Alex Serrano
En la primera entrega de Bella Muerte (Astiberri, 2015), la guionista, Kelly Sue DeConnick, y la dibujante, Emma Ríos, sentaban las bases de una historia con un pie en el wéstern y otro en la fantasía de raíz mitológica. Haciendo gala de un entendimiento creativo privilegiado, crearon un universo personal épico, agreste y lírico con un sólido plantel de personajes, cuya virtud más sobresaliente era algo tan poco habitual como precioso: haber logrado establecer una voz propia, un discurso único y diferenciado.
En El Oso, las autoras amplían, literalmente, el campo de batalla de los protagonistas de Bella Muerte. Una promesa a una moribunda traslada a las protagonistas a las trincheras europeas durante la Primera Guerra Mundial. El contraste entre la crudeza de un conflicto bélico como aquel, tan ajeno al glamour de otras contiendas, con la rica imaginería mística ideada por sus creadoras, tiene por efecto una obra visualmente muy potente y de una tremenda fuerza narrativa.
Emma Ríos se sitúa al nivel de maestros como P. Craig Russell o Esteban Maroto en su capacidad de ofrecer una experiencia fantástica totalmente inmersiva. Hay muy pocos autores que sean capaces de integrar tan bien lo ambiental en el diseño y en la ejecución de una página de manera consistente y sin sacrificar el flujo narrativo. En Bella Muerte 2. El oso no es que la artista lo consiga, sino que se marca una auténtica master class. La segunda mitad de la obra, conforme avanza hacia el desenlace, es todo un recital de confusión en el campo de batalla, combates místicos, heroísmo y barbarie bélica. La intensidad de DeConnick y Ríos consigue traspasar la cuarta pared del cómic. La manera de mantener viva la llama de la guionista, con vibrantes diálogos y una tensión que sabe dosificar, mantiene a la perfección el equilibrio entre la crudeza y lo poético.
Entre los hallazgos más celebrados de este tándem creativo —al que resulta pertinente añadir por méritos propios a la colorista Jordie Bellaire, quizás la profesional más destacada de este ámbito en el mercado norteamericano actual— se encuentra la de haber creado una mitología propia y de sólidas raíces. Bella Muerte puede compartir con series como Sandman, Fábulas o Unwritten el interés por el folclore, los mitos y la tradición. Hay, desde luego, una búsqueda de los fundamentos atávicos del ser humano, de la esencia misma de la que venimos, esa parte ajena a toda tecnología y que, por tanto, nos resulta misteriosa y atrayente. La magia y la espiritualidad que propone Bella Muerte, completamente alejada del buen rollismo new age, difiere y, en muchos casos, supera a las series antes citadas en tanto en cuanto DeConnick rehuye jugar la baza literaria, la del ratón de biblioteca que ha leído más libros raros que tú y busca abrumarte con lo que sabe. En su lugar, se postula en favor de un misticismo visceral, de una fascinante cosmología pagana en la que hay, evidentemente, un enorme esfuerzo creativo. Sencillamente, no necesita hacer gala de alardes enciclopédicos para desplegar una propuesta original y llena de matices.
Bella Muerte 2. El Oso supone la consolidación de una saga apasionante de dos autoras en un excelente momento creativo que no solo consiguen llevar su creación a buen puerto, sino que parecen empeñadas en llevarnos a exóticos y desconocidos parajes. Todos a bordo.
Bella Muerte 2. El oso
Kelly Sue DeConnick (guión), Emma Ríos (dibujo), Jordie Bellaire (color)
Astiberri Ediciones
Estados Unidos
Cartoné
160 págs.
Color
Obra relacionada
Bella Muerte
Kelly Sue DeConnick y Emma Ríos
(Astiberri Ediciones)
The Sandman
Neil Gaiman y varios autores
(ECC Ediciones)
La Torre Oscura
Robin Furth, Peter David y varios autores
(Debolsillo)
COMICS ESENCIALES 2016. Un Anuario de ACDCOMIC & JOT DOWN. Abril, 2017
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