La evolución del realismo gráfico
de Foster a Miller
por Felix Velasco
Una de las tareas en las que el estudioso del medio, ya sea profesional o aficionado, invierte más tiempo, aparentemente, consiste en detectar el parentesco gráfico entre los autores, notablemente de una generación a otra. Como el que suscribe tampoco escapa a esta manía y ha hurgado en diversas fuentes de documentación dedicando un considerable tiempo a la recopilación de datos sobre este tema, corroborados por las palabras de los propios artistas, se propone un pequeño recorrido por la historia del noveno arte, especialmente norteamericano, partiendo de la conocida premisa de que los fundamentos del realismo gráfico en los comics se encuentran en la trilogía Foster-Raymond-Caniff. |
Convencionalmente, se señala la primera adaptación de Tarzan a los comics, realizada por Hal Foster en 1929, como el primer hito del dibujo realista en un medio hasta entonces dominado por la caricatura. Tuvo que ser un ilustrador como el canadiense, imbuido por la tradición norteamericana de portadistas quien diera el primer paso, aunque el
resultado, tanto en esta obra como en la señera Príncipe Valiente, es una creación más o menos cercana a la frontera entre comic y libro ilustrado, dependiendo de los criterios que apliquemos para definir lo que es historieta y lo que no. Como es bien sabido, el otro gran dibujante clásico, Alex Raymond, culminó, especialmente con Flash Gordon y sobre todo, con Rip Kirby, el modelo de realismo a seguir por los hacedores de viñetas posteriores. La última aportación significativa de la edad dorada nos devuelve algo de caricatura pero a cambio de traer la sombra, la mancha de un trazo más suelto: Milton Caniff.
Establecidos estos pilares, provenientes de las tiras y dominicales de la prensa, no pueden dejar de influir en la siguiente gran generación de dibujantes: la de la Edad de Plata de los comic-books, nacidos en los años 20.
Esa triple fuente: Raymond, Foster y Caniff es la que señala Joe Kubert, como su principal referencia. No es de extrañar que su obra más lograda sea su versión de Tarzan en los comic-books de DC, que le incorpora al cuarteto de autores imprescindibles que se han encargado del personaje. En una concepción diferente del grafismo se sitúa Alex Toth, para quien Milton Caniff, Roy Crane y Noel Sickles se convierten en sus referentes, es decir, lo que se ha traducido como el impresionismo en los comics, forjado, eso sí, en blanco y negro. El artista estadounidense de origen húngaro, a su vez, es la figura seminal en el arte de dibujantes de generaciones posteriores, entre ellos: Steve Rude, David Mazzucchelli, Jaime Hernández, Mike Allred, Bruce Timm, Darwyn Cooke, Michael Lark, Phil Hester, Kevin Nowlan y Michael Avon Oeming.
En algún lugar a medio camino se situaría un autor como Gil Kane, dibujante de anatomías un tanto forzadas, pero muy alabado por su dinamismo, como lo demuestra el hecho de que sus autores favoritos, Foster, Roy Crane, Raymond y Lou
Hay quien no se olvida de otros medios, como es el caso de Gene Colan, que cita como su principal influencia a Norman Rockwell, el gran ilustrador de la escuela americana, aunque tal circunstancia no se trasluzca de forma manifiesta en su arte.
Con otros dibujantes de esta generación volvemos a los inevitables. John Buscema siempre recordó a Foster y Caniff como sus favoritos, lo que se comprueba de forma patente en el caso del primero en una de sus clásicas historietas de Conan para el comic-book homónimo, con cocodrilo gigante de por medio, más que un homenaje al
En cambio, las dos estrellas de la ciencia ficción de la EC, Wally Wood y Al Williamson, citan a Raymond, si bien hay que matizar que el estilo de Wally Wood, algo menos realista que el de su compañero, con unas proporciones más achaparradas que le alejan del cánon clásico, está tamizado por otras influencias. Por el contrario, cuando pensamos en Al Williamson estamos ante el claro heredero de Alex Raymond, artista que monopoliza sus inquietudes estéticas.
Nuevas generaciones se abren paso, que a su vez incorporan influencias novedosas. Neal Adams proviene de la publicidad y de la tira de prensa, con lo que al final es bastante lógico que cite a Stan Drake, el autor de Juliet Jones. Los coqueteos con el hiperrealismo y las maneras de la época se encuentran fielmente reflejadas en esta relación.
No puede concebirse un repaso del trazo realista en los comics sin traer a colación a nuestros dibujantes más internacionalmente admirados. Víctor de la Fuente lo tiene claro: Foster y Salinas son sus dos referentes. De lo primero da fe el hecho de que inicialmente se le conociera como Fosterito y respecto a la mención a José Luis Salinas, el dibujante de Cisco Kid, supone un reconocimiento a la aportación de este artista, representante del comic argentino en Estados Unidos. En la otra línea se sitúa Jordi Bernet, en la del claroscuro de Caniff, Sickles, Crane y Frank Robbins, especialmente este último, con lo que recuperamos a otro de esos clásicos, no secundarios, pero sí a la sombra de otras firmas.
Conforme nos acercamos a nuestros tiempos, las influencias de los artistas ya no se remiten a los pioneros, sino a los integrantes de la segunda generación, y así, un autor tan rompedor como Howard Chaykin besa el suelo que pisa
Algo parecido ocurre con Frank Miller, ante el que parece que se ha rendido por fin la cultura oficial, aunque haya tenido que ser pasándose al cine para codirigir su Sin City. Suele referirse como modelos de sus comienzos a Eisner y Kane. Del primero recoge sus enseñanzas narrativas para erigirse en el gran autor de comics de los últimos 25 años y del segundo, Gil Kane, analiza su grafismo en los primeros tiempos, los desu eclosión en el medio con Daredevil, cuando practicaba un realismo gráfico del que paulatinamente se alejó para forjar su particular estilo fuertemente contrastado y finalmente multiplicado por el celuloide.
Por supuesto, quedan en el tintero otros grandes de la historieta, artesanos y artistas, y en la actualidad la llama es portada por Mike Mignola o Mark Schultz, pero no cabe ninguna duda de que el clasicismo de Raymond, Foster y Caniff seguirá iluminando, directa o indirectamente, el camino de los dibujantes realistas del futuro.
Articulo perteneciente a la revista Dentro de la Viñeta nº31
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