domingo, 12 de enero de 2014

CONAN Y BELIT: LA REINA DE LA COSTA NEGRA (I)


Una saga como la de Conan y Bélit fue naciendo en buena medida de la improvisación, la cual, si bien no siempre beneficia a los creadores, los ayuda en muchas ocasiones a ir más allá de sus planes iniciales. En esta edición que el lector tiene en la mano, no podrá apreciar, por ejemplo, un curioso rasgo que afecta a casi todos los episodios: los títulos de cada historia casi nunca coinciden con el que se había anunciado al final de la historia anterior. Sorprende, pero es así. La primera cubierta con la que nos encontramos aquí, la del nº 57, con el que comenzó esta saga, también podría suponerse producto de un despiste, o de una decisión de última hora. Un Conan claramente dibujado por Gil Kane se yergue ante el lector, sobre un fondo más o menos alegórico, con muchacha, calavera y monstruos, todo muy en consonancia con el tono y la forma que Kane estaba dando en aquella época a su adaptación de «Conan el Conquistador» (ver Super Conan n° 9). Ninguna alusión a las peripecias que Conan ha de sufrir en Argos, y que le llevarán a huir por mar a un incierto destino.

La portada del nº 58, en cambio, sí se refería claramente al episodio narrado en ese mismo número. Un Conan inequívocamente dibujado, como la misma historia, por John Buscema, y entintado en este caso por John Romita, aguarda, en primer término, espada en mano, sobre el cadáver de un par de corsarios negros a los que seguramente acaba de quitar la vida, a una Bélit que se le acerca corriendo, con mirada fiera, sable en mano. La figura de la pirata todavía no está muy bien definida; su cabello alborotado de diablesa desaparece en el interior de este mismo número, e incluso exhibe un atuendo algo distinto del que lleva, tanto en este episodio como en todos los otros que le siguen. Es el momento decisivo en que, tras asaltar con sus corsarios el barco en el que Conan viajaba, Bélit podría haber matado al bárbaro cimmerio, poco antes de caer literalmente rendida en sus brazos.

El nº 59 es el que narra el origen de Bélit, vinculado al odio que ésta siente por los estigios. La portada, obra también de John Buscema y John Romita, vuelve a ser semialegórica: Bélit y Conan luchan sobre un fondo en llamas, ella con los hombres-gusano que aparecen en la historia, los que derrotó el día en que se convirtió en jefe de la tribu del Lejano Sur que la había acogido en su infancia, y él con los estigios, omnipresentes en esta saga.

En el nº 60 empieza, con el enfrentamiento entre Conan y Bélit y los jinetes-dragón, la primera de las pequeñas sagas que forman parte de este gran ciclo, aquella en la que Conan se gana su otro nombre, Amra (que en la lengua de las tribus de la Costa Negra significa león). La portada no podía ser más elocuente sobre el comienzo: un jinete-dragón, montado en su cocodrilo -pues ya se sabe que esto son, y nada más que esto, los temidos «dragones de río»-, apunta con su lanza a un Conan furioso. Esta portada la hicieron conjuntamente John Buscema, John Romita y Gil Kane.

La siguiente, también de Buscema, Romita y Kane, es la del nº 61, en la que podemos presenciar una escena que no veremos en el interior: Conan saltando al rescate de una Bélit atrapada por una gigantesca mariposa nocturna. Cualquiera que haya leído la historia sabe que Bélit, en realidad, es rescatada por otra mano, la que se deja ver, misteriosamente, en el ángulo derecho inferior de la portada: la del primer Amra, que será uno de los enemigos más mortales de Conan.

La del nº 62, dibujada por Buscema en solitario, reproduce, también con escasa fidelidad, una escena del principio de la historia: Conan tratando de matar al peligroso facóquero que ha atacado a su partida. Decimos escasa fidelidad porque en el suelo, cerca del facóquero, vemos a la destronada Makeda, la que había sido amante del primer Amra antes de que la raptada Bélit la reemplazara en los afectos de éste, y que no aparece, en realidad, hasta el final del episodio. La cubierta del nº 63 vuelve a ser obra de Buscema, y también mezcla elementos que aparecen en momentos diversos de la historia: Conan y el primer Amra luchan con la daga en primer término, mientras Bélit se debate entre los monstruos cuatrímanos que, en realidad, los dos hombres habrían derrotado poco antes de empezar a luchar entre sí. Al fondo, tras una oportuna reja, rugen los leones.

La siguiente portada, la del nº 65, fue dibujada, al parecer, por Wood, seguramente, le echó una mano a un Buscema que no podría con todos sus encargos. No refleja en absoluto el contenido de la historia correspondiente, e incluso parece que no quiera reflejar con claridad ningún contenido. Conan y Bélit, entre las llamas, parece también que entre unas ruinas, atacan a unos guerreros que están de espaldas, y de quienes vemos poco más que la cabeza y las armas que esgrimen. Una portada de relleno para una historia tan interesante como la que enfrenta a Conan y Bélit con ese extraño brujo preincaico llamado Tezcatlipoca.

El nº 66 es el del retorno a Argos, y en su portada, dibujada por Kane y Hopkins, aparece Conan, enfrentado a la estatua del dios Dagón que parece cobrar vida en el interior -si bien sabemos que se trata de una ilusión creada por un astuto sacerdote mediante la hipnosis-. Al lado de ambos, en un inventado foso -pues tampoco aparece en la historia-, un bosque de cuchillos apunta hacia arriba, como aguardando al desesperado cimmerio, y, entre éstos, reposa un esqueleto.

La del nº 67, que parece también dibujada por Kane, vuelve a mezclar elementos diversos. Diríase que en algún momento se decidió que ésa había de ser la línea de las cubiertas de esta colección. Vemos al hombre-tigre con el que Conan se enfrenta en el interior, en su intento de salvar de las mazmorras del rey de Argos a su antiguo camarada Yusef, inclinado sobre una muchacha que tampoco aparece en la historia. Conan, con la espada en una mano y una antorcha en la otra, parece ir a liberarla. La complicada aventura de este número no continúa en el que le sigue, sino en un crossover -el único de este ciclo de Conan y Bélit- con la que entonces podemos decir que era su colección hermana, Marvel Features Red Sonja.

En la cubierta del nº 7 de ésta, en efecto, vemos a Conan y Red Sonja luchando en un gigantesco osario, un montón de esqueletos humanos que, según leemos en el episodio correspondiente, los devotos de Ibis han ido acumulando a lo largo de los siglos. Pero poco se imaginan que, entre los muertos, les acechan otros peligros. La cubierta es, obviamente, de Frank Thorne, que se ganó una merecida fama, en los años setenta, por dibujar a la aventurera pelirroja, la mejor amiga de Conan que siempre acaba peleando con éste.

El nº 68 marca un hito en la trayectoria de Conan el Cimmerio, y la cubierta de Gil Kane ya nos muestra por qué: el bárbaro se enfrenta a ese otro bárbaro, tan cercano a él en algunos aspectos, y tan lejano en tantos otros, el rey Kull, que, por obra y gracia de la magia de los acólitos de Set, ha viajado hasta nuestra era con todo su palacio, sus consejeros y sus seguidores. Así se encuentran los dos mayores mitos bárbaros que creara Robert E. Howard.

La portada del nº 69, de nuevo por Gil Kane, entintada por Pablo Marcos, guarda escasa relación con la historia, y, sin embargo, reproduce de nuevo los elementos básicos de la misma: la muchacha a la que Conan quiere proteger, y el monstruo de las profundidades. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en la historia, Conan y Marga -pues ése es el nombre de la joven- parecen haber naufragado en un arrecife, y el horror marino aparece con su propio rostro - Conan le hace frente con la espada-, no ocultándose en la forma del amado de la joven como sucede en el comic.

Y así llegamos a la cubierta del nº 70, en la que Kane mezcla de nuevo las cosas, y vemos a Conan y Bélit rodeados de sanguinarios piratas barachanos, sin poder defenderse apenas, en el puente de su barco pirata, el Tigresa, y no luchando con ellos en la playa, cabe la ciudad de Kelka, como podemos ver en el comic.

Con el nº 71 termina el primero de los volúmenes en los que hemos dividido la saga. La cubierta, de Gil Kane y Ernie Chan, se mantiene en la línea de las anteriores: mezcla acontecimientos distintos. Así, vemos a Conan encaramado al altar sacrificial en el que acaba de morir la doncella del templo Aluna, rodeado de hombres de aspecto simiesco, casi trogloditas, y de sacerdotes: las
dos clases de hombres que, según se nos cuenta en la historieta, moran en la perdida ciudad de Kelka. En el comic, esa pelea tiene lugar cuando Conan y Bélit ya se han alejado del altar sacrificial.

Joan Josep Mussarra



















Cubiertas originales de Conan the Barbarian números 57 al 63 (XII/75-VI/76) y números del 65 al 71 (VIII/76-II/77) y Marvel Feature nº7 (XI/76)

Perteneciente a la publicación CONAN Y BELIT ESPECIAL PORTADAS publicada por Comic Forum en octubre 1995


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