domingo, 8 de diciembre de 2024

CÓMO SALVAR LA INDUSTRIA DEL CÓMIC SIN TENER NI PUTA IDEA

Los problemas de (o con) la cultura

Julio Gracia Lana




Cómo salvar la industria del cómic sin tener ni puta idea

Javier Marquina y Rosa Codina

ECC Ediciones

España 

Cartoné

104 págs. 

Blanco y negro

Obras relacionadas

Cómo hacer un cómic sin tener ni puta idea. Consejos prácticos para sobrevivir al noveno arte

Javier Marquina y Rosa Codina

(Ediciones Inuit)

Rompepistas

Rosa Codina

(Ediciones La Cúpula)

Abraxas

Javier Marquina 

(GP Ediciones)

En un mundo ideal, la cultura se consumiría sin segmentación por estereotipos. No habría unos campos artísticos con mayor valoración social que otros y todo se comprendería de acuerdo a una cuestión básica: cada uno de ellos nos aporta algo distinto. Un sistema de lectura, visionado o disfrute diferente. El consumo del contenido y su capacidad para reflejar o deformar la realidad varía en función del medio. A su vez, cada ámbito aporta una forma de creatividad artística diferente. Las y los artistas que trabajasen en cualquier tipo de producción cultural cobrarían con justicia por una labor indispensable para la sociedad. Sería un mundo lleno de color y de unicornios sonrientes. Pero no vivimos en ese lugar. Javier Marquina y Rosa Codina se encargan de recordárnoslo.

El guionista nos tiene acostumbrados a guiones multirreferenciales, que denotan numerosas lecturas, películas, series y cultura pop detrás. Se palpa en cada viñeta. Las citas, homenajes y cameos que se insertan en la narrativa abarcan desde Masters of the Universe o Godzilla hasta el escenario de la mítica creación de Carlos Azagra: el Bar PGB (Partido de la Gente del Bar). No pueden faltar escenarios post apocalípticos a lo Mad Max, violencia sin sentido y algún zombi. Al fin y al cabo hablamos del guionista de Abraxas (2018). El dibujo de Codina desarrolla con ricos aportes y plasma de forma concisa lo planteado desde el guión. Resulta realista y preciso. La autora adaptó Rompepistas (2019), novela de contenido autobiográfico que narra la adolescencia y juventud del escritor Kiko Amat. Grano de pus, realizado junto con Aroha Travé y Cómo hacer un cómic sin tener ni puta idea (con Marquina), ambas de 2020, fueron nominadas a mejor fanzine en el Salón del Cómic de Barcelona. Esta última supone el germen de Cómo salvar la industria del cómic, que ECC edita en primorosa tapa dura y con dos prologuistas de excepción: Antonio Altarriba y Laura Pérez Vernetti.

Guionista y dibujante forman un buen dúo, conocedor de los mecanismos que mueven el medio: el poco peso del autor en la cadena industrial, el balance desigual que obtienen distribuidoras, editoriales y librerías especializadas o, en definitiva, la economía que existe detrás de cada cómic que adquirimos como lectores. Entablan un diálogo entre ambos que les va llevando de un aspecto a otro, como en cualquier conversación entre amigos. No es un libro en este sentido que busque sentar cátedra, que traiga consigo una retahíla de largas estadísticas (aunque no por ello deja de incorporar varias y de documentarse) o que busque simplificar un tema tan complejo como el funcionamiento de la industria del cómic y de la cultura. Sencillamente plantea, propone, deja sobre la mesa una serie de cartas para que el lector las vea e interprete. Para hacernos reflexionar y que, tirando de algunos hilos, podamos llegar a ciertos ovillos desde donde se maneja el sistema. En el fondo, y sin querer hacer spoilers, ¿cuál es uno de los principales problemas? Que quizás nos importa muy poco (o nada) cómo se produce la cultura. Lo que queremos es consumirla a un ritmo vertiginoso, estilo fast food. Las carteleras cambian rápido, de las series de televisión se habla lo justo y las novedades en cómic se quitan del escaparate con una velocidad todavía mayor. Y no solo eso: estamos absorbidos por un universo cultural producido a kilómetros de aquí. Llevamos vaqueros, comemos en McDonald’s y reconocemos a Natalie Portman o Brad Pitt por encima de muchos actrices y actores nacionales o europeos. En el territorio de la historieta, Spiderman, Superman, Son Gokū o Naruto hace mucho que conquistaron el planeta.

Pero si algo se extrae de la lectura es una necesidad: no tenemos cifras ni estudios suficientes. Y tanto aquí como en cualquier otro análisis cultural, la investigación en ciencias sociales y humanidades tendría mucho que decir. Del mismo modo que tenemos datos sobre los grandes museos nacionales o la asistencia a las salas de cine, deberíamos desarrollar una fuente cada vez más fiable de aportes extraídos desde editoriales o librerías. Se están haciendo esfuerzos en ese sentido, pero para construir una industria más justa, todavía queda mucho por avanzar. Leer este libro es una muy buena forma de comenzar.


Jot Down Comics (2024)


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