Alvaro Pérez
Inseguridad, desconfianza, miedo. Aquí está la clave de las dos historias que componen este álbum. Giardino nos muestra la fragilidad del hombre en dos relatos en los que el campo de creación es la excusa sobre la que se articula la trama. La sospecha se apodera de los personajes para complicar las situaciones, ya de por sí conflictivas, lo que lleva a que se rompa el quebradizo velo de la confianza, tanto en uno mismo como en aquellos que le rodean. Como la vida misma.
El título del álbum nos lo sugiere: ¿Cuántas verdades existen? La duda se nos plantea de entrada. Jan, el pintor holandés de la primera historia, desconfía de los motivos que pueda tener Schwarz, famoso coleccionista, para interesarse por su obra, con la que ni él mismo esta conforme. Schwarz se muestra receloso de Jan, a causa de la relación que pueda mantener con Anna, su esposa. Esta sospecha de Pirro, el compañero de estudios del pintor, a quien su marido va a comprar un valioso cuadro. Es una situación difícil, puesto que siempre que el engaño esta por medio, las cosas se complican, enredándose hasta el punto de acabar con una muerte cuando, como vemos al final, la tragedia se podría haberse evitado perfectamente. El mismo Schwarz lo dice: "fue un equívoco estúpido" .
También con muerte comienza y podríamos decir que termina la segunda historia, aunque no sepamos hasta el final si lo que se nos cuenta es cierto o no. Lo que sí sabemos con seguridad es que hay dos muertos, aún sin conocer las pistas que nos guíen hasta ellos. Según nos dice Piero al final de la historia, hay tantas verdades como espectadores. Vasco nos cuenta su propia versión de la historia, aunque él mismo pueda haber sido manipulado en el transcurso de la acción.¿Quién nos dice que no fue Janet, la viuda del traductor Corsi, la que mandó matar a su marido?. Se nos da una imagen codiciosa de ella, por lo que bien habría podido aprovechar la velada relación que existía entre su marido y Benson, el firmante de las novelas. La duda nos corroe como los celos al seducido Vasco, a quien la inseguridad lleva a confesarse ante Piero, en el único acto de confianza que plantea todo el libro. Una vez más, Giardino disecciona el alma de sus personajes para buscar, rebuscar en su interior, los temores y debilidades humanas, y sacarlos a la luz, colocando las fichas en un tablero de verdades a medias.
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