martes, 8 de junio de 2010

Michael Lark

Revista U número 16 Mayo de 1999 El Chivato por Oscar Palmer

Michael Lark

Aunque la mayoría le hemos conocido gracias a los trabajos realizados para el sello Vértigo a lo largo de la segunda mitad de los noventa, Michael Lark, sin lugar a dudas es uno de los mejores artistas norteamericanos surgidos en los últimos años, lleva dedicando sus esfuerzos al medio desde que en 1991 debutara profesionalmente con la serie Airwaves, un trabajo futurista emplazado en una sociedad deshumanizada en la que las masas son docilitadas a través de las ondas de radio. Fuertemente influido por el grafismo de Ted McKeever (Plastic Forks, Metropol), el trabajo de Lark resulto lo suficientemente interesante como para que se le suela mencionar como uno de los tebeos mas competentes publicados por la editorial Caliber; desgraciadamente, las ventas no respondieron y la historia quedo inacabada al cancelarse la serie tras el quinto numero. Para la revista antológica de esta misma casa, Caliber Presents, Lark ilustro el serial Taken Under, escrito por Debra Rodia y protagonizado por un tipo cuyo padre había vendido su alma al diablo. Extraño, atmosférico y a ratos inquietante, Taken Under fue un trabajo bastante superior a la media de los que vieron la luz desde las paginas de Caliber Presents, y se gano merecidamente la recopilación en tomo de que gozo posteriormente. Lark, además, colaboro con P. Craig Russell en la adaptación de The Visitor, un cuento de Ray Bradbury recogido en el volumen 6 de The Ray Bradbury Chronicles.

Su primera obra importante, The Little Sister, adaptación de la novela homónima de Raymond Chandler (El sueño eterno, El largo adiós) aparecida en 1995 de la mano de Byron Preiss, fue una novela grafica de 129 paginas protagonizada por el celebre detective Philip Marlowe. Lark, todo un enamorado de la cultura de los años treinta y cuarenta, a juzgar por las múltiples referencias que dejo diseminadas en este trabajo (portadas de Black Mask -el magazine pulp en el que publicaba Chandler-, carteles de películas con El Halcon Maltes o This Gun for Hire…), encontró en ese periodo muchas de las caracteristicas estilísticas que han pasado a serle propias. A pesar de que aun hay viñetas que recuerdan a McKeever, la evolución del artista es imparable y evidente incluso dentro del mismo volumen, ya que, aunque por lógicos criterios estéticos hay una unidad estilística basada en el uso de abundantes bloques de negros y una iluminación impresionista, basta comparar el rostro anguloso y cortante de Marlowe en las primeras viñetas con el mas suave, redondeado y menos caricaturesco de las finales para notar el cambio. La transposición de texto a imágenes, por otra parte, revelo a un profesional concienzudo e implicado con su trabajo, consiguiendo, pese a las inevitables carencias inherentes a toda adaptación, una lectura más que notable. Un trabajo muy interesante, en suma, que fue reeditado en 1997 por Simon & Schuster.

También en 1995, con fecha de febrero, apareció su primer trabajo para Vértigo, apenas ocho paginas intercaladas en el numero 56 de Shade The Changing Man, en las que pese a notarse un esfuerzo del entintador, Rick Bryant, porque no se percibieran demasiadas diferencias estilísticas entre sus lápices y los del dibujante regular, Mark Buckingham, firmante del resto, Lark hizo notar su presencia mediante un dominio del espacio bastante superior al de su compañero. Nada nos podía preparar, en todo caso, para la sorpresa que supuso el numero 58 de la misma colección, firmado en solitario por Lark (lápiz y tinta, como suele ser habitual en el), que nos dejo, a mi al menos, completamente anonadados. La claridad de su trazo es ya indiscutible, acercándose cada vez mas a parámetros propios del comic europeo, que manejara con mas soltura en Terminal City, resulta evidente su dominio sobre el tempo narrativo, eficaz y sencillo; y demuestra su pasmosa capacidad para dibujar todo tipo de decorados y situaciones, varias de ellas realmente cruentas, con una gran limpieza (el guión de Peter Milligan era particularmente bárbaro). Su característica mas llamativa, sin embargo, es la preocupación por los detalles ambientales, como variar el numero de gente que pasa por la calle dependiendo de la hora a la que transcurre la acción, y la tendencia a emplear varios niveles de fondo en cada viñeta, colocando, por ejemplo, a Lenny y a Shade, dos de los protagonistas, sentados en un restaurante frente a un ventanal, y dibujando en primer plano a los comensales que les miran, a ellos en segundo, y en tercero y cuarto a la gente y los coches que pasan por delante de la vidriera. Tras ocho paginas mas aparecidas en el numero 59, entintadas de nuevo por Bryant y, por tanto, completamente decepcionantes, Lark se retiro a preparar su siguiente gran proyecto.

En julio de 1996 apareció el numero uno de Terminal City, una miniserie de nueve números (tres en la edición española a cargo de Norma) guionizada por Dean Motter, al que Lark habia conocido mientras preparaba The Little Sister, proyecto en el que colaboro el primero como Director Artístico. Pese a un guión cargado de ideas, su desarrollo quizá algo torpe habría condenado a Terminal City a la cesta de los tebeos que producen indiferencia de no ser por la extraordinaria labor del dibujante. Depurando aun mas su línea, reduciendo el uso de la mancha y denotando una cada vez mayor seguridad a la hora de buscar soluciones para la composición de las paginas, Lark ofreció todo un recital de impresionantes planos arquitectónicos, aparatos imposibles y decoración art deco, otorgando autentica vida a un mundo que nunca existió, inspirado por la concepción que futuro que tenían a principios de siglo (monorraíles, dirigibles, autopistas elevadas, etc.). La influencia del comic francobelga es ya, por otra parte, innegable (hasta el punto de que no me extrañaría que los pillos Micasa y Sucasa fueran un trasunto indigesto de Hernández y Fernández). La buena acogida de esta primera serie propicio en noviembre de 1997 la aparición de una secuela, Terminal City: Aerial Graffitti, cinco números más en los que lo más destacable vuelven a ser las ilustraciones (homenaje al cohete de Tintin incluido, por si a alguien le quedaban dudas).

Aquel mismo mes de noviembre apareció también en las tiendas el número 57 de Sandman Mystery Theatre, primero de los cuatro números que englobaban la saga The Cannon, guionizada por Matt Wagner y Steven T. Seagle. En ellos, un Michael Lark entintado por Richard Case (con mucha justicia por cierto), abandonaba la claridad diáfana de Terminal City para sumergirnos de nuevo en las sombras de los años treinta, abandonando la tendencia a caricaturizar mínimamente los rasgos de los personajes exhibida en su anterior trabajo para ofrecernos un estilo mas realista y con mayor uso del contraste. El resultado fue una excelente reconstrucción de época y, como la mayoría de los números de Sandman Mystery Theatre, una lectura de los mas amena.

Su siguiente trabajo no aparecio hasta enero de 1999: Superman: War of the Worlds. Un gozoso Elseworlds del hombre de acero ambientado, como no, en los años treinta (concretamente en 1938) en el que el guionista Roy Thomas enfrento a Kal-El con los temibles marcianos ideados por el escritor británico H.G. Wells. Para su primer tebeo de superhéroes, Lark siguió usando un esquema narrativo pasmosamente simple, roto únicamente por alguna que otra splash-page, en absoluto gratuita, para puntuar los momentos cumbres de la historia, como la primera aparición de los trípodes marcianos, la espectacular doble pagina con la toma de Metropolis o la recreación de la portada del Action Comics número uno.

Con fecha de portada de mayo de 1999, han aparecido dos nuevos proyectos ilustrados por Lark. El primero es la miniserie de cuatro números Scene of the Crime, pura intriga de genero negro escrita por el cada vez mas interesante Ed Brubaker (Detour, Lowlife), en lo que representa su trabajo mas oscuro y contrastado desde The Little Sister, algo a lo que ha contribuido el que empezara a romper la línea, haciéndola mas rugosa y orgánica. Pese a que esta serie, aun en curso de publicación, esta ambientada en el presente, la inspiración temática sigue bebiendo directamente de los treinta, década a la que Lark ha regresado una vez mas con los dos números de All Star Comics, una recuperación de la Sociedad de la Justicia de America original guionizada por James Robinson y David Goyer. Aunque es un trabajo que da sopa con hondas al realizado por la mayoría de dibujantes del genero, acaba por resultar el mas flojo de los hasta la fecha ilustrados por Lark para DC, probablemente porque el entintado corre a cargo de Wade Von Grawbadger y Doug Hazlewood, ninguno de los cuales hace demasiada justicia a los lapices del dibujante.

Michael Lark, en todo caso, es aun joven. De seguir la progresión que le ha llevado hasta este punto en el que ahora se encuentra, tiene todos los boletos para convertirse en uno de los grandes nombres del siglo que viene.
























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