jueves, 31 de octubre de 2024

El público infiel por Paco Roca



 

El Pais Semanal número 1.940 

Domingo 1 de diciembre de 2013

El Sulfato Atómico / Francisco Ibáñez



Puede dar una idea equivocada que la primera aventura larga de los inefables agentes secretos Mortadelo y Filemón, publicada allá por 1969, sea considerada su mejor historieta. Parece que es como si dijeras que tocaron techo al comenzar y que desde entonces han ido a peor, el ya clásico antes molaban. Y no es así. La mayor diferencia que existe entre El sulfato atómico y sus decenas de aventuras posteriores, algunas tan divertidas como por ejemplo La máquina del cambiazo o El elixir de la vida (no es casualidad que mis favoritas sean siempre las que incluyen inventos del profesor Bacterio) reside en el apartado gráfico. Si en los primeros dibujos de Mortadelo, Filemón parecía un cabezacono y las orejas tenían más en común con las ensaimadas que con apéndices humanos, en El sulfato atómico el salto cualitativo es tan impresionante que te hace dudar de la autoría. La idea de la editorial era hacer un álbum a semejanza del modelo francés para entrar en el mercado europeo; es decir, una historia larga, publicada por separado en un tomo (en otras ocasiones, las publicaban por entregas en revistas semanales o mensuales) y con un dibujo muy cuidado. Ibáñez con frecuencia se inspiraba en dibujantes extranjeros como Franquin (a quien incluso en ocasiones le copiaba viñetas descaradamente), el autor entre otros de Spirou y Fantasio o Tomás el gafe, y esa influencia se ve en los detallados vehículos y fondos de El sulfato atómico. Pero como le sucedía a Franquin, ese nivel de calidad gráfica suponía muchísimo trabajo. Así, el autor francobelga solía tener a su disposición varios esbirros que le dibujaban los fondos mientras que él, a veces, se dedicaba casi en exclusiva a trazar los personajes principales. Ibáñez no contó con ese tipo de ayuda y siempre afirma que tardó tres veces más en acabar El sulfato atómico que una historieta normal. Para colmo de males, desde el punto de vista comercial, a la gente le dio igual que el dibujo fuese mucho más cuidado y las ventas, por tanto, no fueron como para volverse loco.



Groucho Marx contaba cómo llegó a actuar con un bigote pintado: en principio, utilizaba en las funciones teatrales uno postizo, que era un engorro a la hora de quitarlo y ponerlo. Un día llegó con el tiempo muy justo a la representación y solo pudo pintarse uno sobre la cara. A la gente no pareció importarle y se reía igual con los chistes. Algo así sucedió con El sulfato atómico: al final, parece que lo que más se valora en Mortadelo y Filemón es la faceta humorística. Y en ese sentido, este cómic contiene todo lo que les ha hecho famosos: a trompicones y con las habituales persecuciones, similares a las de Benny Hill, juramentos en chino y la violencia como herramienta indispensable para la resolución de conflictos (para qué discutir si lo podemos resolver a tortas), Mortadelo y Filemón intentan en esta ocasión desbaratar los locos planes de las huestes del dictador Bruteztrausen. Resulta que los ineptos protagonistas (el mago del disfraz Mortadelo y Filemón Pi, su jefe) ya no trabajan por su cuenta en una agencia de investigación privada, sino en una organización de inteligencia, la T.I.A. (Técnicos de Investigación Aero-terráquea), que paradójicamente no es más tonta porque no se entrena (hasta les hurtan el ascensor de la entrada) y que, por el robo del sulfato atómico, el último hallazgo del peor inventor del mundo (el profesor Bacterio), se tienen que enfrentar a una amenaza global: la república ficticia de Tirania, un estado fuertemente militarizado dirigido con mano de hierro por Bruteztrausen, se ha hecho con el sulfato atómico como arma definitiva para sus aspiraciones a la hegemonía mundial puesto que, una sustancia en principio ideada para combatir plagas agrícolas, gracias al descomunal talento de Bacterio, lo que hace es transformar los diminutos insectos en bichos monstruosos del tamaño de un elefante. Como decíamos, las escenas cómicas, los malentendidos y los batacazos se suceden, como siempre pasa en las tramas de los personajes más famosos del tebeo español. Risas aseguradas una vez más en este álbum que nos quedará como recuerdo de la capacidad gráfica de Ibáñez.


Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)


martes, 29 de octubre de 2024

Una sirena en un vaso, el autor de Godot y la mortal migración por Alvaro Pons


1 Una mujer de espaldas

Yamada Murasaki

Traducción de Daruma Serveis Lingüístics

Salamandra Graphic

En la primera obra que se publica en España de esta autora, casi siempre vemos a Chiharu de espaldas, dedicada a sus hijas, a las tareas de la casa, a cuidar de su marido. Murasaki nos relata casi con discreción pequeñas situaciones cotidianas, esos momentos de cada día alrededor de la mesa, haciendo la cena, preparando la ropa... Y, con ellos, asistimos a los pensamientos de una mujer que va siendo consciente de sí misma, de sus necesidades, de la opresión de una sociedad que invisibiliza a la mujer hasta anularla. Descubrimos su voluntad de luchar por su libertad, por su independencia, por su propia vida, construyendo con su elegante y minimalista trazo elegante y minimalista trazo un mensaje contundente de empoderamiento e igualdad.



2 El beso de la sirena

Uxía Larrosa y Luis Yang

Ediciones La Cúpula

Un día, la pequeña Zeltia descubre una sirena en su vaso de agua. Comienzan así muchas fábulas, pero Larrosa y Yang optan por ir un paso más allá y crear un cuento de cuentos, una hermosísima reflexión sobre el valor de las ficciones en nuestra vida, sobre cómo nuestro presente se construye sobre esos relatos imaginados que hunden sus raíces en vivencias y hechos que existieron de verdad. El trazo azul del dibujante, tan sencillo como atractivo, va conformando esas fronteras que se diluyen poco a poco en el mundo del sueño para conectar pasado y presente, para tejer las relaciones el hoy, a nosotros mismos. Una fábula moderna para creer en el poder de las ficciones de tejer realidades.



3 Samuel & Beckett

Jorge Carrión y Javier Olivares

Salamandra Graphic

Carrión y Olivares vuelven a colaborar optando de nuevo por el género biográfico tras la extraordinaria Walburg & Beach y, como en aquella ocasión, retando al lector llevando las posibilidades del lenguaje del cómic al límite. En manos de estos autores, vida y obra se recrean desde una dualidad que recurre a lo formal para enfrentar los mecanismos que llevan a la creación y los hechos biográficos,  componiendo un teatro de marionetas donde los autores se convierten en demiurgos de la biografía del dramaturgo irlandés, descomponiendo y buscando esos elementos que trazan lazos comunes entre Godot (¿ha llegado ya?) y Joyce, entre el absurdo y Molloy con brillantez. Una obra fascinante que crea la necesidad de releer al escritor desde nuevas miradas.



4 Parque Ciudad

Carlos G. Boy

Apa Apa Cómic

Entrar en Parque Ciudad es recuperar el olor de la tinta de los rotuladores impregnando toda la página de colores chillones. Es volver a esos tiempos de juegos en el Spectrum con personajes imposibles de estridentes y luminosos cromatismos, pero desde la mirada de una sociedad de IA y realidades virtuales. Boy crea un mundo diferente, personal y divertido donde las reglas se reconstruyen en cada página, como cuando pasamos los niveles de un juego, pero que evoco extrañas remembranzas de nuestra propia realidad, haciéndonos dudar finalmente si no seremos parte también de la pantalla de algún jugador travieso. Original y rompedora un perfecto ejemplo ejemplo de que otras narrativas son posibles.



5 ¿A quién benefician las migraciones?

Jeff Pourquié y Taina Tervonen

Traducción de Pau ros Caisina

Garbuix Books

Un ensayo gráfico que investiga la ruta del Sahel a Europa desde los testimonios de los propios migrantes y de las personas que los atienden en las diferentes paradas de su viaje. Pourquié y Tervonen son exhaustivos y rigurosos en revelar cómo es aprovechada la desesperación de unas personas que arriesgan su vida por una esperanza que se antoja casi utópica: poder vivir. La explotación sistemática, la humillación, la violencia y un dolor con el que parece difícil empatizar desde la comodidad de un sofá, pero que en la narración de los autores va creando un incómodo nudo en el estómago al saber que no podemos refugiarnos en la ignorancia, que el discurso del odio no se aguanta ente la mirada de los que buscan un futuro lejos del hambre y la guerra, solo eso, una vida. Una lectura necesaria.


El Pais. Babelia. Núm. 1.718. Sábado 26 de octubre de 2024


Corto Maltés / Hugo Pratt




Aquel anciano ciego sentaba los días frente al mar maldiciendo a las gaviotas (aseguraba que una de ellas casi le costó la memoria y la vida), y encendiendo cigarrillos de aspecto delgado de los que solo se fuman en Brasil o Nueva Orleans. Decía ser hijo de la extraña pareja formada por un marinero británico y una prostituta sevillana conocida como La niña de Gibraltar, y también se jactaba de ser esposo de la buena suerte por decisión propia: al visitar a una gitana siendo niño descubrió que la palma de su mano carecía de la línea de la fortuna y decidió dibujarse una a su medida con la navaja de afeitar de su padre.

Contaba que por culpa de unas faldas y mucha avaricia una vez amaneció atado a una balsa a la deriva en el océano Pacífico. Y que aquellos mares poseían un alma de carácter tan soberbio como para desatar rabietas capaces de barrer islas de los mapas y devorar embarcaciones mientras en sus dominios las mareas emparejaban a extraños aliados («...todos peligrosos, escorpiones y tarántulas»). Piratas encapuchados, rusos locos, señoritas con los ases de la baraja tatuados en la mejilla, oficiales en guerra, mujeres que escupen veneno o caníbales leídos se cruzaron en algún momento en el itinerario del viejo marinero con la misma delicadeza que unos escollos imprevistos. Pero también tropezarían con su figura un selecto grupo de ilustres: Ernest Hemingway, Gabriele D’Annunzio, Hermann Hesse, Joseph Conrad, Sukhbaatar, Jack London, Butch Cassidy o James Joyce encontraron tiempo para sentarse a tomar una copa con aquel hijo del mar que tenía como libro favorito una obra que nunca acababa de leer (Utopía de Thomas More). Tantas malas y buenas compañías al parecer acabaron afilándole el sarcasmo en la lengua hasta forjar el punto exacto del pirata bohemio: cuando alguien le amenazaba con un sangrante «Algún día te mataré» contestaba indiferente «Yo a ti te mataré de noche», eran los modales que se esperaban de quien ya se había hecho matar mil veces en mil playas distintas. Decía que perdió la vista en algún momento de la guerra civil española mientras luchaba en las filas de las Brigadas Internacionales, pero que antes decidió perderse en los regazos de las mujeres equivocadas («las mujeres serían maravillosas si todo pudiera caer en sus brazos sin caer en sus manos») y en las embarcaciones de amigos desencaminados. Aquel hombre no renegaba de lo vivido pero dejaba bien claro que prefería no encallarse en el ayer: «quedarse en el pasado» —sentenciaba— «es igual que custodiar un cementerio».



En un universo paralelo un italiano llamado Hugo Pratt habría podido narrar todas las hazañas de aquel marinero y quizá lo hubiese dibujado como el héroe que todos los hombres quieren ser y todas las mujeres quieren que las corteje para después atormentarlas y desaparecer entre el oleaje. Luciendo el aspecto de un galán atractivo de patillas espesas, pelo desgreñado, oreja perforada, seductor corazón noble («tan honrado que las mujeres ya deberían de haber sido mi ruina»), outfit de gorro y chaqueta de quien vive las aguas saladas y el ingenio de un zorro que ha curado espantos por su envidiable capacidad para encontrarse siempre en el lugar equivocado con la gente más equivocada. Quizá al- guien hubiese insinuado que aquel Pratt era un escritor que prefería dibujar sus mundos antes que perder a los lectores (y la paciencia) describiendo con las letras sus vivencias y sus escenarios. Quizá hasta Umberto Eco en algún momento hubiese dicho de aquellas aventuras que su autor había sido un «Salgari del siglo XX pero, al contrario que Salgari, escribiendo bien». Quizá una obra así se hubiese podido convertir en una de las leyendas más grandes del cómic de aventuras, como si Indiana Jones viviese dentro de una novela de Robert Louis Stevenson.

Y muy probablemente aquella creación de nombre veneciano y espíritu lacónico hubiese vivido una existencia sentenciada a una ruta de peripecias inevitables, navegando en busca de riquezas y artefactos místicos alrededor de todo el mundo desde Egipto hasta Panamá pasando por la India, China, Italia, Francia, Irlanda y cualquier rincón que ofreciera cobijo al romanticismo de las aventuras. Y desembocando invariablemente en escenarios donde las valiosas fortunas de oro resultaban volatilizadas en el último momento al ser utilizadas como munición en los cañones que protegían una isla vetusta. Esa era la condena eterna del héroe inmortal, la de no amarrar nunca y otear en el horizonte siempre una aventura futura.

Cuando los que escuchaban a aquel anciano le sugerían recoger sus memorias en un libro siempre daba una calada profunda a uno de esos delgados cigarrillos y respondía amablemente «Si escribiese, suponiendo que lo supiera hacer, acabaría por falsear los hechos y los caracteres, para mi es mejor vivir así, sin hacer historia».

Muy a su pesar, y por culpa de un italiano que quería ser escritor y prefirió dibujar, las desventuras de aquel anciano no solo harían historia, sino que forjaría la más grande de todos los mares, y de todas las páginas: la de Corto Maltés.


Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)


lunes, 28 de octubre de 2024

Lázaro: avance (Shinichiro Watanabe / MAPPA)




Nuevo avance de la futura serie animada “ Lazarus ” dirigida por Shinichiro Watanabe (Cowboy Bebop) y el estudio MAPPA para la emisora ​​estadounidense Adult Swim , en coproducción con Sola Entertainment .

Recordando también que el staff incluye a Chad Stahelski (John Wick) quien diseña/coreografía las secuencias de acción.

Lanzamiento previsto para 2025.


Via Catsuka

domingo, 27 de octubre de 2024

Blueberry / Jean-Michel Charlier y Jean Giraud




Lo que primero me llamó la atención de las aventuras del teniente Blueberry fue lo sucio que parecía todo en aquellos dibujos. Las series de televisión sobre el «salvaje» oeste americano de las que disfrutamos los niños de los años setenta —Rin-tin-tin, El hombre del rifle, Bonanza, El llanero Solitario o El virginiano— se caracterizaban por lo guapos que eran sus protagonistas, lo bien afeitados que aparecían siempre en la pantalla y lo perfectamente planchados que lucían sus uniformes. Cuando vi por primera vez las viñetas de Giraud, me di cuenta de que un francés con sus ilustraciones me estaba contando cómo era la vida en aquellos tiempos y en aquellas tierras de una forma más fiel a la realidad que lo que los propios americanos hacían con sus cámaras de televisión y sus atractivos actores.

Las viñetas del teniente Mike Blueberry aparecieron en 1963, en la revista francesa de cómics Pilote. Su guion estaba escrito por el belga Jean-Michel Charlier (1924-1989) y el dibujo realizado por el francés Jean Giraud (1938-2012). La serie ha tenido otros dibujantes y guionistas, incluso aparecieron otras colecciones paralelas (Marshall Blueberry y La juventud de Blueberry), pero la esencia del personaje y los argumentos más conseguidos nos llegaron de la mano de la pareja Charlier-Giraud. Este último, utilizando el seudónimo de Moebius, consiguió aun mayor fama en el mundo del tebeo con sus historias de ciencia ficción.

La serie completa (incluyendo las colecciones paralelas antes citadas) está compuesta por cincuenta y tres volúmenes de los cuales treinta y dos fueron realizados por Charlier y Giraud. El resto no están mal, pero la calidad del dibujo y del guion es mucho más alta —en mi opinión— cuando la pareja original está al mando y trabaja unida. Entre los años 1973 y 1975 se publicaron cinco tomos de la colección que juntos forman una historia única. Se trata de los números del siete al once y tienen como títulos: Chihuahua Pearl, El hombre que valía 500.000 $, Balada por un ataúd, Fuera de la ley y Angel Face.




La aventura comienza cuando el teniente de la caballería de los Estados Unidos Mike Blueberry —que está destinado en Fort Navajo— patrulla en solitario la frontera con México. Observa como un grupo de militares mejicanos persiguen a un hombre a caballo y cruzan ilegalmente la frontera. Blueberry detiene a los mexicanos y los obliga a volver a su territorio. Persigue luego al fugitivo que termina cayendo por un precipicio y falleciendo. El muerto lleva bajo su camisa una carta dirigida al presidente de los Estados Unidos que el teniente entrega a su superior. A partir de aquí el insubordinado, borracho, mujeriego, y pendenciero Mike Blueberry se verá envuelto en una trama que lo llevará a ser expulsado del ejército, caer preso en México y ser acusado de robar un cargamento de oro. Chihuahua Pearl, una sexy corista que juega a dos bandas, lo enredará en sus intrigas y oscuras fuerzas que procuran un cambio de régimen político en los Estados Unidos intentarán aprovecharse de su mala estrella.

La habilidad de Charlier para crear convincentes personajes secundarios nos permitirá conocer por ejemplo a Duke O ́Shaughnessy, alias Angel Face («Joven truhán de buena familia que tiene que cruzar la frontera para huir de la horca») que va siempre acompañado de un Stradivarius —en su caja— del que no se separa pero que nunca toca, o al comandante Vigo, un corrupto oficial del ejército mexicano que aparecerá en otras aventuras de la serie y que sabe mucho más de lo que parece.

Respecto a Giraud —que vivió en México siendo joven— y su estilo, influyó mucho en él la lectura de los libros de Carlos Castaneda, y el nuevo misticismo en ellos enunciado. Compartió temas y trabajos en la relación con el chileno Alejandro Jodorowsky, con quien elaboró la obra maestra de ciencia ficción El Incal o la divertida ficción místico-cómica (con puntos biográficos), El corazón coronado. Todo lo que tuviera relación con el espíritu New Age era interesante para Giraud. Hollywood también apreció su personalísimo estilo solicitando su colaboración en el diseño de películas como Abyss, Tron y Alien, el octavo pasajero.


Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)


Coincidencias peligrosas ¿la madre o la hija? por Maitena

 

El Pais Semanal Número 1.508

Domingo 21 de agosto de 2005