martes, 23 de enero de 2024

HUMOR DE OTRAS GALAXIAS. Henrique Torreiro



Calavera Lunar

Albert Monteys

Astiberri (cast.)/Mai Més (cat.) 

España

Cartoné

80 págs.

Color

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¡Universo!

Albert Monteys

(Astiberri/Panel Syndicate)

Matadero Cinco (adapt. de la obra de Vonnegut)

Ryan North y Albert Monteys 

(Astiberri)


No sorprenderá a nadie la afirmación de que Albert Monteys (Barcelona, 1971) es uno de los grandes autores de cómic de la actualidad. Viene demostrando sus destrezas desde sus primeros pasos a principios de los noventa con el colectivo La Peñya (Mondo Lirondo), experiencia que le permitió entrar a trabajar en prensa.

El personaje Calavera Lunar sirve, de alguna forma, como nexo artístico de sus diferentes etapas. La primera entrega se produjo en esa época inicial, y fue uno de los éxitos de su carrera: con ella ganó el Premio al Autor Revelación del Salón de Barcelona en 1997. En aquel momento, el formato comicbook (para quien desconozca el argot, cuadernillo grapado de 24 páginas, típico de algunas de las publicaciones más populares) era prácticamente el único posible en un panorama en el que la edición de historieta española había caído a mínimos. No obstante, los autores utilizaban las limitaciones a su favor, con diferentes criterios; en Calavera Lunar, Monteys las aprovechó para llevar a cabo una chispeante parodia de las revistas pulp clásicas, incluidos muchos de sus tics definitorios, como una sección de correo de los lectores, o continuas referencias mediante notas a sucesos acaecidos en números anteriores. Naturalmente, era mucho más que una simple parodia, y en ella desplegaba todo un arsenal de recursos para poner en pie una vivaz comedia repleta de humor absurdo y de elementos de la ciencia ficción (muy especialmente, de las space operas). Su protagonista tenía más en común con un personaje de los Monty Python que con un héroe de aventura espacial al uso, y todos los secundarios tejían un nutrido universo cotidiano que, con la lente de lo fantástico, sumaba a la locura satírica la posibilidad de adoptar límites físicos mucho más laxos.

Monteys pasó a formar parte de la plantilla de la revista El Jueves, y alcanzó gran popularidad entre el público general, con una carrera centrada en un humor más cotidiano y costumbrista. El proyecto de Calavera Lunar podría haberse quedado en una afortunada experimentación de dos docenas de páginas, pero su autor lo recuperó en un par de ocasiones: en un especial de la revista Cimoc (2000) y en los cuatro números de la revista BD Banda (2007). En estas historias, de extensión más reducida, su universo se desarrollaba con nuevas estructuras, que hacían uso de elementos tomados de múltiples géneros, desde el melodrama hasta la serie negra. Curiosamente, además, en la revista infantil Míster K (uno de los proyectos paralelos de El Jueves, aparecido en 2004) creó a Carlitos Fax, otro personaje con muchos puntos en común con Calavera Lunar, aunque en una vertiente más amable (pero no exenta de aristas).

A su salida de El Jueves, en la publicación digital Orgullo y Satisfacción incidió en el humor auto-paródico con El show de Albert Monteys. Comenzó también a producir entregas de su serie de ciencia ficción ¡Universo!, en la que se apartaba por primera vez del humor como ingrediente principal de sus historias, y demostraba que el abanico de estilos que era capaz de abarcar con maestría era todavía más amplio. Su trabajo en estos relatos suscitó el interés de guionistas norteamericanos, lo que fructificó en dos sensacionales novelas gráficas, Solid State (2017, con Matt Fraction, inspirada en el disco de Jonathan Coulton) y Matadero Cinco (2020, con guion de Ryan North adaptando la novela de Kurt Vonnegut).

La obra de Monteys se nos muestra ahora ya como una panoplia de elementos compleja y repleta de matices. Vista en conjunto, se constata que la sensibilidad aplicada en sus novelas gráficas existía previamente en su tratamiento del humor, con unas narraciones de precisión milimétrica, en las que cada detalle tiene un papel de relevancia. Por eso, este libro de Calavera Lunar, que recoge historietas publicadas en un lapso que abarca cinco lustros, funciona también un poco como quintaesencia de la propia producción de su autor.

El libro retoma la cuestión inicial del formato y se presenta como una suerte de recopilatorio de tres comicbooks (el segundo, conformado por los capítulos publicados en los dos mil; el último, creado expresamente para la ocasión). El juego comienza con el propio subtítulo del libro, Especial 25 aniversario, que es a la vez la constatación de una realidad (el tiempo transcurrido desde la edición original) y una ironía sobre la longevidad de una serie que ha tenido esas contadas apariciones en todo este tiempo, lo cual entronca con uno de los recursos humorísticos de la obra (que simula ser una serie real que lleva muchos años en los quioscos: la primera aparición que conocemos luce el número 237 en la portada).

Se trata, en cualquier caso, de una forma de hacer justicia y otorgarle un soporte perdurable a un personaje que no solo es historia del cómic, sino que representa muchas de las características sustanciales de su autor. La mezcla entre el humor y el drama, entre lo mundano y lo fantástico, entre lo profundo y lo cotidiano: todo ello está de alguna forma reflejado en este tomo para el que, además, ha preparado varios interludios en los que su alter ego caricaturizado hace contextualización y comenta su propia evolución personal. Lejos de ser una simple «puesta en orden» de páginas que estaban disgregadas en diversos medios, el libro tiene una notoria entidad y luz propia dentro de la obra de un creador ya imprescindible en la historieta actual.



Jot Down Comics 7. Anuario de comics


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