martes, 8 de junio de 2010

Superbaby la historieta prohibida de Kyle Baker

Superbaby la historieta prohibida de Kyle Baker
Con fecha de portada de agosto de 1999, DC publicó Elseworlds 80-Page Giant, un especial conformado por varias historias “alternativas” de Superman y Batman. Cuando varios miles de copias ya habían sido puestas en circulación (llegando, por ejemplo, a manos de distribuidores ingleses), Paul Levitz, vicepresidente de DC, vio el tebeo y decidió que contenía una historieta que DC no podía publicar: Letitia Lerner, Superman´s Babysitter, de Kyle Baker. A Levitz le pareció que la alocada comedia de Baker podía provocar la imitación de conductas peligrosas por parte de los niños y ordenó la retirada y destrucción de los 30.000 ejemplares impresos. Por fortuna, ya era demasiado tarde para recuperarlos todos; algunos, via Reino Unido, habían llegado a manos de los lectores. Eso nos ha permitido ofrecer en las siguientes páginas una triste “exclusiva”: la historieta prohibida de Kyle Baker. La historieta que, por medios legales y oficiales, jamás tendrán ocasión de disfrutar los admiradores de Baker, ni en España ni en ningún otro sitio, porque a Paul Levitz le pareció que podrían ponerse a levantar vacas en brazos y beber la leche directamente de sus ubres. La versión original de Letitia Lerner es en resplandeciente color. Confiamos en que los lectores de U sepan perdonar nuestras limitaciones y acepten la reproducción en blanco y negro.
Revista U, número 19 marzo de 2000













Michael Lark

Revista U número 16 Mayo de 1999 El Chivato por Oscar Palmer

Michael Lark

Aunque la mayoría le hemos conocido gracias a los trabajos realizados para el sello Vértigo a lo largo de la segunda mitad de los noventa, Michael Lark, sin lugar a dudas es uno de los mejores artistas norteamericanos surgidos en los últimos años, lleva dedicando sus esfuerzos al medio desde que en 1991 debutara profesionalmente con la serie Airwaves, un trabajo futurista emplazado en una sociedad deshumanizada en la que las masas son docilitadas a través de las ondas de radio. Fuertemente influido por el grafismo de Ted McKeever (Plastic Forks, Metropol), el trabajo de Lark resulto lo suficientemente interesante como para que se le suela mencionar como uno de los tebeos mas competentes publicados por la editorial Caliber; desgraciadamente, las ventas no respondieron y la historia quedo inacabada al cancelarse la serie tras el quinto numero. Para la revista antológica de esta misma casa, Caliber Presents, Lark ilustro el serial Taken Under, escrito por Debra Rodia y protagonizado por un tipo cuyo padre había vendido su alma al diablo. Extraño, atmosférico y a ratos inquietante, Taken Under fue un trabajo bastante superior a la media de los que vieron la luz desde las paginas de Caliber Presents, y se gano merecidamente la recopilación en tomo de que gozo posteriormente. Lark, además, colaboro con P. Craig Russell en la adaptación de The Visitor, un cuento de Ray Bradbury recogido en el volumen 6 de The Ray Bradbury Chronicles.

Su primera obra importante, The Little Sister, adaptación de la novela homónima de Raymond Chandler (El sueño eterno, El largo adiós) aparecida en 1995 de la mano de Byron Preiss, fue una novela grafica de 129 paginas protagonizada por el celebre detective Philip Marlowe. Lark, todo un enamorado de la cultura de los años treinta y cuarenta, a juzgar por las múltiples referencias que dejo diseminadas en este trabajo (portadas de Black Mask -el magazine pulp en el que publicaba Chandler-, carteles de películas con El Halcon Maltes o This Gun for Hire…), encontró en ese periodo muchas de las caracteristicas estilísticas que han pasado a serle propias. A pesar de que aun hay viñetas que recuerdan a McKeever, la evolución del artista es imparable y evidente incluso dentro del mismo volumen, ya que, aunque por lógicos criterios estéticos hay una unidad estilística basada en el uso de abundantes bloques de negros y una iluminación impresionista, basta comparar el rostro anguloso y cortante de Marlowe en las primeras viñetas con el mas suave, redondeado y menos caricaturesco de las finales para notar el cambio. La transposición de texto a imágenes, por otra parte, revelo a un profesional concienzudo e implicado con su trabajo, consiguiendo, pese a las inevitables carencias inherentes a toda adaptación, una lectura más que notable. Un trabajo muy interesante, en suma, que fue reeditado en 1997 por Simon & Schuster.

También en 1995, con fecha de febrero, apareció su primer trabajo para Vértigo, apenas ocho paginas intercaladas en el numero 56 de Shade The Changing Man, en las que pese a notarse un esfuerzo del entintador, Rick Bryant, porque no se percibieran demasiadas diferencias estilísticas entre sus lápices y los del dibujante regular, Mark Buckingham, firmante del resto, Lark hizo notar su presencia mediante un dominio del espacio bastante superior al de su compañero. Nada nos podía preparar, en todo caso, para la sorpresa que supuso el numero 58 de la misma colección, firmado en solitario por Lark (lápiz y tinta, como suele ser habitual en el), que nos dejo, a mi al menos, completamente anonadados. La claridad de su trazo es ya indiscutible, acercándose cada vez mas a parámetros propios del comic europeo, que manejara con mas soltura en Terminal City, resulta evidente su dominio sobre el tempo narrativo, eficaz y sencillo; y demuestra su pasmosa capacidad para dibujar todo tipo de decorados y situaciones, varias de ellas realmente cruentas, con una gran limpieza (el guión de Peter Milligan era particularmente bárbaro). Su característica mas llamativa, sin embargo, es la preocupación por los detalles ambientales, como variar el numero de gente que pasa por la calle dependiendo de la hora a la que transcurre la acción, y la tendencia a emplear varios niveles de fondo en cada viñeta, colocando, por ejemplo, a Lenny y a Shade, dos de los protagonistas, sentados en un restaurante frente a un ventanal, y dibujando en primer plano a los comensales que les miran, a ellos en segundo, y en tercero y cuarto a la gente y los coches que pasan por delante de la vidriera. Tras ocho paginas mas aparecidas en el numero 59, entintadas de nuevo por Bryant y, por tanto, completamente decepcionantes, Lark se retiro a preparar su siguiente gran proyecto.

En julio de 1996 apareció el numero uno de Terminal City, una miniserie de nueve números (tres en la edición española a cargo de Norma) guionizada por Dean Motter, al que Lark habia conocido mientras preparaba The Little Sister, proyecto en el que colaboro el primero como Director Artístico. Pese a un guión cargado de ideas, su desarrollo quizá algo torpe habría condenado a Terminal City a la cesta de los tebeos que producen indiferencia de no ser por la extraordinaria labor del dibujante. Depurando aun mas su línea, reduciendo el uso de la mancha y denotando una cada vez mayor seguridad a la hora de buscar soluciones para la composición de las paginas, Lark ofreció todo un recital de impresionantes planos arquitectónicos, aparatos imposibles y decoración art deco, otorgando autentica vida a un mundo que nunca existió, inspirado por la concepción que futuro que tenían a principios de siglo (monorraíles, dirigibles, autopistas elevadas, etc.). La influencia del comic francobelga es ya, por otra parte, innegable (hasta el punto de que no me extrañaría que los pillos Micasa y Sucasa fueran un trasunto indigesto de Hernández y Fernández). La buena acogida de esta primera serie propicio en noviembre de 1997 la aparición de una secuela, Terminal City: Aerial Graffitti, cinco números más en los que lo más destacable vuelven a ser las ilustraciones (homenaje al cohete de Tintin incluido, por si a alguien le quedaban dudas).

Aquel mismo mes de noviembre apareció también en las tiendas el número 57 de Sandman Mystery Theatre, primero de los cuatro números que englobaban la saga The Cannon, guionizada por Matt Wagner y Steven T. Seagle. En ellos, un Michael Lark entintado por Richard Case (con mucha justicia por cierto), abandonaba la claridad diáfana de Terminal City para sumergirnos de nuevo en las sombras de los años treinta, abandonando la tendencia a caricaturizar mínimamente los rasgos de los personajes exhibida en su anterior trabajo para ofrecernos un estilo mas realista y con mayor uso del contraste. El resultado fue una excelente reconstrucción de época y, como la mayoría de los números de Sandman Mystery Theatre, una lectura de los mas amena.

Su siguiente trabajo no aparecio hasta enero de 1999: Superman: War of the Worlds. Un gozoso Elseworlds del hombre de acero ambientado, como no, en los años treinta (concretamente en 1938) en el que el guionista Roy Thomas enfrento a Kal-El con los temibles marcianos ideados por el escritor británico H.G. Wells. Para su primer tebeo de superhéroes, Lark siguió usando un esquema narrativo pasmosamente simple, roto únicamente por alguna que otra splash-page, en absoluto gratuita, para puntuar los momentos cumbres de la historia, como la primera aparición de los trípodes marcianos, la espectacular doble pagina con la toma de Metropolis o la recreación de la portada del Action Comics número uno.

Con fecha de portada de mayo de 1999, han aparecido dos nuevos proyectos ilustrados por Lark. El primero es la miniserie de cuatro números Scene of the Crime, pura intriga de genero negro escrita por el cada vez mas interesante Ed Brubaker (Detour, Lowlife), en lo que representa su trabajo mas oscuro y contrastado desde The Little Sister, algo a lo que ha contribuido el que empezara a romper la línea, haciéndola mas rugosa y orgánica. Pese a que esta serie, aun en curso de publicación, esta ambientada en el presente, la inspiración temática sigue bebiendo directamente de los treinta, década a la que Lark ha regresado una vez mas con los dos números de All Star Comics, una recuperación de la Sociedad de la Justicia de America original guionizada por James Robinson y David Goyer. Aunque es un trabajo que da sopa con hondas al realizado por la mayoría de dibujantes del genero, acaba por resultar el mas flojo de los hasta la fecha ilustrados por Lark para DC, probablemente porque el entintado corre a cargo de Wade Von Grawbadger y Doug Hazlewood, ninguno de los cuales hace demasiada justicia a los lapices del dibujante.

Michael Lark, en todo caso, es aun joven. De seguir la progresión que le ha llevado hasta este punto en el que ahora se encuentra, tiene todos los boletos para convertirse en uno de los grandes nombres del siglo que viene.
























domingo, 16 de mayo de 2010

Obituarios

Cuando muere algún autor recuerda uno más viva su obra. No se si será cierto. Peter O´donnell creador de Modesty Blaise falleció el 3 de mayo de 2010. Lo leí en un artículo de prensa, aquí, http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Peter/Donnell/creador/espia/Modesty/Blaise/elpepinec/20100510elpepinec_2/Tes



un buen artículo. Mi aproximación a Modesty Blaise fue a través de sus novelas. Una espantosa edición de Forum “Circulo del crimen” titulada: Operación Colmillo. Me recordaba a James Bond, pero en serio, es decir, el autor había creado un icono, y lo adornaba dentro de sus posibilidades, recuerdo también que el guión en su día me pareció pura ciencia-ficción, una invasión de Kuwait, que cosas. Después la tira del Evening Standard (Enrique Badia Romero dibujaría desde la tira 2100 durante ocho años, de 1970 a 1978) con Jim Holdaway, y aunque nunca terminó de gustarme la serie, lo cierto es que el personaje en sí mismo era más atractivo que la suma del total. Con Modesty me ocurría como con la serie televisión “Los Vengadores” ver un fotograma de los dos protagonistas disparaba (y dispara) un resorte en mi cabeza que va más allá de los guiones o los argumentos. Lo bueno de los personajes de ficción es que siempre estarán ahí dispuestos para un renacimiento adecuado (a mi me gustó la película de Sherlock Holmes)



Y como la cosa sigue, unos días después fallecía Frank Frazzeta. El 10 de mayo de 2010. Un auténtico icono en sí mismo, adorado, idolatrado por sus ilustraciones, comics, y sus colaboraciones en películas. Empezó en un grupo de autores de comics en los lejanos años 50 del siglo pasado intentando imitar autores pretéritos y supo encumbrarse gracias a la pintura de sus ilustraciones. Maestro de la ciencia-ficción. Su visión sería durante muchos años la referencia para los lectores de obras en teoría “menores” dentro de las artes. De los muchos artículos que he leído acerca de Frazzetta hay varios que me gustaría reseñar. En el periódico el Pais con Álvaro Pons http://www.elpais.com/articulo/Necrologicas/Frank/Frazetta/dibujante/canon/fantasia/elpepinec/20100516elpepinec_2/Tes/

, el de Joshua Middleton por su impactante imagen y acertado titulo http://joshuamiddleton.blogspot.com/2010/05/god-has-died.html

, y el del blog Lines and Colors, el que más me ha gustado, muy técnico y con cantidad de enlaces http://www.linesandcolors.com/2010/05/11/frank-frazetta/.

Descansen en paz

lunes, 10 de mayo de 2010

Henri Cartier-Bresson












Las fotos invisibles de Cartier-Bresson

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REPORTAJE: IDA Y VUELTA

Las fotos invisibles de Cartier-Bresson

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 01/05/2010

Durante casi treinta años, toda la última parte de su vida, Henri Cartier-Bresson no tomó ninguna fotografía. Probablemente, por un hábito antiguo de la mirada, siguió viendo a su alrededor fotos posibles, instantes en los que la realidad parecía organizarse de manera espontánea en una composición más armoniosa porque era casual. Se palparía los bolsillos del abrigo con un reflejo ya inútil para buscar su Leica y levantarla como se lleva un cazador la escopeta a la cara. Pero un momento después la imagen posible ya se había desvanecido, y él disfrutaría sin nostalgia de ese alivio profundo de no tener que hacer nada, de no vivir con el sobresalto de observar las cosas y no dejar que se perdieran. Después de casi medio siglo de recorrer el mundo se había convertido por fin en un jubilado sedentario, a una edad en la que todavía estaba fuerte y saludable, sesenta y tantos años, reverdecido por el amor de una esposa joven. En algunas de sus fotos tardías aparece ella, Martine: en una tiene las piernas flexionadas y desnudas, bajo una falda muy corta, y se parece a Catherine Deneuve en Belle de jour.

En 1975, jubilado de la fotografía y de las convulsiones del mundo de las que había sido testigo durante tanto tiempo, Henri Cartier-Bresson era un caballero distinguido que paseaba por París con un cuaderno de dibujo y un lápiz en vez de una cámara. Le gustaba decir que una foto era un dibujo instantáneo; ahora descubría con agrado que el dibujo equivalía a un acto reposado de meditación. Disfrutaba de la ironía de ser universalmente celebrado por un oficio al que ya no se dedicaba. El gran fotógrafo del siglo no tocaba nunca una cámara y no guardaba ninguna en su casa. Quienes entraban en ella para hacerle alguna entrevista ocasional miraban por las paredes o las repisas sin encontrar ninguna foto. En una habitación al fondo de un pasillo distinguían los rojos y los azules vibrantes de un cuadro de Matisse.

Pero en Cartier-Bresson siempre había habido una tendencia a la falta de énfasis y al despojamiento de toda apariencia de esfuerzo y de complicación que no serían ajenas a sus inclinaciones budistas. "Una mano de terciopelo, un ojo de halcón", decía. Frente al melodrama de tantos fotógrafos que se cuelgan del cuello cámaras y teleobjetivos y toda clase de artefactos como trofeos de guerra él iba tan ligero con su simple Leica como si no llevara nada, como si para obtener una buena foto sólo hiciera falta un cierto estado de alerta y contemplación y el fogonazo de la mirada. El arte moderno, heredero perpetuo de la egomanía del Romanticismo, se obstina en la proyección casi obscena del yo del artista sobre una realidad que ha de ser como arcilla maleable para las visiones o los caprichos de su talento. En Cartier-Bresson lo que hay muchas veces es la observación circunspecta de un haiku. Más que un autor que impone sobre el mundo su sombra prestigiosa y cada línea de las huellas dactilares de su estilo, el fotógrafo es un testigo que se hace a un lado y señala con el dedo, ofreciéndonos educadamente la posibilidad de ver algo, una escena o una presencia humana que suceden sin que las organice o las manipule nadie. Educado de muy joven en la severidad compositiva del cubismo y de los cuadros de Poussin, Cartier-Bresson se pasó más de la mitad de su vida ejercitando su mirada, usando el disparador de la cámara en lugar de los lápices y los pinceles, el aire mismo de la realidad en vez de la superficie del lienzo; ejerciendo no una técnica, sino una actitud. Nadie la ha explicado mejor que él mismo: "El reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, de la significación de un hecho, así como de la precisa organización de las formas que le dan a ese hecho su expresión adecuada".

Contra una pared formidable llena de desconchones y rozaduras y manchas de humedad y de mugre un niño de cabeza pelona vestido con un mandil de niño pobre parece que salta en éxtasis mirando hacia el cielo. Al fondo de un laberinto de escaleras una esquina encalada da paso a un callejón por el que circula un ciclista como una centella vagamente borrosa. Un momento después ese niño español de 1933 ya no estará como suspendido en ese vuelo de felicidad, porque habrá caído al suelo la pelota hacia la que eleva los ojos, y que nosotros no vemos en la fotografía. Un segundo antes, un segundo después, la perspectiva cubista de las escaleras que bajan hacia la calle no habría sido misteriosamente completada por esa silueta del ciclista anónimo que no tardará más de un segundo en pasar. La contemplación es tan activa que no permite el letargo. La búsqueda de lo excepcional es una forma de alerta entre desapegada y alerta hacia lo cotidiano. Las familias de obreros que pasan un domingo del verano de 1938 comiendo y bebiendo al fresco de la orilla arbolada del Sena repiten sin saberlo con sus actitudes una coreografía de indolencia que viene de Seurat y de Manet y más allá de Poussin, una Arcadia francesa.

Nunca había visto más fotos juntas de Cartier-Bresson que en esta exposición inaugurada hace poco en el MOMA. Casi nunca me ha costado tanto mirarlas. La fotografía, por sus dimensiones, por la cercanía emocional que establece con el espectador, requiere espacios más confidenciales, no las salas inmensas que hay ahora en la sexta planta del museo, al final de un ascenso por las escaleras mecánicas que se le añadieron en su renovación de hace unos años, y que contribuyen a darle un tumulto como de centro comercial. Con su cafetería ruidosa y sus tiendas de diseño, con su restaurante tan pijo de nouvelle cuisine y sus exposiciones bullangueras y mediáticas de Tim Burton, de Marina Abramovic, de fuegos de artificio digitales, el MOMA se ha convertido en un lugar atractivo para casi todo, salvo para el disfrute sosegado del arte. Hay que contratar arquitectos estrellas para que los museos llamen la atención y salgan en los periódicos; hay que recaudar más millones que nunca para pagar las minutas de los arquitectos y el mantenimiento desmesurado de sus nuevos edificios; hay que organizar exposiciones lo bastante espectaculares como para que atraigan multitudes gracias a las cuales se multiplicará la recaudación y se disipará la sospecha siempre incómoda de elitismo.

Y por supuesto los comisarios se esforzarán en dejar también su propia huella en la disposición de las obras mostradas, casi siempre con un pretexto de originalidad que conduce directamente al embarullamiento. En las salas gigantes del MOMA las fotos de Cartier-Bresson se suceden con un criterio tan sofisticado que produce mareo, impulsándolo a uno a añorar casi achacosamente el anticuado orden cronológico. Qué impaciencia por volver a casa y buscar en un catálogo esas fotografías tan queridas; o por salir a la calle con la esperanza de descubrir en la realidad una de esas fotos invisibles que Cartier-Bresson seguiría viendo aunque ya no llevara consigo la cámara.

Henri Cartier-Bresson: The Modern Century. MOMA. Nueva York. Hasta el 28 de junio. www.moma.org.

Unos enlaces

Los colegas que no se olvidan de uno, y consiguen que la curiosidad esté siempre alerta (gracias Fran). La red es vasta e infinita.


-El story board del spiderman de james cameron
-Un documental de tecnologia romana que no he visto
-y por ultimo unos videos de varios dibujantes en faena