1984.
En algún lugar indeterminado de la costa norteamericana el oleaje deposita el cuerpo de un hombre gravemente herido de bala en la cabeza.Al despertar no recuerda nada acerca de su pasado o identidad. Sus únicas pistas son una cifra romana -el número XIII- tatuada en su clavícula izquierda y una misteriosa llave cuya función ignora.
Al intentar descorrer el velo que cubre su memoria se convierte en el objetivo de un letal asesino al tiempo que descubre que la policia y el resto de la sociedad le consideran culpable de un crimen que él no es consciente de haber cometido.
Así arranca XIII, una de las series más populares y aclamadas del comic europeo en la actualidad, fruto de la unión del talento de dos autores de reconocido prestigio, como son Jean Van Hamme y William Vance.
Portada para el n° 3 de XIII.
Acrílico de W. Vance
Por su parte, William Van Cutsen -más conocido como William Vance- es uno de los nombres indispensables del cómic europeo de los últimos 40 años. Como detalle anecdótico -para los que les interesen estas cosas- cabe destacar que Vance también es oriundo de Bruselas, aunque nació en 1935, cinco años antes que su compañero y reside en Santander.
Como tantos otros dibujantes antes que él, Vance empezó trabajando en el campo de la publicidad hasta que en 1962 tiene lugar su debut en el mundo del cómic en las páginas de la revista Tintín. A partir de ahí vendrían en rápida sucesión series como Howard Flynn -1962-, Ringo -1963-, Bruno Brazil -1967-, Rodrigo -1973-, Ramiro -1974- o Bruce J. Hawker -1977-, personaje propio inspirado en el Hornblower de C.S. Forester. Pero sin duda los trabajos que le han dado fama internacional han sido Bob Morane -adaptación al cómic del célebre aventurero creado por el escritor francés Henri Vernes, y que Vance realizó entre 1969 y 1980-y XIII.
De los dos, tal vez Vance sea el más conocido entre los aficionados de nuestro país, ya que la extinta editorial Bruguera publicó muchos de sus obras -sobre todo, de Bruno Brazil y Bob Morane, aunque también de Bruce J. Hawker-bien como álbum, bien por entregas dentro de revistas semanales como Mortadelo, etc...
En cuanto a Van Hamme, su nombre empezó a sonar gracias a su labor como guionista en Thorgal y se consolidó en los últimos años con la publicación simultanea de XIII y Largo Winch.
La génesis del proyecto
El Proyecto XIII surgió en buena medida del interés de Vance por hacer algo relacionado con el tema del espionaje tras el cierre prematuro de la serie Bruno Brazil cuando Greg, su guionista habitual, se trasladó a los Estados Unidos. Su editor le sugirió el nombre de Van Hamme, un autor que por aquel entonces ya había demostrado su talento para escribir historias de intriga sólidas, con un guión trabajado hasta el último detalle, en el que todos los elementos encajaban entre sí como las piezas de un puzzle y una habilidad excepcional para las escenas de sexo y acción que lograba que nunca resultasen gratuitas.
Ambos tenían una amplia experiencia previa en el terreno del espionaje. Vance venía de dibujar durante diez años la ya aludida serie Bruno Brazil, agente secreto, personaje inspirado a partes iguales en el Bond de Fleming y el Phil Corrigan de Goodwin & Williamson. Por su parte, Van Hamme era muy conocido en Bélgica y Francia por sus novelas de Largo Winch, en las que las grandes conspiraciones, espionaje industrial y crímenes de encargo estaban a la orden del día.
Tras varios contactos iniciales surgió el acuerdo, pero tanto el trabajo personal de cada uno como la exhaustiva labor de documentación que Van Hamme quería llevar a cabo para la serie retrasaron varios años su aparición, hasta que por fin en 1984 apareció en las librerías el primer título de una colección que estaba destinada a adquirir la categoría de culto, XIII: El día del Sol Negro.
La historia hasta ahora
Antes de seguir adelante, una advertencia: si no has leído XIII -o, como mucho, los dos títulos reeditados por Norma- sáltate este apartado, ya que al analizar la serie inevitablemente tendremos que hacer referencia a sucesos y desvelar misterios que es mejor descubrir uno mismo. Si así y todo decides continuar leyendo, estabas avisado amigo lector.Van Hamme y Vance han concebido XIII como una gran historia subdividida en pequeños
arcos arguméntales que agilizan la trama al desarrollar hechos puntuales aunque debidamente relacionados entre sí. Así, el primer arco estaría compuesto por los cinco primeros números, que servirían de carta de presentación del personaje de XIII y del Mc Guffin o hilo conductor de toda la obra.
Primera aparición del protagonista. En El día del sol negro. Primer episodio de la serie. Por Van Hamme y Vance. En la edición española de Grijalbo, 1988.
En El día del Sol Negro conocemos a XIII, un hombre amnésico a causa de una herida de bala en la cabeza y que tan sólo cuenta con dos pistas para descubrir quién es y que le ha ocurrido; la cifra XIII tatuada en números romanos en; su clavícula izquierda y la llave de la caja de seguridad. de un banco. Cuando empieza .a investigar su pasado, XIII se ve acosado a la vez por un siniestro asesino conocido como la Mangosta y por agentes del gobierno USA, representados por el coronel Amos, que le acusa ni más ni menos que de ser el asesino de William B. Sheridan, 42° presidente de la nación, aunque Trece no se siente capaz de haber cometido un crimen semejante.
La única ayuda le viene de parte del misterioso general Carrington y su ayudante, la teniente Jones; sin embargo, sus motivos, aparentemente altruistas, tampoco resultan del todo claros...
La investigación acerca de su pasado conduce a Trece a un laberinto de conspiraciones, mentiras dentro de mentiras y falsas identidades: Jake Shelton, Steve Rowland, Ross Tanner... hasta que finalmente Trece descubre que su auténtico nombre es Jason Fly -o, al menos, eso es lo que Van Hamme nos ha dado a entender hasta ahora-, un mercenario contratado por el padre del difunto presidente - con la colaboración del general Carrington - para descubrir a los responsables de la muerte de su hijo, los líderes de una siniestra conspiración que se reconocen entre sí mediante una cifra tatuada en su clavícula, que indica a la vez su importancia dentro de la organización.
La misión de Trece era descubrir al Número Uno suplantando al auténtico asesino, Steve Rowland; pero algo salió mal, fue descubierto y casi muerto por la Mangosta y sus hombres. Sin embargo, Fly sobrevivió, amnésico, con el secreto de la identidad de los conspiradores oculto en su mente.
Su regreso precipita los acontecimientos. Calvin Wax, asesor del Presidente -y supuesto Número Uno- aprovecha unas maniobras militares para hacerse con los resortes del poder con-, la no poco irónica excusa de evitar un golpe de estado -XIII número 5: Rojo Total-. Gracias a la ayuda de Walter Sheridan -hermano del presidente asesinado-, Trece logra infiltrarse en el Pentágono y abortar los planes de Wax. Antes de ser arrestado, este se suicida, pero a continuación se descubre que en su clavícula no lleva tatuada la cifra I, sino II. El auténtico líder de la conspiración aun permanece libre y desconocido.
Tras esta abrumadora sucesión de acontecimientos Trece -libre ya de la persecución policial, aunque no de la Mangosta y sus hombres-se toma un descanso en los números 6 y 7 de la serie -El informe Jason Fly y La noche del 3 de agosto- para ahondaren su pasado y localizar a sus parientes más directos, entre ellos su padre, un periodista de investigación que desapareció de escena durante los años más oscuros del Macartismo.
Pero el intervalo dura poco y en XIII contra uno -número 8- Fly se ve envuelto de nuevo en los entresijos de la misteriosa conspiración que aspira a hacerse con el control del país. Finalmente, Van Hamme y Vance nos desvelan la identidad del Número Uno -que, por razones obvias, no vamos a repetir aquí-.
Viñetas del n°6 de la serie, El informe Jason Fly.
Van Hamme aprovecha para servirnos otra dosis de acción a raudales al sumergirnos de lleno en una veraz recreación de los conflictos civiles y políticos que azotan a estos países, aumentar el plantel de secundarios -como por ejemplo María, la bella líder revolucionaria enamorada de Trece, o del hombre que este fue-, y de paso dar una nueva vuelta de tuerca al introducir un personaje que va a trastornar de nuevo la vida de Trece al afirmar que Fly es el apellido de su padre adoptivo y que él es su auténtico progenitor.
Conmocionado por la noticia, Trece decide investigar la historia de su familia intentando descubrir la verdad en medio del cúmulo de engaños y mentiras que ha supuesto su regreso de la muerte -en Tres relojes de plata-.
El personaje
No cabe duda de que buena parte del éxito de la serie - además de la excelente labor de los autores- se debe a su protagonista, Trece, también conocido -al menos, de momento- como Jason Fly.
En principio, Trece es un personaje un tanto tópico: un hombre de acción cuando es necesario pero básicamente moral -como el Marlowe de Raymond Chandler-, lleno de recursos y que rara vez se deja caer en la desesperación. Tampoco el recurso de la amnesia resulta novedoso -basta con recordar películas como Recuerda, de Hitchcock, o Blackout de Abel Ferrara.
El mérito de Van Hamme, pues, radica en haber hecho atractivo un personaje a priori tan plano como XIII. La amnesia le sirve para crear un universo de ficción en el que nada es lo que parece y la verdad oficial puede cambiar de un número para otro. Así, el espectador es un mero testigo del proceso de reconstrucción de Trece. No sabemos más que él de su pasado.
Uso del blanco y negro para los flash-back, en el séptimo episodio, La noche del 3 de agosto.
Ambos en la edición de Grijalbo, 1990-91.Muestra del conservador erotismo de la serie. En el cuarto episodio, SPADS, como siempre por Van Hamme y Vance, en la edición de Grijalbo, 1988.
No tenemos ninguna clase de ventaja sobre el personaje. Cada uno de sus descubrimientos es a la vez nuestro, y cuando algo que creemos cierto resulta ser falso, nuestra frustración es tan auténtica como la del personaje.
En XIII el lector es más espectador que nunca.
En cierto modo, Van Hamme aplica en XllI un esquema muy en boga en el cine, la literatura y el cómic actual como es la destrucción y posterior reconstrucción del héroe, renovado y purificado. El mejor ejemplo, sin. duda, sería el Born Again de Miller y Mazzucchelli.
Pero en el caso de XIII, el renacimiento de Jason Fly no supone un cambio a mejor del que el héroe emerge victorioso, sino que Van Hamme salva a su personaje de la muerte para arrojarlo a un mundo de engaños, dudas y paranoias.
Así, Trece se nos antoja más bien uno de esos antihéroes de la literatura y cine negro americanos, siempre en lucha con un mundo hostil que les supera, pero sin rendirse, fieles a un código moral que a. veces se nos antoja obsoleto.
Eso hace que el personaje resulte mucho más humano y, por ende, más complejo y rico en matices.
La historia detrás de la historia
XIII es un crisol de muy variadas influencias y homenajes que, sin embargo, dan como resultado una de las series más sólidas y consistentes del cómic europeo de la actualidad.
Hay influencias de carácter histórico. La más evidente es el asesinato de William B. Sheridan, que está evidentemente inspirado en el del presidente Kennedy, con el que guarda incluso un innegable parecido físico.
Van Hamme aprovecha la serie, además, para hacernos visitar la América oscura de los años 50, la Irlanda de principios de siglo o el México revolucionario, todo ello haciendo gala de un exhaustivo trabajo de documentación realzado por el dibujo casi hiperrealista, aunque algo plano, de Vance.
Otra fuente importante de inspiración ha sido el cine. La trama de la conspiración interna nos remite de inmediato al excelente film 7 días de mayo del director John Frankenheimer, en la que un grupo de militares tramaba un plan para dar un golpe de estado y convertir los EEUU en una férrea dictadura militar.
Asimismo, la búsqueda del padre de Jason Fly no deja de recordarnos a la película Círculo de silencio, magistralmente interpretada por Spencer Tracy. En 3 relojes de plata confluyen elementos que van desde la saga del Padrino de Coppola hasta clásicos como El tesoro de Sierra Madre.
La influencia cinematográfica, por último, es evidente en el físico de algunos de los personajes, como es el caso del general Carrington -inspirado en Lee Marvin- o el marqués de Préseau -David Niven-.
Página 34, del tercer libro de la serie, titulado Todas las lágrimas del mundo. En la edición de Grijalbo, 1988.
La literatura también ha puesto su grano de arena en la génesis de XIII. El arranque del primer álbum recuerda poderosamente al de una novela del escritor americano Robert Ludlum: El caso Bourne. Aquí también encontramos un naufrago amnésico a causa de un disparo con otra extraña serie de números tatuados en su cuerpo; por otro lado, al observar el mundo de engaño y muerte de Trece, es difícil no pensar en el realismo pesimista de John Le Carré.
Otro caso de paralelismo curioso, más que influencia, lo encontramos en el terreno del cómic y en concreto en la Saga del Imperio Secreto del Capitán América. En ella, los miembros de dicho grupo se identificaban entre si mediante la numeración romana, al igual que en el caso de XIII; y la respuesta a la identidad del Número Uno se aproxima de forma sorprendente en ambas series.
Un último grupo de influencias podrían rastrearse en la obra anterior de ambos autores. En ocasiones, el físico de Trece nos trae a la memoria a Bob Morane, otro de los personajes clásicos de Vanee. El escenario de los números 9 y 10 de XIII -Por María y El Cascador- nos recuerda al de otra aventura de Morane, Aterrizaje forzoso; y el dibujo de Vance en 3 relojes de plata nos retrae a sus incursiones en el Western de la mano de Ringo o Blueberry.
Todo lo dicho hasta ahora no supone un empeño en negar la originalidad del guión de Van Hamme, sino más bien todo lo contrario.
Isaac Asimov concibió su Ciclo de las Fundaciones a partir de la Caída del Imperio Romano, y Lovecraft construyó sus Mitos de Cthulhu a partir de elementos dispersos de la obra de otros escritores, sin que ello les reste a ambos el más mínimo ápice de calidad u originalidad. Lo mismo puede decirse de Van Hamme, un autor que rehuye los tópicos como nadie.
De XIII se pueden decir muchas cosas salvo que sea predecible.
Es posible que a veces la historia te suene a algo ya visto o leído; pero también es cierto que para aquel entonces ya no te importará porqué estarás tan metido en la acción que lo único importante será volver la hoja y ver que es lo que ocurre a continuación.
Despliegue militar en el quinto episodio. Rojo total, de Van Hamme y Vance, en la edición de Grijalbo, 1989.
Escrita y dirigida por...
Ya hemos hablado acerca de los trabajos de Van Hamme y Vance previos a XIII, pero ¿qué es lo que ha aportado a la serie cada uno de ellos? Bien, frente al espíritu clásico de Thorgal o las complejas intrigas financieras de Largo Winch Van Hamme ha optado en esta ocasión por un estilo simple y directo, con una historia lineal, prescindiendo de todo lo que pueda estorbar el desarrollo de la acción, ya sea excesivos flash-backs o los habituales rótulos de tiempo y lugar, tan de moda en la actualidad gracias a series como Expediente X.
XIII no los necesita, y apenas se resiente de su ausencia. De hecho, al leer XIII tenemos más bien la impresión de estar asistiendo a la proyección de una película, impresión reforzada por el cambio de estilo de Vance. Ahora sus lápices se hacen más limpios y las líneas de contorno más nítidas, con lo que su dibujo pierde algo en energía; pero a cambio el color cobra gran importancia -y aquí conviene resaltar que el colorista de la serie es la mujer del mismo Vance- y el resultado final gana en detallismo, hasta el punto de que en algunas viñetas es posible ver el escudo de la marca de los coches.
Hay quien al ver XIII y compararla con obras anteriores pueda pensar que el dibujante se está acomodando, perdiendo garra. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que Vance no es un autor arriesgado ni experimental.
Su dibujo es realista y su composición de página bastante tradicional, lo que no quita que en ocasiones se permita licencias como es el caso de la página 34 del volumen 3, en la que Trece y otro preso intentan fugarse de una prisión de alta seguridad a través de un angosto conducto subterráneo.
Para reflejar la angustia física y mental de los personajes Vance hace que a medida que avanza la acción las viñetas se hagan más y más pequeñas y estrechas, al igual que el pasadizo por el que se arrastran los personajes.
Por lo demás, Vance mantiene muchos de sus tícs habituales, como es su propensión a dibujar a sus personajes de frente, siempre mirando al lector, como enfrentados a una cámara imaginaria, lo que refuerza esa sensación de lenguaje cinematográfico que impregna toda la serie. No queremos terminar este artículo sin referirnos a otra faceta frecuentemente descuidada al valorar el trabajo de Vance: su labor como portadista. En XIII encontramos algunas de las mejores muestras de su saber hacer en este campo, como es el caso de la ilustración de portada del número tres, sobrecogedora en su aparente sencillez.
Viñetas del episodio Por María, correspondiente al noveno libro, editado por Grijalbo, 1993.
Portada de Vance para el tomo nº 12. Grijalbo, 1997.
Publicado en la revista Dentro de la Viñeta nº11, año 2000
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