domingo, 21 de diciembre de 2014

Las siete vidas de Perico Carambola por Gallardo y Vidal


 ¿Tienes algo bueno, algo comprensible para todos los públicos, algo fresco, veraniego? le preguntaron en La Vanguardia a Miguel Gallardo hace un par de años. Y él les habló de "Perico Carambola". El diario barcelonés ha tenido durante los últimos años la iniciativa, insólita en la prensa española, sin precedentes ni émulos, de publicar una página de historieta diaria en su suplemento veraniego.

En los dos últimos años, esa página ha sido ocupada por las aventuras de Perico, un personaje en la línea de los clásicos héroes de Bruguera, un patrimonio humorístico con el que nunca se ha hecho justicia y que Gallardo y yo habíamos intentado poner al día.

Habíamos creado a Perico muchos años atrás, para el "TBO" glorioso e incomprendido en la última época de Bruguera, cuando lo dirigía Joan Navarro, y que fue truncado por la quiebra de la venerable editorial. Perico había asomado su rostro miope a "Complot" y también, creo recordar, a "El Víbora". Pero quizás este aprendiz de periodista de la prensa del corazón, tan cándido como ambicioso, y tan ambicioso como torpe, siempre a la caza de una entrevista con algún famoso a cuyo sol calentarse, estaba predestinado a las páginas de entretenimiento de un gran periódico como La Vanguardia. Ahora, un álbum de Glénat recoge casi todas sus aventuras, poniéndolas al alcance de los lectores de fuera de Cataluña.

Tengo la vanidad de atribuir a Perico Carambola el que Miguel Gallardo volviera a cogerle gusto a dibujar historietas, después de una temporada en que no quería oír hablar de ellas. Lo cierto es que Miguel se encariñó con el personaje, lo mimó. Cuando yo llevaba a su estudio nuevos guiones, solía pedirme que le "ajustase las cuentas" de una vez al canalla y mal amigo de Perico, Gonzalo Palomares-Palomares, periodista triunfador, snob y desalmado. Ese cariño de Miguel por nuestra criatura también salvó a Perico de algunos descalabros que yo le tenía preparados, como el de ser sodomizado por un centenar de mozos rústicos tras un discreto pajar. Y también fue Miguel quien se empeñó, cuando las aventuras de Perico tocaban a su fin, en que lo "metiésemos en nómina", pues ése, el de tener un trabajo fijo, era el sueño de Perico, su objetivo vital, y el pobre se lo había más que merecido después de sufrir, sin perder el optimismo, todas las crueldades a las que se me había ocurrido someterle para castigar su ambición y su estupidez.

Accedí a todos estos deseos de Miguel, entre otras cosas, porque a Perico Carambola le debo muchas carcajadas; me reía cuando imaginaba y escribía sus guiones; me reía cuando se los entregaba a Miguel, por simpatía con sus propias risas; me volvía a reír cuando veía la página terminada, con las morcillas que el dibujante me había colado; y me sonreía fatuamente cuando algún lector me comentaba la última desventura de Perico.

Espero que los lectores del álbum "Perico Carambola: ¡En nómina!" disfruten tanto en la lectura como disfrutamos Gallardo y yo al crearlo. En las 60 páginas del álbum, honestas, trabajadas, concienzudas, ilusionadas, les ofrecemos a un personaje cómico, una especie de repórter Tribulete actualizado, vivo y coleante, rodeado por un elenco de personajes que configuran un pequeño mundo; el lector disfrutará de una sátira de los "famosos" de nuestra contemporaneidad, desde las folclóricas andaluzas a los nacionalistas catalanes o los nuevos ricos de Marbella; verá el dibujo de Gallardo pletórico de facultades, efigestos; verá un chiste o un gag en cada viñeta. Para finalizar, como he escrito los guiones no diré, porque sería de mal gusto, una gran verdad: éste es un magnífico álbum, un álbum para disfrutar, para releer y para regalar. IGNACIO VIDAL-FOLCH

 Publicado en la revista Viñetas nº11, diciembre 1994




Publicado en la revista Viñetas nº10, noviembre 1994



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