miércoles, 7 de junio de 2023

PERRO MUNDO por Juan José Millás

Lo falso es cada vez más real. A veces, las realidades falsas son de una perfección platónica, Como el claustro de Palamés (Girona). Otras nos chafan la vida, como la economía financiera.


Se habla mucho del periodismo de ficción, del inventado, en fin, de ese suceso que en vez de ocurrir en la calle ocurre en la cabeza de un reportero que lo hace pasar por real para llevarse unos céntimos de gloria.

Un reportero de The New Yorker que viene siendo la Biblia de las publicaciones, acaba de dimitir tras descubrirse que había inventado citas de Bob Dylan en un libro. No es el primero (ni la primera, maldito genérico) que se ve en ese trance ni será el último si la necesidad aprieta, Ahora bien, uno no entiende por que esa inquina contra el periodismo ficción y esa tolerancia con la realidad ficción. Hay, de hecho, más realidad ficción que periodismo ficción sin que andemos rasgándonos las vestiduras todo el rato. El claustro de la foto, por ejemplo, siendo real, es falso, pues pretende ser del siglo XII viniendo de ayer mismo. Lo curiosa es que siendo del siglo XX es el mejor de los claustros del siglo XII conocidos. No se ha encontrado catedral de la época que se lo mereciese ni monasterio que estuviera a su altura. Una realidad falsa como Dios manda que ha dejado absurdos a los expertos en arte medieval. Pero no todas las realidades falsas alcanzan esta perfección platónica de la que carece la realidad auténtica. La realidad auténtica, decimos, contraponiéndola a la de mentira, del mismo modo que hablamos de la economía financiera y de la economía real. El caso es que la financiera, siendo imaginaria, ha jodido bien jodida a la real. Al final paga el pato el redactor de un periódico que no se había metido con nadie. Perro mundo.




Fotografía de Marcel-lí Sáenz

 EL PAIS SEMANAL 


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