martes, 7 de agosto de 2012

"Dick Tracy, book one: Big City Blues" John Moore & Kyle Baker.


Por Jesús Palacios






DICK TRACY,

BOOK ONE:

BIG CITY BLUES»

John Moore & Kyle Baker. Walt Disney Publications. 48 págs., color, 3.95 $.

El lema de esta primera parte de tres aventuras, inspiradas en el film de Warren Beatty sobre el clásico personaje de Chester Gould, podría ser: ¡Olvidad la nostalgia! Porque, realmente, de las opciones más evi­dentes de que disponía Baker —una: fagocitar y recuperar el es­tilo de Gould; dos: realizar una adaptación realista y con flou de época de la película— no ha elegi­do ninguna, sino que se ha atrevi­do a componer un desmitificador ejercicio de autor, poniendo en evi­dencia los absurdos de la nostalgia gratuita, y demostrando como, aún partiendo de personajes y situacio­nes creados por otros, se puede conseguir una obra totalmente personal.

De hecho, el tratamiento del per­sonaje desde el punto de vista grá­fico acumula intencionadas ironías:
reproduce el rostro de Beatty con bastante verosimilitud, junto, por ejemplo, al de un Pat fiel a su ima­gen primitiva de las tiras de Gould. Pero, bromas aparte, el mejor ho­menaje de Baker a Gould es el he­cho evidente —ahí están sus The Shadow, Justice Inc. o Through the Looking Glass— de que su estilo es tan personal hoy día, como en su tiempo lo fue el del creador del ori­ginal Dick Tracy, compartiendo con éste la inclinación a la caricatura ex­presionista y a lo grotesco. Inclina­ción que se complementa perfecta­mente con el guión de John Moore, que, como los dibujos, no se que­da en el mero reciclaje, sino que se adapta a la evolución actual del gé­nero de Serie Negra: cínico, diver­tido, siniestro y abundante en un cli­ma de corrupción que, a diferencia de las tiras primitivas, alcanza ple­namente a los propios estamentos policiales. Esta combinación de hu­mor negro, tremendismo y thriller, más los expresivos seres surgidos de la pluma de Baker, dan como re­sultado una ciudad americana de los 30 que más bien recuerda al Berlín de George Grosz, contempo­ráneo en el tiempo, que a los revi­vales al uso, estilo Adios, muñeca, El Hombre de Chinatown y otros pa­recidos.

Así, este nuevo Dick Tracy, que combina en sus páginas una plani­ficación clásicamente americana, aplicando el principio de montaje fe­lizmente llevado ya a cabo por maestros como Will Eisner, y con­sistente en que casi cada página —o a lo sumo cada tres— desarro­lla una acción autoconclusiva en tiempo y espacio, ágilmente com­puesta y que dota de ritmo y velo­cidad a la narración; con influencias estilísticas europeas —al menos no estrictamente americanas— que re­curdan, aparte de al ya citado Grosz, a autores como Ralph Steadman, Breccia, Muñoz y Sam- payo y otros, junto a la gran tradición caricaturista USA. Este nuevo Dick Tracy, como decía, abre una puerta hasta ahora prácticamente cerrada, que no es otra que la de conseguir que la adaptación al co­mic de un film —agravada en este caso por el propio origen gráfico de la película— se convierta en una obra plenamente autónoma e inde­pendiente de aquél.

Puede que Dick Tracy, the Movie, sea un completo bodrio. Pero eso ya no podrá alterar nunca el hecho de que esta trilogía de Kyle Baker promete ser ya uno de los mejores comics de los primeros 90.

Jesús Palacios



Revista Krazy Comics nº10 Julio 1990

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