domingo, 18 de marzo de 2012

Portafolio del 9º arte


Es algo normal que se acumulen restos, como si se tratase de la resaca en la playa del mar, una cantidad ingente de fotocopias, posters, publicidad, comics repetidos, y en definitiva una masa de imagenes de mi adorada Historieta que llenaba varias carpetas muy grandes. ¿Que acabó ocurriendo? que dispuse de algo de tiempo y la ecuación arrojó al cabo de unos meses estas páginas de "collage", eran otros tiempos, incluso disponiendo del adorado Photoshop, que no lo tenía, y resultó que poco a poco iban apareciendo páginas y más páginas. El primer sorprendido fui yo mismo, el monstruo crecía sin parar y comenzaba a gustarme su aspecto.

Lo que comenzó por puro aburrimiento , lo juro, comenzaba a parecer el trabajo de un editor loco, pero un editor al fin y al cabo. Y claro, al final, cuando terminé, realmente parecía un libro, nada menos que 352 páginas, sin incluir la portada y la contraportada, y no solo eso, era lo más parecido a ver mi propio mundo de la Historieta, un caleidoscopio enorme y variado, muchos años volcados en los comics, las historietas, los tebeos. Llamadlos como queráis. En definitiva, a medida que trabajaba en él me pareció el regalo perfecto para un amigo. Han pasado diez años y la red me permite almacenarlo, al menos en parte, y aquí está. Como me decía el viernes un amigo del Ojo, si en su día nuestro blog había sido un reflejo de un proyecto de historietas, y aún sigue siendolo, ojo, ahora era también un reflejo de mi mismo, al menos en lo que respecta a algunas facetas. El libro, volverá a su dueño y yo podré disfrutar de unos momentos de nostalgia cuando quiera, entrando en el blog.








































































miércoles, 14 de marzo de 2012

Reunion, cuaderno de bocetos de Manel Fontdevila, 2011



En la última de las reuniones aperiódicas-desordenadas-fantásticas-y-caóticas del Ojo apareció este fantástico libro de bocetos de Manel Fontdevila, REUNION, publicado por ¡Caramba!. Fantástico porque resumía en un claro ejemplo práctico un gran número de elementos, a saber: el eterno e infinito trabajo de abocetar ideas sin parar, o simplemente dibujar algo que te motiva que está frente a ti, es interesante conservar el material que uno va acumulando (envidia me dan los editores que seguramente no pudieron incluir mucho más material y disfrutaron de un enorme tesoro en las manos), observar como se puede elegir cualquier formato para la publicación de una obra gráfica, estudiar tu propio estilo de dibujo, su evolución, en definitiva un base de datos que normalmente tienen todos los dibujantes, e incluyo la introducción de manel fontdevila de su propio cuaderno porque explica mejor que yo los elementos del cuaderno. Y mujeres, muchas mujeres.


Las primeras reuniones a las que acudí se celebraban en la Avenida Diagonal, frente a Rambla Catalunya, varios pisos por encima de la camisería manejable amisería Furés. Un sitio práctico, manejable y, a pesar de su condición de edificio de oficinas, entrañable. Evidentemente, todo el mundo decía que no, que las redacciones de El Jueves entrañables eran las de antes, así es la condición humana. Da igual. La reunión, pues, se celebraba dos o tres días a la semana, en el despacho de Óscar, que tenía una mesa ad hoc. Lo mismo pasaba cuan­do nos trasladamos a Viladomat; no así en el actual y brand new edificio de RBA, en Glories, donde una aséptica salita acristalada cumple estas funciones.
El objetivo, preparar los contenidos con los que el semanario satírico El Jueves debe seducir semanal­mente a su clientela. Repasábamos un poco el mundo, lo que traían los papeles, lo que daban por la tele, también lo que la calle pusiera ante nuestras narices, los chismes que nos habían contado.
Intentábamos interpretarlo y traducirlo en páginas humorísticas que se encargaban al autor idóneo: "consejillo de redacción" se llama, aún, el invento. Ahí llegamos en otoño de 1997, con Albert Monteys, encargados de dar una pátina ,  


juvenil al proceso: "¡Los pier­cings! ¡Festival de Benicás­sim!", tal era el calibre de nuestras aportaciones. Estaban también en la mesa Óscar y J.L. Martín, editores de la revista, Mayte Quílez,
Maikel y Fer. Algunos se fueron, llegaron otros, Pepe Colubi, Guille Martínez-Vela, siempre
notarios de la actualidad, abogados del diablo, pa­ladines de la chanza y la falta de respeto, en fin, ya me entendéis. No es muy ortodoxo mezclar la intro­ducción con las dedicatorias, pero si a alguien debe dedicarse este raro objeto es a todos ellos.
En este proceso tomábamos no­tas, apuntábamos temas e ideas , en hojas sueltas, en cualquier papel al alcance de la mano. Y también, a lo largo de la reunión, uno hacía pequeños dibujos, al hilo de lo que se estaba diciendo o no, en modo automático: éramos dibujantes y dibujábamos, no tiene más secreto la cosa. Estos papeles acababan todos en la papelera, ley de vida 100%. Pero con el tiempo te quedaba la sensación de haber perdido ideas y bocetos, en su mayoría ya imposibles de resucitar: de ahí la costumbre de la libretita.
Repasadas a posteriori, estas  libretas contienen, y no por orden de importancia, 1, dibujos
de forma automática; 2 compuestos de igual forma, y, también, a partir de frases cazadas



a vuelapluma de boca de mis contertulios o de los titulares de la prensa, casi siempre fuera de 
contexto; 3, algún apunte, del natural o a partir de fotos del periódico; 4, bocetos de chistes de diferente grosor e intención, desde el chiste de actualidad a la broma privada, muchos de ellos
inéditos y sin utilidad posible fue­ra de este formato improvisado; 5, mujeres, posi­blemente dibujadas bajo la influenza subconsciente del uso del Metro de Barcelona, lugar éste donde (yo lo he visto) se dan cita muchas de ellas; 6, listas de temas susceptibles de haber sido tratados en la revista, encabezados por la fecha de la reunión, o por el número de El Jueves para el que trabajábamos. Leídas de corrido son un repasillo curioso a la actualidad reciente. 7, tipografías variadas: me gusta
 la letra a mano a pesar de mi mala caligrafía. Y 8, pongamos un etcétera, hasta por si acaso.
Manuel Bartual y Alba Diethelm, equipo Caramba, han seleccionado y puesto en orden las páginas aquí recopiladas: mi más sincero agradecimiento a ellos por este trabajo. Por lo demás, empieza ya la experiencia, la propuesta, el documento.  La libreta: ¡desde su espiral, millones de reuniones os contemplan!

Manel F.












Retrato íntimo del amor de Sorolla



El museo del pintor inaugura una muestra dedicada a su esposa Clotilde
M. JOSÉ DÍAZ DE TUESTA Madrid 12 MAR 2012 
periodico El Pais


Cuando era un estudiante, Joaquín Sorolla empezó a trabajar en el estudio de fotografía que Antonio García, el padre de un amigo, tenía en Valencia. Allí se dedicó a colorear fotografías (aun no existían en color), lo que determinaría la peculiar mirada de su obra. Y también conoció a una hija del fotógrafo, Clotilde García del Castillo. Los dos eran adolescentes y desde entonces no se separaron. Ahora, una exposición en el Museo Sorolla, Clotilde de Sorolla, rinde homenaje a esta mujer que lo fue todo para el pintor: su esposa, su musa, su modelo favorita, la madre de sus tres hijos y hasta su minuciosa contable, como se aprecia en alguno de los libros de cuentas que se puede contemplar en la muestra hasta el 14 de octubre.

La exposición, que reúne 34 lienzos, 40 dibujos, 49 fotografías y algunos objetos personales, ocupa la primera planta del museo, que correspondía a la zona privada y los dormitorios de este edificio de corte clásico que en vida del matrimonio fue vivienda y taller, junto a un magnífico jardín inspirado en Granada, que el pintor supervisó hasta el último detalle.

La obra que realizó desde que la pareja se conoce hasta que el joven matrimonio se traslada a Asís y nacen sus tres hijos, ocupa el ámbito denominado Intimidad, que se extiende más o menos hasta 1900. Dibujos en los que se ve a Clotilde mirando por la ventana, cosiendo o con alguno de sus hijos y, sobre todo, leyendo, de lo que se deduce que o bien era una gran aficionada a la lectura o era una manera cómoda y descansada de posar (o ambas cosas a la vez), según apunta la conservadora del museo, Almudena Hernández de la Torre.


 'Desnudo de mujer' (1910), único retrato que muestra desnuda a Clotilde.



Vida cotidiana

Óleos como Clotilde con los hijos el día de Reyes (1897-1890) o la chinesca La celosa (1895) (en la que están la hija pequeña y la mayor: se supone que ésta es la celosa); fotografías que el padre hace a una joven Clotilde ataviada de valenciana o de novia vestida de negro (costumbre de la época) y de cada uno de los hijos, María, Joaquín y Elena recrean la vida cotidiana de la primera época del matrimonio.


La Musa cuenta la faceta de Clotilde como modelo predilecta del pintor. Posa continuamente para él. Sorolla acude ya entonces a exposiciones nacionales e internacionales con el fin de conseguir encargos y en la carpeta que lleva para mostrar su trabajo aparecen numerosos retratos de ella. Pero también fue modelo anónima de alguno de sus estudios, como el dibujo Estudio del natural (1905), cuyo cuadro compró el Museo Metropolitano de Nueva York.

Y aunque no está ese retrato final sí que se muestra la fotografía en la que él sale pintándola, aunque luego cambiara la composición. El único desnudo que se expone, Desnudo de mujer (1910) “parece evidente” que es Clotilde, destaca la conservadora, “pero no figura en el título porque no parecía muy propio del momento".

Sorolla fue a partir de 1900 un pintor de éxito y Clotilde tuvo que asumir el papel de mujer de hombre famoso. Por eso el siguiente apartado lleva por título La mujer del gran artista, que llega hasta 1920, cuando el pintor sufre una hemiplejia. Hasta llegar ahí, en las obras de estos años se percibe el ascenso social y económico del matrimonio a través de las actitudes, los vestidos, la casa, el jardín… Y en las escenas de playa a las que durante este periodo se dedica en cuerpo y alma.

La exposición reúne 34 lienzos, 40 dibujos, 49 fotografías y algunos objetos personales
El matrimonio mantuvo a lo largo de su vida una intensa actividad epistolar y se exponen algunas de sus cartas en las que Clotilde, por ejemplo, le dice lo mucho que le echa de menos cuando al despertarse se encuentra la cama vacía, y los cuadernos donde ella (Sorolla la llamaba “mi ministro de hacienda” apuntaba los títulos y las valoraciones, documento ahora capital para los documentalistas. También se exponen otros objetos, como algunos collares o una preciosa blusa de seda atribuida a Fortuny con la que Sorolla le pintó un pequeño retrato también expuesto.

 'Clotilde con los hijos, día de Reyes. 1900'.


La crónica íntima y familiar de la vida de la pareja y sus hijos termina en la pequeña habitación dedicada a La Fundadora del Museo. Es la época final y la culminación, en la que se adivina una gran historia de amor. Sorolla acaba de sufrir la hemiplejia que le impide volver a pintar. Clotilde con mantilla, un retrato en el que está vestida totalmente de negro, como una premonición ante su pronta viudedad, preside la estancia entre fotografías del entierro multitudinario del pintor en Valencia y otros documentos junto a uno de los últimos retratos da Joaquín, su hijo, que sería el primer director del museo inaugurado en 1932, gracias, una vez más, a la decisiva intervención de esta mujer que en los tres años que le sobrevivió convirtió la casa familiar en un lugar de memoria.



'Clotilde sentada en un sofá'. 



La exposición 'Panóptica' del dibujante Max ofrece una visión de tres décadas de su obra.

El autor publicará este año la novela gráfica 'Vapor'
FOTOGALERÍA Del 'underground' al Premio Nacional de Cómic
AURORA INTXAUSTI Madrid 24 FEB 2012 
periodico El Pais






'Díptico', portada de NSLM (2004).
©MAX / VEGAP



"Buscar la verdad de las cosas desde una vertiente fantástica y nada realista. Me gusta ambientar mis dibujos en un mundo extraño, exótico, pero muy pegado a la realidad social que nos rodea". Con estas palabras define Max su trabajo como ilustrador, dibujante  y creador de novelas gráficas. Es uno de los artistas españoles más prestigiosos de su género al que el Instituto Cervantes, de Madrid, abre sus puertas a través de la exposición Max. Panóptica (1973-2011), un recorrido en el que muestra desde la osadía de sus primeros dibujos al trabajo reposado con el que ha llegado al punto que deseaba.

El director del Cervantes, Víctor García de la Concha, considera esta muestra como un homenaje al trabajo "intensivo y renovador" del autor y "un reconocimiento a la literatura gráfica que se produce en España". La trayectoria de Max comienza en la década de los setenta, en la que su obra se vería influenciada por el underground norteamericano, especialmente por Robert Crumb. En 2007 fue el primer autor galardonado con el Premio Nacional de Cómic. Asimismo, ha publicado trabajos en periódicos como The New York Times y colabora semanalmente en Babelia, de EL PAÍS.

La obra de Max se exhibe hasta el 13 de mayo en la sede madrileña del Instituto Cervantes. Un trabajo que "se ilumina desde un punto inesperado y muestra los lados que se encuentran más ensombrecidos”. La exposición Max. Panóptica 1973-2011 aborda en cuatro bloques las distintas décadas de trabajo del dibujante catalán, y recoge más de 200 obras del autor, entre los que encontraremos dibujos, bocetos, libros, fotografías, carátulas, entre otros objetos. "El mundo del coleccionista en el universo de la ilustración no está bien pagado. Como sé que no me van a dar lo que vale mi trabajo prefiero quedarme yo con mi propia obra". Max posee dibujos desde sus inicios: "Cuando uno es joven es más insolente. No te importa tanto que los dibujos no sean perfectos. Cada mes publicaba en la revista El Víbora". La desaparición de las revistas mensuales de cómics en la década de los ochenta y principios de los noventa obliga a muchos dibujantes de cómics a dedicarse a la ilustración y otros como Capdevila lo hacen por placer. "Yo hago cómics cuando tengo una buena historia que contar, sino me dedico a otras actividades". En el Instituto Cervantes están expuestas las portadas de discos para grupos como Radio Futura, Los Planetas o Kiko Veneno & Juan Perro, personajes como Peter Pank, Gustavo o el más reciente Bardín.

Ahora está trabajando en una novela gráfica, Vapor, que será editada por La Cúpula este año. En ella, dice Max "cuento la historia de un tipo que está harto del mundo y decide retirarse al desierto, pero ni siquiera allí puede vivir alejado de lo que aborrece". El libro descubre "cómo el mundo que nos ha tocado vivir se ha convertido en un circo que te hace estar constantemente distraído para no reflexionar".

Al contrario que otros dibujantes, Max reivindica su faceta de ilustrador porque "algunos encargos son muy chulos, lúcidos y en ellos te puedes explayar. Por ejemplo, el que aparece en la exposición de la Feria y Fiestas de Sevilla en el que hay una atmósfera más acorde a la ciudad y otra parte más abstracta más próxima a como yo la imagino. Figura una parte en negro y otra muy colorista; un choque entre una yegua y un toro, entre lo masculino y femenino. Representa una dinámica de principios opuestos, un punto conceptual común en mis trabajos". Max está muy satisfecho de algunas de sus obras, como la portada de Navidad de la revista New Yorker, de la portada del disco con Pascal Comelade, y del libro ilustrado El caballero, la muerte y el diablo, editado por Media Vaca con texto de Marco Venedi.




Cartel de la gira "Vienen dando el cante", de Kiko Veneno y Juan Perro (1993).
©MAX / VEGAP



'Pesadilla de una noche de verano' (1997).
©MAX / VEGAP


Los Planetas. 'Una ópera egipcia' (2010).
©MAX / VEGAP


'Esplasueños' (2003).
©MAX / VEGAP



Ilustración 'Vampizombi' (2010), para el suplemento Babelia.
©MAX / VEGAP




'Bardín. El Superrealista' (1997).
©MAX



'Peter Pank' (1984).
©MAX




'El prolongado sueño del señor T' (1997).
©MAX


'Algo grotesco' (1983).
©MAX




MATASELLOS DESDE... JAPÓN


Inoue, maestro del manga se rinde a Gaudí
El cómic 'Pepita' es un homenaje a la mujer que rechazó en matrimonio al arquitecto de la Sagrada Familia
GONZALO ROBLEDO Tokio 22 FEB 2012 
periodico El Pais






Las estanterías de las librerías japonesas han hecho hueco recientemente a un libro sobre la singular obra y la no menos peculiar vida de Antoni Gaudí titulado Pepita. La diferencia con cualquier otro trabajo de referencia de cualquier otro lugar del mundo es que, en esta ocasión, el legado del arquitecto catalán ha sido revisitado y filtrado por el maestro del manga Takehiko Inoue, conocido por la serie de anime sobre baloncesto Slam Dunk, y que entró en contacto por primera vez con la figura de Gaudí cuando viajó a Barcelona para ver el Dream Team de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 1992.

El título, Pepita, es un homenaje a la única mujer que se nombra en la vida de Gaudí, y es el resultado de un segundo viaje a Barcelona que realizó en mayo pasado tras recibir la sugerencia de una editorial japonesa de explorar sus afinidades con España y con la obra del genio modernista. “Viajé a Barcelona sin una idea clara. Con mi editor hablamos de que iría a buscar una semilla que germinara”, señala el autor, nacido hace 45 años en Kagoshima, un puerto sureño que figura en los textos de historia por ser allí donde a mediados del siglo XVI desembarcó el primer español que conocieron los japoneses, el jesuita navarro Francisco Javier.


La portada de 'Pepita'
En su estudio de Tokio, situado en una céntrica avenida vecina al barrio cultural de Shimo-kitazawa, Inoue arranca con un comentario que justifica su actitud distendida pese a tener en su mesa decenas de dibujos esperando cierres de edición: “De Gaudí aprendí a no apresurarme. En el mundo del manga estamos siempre corriendo y buscando buenos resultados continuamente. La prisa me ha dejado rendido y en general me ha traído consecuencias negativas. Darme cuenta de eso fue para mí la principal lección de Gaudí.”

Autores como Inoue publican sus historias semanalmente en revistas y las recopilan varias veces por año en tomos que se venden por millones y contribuyen a que el manga sea un género decisivo para la industria editorial nipona. En 2011 se vendieron más de 500 millones de tomos de manga, casi un 40 por ciento del total de libros facturados ese año. Pepita, con una tirada modesta para Japón de solo 25.000 ejemplares, puede ser un diario de viaje o un reportaje con fotos intervenidas con dibujos y comentarios. Inoue lo califica simplemente de “cuaderno de apuntes”.





Los bocetos y las leyendas escritas a mano por el autor permiten vislumbrar un proceso creativo que, según explica, dominan sus personajes. “No fabrico tramas en las que inserto los personajes. Hago historias guiado por el personaje y por la autenticidad de sus reacciones ante una situación” dice, para añadir que su viaje a Barcelona para conocer y explicar la vida de Gaudí incluyó encuentros con estudiosos, arquitectos, maquetistas y hasta una descendiente del maestro modernista.

En Reus y Poblet, Inoue evocó la infancia de Gaudí visitando sus calles, escuelas y parques. Escuchó relatos, miró fotografías, esbozó caras y llenó su libreta con una amplia colección de retratos del pequeño Tonet, de su padre, de sus amigos, de obreros actuales de la Sagrada Familia y de un artesano de 95 años llamado Joaquim que, como muchas personas que conoció, le cayó en gracia. “El carácter amistoso de la gente me hizo sentir muy a gusto desde un comienzo”, anota confirmando la familiaridad habitual que siente el japonés que visita España y que alcanza una de sus cotas más altas cuando descubre que el arquitecto más famoso de ese lejano país tenía una percepción de la naturaleza similar a la que rige desde hace siglos la religión panteísta de Japón.

En Pepita aparecen exquisitos dibujos de árboles sinuosos, hojas arrugadas, tortugas, salamandras y peces dibujados con la técnica de colores fragmentados del trencadís. Una gran mancha de tinta que chorrea sobre un papel invertido, forma una Sagrada Familia fantasmagórica por la que transita el anciano Gaudí. Sin llegar a desarrollar secuencias de manga, Inoue describe con gráficos detalles poco divulgados de la vida de Gaudí, como la influencia del oficio de calderero de su padre a la hora de concebir volúmenes considerados imposibles para las técnicas arquitectónicas de su época.


La Sagrada Familia de Gaudí vista por Takehiko Inoue
En el libro, Inoue dedica un sitio de honor a los encuentros con Pepita, la única mujer fuera de la familia que se conoce en la vida del venerado arquitecto y quien, pese a simpatizar con él durante varios años, declina su propuesta de matrimonio. Uno de los episodios centrales del libro es la visita de Inoue al taller de la Sagrada Familia donde el escultor Bruno Gallart lo invita a escribir una frase en japonés para tallarla en una de las fachadas del templo en la que figuran las peticiones del Padre Nuestro en varios idiomas. Consciente de las implicaciones de que un artista no creyente deje su huella en el monumento religioso más visitado de España, Inoue titubea y luego se convence a sí mismo con una reflexión que a su manera le permite acercase más a la filosofía de Gaudí.

“Al no ser creyente y no conocer los evangelios dudé si era yo la persona más apropiada. Pero luego me di cuenta de que, al igual que Gaudí, yo creo en algo que está fuera de las religiones y dentro de la naturaleza. En las divinidades que están en los seres vivos, como los árboles y los animales”. Tras estudiar la frase que le asignan (“Líbranos del mal”) y confirmar que el significado es afín a su visión amplia de los credos del mundo, moja sus pinceles en tinta y se pone manos a la obra. La frase, en caracteres japoneses, adornará el pórtico de la Gloria.

Pepita es una inusual publicación que en las librerías de Tokio se puede encontrar en las secciones de manga, arte y arquitectura y tiene visos de convertirse en un raro ejemplar de colección. Los lectores que esperaban de Inoue un manga convencional sobre Gaudí pueden quedar sorprendidos con el formato, pero sus seguidores, que incluyen personas maduras que lo leen desde sus primeras entregas de Slam Dunk, consideran la obra coherente con la trayectoria de un autor que trabaja fuera de las pautas establecidas y que más que romper moldes prefiere inventarse los propios.


Slam Dunk, la historia de un indómito e inadaptado joven que se enrola en un equipo escolar de baloncesto para dejar atrás una larga racha de 50 rechazos amorosos, fue ambientada por Inoue en un deporte menor en un país que desde inicios del siglo veinte asiste en masa al béisbol y más recientemente llena estadios de fútbol. Con Vagabond, Inoue dio otra muestra de singularidad cuando se trasladó a la época juvenil de Miyamoto Musashi, la más borrosa para los estudiosos del renombrado guerrero samurái del siglo XVI, y creó un personaje áspero, vulnerable y menos heroico que el personaje reverenciado repetidas veces en películas, obras literarias, telenovelas y series de manga.

A modo de despedida, Inoue cuenta que decidió llamar al libro Pepita cuando supo que en español la palabra puede ser interpretada como “semilla”: la que finalmente germinó en un viaje sin pretensiones y que casi por azar concluyó con su vinculación permanente al legado de un genio de la arquitectura mundial.




lunes, 12 de marzo de 2012

Jean Giraud (Moebius)-1938-2012










Parece obligado, y lo es. Hablar de Jean Giraud, o de Moebius.
No soy el único, ayer conocí la noticia a través de la edición digital de el periodico el Pais , hoy le dedican un largo articulo  , también otras páginas que acostumbro a transitar, así en Drawn nos muestran un video suyo dibujando en una pantalla cintiq  ,en Cartoon Brew le dedican un articulo, videos y unos cuantos twitters de pésame de autores actuales  , en lines and colors se implica de forma espectacular y articulos aparte añade muchos enlaces dedicados a un Genio de la Historieta.

Mi conocimiento, no así mi amor por la Historieta, fue creciendo de forma progresiva, nunca de una forma regular y desde luego en muchos aspectos errática, de hecho aún estoy en ello y es más que probable que no acabe nunca mi educación, como espero que la Historieta crezca siempre para mejor.

Divago. 

Conocí las historietas del Teniente Blueberry, y las mejores de estas: Chihuahua Pearl, El hombre que valía 500.000 dólares y Balada por un ataud. De hecho este último título me parecía particularmente escalofriante, no es que omita o no me gusten el resto de obras de Blueberry, ni la Mina del alemán perdido y El fantasma de las balas de oro que marcan un singular punto de partida, sino que Charlier brillaba especialmente uniendo tramas de la obra del Teniente Blueberry en la trilogía mexicana. Eso fue el principio, despues apareció Moebius y El Incal, ilustraciones increibles, y una huella indeleble. La trayectoria de Giraud/Moebius parecia tornarse una leyenda: soryboard y proyectos cinematográficos,  parques de atracciones, películas de animación.
Me marcó para la Historieta como ningún otro, de hecho, frente a mí y a pesar de tener bastantes cosas para enmarcar tan solo tengo un cuadro dedicado a la Historieta y es un poster de una ilustración dedicada a Blueberry de Edition AEDENA de 1984.  Como curiosidad, en una ocasión, permanecí mudo, literalmente, completamente incapaz de articular palabra en su presencia, en una fiesta dedicada al artista en el Salón del Comic de Barcelona, La Mutación Azúl de los 70´s al 2000 en la sala OTTO ZUTZ, tengo un garabato suyo,  no creí que fuese a acudir pero allí estaba y bueno, ahora ya no está, que descanse en paz.