parte de sus instantáneas.

"Se hablaba en la familia del tesoro fotográfico de mi abuelo, de sus méritos arquitectónicos, pero nadie sabía realmente lo que contenían las cuatro cajas con imágenes y algunas notas explicativas, pocas, de las mismas", recuerda hoy José Roda-Clavería, nieto de Narciso Clavería y Palacios y custodio de un legado que empezó a escanear y catalogar movido por el interés de recuperar la historia de sus antepasados a través de los retratos familiares que se escondían a lo largo de 3.000 placas de cristal conservadas en cajas de galletas metálicas de color gris y en otras de plástico más modernas. El nieto de Clavería y Palacios encontró entre ellas escenas en las que posan los niños, la mujer y otros miembros de la familia del tercer conde de Manila. Hay también instantáneas de parientes acompañados del servicio doméstico de la casa, de niños jugando con muñecos o vestidos con pomposos trajes de marineritos o de marionetas, de paseos por el Retiro, la cocina de la casa familiar de Montesinos en Valencia...

Pero es su ojo como fotógrafo documental el que cobra relevancia a la luz de las placas. El retrato panorámico de Segovia en 1897 con sus monumentos principales al fondo: el acueducto, la catedral, las riberas del río Eresma, el monasterio de El Parral y el alcázar asentado sobre su mole rocosa... Las estampas madrileñas en el Retiro o durante la llamada Fiesta del Árbol, celebrada por primera vez en marzo de 1896 y donde aparecen carros de mulas, simones y otros transportes de caballerías que portan en sus lomos cubas de agua para los árboles recién plantados... En contacto con el agua también están las lavanderas del río Manzanares en Madrid, y al viento, sus tendederos con ropa cuando el aprendiz de río aún no estaba canalizado... Vistas de la Puerta del Sol atravesada por tranvías tirados por mulas, imágenes generales y de detalle de la estación de Atocha tomada desde la actual glorieta del Emperador Carlos V y de la entrad del hoy Museo Municipal de Madrid en la calle de Fuencarral, las siluetas solitarias de los soportales de la plaza de Santa Cruz, de la fuente de Neptuno, de la de la Alcachofa hoy ubicada en el Retiro, de la Cibeles custodiada por carros...

Narciso Clavería y Palacios con su esposa (en el retrato de arriba). Tercer conde de Manila y arquitecto de profesión, desarrolló una intensa actividad fotográfico a caballo de los siglos XIX y XX con sus cámaras de placas. Las estampas de esta página son solo una pequeña muestra de las cerca de 3.000 imágenes que componen su archivo y esbozan un retrato costumbrista de la España de hace un siglo. En estas imágenes, de izquierda a derecha y de arriba abajo:
Un día de colada en una orilla del madrileño río Manzanares.
Escena callejera con hombres trabajando al aire libre.
La cocina de una de las casas de la familia del fotógrafo.
Panorámica del acueducto de Segovia hacia 1897; Narciso Clavería y Palacios viajó por España retratando las costumbres, quehaceres y el aspecto del país.
Imagen de la Cibeles rodeada de carros. La vida y los cambios en Madrid, ciudad natal de Narciso Clavería y Palacios, fue uno de sus grandes temas.
La vida en el campo queda patente en esta instantánea de temática rural donde resaltan las construcciones y la calle de piedra.


El resto del país también cruzó en su objetivo. Asturias, Granada, Córdoba, San Vicente de la Barquera, Cantabria, Gijón, Sevilla, Potes, Burgos... Casas populares como los hórreos y otras construcciones rurales, escenas costumbristas en ferias o ventas de ganado, en muelles del norte de España descargando la pesca y el carbón... El interés etnográfico del incipiente fotógrafo queda patente en estas instantáneas, así como su visión del progreso y el trabajo en el retrato de unos operarios junto a una máquina con la que se ganaban el jornal. Estampas que conviven en las cajas del nieto del autor con el contrapunto de las escenas de playa en Gijón y Santander hacia 1899, donde aparecen al fondo las casetas de baño individuales junto al mar y varios niños pulcramente vestidos que juegan con arena bajo la mirada atenta de sus madres o cuidadoras.

Del Norte al Sur, pasando por la mezquita de Córdoba y detalles de sus espacios, arcos y motivos ornamentales, o la Alhambra de Granada, Sevilla y su feria, Jerez de la Frontera, la Carraca, Puerto Real, El Puerto de Santa María en 1897... Este viaje fotográfico debió de concluir ese mismo año en Tánger y Tetuán. De su estancia en la ciudad internacional hizo no solo fotos de la travesía en barco del Estrecho de Gibraltar, sino también de un grupo de niños marroquíes sentados en una pequeña embarcación acercándose a la misma y ofreciendo algunos productos a los pasajeros, de algunas vistas panorámicas y rincones de las dos ciudades y de la celebración de un mercado con ganado y otros artículos. Pasajes que en muchos aspectos permanecen igual un siglo después. Testimonios de la España que fue. Encuadres, detalles y matices que ayudan a entender el país que es hoy.

El Pais Semanal número 1.940

Domingo 1 de Diciembre de 2013