lunes, 22 de diciembre de 2014

Pintores rusos del siglo XIX (I)

DUBOVSKOIY Nikolaiy - Raduga (rainbow)

DUBOVSKOIY Nikolaiy - Sumerki (dusk)

ENDOGUROV Ivan - Dozhd' (Rain)

ENDOGUROV Ivan - Nachalo vesny (begining of spring)

ENDOGUROV Ivan - Ranniaia vesna (early spring)

GRABAR' Igor' - Fevral'skaia lazur' (february azure)

KAMENEV Lev - Lunnaia noch' na reke (moonlight over river)

KAMENEV Lev - Peiyzazh (paysage)

KAMENEV Lev - Savvino-Storozhevskiiy monastyr' pod Zvenigorodom (S-S monastery near Zvenigorod)

KAMENEV Lev - Tuman. Krasnyiy prud v Moskve osen'iu.(Fog. Nice pond in Moscow Autumn)

KAMENEV Lev - U plotiny (at the dam)

KAMENEV Lev - Vesna (spring)

KAMENEV Lev - Vid na reku Kazanku (view on river Kazanka)

KAMENEV Lev - Zimniaia doroga (winter road)

KAMENEV Valerian - Vid v okrestnostiah Gatchiny (View at surroundings of Gatchiny Town)


KAZANCEV Vladimir - Na Urale (At Ural)


domingo, 21 de diciembre de 2014

El Juego de la Oca



Sambre
T.2 Sé que vendrás 
Colección Biblioteca Gráfica Ediciones Glénat 
PVP: 1.960 Pts

FELIPE HERNÁNDEZ CAVA

Cuando Lorenzo Díaz me descubrió SAMBRE, me sorprendió gratamente comprobar que, aparte de Federico del Barrio, había algunos otros autores, Yann e Yslaire en este caso, que comprendían de verdad el sentido último del impulso romántico, aquel principio de libertad al que se refería el, en este álbum, homenajeado Víctor Hugo.

No hablo, por supuesto, de los lugares comunes que la gente asocia al romanticismo, y con los que tan hábilmente Yann juega (tormentas, cementerios, pasiones que trascienden la vida,...), sino del carácter globalizador que la poética romántica encierra al afrontar la existencia y la creación. Hablo, en suma, de la persecución de ese crisol en el que poesía y prosa, razón y sinrazón, arte y naturaleza... el todo, en fin, pudiera hacerse uno, dado que la meta era el infinito, como quería Baudelaire. Y, en tanto hablo así del romanticismo como síntesis, siempre he pensado que hablaba de algo
rabiosamente moderno para una época como la presente, tan ávida por las apropiaciones artísticas.

Pero no pretendo ser grandilocuente ni oscuro para justificar aquí y ahora esta obra, una de las dos mejores editadas este año. Yann, por si alguien no se ha enterado a estas alturas, es uno de los mejores guionistas europeos y uno de los que, amén de espléndido dialoguista, con mayor habilidad se vale de los recursos simbólicos en el relato. SAMBRE se puede abordar, como sólo sucede con los buenos trabajos,desde muchos ángulos —referencias literarias explícitas e implícitas, referencias pictóricas, valor narrativo del color,...— de casi todas las cuales ha escrito, y muy acertadamente, Tino Reguera en El Maquinista Mensual, por lo que no voy a abundar en lo mismo. Pero hay una forma de leer esta historia sobre la que nadie ha escrito, que sí me gustaría señalar en estas breves líneas: la que me recuerda al juego de la oca. No, como comprenderán, exclusivamente por la presencia obsesiva de los gansos en esta aventura, sino porque en el trasfondo de este juego infantil perviven aún los ecos de un juego en el que la clave era el destino, tema tan grato como obsesivo para Yann.

La endiablada forma de estructurar las historias que tiene este autor es igual de férrea que la sucesión de las casillas del mencionado juego (que Yslaire, ahora en solitario, no sepa cuáles son las reglas es algo que tendremos que esperar a ver) y ese factor, sentimientos que provoca la historia aparte, es ya para mí sobrecogedor: moverse por una historieta tan al albur del azar como se mueven Bernard, Julie... todos los personajes. Ellos, las figuras de ficción, y nosotros, los lectores a expensas del gran ojo del guionista que, como el ojo de Dios, es el único que detenta en este caso el poder que otorga la inteligencia. Y no olvidemos, y menos intuyendo a Yann más allá de lo que leemos, que SAMBRE trata también de ojos y de ventanas que actúan como ojos.

Aceptamos que el modo poético del romanticismo está en continuo y pujante desarrollo desde que Novalis se sentó a meditarlo y celebramos que la historieta tenga ya un clásico a la vez tan contemporáneo.

Desde aquí, aunque parezca fuera de lugar: gracias Lorenzo.

Viñetas nº1, enero 1994

Todos somo un poco reptiles



Gon 2 
Ediciones La Cúpula
PVP: 995 Pts.
JUAN BUFILL

El cerebro evoluciona como los transportes: Que existan aviones no implica que se extingan los
peatones ("¿O quizás sí?", diría un ecologista). El caso es que el cerebro del homo sapiens no ha renunciado a su pasado antidiluviano y en su centro pervive una zona claramente reptílica: es la que rige la conducta agresiva y defensiva, la que sirve para reconocer al enemigo más fuerte y a
la víctima más débil.

Es —se sabe ya— la zona cerebral que utilizan los banqueros, las serpientes, los ejecutivos, las iguanas y los políticos. Una segunda capa cerebral es la que compartimos con otros mamíferos y gracias a ella las crías humanas reciben biberones y sobreviven en guarderías. La tercera es humana y presuntamente razonable. Los alemanes la utilizan para escribir mamotretos filosóficos y a algunos celtíberos nos sirve para reconocer un quiosco y comprar y leer un buen tebeo. Dicen los científicos que últimamente nos está saliendo una cuarta capa cerebral, que en el futuro permitirá a la humanidad tener comportamientos solidarios, comprender plenamente las inquietudes de Jesús Cuadrado y las historietas de Micharmut y, probablemente, detestar más intensamente a la gente como Nieves Herrero. ¿Lo verán nuestros nietos? ¡Quién sabe!

Llegados a este punto, aclararé que esto es una crítica de un libro de historietas. El asunto reptílico viene dado por la aparición de GON 2, donde el superminisaurio japonés juega sádicamente con un tiburón, ayuda a los pingüinos, se crispa por una garrapata y se mosquea en la selva, en cuatro episodios tan salvajes y feroces como la madre naturaleza y como la civilización que parió, que es la nuestra. De hecho, tan brutales como los episodios del primer libro de Gon.

Tanaka, su autor, ha acertado en el relato de la venganza épica, sádica, cómica, espectacular e imaginativa que el bebé saurio se toma contra un voraz escualo. También está bien el ya menos reptílico de los pingüinos, y narrativamente menos logrados los otros dos. Sin palabras, pero con una planificación en ocasiones magnífica y con un dibujo realista y expresivo a base de dinámicas rayitas, Tanaka obtiene historietas admirables, aunque es posible que a partir del GON 4 ya nos empecemos a cansar. Los bichos cambian, pero los argumentos se parecen: el pequeño y voraz Gon, humilla y machaca a los animales grandullones a base de muchísima fuerza, imaginación destructiva y a veces astutas alianzas. Voracidad, juego agresivo, conquistas y dominio. ¿No recuerda eso a las noticias de política internacional y de economía?... Aunque Gon es el pequeño que domina a los mayores, yo diría que también es el Japón que se toma la revancha sobre esos occidentales que en 1945 le ganaron una guerra. GON se deja devorar para vencer a su verdugo desde dentro. Se adueña del tiburon como Japón se adueña de Hollywood o de los rascacielos más carismáticos de Nueva York. Sólo faltaba que en color GON fuese amarillento. Y lo es.

Lecturas políticas aparte, GON 2 es, más que un manga de consumo, un tebeo de contemplación. Y disfrutable por toda clase de públicos y edades, quizá -entre otras cosas- porque todos tenemos una zona reptílica en el infantil corazón de nuestro cerebro.

Viñetas nº1, enero 1994


La historieta dialéctica



Ya estoy en casa, Hobbes
Colección Calvin y Hobbes Norma Editorial
PVP; 975 Pts

 JORDI SÁNCHEZ

La aparición, en un lapso relativamente corto, de Calvin y Hobbes y Marco Antonio, dos certeros trabajos nacidos de las mentes preclaras de Bill Watterson y Mique Beltrán, demostró que no todo estaba perdido, que la historieta infantil seguía siendo un terreno que, abonado y regado con talento y honestidad, podía dar excelentes frutos. El nacimiento —profesional— de Watterson y de su ejemplar obra, celebrado incluso por un insensato Charles Schultz, que, ignorante, no supo ver que su cabeza de gran patriarca de la historieta infantil corría peligro, vino a anunciar algo más: la decadencia, esperemos definitiva, del tebeo infantil hipercerebrado e hipócrita, de esa historieta que, tradicionalmente protagonizada por ancianos embutidos en cuerpos pequeños, no había mostrado jamás a los niños tal y como eran, sino como algunos adultos creían que debían ser. Mucho más cercana a Little Nemo —aunque Calvin sueñe despierto y sus sueños sean retazos del inframundo mediático: Godzilla, la ciencia ficción barata, el sub-cine de terror— que a Mafalda, la obra de Watterson es fruto de la contradicción, un sabroso licor destilado de la dialéctica: Calvin es el gamberro que todo el mundo desearía ser pero que nadie querría incluir en su prole; un energúmeno salvaje cuya ética demoledora sólo encuentra, muy ocasionalmente, el contrapunto racional en un ser carente de ética, Hobbes, su tigre de peluche. Y al frente del despliegue de terrorismo de Calvin —un niño sólo puede sobrevivir entre los mezquinos adultos enarbolando la bandera de la anarquía— se encuentra la milimétrica fórmula narrativa de Watterson: un ejemplo de concisión en la tira, un manejo maestro del gag en la página, un difícil soporte en el que el autor de Calvin y Hobbes se mueve en cotas muy próximas a la perfección. YA ESTOY EN CASA HOBBES, publicado por Norma Editorial años después de que Mario Ayuso Editor iniciara la edición de la obra, es el primer volumen imprescindible aún para los que esperamos una edición que haga verdadera justicia al producto, contiene treinta y dos páginas que aparecieron desteñidas en la edición pionera de Mario Ayuso y El monstruo noctámbulo, una historia de doce páginas de oro puro, de montaje exquisito, en las que Watterson explota mil recursos de composición y luminiscencia. El plano, la luz, el diálogo; hay gente que nació para hacer historieta.

Viñetas nº1, enero 1994



Viaje a Italia de Cosey

Viaje a Italia 1
Colección Trazo Libre 10 Ediciones Júnior PVP: 1.600 Pts



ANTONI GUIRAL

La irresponsable convulsión provocada por la publicación en España de la historieta adulta franco-belga nos legó algunos pingajos y se dejó en la cuneta auténticos talentos. Y es que si en este país hubiera capacidad y sensibilidad para el genuino escándalo cultural alzaríamos, airados, la voz al cielo, clamando por el vacío bibliográfico con que los editores han castigado al suizo Cosey. De veinte álbumes (cuatro, a mi entender, absolutamente indispensables) tan sólo tres, incluyendo los comentados, han pasado la censura comercial establecida por la industria de la historieta. Los criterios que nos han llevado a esta realidad quedan, de momento, en el insondable pozo de la falta de rigor, la ignorancia y las falsas veleidades artísticas, tanto de técnicos como de comentaristas/críticos como de algunos editores. Profundizar en un tema tan espinoso como éste es motivo de una reflexión más amplia; concentrémonos en los álbumes que nos ocupan y aprovechemos para reivindicar, tardíamente, la obra de Cosey.

Los dos volúmenes de VIAJE A ITALIA llegan en un momento artístico muy determinante para el autor suizo. Finalizada la saga JONATHAN (11 álbumes) y los dos magníficos volúmenes compilados bajo el título genérico de A la recherche de Peter Pan, Cosey, en plena madurez estilística, escapa del tributo comercial que supone para un historietista la continuidad de una saga de éxito y escoge el camino más arduo: las obras unitarias exentas de continuidad. Para ello, Cosey deberá abandonar la política más conservadora de una editorial como Lombard, cuyos productos apuntan a un lector infantil/juvenil, y aprovechar la oportunidad que le brinda la colección Aire Libre, una idea de otra empresa limitada al sector antes apuntado, Dupuis, que con esta iniciativa rompe moldes y entra de lleno en el campo de la historieta para adultos.

La libertad estilística y formal de Aire Libre permite a Cosey abordar obras que se sirven de su experiencia anterior, aprovechando su enriquecedora capacidad visual y narrativa y desarrollando en profundidad los apuntes humanos, poéticos y sociológicos de su etapa anterior. Así, VIAJE A ITALIA vuelve a incidir en el choque de culturas tan querido a este autor, representado aquí por cuatro personajes que asumen raíces tan dispares pero tan complementarias como la occidental (Estados Unidos, Europa) y la oriental. Este auténtico mestizaje es el motor que arranca una vivida vivisección de las relaciones humanas, concentrada en sus puntos álgidos: la amistad y el amor. Y es que los personajes de Cosey son tan auténticos (o falsos, o indecisos, o inmaduros) como nosotros mismos; su móvil es la búsqueda, la vampirización de la esencia misma de la vida, dirigida por un destino que, demasiadas veces, escapa a nuestras posibilidades.

Arthur, Ian, Shirley y Keo, en el fondo no importan sus nombres, se creen dueños de su destino pero descubren que una fuerza superior los intimida. Cosey sacrifica la vanalidad por la profundización sicológica de sus criaturas, estableciendo entre ellas lazos indisolubles y vulnerables a la vez, que nos llevan a una reflexión íntima de la existencia, sin pedantería pero sin concesiones. Y todo esto Cosey lo hace consciente de la funcionalidad de su dibujo, que sirve a la esencia narrativa y argumental de una historieta tierna, sensible, vivida y llena de matices; palabras todas ellas exentas de su valor peyorativo, porque Cosey dibuja con el cerebro pero narra con el corazón y los intestinos.


Viñetas nº1, enero 1994


Las siete vidas de Perico Carambola por Gallardo y Vidal


 ¿Tienes algo bueno, algo comprensible para todos los públicos, algo fresco, veraniego? le preguntaron en La Vanguardia a Miguel Gallardo hace un par de años. Y él les habló de "Perico Carambola". El diario barcelonés ha tenido durante los últimos años la iniciativa, insólita en la prensa española, sin precedentes ni émulos, de publicar una página de historieta diaria en su suplemento veraniego.

En los dos últimos años, esa página ha sido ocupada por las aventuras de Perico, un personaje en la línea de los clásicos héroes de Bruguera, un patrimonio humorístico con el que nunca se ha hecho justicia y que Gallardo y yo habíamos intentado poner al día.

Habíamos creado a Perico muchos años atrás, para el "TBO" glorioso e incomprendido en la última época de Bruguera, cuando lo dirigía Joan Navarro, y que fue truncado por la quiebra de la venerable editorial. Perico había asomado su rostro miope a "Complot" y también, creo recordar, a "El Víbora". Pero quizás este aprendiz de periodista de la prensa del corazón, tan cándido como ambicioso, y tan ambicioso como torpe, siempre a la caza de una entrevista con algún famoso a cuyo sol calentarse, estaba predestinado a las páginas de entretenimiento de un gran periódico como La Vanguardia. Ahora, un álbum de Glénat recoge casi todas sus aventuras, poniéndolas al alcance de los lectores de fuera de Cataluña.

Tengo la vanidad de atribuir a Perico Carambola el que Miguel Gallardo volviera a cogerle gusto a dibujar historietas, después de una temporada en que no quería oír hablar de ellas. Lo cierto es que Miguel se encariñó con el personaje, lo mimó. Cuando yo llevaba a su estudio nuevos guiones, solía pedirme que le "ajustase las cuentas" de una vez al canalla y mal amigo de Perico, Gonzalo Palomares-Palomares, periodista triunfador, snob y desalmado. Ese cariño de Miguel por nuestra criatura también salvó a Perico de algunos descalabros que yo le tenía preparados, como el de ser sodomizado por un centenar de mozos rústicos tras un discreto pajar. Y también fue Miguel quien se empeñó, cuando las aventuras de Perico tocaban a su fin, en que lo "metiésemos en nómina", pues ése, el de tener un trabajo fijo, era el sueño de Perico, su objetivo vital, y el pobre se lo había más que merecido después de sufrir, sin perder el optimismo, todas las crueldades a las que se me había ocurrido someterle para castigar su ambición y su estupidez.

Accedí a todos estos deseos de Miguel, entre otras cosas, porque a Perico Carambola le debo muchas carcajadas; me reía cuando imaginaba y escribía sus guiones; me reía cuando se los entregaba a Miguel, por simpatía con sus propias risas; me volvía a reír cuando veía la página terminada, con las morcillas que el dibujante me había colado; y me sonreía fatuamente cuando algún lector me comentaba la última desventura de Perico.

Espero que los lectores del álbum "Perico Carambola: ¡En nómina!" disfruten tanto en la lectura como disfrutamos Gallardo y yo al crearlo. En las 60 páginas del álbum, honestas, trabajadas, concienzudas, ilusionadas, les ofrecemos a un personaje cómico, una especie de repórter Tribulete actualizado, vivo y coleante, rodeado por un elenco de personajes que configuran un pequeño mundo; el lector disfrutará de una sátira de los "famosos" de nuestra contemporaneidad, desde las folclóricas andaluzas a los nacionalistas catalanes o los nuevos ricos de Marbella; verá el dibujo de Gallardo pletórico de facultades, efigestos; verá un chiste o un gag en cada viñeta. Para finalizar, como he escrito los guiones no diré, porque sería de mal gusto, una gran verdad: éste es un magnífico álbum, un álbum para disfrutar, para releer y para regalar. IGNACIO VIDAL-FOLCH

 Publicado en la revista Viñetas nº11, diciembre 1994




Publicado en la revista Viñetas nº10, noviembre 1994



Superman reconstruido



Un volumen recoge los dos tomos de 'Superman: Last Son of Earth' y su continuación, 'Superman: Last Stand on Krypton', dibujados por Doug Wheatley.

JAVIER FERNÁNDEZ
Superman: El último hijo de la Tierra. Steve Gerber, Doug Wheatley. ECC. 168 páginas. 15,50 euros.

Desde su fallecimiento, el prestigio y el interés por la obra del guionista Steve Gerber (San Luis, 1947-Las Vegas, 2008) no ha dejado de crecer. En 2010, fue incluido a título póstumo en el Will Eisner Comic Book Hall of Fame y las reediciones de sus títulos más emblemáticos han aumentado notablemente en este tiempo, lo que ha permitido que nuevas generaciones de lectores se acerquen a un autor idiosincrático y fascinante como pocos.

También en España, aunque con algo más de retraso, ha aumentado de manera exponencial la presencia de Gerber en librerías. Si recientemente hemos podido disfrutar de dos conocidas series escritas en la década de los setenta, Los Guardianes de la Galaxia y Los Defensores, y se oyen campanas sobre la posible traducción (al fin) de sus magistrales Man-Thing y Howard the Duck, llega ahora Superman: El último hijo de la Tierra, uno de sus últimos trabajos. El volumen publicado por ECC recoge los dos tomos prestigio de Superman: Last Son of Earth (2000) y su posterior continuación, Superman: Last Stand on Krypton (2003), todo ello dibujado por Doug Wheatley. Se trata de un precioso Elseworlds (otros mundos) que invierte la premisa original del personaje: en lugar de nacer en Krypton y ser enviado a la Tierra, este Kal-El es hijo de un científico terrestre que, ante la inminente llegada de un asteroide, pone al bebé en órbita alrededor de la Tierra. Desde allí, por extrañas circunstancias, acaba llegando al planeta Krypton, y, si nuestro sol transformaba al alienígena en un semidiós, las condiciones gravitatorias extraterrestres lo convierten en tullido.

El argumento responde a la idea, ampliamente expresada por Gerber en entrevistas y escritos a lo largo de toda su carrera, de que la verdadera esencia de Superman reside en su humanidad, en su fe inquebrantable en la justicia, y no en los dones que posee como superhéroe. No por casualidad, en la otra gran miniserie del personaje escrita por él, Phantom Zone, lo priva también de sus poderes, enviándolo a la dimensión carcelaria citada en el título. Pero que nadie se equivoque, El último hijo de la Tierra no es una disertación sobre el heroísmo, sino un tebeo de acción, y el hallazgo en Krypton de cierto anillo esmeralda nos permitirá disfrutar del superhéroe a lo largo de estas páginas.

Gerber cimentó su fama trabajando para Marvel (y después litigando contra ella), pero su auténtica pasión fue siempre Superman. Citaba entre sus mayores influencias la teleserie de George Reeves, Adventures of Superman, que lo marcó siendo niño; creó innumerables variaciones encubiertas del personaje, entre las que cabe contar al propio pato Howard y al delirante Wundarr; y, finalmente, logró el sueño de trabajar en la mitología del personaje. Además de los dos títulos ya citados, la bibliografía de Gerber incluye el número 97 de la cabecera DC Comics Presents y la miniserie A.Bizarro (1999), y participó también en dos series de dibujos animados distintas, la de Ruby-Spears (1988) y la de Warner Bros. (1997), que le granjeó un Emmy colectivo.


Malaga Hoy

Historias de los eternos



JAVIER FERNÁNDEZ


Sandman: Noche eternas. Neil Gaiman y otros. ECC. 184 páginas. 18,95 euros.

"Entre 1987 y 1996 la mayor parte de mi tiempo de trabajo, y todas mis horas de sueño, las dediqué a contar una historia, la de Sandman", dice Neil Gaiman en la introducción de Sandman: Noches eternas, y sigue: "Cuando terminé con Sandman, la gente me preguntaba si algún día recuperaría aquellos personajes. Si contaría más historias de Morfeo, el Rey de las Historias, o su familia, los Eternos. Claro, decía yo, Algún día". El interés era evidente, pero tuvieron que pasar siete largos años hasta que el (nunca mejor dicho) sueño de los lectores se hizo realidad. En 2003, el sello Vertigo de DC publicó al fin el volumen que nos ocupa, una hermosa recopilación de siete historietas cortas, una por cada miembro de la familia de Sandman, incluyéndolo a él, cada una dibujada por un artista diferente. "Este tomo existe porque había artistas con los que quería trabajar e historias que quería contar, y porque a veces miras al cielo y te das cuenta de que ese algún día es hoy".

Y no resulta extraño que Gaiman quisiera trabajar con los dibujantes de Noches eternas, pues el elenco de colaboradores es impresionante: P. Craig Russell se encarga de la historia protagonizada por Muerte; el italiano Milo Manara hace lo propio con la de Deseo; el gallego Miguelanxo Prado presta su talento en las páginas de Sueño; Barron Storey dibuja las de Desesperación; Bill Sienkiewicz , las de Delirio; Glenn Fabry, las de Destrucción; y cierra Frank Quitely con su soberbia versión de Destino. El conjunto es tan sólido que el libro fue el primer cómic en entrar en la lista de bestseller de The New York Times. Esta nueva edición de ECC, de formato similar al de la reciente colección completa de Sandman en diez volúmenes, se cierra con otras tres estupendas historietas (aún más) cortas de los Eternos, una ilustrada por John Bolton, otra debida a Michael Zulli y, finalmente, La última historia de Sandman, dibujada por el propio Dave McKean, encargado también del diseño, la cubierta, la páginas de títulos y créditos y las bellas separaciones de capítulos.

Malaga Hoy

Secretos de villanos



JAVIER FERNÁNDEZ




Planetary, 4. Warren Ellis, John Cassaday. ECC. 176 páginas. 15,95 euros.

Sigue la reedición de Planetary por parte de ECC en este formato cómodo y de precio asequible, ideal para los que no pudieron hacerse con la edición Absolute. La ocasión sirve también para que todos los que no se hayan dado por enterados de la existencia de esta obra maestra se atrevan al fin a hincarle el diente. Aviso que es una lectura muy adictiva. Ciencia ficción, mitomanía pulp y superhéroes se dan cita en un tebeo irrepetible, escrito por Warren Ellis con su cinismo y acidez habituales (a los que suma grandes dosis de imaginación) y dibujado por un John Cassaday en estado de gracia. Este cuarto volumen (de cinco) recoge los números 17 a 23 de la serie, publicados originalmente entre 2003 y 2005 por el sello WildStorm. Lentamente se van desvelando los secretos de esos cuatro villanos que tanto se parecen a cierto famoso cuarteto de superhéroes…

Malaga Hoy

Un viaje espacial como broche



JAVIER FERNÁNDEZ


La cosa del pantano de Alan Moore, 5. Alan Moore, Rick Veitch, John Totleben. ECC. 168 páginas. 17,95 euros.

El quinto y penúltimo volumen de la presente recopilación de La cosa del pantano de Alan Moore recopila los números 51 a 56 de Swamp Thing, publicados originalmente en 1986. Obviamente, escribe el siempre genial Alan Moore, y dibujan Rick Veitch (asistido a las tintas por Alfredo Alcalá) y John Totleben (con entintado propio). Terminada ya la inolvidable saga American Gothic, la etapa de Moore enfila su recta final: Abby debe defenderse ante un tribunal por haber mantenido relaciones con la Cosa del Pantano (al que no le sentará precisamente bien el asunto), Batman interviene para poner cierta cordura y nuestro protagonista acaba embarcado en un extravagante viaje espacial, inesperado broche para una temporada perfecta.

Malaga Hoy 

Catálogo de la exposición de Joaquin Lopez Cruces


 “La primera vez que vi los dibujos de Joaquin…” Así podría comenzar esta pequeña introducción si fuese un “avezado” crítico o un adulador semi profesional. Pero no es ni en un sentido ni en otro, y contando con la amistad entre Joaquin y yo de tiempos que podríamos considerar protohistóricos, lo que no tiene sentido son mis palabras, porque lo que yo podría decirles de el hombre no caben en unos pocos reglones, y lo que hay que saber del dibujante lo tienen (si es verdad eso de que la imagen y las mil palabras) en sus dibujos. Y sin ninguna duda, más podrán ustedes mismos observando por si mismos (el hecho de estar llegando aquí, ya indica su interés por el mundo del comic) que todo lo que yo, o cualquiera de este mundo, pueda decirlos.

Si hubiera, de todas maneras, de destacar alguna cosa, hablaría  (posiblemente influido por mi esporádico papel de guionista) del enorme respeto con que Joaquin trata a sus personajes: lejos de ser aquellos patéticos títeres sobre el papel a merced de su creador, se convierten, desde la primera viñeta, en seres casi reales, no ya de carne y hueso pero si de sentimientos y opiniones, de pasado y presente, con la compañía de quienes disfrutaremos sin proponérnoslo pero que, al final del episodio, quedaran ya para siempre en nuestra memoria, como viejos amigos.
Acercarnos a una historieta de Joaquin, no hemos de buscar apasionantes aventuras o experiencias sorprendentes. Gran parte de las veces, lo que vemos son vivencias llenas de rutina y horas muertas, nada más que gente “normal”, que dibuja Joaquin: desde los cincuentones regordetes o espigados adolescentes, pasando por preciosas estudiantes. Es decir, la vida misma. O los trozos de vida que, por poco importantes, permanecen al margen de la historia principal y que solo llegan a apreciar las mentes sensibles y/o ávidos de conocimiento. Pero, eso si, la vida que mereces vivir, la que llena el corazón (y quien sabe si otros órganos) de una brisa apacible y ligera; la que uno mismo busca en sus momentos de ocio,no  la que te impone el estrés y el trabajo; aquel tipo de vida, en definitiva, que dia a dia te ofrece el regalo más bonito: la ilusión de abrir los ojos y encontrarte con ganas de salir de la cama.
La conclusión, parece clara: si sus dibujos están llenos de respeto, sencillez y amor por la vida, será porque el dibujante lleva en sí todos estos valores. De manera que, al final, no va a quedar más remedio que reconocer que el objeto de todo el prolegómeno es un panegírico más o menos (y en este caso, en grado supremo) sincero. Ahora que, tratándose de Joaquin, no estamos sino afirmando una verdad universal, como comprobarán en el momento que lean su obra o lo conozcan personalmente.
Entre sus virtudes encontraremos un defecto, que no hemos dicho: es precisamente este amor a ocio y a su interés por disfrutar de una vida libre de imposiciones y el cariño que toda creación merece, lo que le impide coger el lápiz con más frecuencia, cosa que nos priva del indudable placer de tener más obras suyas en nuestras manos.  Sirva esta observación de estirón de orejas no solo a él, sino también para aquellos que sacuden las cerezas del mundo editorial y no lo animan como lo deberían de hacer, dejando así que se pierdan, y nos perdamos, tanta belleza por nacer.

M.I.Santisteban


Madre Amante
Zumbayá, 1986


Kid Paluga
Don Pablito, 1984

La Aventura
(Cairo)
Norma Editorial, 1985

La Aventura
(Cairo)
Norma Editorial, 1985

Cartel Almería Siglo XXI
Colegio de Arquitectos de Almería, 1991



El Carnaval de los animales
Orquesta Ciudad de Granada, 1992


Ilustraciones para libros de texto
Editorial Santillana, 1987

Orfeo
(Cairo)
Norma Editorial, 1985

Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990


Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990

Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990







Catálogo de la exposición de Joaquin Lopez Cruces editado en el 10ª Saló del Comic de Barcelona, mayo de 1992.


viernes, 19 de diciembre de 2014

Silver Surfer por Manel Fontdevila




Ilustración de Silver Surfer por Manel Fontdevila publicada en la contraportada del comic Excalibur nº16, por Comics Forum, Editorial Planeta deAgostini, julio de 1990.

Feliz Año Nuevo a todos



Ilustración de Fernando de Felipe, año 1991

Muchas felicidades, y muchas gracias a todos.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Hay ‘Drácula’ más allá de las cruces

Fernando Vicente ilustra una edición del clásico que evita algunas imágenes icónicas
MANUEL MORALES Madrid 17 DIC 2014 

El ilustrador Fernando Vicente, colaborador habitual de EL PAÍS, ha empleado aproximadamente un año hasta completar sus dibujos para esta edición de un clásico de la literatura como 'Drácula', escrito por Bram Stoker en 1897.



FERNANDO VICENTE
El ilustrador Fernando Vicente reconoce que "no había leído" el clásico que publicó Bram Stoker en 1897. Sus referencias del conde Drácula eran sobre todo cinematográficas. Este madrileño de 51 años participó en 2012 en una exposición, en A Coruña y Madrid, sobre el centenario de la muerte de Stoker con una ilustración del escritor irlandés y otra de uno de los Dráculas más célebres del cine, Bela Lugosi. Ahí fue cuando la editorial Reino de Cordelia le propuso ilustrar esta novela, y entonces se puso a leerla. "Un año, aunque no de continuo", dice Vicente que necesitó para completar los dibujos de esta bella edición que acaba de ver la luz con la traducción de 1993 de Juan Antonio Molina Foix y un prólogo del filólogo y poeta Luis Alberto de Cuenca.

Este nuevo Drácula contiene unas 40 imágenes grandes, varias de ellas a doble página, y otras 30 pequeñas, incluidas las siluetas que encabezan cada capítulo. En la cubierta del libro hay dos bocas a punto de besarse con un colmillo blanco asomando en una de ellas. Y de ese roce nace de fondo "un río rojo, de sangre", describe el autor de la que define como "una portada mínima". Para estar preparado cuando le llegase la inspiración, Vicente fue tomando notas a medida que leía las aventuras del bebedor de sangre y sus enemigos. Así le fueron viniendo a la cabeza las imágenes que ha distribuido en las 544 páginas del libro. No tenía muchos precedentes en el mundo de la ilustración que le sirvieran de referencia, principalmente una versión en cómic realizada al óleo por Fernando Fernández. Como escribe De Cuenca en el prólogo: "El mundo de la ilustración no ha mostrado tanto interés por este personaje como el cine".

El libro, editado por Reino de Cordelia, recoge la traducción que hizo en 1993 Juan Antonio Molina Foix y un prólogo del escritor Luis Alberto de Cuenca. Esta ilustración muestra el carruaje en el que Jonathan Harker es trasladado al castillo del conde Drácula al comienzo de la novela.



Vicente, también pintor y colaborador en EL PAÍS desde hace 15 años con sus dibujos, intentó huir para este trabajo de las conocidas imágenes cinematográficas del mito que están en el imaginario popular: los vampiros elegantes y repeinados como el mencionado Lugosi o el británico Christopher Lee, el repulsivo Nosferatu, de Murnau; o la versión que dirigió Francis Ford Coppola en 1992 protagonizada por Gary Oldman. "A medida que avanzaba en mi trabajo, en la editorial me decían, '¿pero no vas a dibujar más cruces y ajos?' Pues, no. Y tampoco hay estacas. Además, he preferido no enseñar demasiado el rostro del personaje", subraya, por lo que al vampiro se le ve casi siempre de perfil o entre tinieblas. "Es para mantener cierta curiosidad en el lector".
Lo que sí ha intentado transmitir sin ambages "es la desazón y el ambiente malsano del texto original, de una novela que sigue teniendo vigencia, he querido contar el auténtico Drácula". Para ello ha empleado mucho el color negro, "más del que suelo usar, para reflejar así la noche y las sombras, y el rojo, que remite a la sangre, además del blanco y el gris". Todo con el estilo pulcro y elegante que le caracteriza.

El ilustrador explica que en los pasajes del libro que relatan sueños y pesadillas ha "dejado volar más la imaginación". Mientras que quizás lo más complicado "de esta tarea tan costosa de acometer" ha sido ilustrar la persecución final al príncipe de las tinieblas, resuelta con una doble página en la que un lobo a la carrera alberga en su interior un coche de caballos y una locomotora.
Donde también ha querido dejar su impronta Fernando Vicente ha sido a la hora de dibujar a las mujeres protagonistas de esta historia, Mina Murray y Lucy Westenra, mostradas con cuerpos marfileños y entre transparencias, apetitosas para el monstruo que las quiere poseer. "Y cuanto más cerca están de enamorarse, de caer en los brazos de Drácula, más sensuales las he dibujado".





 La novela del irlandés Stoker ha sido llevada al cine de manera continua desde 1922, sin embargo no ha habido muchas ediciones ilustradas del libro. Este es uno de los dibujos del ilustrador sobre el célebre personaje.

FERNANDO VICENTE

 Esta ilustración abre el capítulo IV de la edición de Reino de Cordelia. Vicente reivindica la vigencia de esta obra que aún sigue provocando "un ambiente malsano, malvado".

FERNANDO VICENTE


 El ilustrador madrileño ha interpretado los sentimientos del protagonista y de los personajes principales de la novela, como el amor o la maldad.

FERNANDO VICENTE


 Las mujeres dibujadas por Fernando Vicente para el libro se caracterizan por su sensualidad, "una tensión sexual" que está en varios pasajes del texto.

FERNANDO VICENTE


 Una de las imágenes con las que Vicente ha ilustrado la que Oscar Wilde calificó de la "novela fantástica más importante de la literatura".

FERNANDO VICENTE





Dibujo para el capítulo XIX, en el que la acción es contada con el diario del joven Jonathan Harker.

FERNANDO VICENTE



El Pais 17.12.2014