domingo, 1 de octubre de 2017

Más que imágenes

'Invencible' se acerca a su anunciada conclusión: ha rayado siempre el sobresaliente con su estupendo elenco de personajes y sus sorpresas

JAVIER FERNÁNDEZ
27 Septiembre, 2017



'Invencible. Ultimate Collection, 7'. Robert Kirkman, Ryan Ottley. Aleta. 312 páginas. 34,95 euros.

Image Comics irrumpió en el panorama allá por 1992, cuando Jim Lee, Todd McFarlane, Rob Liefeld, Erik Larsen y compañía decidieron apostar por sus propias creaciones, al margen de las grandes compañías. Fue un terremoto editorial, y es cierto que al principio la cosa se caracterizó por un protagonismo de lo visual frente a lo literario (salvo la excepcional The Maxx, que triunfa en ambos aspectos), pero muy pronto los dibujantes complementaron su apuesta con guiones de figuras renombradas como Alan Moore, Neil Gaiman, Grant Morrison o Frank Miller. Más aún, el enorme éxito cosechado permitió que el catálogo de Image se enriqueciera con títulos sólidos como Astro City y apuestas radicales como la etapa de Stormwatch escrita por Warren Ellis, germen de otras dos series emblemáticas, The Authority y Planetary, que figuran en cualquier lista de los tebeos de superhéroes más influyentes de los últimos tiempos. Hacia el final de la década, los conflictos entre los fundadores de Image provocaron la ruptura parcial de los estudios artísticos que componían la editorial y la creación de sellos como WildStorm o Awesome, unos más afortunados que otros.

Bajo el paraguas de Image, se han seguido alumbrando tebeos significativos: Powers, la genial fusión de superhéroes y género negro debida a Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming; The Walking Dead, la popular serie de zombis escrita por Robert Kirkman y dibujada (mayormente) por Charlie Adlard; o la prestigiosa Saga, de Brian K. Vaughan y Fiona Staples, una space opera que ha acaparado los principales premios durante los últimos años, por citar solo tres. En Image han recalado también títulos con solera como Madman, de Michael Allred, quien ha firmado para este sello las entregas más experimentales de su personaje en la cabecera Madman Atomic Comics. Lejos de debilitarse, Image no ha dejado de crecer para convertirse en una de las principales editoriales estadounidenses de la actualidad.

He citado algunos superhéroes de Image, y qué duda cabe que la aportación más importante de Image al género en lo que llevamos de siglo es Invencible, creación de Kirkman y Cory Walker, a la que muy pronto se sumó el dibujante Ryan Ottley (en sustitución de Walker). El primer número de Invencible se publicó con fecha de portada de enero de 2003, pero la serie contó el año anterior con un adelanto en otras cabeceras, empezando por Savage Dragon en lo que considero una especie de relevo perfecto. Con cerca de 140 números a su espalda, Invencible se acerca a su anunciada conclusión, y ha rayado siempre el sobresaliente, con su estupendo elenco de personajes, sus continuas sorpresas argumentales, su tono desenfadado, su peculiar tratamiento de la violencia y su poderoso apartado gráfico.

En España, la serie la publica Aleta, en tomitos y en la imprescindible Ulimate Collection, compuesta de tomos recopilatorios de gran formato, tapa dura y numerosos extras. De estos últimos van siete (el último llega al número 84 original), y cada uno de ellos vale su peso en oro.


Malaga Hoy

Poesía y viñetas

JAVIER FERNÁNDEZ
27 Septiembre, 2017

'Viñetas de plata'. Laura Pérez Vernetti, Luis Alberto de Cuenca. Reino de Cordelia. 120 páginas. 17,95 euros.

Nombre propio del tebeo español, Laura Pérez Vernetti ha construido su carrera al margen de las modas, apostando siempre por la experimentación gráfica, la rebeldía y la belleza. Laura es una pionera de la fusión del cómic y la poesía, género que viene a llamarse poesía gráfica y que cuenta, por parte de la catalana, con títulos tan apreciables como Pessoa & Cía, El caso Maiakovski o Yo, Rilke. Reino de Cordelia publica ahora Viñetas de plata, una imprescindible colección de poemas de Luis Alberto de Cuenca interpretados en viñetas por Laura. De Cuenca tiene una larga vinculación con la cultura popular, de modo que su elección resulta de lo más lógico, y el resultado de la suma de estos dos genios es todo un espectáculo.


Malaga Hoy


'Tu quoque, fili mi?'

Julio César es el principal antagonista de Astérix pero en este álbum cede su papel a su hijo Brutus, un militar romano caracterizado como un joven envidioso, desagradecido y rencoroso

GERARDO MACÍAS
27 Septiembre, 2017



'El hijo de Astérix'. Guion y dibujos: Albert Uderzo. Editorial Salvat, 2014.

La célebre frase latina Tu quoque, fili mi? (¿Tú también, hijo mío?) fue pronunciada por Julio César el día 15 de marzo del año 44 a.C., cuando vio que, entre los conjurados contra él, estaba Bruto, su hijo adoptivo, que sostenía un puñal para asesinarlo. Eran los famosos idus de marzo, que en el calendario romano supuestamente eran días de buenos augurios, pero no se cumplieron para Julio César…

Julio César es el principal antagonista de Astérix pero, en este álbum, César cede su papel a su hijo adoptivo Brutus, militar romano caricaturizado como un joven envidioso, desagradecido y rencoroso. Brutus participa también en los álbumes Astérix Gladiador, La Cizaña, y El Adivino, en los que aparece jugando con un puñal, en referencia al parricidio. Una escena similar aparece en el film Las doce pruebas de Astérix. En El hijo de Astérix, Brutus trata de asesinar al pequeño Cesarión, hijo de Cleopatra y Julio César, futuro faraón Ptolomeo XV (no Ptolomeo XVI, como dice erróneamente la traducción española).

A finales del año 34 a.C., Cleopatra se proclamó reina de Egipto, Chipre, Libia y la parte sur de Siria. Cesarión fue proclamado corregente de dichos países, rey de reyes, y heredero legítimo de César, pese a que César no lo había reconocido así.

En la historia real, fue Octavio, verdadero heredero de César y primer emperador romano, quien invadió Egipto para derrocar a Cleopatra y a Marco Antonio, y quien hizo matar al joven Cesarión el año 30 a.C. para eliminar dudas sobre la herencia. Uderzo mezcla ambos personajes para contar la traición de Brutus a su padre adoptivo.

La historia que nos ocupa va de hijos, ya que este álbum narra cómo Astérix se encuentra con que ha aparecido un bebé en la puerta de su casa, y se extienden chismes en la aldea sobre que pueda ser hijo del propio Astérix. Uderzo refleja algo de moda en 1983: los padres solteros (dos años más tarde se estrenaría en Francia la taquillera película Tres solteros y un biberón). Obélix paga al ganadero Lesiondelmenix con menhires a cambio de leche para el bebé, y el ganadero alude a un futuro campo de menhires, en referencia al yacimiento de Carnac, en Bretaña, que sigue siendo un misterio.

Los galos intentan descubrir quiénes son los padres del bebé, notando que los romanos hacen muchas preguntas sobre él, y quieren capturarlo. Los galos deciden tomar medidas para proteger al bebé. Mientras, el bebé toma una buena cantidad de poción mágica, lo que le convierte en una pesadilla para los enviados a capturarlo, incluidos un legionario vestido de buhonero vendiendo sonajeros, y un centurión disfrazado de niñera, que en castellano versiona canciones republicanas de la Guerra Civil Española. Lógico, traduciendo Víctor Mora.

Finalmente, Brutus, que mantiene su presencia en secreto, decide ocuparse del asunto en persona, atacando la aldea con sus legiones y quemándola entera, mientras él mismo va tras el niño. Exige a las mujeres galas que le entreguen el bebé. Todo el mundo piensa que el niño todavía conserva fuerza sobrehumana, pero Brutus consigue secuestrarlo temporalmente al agotarse los efectos de la poción mágica. Astérix y Obélix no tardan en interceptarlo.

Cuando los galos intentan hacer que Brutus revele la verdad, Julio César llega inesperadamente, y tras él, llega Cleopatra, que resuelve el misterio del niño: es el hijo de César y ella misma. Brutus, para garantizar su acceso al trono, había estado intentado matar el bebé. Aunque en estos cómics se trata a Julio César como Emperador, este título no llegó a ostentarlo históricamente. Julio César llegó a acumular mucho poder en la República Romana, fue un dictador, pero no Emperador, a pesar de haber dado nombre a los césares.

Volviendo a la sinopsis, mientras César se encontraba en campaña, Cleopatra mandó a su hijo a la aldea gala: el único lugar donde podía garantizar la seguridad del niño frente a Brutus, que es finalmente despachado por Julio César. La trama termina con el banquete en la galera real de Cleopatra, al cual sea une el mismo César, habiendo prometido reconstruir la aldea como compensación a los esfuerzos de los galos para proteger a su hijo. Este final atípico le granjeó algunas críticas al autor Uderzo.


Malaga Hoy

Héroes de autor

 Panini Comics publica dos obras imprescindibles para todo buen 'marvelómano'

JOSÉ LUIS VIDAL
27 Septiembre, 2017


Antes que nada, queridos lectores, hagamos un ejercicio de autodesengaño y, poniendo los pies en la tierra, démonos cuenta de que (hablando de comics de superhéroes) la propiedad de todos esos enmascarados que visten mallas y capa es de una onmipresente compañía, en el caso concreto de Marvel y DC Comics, Disney y Warner, respectivamente.

Toda esta introducción viene a cuento de que, aunque un autor deje su huella en una de las colecciones en las que trabaja, mostrando su talento como guionista o dibujante, siempre puede venir otro detrás que mate, resucite o transporte en el tiempo a ese personaje (¿tengo que citar, por ejemplo, el caso de Frank Miller y SU Elektra?)

Es por ello que, con la imaginación que se nos ha otorgado, vislumbremos una enorme biblioteca donde se guardan esas etapas de autores. Sagas, miniseries, one-shots, novelas gráficas que merecen estar entre lo mejor que se ha producido en, concretamente, la Casa de la Ideas.

Y resulta que en este mes de septiembre, Panini Comics nos deleita editando dos volúmenes que pertenecen, por derecho propio, a esa imaginaria colección.

En primer lugar, a mi modesto parecer, una de las mejores historias que se ha escrito nunca sobre el trepamuros, Spiderman: La última cacería de Kraven, como su propio título indica nos presenta al cazador de cazadores como nunca. Desquiciado, obsesionado con su pasado familiar y sobre todo por obtener su última y más codiciada presa, el hombre araña.

El guionista de tan simpar obra, J.M. DeMatteis, nos lleva de la mano con unos textos que ilustran a la perfección la locura, el miedo, la furia, que se apoderan de los protagonistas, donde encontraremos a un Peter Parker que se va a enfrentar a uno de su peores enemigos, pero esta vez no habrá ocasión para los chistes fáciles ni las acrobacias. Kraven quiere matar a la araña. ¿Lo conseguirá?

Y el tercer vértice del triángulo de esta historia lo protagoniza un ser desvalido, perdido en las cloacas de la ciudad, Alimaña.

Estos son los tres actores de esta función, magníficamente ilustrada por uno de los grandes dibujantes del medio, Mike Zeck. Nunca vimos a un Kraven tan fiero, tan loco, poseído por una obsesión.

En el tomo se incluyen, tanto las portadas, como varias páginas a lápiz que demuestran la maestría de Zeck y, cómo no, el maravilloso acabado final del entintador Bob McLeod.

La jungla urbana puede ser la más peligrosa de todas, y uno de los tres personajes no saldrá con vida de ella…


Tanto ésta como las aventuras de Los Vengadores de la Costa Oeste, recopiladas en otro tomo, se realizaron en la década de los ochenta, unos años en los que en la editorial Marvel hubo una maravillosa 'revolución creativa'. Nuevos autores, algunos de ellos muy jóvenes, habían cogido las riendas de las colecciones y estaban dándole peso, personalidad y dramatismo a los personajes creados por los 'padres fundadores', Stan Lee y Jack Kirby.

John Byrne fue uno de ellos, que en la cúspide de su fama (ya había pasado por los X-Men y 4F, entre otras) puso su talento en los nueve números que se incluyen en el volumen titulado La búsqueda de La Visión. En ellos, usando sus vastos conocimientos sobre el Universo Marvel, Byrne vuelve a contar la historia del sintezoide que tan de moda está en los últimos tiempos (gracias, claro está, a la magnífica miniserie firmada por Tom King y Gabriel Hernández Walta).

Esta división de Los Vengadores, formada por Ojo de Halcón, recibirá un fuerte golpe cuando uno de sus miembros, la citada Visión, desaparezca. Su esposa, la Bruja Escarlata, se encuentra al borde de la locura al desconocer qué ha ocurrido con su marido.

Byrne, con pulso firme va plantando líneas argumentales que, poco a poco, se irán resolviendo. Una de ellas es el extraño comportamiento de Tygra, la aparente traición de Pájaro Burlón, el misterio con los hijos gemelos de La Visión y Wanda, la llegada de un nuevo líder que no va a ser recibido con los brazos abiertos, la presentación de un nuevo grupo de 'héroes'…

Todo esto y mucho más podréis encontrar en una lectura que te atrapa de principio a fin, en la que su autor, John Byrne, dejó patente muestra de su increíble capacidad, tanto como dibujante, como en la labor de guionista, sabiendo mezclar a la perfección momentos dramáticos con alguna pizca de humor y, como no podía ser menos, unas trama espectacular.

Dos obras dos, que una vez más muestran las maravillosas historias que se han narrado en el Universo Marvel. Nuff Said!


Malaga Hoy


lunes, 25 de septiembre de 2017

La gran aventura del pintor de aves Audubon, en cómic

‘Sobre las alas del mundo’ recrea la vida del célebre ornitólogo

JACINTO ANTÓN
Barcelona 21 SEP 2017

Una ilustración de 'Sobre las alas del mundo, Audubon' (Norma Editorial)

El ornitólogo más famoso que ha existido, J. J. Audubon (1785-1821) , naturalista y artista en la época de la frontera y la colonización del Oeste en los Estados Unidos (de origen francés se llamaba Jean Jacques, pero como estadounidense se le conoce como John James), afrontó el inmenso reto de dibujar todas las aves del nuevo país en formación recorriéndolo lápiz, pinceles y cuaderno en mano como un pionero y explorador más y viviendo las mismas grandes aventuras y peligros (en la otra mano llevaba el rifle).

Tras una vida de esfuerzos y penalidades en la que el birder se mezclaba con el trampero, Julian Huxley con Daniel Boone, la realidad con el mito, Audubon produjo el asombroso The birds of America, un libro colosal en el que se dejó prácticamente la vida, consistente en 435 grandes láminas (el tamaño se denominó folio “elefante”) con dibujos de pájaros a escala natural coloreadas a mano. Es la obra ornitológica más famosa que se ha hecho jamás: de la primera edición, publicada por partes entre 1827 y 1838 y de la que se realizaron solo 200 ejemplares, algunos incompletos, se vendió uno en 2010 por la friolera de 12 millones de euros. Las láminas muestran 497 especies de aves de Norteamérica, incluidas seis actualmente extintas, como la cotorra de Carolina, la paloma migratoria y el alca gigante. Audubon bautizó 91 especies de pájaros (es verdad que en algún caso hasta cinco veces la misma).

El Audubon real, en un retrato de la época.

Ahora, el guionista Fabien Grolleau y el dibujante Jérémie Royer han acometido otro reto aparentemente igual de descabellado que es el de llevar la vida y la empresa de Audubon al cómic. Y lo han hecho maravillosamente en una novela gráfica, Audubon, sobre las alas del mundo (Norma editorial) cuya publicación coincide muy pertinentemente (y ahí se celebrará) con el Delta Birding Festival, la gran cita ornitológica que abre hoy viernes sus puertas en el Delta del Ebro (hasta el domingo), con numerosas propuestas científicas y de ocio.

Dibujar la biografía de Audubon no implica solo reconstruir y plasmar su compleja personalidad, (con aspectos de visionario) y su época y los grandiosos paisajes naturales en los que se adentró buscando sus aves, sino dibujar los propios pájaros, y, para complicarlo aún más, las láminas que Audubon pintó. Someterse a la comparación con la maestría artística de Audubon es meterse en un buen embolado.Añadamos que la vida del naturalista, sembrada de leyendas, es de todo menos fácil de reconstruir y ha sido tradicionalmente un quebradero de cabeza para sus biógrafos.

Nacido en la entonces colonia francesa de Saint-Domingue, hoy Haití, como resultado de la relación entre un capitán de la marina francesa y una criada que murió al poco de nacer él, Jean-Jacques fue llevado a Francia y a los 18 enviado a Pensilvania, donde su padre tenía una plantación, para evitar que lo reclutaran en los ejércitos napoleónicos. El chico sin embargo tenía la cabeza llena de pájaros (no lo podríamos decir mejor) y se consagró a realizar dibujos de aves, su gran obsesión.

Una página de 'Sobre las alas del mundo, Audubon'.

El cómic, que mezcla el realismo con algunas imágenes de tinte surrealista como alucinaciones de la mente de Audubon, nos muestra parajes virginales, los vapores de palas de Nueva Orleans, indios, osos, bisontes, y sobre todo, claro, pájaros, con momentos sublimes.

El relato sigue a Audubon en varios momentos de su vida y flash backs arrancando con una expedición ornitológica al Misisipi en 1820. Lo primero que vemos, incluso antes que a él, es una bandada de gansos del Canadá. Su tesón aparece muy bien retratado, así como su entusiasmo, su valor y su testarudez en conseguir su propósito, aún a costa de su vida familiar, y en lograr que la comunidad científica se interese por su trabajo considerado demasiado artístico.. Asistimos a momentos que dieron pie a algunas de sus grandes estampas, como el de los cuitlacoches rechazando el ataque de una cascabel a su nido o los halcones peregrinos despedazando a una presa,. Aparece también el famoso flamenco. Las viñetas plasman toda la complejidad y la ambiguedad de Audubon, un hombre que no solo no dudaba en matar las aves que le fascinaban para dibujarlas (era lo lógico en una época en la que no existían cámaras de fotos capaces de captarlas al natural) sino que opinaba que cuantos más ejemplares cazaras mejor. El pasaje del cómic en que dispara sobre una pareja de carpinteros reales (picamaderos picomarfil) y luego los exhibe muertos pone los pelos de punta a cualquier birdwatcher con corazón....Pero, en fin, es el santo patrono, era Audubon.


El Pais


Vance / Van Hamme XIII


Jordi Sánchez

XIII Vance/Van Hamme


Grijalbo-Dargaud

No es improbable que el lector receloso, cegado por lo evidente, caiga en la tentación de juzgar al prolífico Jean Van Hamme como «uno de esos autores que, aunque con cierta gracia, siempre escriben la misma historia». Y es seguro que es el propio autor belga el culpable del dislate: su reino no es de este mundo. La apuesta narrativa de Van Hamme chirría a menudo en un medio en el que la parca imaginación parece generalizada, y las urgencias arguméntales son moneda común. Ante este mundo de argumentos fabricados con anécdotas despachadas a vuelapluma, Van Hamme aboga por la resurreción de materiales nobles, por el trazado de nuevas geometrías para elementos ya conocidos. Y, no hace falta decirlo, todo ello desde los estrictos dominios de la ortodoxia.

Oigo voces exaltadas que acusan al belga de tramposo; tienen razón: la trampa es el combustible (¿inagotable?) de su literatura más característica; escamotear información al lector, jugar con él, si se hace bien, puede ser un bello recurso. Van Hamme lo hace condenadamente bien.

He hablado de la literatura característica de Van Hamme, lo cual es, probablemente, un concepto erróneo. Intentar hallar una literatura verdaderamente característica entre toneladas de papel (el belga lleva cerca de veinte años escribiendo novelas, guiones de cine, historieta y televisión), acaso sea un trabajo tan arduo como finalmente infructuoso. Aunque, desde luego, no sería gratuito aplicar lo anteriormente dicho a dos de las obras que han convertido a Van Hamme en uno de los maestros indiscutibles de la historieta actual; dos seriales modélicos cuyos últimos volúmenes aparecieron casi simultáneamente el presente año: XIII y Largo Winch.

Como cabía suponer, Por María, el noveno título de XIII, es una nueva vuelta de tuerca en el angustioso periplo vital de Jason MacLane, alias Jason Fly, alias mil personas más. MacLane, definitivamente proscrito tras haber despechado al corrupto presidente Sheridan, aparece en el punto de mira de una ignominiosa organización secreta, que pretende sus servicios, a la par que es codiciado por el Padre Jacinto, líder espiritual de un grupo de rebeldes centroamericanos, quien le asegura que su verdadera identidad es la de Kelly Brian, un tránsfuga del IRA, casado con la hija del presidente electo y derrocado de Costa Verde. XIII cae, así, de nuevo en una demencial espiral de revelaciones, en un nuevo capítulo del inclemente juego de espejismos en el que se ha convertido su vida. La genial arquitectura escénica de Van Hamme alcanza un nuevo cénit en esta Por María, embrión de otro desfile de piezas clave que no llevan a ninguna parte. El último, por el momento, capítulo de una soberbia tragicomedia policial, eterna metáfora de una indagación en la incordiante, dolorosa, deriva vital del ser humano.

El boceto argumental de Largo Winch es similar al de XIII; el problema no es ahora la identidad de un hombre, sino los contúrbenos enemigos que un joven, un heredero multimillonario aterrizado súbitamente en el mundo de las altas finanzas, se ve obligado a encarar con gallardía.
Tras haber acabado con el conspirador de los dos primeros álbumes de la serie, Largo se enfrenta, en O.P.A., a serias complicaciones: irrumpen en escena un presunto psychokiller; la decadente actriz Lizza-Lu, un prodigioso producto del lifting capaz de todo por casarse con el dinero de Largo, y la inquietante y bella Melly, una mujer que se debate entre una creciente atracción por Largo y su deber, que parece ser acabar con él.

O.P.A. dibujado por Philippe Francq, abre una linea cuya intriga puede llevar al joven millonario (y al lector) a una suerte de paraíso del suspense hi-tech. Aviso: si Van Hamme se desmelenara y el público apreciara de verdad la historieta, James Bond podría acabar en el ingrato asilo que el último rincón de la memoria reserva para los mitos periclitados.


Un Año de Tebeos 1993. Editorial Glenat


Tabary IZNOGUD


Jesús Palacios


Grijalbo-Dargaud


Es el menos popular de los personajes creados por Rene Goscinny, a mayor gloria de la historieta francesa, pero es también su criatura más singular. Iznogud, auténtico personaje de culto, es sólo para paladares exquisitos, de esos que disfrutan más con la metafísica parda de monsieur Aquiles Talón que con el heroísmo de Asterix o de Lucky Luke, creaciones memorables ambas del propio Goscinny, pero que tienen en su contra un exceso de bondad, de virtudes (en el caso del galo, casi provincianas), que hacen recaer las simpatías del lector sensible antes en sus enemigos que en ellos mismos.

He ahí, amigos mios, la primera gran virtud de Iznogud: es un villano. Eterno conspirador, en la clásica tradición de todos los visires orientales, Iznogud ha hecho que la frase «quiero ser califa en lugar del califa» se inscriba con letras de oro en la historia del comic. Cierto que siempre fracasa en sus planes conspiratorios, pero no por ello encontramos en su perverso y divertido universo oriental, parodia confesa de Las Mil y Una Noches y sus mil y un prodigios, algún personaje positivo que le dé replica. No, todos los personajes de la saga de Iznogud no son sino una galería de seres cruelmente estúpidos, ridículos y torpes. Incluso el propio Iznogud, siempre con la colaboración de su sanchopanzesco y no menos torpe criado, es incapaz de llevar a buen término ninguno de sus complejos y absurdos planes, para delicia del lector y su inagotable sadismo, que sabe que, así, el malvado visir deberá volver a intentarlo en una nueva aventura.

Goscinny solía decir que él era «un bufón y nada más, ni un moralista, ni un filósofo», pero yo mas bien le veo, a través de su Iznogud, como un satírico (el descendiente, en definitiva, del bufón medieval), que juega, con este absoluto negativo del Zadig volteriano, a manejar todos los recursos clásicos de la sátira en un marco de referencia, el oriental, que le emparenta con las obras de Congreve y Beckford (¡Que gran Vathek llegaría a ser Iznogud si consiguiera al fin su califato!), y con las de sus compatriotas ilustrados Montesquieu y Voltaire, a las que añade no unas gotas, sino unos litros de nonsense carrolliano y trabalenguas lingüísticos, que dejan reducidos los juegos de palabras de un Cabrera Infante a meros pasatiempos . En manos de Goscinny, el satírico, Iznogud y sus «amigos» (todos, insisto, ridículos y falaces) crecen como gigantes o disminuyen como liliputienses, viajan al pasado y al futuro, se vuelven invisibles, se ven obligados a decir palabras que no quieren pronunciar o enmudecen de repente, y engañan y son engañados constantemente, pasando revista a todas las situaciones que la sátira, como genero, es capaz de imaginar, para acabar dándonos una visión sutilmente cruel, mordaz y hasta amoral, ausente en Asterix o en Lucky Luke, de la humanidad en su conjunto, ridiculizada con amoroso cinismo en las infinitas ansias de poder del Gran Visir, condenado a fraguar inútiles complots, condenados a su vez al fracaso de antemano.

Iznogud es, también, el personaje que mejor ha sobrevivido a la muerte de su creador. Dejado ya sólo en manos del dibujante Tabary, que lleva con él desde su aparición en 1961, éste, mejor que Morris o Uderzo, ha sabido captar el mordaz mensaje del maestro, que ha reflejado siempre con su trazo suelto y vivaz. Por ello, en Iznogud no notamos tanto la ausencia de Goscinny (aunque se nota, se nota) como en Asterix o Lucky Luke, quizá porque, en el fondo, este pequeño y malvado visir es mucho más humano, más real y comprensible que héroes sin tacha y tan íntegros como son el pequeño galo y el solitario cowboy. Tabary, como nosotros mismos, lo entiende mejor, lo quiere más porque, también como cada uno de nosotros, lleva en su interior a un pequeño, maligno y feroz Iznogud que quiere, como todos, ser califa en lugar del califa.