miércoles, 22 de diciembre de 2010

City of Glass por Mazzuchelli revista Slumberland nº25 (agosto 1997)

City of Glass de David Mazzuchelli
por Jaime Rodriguez


En este número, y dentro del apartado de artículos de la revista, hemos de­cidido dar pie a una nueva iniciativa: la de comentar adaptaciones de un medio narrativo a otro: de novela, o de cine, a comic, y viceversa. Así se hará, siempre que la ocasión merezca la pena. En este caso se ha optado por Ciudad de Cristal, primera de las novelas de La Trilogía de Nueva York, de Paul Auster, adaptada al comic por Paul Karasik y David Mazzucchelli.

PAUL AUSTER Y CIUDAD DE CRISTAL

Paul Auster es uno de los escritores americanos más relevantes del mo­mento. Nacido en 1947 en New Jer­sey, y tras realizar estu­dios literarios en la Universidad de Colum­bia, desarrolla varios trabajos (entre los cua­les figura el de traduc­tor) antes de escribir su primera novela: City of Glass (Ciudad de Cristal, 1985), aunque antes ya había escrito otros textos: ensayos, poesía, artículos...

Además, es más cono­cido a nivel popular por su colaboración en las películas Smoke y Blue in the Face (am­bas escritas por él y co-dirigidas con Way­ne Wang).

City of Glass es la pri­mera novela pertene­ciente a La trilogía de Nueva York, seguida por Ghosts (Fantasmas, 1986) y The Locked Room (La habitación cerrada, 1986). Las tres novelas tienen en común el género al que pertenecen (a priori, género negro) y el tema central. Los tres textos de la trilogía deben al género negro las circunstancias en las que se desarrol­la la historia y algún que otro tópico más: en el primero, un escritor de novelas policíacas aprovecha una lla­mada equivocada para hacerse pasar por un detective privado e investigar el caso de un padre que, supuesta­mente, busca dañar a su hijo. En el segundo, se le encarga a un detec­tive privado que vigile "a un hombre y que entregue informes sobre las actividades que éste desarrolla. En el tercero, un crítico literario es nom­brado albacea literario de un viejo amigo suyo que ha desaparecido abandonando a su mujer e hijos y su obra literaria, inédita, en manos de su amigo. Más tarde se descubre que sigue vivo, y el protagonista se ve envuelto en la caza de su amigo desaparecido.

No obstante, la temática de la trilogía abandona rápidamente los tópi­cos del género para dirigirse hacia temas más profundos. Se ha comen­tado que dicho tema es la relación existente entre un au­tor y sus personajes, por un lado, y los lec­tores de su libro, por otro, así como quién detenta el poder en es­ta relación. Así, esta relación se exploraría a través de la compara­ción entre el detective y el crimen que investi­ga, por un lado, y el lector y el libro que es­tá leyendo, por el otro. Sea como fuere, en los tres libros, el protago­nista decide asumir un papel que no le corres­ponde, para acabar viéndose envuelto en situaciones que le su­peran ampliamente.

En City of Glass, los juegos de suplantacio­nes de personalidad llegan al paroxismo: Paul Auster escribe una novela en la que él no es el narrador (ejer­ce como tal un su­puesto amigo cuyo nombre no conoce­mos), sino uno de los personajes. El protagonista de la novela es Daniel Quinn, el cual escribe bajo el seudónimo de William Wilson las novelas del de­tective Max Work. Quinn recibe la llamada telefónica de una persona que pregunta por el detective priva­do Paul Auster, personalidad que Quinn decide asumir, utilizando para ello características de su detective ficticio, Max Work.

Como puede observarse, el juego de nombres, y de suplantaciones de personalidades es extremadamente intrincado. Y, en esa medida se po­dría apoyar la teoría antes señalada acerca de quién controla a quién, ya que el protagonista no se comporta de acuerdo con su personalidad ori­ginal de Quinn, sino de acuerdo con la personalidad asumida: inicialmente, William Wilson, y, posteriormen­te, su idea de Paul Auster unida a su idea (o más bien a la idea de Wilson) de Max Work, el detective fic­ticio. Así, el prota­gonista de la novela, Quinn/Wilson/ Work/ Austera, asiste a la de­sestructuración de su personalidad produci­da por unos acontec­imientos que no puede controlar. Al final de la novela, el protagonista desapa­rece por completo, siendo substitui­do por el desconocido narrador de la novela (el amigo de Auster), otro ál­ter ego del autor.

Todo este extraño juego responde a algo más que a la simple reflexión sobre las suplantaciones de personal­idad e incluso sobre la relación entre autor/ personaje/lector, ya que está ubicada en una reflexión más am­plia sobre el lenguaje y cómo éste ayuda a estructurar no solo el mundo (o nuestra concepción del-- mismo) sino la personalidad misma. Así, por ejemplo, el Paul Auster-escritor no es el mismo que el Paul Auster-per­sonaje o que el Paul Auster-Quinn o que el Paul Auster-detective privado que nunca aparece y al que suplanta Quinn.






A la izquierda portada de la adaptación de City of Glass, por Mazzuchelli. A la derecha portada de la edición española de la Trilogía de Nueva York.



Sirvan como apoyo a esta teo­ría las constantes reflexiones acerca del lenguaje que bañan la obra (desde el fragmento acerca de la construcción de la Torre de Babel, hasta los en­cuentros entre Quinn- Auster y Peter Stillman sr., el padre que regresa para castigar a su hijo, motor de la acción de la novela.

DAVID MAZZUCHELLI Y CIUDAD DE CRISTAL: LA ADAPTACIÓN

La adaptación de City of Glass al comic (1994) responde a una iniacitiva de Art Spiegelman (el autor de Maus) y de Bob Callahan (autor de Who Shot JFK), los cuales querían atraer hacia el comic a lectores no habituales de la historieta adaptando obras literarias más o menos popu­lares. Aunque Mazzucchelli es el nombre fuerte en esta adaptación, según sus propias palabras, no hu­biera sido lo que es sin el guión de Paul Karasik. Por supuesto, la obra tampoco hubiera sido igual sin la co­laboración de Auster, el cual se prestó a leer la adaptación y a sug­erir cambios, enfoques...

Teniendo en cuenta lo que se ha co­mentado más arriba acerca de la uti­lización del lenguaje que hace Aus­ter, la adaptación de City of Glass se hacía más difícil, si cabe, ya que, para poder respetar las intenciones originales, debía conservar importan­tes pasajes de texto imposibles de adaptar al medio visual. Para ello, Karasik y Mazzucchelli optaron por interpretar el contenido simbólico de las reflexiones y, conservando las mismas de forma prácticamente ínte­gra, ampliarlas con una simbología nueva, ésta visual. Y quizás es éste el punto más sorprendente de la adaptación: 1) respeta el texto y las ideas originales; 2) lo hace sin utilizar aburridas "cabezas par­lantes"; y 3) aporta una nueva dimen­sión a las ideas ori­ginales, amplián­dolas e ilustrándo­las, todo ello con un lenguaje pura­mente gráfico.

Por lo demás, la adaptación es im­pecable: tras leer la novela, por un la­do, y el comic, por otro, uno tiene la sensación de haber leído las mismas ideas en diferentes medios. De hecho, la novela y el comic tienen prácticamente el mismo número de páginas, y, en general, los episodios conservan la misma proporción de páginas (a excepción del último capítulo que, en el comic es excepcionalmente largo). Por otra parte, el comíc no queda hiperliteralizado (el peligro más importante), sino que existe un adecuado balance entre textos e imágenes, sin que ello contribuya a banalizar ninguna de las ideas austerianas. Únase a ello el depuradísimo grafismo de Mazzucchelli y el resultado es un comic que (con independencia del texto original) habría de estar la estantería de todo buen lector de comic.

CONCLUSIONES

Las intenciones de Spiegelman y Ca­llahan, por supuesto, se quedaron en eso: en intenciones. De su colección, tan solo llegó a salir un segundo li­bro. Y City of Glass ha quedado en ese extraño limbo en el que están tantas y tantas obras - de una calidad impresionante que, por una razón o por otra, jamás han conseguido el merecido reconocimiento.

En todo caso, desco­nocer una de las prin­cipales obras de Auster, uno de los más importantes narrado­res de la segunda mi­tad de nuestro siglo, comienza a resultar difícilmente excusable ya que, aparte de su edición en libro (en castellano, en Ana­grama) existe la adaptación al comic que, en breve, apare­cerá en castellano, publicada por Ediciones La Cúpula.











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