Guión: Neil Gaiman Dibujo: Andy Kubert
Traducción: David Hernando
Publicación de Planeta DeAgostini, Barcelona, diciembre 2009.
¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?
Introducción (o carta de amor)
Quiero a Batman. Hay otros personajes que me gustan. Quizá hay otros que me gustan más.Y hay algunos que he creado yo mismo y les quiero como si fueran mis hijos. Pero quise (y todavía quiero) a Batman sin duda alguna, con un amor inmutable, como uno quiere a un padre. Fue el primero. Siempre ha estado ahí.
Es que le quiero desde la primera vez que escuché su nombre. Mi padre me dijo que había una serie de televisión en Estados Unidos en la que un hombre se disfrazaba de murciélago para luchar contra el crimen. Tenía cinco años y los únicos bates que conocía eran los que se usaban para golpear bolas de cricket*. Aun así, me sentí atraído e interesado por él de forma casi ridícula. La serie de televisión llegó al Reino Unido poco después y, sinceramente, verla me hacía sufrir por él. Al final de cada primer batcapítulo, él quedaba atrapado en una trampa mortal y yo me quedaba en suspense durante una semana, preocupándome por él. Si me perdía la segunda parte, le preguntaba a algún amigo que lo hubiera visto para que me explicara cómo se había escapado ("Usó el batsilbato para pájaros que llevaba en su cinturón utilitario para que los pájaros petaran los globos a los que estaba atado y así bajar a salvo...").
Batman me enganchó a los cómics. Le pedía a mi padre que me comprara la revista Smash!, donde se reeditaban las tiras de prensa norteamericanas que me sirvieron como puerta de entrada a los cómics americanos, cómics que no tardé mucho en encontrar dentro de unas cajas, en algunas tiendas locales. Eran genuinos: sueños a cuatro colores hechos realidad.
Los cómics me gustaban mucho más que la serie de televisión. Leía otros cómics y me gustaban otros personajes, pero Batman era el mejor. Simplemente lo era. Era Batman.
Y lo mejor de Batman es que siguió a mi lado mientras crecía. Ahí estuvieron los cómics de Neal Adams cuando tenía 12 años, que transformaron al Batman con el que crecí en alguien mucho más solitario, una criatura de las sombras que me acompañó durante mi juventud. Luego llegó Frank Miller con El regreso del Caballero Oscuro, cuando tenía 25 años, y se convirtió en mi primer ensayo académico.Todo a mi alrededor era Batman... todo era maravilloso.
Así que, por encima de los resoplidos de Dave McKean, colé a Batman en el primer cómic de DC que escribí: Orquídea Negra. Aparecía como una figura entre las sombras que hablaba con rotulación blanca sobre fondo negro (algo que me gustó tanto que lo robé para Sandman, lo que causó innumerables dolores de cabeza durante años a Todd Klein y el departamento de producción de DC Cómics). Después escribí una historia de Hiedra Venenosa para Secret Origins.Y cuando me encargué de un Secret Origins Special, lo enmarqué en Gotham y conté una historia del Acertijo donde se resumía todo lo que opinaba sobre la pérdida de un tipo de historia. Incluso escribí un relato corto para Batman: Black & White, con Batman y el Joker corno si estuvieran en un descanso del rodaje de un corto de Warner. Estaban descansando entre escena y escena de un cómic antes de salir a actuar de nuevo.También colé un breve carneo de Batman en El velatorio, el último arco argumental de Sandman, para recordarle a la gente que sí, que esto todavía era parte de aquello.
Aquellas fueron historias sobre Batman a pesar de todo: él estaba ahí, pero solo se le veía desde fuera. Su efecto en el mundo era más importante que su presencia en la historia.
También hubo otra historia de Batman, una que no ocurrió: propuse una historia hacia 1989 titulada (si no me falla la memoria) Noches en el arco. Hasta me pagaron un adelanto de 900 dólares por ella. Pero por una razón u otra, nunca ocurrió. El principal motivo fue que el dibujante asignado firmó un contrato en exclusiva con otra editorial justo entonces. Creo que habría sido una buena historia de Batman, con tres visitas nocturnas a lo largo de la vida de Bruce Wayne, a un circo realmente extraño. Pero nunca la escribí.
Y la vida fue pasando, hasta que llegó un día en que ya no escribía cómics. No tenía tiempo y tampoco el más mínimo interés. Cuando alguien me preguntaba, yo respondía que haría falta algo muy especial para que le dedicara el poco tiempo que tenía a escribirlo. Sobre todo si era algo que no fuera creación mía...
Entonces sonó el telefono y Dan DiDio me preguntó si me gustaría escribir una historia de Batman.
Le pregunté si eso significaba que iban a sacar partido de los 900 dólares que me pagaron y querían que escribiera mi historia de Noches en el circo. Me respondió que no, que quería una historia en dos partes sobre lo que quisiera escribir, pero teniendo en cuenta que serían los dos últimos capítulos de Batman y Detective Cómics.
"Es parecido a ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?", me dijo. Aquella fue una historia en dos partes escrita por Alan Moore que significó el último número de Superman (la numeración original) y Action Cómics, la historia que marcó el final de la Edad de Plata de Superman, el final de los años de Mort Weisinger y Julius Schwartz. El final de una era. Fue la mejor despedida de Superman que uno podría haber imaginado. Un tributo maravilloso al personaje que estaba a punto de ser reinventado y reimaginado, así como sus series renumeradas.
No recuerdo pensármelo. Solo dije que sí.
Sinceramente, ¿qué habríais dicho vosotros? Creo que le dije a Dan que no tenía tiempo y no creía que pudiera cumplir con la entrega, pero que aceptaba. Hasta el día que murió, Julie Schwartz contó la historia de cómo tuvo que retener a Alan Moore con sus propias manos y no le dejó ir hasta que este no accedió a escribir ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?. Da igual que Alan dijera que esto no pasó así y que solo le dijo que sí cuando Julie le preguntó. Era la historia de Julie y era buena. Seguramente, en la versión de Dan los secuestré, amordacé y encadené a una silla en un sótano a él y al editor, Michael Marts, para a continuación- entrar yo mismo con un par de sicarios y decirles: "Escuchadme bien. La última historia de Batman. Como se le ocurra escribirla a cualquier otro, mis amigos aquí presentes Zurdo y Nudillos os enseñarán una lección, ¡de acuerdo;". Que sugiera esto es muy amable por mi parte, porque así Dan DiDio ya sabe qué contar y ni siquiera tiene que imitar un acento británico. Podría haber ocurrido así. Nunca lo sabréis.
Pensé en el ¿Qué que sucedió al hombre del mañana? de Alan Moore. No iba a ser lo mismo y ni siquiera iba a intentar que lo fuera. Aquello fue la celebración del fin de una era, el canto del cisne de los mejores dibujantes de Superman. Era un final optimista. Te dejaba con una sonrisa.
Ha sobrevivido a muchas eras distintas y, seguramente, sobrevivirá a muchas más. Si tenía que contar la última historia de Batman, tenía que ser algo que sobreviviera a su muerte o desaparición actual, algo que siga considerándose la última historia de Batman tanto dentro de 20 años como de 100.
Porque si hay una cosa cierta es que Batman es un superviviente. Seguirá por aquí mucho después de que todos nosotros nos hayamos ido. ¡Qué sería más apropiado, entonces, que una historia sobre su muerte?
Me sentí deleitado y emocionado cuando el editor, Nike Marts, me dijo que Andy Kubert sería el dibujante. Creo que no hay nada que le pidiera a Andy que no haya
Batman: El fin, pero desde el primer momento la gente de DC Comics la llamó ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?, y al final se quedó así.
conseguido dibujar, y eso que le pedí cosas realmente extrañas. Donde otros dibujantes habrían plagiado directamente, Andy hizo algo mucho más curioso e interesante. Como me explicó: "No intenté dibujar como ellos, Intenté dibujar como si los autores a los que queríamos homenajear intentaran dibujar como yo". Así, vemos a Bob Kane, Dick Sprang, Brian Bolland y todos los demás dibujantes que han dejadosu impronta en Batman, mezclando estilos muy diferentes aunque todos a través del filtro Andy Kubert.Yo mismo intenté escribir según qué fragmentos como si fuera Bill Finger, Gardner Fox. Dermis O'Neil, Steve Engiehart, Bob Haney, Frank Miller y Alan Grant, así como muchos otros escritores que se han atrevido a enfrentarse a la página en blanco para crear retos interesantes para el Caballero Oscuro, pero me temo que no lo conseguí.
Tuve suerte de contar con Andy y él tuvo suerte de contar con Scott Williams, un autor excelente y el mejor de los entintadores.Siempre conseguía transformar las páginas a lápiz de Andy en arte. Escribí algunas cosas solo para ver cómo las dibujarían. Les pedía lo imposible porque sabía que lo conseguirían.
Por otro lado, Alex Sinclair coloreó con rapidez y aplomo mientras conseguía mi primera portada de Alex Ross.
En mi cabeza, la historia siempre se habia titulado Batman: El fin, pero desde el primer momento la gente de DC Comics la llamó ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?, y al final se quedó así.
Debido a los extraños tiempos de producción, estoy escribiendo esto antes de ver el primer capítulo impreso, así que no tengo ni idea de si la gente lo amará o lo odiará.Y, sinceramente, me da igual.
Después de todo, es mi última historia de Batman. Si Batman tuviera que terminar, supongo que terminaría así.
Y ahora un pequeño agradecimiento: a Batman y a todos los guionistas, dibujantes, entintadores, coloristas, rotulistas y editores que lo han traído hasta nosotros desde hace tantos años.
NEIL GAIMAN
*significa "murciélago" y "bate".
MI PRINCIPIO... Y MI PROBABLE FIN
¿Quién es Batman para ti? Durante el velatorio, ¿a qué versión del Hombre Murciélago le has dedicado tus plegarias y recuerdos de infancia? ¿Qué Batman te venía a la cabeza cuando observabas el cuerpo inerte del héroe dentro del ataúd? ¿El superhéroe? ¿El detective? ¿El asesino? ¿El astronauta? ¿El que vive en una especie de bola de nieve encerrada en su propia fantasía junto a hombres pingüino mutantes y mujeres gato desafiantes? ¿El que está encerrado en un mundo de luces de neón? ¿El que reside en una ciudad muy parecida a cualquiera de hoy día en la que su primer amor se llama Rachel Dawes? ¿O era Julie Madison? ¿Silver St. Cloud, quizá? Para cada lector hay un Batman diferente. Cada uno de ellos empezó a leerlo en un período distinto de los muchos que ha vivido en sus más de siete décadas de existencia. Para algunos, Batman nació con Norm Breyfogle a finales de los años 80. Para otros, lo hizo con Neal Adams una década antes o con Graham Nolan una década después. Para muchos, Batman todavía no ha nacido.
Caballero Oscuro. Cruzado Enmascarado. Dúo Dinámico. Hombre Murciélago. Cruzado de la Capa. Señor de la Noche. Cada década ha aportado un matiz distinto a la vida de Bruce Wayne, pero algo ha permanecido inmutable desde que se hizo oficial su origen: la muerte de Thomas y Martha Wayne es uno de los eventos más reconocibles e inamovibles dentro de la literatura de los siglos XX y XXI. Da igual en qué época conocieras al Hombre Murciélago: sabes que la muerte de sus padres le creó. Desde entonces se han añadido historias al período previo a su muerte, desde la del primer Batman que recorrió los pasillos de la mansión Wayne hasta la amistad del pequeño Bruce con un tal Tommy Elliot, pero da igual la cantidad de añadidos que tengan lugar. El resultado final sigue siendo el mismo: los padres de Bruce Wayne mueren en un callejón durante un atraco.Teniendo en cuenta ese principio, Batman siempre ha tenido muy claro su probable fin. No sabe qué enemigo de cuantos merodean por el Asilo Arkham se llevará el premio consigo, ya sea con un pez sonriente, un oportuno miedo a la victoria o un día de mala suerte al lanzar una moneda al aire. Al final quizá será, simplemente, un vulgar ladrón como el que destrozó su vida. Lo que sí sabe es que morirá portando el manto del murciélago, cumpliendo con su particular guerra contra el crimen.
Precisamente que el principio y el desenlace sean los únicos elementos indisolubles en la historia del personaje, mientras todo el nudo de su vida fluctúa entre decenas de versiones diferentes entre sí, es lo que ha permitido que Batman siga publicándose ininterrumpidamente desde mayo de 1939. Respaldado por el éxito mediático de las tiras de prensa, seriales cinematográficos, series de televisión, animación y películas de gran presupuesto, junto a miles de objetos de merchandising, Batman ha estado y está en este mundo desde antes de que estuviéramos todos nosotros.Y lo seguirá estando una vez nos vayamos. Es debido a todo este contexto que rodea al Caballero Oscuro que la obra que firman Neil Gaiman y Andy Kubert en este imprescindible volumen titulado ¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado? no puede calificarse de otra manera que no sea de obra maestra dentro del universo particular del Hombre Murciélago. Ambos han creado una obra atemporal capaz de condensar todas las facetas y versiones que ha tenido el Hombre Murciélago a lo largo de todos estos años, capaz de contentar y satisfacer a todos los lectores, sin importar quién es Batman para cada uno de ellos.
Cada página de este relato en el que vemos el funeral de Batman es un homenaje en toda regla a alguna de las siete décadas que ha vivido el personaje, ya sea a historias que ha vivido en general, a cómics en concreto o incluso a eventos que rodearon su nacimiento. De ahí que solo en la primera página puedan percibirse referencias al dibujante Jim Aparo, al otro gran creador del personaje que es Bill Finger o incluso a la película The BatWhispers, una de las influencias que llevaron a Bob Kane a plasmar sobre papel lo que finalmente conoceríamos como el Caballero Oscuro. En cuanto a las historias en sí, se referencian de manera bastante clara el nacimiento de Man-Bat u obras como Año uno, La broma asesina, Arkham Asylum o La caída del murciélago, entre otras. Dentro de las referencias genéricas, tenemos los vehículos con los que llegan al velatorio algunos villanos de Batman, en especial Catwoman y el Joker, cómo no sacados directamente de las historias de los años 50 y 60. Eso por no mencionar el diseño de los personajes en sí. El Joker llega recién salido de un dibujo de Jerry Robinson para luego, al estar sentado al lado de Harley Quinn, adoptar una forma más que similar a su versión animada de Bruce Timm y Paul Dini.Y en cuanto a versiones, no puede obviarse el hecho de que el cadáver de Batman cambia de forma casi a cada viñeta que pasa. De esa manera, se adapta a imagen y semejanza de cómo le reflejaron David Mazzucchelli, Frank Miller, Kelley Jones y Jim Lee, cuando está dentro del féretro, o bien Dick Sprang, Carmine Infantino o Brian Bolland, en las escenas en que la gente recuerda hazañas pasadas.
Es en esas escenas donde la historia de Gaiman se encumbra a lo más alto, aportando historias imaginarias que definen a la perfección la relación existente entre Batman y el narrador.Así pues.Alfred demuestra su fidelidad por su señor hasta el borde de la locura en esta imposible pero creíble versión del Joker y el teatro de lo absurdo en que se convierte la vida de Bruce Wayne, una vida en la que todo es mentira, pero mantener dicha fantasía es lo único que le mantiene cuerdo... justamente un principio que precipita su final a manos del Acertijo. Por otro lado, el amor platónico que sienten él y Catwoman es lo que le lleva a otro final, triste y con otras referencias literarias que el propio Batman apunta en la trama, pero muy acorde con la personalidad de Selina Kyle.Y si tratamos el tema del amor, qué decir del sacrificio que ejerce por la ciudad que ama en la historia que
cuenta la Batgirl de los años 50, donde el Cruzado Enmascarado se suicida con tal de salvar Gotham de un destino funesto.Todos los relatos que cuentan cada uno de los asistentes al velatorio son muy distintos entre sí, pero en todos reconocemos a Batman. Pese a que cada uno tenga un Batman distinto en su memoria, los relatos nos evocan ineludiblemente al Batman que conocemos cada uno de nosotros, por muy diferentes que sean entre sí.
Entre los relatos de cada personaje, y como si de un coro que sirve de nexo de unión a la trama se tratase, sobresale la voz de Bruce Wayne que observa, atónito, su propio funeral acompañado de una extraña mujer que no revela su identidad en ningún momento. Es el último caso de otra de las facetas de Batman: la del mejor detective del mundo. Ha de descubrir el misterio en torno a su funeral. Una vez descubierto, enlaza con una de las muchas escenas añadidas a la infancia de Bruce (en esta ocasión, la de la lectura de El libro de las buenas noches) para repetir, una vez más, cual mantra, la vida y razón de ser del Caballero Oscuro. Da igual quién sea Batman en el fondo, porque Batman seguirá ahí, impartiendo su justicia, llegando a todo el mundo y a todas las personas que lo sientan cercano, transmitiéndoles los valores que él ha tratado de infundir a sus allegados.Así, cuando él no esté, su misión seguirá adelante. De ahí la despedida de las últimas páginas, un desenlace que muestra el fin... y su probable principio. Se cierra un círculo solo para que este vuelva a empezar. Batman ha muerto.Y el resto es silencio.
David Hernando
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