miércoles, 16 de junio de 2010
Jean-Léon Gérôme (1824-1904)
lunes, 14 de junio de 2010
Appleseed de Masamune Shirow
Si de entre toda la maraña de series japonesas que asola el país de las hamburguesas desde hace unos dos años hubiera que escoger tan solo un par por su manifiesto virtuosismo gráfico, la elección originaría pocos quebraderos de cabeza. Sin lugar a dudas las más coquetas del lote son: Akira, la celebérrima megasaga de Katsuhiro Otomo y la espectacular Appleseed de Masamune Shirow.
De entrada esta última muestra una diferencia (a mi entender ventajosa) con la primera, y es su presentación en blanco y negro (cercana al original nipón) libre de colorines “made in USA” (como los añadidos a la obra de Otomo) que permite degustar mejor el dibujo en dos aspectos fundamentales: primero el fastuoso hiperrealismo escenográfico que quedaría muy apagado bajo una obligada homogeneidad cromática (caso de Akira) y segundo, la peculiar forma de entender las líneas cinéticas (distintas a los típicos movilgramas del tebeo occidental) común en los creadores de mangas.
Argumentalmente la serie dista bastante de los inconfundibles engendros de “ciencia-micción a la japonesa”, aun sin dejar de ser un vertiginoso y complejo thriller en clave high-tech, con todos los elementos precisos para alcanzar la popularidad (Siglo XXII, conspiraciones a gran escala, una humanidad dispuesta a la reconstrucción tras una devastadora guerra mundial, sofisticadas tropas de élite, persecuciones, ect., ect.).
Shirow elude con cierta habilidad cuantos nefastos tópicos caracterizan a cierto tipo de subproductos amarillos que todos tenemos en mente (tanto en comic, como en televisión), a saber, presencia de personajes esquemáticos y lineales, sin entidad, puras marionetas para afrontar el suspense narrativo, mundos ficticios e inoperantes que sin tan burdas acumulaciones de caracteres y situaciones se diluirían en el vacío, varios aspavientos, en definitiva, para alargar la acción desconsiderablemente y que el lector (o espectador) no llegue a percibir lo vacuo del simple relleno. Todo este paquete de despropósitos es soslayado a menudo en Appleseed gracias a una cierta profundidad en el tratamiento de los personajes (zascandileando siempre de un lado a otro) y a una trama tan intrincada que deja poco lugar a la acción bobalicona y gratuita (permitiendo asimismo a los más sesudos elucubrar sobre los distintos niveles de lectura existentes). Todo ello, eso sí, sin dejar de erigirse la violencia en principal protagonista. Una violencia nada atemperada, explícita, gruesa e incluso festiva en ocasiones, captada documentalmente y sin recatos por el minucioso lápiz de Shirow (unos perros se disputan los pedazos de un cadáver humano clavado en la pared por medio de una lanza que atraviesa su cabeza. La sangre cae a chorros y las moscas revolotean en derredor. En la lanza podemos leer: “Todo o Nada… Esto es amor”). Esta brutalidad gráfica coexiste curiosamente con un segundo estilo caricaturesco, utilizado para ilustrar algunos pequeños fragmentos cómics, gags mínimos que muestran un sentido del humor suave e ingenuo, casi infantil.
A lo ya dicho habría que añadir el acentuado protagonismo femenino (pocos personajes de interés portan colita) y sexista que emana de toda la obra, adobado por ligeros atisbos pederastas tan comunes (y asumidos) en aquellos lares (carnes jovencitas y frescas de “Body-building”, miradas cándidas, posturitas…).
Quizá para ir terminando debería mencionar que nos encontramos ante una obra realizada por un solo individuo (que además, si no estoy mal informado trabaja en la historieta a ratos libres y sin vivir de ello, hecho que explica lo escaso de su producción) sin intervención de ayudantes, negros, estudio o como se quiera llamar, detalle este de importancia extrema para todos aquellos trasnochados defensores acérrimos del concepto de “autor”.
Antonio Trashorras
miércoles, 9 de junio de 2010
Adolf Schreyer (1828-1899)
pAdolf Schreyer (1828-1899), pintor alemán, nacido en Francfurt, estudio arte en el instituto Staedel en su ciudad natal, y después en Stuttgart, Munich, y Dusseldorf, pero forma su estilo en Paris, después de viajar por el Este. Primero acompañó al Principe Thurn a traves de Hungria, Valaquia, Rusia y Turquía, después, en 1854, siguió al Ejercito Austriaco a través de la frontera de Valaquia. En 1856 fue a Egipto y Siria, y en
Diálogo de historietas
Diálogo de historietas
'100 x 100 cómic' confronta en
EVA LARRAURI - Bilbao - 25/05/2010 Periodico El Pais
Cien autores de cómic recorren un siglo de historietas en una exposición que ayer se inauguró en
En las exposiciones sobre cómic siempre se sacrifica el guión. Se muestran los dibujos, cercenando a menudo la historia que se cuenta en la obra completa. El comisario de la muestra, el catedrático de Filología Francesa de
Altarriba, recientemente premiado en el Salón del Cómic de Barcelona por el guión de la novela gráfica El arte de volar, llevada la papel por Kim, destaca que la respuesta de los artistas ha seguido caminos muy diversos, desde la complicidad con la que Paco Roca ha continuado una tira de Frank Frazetta al humor con el que Mauro Entrialgo recuerda con dibujos la experiencia de comprar por vez primera un tebeo de alta carga erótica firmado por Guido Crepax. "Hay admiración, guiños cómplices y parodia subversiva, diversos estilos y temáticas, pero en todos los casos se muestra la riqueza expresiva del medio", añade el comisario.
La gestación de la exposición comenzó con la selección de 700 páginas originales entre los fondos de más de 8.000 obras de
Los 50 dibujantes invitados eligieron "emparejamientos previsibles", en palabras de Altarriba, pero también sorprendentes, como el europeísimo Albert Uderzo, el padre de Asterix, que forma dúo con el coreano Kang Do-ha, de indiscutible estilo oriental. O los bocetos que Mikel Valverde ha recreado sugiriendo que son antecedentes de una de las historias policiacas de Jacques Tardi.
En el recorrido van surgiendo los nombres más gloriosos de la historia del cómic y sus personajes. Están Mortadelo y Filemón, de Ibáñez, el Tarzán de Burne Hogart y el Krazzy Kat, de George Herriman, junto a dibujos de Hugo Pratt, Chester Gould o Marcel Gotlib, entre otros.
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INTRODUCCIÓN El Taller de manga de Akira Toriyama y Akira Sakuma es un trabajo original. En sentido estricto, no se trata de una hist...