sábado, 16 de septiembre de 2023

CARRETERA SIN FIN

Raúl Tudela





Gasolina

Fred Bernard y Benjamin Flao

Ponent Mon

Francia

Cartoné 

184 págs. 

Color

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Achille Antioche se encuentra obligado a buscar gasolina en un paraje que parecen las ruinas un hotel de los 80 del siglo xx si quiere continuar su viaje. Pero todavía no sabe cómo ha llegado a esta situación, ni dónde se encuentra, ni dónde tiene que ir. Por suerte, le acompaña una bella mujer que dice ser su ángel de la guardia. Y es que Achille está muerto, y se halla en el limbo, donde tiene la misión de recordar cómo ha llegado a esta situación. En un limbo en el que puede conducir el coche que desee y por las carreteras que desee, el límite es su imaginación, todo mientras cumpla el cometido de resolver las circunstancias de su muerte. Y para ayudarlo a resolver el misterio tiene a su ángel de la guardia, y los encuentros con distinta gente en el limbo, como el mítico piloto Gilles Villeneuve, que ahora se dedica a la pintura, o la posibilidad de picarse en la carretera con James Dean. Un viaje de ensueño para un loco del motor como Achille, aunque no tan dulce como para ser el paraíso, ya que tiene que enfrentarse a sus miedos, para resolver los misterios de su muerte y poder seguir su camino. Aunque incluso en el limbo el destino puede deparar sorpresas.

Fred Bernard (Beaune, Francia, 1969) y Benjamin Flao (Nantes, Francia, 1975) se unen para crear en Gasolina (Essence en el francés original, donde el título tiene un doble sentido que se pierde en la traducción) una road movie infinita, un viaje en coche que puede tener un inicio y un final, pero que mantiene una incertidumbre en su duración. Y que parece un sueño para cualquier amante de los autos: poder escoger cualquier coche y cualquier carretera durante el tiempo que se desee. Y Flao da una buena muestra de ello: Ford Mustang, Cadillac, Citröen 2CV, Lancia Aurelia Spider, Porsche 911, el catálogo de máquinas es largo. Y la forma dinámica en que Flao las dibuja recuerda poderosamente a la línea de Franquin. Y es que, si todo Gasolina destila pasión por el motor, también destila mucho amor por el cómic franco-belga clásico. Y lo hace con muchos guiños, homenajes y referencias; a Hergé, a Moebius, a Pratt. Pero sobre todas las referencias destaca la de Franquin y resto de autores de la escuela de Marcinelle, a los que en este álbum Flao aproxima más su dibujo; personajes más caricaturescos, narices con mucha personalidad, brazos y piernas expresivos, líneas más gruesas, objetos dinámicos, y situaciones absurdas. Y qué puede haber más absurdo que lo que pueda suceder en el limbo.

Un limbo que Bernard y Flao reinterpretan libremente a partir de la tradición católica como un espacio muy curioso, que parece común para todos los mortales por un lado, pero que se modela en función de los recuerdos de cada uno. Así, Achille encuentra a su familia, a sus ídolos de infancia, a sus referencias culturales en un entorno que también puede cambiar, pero que siempre presenta parajes en ruinas, cercanos a desiertos y lagos, en el caso de Achille, siempre espacios amplios donde conducir. Un aspecto que los autores han querido destacar hasta en el formato del álbum, prácticamente cuadrado, lo que da un toque de aspecto cinemascope a las páginas que los autores saben aprovechar para ampliar las sensaciones que transmite el dibujo de Flao. Se nota que disfruta creando esos paisa- jes en ruinas, pero también arquitecturas imposibles, edificios, tiendas de hippies. Y los coches, dando una de las escenas de persecución más memorable de los últimos tiempos.

Un cómic que deja muy buen sabor de boca, buscando nuevos recursos en la escuela de Marcinelle para explicar historias para adultos, una referencia estilística que triunfó y marcó toda una industria del cómic en Francia, donde sigue siendo referencia en muchos de los cómics de más éxito, y donde la revista Spirou sigue siendo una cantera. Pero también es un estilo que no es tan habitual de ver utilizado fuera del público juvenil o del humor. No es de extrañar la buena acogida que tuvo Gasolina entre la crítica francesa al reivindicar este estilo de BD, que tiene una gran carga emocional para el lector galo, en una historia adulta con la soltura que presentan Bernard y Flao.



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