Si hubiera, de todas maneras, de destacar alguna cosa, hablaría (posiblemente influido por mi esporádico papel de guionista) del enorme respeto con que Joaquin trata a sus personajes: lejos de ser aquellos patéticos títeres sobre el papel a merced de su creador, se convierten, desde la primera viñeta, en seres casi reales, no ya de carne y hueso pero si de sentimientos y opiniones, de pasado y presente, con la compañía de quienes disfrutaremos sin proponérnoslo pero que, al final del episodio, quedaran ya para siempre en nuestra memoria, como viejos amigos.
Acercarnos a una historieta de Joaquin, no hemos de buscar apasionantes aventuras o experiencias sorprendentes. Gran parte de las veces, lo que vemos son vivencias llenas de rutina y horas muertas, nada más que gente “normal”, que dibuja Joaquin: desde los cincuentones regordetes o espigados adolescentes, pasando por preciosas estudiantes. Es decir, la vida misma. O los trozos de vida que, por poco importantes, permanecen al margen de la historia principal y que solo llegan a apreciar las mentes sensibles y/o ávidos de conocimiento. Pero, eso si, la vida que mereces vivir, la que llena el corazón (y quien sabe si otros órganos) de una brisa apacible y ligera; la que uno mismo busca en sus momentos de ocio,no la que te impone el estrés y el trabajo; aquel tipo de vida, en definitiva, que dia a dia te ofrece el regalo más bonito: la ilusión de abrir los ojos y encontrarte con ganas de salir de la cama.
La conclusión, parece clara: si sus dibujos están llenos de respeto, sencillez y amor por la vida, será porque el dibujante lleva en sí todos estos valores. De manera que, al final, no va a quedar más remedio que reconocer que el objeto de todo el prolegómeno es un panegírico más o menos (y en este caso, en grado supremo) sincero. Ahora que, tratándose de Joaquin, no estamos sino afirmando una verdad universal, como comprobarán en el momento que lean su obra o lo conozcan personalmente.
Entre sus virtudes encontraremos un defecto, que no hemos dicho: es precisamente este amor a ocio y a su interés por disfrutar de una vida libre de imposiciones y el cariño que toda creación merece, lo que le impide coger el lápiz con más frecuencia, cosa que nos priva del indudable placer de tener más obras suyas en nuestras manos. Sirva esta observación de estirón de orejas no solo a él, sino también para aquellos que sacuden las cerezas del mundo editorial y no lo animan como lo deberían de hacer, dejando así que se pierdan, y nos perdamos, tanta belleza por nacer.
M.I.Santisteban
Madre Amante
Zumbayá, 1986
Kid Paluga
Don Pablito, 1984
La Aventura
(Cairo)
Norma Editorial, 1985
La Aventura
(Cairo)
Norma Editorial, 1985
Cartel Almería Siglo XXI
Colegio de Arquitectos de Almería, 1991
El Carnaval de los animales
Orquesta Ciudad de Granada, 1992
Ilustraciones para libros de texto
Editorial Santillana, 1987
Orfeo
(Cairo)
Norma Editorial, 1985
Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990
Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990
Sol Poniente
(Cairo)
Norma Editorial, 1986-87
Editorial Cajal, 1990
Catálogo de la exposición de Joaquin Lopez Cruces editado en el 10ª Saló del Comic de Barcelona, mayo de 1992.
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