martes, 14 de enero de 2014

CONAN Y BELIT: POR TIERRAS DE ESTIGIA (II)


 Los episodios reunidos en este volumen forman como una «saga dentro de la saga»: el largo viaje de Conan y Bélit al interior de Estigia, en desesperada búsqueda del padre de ésta, del que no se ha sabido nada en veinte años. Una larga aventura con un final desesperanzador, que comienza en el nº 72 de la serie original.

En la portada de éste, dibujada al parecer por Gil Kane -el veterano Kane no llegó a convertirse en dibujante regular de Conan, aunque más de una vez estuviera a punto de ser designado como tal, pero su contribución a las colecciones protagonizadas por el bárbaro cimmerio no ha sido escasa-, Conan y Bélit aparecen rodeados por incontables monstruos de aspecto amenazador, como un presagio de los peligros con los que van a tropezar en las aventuras siguientes.

El nº 73 es aquél en que Bélit es traicionada por algunos de sus propios hombres, los cuales ansian robarle el botín que la pirata ha escondido muy cerca del legendario pozo de Skelos, una fosa llena de horrores de toda especie. En la portada, Conan ataca con la espada a un sapo gigante que, al contrario de lo que sucede en la historia -es ya una costumbre- sostiene con su enorme mano a Bélit. Una gigantesca estatua, que representa a una criatura semihumana, también imaginada por el autor de la portada (que de nuevo parece ser Gil Kane), preside la escena.

En el nº 74 Kane nos obsequia con una magnífica cubierta, que por una vez es bastante fiel al comic: Conan, montado en una gigantesca serpiente marina, trata de herirla, mientras ésta ataca la barcaza en la que Bélit, acompañada por algunos corsarios negros, apenas sí puede defenderse con su ya conocido alfanje. Casi idéntica situación se encuentra en el interior, cuando Conan y Bélit, con la ayuda de sus corsarios, tratan de introducirse en la peligrosísima ciudad de Khemi, hogar
de serpientes y de brujos-sacerdotes.

La cubierta del nº 75 es de Ernie Chan, el eterno colaborador de John Buscema. Conan se aferra a un halcón gigantesco -si bien algo más pequeño que los verdaderos halcones que aparecen en el interior- y amenaza a su jinete, uno de esos jinetes-halcón de Harakht, la ciudad cuyo rey HorNeb ha descubierto una piedra radiactiva que puede hacer crecer más allá de lo normal a cualquier criatura. Con ella, el ambicioso rey quiere crear toda una brigada de aves gigantes con las que
destronar a Ctesphon II, legítimo rey de Estigia, y adueñarse así del Reino de la Serpiente.

En el nº 76, Kane se encarga de nuevo de la cubierta, si bien había de dibujar pocas más. Definitivamente abandonados los caprichos de portadas anteriores, reproduce casi con exactitud una escena del comic: Conan, acosado por una turba de guerreros estigios, derriba una estatua del dios-halcón Harakht -que lleva el mismo nombre que la ciudad de la cual ha sido nombrado protector- sobre sus perseguidores. Una hazaña que no impedirá su captura, pues sus enemigos ya tienen prisionera a Bélit.

Gil Kane se despide definitivamente con la cubierta del nº 77, entintada por el omnipresente Ernie Chan. Conan, en la arena de un circo estigio -imaginario precedente de los circos y anfiteatros romanos- hace frente, con una espada ensangrentada en la mano, a otro personaje cuya talla gigantesca apenas sí alcanzamos a atisbar (gracias al comic, sabemos que se trata del gigante Gol-Thir).

 El rey guerrero Hor-Neb, con un gesto mayestático, anuncia el comienzo de la lucha. Quien haya leído el comic correspondiente conocerá el asombroso desenlace, en el que descubrimos que las cosas no son como parecían ser, y Conan puede rescatar -¡de nuevo!- a su amada pirata, destronando de paso al malévolo Hor-Neb.

Aunque en el n° 79 -y en varios de los que le siguen- el célebre Howard Chaykin sustituya a Buscema con los lápices del interior, la cubierta sigue siendo de éste, entintada por Ernie Chan. Vemos en primer término a un Conan que parece amenazar al lector con una gigantesca hacha de guerra que, una vez más, no aparece para nada en la historia. Cerca de él, la rubia Bardylis, con la que Conan será infiel, quizá por una única vez, a la Reina de la Costa Negra (no olvidemos que, con este número, empieza una serie de episodios en los que Conan y Bélit seguirán caminos distintos). Tras un precipicio, alcanzamos a divisar una misteriosa ciudad de estilo oriental, que poco tiene que ver con la Attalus que aparece en la historia, una austera villa fundada por un grupo de griegos del siglo IV a. C. que viajó accidentalmente por el tiempo. Flota sobre la escena un gigantesco ojo, quizá la forma espiritual del pequeño Ojo de Set, la joya que Conan debe entregar a la ciudad griega en misión para Mer-Ath, el nuevo rey de Harakht, y que el siniestro sacerdote tuerto Hun-Ya-Di tratará de robarle.

La cubierta del nº 80 es también obra de John Buscema y Ernie Chan. Conan lucha mano a mano con Tolomeo, rey de la misteriosa ciudad, rodeado por una muchedumbre de hombres y mujeres de Attalus. Es el momento culminante de la historia, que termina con la victoria de Conan sobre Tolomeo. Se verá así convertido, involuntariamente, al menos por un día, en rey de Harakht. La portada recoge algo de ese clima que sabe crear Chaykin en la historia, el de una ciudad que, en realidad, no pertenece a su época.

Los mismos John Buscema y Ernie Chan dibujan la cubierta del nº 81, con la que volvemos al terreno de las imágenes más o menos alegóricas: Conan parece repartir mandobles en la cúspide de una montaña de guerreros que quieren matarle, mientras, desde el fondo, el gigantesco rostro del que es el principal enemigo del cimmerio en estas historias, Hun-Ya-Di, anima a éstos. Conan salvará a la ciudad de Harakht y a todos sus habitantes, pero no querrá seguir reinando en ella. En la cubierta del nº 82, lejos ya de la ciudad griega, Conan, al que vemos en lo que parece ser una lóbrega marisma, amenaza con su espada a una bella muchacha. Podríamos imaginar -y acertaríamos- que ésta es una bruja. Lo que nadie vería a simple vista, sin embargo, es que la mujer, que se llama Sabia, está hechizando a Conan y adueñándose de su voluntad. Esta sugerente portada es, también, obra de John Buscema y de Ernie Chan, aunque Howard Chaykin aún dibuje la historia. Los mismos Buscema y Chan nos presentan, en la cubierta del nº 83, a un Conan que se debate bajo el agua -en el ponzoñoso río llamado Cabeza de la Víbora-enfrentado a extrañas criaturas, medio hombres medio cocodrilos, producto de la magia maligna del brujo Toroa, el exilado de Kheshatta.

 En el nº 84, en una cubierta que parece dibujada por John Buscema y Tony DeZúñiga, aparece por primera vez el que durante cierto tiempo se haría popular entre los lectores como camarada de Conan: Zula, el último sobreviviente de la tribu de los zamballah, aficionado a la magia y gran guerrero, que pasó buena parte de su juventud en la ciudad de los brujos, Kheshatta, sirviendo a un hechicero. Él y Conan están encaramados a un muro, defendiéndose de una horda de estigios harakhtios, entre los cuales se cuentan varios jinetes-halcón. Conan, por una vez, no maneja la espada, sino una gran cadena, la misma que, podemos suponer, le sujetaba pocos minutos antes en una mazmorra harakhtia (hay que hacer notar, sin embargo, que la cadena de marras no aparece en el comic).

En la portada del nº 85, dibujada por John Buscema y Ernie Chan, Conan y Zula se disponen a iniciar un duelo de espadas. Conan había prometido al último de los zamballah que lo acompañaría a Kheshatta para ayudarlo en su misión de venganza contra su antiguo dueño. Sin embargo, el cimmerio se cree obligado a romper su promesa: la vida de su reina pirata está en juego. Y Zula no piensa consentirlo. Al fondo, el espectro de un gran halcón, que parece representar a la ciudad de Harakht de la que han escapado, tal vez para enfrentarse a peligros aún mayores.

 En el nº 86, Conan conoce un poco mejor la sociedad estigia, y algunos de sus usos religiosos. Y se enfrenta al Devorador de Muertos, un monstruo que engulle los cuerpos, y quizá también las almas, de los aristócratas estigios que ya han pasado a mejor vida. En la portada, dibujada al parecer por John Buscema, vemos a Conan y a Zula enzarzados en lucha con la criatura, en una situación que podría parecer desesperada. Lo que ninguno de los dos sabe todavía es que al final de la aventura Conan y Bélit volverán a encontrarse por fin.

La cubierta del nº 88 es la que, muy retocada, ha publicado Comics Forum como portada del segundo tomo de la saga de Conan y Bélit. Unos gigantescos Conan, Zula y Bélit se yerguen sobre una roca envuelta en llamas, mientras hombres de varias razas -negros, hyrkanios, nórdicos, pero curiosamente ningún estigio- se debaten a sus pies. John Buscema y Ernie Chan no quisieron darnos en esta portada ninguna de las escenas de la historia a la que acompaña. Simplemente retrataron al terceto que protagoniza esta aventura y varias de las siguientes, que en este mismo episodio asalta el palacio del rey Ctesphon y descubre que el padre de Bélit murió hace años, y huye, no sin matar al rey y a su valido y provocar así un cambio de poder en estigia.
J. ]. Mussarra




















Cubiertas pertenecientes a la colección Conan the Barbarian números 72 al 77 (III///-VIII/77), 79 al 86 (X/77-V/78) y el 88 (VII/78).

Perteneciente a la publicación CONAN Y BELIT ESPECIAL PORTADAS publicada por Comic Forum en octubre 1995


No hay comentarios: