martes, 10 de abril de 2012

Los años mágicos



La Academia de Be­llas Artes de San Fernando expone en Madrid los años dorados de Goya. Una importante colec­ción de retratos y la serie completa de los 'Caprichos', jun­to con sus dibujos preparatorios. Una visión apasionante de la obra realizada entre 1792 y 1804.
ALBERTO ANAUT




En 1792, Francisco de Goya es un pintor de éxito, pero se siente cansado. Tiene 46 años y ya lleva unos cuantos quejándose de arrugas y achaques. La cri­sis de los cuarenta le ha pega­do fuerte. Visto desde fuera, no tiene motivos para quejar­se: pintor del rey desde 1786, la muerte de Carlos III no es ninguna desgracia para él: el nuevo Borbón, Carlos IV, le ha ratificado como pintor de cámara, lo que le supone un sueldo de 15.000 reales. En la Academia tampoco le van las cosas mal: miembro desde 1780, la desaparición de Calle­ja le deja libre el camino y en 1785 ha sido nombrado te­niente director de pintura, in­mediatamente detrás de su cu­ñado Francisco Bayeu. Da clases a los alumnos e ingresa, por ello, otros 3.000 reales. Sin embargo, no se siente feliz. Las nuevas ideas de la Revolu­ción Francesa, que ha estalla­do en 1789, han dado alas a la reacción a este lado de los Piri­neos. Floridablanca impone su ridiculo cordón sanitario y la Inquisición toma partido contra las nuevas ideas. Se em­piezan a perseguir libros y es­critos. El nuevo ambiente no es el mejor para un artista, que pide a gritos —y por escrito-- libertad para las artes y para la creación.
A finales de octubre de 1792, Goya está enfermo. Dos meses en la cama, con dolores de cólico, son más que sufi­cientes para un hombre que no está muy dispuesto a sufrir. Pide permiso al rey para viajar hasta Andalucía, y el traslado, en lugar de mejorarle, le rema­ta. Él no lo sabe, pero proba­blemente se trata de una into­xicación provocada por las pinturas, calentadas por las velas, que el artista colocaba sobre su sombrero para ver mejor cuando se quedaba has­ta las tantas trabajando en el taller. En casa de su amigo Se­bastián Martínez, al que ya ha retratado, mejora lentamente y se entretiene deambulando en­tre cuadros de su colección.


Los nobles 
Goya, pintor de cámara, retrata a la aristocracia de su tiempo. Junto a la marquesa de Santa Cruz (fotografía arriba), la magnífica duquesa de Alba, los dos retratos de la condesa de Chinchón, el Godoy vencedor de Portugal y los condes de Fernán Núñez. Es la España oficial a la que Goya sirve como pintor de cámara y con la que mantiene muchas veces una posición encontrada. Halagado por estar en la Corte, pero contrario a sus usos, el pintor aragonés la pinta favorecida de día de cuerpo entero, para realzar su poder, y la critica de noche en su serie de los Caprichos. Una buena parte de los cuadros de esta exposición pertenece a colecciones particulares que normalmente no se pueden ver; otros viajan desde museos de Europa y América.





 La enfermedad va pasando, pero Goya está débil y, sobre todo, empieza a perder oído. En 1794, quienes le conocen advierten sus dificultades para desenvolverse y su creciente incomunicación. Ramón de Posada, en una carta fechada el 26 de noviembre de 1794, es tajante: "Le hallé del todo sor­do, de manera que fue necesa­rio hablarle por escrito". Tie­ne razón el pintor para quejarse.
Todo parece indicar que el genio anda camino de malo­grarse. Ante la imposibilidad de hacer frente a obras impor­tantes, se refugia en pequeños retratos, que son más fáciles de dominar. No está parado. Entre la segunda mitad de 1793 y los primeros meses de 1794, Goya pinta 14 cuadros de gabinete. Aprovecha para hacer algunos de los encargos que tanto le abrumaban y pin­ta por aquellos años los mag­níficos retratos del coleccio­nista Ceán Bermúdez y su mu­jer, a Ramón 'e Posada sin que se le vean las manos (tal vez porque no pagó lo sufi­ciente para extenderse en más detalles), a Saavedra, el pri­mer retrato de La Tirana —un monumento de la escena na­cional por aquellos tiempos—o su magnífico Autorretrato en el taller, una auténtica joya de apenas medio metro.
Algo ha cambiado en el pintor. Ortega y Gasset lo tra­ta de explicar como un salto hacia la pintura plana y un primer paso hacia el impre­sionismo. Da igual. Este pe­riodo, que Julián Gallego ha identificado como el más rico y abundante en la carrera de Goya, define su personalidad. Al contrario de lo que ocurría en los retratos de su admirado Velázquez —del que ya ha co­piado cuadros en sus prime­ros grabados—, Goya da vida a sus personajes, que asom­bran no tanto por su realis­mo y parecido, que se da por supuesto, como por esa ex­traña sensación que los hace traspasar los límites del lien­zo y convivir con nosotros.



Los amigos 
Junto al Goya oficial está también el Goya íntimo, el que pinta a sus amigos. El retrato de Jovellanos, un ejemplo de español ilustrado y reformista, es uno de los mejores. Debajo, Ceán Bermúdez y su mujer; Martín Zapater, su mejor amigo; Leandro Fernández Moratin y los pintores Asensio Juliá y Francisco Bayeu. Todos representan el mundo personal del pintor, que en esta época ya ha sido vencido por la sordera y se refugia en un círculo de personas que le dan seguridad. Habla con ellos y piensa, como ellos, en una España madama y reformista, que rara vez coincide con la política oficial.




 Mientras tanto, en España empieza a triunfar .la Refor­ma. La conmoción de las pri­meras noticias de la Revolu­ción Francesa deja paso a nue­vas ideas modernas, pero mo­deradas. Goya comparte estos círculos y, así, sus amigos son gentes como Moratín —que había vivido en París las caí­das de las primeras cabezas—, Meléndez, Altamirano y el propio Jovellanos, un ilustra­do que llega a secretario de Gracia y Justicia en los años liberales de Godoy. Con ellos, el pintor rechaza la Revolu­ción pero defiende la Refor­ma. Son sus años mágicos, en los que sueña, junto a otros muchos, con una España re­novada.
Goya discute de política y pinta con pasión. Se siente fuerte en 1796 cuando, retira­do en Sanlúcar, empieza a re­llenar un cuaderno de dibujos que, completado con otro que realiza a su vuelta a Madrid, dará origen a los Caprichos. El artista quiere romper el círcu­lo cerrado que le imponen los cuadros de la Corte —por los que sigue cobrando los mis­mos 15.000 reales, pese a sus peticiones de aumento y a la afrenta de que Ramón Bayeu cobre 5.000 reales más y Ma­riano Maella, casi 10.000--- y los retratos de encargo con los que tiene tanto éxito. Tiene cosas que contar y no puede hacerlo en esos lienzos tan be­llos. El 6 de febrero de 1799 el Diario de Madrid insertaba un texto, probablemente escrito por su amigo Leandro Fer­nández Moratín, en el que anunciaba una "colección de estampas de asuntos capricho­sos, inventadas y grabadas al aguafuerte por don Francisco de Goya". Ochenta grabados, de los que se hicieron 300 ejemplares y que se pusieron a la venta en la tienda de perfu­mes y licores de la calle del De­sengaño, número 1, al nada barato precio de 320 reales. Dos semanas después apare­ció el último anuncio. Las cri­ticas de Goya a los vicios hu­manos habían empezado a





"Los Caprichos"
Los grabados de Goya revolucionan el arte. La evolución desde sus dibujos preparatorios hasta el grabado definitivo, editado en 1799, muestra el proceso de unas obras que, por primera vez, se puede ver completo. El retrato del artista y el capricho `Tal para cual', que satiriza sobre el galanteo, son dos buenas muestras de la evolución de la idea hasta el grabado. Los otros tres corresponden a El sueño de la razón, Linda maestra y Lo que puede un sastre, donde satiriza en torno al clero, al mundo de la brujería y a la propia actividad del intelectual. La edición de los Caprichos sembró en la corte una marea de rumores sobre los personajes a los que Goya quería criticar, que en un primer momento obligaron al artista a retirarlos de la venta y, años depués, a entregar las láminas de cobre a la Calcografía para esquivar a la Inquisición.






Otros retratos
Con más de doscientos retratos pintados a lo largo de su vida, la visita a la obra de Goya no se agota en esta exposición. En Madrid, el conjunto más importante se encuentra en el Museo del Prado, al que pertenece La familia de Carlos IV que aparece en la imagen. Además, hay obras
en la Fundación Lázaro Galdiano, en el Banco de España, en el Palacio Real y en la Real Academia de la Historia. También existen retratos en Zaragoza (Museo de Zaragoza), Sevilla (Museo de Bellas Artes), en Bilbao (Museo de Bellas Artes), en Valencia (Museo San Pío V), en Pamplona (Museo de Navarra) y en Santander (Museo Municipal).


entenderse, tal vez demasia­do. Aquellas caricaturas de Goya revolucionaron el arte del grabado y cayeron como una bomba en una Corte do­minada por el todopoderoso Godoy. Las notas de un anóni­mo personaje francés, que vi­vió en España durante el reina­do de Carlos IV, buscan la do­ble intención de cada estampa: unas mujeres despellejan a unos pequeños seres que vue­lan; son amantes de la reina María Luisa, entre los que el propio Príncipe de la Paz ocu­paba un destacado lugar. No es más que el principio. Según esta interpretación —que, sin duda, se dio por buena en la época—, Goya transformó a Godoy en asno, a ministros en vulgares sacamuelas, criticó a los protegidos del poder, a la Iglesia y a una enorme colec­ción de vicios que le repugna­ban. Un trabajo que estaba de­masiado lejos de aquellos be­llos grabados de Carlos IV se­ñalando con el dedo al infinito.
Goya lanzó su mensaje a los cuatro vientos, pero el escán­dalo que causó le obligó, pri­mero, a dejar de vender sus grabados y, más tarde, en 1803, a tener que regalar al Rey las planchas de cobre de los Capri­chos y las 240 colecciones que no había logrado vender, como la mejor manera de alejarse de la Inquisición, que había em­pezado a molestarle. De este modo, el ya primer pintor del rey —título que le llegó en oc­tubre de 1799 acompañado de una subida que casi multiplicó por cuatro su sueldo— alcanzó sus momentos más dulces na­dando en la ambigüedad que le obligaba unas veces a pintar al Godoy vencedor de Portugal y generalísimo de los ejércitos y otras al miserable primer mi­nistro convertido en asno escu­chando complacido las adula­ciones de un grupo de monos.

La exposición exposición `Goya, la década de los caprichos' está abierta hasta el próximo 10 de enero en la Real Aca­demia de Bellas Artes de San Fer­nando, Alcalá, 13, Madrid.


Articulo publicado en El Pais Semanal. Enero 1992


Starwatcher




Tengo una mala costumbre, pero a veces consigo retomar el hilo. Hace tiempo, vi una página en la red dedicada a Moebius, posiblemente llegué allí rebotado de algun otro sitio. Un dibujante realizó una versión, su versión, del Starwatcher de Moebius y animó a más gente a versionar la obra, todo esto ocurria un año antes del fallecimiento de Giraud-Moebius. Cuando vi la página, había unos pocos dibujos de algunos buenos dibujantes y los guardé, quería mostrarlos y también la página de referencia, que he conseguido encontrarla, parece que la idea ha cuajado y como si de un homenaje postumo se tratase hay bastantes más dibujos dedicados a Starwatcher. Si quereis verlo es aquí.





















David Levine (1926-2009)




David  Levine y su mundo
El arte de la caricatura termina y empieza en David Levine. En su forma tradicional, la del patriarca Max Beerbohm, el caricaturizado, por serlo, difería radicalmente de nosotros. Levine lo convierte en imagen oblicua, pero bien cierta del espectador. Humaniza así a sus víctimas, al tiempo que nos obliga a compartir su tarada humanidad o, dicho sea de paso, a cobrar conciencia del prójimo a nuestra imagen y semejanza.
Con David Levine pasa a la historia la caricatura sintética, la que popularizó en España, en otra generación y dentro de límites preciosistas, Bagaría con sus «monos». Pasan a la historia también, aunque aquí no lo hayamos advertido, los monigotes que pueblan nuestros pagos y periódicos por obra y gracia de quienes no saben dibujar, por muy diestros que resulten con la idea o la palabra.
Frente a las prisas de nuestra época, cuando el tiempo es la más desvalorizada de las monedas, pues poco vale y para menos sirve, atesóralo avaricioso Levine para un arte tan fugaz como la caricatura. Sus bufones, como los de Velázquez, no nacen por conjuro de la nada. Su génesis exige largas horas y ancho silencio, poblados de minuciosa concentración, donde el trabajo es compleja filigrana, obra de romanos, realizada con lupa y a punta de pluma punzante y minúscula.

















sábado, 31 de marzo de 2012

Una enciclopedia mundial del tebeo


Especialistas de 27 países seleccionan las obras imprescindibles de la historia del cómic
El Pais
TEREIXA CONSTENLA Madrid 8 MAR 2012




Una viñeta de 'Little Nemo', creado en 1905 por Winsor McCay para las páginas dominicales del New York Herald.

Terry Gilliam aprendió a dibujar copiando cómics. Siendo eso importante, no fue la enseñanza más trascendental que recibió del medio el director de Brazil. Brotando de las viñetas descubrió algo más importante: el erotismo. Tendría unos 12 años cuando unas siluetas de Wally Wood en la revista MAD se grabaron de por vida en su memoria. La razón fue simple: la excitación por la vía de la imaginación acababa de entrar en su vida. “Los dibujos de Wally Wood a pluma y tinta avivaban las llamas sexuales con mayor eficacia”, confiesa el exmiembro de Monty Phyton.
Ni siquiera los castigos familiares, desatados cuando encontraron debajo de la caja de herramientas paterna aquellos dibujos que avivaban la sexualidad del niño Terry, fueron más poderosos que la magia que emanaba de las curvas dibujadas por Wood. Se enganchó para siempre. El cineasta no titubeó en sacrificar sus estudios académicos para convertirse en el director adjunto de la revista HELP! junto a su ídolo, Harvey Kurtzman. El cómic le dio varias lecciones: “Nada era sagrado”. “La pomposidad debía ser aniquilada”. “La hipocresía tenía que salir a la luz”. “La risa te salvaba la vida”. “La inteligencia podía ser divertida”. “La estupidez era sublime”. En justa correspondencia, Gilliam rinde homenaje a las historietas en el prefacio que ha escrito para 1001 cómics que hay que leer antes de morir, editado ahora en España por Grijalbo.
Hay 14 libros de españoles, como Prado, Max, Ibáñez o Giménez
Paul Gravett es el editor general de esta obra, publicada en inglés en 2011, pero no el único responsable de la selección. Pese a su vasto conocimiento sobre el mundillo, en el que lleva trabajando desde 1981, ni siquiera Gravett se ha leído los 1001 cómics que se citan en el volumen. Para elaborar la lista recurrió a 67 expertos (entre ellos el catalán Alfons Moliné), repartidos por 27 países, que escogieron cómics publicados en todo el mundo, de Eslovenia a Sudáfrica, de Finlandia a India; de Australia a Grecia. El peso, huelga decirlo, recae sobre los grandes centros de la historieta desde el principio de los tiempos: Estados Unidos, Japón y Francia. “Cada nación tiene su actitud hacia los cómics, y su situación social, cultural y política no siempre es propicia para generar una cultura de cómic local”, señala Gravett en la introducción a la obra.
El principio de los tiempos del cómic puede situarse en el siglo XVIII, aunque Gravett, como todos los apasionados con su afición, olfatea las raíces en los tiempos de la caverna: “Podría decirse que es posible seguirles la pista hasta los primeros dibujos figurativos de las cuevas y, luego, a través de grabados, periódicos de gran formato, libros infantiles, manuscritos iluminados, pergaminos jeroglíficos”.

Superhéroes de 'Watchmen'.



El abanico temporal de 1001 cómics que hay que leer antes de morir arranca en el siglo XIX y concluye en 2011. Los amores del señor Vieux Bois (1837), la primera obra reseñada, fue autoeditada por el maestro de escuela suizo Rodolphe Töpfer, que no tardó en ser pirateado en Reino Unido y EE UU. La antología se cierra con Habibi, la novela gráfica de 700 páginas en la que Craig Thompson crea el mundo imaginario de Wanatolia para reconciliar las tradiciones de Oriente y Occidente.
Gravett no oculta su satisfacción: “Además de ser uno de los pocos intentos por crear un verdadero canon mundial de los cómics, también genera una interesante cronología internacional sobre cómo ha cambiado y sigue transformándose este género”.
El volumen incluye 14 obras españolas, publicadas entre 1971 y 2009. Haxtur, que apareció en la revista juvenil Trinca por entregas, fue una creación de Víctor de la Fuente, que suscitó a partes iguales alabanzas internacionales y trabas de la censura franquista; es la primera referencia española, junto a las aventuras de Esther y su mundo, la adaptación de Purita Campos del Patty’s world. La última es El arte de volar, de Kim y Antonio Altarriba. Se incluyen también Paracuellos, de Carlos Giménez; Mortadelo y Filemón, de Ibáñez; la primera entrega de Roco Vargas, de Daniel Torres, y Blacksad, de Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales, entre otras. Miguelanxo Prado es el único español con dos obras en este canon mundial del cómic: Quotidianía delirante (1987) y Trazo de tiza (1992).


Otro articulo sobre el libro del canon aquí

En busca del misterio de los númidas



Arqueólogos catalanes desentierran en las ruinas de Althiburos, en Túnez, el pasado de los jinetes más famosos de la antigüedad

El Pais
JACINTO ANTÓN Barcelona 19 MAR 2012

















Representación de uno de los temibles jinetes númidas

“Eorum in equitatu maxima laus fuit”. Su mayor gloria fue la caballería. La palabra númidas conjura la vertiginosa imagen de la caballería ligera más famosa y decisiva de la antigüedad. Los jinetes que ayudaron a Aníbal a convertirse en leyenda, que luego colaboraron resolutivamente a su derrota en Zama y que más tarde cabalgaron junto a César en sus campañas en la Galia. Convertida en indispensable fuerza auxiliar de las legiones, la caballería númida era tan emblemática como los honderos baleares, los arqueros cretenses o los nadadores bátavos. Tito Livio, admirado de su virtuosismo ecuestre los comparó con los desultores del circo, los acróbatas caballistas, por tener la misma capacidad de saltar de un caballo a otro, incluso en pleno combate. ¿Pero quiénes eran esos númidas ágiles y veloces que han dejado un rastro de sobresaltado respeto en el mundo antiguo?

Originarios de Numidia (abundante en feroces leones, decía Plinio), un reino que comprendía partes de Argelia, Túnez y Marruecos, entraron en contacto con los cartagineses, que los usaron como mercenarios (Serge Lancel ha dicho que fueron para Cartago lo mismo que los cosacos para el imperio ruso), y luego con los romanos. Divididos en tribus y facciones, a menudo enfrentadas, los númidas apoyaron a Cartago o a Roma y guerrearon contra una y otra en las Guerras Púnicas. Entre sus caudillos figuran grandes personajes de la antigüedad como Sifax, aliado de Cartago y casado con la desgraciada Sophonisba, entregada por su padre Asdrúbal Gisco; Naravas, inmortalizado por Flaubert en Salambó; Masinisa, amigo de Escipión el Africano, y Jugurta, que tuvo en jaque a la república romana con sus guerras y sobornos.

Las fuentes clásicas nos dan información escasa y confusa sobre el pueblo númida, más allá de su relación con Roma, y la historiografía y la arqueología no los ha tenido muy en cuenta. Así que en realidad son unos grandes desconocidos y si historia está llena de enigmas. A resolverlos en lo posible se dedican ahora sobre el terreno un grupo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona (UB) encabezados por Joan Sanmartí que excavan desde 2006 en el yacimiento númido-romano de Althiburos (actual el Medeina), en el noroeste de Túnez, en la provincia de el Kef, a 215 kilómetros de la capital del país y a menos de 50 de la frontera argelina.

Las excavaciones, un proyecto catalano-tunecino en el que colabora el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC), trata de sacar a los númidas de la oscuridad de la historia y de momento ya ha conseguido hacer retroceder su pasado la friolera de medio milenio, hasta al menos el siglo IX antes de Cristo. Alguno puede pensar que la cronología númida no es algo para quitarnos el sueño y menos con la que está cayendo, pero descubrir que hubo una gente en el Magreb que ya se había sedentarizado y construía núcleos urbanos antes del contacto con cartagineses y romanos es un puntazo para nuestra arqueología.

“La idea de excavar allí nació al observar el vacío de conocimientos que tenemos del mundo africano pre romano”, explica Sanmartí en su abigarrado despacho de la UB en el que destaca una vieja reconstrucción de la Acrópolis y la más bien incoherente foto de un grupo de guerreros apaches, entre ellos Jerónimo. “Existe un gran desequilibrio en comparación con lo que sabemos de la historia de la otra orilla del Mediterráneo, situación que tiene que ver con los planteamientos colonialistas con los que se ha trabajado en el Magreb, una arqueología de legitimación de la ocupación occidental que exaltaba y ponía en valor el pasado romano ignorando e incluso ocultando las muestras de civilización autóctona”. En Althiburos, como en la mayor parte del norte de África, esas huellas están bajo las ciudades romanas, si exceptuamos las grandes tumbas reales númidas.

Otra razón que ha llevado a Joan Sanmartí y su equipo a excavar es el interés por estudiar el proceso de formación de los Estados antiguos
Otra razón que ha llevado a Sanmartí y su equipo a excavar es el interés por estudiar el proceso de formación de los Estados antiguos. La misión de la UB ha aprovechado las buenas relaciones catalanas con Túnez y la receptividad tunecina ante el proyecto, aunque luego se han encontrado con la Primavera Árabe y la revolución que derrocó al presidente Ben Alí, lo que les costó no poder excavar el año pasado. Regresan el próximo día 30.

“De los númidas sabíamos que en la Segunda Guerra Púnica, en el siglo III antes de Cristo ya eran importantes, así que en el siglo IV cuando menos ya debía existir un Estado númida. La Numidia de las fuentes clásicas, como Salustio, es un mundo de grandes monarcas sometido a tensiones y turbulencias sucesorias, que Roma aprovecha y a menudo instiga. ¿Pero qué había antes?”. Le pregunto al estudioso antes de seguir cómo hemos de imaginarnos físicamente a los númidas. “Eran bereberes, paleo bereberes si quieres, hay una continuidad muy clara con ellos, de idioma, de escritura, el amazigh. Su estructura política era de base tribal, no tenían una idea de estado nacional moderno; una serie de grandes señores elegirían a un primus inter pares como rey. Las fidelidades eran variables y fáciles de comprar. Esa propensión a cambiar de bando que observamos en los númidas también se da en los iberos”.

Allthiburos está en un altiplano a casi 800 metros, un lugar muy bonito en el que destacan las ruinas de la ciudad romana, foro, capitolio, teatro. “Excavamos a lado y lado del capitolio, donde podemos; hemos encontrado los niveles antiguos númidas. No hay elementos visualmente espectaculares pero hemos hallado la pared de piedra más antigua de África, descontando las estructuras prehistóricas. Del siglo IX o X a. de C. No conocíamos ni una sola pared númida anterior al siglo III a. de C. Como ves resulta un salto temporal extraordinario”. Sanmartí subraya que se aprecia en la estratigrafía una evolución fluida y una continuidad cultural. “Es el primer paso para hacer una documentación científica de este mundo. Cierto, el interés monumental es muy pequeño, pero hemos llevado a los númidas 500 años atrás en la historia, hasta el siglo X a. de C, medio milenio antes de lo que nos mencionaban las fuentes escritas. Ahora sabemos que eran sedentarios en ese momento tan remoto, cultivaban viña, y luego olivo; no eran nómadas, se habían asentado. Y lo habían hecho puramente por desarrollo propio y no por influencia de Cartago. Había empezado el camino hacia estructuras estatales”.

Le pregunto a Sanmartí que habría pasado de no mediar los cartagineses y romanos. “Es una ucronía, ¿habrían desarrollado conceptos de ciudadanía como los del mundo griego y luego romano? No parece, su base era muy tribal, no creo que hubiesen dado lugar a una gran civilización de referencia”. En todo caso, recalca, para un país como Túnez es muy importante descubrir la dimensión histórica de su pasado, aunque también es cierto, matiza, que se recela en algunas instancias de los orígenes identitarios amazigh, bereber. Se ve a los númidas como paganos remotos, preislámicos. Más sospechosos que los cartagineses, al fin y al cabo de lengua semita.

Dese el punto de vista humano, Sanmartí está encantado con la experiencia. “La gente en el mundo rural tunecino es muy hospitalaria y amable; conservan identidades tribales”. No considera que los cambios en Túnez hayan traído un clima malo, y es optimista sobre el futuro del país. Los trabajos de la UB, de los que se acaba de publicar un impresionante primer volumen de memoria científica, no acaban en Althiburos: realizan prospección en todo el valle, estudian monumentos megalíticos, quieren excavar un gran túmulo. .. Los viejos jinetes, pues, seguirán revelando sus secretos.

Asterix y Obelix

                             
                                                   
GOSCINNY, ALIAS ASTÉRIX
En la lámina que abre el álbum La rosa y la espada', Uderzo caricaturiza a René Goscinny disfrazado de Astérix y a sí mismo disfrazado de Obélix. Efectivamente, Goscinny era un hombre bajito y con fuerte carácter, y Uderzo es un grandullón. Al margen de las medidas físicas, ese
dibujo es un explícito reconocimiento de que el cerebro de la pareja de creadores era el guionista, René Goscinny. Cosa que cualquier lector de las aventuras de los dos guerreros galos ya sabía, pues desde que Uderzo. por defunción de su socio, se ha hecho cargo de los guiones, éstos capotan en una complaciente autoparodia no siempre feliz. Hay que admitir que sustituir a
Goscinny requería mucho coraje o mucha inconsciencia. El Big Bang del cómic europeo se produjo a partir del encuentro de dos elementos fundamentales. dos guionistas: René Goscinny y Jean-Michel Charlier. El segundo firmó series realistas tan excelentes como 'El teniente Blueberry' o 'El demonio de los mares'. El primero fue el genio indiscutible del humor: responsable de 'Lucky Luke' —dibujado por Morris—. de 'El pequeño Nicolás' —con Sempé— y de 'Astérix' —con Uderzo—, que es, después de 'Las aventuras de Tintín', el mayor éxito de los cómics europeos de todos los tiempos. Ambos, Goscinny y Charlie fundaron en 1959 y codirigieron durante los años fundamentales la revista Pilote', el primer tebeo dirigido a un público
adulto. Cualquier semiólogo sabe que Astérix fue concebido para complacer y adular a una mentalidad patriótica fuertemente gaullista. según la cual el mundo podía rodar hacia un lado, pero Francia se lo bacía por su cuenta. satisfecha con su joie de vivre', gallita con su force de frappe' (o sea. la poción mágica; ¿comprenden», ¿eh», y la
especificidad de su política internacional. El éxito internacional del personaje demuestra: uno, que a los lectores de todo el mundo estas consideraciones les importaban un pepino, y dos. que Astérix-Goscinny y Obélix-Uderzo eran lo bastante listos e ingeniosos para hacerse entender y disfrutar por encima de ellas.
Texto: Ignacio Vidal-Folch


¿EXISTIÓ LA POCIÓN MÁGICA?

¿Son Astérix y Obélix personajes históricos? ¿Panorámix? ¿Idéfix? Bueno, a expensas de que aparezca algún documento antiguo que pruebe lo contrario, todo parece indicar que Uderzo y Goscinny se los inventaron Eso no quiere decir que el marco en que se mueven sea imaginario, muy al contrario. Obviamente, Julio Césa existió, conquistó la Galia y aplastó la rebelión del noble arverno Vercingétorix, que se vio obligado a rendirse tras un salvaje sitio en el oppidum -fortificación- de Alesia, en septiembre del 52 antes de Cristo. No consta que el altivo Vercingétorix tirara sus pesadas armas sobre los pie de Julio, aplastándoselos, pero muy bien podría haber sido así, dado que el propio César (La guerra de las Galias) es la única fuente escrita de que disponemos para el asunto y habrá omitido las cosas desagradable (¿como la resistencia a las legiones de un pequeño pueblecito?). Según la tradición latina, César fue muy considerado con los galos vencidos. Sin embargo, Vercingétorix fue arrastrado tras su carro en el triunfo que Roma le dedicó, y luego ejecutado por estrangulamiento. Parece lógico que Astérix y los suyos no quisieran rendirse. Los galos guardaban muy mal recuerdo de Alesia -hasta tal punto que durante mucho tiempo se perdió la memoria histórica de su emplazamiento- y, en cambio, hablaban mucho, y con orgullo, de otra fortificación, Gergovia, en cuya toma César fracasó. Hace un par de años, los arqueólogos descubrieron en el norte de Francia un pequeño poblado, con empalizada y todo, que fue publicitado, de manera un tanto descerebrada, como "el pueblo de Astérix"; el lugar se parecía mucho al imaginado por Goscinny y Uderzo y no presentaba evidencias de destrucción (quizá no fue nunca tomado). Las costumbres militares de los galos están bien descritas en los álbumes de Astérix: es cierto que atacaban en tromba, sin ningún respeto por la disciplina militar (la anarquía les perdió), y que los romanos les tenían horror. No sólo por su forma bárbara de lucha (a menudo completamente desnudos, con cantos bélicos que ponían los pelos de punta -tipo el bardo Asurancetúrix-, y al son de los carnyx, trompas con forma de animal). Era, además, el de los romanos un horror con raíces históricas, pues los galos llegaron a asaltar Roma en el 390 antes de Cristo y durante las guerras púnicas se alinearon a menudo con los cartagineses. Los galos, como otros pueblos celtas, mostraron un interés desmesurado por las cabezas y solían llevarse las de los enemigos caídos en combate como recuerdo. Eso no sale en Astérix (hay que reconocer que no sería muy edificante), pero es que a menudo lo obvia hasta la historiografía tradicional. Los druidas están bien retratados (excepto porque practicaban sacrificios humanos, quemaban en cestas a los prisioneros y leían el futuro en las convulsiones de víctimas acuchilladas al efecto). El caldero (y también el muérdago) era, sí, pieza fundamental en los mitos y ceremonias celtas (es muy célebre el de Gundestrup). Y la caída de Obélix en él transparenta un rito de iniciación: a través del caldero se accedía al inframundo y se obtenían poderes. La poción mágica: bueno, existen indicios de que algunas fratrías guerreras de los galos -al igual que los berserkir germanos- entraban en combate intoxicados con ciertas sustancias; se volvían audaces hasta la
locura y no sentían el dolor. La fórmula sería muy codiciada. Es cierto, en fin, que los piratas infestaban los mares de la antigüedad; pero no siempre tuvieron tan mala suerte. 
Texto: Jacinto Antón








Est tibi carus Asterix? (¿Es usted Asteroxófilo?)



1 El valeroso jefe galo Abraracúrcix sólo le tiene miedo a una cosa. ¿Cuál?
A: Que los romanos descubran la fórmula de la poción mágica secreta de Panorámix.
B: Que se desplome el cielo sobre su cabeza.
C: A su esposa Karabella.

2¿En cuántas aventuras de Astérix aparece la reina Cleopatra?
A: En todas.
B: En una: Astérix y Cleopatra.
C: En dos: Astérix y Cleopatra y El hijo de Astérix.

3 Según el mapa de la Galia que aparece al comienzo de todos los álbumes, ¿cómo se llaman los cuatro campamentos romanos que rodean la irreductible aldea donde vive Astérix?
A: Pocospélum, Fructuárum, Babaórum y Piscatórum.
B: Babaórum, Acuárium, Laudánum y Petibónum.
C: Olitórum, Petibónum, Fructuárum y Siliginárum.

4 .Sin embargo, en varias aventuras uno de estos campamentos es conocido por otro nombre. ¿Cuál de ellos y cómo se llama ahora?
A: Babaórum, ahora se llama Pastelárum.
B: Olitórum, ahora se llama Peponárum.
C: Laudánum, ahora se llama Pastelárum.

5 ¿En qué año y para qué semanario crearon Uderzo y Goscinny a Astérix?
A: En el año 1959, para la revista Tintín.
B: En 1959, para la revista Pilote.
C: En 1965, para la revista A Suivre.

6 En Astérix el galo, primer álbum de la serie, los romanos creen haberse hecho con la poción secreta que da su increíble fuerza a los galos. Sin embargo, se llevan un chasco, porque la poción que los romanos beben no es la verdadera y en lugar de fortalecerlos...
A: Les da un toque de color a sus lenguas: las pinta de morado.
B: Hace que les crezca el pelo sin parar.
C: Les da sueño.

7 ¿Cuántos álbumes finalizan mostrando una gran fiesta-banquete de la tribu gala?
A: Todos.
B: Todos menos Astérixy Cleopatra.
C: Todos menos La vuelta a la Galia y Astérixy Cleopatra.

8 Por cierto, en estos banquetes VIII suelen participar todos los habitantes de la aldea excepto uno. ¿Quién y por qué?
A: Obélix, porque no le dejan comer mucho jabalí para no perder la línea.
B: Panorámix, el viejo druida, ya que suele quedarse dormido.
C: Asurancetúrix, el bardo, quien suele ser atado y amordazado para evitar que cante durante la fiesta.

9 Todos los banquetes mostrados se sitúan en un poblado galo y, normalmente, a la luz de la luna. Todos menos uno de ellos que se celebra bajo el sol de Armórica y en...
A: Un campamento destruido en El escudo arverno.
B: Un poblado normando en Astérix y los normandos.
C: La fastuosa galera de Cleopatra en El hijo de Astérix.

10 ¿Cómo se llama el temperamental vendedor de pescado de la aldea gala?
A: Ordenalafabétix.
B: Numerárix.
C: Diabétix.

11 ¿En qué aventura aparece por primera vez Idéfix, el diminuto perro de Obélix?
A: En Astérix el galo.
B: En La vuelta a la Galia.
C: En Astérix en la India.


12 Obélix se caracteriza por su carácter alegre y dicharachero hasta cuando vapulea a los romanos, pero hay una cosa capaz de sacarle de sus casillas y enfadarle de verdad. ¿Cuál?
A: No tener jabalí para comer.
B: No tener romanos a quienes zurrar.
C: Que le llamen gordo.

13 ¿La numeración de los álbumes de Astérix corresponde al orden cronológico en el que fueron realizados por Goscinny y Uderzo?
A: Sí.
B: No.

14 Es toda una tradición que cada vez que Astérix y Obélix se echan a alta mar se topen con un grupo de desdichados piratas, cuyo barco es inevitablemente destruido por los invencibles galos. Pero, ¿en
qué aventura se encontraron por vez primera los dos galos y los piratas?
A: En Astérix en los Juegos Olímpicos.
B: En Astérix gladiador.
C: En La rosa y la espada.

15 ¿Cuál es el nombre del  habitante más anciano de la aldea gala?
A: Matusalénix.
B: Muchosáñix.
C: Edadepiédrix.

16 ¿Cuál es el juramento favorito de los galos?
A: iPor Tutemis!
B: i Por Tatumis!
C: i Por Tutatis!

17 ¿Cuál es el primer álbum escrito y dibujado en solitario por Uderzo, tras la muerte de su guionista René Goscinny?
A: La odisea de Astérix.
B: El combate de los jefes.
C: La gran zanja.

18 ¿Cómo se llama el orgulloso líder íbero en Astérix en Hispania?
A: Pepe Belén de la Cuñeta y Gorrez.
B: Sopalajo de Arrierez y Torrezno.
C: Jualón Sueltalamosca y Acelerez.

19 ¿En qué álbum Astérix y Obélix atraviesan el océano Atlántico y toman contacto con una tribu de indios norteamericanos?
A: En Astérix y el caldero.
B: En La gran travesía.
C: En La cizaña.

20 ¿Qué regalo sorpresa de cumpleaños le prepara toda la tribu al más fuerte, gigantesco e ingenuo de sus habitantes en Obélix y compañía?
A: Una manada entera de jabalíes.
B: Un menhir gigantesco y reluciente.
C: Todo un destacamento romano nuevecito para vapulearlo él solo.

21 ¿Para qué suele utilizar el herrero de la aldea gala su martillo además de para su trabajo en la fragua?
A: Para quitarse el dolor de cabeza a martillazos (es muy bruto).
B: Para convencer al bardo Asurancetúrix de que no toque la lira y le atonte con su música.
C: Para amenazar a Obélix cuando discuten.

22 En una aventura de Astérix y Obélix aparecen un par de invitados muy especiales, el gordo y el flaco como dos auténticos soldados romanos. ¿En cuál de ellas?
A: En Obélix y compañía.
B: En Astérix en los Juegos Olímpicos.
C: En Astérix legionario.

23 Siguiendo con parejas famosas, en otro álbum de la serie aparecen fugazmente otros dos personajes muy especiales de la historieta europea, dos grandes clásicos. ¿Quiénes son y en qué álbum aparecen?
A: Hernández y Fernández, los personajes de las aventuras de Tintín, en Astérix en Belgica.
B: Mortadelo y Filemón, en Astérix en Hispania.
C: Spirou y Fantasio, en El adivino.






Solución al Test: 1-B 2-C 3-B 4-A 5-B 6-B 7-A 8-C 9-C 10-A 11-B 12-C 13-B 14-B 15-C 16-C 17-C 18-B 19-B 20-C 21-B 22-A 23-A



El Pais Semanal

Héroes de calzón largo.

Batman, el vigilante enmáscarado, última repesca del cine de la saga de justicieros esquizofrénicos.

CARLES SANTAMARÍA
Batman sobrevuela, desde el viernes, los cines españoles. Este sujeto esquizofrénico, con ten­dencias depresivas, sustituye a Supermán en la saga de justicie­ros de calzón largo que, nacidos en los refugios cuadrangulares de la viñeta, han regresado a la pan­talla grande donde la tecnología del eine refuerza sus insólitas ha­bilidades para volar, luchar y, en definitiva, vencer.
Una infinidad de héroes en­mascarados, caracterizados con llamativas indumentarias, han asolado las viñetas de los comics norteamericanos desde la llega­da de Superman a la tierra, hace ya más de 50 años. Algunos de estos personajes poseen poderes sobrehumanos, fruto de su pro­cedencia extraterrestre o de algu­na mutación sufrida por su orga­nismo en singulares accidentes. Otra de sus características suele ser la doble personalidad, ya que mientras el deber no los requiere son unos ciudadanos corrientes. Su misión no ha sido otra que salvaguardar el orden estableci­do, lo que les ha llevado a com­batir las maquinaciones de los vi­llanos más perversos, y no menos pintorescos que sus antago­nistas.
La tradicional lucha del bien contra el mal tiene en estas histo­rietas una interesante reedición. Superman y Batman, paradig­mas respectivamente del super-héroe y del vigilante enmascara­do, han utilizado sus poderes y recursos tecnológicos para impe­dir que malvados como Lex Lut­hor y el Joker llevaran a cabo sus planes. Millones de lectores han confiado la salvaguardia de la bandera, la vida y las propieda­des en las manos de estos justi­cieros de calzón largo. Su apari­ción al final de la década de los treinta en Estados Unidos fue providencial para la sociedad norteamericana, sumida todavía en los efectos de la depresión y temerosa de las posibles conse­cuencias de la guerra en Europa.
Los superpoderes de Super­man animaban a los norteameri­canos a pensar que ninguna po­tencia extranjera podría amena­zar la seguridad de su país, ya que ellos tenían al hombre de acero para protegerlo. Batman, por su parte, se cuidaba desde los tejados de Gotham City de que ningún maleante atentara contra la bolsa o la vida de ciuda­dano honrado alguno. Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores de



Superman, fueron repetidamente a los tribunales para que se les reconocieran sus derechos sobre el personaje. Ante los fallos des­favorables de la justicia, Siegel manifestó en una ocasión con ironía que albergaba la esperan­za de que "Superman irrumpiese e hiciese algo para resolver el tema".
Cuando el milenio toca a su fin, estos veteranos justicieros si­guen en activo, ya que la edad no es un problema vital para los hé­roes de papel. Sin embargo, el tiempo no pasa en balde y bajo sus siluetas se esconden profun­das cicatrices. "No estamos en los viejos tiempos", le dice Superman a Batman, un ser amargado y vengativo en el comic The dark knight, obra del dibujante y guionista Frank Miller. Pero Batman no hace caso de las pala­bras de su amigo, ya que para él continúa siendo lícito cualquier método para combatir el crimen. No ha olvidado el juramento de dedicar su vida a este fin, que hizo ante los cadáveres de sus padres, asesinados delante suyo cuando era niño.
Esquizofrenia 
La doble personalidad de muchos de estos héroes de los tebeos no es siempre una realidad que ellos asumen fácilmente. Bruce Wayne es un millonario filántropo de día, mientras que de noche se disfraza de hombre-murciélago "para ate­rrorizar los corazones supersti­ciosos de los maleantes", como él mismo señala. A la luz del sol, Bruce Wayne desarrolla una in­tensa actividad desde su funda­ción para reintegrar en la socie­dad a las ovejas descarriadas y mitigar el sufrimiento de pobres y enfermos. Las buenas maneras desaparecen en las tinieblas de la oscuridad, donde su vampiresca personalidad se ensaña con los reincidentes.
Aparentemente, son dos face­tas complementarias de la activi­dad que desarrolla para lograr un objetivo común: la estabilidad social. Sin embargo, Batman ab­sorbe a Bruce Wayne y la violen­cia se acaba por imponer, no como un medio sino como un fin. En el combate final de La broma asesina, con guión de Alan Moo­re y dibujos de Brian Bolland, el Joker le echa en cara a Batman que en el fondo ambos son igual de sádicos y que la única diferen­cia entre ellos es que cada uno causa el dolor a los demás desde un lado de la ley distinto. "Nece­sitas seguir pretendiendo que la vida tiene sentido, que hay una razón en toda esta lucha", le dice.
Spiderman es un superhéroe moderno, nacido de la mano de Stan Lee y Steve Ditko en 1962.
Su historia se inicia cuando Peter Parker adquiere unos denomina­dos poderes arácnidos de forma accidental y se convierte en el hombre-araña. En la historieta Ser o no ser, Peter decide aban­donar su otra personalidad, ya que su situación emocional y económica se ha hecho insosteni­ble. "¡He estado engañándome! ¡Jugando como un niño!", excla­ma. Pero su otro yo se revela en su interior y finalmente tiene que comprar el vestuario de hombre-araña que había vendido en una casa de empeño.
No menos compleja es la si­tuación de Daredevil, un héroe ciego que ha desarrollado sus otros cuatro sentidos de una for­ma extraordinaria. La desbor­dante imaginación de Stan Lee y su capacidad para dotar de una faceta verdaderamente humana a sus héroes enmascarados tiene en este personaje un ejemplo muy interesante. Matt Murdoch es la otra identidad de Daredevil y su profesión es la abogacía, aunque, como resulta evidente, no se conforma con dirimir cier­tos pleitos en los tribunales.
Algunos de estos seres nacie­ron como un refuerzo de las fuer­zas de seguridad del Estado y muchos de ellos se han converti­do en incontrolables y peligrosos para los gobiernos que apoyaron sus actividades. The watchmen,de Frank Miller, plantea lo incó­modos que pueden resultar unos vigilantes que entraron a saco contra el crimen organizado en Nueva York y se comportaron, algunos de ellos, como unos ma­tarifes en Vietnam. Ante los des­manes que provocan sus accio­nes justicieras, las paredes de la ciudad aparecen llenas de pinta­das con este lema: "¿Quién vigila a los vigilantes?".
Aquí es donde aparece la figu­ra del presidente de Estados Uni­dos, un recurso muy utilizado por Frank Miller. Ronald Rea­gan aparecía en The dark knight como un gobernante senil, que pide a Superman que frene a Bat­man con estas palabras: "El mundo ha cambiado, hijo. No es





como en los viejos tiempos. Oja­lá fuera así. Le daría una meda­lla. ¿Quieres una, hijo?". Adrián, uno de los vigilantes de The watc­hmen, justifica el asesinato colec­tivo de la población de Nueva York como el único medio para que el mundo se dé cuenta de los efectos devastadores que tendría una guerra nuclear. Este perso­naje no duda en justificar su cri­men amparándose en una frase de un discurso de John F. Kenne­dy, que dice así: "Nosotros, en este país, en esta generación, so­mos por destino, más que por elección, los vigilantes de la liber­tad mundial".
Adaptaciones franquistas 
Sorprenden algunos de estos co­mics de superhéroes por las cues­tiones tan sugerentes que plan­tean, lo que les confiere un extra­ordinario atractivo en la actuali­dad. Bastantes héroes de calzón largo se han despojado de su dis­fraz para mostrar sus contradic­ciones y angustias, y han dejado de portarse como seres indestruc­tibles y, por ello, insensibles al do­lor. El enorme éxito comercial de que vuelven a disfrutar los comic­books de superhéroes ha converti­do a estos personajes en salvado­res de una industria editorial que no había atravesado un buen mo­mento en Estados Unidos duran­te la década de los setenta. Mar­vel y DC son los dos colosos que lanzan a sus guerreros a las viñe­tas para que se enfrenten a la siempre dificil misión de conquis­tar una porción del mercado.
España se ha convertido en los últimos años en uno de los países donde se publican más co­lecciones de superhéroes norte­americanos, que alcanzan el me­die centenar, a pesar de que en el pasado no gozaron de excesiva popularidad. La aparición de Su­perman coincidió con el triunfo del bando franquista en la guerra civil. El modelo de superhombre que propugnaba el régimen no poseía poderes sobrenaturales, ya que estas facultades estaban reservadas únicamente a Dios. Sus características se basaban en cualidades como el patriotis­mo, la religión y la valentía.
La censura hizo que Super­man se editara con el nombre de Ciclón, el superhombre en el que sus facultades innatas, y por ello sustantivas, pasaban a ser de or­den adjetivo. El Guerrero del Antifaz, un abnegado cruzado cristiano, era el modelo que el ré­gimen quería para los tebeos.  

Articulo de El Pais, domingo 1 de octubre de 1989