domingo, 29 de julio de 2018

ROCO VARGAS Torres y el arte de la saga en cómic

Por Jordi Juanmartí


En un artículo escrito hace años por el abajo firmante y Javier Riva, a propósito del primer volumen de la obra El octavo día, tildamos a Daniel Torres de cuentacuentos -1- destacando su gran maestría en la destreza del relato corto en tebeo, de narrar una historia interesante y de saber desarrollarla en pocas páginas, o sea, el poder del fabulador. El objetivo de este nuevo ensayo es probar que con los cuatro primeros episodios de las aventuras de Roco Vargas Torres ha conseguido lo que se puede considerar la saga historietística por excelencia del tebeo español contemporáneo, al demostrar también su maestría como narrador de relatos largos interdependientes con un objetivo final claro. Al mismo tiempo veremos como el recientemente publicado quinto volumen, El bosque oscuro, se escapa, al menos por ahora, del propósito común que conformaban los cuatro tomos precedentes. Una advertencia: en el transcurso de este artículo se van a desvelar hechos cruciales en la saga. Se recomienda al lector que aún no haya disfrutado de la misma que no dude en leer esta obra fundamental y que luego, si quiere, lea estas líneas que siguen y se prepare a disentir o coincidir con sus apreciaciones



La dificultad de hacer una buena saga

El término saga se ha usado muchas veces en el mundo del comic, como posiblemente en sus hermanos el cine o la literatura, con demasiada ligereza. Se ha hablado, por ejemplo, de la saga de Star Trek o de La guerra de las galaxias; de la saga de El señor de los anillos; de la saga de la Patrulla X, o de Thorgal, Bone o de la del Príncipe Valiente... o de Roco Vargas. Y sin embargo, hay claras diferencias entre todos estos ejemplos, las que hay entre una serie y lo que más propiamente sería una saga. Un número de relatos de longitud variable con los mismos personajes pueden formar una serie, pero no necesariamente una saga. En una serie lo importante es que los personajes respondan a los rasgos que se han ido esbozando poco a poco, pero cada episodio goza de una independencia absoluta, incluso aunque algunos lleven el sambenito final del continuará.

Una saga, sin embargo, tiene un principio, un nudo y un desenlace, en varios episodios, independientes o no, y la impresión final es de un todo compacto. No olvidemos que los orígenes de las sagas son los larguísimos relatos escandinavos en los que se narraba una epopeya con diferentes episodios en la que el héroe emprendía una búsqueda cuyo final, con éxito o fracaso, daba sentido al relato completo. Apliquen ustedes esta descripción a mucho de lo que llamamos sagas y verán que la selección se reduce: la obra de Tolkien, Star Wars, Bone o el Príncipe Valiente -más cerca ésta del folletín o novela-río-, algunos momentos de Thorgal -especialmente los episodios en los que se despejan las incógnitas sobre el origen del personaje...-. En el resto de los casos tenemos series, posiblemente con partes muy concretas relacionadas entre sí, pero que no dejan de ser diferentes episodios en la vida de un grupo de caracteres. Lo que importa es lo que les ocurre, y aunque evidentemente en algunos casos evolucionen y maduren, esto no es lo importante.

Con esta digresión queremos apuntar las dificultades que entraña hacer una buena saga, en la que el oyente/lector mantenga el interés de principio a fin, y que sea capaz de ver al final como todos los personajes y los acontecimientos en los que intervienen tenían una finalidad. Todo lo contrario, en resumen, de lo que supone un relato corto, donde la caracterización debe ser muy breve para que se pueda entender el porqué de las acciones de los personajes dentro de lo fundamental, la historia. En un relato corto -ya sea de ocho o de cuarenta y ocho páginas, da igual-, la palabra fin supone un término a la historia y la preparación, si ha lugar, a nuevas peripecias de los personajes. En la saga, dicha palabra plantea un círculo cerrado, ya sea una vuelta al punto de partida o una nueva línea de salida. El héroe, en su interacción con el resto de los personajes y las diferentes peripecias por las que pasa, gana matices que antes no tenía o recupera algo que había perdido. El término de una saga no es un punto y final de la misma, supone un enriquecimiento de lo ya leído o escuchado y una invitación a una nueva relectura.

Nada más y nada menos que lo conseguido por Daniel Torres con los primeros cuatro volúmenes de Roco Vargas. Veamos cómo.



Viñetas de Tritón Por Daniel Torres en la edición de 1998 de Norma Editorial


Tritón: esbozando el inicio de la búsqueda del héroe

La evolución que hay entre el Armando Mistral del comienzo de Tritón y el Roco Vargas del final de La estrella lejana, tanto desde el punto de vista de la caracterización como el gráfico, no debe llamar a engaño alguno. Son la misma persona, pero una persona que ha cambiado de forma lógica y equilibrada en el transcurso de los cuatro volúmenes de la saga. Ese cambio se circunscribe a que la búsqueda que empieza Armando Mistral en el primer tomo tiene éxito en la última página del tomo final. Y esa búsqueda es algo interior, un Jeckyll a la búsqueda del Hyde que deliberadamente ha ocultado durante años; pero aquí el reactivo no es una poción extraña, sino los amigos que vuelven del pasado para embarcarle en una serie de peripecias y los amigos del presente que se le
unen para ayudarle en la búsqueda: Armando Mistral debe reencontrar a Roco Vargas.

Aunque Torres parece dejar clara su intención desde un principio de un plan preconcebido para las aventuras de Roco Vargas-2-, la primera impresión que da el primer tomo de la saga, Tritón, es la de un episodio aislado en las aventuras de un héroe de clara influencia de la space opera del comic, desde el Flash Gordon de Alex Raymond hasta los Brick Bradford o incluso Dan Daré. De ahí las caracterizaciones muy rápidas de todos los personajes, desde Armando/Roco, que se nos presenta como un ocioso autor de bestsellers de dudosa calidad literaria pero que le permiten mantener una sala de fiestas de éxito, hasta los secundarios como Rubí, Sansón, Jill, Covalsky, el ambiguo Peres, el villano Mung... El autor sabe que no tiene tiempo, al menos en este momento, de dotar de más personalidad a los mismos, porque lo importante es ahora su función de motor de la aventura y aún no el contribuir al desarrollo de la saga en ciernes. Un ejemplo de esto es que la muerte de Pierre Covalsky no tiene la intensidad dramática que adquiere cuando se relee este volumen tras leer La estrella lejana. Por ahora, este acontecimiento es sencillamente uno de los ejes que mueven el primer episodio.



viñetas de Tritón, por Daniel Torres. En la edición de 1998 de Norma Editorial 



viñetas de El misterio de Susurro, por Daniel Torres. En la edición de 1998 de Norma Editorial

Por supuesto, de ningún modo podemos contradecir las declaraciones del padre de la criatura. En primer lugar, porque en el proceloso mundo de la industria del tebeo, y más del tebeo español, por lo que se ha visto y se ve, antes de arriesgarse a una saga de varios años de duración, hay que cubrirse las espaldas y ofrecer un producto que, en caso de fracaso del empeño fundamental, pueda aguantarse por sí mismo y al que nadie pueda reprochar el aquí falta algo. En este sentido, Torres alcanza su objetivo, y Tritón es una aventura apasionante ubicada en un mundo de ciencia-ficción que no deja de ser también el nuestro, a través de una ambientación contemporánea y veladas alusiones a la actualidad del momento. Sin embargo, y en segundo lugar, Torres sí que se arriesga a ir dando datos sueltos sobre su héroe y su pasado: el que Mistral hable de Vargas como de otra persona -otra vez Jeckyll y Hyde-, su fría conversación con Covalsky, su reacción ante su reencuentro con Jill, la consulta de Rubí de una enciclopedia sobre los héroes de la exploración del espacio, el álbum de fotos antiguas, la impresión de que su reencuentro con Mung en Tritón es un ajuste de cuentas... y, sobre todo, la espectacular aparición de la nave Estrella Lejana, a la que Armando describe como una vieja amiga que no me fue fiel. Otro misterio que el lector apunta en la lista para un posible futuro desarrollo de la serle... porque en las páginas que continúan lo único que va a importar ya es la aventura y no los personajes. Y en este excelente episodio no es poco, desde luego.

El misterio de Susurro: el mito va tomando forma

En la entrevista mencionada más arriba Daniel Torres explica cómo no tuvo que esperar mucho para ver que Tritón funcionaba, al ser vendida a otros países con éxito, con lo cual pocos meses después acomete el comienzo de la segunda parte de las aventuras de Roco Vargas. Uno quiere pensar que el autor se sintió ya libre para empezar a desarrollar ese plan de hacer una saga en la que ese héroe a su pesar acaba reencontrándose a sí mismo. Para ello hace también que su dibujo evolucione, y aunque otros ya lo han analizado y analizarán en más detalle, abreviaremos diciendo que es un estilo progresivamente más claro y detallista, más fiel a la línea curva y menos rígido, y que culminaría en la maravilla gráfica que supondría el tomo La estrella lejana.

El misterio de Susurro empieza de forma muy similar a Tritón, aunque Armando/Roco da muestras de más actividad, jugando con Sansón, ensayando con Rubí escenas de sus obras... Sin embargo, aún está lejos de iniciar la búsqueda que sin lugar a dudas necesita. Otra vez, será un personaje del pasado el que da el pistoletazo de salida, el joven e irresponsable Panamá, trasunto del tópico aventurero empedernido, el que abrirá la puerta de los recuerdos del protagonista.

Por otro lado, este volumen presenta ya una estructura narrativa más compleja; se mantiene la linealidad, pero como en toda saga que se precie, Torres auna diferentes episodios y nuevos personajes. La casualidad -otro elemento muy típico de las sagas clásicas- hace que Mistral/Vargas se vea implicado en la investigación de un detective, Cuper, y en una peripecia de tráfico de sustancias prohibidas que está a punto de provocar una guerra planetaria. Ahí se encontrará con la guerrera Trébol y con el misterioso Susurro, que reconoce su verdadera identidad.

A partir de aquí el autor desarrolla una trama de serie negra intercalada con un anticipo de lo que veremos en el siguiente volumen, la trastienda de un mundo en guerra, el ámbito de los cronistas bélicos. Sin embargo, la impresión que el lector va sacando es que, aunque la aventura y el misterio funcionan -¿quiénes son los responsables del tráfico de droga? ¿por qué hay una guerra y a quién beneficia?-, lo que realmente importa es el pasado que Mistral intenta enterrar. Será Panamá, en conversación con Rubí, simbolizando ésta aquí al lector intrigado, el que dé los datos: tres jóvenes, los chicos siderales,  Vargas,  el  propio  Panamá y alguien más -del que no se da el nombre pero del que sí tenemos su imagen en los recuerdos del protagonista al principio del libro-fueron pioneros junto a Covalski de la exploración espacial... hasta que la sed de conocimientos y aventura de Vargas se estrelló con lo imposible...

Tenemos por fin el motivo de la transmutación Vargas/Mistral; éste se convierte ahora en un mito, el símbolo del hombre que abandona sus ideales y antes que reconocer su fracaso, prefiere convertirse en otra persona, refugiándose en un campo más fácil como pueda ser el mundo de los relatos pulp, en el que como ya hemos visto sí ha tenido éxito. Como ya hemos dicho, la aventura continúa, pero ya no va a ser más que una excusa para ir descubriendo más datos sobre ese pasado del protagonista y para que acabe recuperando su verdadera identidad. Cuando al final del volumen Trébol robe La Estrella Lejana para poder seguir persiguiendo al Susurro, no solo está dando pie al continuará que introduce el tercer volumen de la saga. Está consiguiendo que Roco Vargas salga a la superficie. Las palabras finales de Panamá, Empieza la aventura no son casuales. No es que hasta ahora no haya habido aventura, sino que la maquinaria que mueve la saga está ya suficientemente engrasada...




Viñetas de El misterio de Susurro
Por Daniel Torres en la edición de 1998 de Norma Editorial


Saxxon: la elección del héroe

Hay en toda saga un punto culminante, el final de la búsqueda, el momento en el que el héroe debe hacer su elección: Frodo dudando sobre si arrojar el anillo al fuego, Thorn asumiendo su papel de princesa en el mundo de Bone, Thorgal enfrentándose a su padre en la saga del país Qa... Para Roco Vargas ese momento llega bien avanzado el tercer volumen de la serie, Saxxon. La diferencia es que el protagonista no está seguro de que ese sea el momento que ha estado buscando toda su vida, aunque el lector, merced al alarde narrativo de Torres, en la página 37, lo intuye perfectamente: un gran plano general de Vargas ante una misteriosa puerta que se abre para él, un cielo estrellado lleno de máquinas y seres extraños; a este plano siguen tres viñetas más pequeñas: un primer plano de un Vargas sudoroso, un plano americano con el héroe de espaldas y la misteriosa puerta abierta, un picado de los pies del personaje avanzando hacia ella, siguiendo unos extraños símbolos... y en la página siguiente, la negativa a continuar. ¿Miedo o la preocupación por sus amigos prisioneros? No importa mucho la razón, pero sí la impresión de que algo realmente trascendente no ha llegado a culminarse.

Como en otras sagas, lo que rodea a este momento son diferentes episodios que tienen su confluencia en el desenlace. Ese mundo en estado de preguerra descrito al principio hace que |os personajes tomen caminos variados en su particular búsqueda: Panamá y Trébol por un lado y Roco y los demás por otro. Trébol busca al Susurro para intentar evitar la guerra que se avecina. Roco busca a Trébol para encontrar su nave robada. La periodista Linx busca el reportaje de su vida. Diferentes vías para un mismo final. El autor demuestra su pericia narrativa una vez más, saltando de un episodio a otro, dotando de un ritmo frenético a la historia hasta el momento decisivo relatado en el párrafo anterior.



viñetas de Saxxon,
por Daniel Torres.
edición de 1998 de Norma Editorial

Y al final, parte de los misterios se resuelven. El Susurro resulta ser Saxxon, el tercer explorador del grupo mencionado en el volumen anterior. Su vida en sí podría haber sido otra saga, porque como Vargas deduce, el asunto del tráfico de drogas y la guerra que va a provocar es secundario. Al revés que Roco, Saxxon sí hizo en su momento la elección correcta y llegó al final de su búsqueda, el saciar su sed de aventura alcanzando mundos lejanos, y le reprocha a su amigo el que perdiera su oportunidad. Con esta declaración tan sencilla, este enigmático personaje, a pesar de lo poco que aun se sabe sobre él, llega al corazón del lector, y Torres consigue que el final de este episodio tenga una intensidad dramática fantástica, reflejada además de forma fehaciente en los crudos diálogos finales. Al término de la aventura, los caminos de los amigos se separan y todo apunta a una guerra que podría haber marcado el rumbo de las nuevas aventuras de Roco Vargas, pero el autor toma otro camino: una saga es la historia de una ida y una vuelta.




 viñetas de Saxxon, por Daniel Torres. En la edición de 1998 de Norma Editorial

La estrella lejana: cerrando el círculo

Al final de Saxxon, Armando Mistral ha recuperado a Roco Vargas. La búsqueda que implica toda saga ha llegado a su fin. Pero como hemos acabado de decir, una saga es un camino de ida y vuelta. En la excelente entrevista que hemos mencionado ya varias veces, Torres dice que cuando empezó a escribir las aventuras de Vargas no tenía perfectamente claro el contenido de este cuarto volumen, pero también afirma que tras el tercer episodio había muchas incógnitas por despejar todavía. En resumen, nos faltaba el comienzo del viaje. Teníamos la vuelta, pero no la ida.

Decir que La estrella lejana es el mejor volumen de la saga puede ser obvio. Por un lado, desde el punto de vista gráfico, por razones apuntadas anteriormente, es el más pulido y expresivo. Por otro lado, desde el narrativo porque Torres arriesga más a la hora de narrar, abandonando el relato lineal: un largo flash-back jalonado de soberbias elipsis e interrumpido por cotidianas escenas costumbristas en el presente, o el uso de noticiarios cinematográficos para hacer avanzar la historia y la presencia de un narrador omnisciente, Vargas, a través de los textos de apoyo sin que esto obstaculice en absoluto el progreso del relato. Y finalmente, desde el punto de vista de la caracterización, porque el autor riza el rizo presentando personajes que ya conocíamos como absolutamente nuevos: vamos a conocer al auténtico Vargas, al auténtico Saxxon, al joven Panamá a través de la mejor forma posible en el tebeo: el diálogo. Es decir, va a usar su talento como cuentista pero al mismo tiempo hace que este
relato corto complete la saga de forma soberbia y le da un alcance mítico: no puede ser casualidad que el refugio de Covaisky se llame Camelot: el científico adquiere un paralelismo con el rey Arturo -¿o quizá Merlín?- mientras que los tres chicos siderales o jinetes del espacio se equiparan a unos caballeros de la tabla redonda.






viñetas de La estrella lejana
Por Daniel Torres en la edición de 1998 de Norma Editorial
 Este volumen presenta la crónica del ascenso y caída de Vargas, el joven que pretende explorar y alcanzar lo desconocido, y que, como dijo Panamá en El misterio de Susurro, acabó tropezando con las estrellas. El diálogo final entre el decepcionado Covaisky y su discípulo/caballero lo deja bien claro. Como en las sagas artúricas, la búsqueda del Santo Grial -en nuestra saga, la exploración más allá de nuestro sol- no es importante por el hallazgo del objeto en sí mismo, sino porque la ilusión de la búsqueda mantiene viva la esperanza. Cuando alguien se da cuenta de que el objeto es imposible de encontrar, el mundo se viene abajo.

El relato de este fracaso en una historia que hasta la peripecia final había sido eminentemente optimista engrandece todavía más este volumen. El trasfondo de guerra, de corruptelas y traiciones aporta el sentimiento de la aventura, pero no ahonda en el concepto de la saga. Es más, la muerte de Ana y el posterior hecho de que posiblemente hayan evitado una guerra no parece afectar a Vargas cuando ve el prototipo de la nave que Covalski había ocultado limitándose solo a pensar en su sueño. Pero cuando dicho sueño se revela irrealizable se alcanza el drama del protagonista. Un drama que desaparece con el fin del flash-back y la asunción presente por parte del héroe de que ha vuelto y la búsqueda ha terminado ya. Ha recuperado su nombre.



página en blanco y negro de El bosque oscuro, por Daniel Torres. A partir de la reproducción del catálogo del Viñetas desde el Atlántico, 2000. 


El bosque oscuro: continuar partiendo de cero
A Daniel Torres le llevó cuatro volúmenes definir y volver a redefinir a su héroe. El final de La Estrella Lejana podría haber supuesto el canto del cisne del personaje. Pero los aficionados y sin duda también el autor sabíamos que Roco Vargas era un personaje que podría dar mucho más de sí. Le ha llevado catorce años, pero la espera ha merecido la pena, porque El bosque oscuro vuelve a ser una excelente aventura, aunque sin el alcance épico de lo que le ha precedido. Tampoco es que le haga falta.

La fuerza del personaje y las aventuras narradas era tal que Torres tenía muchas opciones: dos vueltas al pasado, o explorando las viejas aventuras de los chicos siderales o relatando episodios de lo acontecido desde que Roco abandona Camelot, con su progresiva conversión en Armando Mistral; y dos opciones presentes: retomar el tema de la guerra en ciernes del final de Saxxon y La estrella lejana o partir de cero, colocando a su héroe en nuevas aventuras. Por ahora, el historietista ha elegido esta última y honestamente creemos que ha acertado, porque es la que le ha dado más libertad a la hora de contar historias.

Se nos plantea una historia a varios niveles: un misterio a resolver, elementos de género de terror, con un personaje que en el futuro también puede que de mucho de sí, la Medusa, momentos de cómico costumbrismo, y esas referencias al pasado que, al tiempo que nos instalan en un terreno confortable -la vuelta a Camelot, la visita en sueños de Saxxon-, nos recuerdan que la saga esta por ahora terminada y que es posible que no merezca la pena añadir nada más sobre ella -...y eso que esas referencias al pasado mercenario de Vargas prometen también mucho...-. Pero lo mejor quizá sea mirar adelante y esperar que este maduro Roco Vargas tenga aventuras para rato. Y que Daniel Torres nos haga disfrutar de ellas.

Notas   
1- Juanmarti, Jordi y Riva, Javier: Daniel Torres, el cuentacuentos, en El Wendigo, n° 57,
págs 40-41. G.A.I.R.N.I., Gijón, 1992.
2- Ramírez, Pablo: Conversaciones con Daniel Torres -IV-, en Daniel Torres.
Historietas-Ilustraciones, págs. 90-106, Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia de la Generalitat
Valenciana, Valencia 1992.



Dibujo de Daniel Torres para la edición de 1998 de Roco Vargas. Norma Editorial.


dentro de LA VIÑETA revista mensual número doce, año 2000




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