miércoles, 24 de febrero de 2016

Georges de La Tour, en su penumbra


Antonio Muñoz Molina se pasea por las salas de la exposición del Prado y reflexiona sobre la maestría de este genio del XVII

ANTONIO MUÑOZ MOLINA
Madrid 22 FEB 2016

Exposición de George de La Tour, en el Museo del Prado. Santi Burgos

La vida y la obra entera de Georges de La Tour, o lo poco que ha llegado a nosotros de ellas, se abarcan en el tránsito por unas cuantas salas casi en penumbra del Museo del Prado. La penumbra del espacio real se parece a la de los interiores en sus obras de madurez. Las velas que los alumbran dan la impresión de que extienden su claridad hacia nosotros. La pintura de las paredes se corresponde con esos fondos sin asideros anecdóticos que faciliten la sensación de profundidad. Andrés Úbeda, comisario de la exposición, me señala un muro de la última sala en el que hay colgado, en un ejercicio audaz de austeridad, un solo cuadro, uno de los más impresionantes, El recién nacido, del Museo de Rennes. “Queríamos lograr que el espectador no se acuerde luego de cómo es la pintura de la pared, que no lo distraiga nada de la contemplación de la obra”, me dice Úbeda un jueves a última hora de la tarde, cuando todavía hay operarios terminando detalles, añadiendo letreros. El trajín del montaje y las voces murmuradas se pierden en un silencio que emana de la pintura misma y que induce gradualmente a una atención absoluta.

El itinerario va de la juventud a la madurez, de la gestualidad a la contención, de la claridad a la sombra. La economía misma de la exposición resalta el despojamiento de esta pintura, y también la rareza de quien la pintó, y hasta el modo en que su nombre y su talento han ido regresando después de una oscuridad de siglos. Dice Andrés Úbeda que no hay otro caso de un gran pintor que desapareciera tan sin rastro. Caravaggio quedó rezagado en el aprecio de historiadores y críticos, pero nunca dejó de ser visible, “aunque solo fuera para denostarlo”, dice Úbeda. La Tour es un extraño pintor provincial que no parece haber abandonado nunca su tierra de origen, Lorena, una región devastada por matanzas, hambres, epidemias e incendios durante una gran parte de su vida, que coincide con el horror de la guerra de los Treinta Años. Tiene la impronta del naturalismo tenebrista de Caravaggio, pero también hay en él algo muy cercano a la pintura del norte, al interés de Brueghel por las escenas de vida popular y de los pintores holandeses por la recreación de presencias estáticas en interiores cotidianos, sin duda asociada a una religiosidad que por su falta de melodramatismo tiene un aire de introspección protestante.

Visitantes contemplan la obra 'El recién nacido' de De La Tour, en el Prado. Javier Lizón EFE

Andrés Úbeda empujó una puerta y me vi sumergido de golpe en la penumbra de la atmósfera real y en la de la pintada. Estábamos empezando por el final. Pero el itinerario ha de seguirse en orden cronológico para que revele plenamente dos maestrías simultáneas: la de la pintura, desde luego, pero también la del montaje de la exposición, más seductor porque está calculado para no llamar la atención sobre sí mismo. Andrés Úbeda me explica, con la satisfacción y el agotamiento de la tarea ya casi cumplida, todas las complicaciones que se han debido superar para que se encuentren juntas aquí obras que proceden de museos y colecciones privadas repartidos por medio mundo. La mayor parte de estos cuadros son familiares para el aficionado. Dos de los mejores, un Tocador de zanfona y un San Jerónimo leyendo, pertenecen a El Prado. Pero el efecto del conjunto es tan poderoso que produce una exaltación feliz con algo de mareo, un lento empaparse de un repertorio de imágenes que se vuelven más intensas a medida que se van haciendo más limitadas en su variedad. En el primer cuadro que encuentra el espectador hay un estallido de violencia y crueldad, de expresiones humanas, de objetos y texturas: dos músicos ambulantes forcejean, uno de ellos sosteniendo una navaja, el otro echándole un chorro de limón en los ojos, sin duda para desenmascarar una falsa ceguera de pícaro. Las expresiones permanecen congeladas en el pavor, la ira o la burla. Una luz sin inflexiones muestra los pormenores más mezquinos de lo real. Parece que escuchamos una carcajada cruel de novela picaresca.

El estilo de La Tour va cambiando, quizás no solo por la evolución interna, sino también por la diferencia entre clientes y encargos. Pero el recorrido tan preciso de la exposición permite advertir lo mismo las modificaciones que las recurrencias de lo que ya estaba en el principio: el ensimismamiento de las figuras y los lazos siempre indirectos que se establecen entre ellas; las variaciones menores pero significativas a partir de modelos establecidos; la relevancia de los gestos de las manos, sean manos ásperas de trabajadores, músicos callejeros o mendigos, o manos muy cuidadas de personas de rango; la atención al pormenor y al mismo tiempo que la economía máxima en los objetos, los rasgos físicos, los colores.

Raro pintor católico, La Tour depura al máximo la iconogafía religiosa, o la modifica con detalles sutiles que no están en ningún otro pintor. En una época en la que el método científico estaba empezando a discernir los procesos de la percepción visual, sobre todo en Holanda, la luz de las velas de Georges de La Tour es un estudio empírico y un símbolo sagrado. Cuanto más atentamente se mira más cosas se van viendo en esa penumbra.

Georges de La Tour. 1593-1652. Museo del Prado, del 23 de febrero al 12 de junio.

martes, 23 de febrero de 2016

BATMAN ¿Que le sucedió al cruzado enmascarado?





Guión: Neil Gaiman Dibujo: Andy Kubert

Traducción: David Hernando
Publicación de Planeta DeAgostini, Barcelona, diciembre 2009.

¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?
Introducción (o carta de amor)

Quiero a Batman. Hay otros personajes que me gustan. Quizá hay otros que me gustan más.Y hay algunos que he creado yo mismo y les quiero como si fueran mis hijos. Pero quise (y todavía quiero) a Batman sin duda alguna, con un amor inmutable, como uno quiere a un padre. Fue el primero. Siempre ha estado ahí.

Es que le quiero desde la primera vez que escuché su nombre. Mi padre me dijo que había una serie de televisión en Estados Unidos en la que un hombre se disfrazaba de murciélago para luchar contra el crimen. Tenía cinco años y los únicos bates que conocía eran los que se usaban para golpear bolas de cricket*. Aun así, me sentí atraído e interesado por él de forma casi ridícula. La serie de televisión llegó al Reino Unido poco después y, sinceramente, verla me hacía sufrir por él. Al final de cada primer batcapítulo, él quedaba atrapado en una trampa mortal y yo me quedaba en suspense durante una semana, preocupándome por él. Si me perdía la segunda parte, le preguntaba a algún amigo que lo hubiera visto para que me explicara cómo se había escapado ("Usó el batsilbato para pájaros que llevaba en su cinturón utilitario para que los pájaros petaran los globos a los que estaba atado y así bajar a salvo...").

Batman me enganchó a los cómics. Le pedía a mi padre que me comprara la revista Smash!, donde se reeditaban las tiras de prensa norteamericanas que me sirvieron como puerta de entrada a los cómics americanos, cómics que no tardé mucho en encontrar dentro de unas cajas, en algunas tiendas locales. Eran genuinos: sueños a cuatro colores hechos realidad.

Los cómics me gustaban mucho más que la serie de televisión. Leía otros cómics y me gustaban otros personajes, pero Batman era el mejor. Simplemente lo era. Era Batman.

Y lo mejor de Batman es que siguió a mi lado mientras crecía. Ahí estuvieron los cómics de Neal Adams cuando tenía 12 años, que transformaron al Batman con el que crecí en alguien mucho más solitario, una criatura de las sombras que me acompañó durante mi juventud. Luego llegó Frank Miller con El regreso del Caballero Oscuro, cuando tenía 25 años, y se convirtió en mi primer ensayo académico.Todo a mi alrededor era Batman... todo era maravilloso.

Así que, por encima de los resoplidos de Dave McKean, colé a Batman en el primer cómic de DC que escribí: Orquídea Negra. Aparecía como una figura entre las sombras que hablaba con rotulación blanca sobre fondo negro (algo que me gustó tanto que lo robé para Sandman, lo que causó innumerables dolores de cabeza durante años a Todd Klein y el departamento de producción de DC Cómics). Después escribí una historia de Hiedra Venenosa para Secret Origins.Y cuando me encargué de un Secret Origins Special, lo enmarqué en Gotham y conté una historia del Acertijo donde se resumía todo lo que opinaba sobre la pérdida de un tipo de historia. Incluso escribí un relato corto para Batman: Black & White, con Batman y el Joker corno si estuvieran en un descanso del rodaje de un corto de Warner. Estaban descansando entre escena y escena de un cómic antes de salir a actuar de nuevo.También colé un breve carneo de Batman en El velatorio, el último arco argumental de Sandman, para recordarle a la gente que sí, que esto todavía era parte de aquello.

Aquellas fueron historias sobre Batman a pesar de todo: él estaba ahí, pero solo se le veía desde fuera. Su efecto en el mundo era más importante que su presencia en la historia.

También hubo otra historia de Batman, una que no ocurrió: propuse una historia hacia 1989 titulada (si no me falla la memoria) Noches en el arco. Hasta me pagaron un adelanto de 900 dólares por ella. Pero por una razón u otra, nunca ocurrió. El principal motivo fue que el dibujante asignado firmó un contrato en exclusiva con otra editorial justo entonces. Creo que habría sido una buena historia de Batman, con tres visitas nocturnas a lo largo de la vida de Bruce Wayne, a un circo realmente extraño. Pero nunca la escribí.

Y la vida fue pasando, hasta que llegó un día en que ya no escribía cómics. No tenía tiempo y tampoco el más mínimo interés. Cuando alguien me preguntaba, yo respondía que haría falta algo muy especial para que le dedicara el poco tiempo que tenía a escribirlo. Sobre todo si era algo que no fuera creación mía...

Entonces sonó el telefono y Dan DiDio me preguntó si me gustaría escribir una historia de Batman.

Le pregunté si eso significaba que iban a sacar partido de los 900 dólares que me pagaron y querían que escribiera mi historia de Noches en el circo. Me respondió que no, que quería una historia en dos partes sobre lo que quisiera escribir, pero teniendo en cuenta que serían los dos últimos capítulos de Batman y Detective Cómics.

"Es parecido a ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?", me dijo. Aquella fue una historia en dos partes escrita por Alan Moore que significó el último número de Superman (la numeración original) y Action Cómics, la historia que marcó el final de la Edad de Plata de Superman, el final de los años de Mort Weisinger y Julius Schwartz. El final de una era. Fue la mejor despedida de Superman que uno podría haber imaginado. Un tributo maravilloso al personaje que estaba a punto de ser reinventado y reimaginado, así como sus series renumeradas.

No recuerdo pensármelo. Solo dije que sí.

Sinceramente, ¿qué habríais dicho vosotros? Creo que le dije a Dan que no tenía tiempo y no creía que pudiera cumplir con la entrega, pero que aceptaba. Hasta el día que murió, Julie Schwartz contó la historia de cómo tuvo que retener a Alan Moore con sus propias manos y no le dejó ir hasta que este no accedió a escribir ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?. Da igual que Alan dijera que esto no pasó así y que solo le dijo que sí cuando Julie le preguntó. Era la historia de Julie y era buena. Seguramente, en la versión de Dan los secuestré, amordacé y encadené a una silla en un sótano a él y al editor, Michael Marts, para a continuación- entrar yo mismo con un par de sicarios y decirles: "Escuchadme bien. La última historia de Batman. Como se le ocurra escribirla a cualquier otro, mis amigos aquí presentes Zurdo y Nudillos os enseñarán una lección, ¡de acuerdo;". Que sugiera esto es muy amable por mi parte, porque así Dan DiDio ya sabe qué contar y ni siquiera tiene que imitar un acento británico. Podría haber ocurrido así. Nunca lo sabréis.
Pensé en el ¿Qué que sucedió al hombre del mañana? de Alan Moore. No iba a ser lo mismo y ni siquiera iba a intentar que lo fuera. Aquello fue la celebración del fin de una era, el canto del cisne de los mejores dibujantes de Superman. Era un final optimista. Te dejaba con una sonrisa.

Ha sobrevivido a muchas eras distintas y, seguramente, sobrevivirá a muchas más. Si tenía que contar la última historia de Batman, tenía que ser algo que sobreviviera a su muerte o desaparición actual, algo que siga considerándose la última historia de Batman tanto dentro de 20 años como de 100.


Porque si hay una cosa cierta es que Batman es un superviviente. Seguirá por aquí mucho después de que todos nosotros nos hayamos ido. ¡Qué sería más apropiado, entonces, que una historia sobre su muerte?

Me sentí deleitado y emocionado cuando el editor, Nike Marts, me dijo que Andy Kubert sería el dibujante. Creo que no hay nada que le pidiera a Andy que no haya

Batman: El fin, pero desde el primer momento la gente de DC Comics la llamó ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?, y al final se quedó así.

conseguido dibujar, y eso que le pedí cosas realmente extrañas. Donde otros dibujantes habrían plagiado directamente, Andy hizo algo mucho más curioso e interesante. Como me explicó: "No intenté dibujar como ellos, Intenté dibujar como si los autores a los que queríamos homenajear intentaran dibujar como yo". Así, vemos a Bob Kane, Dick Sprang, Brian Bolland y todos los demás dibujantes que han dejadosu impronta en Batman, mezclando estilos muy diferentes aunque  todos a través del filtro Andy Kubert.Yo mismo intenté escribir según qué fragmentos como si fuera Bill Finger, Gardner Fox. Dermis O'Neil, Steve Engiehart, Bob Haney, Frank Miller y Alan Grant, así como muchos otros escritores que se han atrevido a enfrentarse a la página en blanco para crear retos interesantes para el Caballero Oscuro, pero me temo que no lo conseguí.

Tuve suerte de contar con Andy y él tuvo suerte de contar con Scott Williams, un autor excelente y el mejor de los entintadores.Siempre conseguía transformar las páginas a lápiz de Andy en arte. Escribí algunas cosas solo para ver cómo las dibujarían. Les pedía lo imposible porque sabía que lo conseguirían.

Por otro lado, Alex Sinclair coloreó con rapidez y aplomo mientras conseguía mi primera portada de Alex Ross.

En mi cabeza, la historia siempre se habia titulado Batman: El fin, pero desde el primer momento la gente de DC Comics la llamó ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?, y al final se quedó así.

Debido a los extraños tiempos de producción, estoy escribiendo esto antes de ver el primer capítulo impreso, así que no tengo ni idea de si la gente lo amará o lo odiará.Y, sinceramente, me da igual.

Después de todo, es mi última historia de Batman. Si Batman tuviera que terminar, supongo que terminaría así.

Y ahora un pequeño agradecimiento: a Batman y a  todos los guionistas, dibujantes, entintadores, coloristas,  rotulistas y editores que lo han traído hasta nosotros desde hace tantos años.
NEIL GAIMAN

*significa "murciélago" y "bate".










MI PRINCIPIO... Y MI PROBABLE FIN

¿Quién es Batman para ti? Durante el velatorio, ¿a qué versión del Hombre Murciélago le has dedicado tus plegarias y recuerdos de infancia? ¿Qué Batman te venía a la cabeza cuando observabas el cuerpo inerte del héroe dentro del ataúd? ¿El superhéroe? ¿El detective? ¿El asesino? ¿El astronauta? ¿El que vive en una especie de bola de nieve encerrada en su propia fantasía junto a hombres pingüino mutantes y mujeres gato desafiantes? ¿El que está encerrado en un mundo de luces de neón? ¿El que reside en una ciudad muy parecida a cualquiera de hoy día en la que su primer amor se llama Rachel Dawes? ¿O era Julie Madison? ¿Silver St. Cloud, quizá? Para cada lector hay un Batman diferente. Cada uno de ellos empezó a leerlo en un período distinto de los muchos que ha vivido en sus más de siete décadas de existencia. Para algunos, Batman nació con Norm Breyfogle a finales de los años 80. Para otros, lo hizo con Neal Adams una década antes o con Graham Nolan una década después. Para muchos, Batman todavía no ha nacido.

Caballero Oscuro. Cruzado Enmascarado. Dúo Dinámico. Hombre Murciélago. Cruzado de la Capa. Señor de la Noche. Cada década ha aportado un matiz distinto a la vida de Bruce Wayne, pero algo ha permanecido inmutable desde que se hizo oficial su origen: la muerte de Thomas y Martha Wayne es uno de los eventos más reconocibles e inamovibles dentro de la literatura de los siglos XX y XXI. Da igual en qué época conocieras al Hombre Murciélago: sabes que la muerte de sus padres le creó. Desde entonces se han añadido historias al período previo a su muerte, desde la del primer Batman que recorrió los pasillos de la mansión Wayne hasta la amistad del pequeño Bruce con un tal Tommy Elliot, pero da igual la cantidad de añadidos que tengan lugar. El resultado final sigue siendo el mismo: los padres de Bruce Wayne mueren en un callejón durante un atraco.Teniendo en cuenta ese principio, Batman siempre ha tenido muy claro su probable fin. No sabe qué enemigo de cuantos merodean por el Asilo Arkham se llevará el premio consigo, ya sea con un pez sonriente, un oportuno miedo a la victoria o un día de mala suerte al lanzar una moneda al aire. Al final quizá será, simplemente, un vulgar ladrón como el que destrozó su vida. Lo que sí sabe es que morirá portando el manto del murciélago, cumpliendo con su particular guerra contra el crimen.

Precisamente que el principio y el desenlace sean los únicos elementos indisolubles en la historia del personaje, mientras todo el nudo de su vida fluctúa entre decenas de versiones diferentes entre sí, es lo que ha permitido que Batman siga publicándose ininterrumpidamente desde mayo de 1939. Respaldado por el éxito mediático de las tiras de prensa, seriales cinematográficos, series de televisión, animación y películas de gran presupuesto, junto a miles de objetos de merchandising, Batman ha estado y está en este mundo desde antes de que estuviéramos todos nosotros.Y lo seguirá estando una vez nos vayamos. Es debido a todo este contexto que rodea al Caballero Oscuro que la obra que firman Neil Gaiman y Andy Kubert en este imprescindible volumen titulado ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado? no puede calificarse de otra manera que no sea de obra maestra dentro del universo particular del Hombre Murciélago. Ambos han creado una obra atemporal capaz de condensar todas las facetas y versiones que ha tenido el Hombre Murciélago a lo largo de todos estos años, capaz de contentar y satisfacer a todos los lectores, sin importar quién es Batman para cada uno de ellos.

 Cada página de este relato en el que vemos el funeral de Batman es un homenaje en toda regla a alguna de las siete décadas que ha vivido el personaje, ya sea a historias que ha vivido en general, a cómics en concreto o incluso a eventos que rodearon su nacimiento. De ahí que solo en la primera página puedan percibirse referencias al dibujante Jim Aparo, al otro gran creador del personaje que es Bill Finger o incluso a la película The BatWhispers, una de las influencias que llevaron a Bob Kane a plasmar sobre papel lo que finalmente conoceríamos como el Caballero Oscuro. En cuanto a las historias en sí, se referencian de manera bastante clara el nacimiento de Man-Bat u obras como Año uno, La broma asesina, Arkham Asylum o La caída del murciélago, entre otras. Dentro de las referencias genéricas, tenemos los vehículos con los que llegan al velatorio algunos villanos de Batman, en especial Catwoman y el Joker, cómo no sacados directamente de las historias de los años 50 y 60. Eso por no mencionar el diseño de los personajes en sí. El Joker llega recién salido de un dibujo de Jerry Robinson para luego, al estar sentado al lado de Harley Quinn, adoptar una forma más que similar a su versión animada de Bruce Timm y Paul Dini.Y en cuanto a versiones, no puede obviarse el hecho de que el cadáver de Batman cambia de forma casi a cada viñeta que pasa. De esa manera, se adapta a imagen y semejanza de cómo le reflejaron David Mazzucchelli, Frank Miller, Kelley Jones y Jim Lee, cuando está dentro del féretro, o bien Dick Sprang, Carmine Infantino o Brian Bolland, en las escenas en que la gente recuerda hazañas pasadas.

Es en esas escenas donde la historia de Gaiman se encumbra a lo más alto, aportando historias imaginarias que definen a la perfección la relación existente entre Batman y el narrador.Así pues.Alfred demuestra su fidelidad por su señor hasta el borde de la locura en esta imposible pero creíble versión del Joker y el teatro de lo absurdo en que se convierte la vida de Bruce Wayne, una vida en la que todo es mentira, pero mantener dicha fantasía es lo único que le mantiene cuerdo...     justamente un principio que precipita su final a manos del Acertijo. Por otro lado, el amor platónico que sienten  él y Catwoman es lo que le lleva a otro final, triste y con otras referencias literarias que el propio Batman apunta en la trama, pero muy acorde con la personalidad de Selina Kyle.Y si tratamos el tema del  amor, qué decir del sacrificio que ejerce por la ciudad que ama en la historia que
cuenta la Batgirl de los años 50, donde el Cruzado Enmascarado se suicida con tal de salvar Gotham de un destino funesto.Todos los relatos que cuentan cada uno de los asistentes al velatorio son muy distintos entre sí, pero en todos reconocemos a Batman. Pese a que cada uno tenga un Batman distinto en su memoria, los relatos nos evocan ineludiblemente al Batman que conocemos cada uno de nosotros, por muy diferentes que sean entre sí.

Entre los relatos de cada personaje, y como si de un coro que sirve de nexo de unión a la trama se tratase, sobresale la voz de Bruce Wayne que observa, atónito, su propio funeral acompañado de una extraña mujer que no revela su identidad en ningún momento. Es el último caso de otra de las facetas de Batman: la del mejor detective del mundo. Ha de descubrir el misterio en torno a su funeral. Una vez descubierto, enlaza con una de las muchas escenas añadidas a la infancia de Bruce (en esta ocasión, la de la lectura de El libro de las buenas noches) para repetir, una vez más, cual mantra, la vida y razón de ser del Caballero Oscuro. Da igual quién sea Batman en el fondo, porque Batman seguirá ahí, impartiendo su justicia, llegando a todo el mundo y a todas las personas que lo sientan cercano, transmitiéndoles los valores que él ha tratado de infundir a sus allegados.Así, cuando él no esté, su misión seguirá adelante. De ahí la despedida de las últimas páginas, un desenlace que muestra el fin... y su probable principio. Se cierra un círculo solo para que este vuelva a empezar. Batman  ha muerto.Y el resto es silencio.

David   Hernando
















lunes, 22 de febrero de 2016

LAS VIÑETAS MAS LOCAS DE UN JOVEN PUBLICISTA

LORENZO GÓMEZ, PRIMER PREMIO DE CÓMIC DEL CERTAMEN DEL INJUVE, ADMITE QUE ES DIFÍCIL VIVIR DE LOS DIBUJOS. EXPONE JUNTO A OTROS 19 CREADORES.




Dos de los dibujos que le han valido a Lorenzo Gómez el primer premio del Certamen de Cómic del Injuve.

Lorenzo Gómez, 29 años, trabaja en publicidad, pero ha sido su labor creativa como dibujante de historietas lo que le ha valido el primer premio del cuarto certamen de Cómic e Ilustración del Instituto de la Juventud (Injuve), cuya muestra llega ahora a Madrid. Porque vivir de las viñetas no es fácil. "Quizá el cómic está muy encerrado en sí mismo", piensa el ganador. "Como industria tiene demasiado complejo de inferioridad e ignora a una parcela de público muy importante, como son las mujeres. Quizá lo que toca es cambiar de estrategia e ir a buscar a los lectores". Lorenzo se inició en la historieta como casi todos: dibujando en el colegio, en su caso recreando series de televisión, hasta que a los 12 años se convirtió en consumidor compulsivo de cómics. Ahora los elabora y en ellos habla de historias cotidianas. "Intento que no sean muy autobiográficas porque mi vida es un poco muermo, me gustan los personajes enfrentados a conflictos morales, eso sí, nada de salvar el mundo". En cuanto a su estilo, "está aún por hacer", dice. "Gracias a Dios [sic], en los últimos dos años he encontrado una forma de dibujar y contar cosas en la que me siento cómodo, lo cual es un alivio, porque dedicarle 12 horas diarias a la maldita publicidad no te deja mucho tiempo para evolucionar". Claro, volvemos a lo mismo. La imposibilidad de vivir del cómic, como confirma Jesús Cuadrado, miembro del jurado que ha seleccionado a Lorenzo y otros 19 jóvenes para esta edición: "Con el devenir desgraciado que rodea a la profesión, y sobre todo en España, los historietistas se deslizan hacia diseño gráfico, publicidad, cartelismo...". Pero aún hay creadores e ilustradores —como la ganadora de esta última modalidad, Laura Ginés, de 26 años, que prepara su proyecto de fin de carrera en la escuela de diseño Massana, en Barcelona— con "afán de vértigo, asunción de neoestéticas, ausencia de plagios conscientes, interés por la narración, un punto de locura y una mirada consciente para sobrevivir en el medio". Son las características que Cuadrado ha visto en los seleccionados. ■ MARIO CANAL

Certamen Injuve de Cómic e Ilustración. Se inaugura el 13 de diciembre en la sala Amadís, de Madrid. José Ortega y Gasset. 71. Metro Ortega y Gasset. Teléfono: 913 63 77 72. www.mtas.es/injuve

Una anécdota-. Lorenzo Gómez copiaba de niño Los hombres de Harrelson.
Un dato: a la convocatoria se han presentado 200 dibujantes.
Estado del sector: Jesús Cuadrado, miembro del jurado, declara: "La sociedad desprecia el arte de la historieta".


El Pais de las Tentaciones, viernes 7 de diciembre de 2001


El vodevil de RANMA 1/2



Ranma 1/2 guión y dibujos: Rumiko Takahashi
edición española
traducción: Montserrat Samón
adaptación: Cristina Maciá
rotulación:Rosa Romeu
diseño cubierta: Pere Olivé y Carles González

edición de Planeta-DeAgostini. S.A., Barcelona, año 1994

De todos los manga japoneses que llegan hasta nosotros, los salidos de la fértil imaginación de Rumiko Tatkahashi son, sin duda, los más japoneses y, curiosamente, los que pueden llegar a un mayor número de lectores occidentales. Esta extraña paradoja viene dada por el hecho de que utiliza elementos de multitud de géneros (fantasía, ciencia-ficción, artes marciales) sólo como recurso y ambientación, resolviendo sus historias mediante la interacción de sus personajes, haciendo que las relaciones humanas sean el motor del relato. Naturalmente, no basta con eso, y el mayor mérito de esta autora superventas en su país radica en que lo hace de forma amena, divertida e ingeniosa, autora prolífica como pocas (incluso para la media del Japón), la inmensa mayoría de los trabajos de Takahashi se basa en la comedia de enredo, en el vodevil. Sus personajes actúan en contra de su voluntad, arrastrados o empujados por otros personajes a hacer cosas contra sus deseos, siempre a un ritmo frenético que impide pensar (tanto a los personajes como a los lectores) en una conclusión lógica a cada situación, con diálogos que se pisarían unos a otros si la historieta no fuera un medio leído.

En Lamu, una princesa alienígena viene a la Tierra y decide no destruir el planeta al enamorarse de un terrestre, prometiéndose a él contra su voluntad y contrariando tanto a los pretendientes de la princesa como a la novia del terrestre. En Maison Ikkoku, un estudiante se enamora de la patrona de su pensión, e inicia un largo noviazgo lleno de altibajos cuya principal dificultad será su propia inseguridad y sus complejos, además de la intromisión de los demás inquilinos de la pensión. En Ranma 1/2, un chico es víctima de una maldición convirtiéndose en chica cada vez que se moja con agua fría y recuperando su forma normal con el agua caliente, y se ve asediado por pretendientes de ambos sexos. Las tres obras han sido super éxitos en Japón y han convertido a su autora en una de las más populares del país, por no decir la más popular.

Ranma 1/2 es su obra más desmadrada, su vodevil más exagerado, la obra donde se acumulan todos sus años de oficio y puede considerarse una suma de sus trabajos anteriores, sin que por ello deje de ser novedosa y sorprendente. Definido por su autora como "comedia de artes marciales", utiliza un entorno normal como el de una escuela de Artes Marciales para introducir en él elementos mágicos y anormales que acaban siendo habituales. Si al principio Ranma es el único personaje "extraño" por haber caído en una charca mágica, luego aparecerán más personajes también caídos a otras charcas mágicas, con resultados distintos al suyo pero cada vez más ridículos, además, las artes marciales irán subiendo de nivel a cada episodio y lo que al principio era "de gimnasio", acabará convirtiéndose en exhibiciones a lo Dragon Ball, y los personajes serán capaces de derribar una casa de un puñetazo. Pero todo ello escalonado con pericia magistral, desmintiendo la casi improvisación con que deben hacerse los manga en Japón. Por supuesto, primando continuamente el enredo sentimental que es el sello de su obra.




En este libro, Takahashi empieza a presentar a los personajes de Ranma 1/2 y la situación que se prolongará a lo largo de miles de páginas, y puede verse con claridad en qué radica el talento de Takahashi y el porqué de su precisa forma de construir las historias. En vez de recrearse en los tiempos muertos, como la mayoría de su colegas, se recrea en los personajes, dejando que sean ellos los que muevan la acción. Con la excepción de Akane, prometida oficial de Ranma, todos los protagonistas son humanos y mezquinos, absurdos y anormales, ridículos y vergonzantes. No hay ninguno que no sea testarudo, egoísta, ruin y veleta. Si lo hay pasa a ser un personaje secundario o a convertirse en un recurso cómico, ya que la acción la mueven y la llevan los otros. Los que se desviven por hacerle la vida imposible al prójimo, yo sea por quererle y no admitir que no se es correspondido, como por obligarle a hacer algo contra su voluntad para poder beneficiarse ellos mismos. Jamás reconocerán que pueden estar equivocados y que los demás tengan sus propios deseos, ya que al hacerlo deberían renunciar a los propios.

La situación siempre es la misma, repitiéndose continuamente en todas las variantes posibles, y su buen funcionamiento radica en esa repetición, en la forma en que divierte o sorprende la reiteración de situaciones y actitudes. Ranma siempre se convertirá en chica cuando menos se espera; Ryoga nunca dejará de tener su nulo sentido de la orientación y siempre se perderá; Kuno seguirá desafiando a Ranma-hombre mientras pretende a Ranma-mujer y a Akane; Genma continuará siendo un gorrón dispuesto a vender a su hijo a cambio de una comida gratis... El lector lo sabe, y espera ser gratificado con una nueva variante de la misma situación, sorprenderse con otra excentricidad tan ridícula, o más, que la anterior, y divertirse con la nueva solución inesperada que brindará la autora.

De modo que cuanto más personajes y elementos se acumulan en una historia, más absurda y delirante se vuelve y, por tanto, mejor funciona y más divertida resulta. La situación en que viven los personajes se prolongará indefinidamente ya que su resolución acabaría con la serie, por lo que la situación siempre termina tal y como estaba al principio, para así poder volver a empezar de nuevo en la siguiente historia.

Todo esto contado con unos recursos mínimos y efectivos, prescindiendo de exhibicionismos, y basándose en el dibujo delicado y sutil de unos personajes muy enclavados en la tipología nipona. La exactitud del gesto, la adecuada expresión en el rostro son más importantes que una precisa reconstrucción ambiental del entorno en que se mueven los personajes, que pasa a ser casi esquemático, al ser una historia de personajes, priman más los primeros planos que los generales, dándose por supuesto una gran cantidad de elementos secundarios como la época en que se mueven los personajes, la ciudad en que viven o el país en que existen. Takahashi prescinde del preciosismo de algunos colegas suyos que basan su dibujo en la exactitud fotográfica y se concentran en crear una tipología variada de personajes, por mucho que a los occidentales nos parezca reiterativa.Y es que los autores japoneses trabajan para su mercado, sin pensar en el exterior, y Takahashi no es una excepción a esto. Su ambientación es mínima pero suficiente, ya que sus paisanos saben que la historio tiene lugar en una casa japonesa típica de una ciudad japonesa actual. El problema podemos tenerlo los occidentales al desconocer la forma en que visten en las ciudades, cuáles son sus costumbres y cómo distinguir a unos de otros, dado que todo elemento extraño nos parece igual a otro y necesitamos familiarizarnos con ellos para poder distinguirlos (como solía pasar con Al Pacino, Robert DeNiro y Dustin Hoffman, siempre confundidos pese a que su única similitud era el tipo de personajes antiheróicos que interpretaban). Lo cual nos lleva a la principal característica de la obra de Takahashi, comparada con las demás obras japonesas que pueden encontrarse en el mercado: su marcado carácter nipón.

Takahashi entra a saco en el folklore japonés, utilizando demonios y dioses cuando le conviene: emplea actitudes y comportamientos, como la enorme competitividad entre los personajes, que derivan de una educación tradicionalmente japonesa; utiliza ceremonias sociales como punto de partida para diversas situaciones y aventuras; usa diversos oficios y profesiones como elementos secundarios para representar la vida en un barrio además de para caracterizar personajes; y el lenguaje japonés es utilizado hasta la saciedad en dar nombres divertidos a cosas y hacer intraducibles juegos de palabras que pueden llegar a tener hasta cinco significados, afortunadamente para los occidentales, toda esta complicación cultural es secundaria a los personajes, y sirve para condimentar un guisado que de por sí es delicioso y satisface a todo tipo de paladares, desde el aficionado más indiscriminado al más elitista.
E1 humor es universal y, por tanto, Rumiko Takahashi lo es, con el mérito de seguir siéndolo hasta en sus trabajos menos humorísticos y más "serios", que los tiene.
Lorenzo Díaz
Madrid Abril 1994

sábado, 20 de febrero de 2016

Clásicos reeditados


'Crisis de identidad', miniserie que supuso la consagración en el medio de Brad Meltzer, es una compra imprescindible para amantes del género.

JAVIER FERNÁNDEZ 



CRISIS DE IDENTIDAD. Brad Meltzer, Rags Morales. ECC. 288 páginas. 28,50 euros.

Observando los cómics de superhéroes que aterrizan en librerías cada mes, resulta llamativo el creciente número de reediciones que se suman a las novedades propiamente dichas. En el caso del material de DC, que sirve en nuestro idioma la editorial ECC, el grueso de estas reediciones proviene de los últimos 30 años, con unas pocas excepciones datadas entre 1956 y 1985, y prácticamente nada anterior a estas fechas. Como admirador que soy de los cómics de la Edad de Oro, muy especialmente de la irrepetible producción de la propia DC, o sellos posteriormente agregados a su catálogo como Quality y Fawcett, confieso que lamento el criterio, pues nada me gustaría más que disfrutar de buenas traducciones de obras maestras como el Plastic Man de Cole, el Captain Marvel de Binder y Beck o la Wonder Woman original. Lamento el criterio, digo, pero lo comprendo. Claro está que ECC selecciona lo que considera vendible y rechaza lo que no. En el paradigma actual de nuestro mercado, dichos títulos muy probablemente acabarían en el cajón de los saldos. Pero no perdamos la esperanza, no hace tanto que los viejos clásicos de Marvel tampoco se vendían por estos lares y en cambio ahora inundan las librerías.

Centrándonos en lo que sí se está publicando, que es mucho y bueno, me gustaría recomendarles tres reediciones del universo DC, todas de cómics de este siglo XXI y anteriores a los cambios operados en Flashpoint. Comienzo por un nuevo volumen de la colección Grandes autores de Batman, en este caso dedicado al trabajo de Darwy Cooke. Batman: Ego recopila la novela gráfica de 2002 que da título al libro, junto con otros tebeos notables como Catwoman: Selina's Big Score, los números 23 y 33 de Batman: Gotham Knights y dos historietas cortas de la cabecera Solo. Esplendoroso en su doble faceta de escritor e ilustrador, Cooke se acompaña puntualmente aquí de artistas como Paul Grist, Bill Wray y Tim Sale, que no desmerecen para nada.

Hiketeia es el título de otra novela gráfica del año 2002 (reza la portada que de Batman y Wonder Woman, aunque la verdadera protagonista es la amazona), escrita por Greg Rucka y dibujada por J. G. Jones. Rucka es un nombre íntimamente ligado al de la princesa Diana, y aquí teje una absorbente ficción sobre un rito antiguo que obliga a la heroína a acoger bajo su protección a una extraña asesina, ante la mirada impasible de las mismísimas Erinias.


Por último, no hay mucho que decir de Crisis de identidad, salvo que es una compra imprescindible para todo amante del género. La miniserie que supuso la consagración en el medio del novelista Brad Meltzer allá por 2004 marcó época y abrió la veda de los grandes eventos de DC en este siglo. Con todo, es primeramente una historieta íntima y emocionante, con su trama de misterio en torno al sórdido asesinato de la esposa del Hombre Elástico y los terribles secretos desenterrados por este crimen. Los dibujos corren a cargo de Rags Morales, las portadas son de Michael Turner y la edición contiene un generoso apartado de material extra.


Malaga Hoy



Rey Sueño y el bardo


JAVIER FERNÁNDEZ



SANDMAN: SHAKESPEARE. Neil Gaiman, Charles Vess, Michael Zulli. ECC. 176 páginas. 17,95 euros.

Los amantes de la obra de Neil Gaiman están de enhorabuena. Acaba de ver la luz el sexto y último cuadernillo de Sandman Obertura, la esperadísima miniserie que ha supuesto el reencuentro entre el guionista y su creación más famosa, Morfeo, más conocido como Sandman. Con impactantes dibujos de J. H. Williams III, esta Obertura es un digno broche a una de las series más significativas del mainstream estadounidense de las últimas décadas, la que sirvió para elevar a Gaiman al panteón de los escritores más celebrados del medio.

Y hablando de escritores celebrados, ahora que se cumple el cuarto centenario del fallecimiento del mismísimo William Shakespeare, ECC nos ofrece el volumen Sandman: Shakespeare. A modo de homenaje al bardo de Strafford-upon-Avon, van aquí recopilados sus tres encuentros con el Rey del Sueño, ocurridos en los números 13, 19 y 75 de The Sandman. Siempre con guiones de Gaiman, el primero de ellos fue dibujado por Michael Zulli, y los otros dos, entre los que se incluye El sueño de una noche de verano, por Charles Vess. Para el que no los conozca, es una lectura absolutamente recomendable, el mejor ejemplo de la genialidad de Gaiman. Para el que ya los tenga en cualquiera de sus múltiples ediciones previas, la presente impresión, además de una excusa para releerlos, añade un nutrido apartado extra, 80 páginas sacadas de The Sandman Companion y de los dos primeros tomos de The Absolute Sandman. En pocas palabras, una auténtica delicia.


Como delicioso es también el álbum Corazón de arlequín, con el que cierro el apartado de recomendaciones de novedades de Gaiman. Esto último es otra reedición, la de la novela gráfica Harlequin Valentine, editada originalmente por Dark Horse en 2001, y protagonizada por versiones modernas de Arlequín y Colombina, dos personajes de la Commedia dell'arte. El tebeíto pintado por John Bolton (el tomo tiene apenas 40 páginas, incluyendo el material adicional) es un bello ejemplo de la poética de Gaiman y una muestra de su especial talento para el relato corto.

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Detectives y superhéroes

JAVIER FERNÁNDEZ



POINT BLANK. Ed Brubaker, Colin Wilson. ECC. 128 páginas. 12,50 euros.


De las franquicias alumbradas al comienzo de Image, probablemente la de WildC.A.T.s sea la que más satisfacciones ha dado a los lectores: James Robinson, Alan Moore, Travis Charest, Joe Casey, Sean Phillips y Dustin Nguyen, entre otros, se encargaron de aumentar exponencialmente el interés de los (más bien planos) conceptos creados por Jim Lee y Brandon Choi. Otro de los que jugueteó con ellos fue Ed Brubaker, quien dejó para el recuerdo la magnífica Sleeper, considerada con toda justicia una de las mejores obras del guionista. Poco antes, Brubaker y el dibujante Colin Wilson colaboraron en la miniserie Point Blank, con Grifter, John Lynch y Tao imbricados en una trama de espías, detectives y superhéroes que sentó las bases de Sleeper. ECC recopila ahora en un solo tomo los cinco números de esta maravilla editada originalmente por WildStorm en 2002.


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