jueves, 18 de mayo de 2023

Amaneceres a través del tiempo y el espacio

Pedro Monje

Dentro de la endogamia predominante en la cultura pop norteamericana, el género de los cómics de superhéroes en particular siempre ha cultivado una producción en masa firmada por autores amamantados, desarrollados y crecidos al albor del propio medio. Tan solo durante estos últimos años la industria se ha abierto a guionistas extranjeros (rara avis) o influencias extranjeras más allá de las estilísticas, como el amerimanga imperante durante la segunda parte de los noventa. La etapa de Dan Slott y Mike Allred en Estela Plateada es una buena muestra del éxito que se puede conseguir con una apertura de miras apropiada, convirtiendo lo viejo en nuevo. Slott y Allred son dos fanáticos confesos de Doctor Who, la popular serie británica que narra las aventuras de este deus ex machina con patas con nave disfrazada de cabina de policía. Aunque históricamente la propagación de las aventuras del milenario doctor en los hogares de Estados Unidos ha sido siempre extremadamente baja (en nuestro país es aún peor, y tan solo ahora con su inclusión en Netflix el número de whovians está aumentando en España), al menos contaba con un puñado de fanáticos dentro de la Casa de las Ideas. Uno de ellos, Tom Breevort, veterano editor de Marvel Cómics, concedió carta blanca a Dan Slott tras el éxito sin precedentes de su propuesta Superior Spiderman, y el guionista apostó por contar las aventuras del surfero plateado a través del tiempo y espacio.

Las aventuras de ese milenario viajero intergaláctico interpretado en la pequeña pantalla por trece (más uno, próximamente) actores, entre los que se encuentran David Tennant, Tom Baker o Matt Smith, se han regido siempre por unas características básicas, jugando en la barrera de los géneros de ciencia ficción o fantasía, contando historias de amor sin amor, cerrando cada capítulo con una sonrisa y cada temporada con un mar de lágrimas. Un alienígena que trata de encontrar su lugar en el cosmos muy lejos de su hogar y encariñado con la Tierra. Dan Slott ha hecho de estas reglas del juego su acercamiento a las aventuras del antiguo heraldo de Galactus, acompañándolo por Dawn Greenwood, una terrestre que hace las veces de companion y de ojos del lector abrumado. El equipo creativo teje un gran arco argumental que intercala historias cargadas de ternura, de autodescubrimiento y de maduración personal (la mano de la escuela Miyazaki se nota en no pocos momentos) barajando episodios donde por primera vez Estela Plateada deja a otra persona que conduzca su tabla con otros donde brilla el fondo de armario intergaláctico del catálogo del Universo Marvel cortesía de la mente enciclopédica de los autores. Todo ello sin olvidarnos de experimentos narrativos en pleno mainstream sobre una cinta de Moebius en bucle que les valió para ganar un Premio Eisner al Mejor Episodio Autoconclusivo en 2016. Y, por supuesto, todos los caminos conducen a Galactus, antiguo amo y señor de Estela Plateada, que pondrá a prueba la relación y los principios de la pareja Norrin-Dawn. Un cóctel agitado, pero no revuelto.

Estamos ante un viaje a través del Universo Marvel a la vez que al interior de sus corazones, donde se cruzarán con mundos y conceptos imposibles (el planeta-trampolín), paradojas temporales, enemigos surrealistas y armas de nombres estrafalarios (el legendario borde de la realidad) y momentos absurdos (reflujo hiperácido infinicítrico), hecho realidad cortesía de Mike Allred, practicante de la escuela Kirby, y su mujer, Laura Allred, nuevamente sobresaliente al frente del color. El equipo creativo de Madman, que acumula en su currículum notables éxitos, ha conseguido encontrar acomodo, en un mercado plagado de dibujantes realistas y propensión a las rayas cinéticas, a su estilo pop y colorido marca de la casa. El buen entendimiento con Slott, la posibilidad de volver a trabajar con personajes creados por El Rey Kirby y mezclar todo ello con su afición whoviana ha hecho que Allred dé el doble do de pecho conformando un productor atemporal y optimista dentro de una industria donde todavía prima la eterna deconstrucción del héroe.

Tras casi treinta números (veintinueve números estadounidenses, volúmenes 7 y 8, publicados por Panini Cómics en cinco tomos recopila- torios), el quinto volumen desafiará el rímel a prueba de agua de los lectores, quienes, aun a sabiendas de la naturaleza cíclica del statu quo de los superhéroes, no podrán evitar desear que esta serie hubiera durado mil números más y luego otros cien. Además, esta Silver Surfer es una rara avis dentro de la producción Marvel actual, más preocupada por apostar por un registro multiculturalmente aceptable (en algunos casos con resultados brillantes, otros no tanto) que por abrir las miras más allá de sus fronteras. Una lectura independiente y autoconclusiva, ajena a todos los eventos y crossovers de turno (con sus muertes pirotécnicas). En definitiva, sonrisas y lágrimas a bordo de una tabla de surf intergaláctica. No se puede pedir nada más. ¡Allons-y!










Estela Plateada

Dan Slott, Mike Allred y Laura Allred

Panini Cómics

Estados Unidos Rústica con solapas

(5 vols.)

120-192 págs. (varían según vol.)

Color

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