martes, 16 de diciembre de 2014
domingo, 14 de diciembre de 2014
La pintura hecha viñetas
Una obra de Luis Gasca y Asier Mensuro publicada por la editorial Cátedra da cuenta de la fructífera relación entre la pintura y la historieta.
JAVIER FERNÁNDEZ
Consagrada al ámbito de la comunicación y la imagen, la colección Signo e Imagen de Ediciones Cátedra dispone también de un interesante puñado de obras dedicadas a la historieta. Las hay rigurosas e imprescindibles como El cómic hispánico, una muestra de la riqueza del tebeo nacional e internacional en lengua española, escrito por la investigadora Ana Merino, o Antes de la novela gráfica, de José Manuel Trabado, cuyo subtítulo da pistas claras del contenido: "Clásicos del cómic en la prensa norteamericana". Junto a estos, figuran en el catálogo un puñado de tomos de gran formato y bella factura (encuadernación en cartoné, impresión a todo color) que repasan determinados aspectos temáticos o narratológicos, como una suerte de inventarios enciclopédicos. Me refiero a El discurso del cómic, libro iluminador y necesario para todo el que quiera conocer en profundidad el lenguaje del medio, Diccionario de onomatopeyas del cómic y Enciclopedia erótica del cómic, los tres firmados por Luis Gasca y Román Gubern, dos autores que no necesitan presentación.
Con el mismo formato y la misma profusión de imágenes que estos últimos, y con un apartado ensayístico más amplio, acaba de aparecer La pintura en el cómic, de Luis Gasca y Asier Mensuro. El volumen da cuenta de la larga y fructífera relación entre la pintura y la historieta, un tema -en palabras de los autores- "recurrente en los textos teóricos dedicados al noveno arte", pero que aquí es tratado desde una óptica menos habitual. Tal como revelan Gasca y Mensuro en su introducción, la teoría al respecto se ha centrado mayormente en dos cuestiones: "La primera versa sobre la apropiación de arquetipos procedentes del mundo de la historieta por parte de la pintura, sobre todo de figuras del pop art como Andy Warhol, Roy Lichtenstein o Richard Hamilton. La segunda se refiere al estudio concienzudo de determinados tipos de pintura narrativa de diversas épocas", o, lo que es lo mismo, la búsqueda de antecedentes del cómic a lo largo de la historia. Sin embargo, La pintura en el cómic sigue una vía distinta: "Se trata de un análisis de tipo iconográfico en el que se recoge el modo en que el noveno arte se acerca al mundo de la pintura, fagocitándolo a través de la apropiación de sus obras más conocidas".
Así, el libro ofrece una nutrida colección de viñetas inspiradas en cuadros de toda época y procedencia, acompañados con una pertinente explicación comparativa. Para que la lección sea aún más didáctica, además de los ejemplos del mundo del cómic (copias y reinterpretaciones de muy distinta naturaleza), van también las pinturas originales. Y el discurso se organiza según los distintos periodos históricos, desde la Prehistoria hasta las vanguardias, con dos apartados finales dedicados a la pintura estadounidense y "la pintura oriental, exótica y primitiva". En pocas palabras, La pintura en el cómic es un libro fascinante que viene a reforzar los hilos que cosen estas dos artes visuales y que invita al lector a un entretenidísimo viaje por ambas.
Malaga Hoy
Retrato de Velázquez
JAVIER FERNÁNDEZ
Velázquez, en esta obra.
Se lee Las Meninas consciente de tener en las manos un libro importante. Está por un lado el tema, nada menos que la obra maestra del mismísimo Velázquez, por otro los referentes hilados en la narración, de Gracián a Foucault, y finalmente los autores, el teórico y guionista de moda Santiago García y el dibujante Javier Olivares, una de las bestias pardas de la historieta española del cambio de siglo, que nunca se prodiga lo suficiente.
Comenzando por lo último, diré que el trabajo de Olivares es verdaderamente espectacular y hace de Las Meninas una compra obligada para cualquier lector. El artista madrileño se supera a sí mismo, y a buena parte de sus contemporáneos, desplegando en la página estilos y recursos variados para solucionar lo fragmentario del discurso (mejor dicho, de los discursos). Su línea rabiosa, sus formas icónicas, sus sugestivas composiciones de página, su ritmo fascinante y el sabio uso del bitono o del color, por citar algunos ingredientes de una estética puramente idiosincrática, conforman un trabajo tan sencillo en la superficie como exigente en el fondo.
En cuanto a García, el escritor ofrece una mirada poliédrica, que mezcla asuntos, tonos, atmósferas y personajes en un intento de acercar al lector a la propia complejidad del cuadro de Velázquez. Se expone principalmente la vida del pintor, que explica en parte la génesis de tan célebre obra, pero no se olvidan otras cuestiones capitales como, por ejemplo, el eterno combate artístico en el que participa una pintura genial e influyente como pocas. También García se ha superado y su trabajo aquí certifica la convergencia entre la novela gráfica y la novela a secas.
Además de los citados, Dalí, Picasso y Buero Vallejo son algunos de los artistas que se asoman a contemplar el espejo de Las Meninas. Los miramos y nos miran desde el interior de esta novela gráfica, ya digo, importante, pues despiezando los elementos constructivos del cuadro por excelencia, Olivares y García han restituido paradójicamente su sentido y lo han puesto a nuestro alcance.
Malaga Hoy
Lugares nunca vistos
JAVIER FERNÁNDEZ
A la estela (nunca mejor dicho) del éxito de Marvel Now!, la editorial estadounidense ha lanzado una batería de títulos protagonizados por personajes más minoritarios, entre los que destaca Estela Plateada, cuyo primer número vio la luz con fecha de portada de mayo de 2014. La serie cuenta con Dan Slott como guionista y el mítico Mike Allred como dibujante, asistido en los colores por su mujer Laura. En palabras del propio Slott: "Este cómic va a ir a lugares del universo Marvel que nunca antes hemos visto. Y vamos a ver ideas locas, gigantescas y cósmicas". Nuevo amanecer contiene los episodios 1 a 5 de Silver Surfer y páginas del número 1 de All-New Marvel Now! Point One, espectacular punto de partida para un tebeo que mantiene viva la llama de Jack Kirby, y que cuenta con la aparición estelar del Doctor Extraño, Hulk y los Guardianes de la Galaxia.
Malaga Hoy
Daredevil en San Francisco
JAVIER FERNÁNDEZ
Comienza el volumen cuarto de Daredevil, y lo hace con el mismo equipo creativo de la anterior etapa: el escritor Mark Waid y el dibujante Chris Samnee (a los que se suma puntualmente Peter Krause). De modo que, tranquilos, la diversión está garantizada. El diablo en la bahía recopila el número 0.1 y los 1 a 5 de Daredevil (mayo-septiembre, 2014), en los cuales se cristaliza la decisión del superhéroe de alejarse de Nueva York y establecerse en San Francisco, que ya fue su hogar en no pocos episodios de la edad de bronce. Waid ha logrado hacer de esta cabecera una lectura ineludible para los aficionados al género, y Samnee aporta el estilo y elegancia que viene caracterizando las aventuras de Daredevil en los últimos años.
Malaga Hoy
Torpedo: Entre Jack el Destripador y el Gallo Claudio
El año 1988 se estrenó Blue Iguana, una película serie B de diseño, que jugaba al ensamblaje de la violencia con una cierta modernidad, de los chistes con guiños cómplices, lo que la convirtió en un producto de referencia. John Lafia, el director de aquella película, se declaraba ferviente admirador de Torpedo. Uno se pregunta qué había encontrado el americano Lafia en esta historieta de serie negra elaborada por dos ciudadanos de probada bonhomia, instalados en barrios de la periferia de Barcelona como Sant Andreu y el Carmelo; es decir, muy lejos de los verdadaros escenarios de la serie negra que ellos mismos relatan.
A qué respondía esa admiración por una obra hecha a partir de literatura y cine más que de experiencia sobre el terreno?
Eastwood había realizado entre 1955 y 1958 intervenciones poco importantes en un puñado de películas de la Universal, se había dado a conocer en televisión con la serie Rawhide, pero hasta el período 1964-1966 en que protagoniza la famosa trilogía de spaghetti westerns con Sergio Leone, no encuentra la filosofía para sus películas: es decir, cine comercial pero no rutinario; heredero de la tradición narrativa, pero con una voluntad permanente de dar la vuelta a los temas y, claro está, siempre que se pueda, una mirada humorística sobre las cosas del mundo (como lo demuestra en Bronco Billy o Cazador blanco, corazón negro, por ejemplo).
Es cierto que en un momento en que el western americano agonizaba ahogado en sus propios tópicos, un tipo avispado como Leone, que hasta entonces había picado piedra en el terreno del peplum (Los últimos días de Pompeya, El Coloso de Rodas...), pudo encontrar un filón jugando con arquetipos, fruto de la relectura del género y su reempaquetado en una curiosa mezcla de distanciamiento, modernidad y violencia.
No es casual, por tanto, que Torpedo pertenezca al mismo mundo que los westerns de Sergio Leone. Es un juego distorsionado de arquetipos. Es una relectura de novelas, historietas y películas. Es el fruto del cruce de montones de pulp con la distancia y la tradición gráfica que proporciona una ciudad correctamente ordenada como Barcelona (arriba montaña, abajo mar y en el centro cuadrícula). En este sentido es un producto mucho más sofisticado de lo que a primera vista pueda parecer.
Ciertamente las historias de Torpedo son violentas. Uno no deja de pasmarse con las infames andanzas de Luca Torelli y su colega Rascal. Su maldad puede tener el sentido paradigmático de la de Lee van Cleef en las películas de Leone, pero además hay algo nuevo: la perseverancia de Torpedo en sus juegos de palabras, en su sed de mal, le confieren un lado paródico; es decir, en su alma puede cohabitar Jack el Destripador con el gallo Claudio.
Todo ello responde a un doble juego de transgresión y control, que el dúo Bernet-Abulí, domina a la perfección. En este sentido parecen encarnar la idea de Tácito cuando decía que "tomaba sus resoluciones bebiendo a fin de que no carecieran de energía, y reflexionaba sobre ellas pasada la embriaguez, para que no carecieran de sentido". Por mayores que sean las tropelías de Torpedo y por más caóticas que sean las situaciones narradas, el trazado argumental siempre es diáfano, bien dispuesto, la composición de la página sólida, la planificación impecable, el dibujo riguroso. La idea más arbitraria, nunca cae en el azar.
Hace unos meses con No es oro todo lo que seduce (décimo álbum de la serie), se reemprendía la publicación de la colección Torpedo en una edición muy cuidada y que era el punto de partida de la integral que junto a los nuevos títulos iría recuperando los anteriores. Ahora se acaban de poner a la venta Toccata y fuga y El partido (álbumes 9 y 11 respectivamente). La serie sigue fiel a sus planteamientos por lo que respecta a la violencia y al humor malvado, revisando ocasionalmente el pasado de Luca Torelli (Toccata y fuga o Tirando hacia atrás con ira). Una de estas revisiones, Lolita, es la que propició la defenestración de Torpedo de El País. En el aspecto gráfico me parecen excelentes ya que el resultado es muy esencial, muy desnudo, desprovisto de los convencionalismos que podían detectarse en los primeros episodios de la serie. Incluso Bernet se permite (sin llegar al estilo humorístico que usa en Clara) ser mucho más caricaturesco en la concepción de algunos personajes. Esta voluntad de forzar el registro es evidente en la portada de El partido, en la que vemos a los protagonistas en atuendo de béisbol (portada que, por el momento, solo servirá para la edición española, ya que para la francesa se quiere un Torpedo más típico).
Los nuevos álbumes coinciden con el lanzamiento de Torpedo en comic book, tras haberse iniciado su publicación en este formato en los Estados Unidos. Álbumes y comic book pueden ser complementarios. Unos recogen las historias en color y otros muestran una panorámica cronológica de toda la serie en blanco y negro, es decir tal como la concibieron Bernet y Abulí. No es ninguna tontería.
Publicado en la revista Viñetas, Ediciones Glenat, abril 1994
sábado, 13 de diciembre de 2014
viernes, 12 de diciembre de 2014
1.000 dibujos de Goya, catalogados y razonados
La Fundación Botín pone 1,7 millones para editar cinco volúmenes con el Museo del Prado
Goya de paseo por Madrid
FERRAN BONO Santander 11 DIC 2014
'Viejo en un columpio', dibujo de Goya datado entre 1826 y 1828. / EL PAÍS
Francisco de Goya (1746-1828) seguía aquello de “nada humano me es ajeno” que Terencio puso en boca de uno de sus personajes. Era su credo y “el mismo centro de su naturaleza como artista”, según el crítico Robert Hughes. Un credo que expresaba con especial libertad en sus dibujos, su obra más privada, en la que se mostraba más directo, crítico y mordaz.
Se conservan alrededor de un millar de estos dibujos de una maestría comparable a la de sus pinturas y estampas, según se incidió este jueves en la presentación de un ambicioso proyecto editorial y de investigación: la publicación por primera vez del catálogo razonado de estos trabajos.
El acto se desarrolló en la sede de la Fundación Botín en Santander ya que la entidad financia con 1,7 millones de euros la coordinación, organización y producción de los cinco volúmenes del catálogo, que se irán publicando a lo largo del próximo lustro. El acuerdo deja la dirección científica a cargo de los especialistas del Museo del Prado, que alberga cerca de 520 dibujos del autor. El resto, hasta el millar, forma parte de colecciones particulares y de hasta 40 museos como el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Metropolitan de Nueva York o el British de Londres.
Autorretrato de Goya. / EL PAÍS
Paloma Botín, vocal de la fundación que fundó en 1964 su tío abuelo, Marcelino, anunció que el Centro Botín, un edificio en construcción diseñado por Renzo Piano, parte del cual se internará en el mar elevado sobre pilares, acogerá en 2016 una exposición con los dibujos en coincidencia con la publicación del primer volumen del catálogo razonado. Botín destacó la colaboración público-privada para poner en marcha un proyecto de gran envergadura que, además, se inscribe en la línea editorial de la fundación, que ya ha publicado los dibujos de Pablo Gargallo o José Madrazo.
Miguel Zugaza, director del Prado, resaltó que “el dibujo es una razón de ser en sí misma” en Goya y reafirmó que el creador aragonés es “una de las grandes obsesiones” de la pinacoteca madrileña.
Los otros cuatro volúmenes se publicarán hasta 2019, cuando se abrirá una nueva muestra de las piezas en el museo, que ese año celebrará el bicentenario de su apertura al público. Su conservadora jefe de la pintura del XVIII y de Goya, Manuela Mena, y el jefe del departamento de Dibujos y Estampas, José Manuel Mantilla, dirigirán la investigación. Ayer, explicaron su intención de restaurar las obras dañadas y de convertir el catálogo en un volumen de “referencia obligada” en el estudio del pintor. Al margen de catálogos de exposiciones, la referencia para acercarse a los dibujos de Goya es el listado hecho por Pierre Gassier (1973-1975).
Exposición de Carsten Höller
Paloma Botín reconoció un retraso en las obras del centro, que costará un total de 80 millones de euros, incluido el túnel para el tráfico ya abierto y el jardín anexo, pero le restó importancia. Recordó que su padre, Emilio Botín, situó su apertura en 2015. Abrirá con una muestra de Carsten Höller. Zugaza respondió a los periodistas que el museo que dirige no tiene previsto abrir ninguna subsede fuera de Madrid, como el Louvre. La colección del Prado es de “una calidad extraordinaria”, pero suma muchas menos piezas que la pinacoteca parisina, dijo.
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Catálogo de la exposición de Pasqual Ferry
Dibujo inédito, 1990
La obra de PASQUAL FERRY nos habla de universos imaginarios, de mundos paralelos. Mundos que se rigen por unas leyes distintas al nuestro. Pero, a la vez, nos descubren una nueva dimensión de eso que llamamos el mundo real. Como en un teatro de múltiples escenarios, PASQUAL FERRY nos descubre el lado oculto de una realidad que queremos segura y tranquila, pero tras la que se ocultan los hilos que nos mueven como marionetas.
Una de las claves de su obra es su pasión por el secreto, quizá por eso construye sus obras como un apasionante puzzle, cuyas piezas hay que ir ensamblando hasta descubrir la imagen que se oculta tras ellas. Y, muy posiblemente, otra, no menos importante, es su pasión por el cómic. Por encima de las dificultades, PASQUAL FERRY va construyendo, pieza a pieza, su obra. Convencido de que no sólo es lo que más le gusta hacer sino, también, de que es el terreno en el que le gusta moverse. Y lo hace con la habilidad del que conoce sus trampas y sus escondrijos, sus malos tragos y sus momentos de satisfación. Porque con los primeros aprende y con los segundos tiene la seguridad de que existen otros caminos pero el cómic es el suyo.
LAUREANO DOMÍNGUEZ
Portada del álbum Crepúsculo
Ruta de la Medusa, Cimoc
Norma Editorial, 1989
Ruta de la Medusa, Cimoc
Norma Editorial, 1989
Sebastián Gorza, Zona 84
Toutain Editor, 1989
Portada del álbum Agorafobia
Editorial Complot, 1990
Jonathan Seul, TBO,
Ediciones B, 1989
Jonathan Seul, TBO,
Ediciones B, 1989
Portadillas del álbum Agorafobia
Editorial Complot, 1989
Ruta de la Medusa, Cimoc
Norma Editorial, 1989
Ruta de la Medusa, Cimoc
Norma Editorial, 1989
Sebastián Gorza, Zona 84
Toutain Editor, 1989
Jonathan Seul, TBO,
Ediciones B, 1989
Catálogo de la exposición de Pasqual Ferry en el 8º Saló del Comic de Barcelona, mayo 1990.
martes, 9 de diciembre de 2014
Basil Wolverton: Carne distorsionada
¿Porqué leer a los clásicos?
ANTONIO TRASHORRAS
A la hora de enfrentarse a la ingente obra gráfica dejada, tras su fallecimiento en 1978, por el ilustrador e historietista norteamericano Basil Wolverton, el primer impulso que le asalta a uno, no es otro que limitarse a encadenar una serie de perplejos adjetivos que, aplicados a su trabajo, hasta parecen quedarse cortos. Monstruoso, grotesco, excesivo, enloquecido... son algunos de los lugares comunes esgrimidos cada vez que se trata de describir toda la desbocada insania presente en los inimitables wolvertoons. Sin embargo, escarbando bajo esa merecida montaña de epítetos, que no hace sino confirmar el estupor que durante generaciones ha asaltado a todos aquellos que se han acercado al hilarante trabajo de este titán del grafismo demente, hallamos el talento latifundista de uno de los humoristas más contundentes y personales que jamás haya dado la historieta estadounidense.
Nacido el 9 de Julio de 1909 en la pequeña localidad de Central Point, Oregon, Basil Wolverton crecería en un ambiente rústico (sus padres, Clarence y Olive, eran granjeros) y sin demasiado acceso a la cultura institucionalizada. No obstante, sí que se sentiría atraído desde bastante pronto por el mundo del espectáculo y muy especialmente por el "vaudeville" , vocación de comediante que incluso llegaría a materializarse en un breve paso por los escenarios cuando todavía era un adolescente. Finalmente su autodidacta pasión por el dibujo, así como su relativa facilidad (fruto de la inspiración más que de la formación) para reflejar en el papel personajes y situaciones absolutamente disparatadas, le impulsaron a tratar de abrirse camino como historietista.
Admirador de Rube Goldberg, sus primeros trabajos profesionales, consistentes en chistes e ilustraciones humorísticas, aparecerían publicados dentro de la revista American's Humor a partir de 1926. La primera de aquellas ilustraciones ya preludiaba muchas de las constantes de lo que posteriormente sería su humor desquiciado y salvaje, al representar a un extravagante cirujano
partiendo en dos a un indefenso paciente con una gigantesca hacha ("Fue un comienzo delicioso", afirmaría años después). Instalado ya en Vancouver, Washington, donde pasaría la mayor parte de su vida, Wolverton contrae matrimonio en 1934 con Honor Lovette, muchacha de constitución facial notablemente flexible, experta en muecas e impagable modelo para el dibujante en muchas de sus más chocantes creaciones. Fruto de esta unión nacería en 1948 su único hijo Monte, quién, con el tiempo, seguiría los pasos artísticos de su padre.
En Junio de 1937 debuta como historietista propiamente dicho en el número 1 de la revista Circus, The Comic Riot de la recién fundada Globe Comiesen. En los escasos tres números de vida de esta publicación Wolverton iniciaría dos series tituladas Spacehawks y Disk-Eyes, the Detective, esta última realizada bajo el seudónimo "Dennis Langdon" (homenaje al genial cómico del celuloide mudo Harry Langdon) por imposición del editor Monte Bourjaily.
Su siguiente trabajo sería una serie de ciencia ficción titulada Space Patrol, aparecida en la páginas de la revista Amazing Mystery Funnies en 1939, preámbulo estilístico de la que se convertiría pronto en su obra más conocida: Spacehawk (nada que ver con su anterior Spacehawks). Nacida en 1940, dentro del número 5 de la revista Target, Spacehawk tardaría poco en convertirse en la estrella de esta publicación de la Novelty Press. El enfoque del género fantacientífico adoptado por Wolverton en dicha serie se caracterizará tanto por su carácter rabiosamente ingenuo (puro material de derribo procedente de la más celérica literatura "pulp" y los rocambolescos seriales cinematográficos de la Republic y la Monogran) como por su atmósfera agresiva, dislocada y surrealista, en ocasiones decididamente aberrante.
No obstante, pese a la notable aceptación popular de este bizarro personaje, especie de Flash Gordon anfetamínico y un punto siniestro, los editores presionarían al autor para que atemperara un tanto la truculencia de la serie, tratando así de constreñir la desbocada imaginación wolvertoniana dentro de unos cauces expresivos algo más ortodoxos. Esto provocaría el inmediato desinterés del dibujante hacia Spacehawk y su cancelación definitiva en el número 34 de Target en 1942. Lejos de significar un serio frenazo profesional, la finalización del compulsivo Spacehawk en cambio daría paso, inmediatamente, a la etapa más fértil de toda la carrera de Wolverton, gracias a su concluyente vuelta al humor excéntrico con Powerhouse Pepper, obra que anticipa en casi una década la rompedora escuela cómica agrupada en torno a la cabecera MAD. Creado para el primer número de la revista Joker, lanzada en abril de 1942 por Timely Comics (embrión de lo que, más tarde, seria Marvel Comics), Powerhouse Pepper, muestra a un Wolverton en la cima de su impredecible creatividad tanto gráfica como literaria, merced a un uso recurrente del "gag" visual en segundo plano, una expresividad reminiscente tanto del "burlesque" como de las milimetradas pantomimas fílmicas de Chaplin, Langdon o Charley Parrot Chase, un empleo alucinógeno de las alteraciones, los retruécanos y los ripios en el interior de unos diálogos delirantes y unos argumentos extremadamente volátiles, ubicados en un universo inestable y caprichoso digno casi de un Lewis Carroll pasado de revoluciones. Sátira del (aún en pañales) género superheróico, las descabelladas peripecias de este calvo forzudo eternamente ataviado con su jersey de cuello vuelto a rayas horizontales delataban la influencia del Thimble Theatre de Segar (de quien hereda no sólo el trazo serpenteante sino también su gusto por el desvarío verbal y las tramas rocambolescas) y del travieso "nonsense" del Smokey Stover de Bill Holman, así como del caótico "screwball" de los cómicos cinematográficos Olsen y Johnson ("Loquilandia", "Casa de Locos"...).
Paralelamente a Powerhouse Pepper (personaje que llegaría a obtener revista propia y cuyas aventuras se prolongarían hasta 1948), Wolverton crearía, para otras revistas (tanto de la Timely como de Fawcett), un puñado más de series, impregnadas con su intransferiblemente lunático sentido del humor, tales como: Inspector Hector, The Crime Detector, Flap Flipflop, the Flying Flash, Soop Scutle o Mystic Moot and His Magic Snoot. En 1946 su descomunal capacidad para la distorsión anatómica hallaría una inmejorable excusa para explotar en el concurso organizado por la United Feature Syndicate con el objeto de plasmar, por vez primera, el espeluznante rostro de "Lena la Hiena", célebre personaje de L´il Abner cuya extrema fealdad hacía que hasta Al Capp se negara a dibujarla frontalmente. Wolverton, por supuesto, ganó de calle dicho concurso, creando uno de los semblantes más horripilantemente nauseabundos jamás reproducidos en papel.
Gracias al retrato de "Lena, la Hiena" Wolverton se convertiría, de pronto, en toda una celebridad nacional, atrayendo la atención instantánea de millones de lectores fulminantemente noqueados por la hilarante fealdad de su indescriptible criatura. Esta popularidad le serviría para ser llamado por la revista Life para publicar en sus páginas numerosas (y muy bien remuneradas) caricaturas de diversas personalidades del deporte, la política o el espectáculo. Pronto sus actividades se extenderían a la ilustración publicitaria, realizando también multitud de caricaturas de actores famosos y anuncios de prensa para Universal Pictures y Metro Goldwyn Mayer.
A pesar de tan exitosa inmersión en la parcela humorística (cuya lógica culminación llegaría al comenzar a colaborar con el superventas MAD de la EC), Wolverton continuaría descargando su pasión por las fantasías espaciales y los esperpénticos B.E.Ms (Bug Eyes Monsters) con no pocas historias cortas incluidas en los "comic books" "alienígenas" de la editorial Atlas. Mas, por desgracia, la llegada del nefasto Comics Code estrangularía el mercado del tebeo de género, obligando a Wolverton a refugiarse del chaparrón reaccionario en el campo de la ilustración, con encargos como el de una ambiciosa adaptación de la Biblia, titulada The Story of Man (posteriormente The Bible Story), para la Embassador Press.
A finales de los 60, el talento de Wolverton se vería reivindicado, de forma más o menos explícita, por toda la horda de autores responsables de la eclosión del comic "underground". El trabajo de dibujante como Rory Hayes, Jay Lynch, S. Clay Wilson, Gilbert Shelton o Robert Crumb, delataba a las claras que la semilla de feismo plantada décadas antes por el indómito Basil germinaba ahora en toda una generación, dispuesta a hacer del desequilibrio y el exceso su única bandera.
En 1973 regresaría triunfalmente a la historieta para prestar su inagotable sentido del absurdo a Plop!, el fugaz "magazine" humorístico de la D.C., donde sorprendería a toda una nueva generación de aficionados, sobre todo gracias a sus inauditas portadas. Esa resultaría, a la postre, la última incursión en la industria del comic de Basil Wolverton, cuyo fallecimiento tendría lugar el 31 de Diciembre de 1978. Hoy, el legado gráfico del mayor creador de "freaks" nacido en este siglo, puede rastrearse fácilmente en la obra de historietistas como los estadounidenses Peter Bagge, Dan Clowes, Drew Friedman, Kim Deitch e incluso en el chiflado Edika; además de influir, en su momento, al singular italiano Benito Jacovitti, maestro del "slapstick" pirotécnico cuyo virtuosismo cinético presenta una gran afinidad con el Wolverton más huracanado y absurdo, el de Powerhouse Pepper.
¿Se animará pronto algún editor a dar a conocer aquí la exorbitante obra de este genio desconocido para el lector hispano?. Seguro,... cuando el Papa ponga una ferretería. De modo que, si están interesados, vayan haciéndose, por ejemplo, con el tomo francés Basil Wolverton (editado por Futuropolis en 1980), la reedición norteamericana de Spacehawk a cargo de Dark Horse Comics o el imprescindible Wolvertoons: The Art of Basil Wolverton, una pasada de libro publicado por Fantagraphics. No se arrepentirán.
Artículo publicado en la revista Viñetas por Ediciones Glenat, febrero de 1994
ANTONIO TRASHORRAS
Nacido el 9 de Julio de 1909 en la pequeña localidad de Central Point, Oregon, Basil Wolverton crecería en un ambiente rústico (sus padres, Clarence y Olive, eran granjeros) y sin demasiado acceso a la cultura institucionalizada. No obstante, sí que se sentiría atraído desde bastante pronto por el mundo del espectáculo y muy especialmente por el "vaudeville" , vocación de comediante que incluso llegaría a materializarse en un breve paso por los escenarios cuando todavía era un adolescente. Finalmente su autodidacta pasión por el dibujo, así como su relativa facilidad (fruto de la inspiración más que de la formación) para reflejar en el papel personajes y situaciones absolutamente disparatadas, le impulsaron a tratar de abrirse camino como historietista.
Admirador de Rube Goldberg, sus primeros trabajos profesionales, consistentes en chistes e ilustraciones humorísticas, aparecerían publicados dentro de la revista American's Humor a partir de 1926. La primera de aquellas ilustraciones ya preludiaba muchas de las constantes de lo que posteriormente sería su humor desquiciado y salvaje, al representar a un extravagante cirujano
En Junio de 1937 debuta como historietista propiamente dicho en el número 1 de la revista Circus, The Comic Riot de la recién fundada Globe Comiesen. En los escasos tres números de vida de esta publicación Wolverton iniciaría dos series tituladas Spacehawks y Disk-Eyes, the Detective, esta última realizada bajo el seudónimo "Dennis Langdon" (homenaje al genial cómico del celuloide mudo Harry Langdon) por imposición del editor Monte Bourjaily.
Su siguiente trabajo sería una serie de ciencia ficción titulada Space Patrol, aparecida en la páginas de la revista Amazing Mystery Funnies en 1939, preámbulo estilístico de la que se convertiría pronto en su obra más conocida: Spacehawk (nada que ver con su anterior Spacehawks). Nacida en 1940, dentro del número 5 de la revista Target, Spacehawk tardaría poco en convertirse en la estrella de esta publicación de la Novelty Press. El enfoque del género fantacientífico adoptado por Wolverton en dicha serie se caracterizará tanto por su carácter rabiosamente ingenuo (puro material de derribo procedente de la más celérica literatura "pulp" y los rocambolescos seriales cinematográficos de la Republic y la Monogran) como por su atmósfera agresiva, dislocada y surrealista, en ocasiones decididamente aberrante.
No obstante, pese a la notable aceptación popular de este bizarro personaje, especie de Flash Gordon anfetamínico y un punto siniestro, los editores presionarían al autor para que atemperara un tanto la truculencia de la serie, tratando así de constreñir la desbocada imaginación wolvertoniana dentro de unos cauces expresivos algo más ortodoxos. Esto provocaría el inmediato desinterés del dibujante hacia Spacehawk y su cancelación definitiva en el número 34 de Target en 1942. Lejos de significar un serio frenazo profesional, la finalización del compulsivo Spacehawk en cambio daría paso, inmediatamente, a la etapa más fértil de toda la carrera de Wolverton, gracias a su concluyente vuelta al humor excéntrico con Powerhouse Pepper, obra que anticipa en casi una década la rompedora escuela cómica agrupada en torno a la cabecera MAD. Creado para el primer número de la revista Joker, lanzada en abril de 1942 por Timely Comics (embrión de lo que, más tarde, seria Marvel Comics), Powerhouse Pepper, muestra a un Wolverton en la cima de su impredecible creatividad tanto gráfica como literaria, merced a un uso recurrente del "gag" visual en segundo plano, una expresividad reminiscente tanto del "burlesque" como de las milimetradas pantomimas fílmicas de Chaplin, Langdon o Charley Parrot Chase, un empleo alucinógeno de las alteraciones, los retruécanos y los ripios en el interior de unos diálogos delirantes y unos argumentos extremadamente volátiles, ubicados en un universo inestable y caprichoso digno casi de un Lewis Carroll pasado de revoluciones. Sátira del (aún en pañales) género superheróico, las descabelladas peripecias de este calvo forzudo eternamente ataviado con su jersey de cuello vuelto a rayas horizontales delataban la influencia del Thimble Theatre de Segar (de quien hereda no sólo el trazo serpenteante sino también su gusto por el desvarío verbal y las tramas rocambolescas) y del travieso "nonsense" del Smokey Stover de Bill Holman, así como del caótico "screwball" de los cómicos cinematográficos Olsen y Johnson ("Loquilandia", "Casa de Locos"...).
Gracias al retrato de "Lena, la Hiena" Wolverton se convertiría, de pronto, en toda una celebridad nacional, atrayendo la atención instantánea de millones de lectores fulminantemente noqueados por la hilarante fealdad de su indescriptible criatura. Esta popularidad le serviría para ser llamado por la revista Life para publicar en sus páginas numerosas (y muy bien remuneradas) caricaturas de diversas personalidades del deporte, la política o el espectáculo. Pronto sus actividades se extenderían a la ilustración publicitaria, realizando también multitud de caricaturas de actores famosos y anuncios de prensa para Universal Pictures y Metro Goldwyn Mayer.
A pesar de tan exitosa inmersión en la parcela humorística (cuya lógica culminación llegaría al comenzar a colaborar con el superventas MAD de la EC), Wolverton continuaría descargando su pasión por las fantasías espaciales y los esperpénticos B.E.Ms (Bug Eyes Monsters) con no pocas historias cortas incluidas en los "comic books" "alienígenas" de la editorial Atlas. Mas, por desgracia, la llegada del nefasto Comics Code estrangularía el mercado del tebeo de género, obligando a Wolverton a refugiarse del chaparrón reaccionario en el campo de la ilustración, con encargos como el de una ambiciosa adaptación de la Biblia, titulada The Story of Man (posteriormente The Bible Story), para la Embassador Press.
En 1973 regresaría triunfalmente a la historieta para prestar su inagotable sentido del absurdo a Plop!, el fugaz "magazine" humorístico de la D.C., donde sorprendería a toda una nueva generación de aficionados, sobre todo gracias a sus inauditas portadas. Esa resultaría, a la postre, la última incursión en la industria del comic de Basil Wolverton, cuyo fallecimiento tendría lugar el 31 de Diciembre de 1978. Hoy, el legado gráfico del mayor creador de "freaks" nacido en este siglo, puede rastrearse fácilmente en la obra de historietistas como los estadounidenses Peter Bagge, Dan Clowes, Drew Friedman, Kim Deitch e incluso en el chiflado Edika; además de influir, en su momento, al singular italiano Benito Jacovitti, maestro del "slapstick" pirotécnico cuyo virtuosismo cinético presenta una gran afinidad con el Wolverton más huracanado y absurdo, el de Powerhouse Pepper.
¿Se animará pronto algún editor a dar a conocer aquí la exorbitante obra de este genio desconocido para el lector hispano?. Seguro,... cuando el Papa ponga una ferretería. De modo que, si están interesados, vayan haciéndose, por ejemplo, con el tomo francés Basil Wolverton (editado por Futuropolis en 1980), la reedición norteamericana de Spacehawk a cargo de Dark Horse Comics o el imprescindible Wolvertoons: The Art of Basil Wolverton, una pasada de libro publicado por Fantagraphics. No se arrepentirán.
Artículo publicado en la revista Viñetas por Ediciones Glenat, febrero de 1994
lunes, 8 de diciembre de 2014
Catalogo de la exposición de Beroy
La enfermedad del sueño
Toutain Editor, 1989
Camina y avanza por los itinerarios de la oscuridad, inicia el dialogo cotidiano con la ciudad, esa bella dama de laberíntica memoria, que amaga esconder sus múltiples secretos. Pero el insiste, e inicia como cada noche la pugna por abrir puertas cerradas, para abrir los objetos de su materialidad, para cruzar la frontera entre la coherencia del hecho real y la vaporosidad de lo ficticio. Puede ser en sus exploraciones, descubrirá edificios abandonados, entre las piedras, hierros, o en los rincones más oscuros, le explicarán historias donde descubrirá todo lo que no es posible de la inverisimilitud. Tal vez será la fuerza de una torturada imagen, la que abrirá las puertas de su mente a pensamientos, y emociones muy anteriores a el, pero que ahora viven en el fulgor de la creación. O por ventura, sus pasos no conducirán a un fin con un objetivo concreto, y y sus bolsillos se llenarán con su espíritu reintregrado dentro de su corazón que continua ligado con fuerza a una tabla de dibujo.
Comienza otro día, la mano de Beroy, con un gesto agotado, cierra la última viñeta de la noche, y siente el deseo de refugiarse entre las cuatro líneas y quedarse para siempre jamás.
Pepe Galvez
Ajeno
(CAiro 57)
Norma Editorial, 1988
Alienation
Guy Delcourt Productions
1988
Duelo
(Zona 84)
Toutain Editor, 1987
Doctor Mabuse
(Creepy)
Toutain Editor, 1985
Doctor Mabuse
(Creepy)
Toutain Editor, 1985
999
Toutain Editor, 1988
Khadat
(Zona 84)
Toutain Editor, 1987
Catalogo de la exposición de Beroy publicado para el 7º Saló del Comic de Barcelona, mayo 1989.
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