lunes, 7 de julio de 2025

Amores perros

En el momento en el que Cédric y Ubac cruzaron sus miradas, la vida cambió para ellos





José Luis Vidal

06 de julio 2025 


Me gustan los perros. Mi familia y yo hemos compartido un buen puñado de años con nuestra querida Lila.

Sin darte cuenta, la presencia de este animal en tu vida la transforma completamente, y se convierte en tu acompañante en todo momento, al que debes educar en los primeros días, enseñarle a pasear junto a ti, sin que se aleje demasiado, cuidar su alimentación… En fin, compartir con él o ella todos esos momentos que van a quedar irremediablemente guardados en tus recuerdos, ya que, por desgracia, el reloj interior de los canes no corre a la misma velocidad que el nuestro, y para ellos las hojas del calendario pasan a una velocidad mucho más rápida que las de sus acompañantes humanos.

Cargar con la pérdida de tu perro es una herida que siempre va a permanecer ahí, en lo más profundo. Con el tiempo, dicen que todo se cura. Pero la memoria es traicionera, y te cogerá con las defensas bajas. Un olor, un objeto mordisqueado, un parque… Todo te traerá de regreso esa presencia que ya no camina junto a ti, mirándote de vez en cuando, esperando tu aprobación con una caricia o una palabra de ánimo.

Es por todo esto, y mucho más, que la lectura del nuevo cómic de José Luis Munuera, que lleva a las viñetas, adapta, el exitoso libro escrito por el francés Cédric Sapin-Defour me ha emocionado especialmente, y os confieso que alguna que otra lágrima ha surgido a lo largo de su lectura.

Munuera, conquense de nacimiento y granadino de adopción, con el que tuve el placer de compartir unas horas de buena charla hace poco, tiene dos vertientes en su producción artística en los últimos años.

Como ya todos deberíamos saber, él fue un auténtico pionero y dio el salto al mercado franco-belga hace ya muchos años, labrándose una extraordinaria carrera gracias a la alta calidad de sus páginas, y una producción que le lleva a publicar entre dos y tres álbumes anualmente, hecho este que sus seguidores aplaudimos.

Las editoriales Nuevo Nueve y Astiberri se han encargado, en los últimos años, de nutrir nuestras estanterías con los trabajos de José Luis Munuera, ya sea en solitario o haciendo equipo con, por ejemplo, el dúo de guionistas Beka, con los que nos ha deleitado y emocionado con la saga El corazón de hojalata.

La otra línea de obras con la firma de Munuera son adaptaciones al cómic de obras de la literatura contemporánea como Bartleby, el escribiente, Cuento de Navidad o Peter Pan de Kensington.

Pero el autor, en este caso no solo dibujante, sino también guionista, no se conforma con adaptar al pie de la letra los textos de Melville, Dickens o Barrie, sino que siempre aporta alguna idea de su propia cosecha, dándole un valor extra a la obra.

Y, como no podía ser de otra manera, también lo ha hecho en Su olor después de la lluvia, donde nos lleva y presenta la vida de Cédric, un joven profesor de educación física, amante del alpinismo, que verá como su existencia cambia completamente desde que decida tener perro.

La presencia de Ubac (curioso nombre cuyo origen conoceréis en las páginas del cómic) llenará ese vacío y vamos a ser testigos, a lo largo de los diferentes capítulos, de cómo la vida, los años, pasan junto al animal.

Pero ellos no serán los únicos personajes en este relato, muy importantes en la existencia de Cédric, como la pareja formada por Ferdinand y Marie, que a lo largo del tiempo se han convertido en lo más parecido a una familia para Cédric, ocupando el puesto de unos amables abuelos que siempre tienen una solución para los problemas que van apareciendo a lo largo del camino.

Sin esperarlo, llegará a la vida del escalador una joven, Mathilde, con la que se cruzará en varias ocasiones. Y el azar hará que finalmente se conviertan en pareja y juntos formen un trío junto a Ubac.

Pasará el tiempo, y a la vetusta cabaña en el campo llegarán dos nuevos miembros para esta curiosa familia, dos perras llamadas Cordada y Frisona, que se convertirán en las perfectas compañeras para el ya anciano boyero de Berna.

Llegados a este punto, detengo mi narración del argumento. Ya os dejo a vosotros, lectores y lectoras, que recorráis estas páginas que, sinceramente, creo que son de lo mejor (y ya es difícil) que ha surgido del talento gráfico y narrativo de José Luis Munuera, acompañando por su fiel escudero en esto de los colores, el genial Seydas.

Y preparaos para esa emoción que, tarde o temprano, llegará…


Diario de Cadiz


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