sábado, 20 de diciembre de 2025

OROPEL PRODUCCIONES PELIGROSAS PLANETA-DE AGOSTINI


Cuando todos los "creadores jóvenes y nuevos" parecen empeñados en plagiar, perdón, en inspirarse en GEN13 y Akira Toriyama, o, mucho peor, en reinvertir las lecturas de la época Toutain en envoltorios a lo Image, el que un grupo animoso como estos  Producciones Peligrosas de OROPEL prefiera aspirar a un hipotético híbrido de Dostoievski y José Muñoz ya puntúa alto sólo por las intenciones y las ganas de romper la monotonía.

Con este planteamiento, OROPEL puede parecer pretencioso. Sin duda, y desde luego que la pretenciosidad es un pecado, pero al menos es un pecado original en las circunstancias actuales y un pecado distinto de los pecados que tan obstinadamente repiten sus compañeros de generación. Podríamos decir, incluso, que es un pecado que enriquece el panorama del comic nacional.

Algunas de las maniobras que se ensayan en OROPEL resultan fallidas, no cabe duda. Pero los pilotos de líneas comerciales tienen hoy trabajo gracias a los pilotos de pruebas que se abrieron la cabeza mil veces en vuelos experimentales. Y, en todo caso, es mucho más fácil ser indulgente con el que se tropieza recorriendo territorio desconocido que con el que se limita a mantenerse en pie sobre la acera que todos hemos recorrido mil veces.

Tampoco es que OROPEL sea un vuelo experimental, no nos engañemos. Pero reúne cuatro condimentos tan raros de ver en viñetas, sobre todo por estos pagos, que parece como si estuvieran investigando algo muy gordo. Entre las cosas que diferencian a OROPEL del resto, dos muy importantes: la primera, que se atreven a poner la forma, la estructura, en primer plano, a la misma altura que la anécdota narrada, sin olvidarse por esto del relato, es decir, se preocupan mucho de contar algo y de cómo contarlo, lo cual parece básico, ¿verdad?, pero juro que es singular; la segunda, que hacen una Historieta que no es de género... tendré que repetirlo: no es de género. Un concepto escalofriante, cierto. Ni de superhéroes, ni de crimen, ni de terror, ni de porno, ni de humor, ni de ninguna "inteligente y posmoderna" revisión irónica de estos géneros entrecruzados. Aún más: no es de género y tampoco es de Miguelanxo Prado. Como debe ser, pues los autores que huyen de los géneros se identifican por lo distintos que son entre sí. Para su puesta de largo ante la sociedad historietística española, Producciones Peligrosas ha elegido una serie de personajes estereotipados a partir de esencias literarias (altas y bajas, de novelistas importantes y de novelistas veinteañeros contemporáneos), instalados en un ambiente urbano convenientemente posmoderno, debatiéndose en la cascada vital desencadenada por un par de decisiones juveniles y temerarias de alguno de ellos. Todo desarrollándose dentro de dos unidades de tiempo limitadas, todo con las historias y las idas y venidas de los unos y los otros entrecruzándose en un oleaje que hay que negociar con aplicación y cautela.

Junto a estos dos rasgos llamativos, las preocupaciones formales y la liberación de los géneros, otros detalles se pueden apuntar: el manejo de influencias que escapan a las consabidas (todo el mundo tiene que estar influido por alguien, eso es ley de vida, pero al menos que no sean siempre los mismos), o un admirable oído para los diálogos. Creíbles, fluidos, naturales y a la vez con la gravedad justa para resultar sinceros. En el primer número, la escena en que Mr. Gerstl intenta retener a su hija es conmovedora por lo veridica (¿Ves, Sara? Mi hija, mi propia hija se avergüenza de mí..."). En el cuarto número, "La extraordinaria, única y verdadera historia de Carol y Gerard" ofrece viñetas brillantes, aunque el experimento compositivo que se prueba empieza provocando un feliz efecto inquietante y acaba alargándose demasiado y restando significado a la secuencia.

Pero eso es, un poco, lo que define a OROPEL, el afán por no apolillarse, aun a riesgo de darse el batacazo. El dibujo se muestra endeble, en formación, con mucho camino por recorrer, pero sin duda dotado de condiciones para cubrir distancias amplias. El guión a veces sufre por sus excesivas ambiciones, que hacen que en ocasiones pierda matices que habrían enriquecido la historia (en sólo cuatro números, chicos, podíais haberos concentrado más en pulir los detalles que en agrandar el lienzo) y resulta irregular (mejor "La noche" -los dos primeros números- que "El dia"-los dos últimos-). Pero con todos sus defectillos, que en justicia sólo pueden andar resaltándose si se tienen muchas ganas de ser picajoso o los instintos de lector completamente adocenados, OROPEL despliega monstruosas cantidades de talento y clarividencia. Teniendo en cuenta que buena parte de Producciones Peligrosas (grupo compuesto, dicho sea de paso, por Marcos Prior, Artur Díaz, Nacho Antolín, Marcos Morán y Jordi Borrás, nada menos) apenas contaba veinte o veintiún años cuando compusieron OROPEL, la verdad es que no puedo estar más impaciente por leer el próximo fruto de su trabajo.

Trajano Bermúdez


U, el hijo de Urich #1 Noviembre de 1996


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